Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No-Hero por sleeping god

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Despues de años un nuevo capitulos.

 

El autor pide disculpas por este largo LARGO periodo de inactividad y aun asi pide su paciencia. 

 

Finalmente agradece de todo corazon a cualquier antiguo lector si lo relee.

No son los dioses los que deciden si el hombre existe, son los hombre los que deciden si los dioses existen
-Thor

 

Ruega, mirando a los cielos, el sacrificio altruista, quizá hasta egoísta. Que uno pague por todo. Y que los hijos tengan las manos manchadas de sangre mientras caminan entre flores blancas.

¿Qué dice? ¿Es un trato?

Respira. Y Dios no respira. Tampoco diría que sí más asiente con ese cuello contorsionado a las alturas, roto. En sus ojos se puede ver desesperación. Esa es humanidad.

 

Tanta sangre.

Ella no podía creerlo, culpaba el dolor de cabeza que le aquejaba desde niña para el cual tomaba medicamentos. Su abuela una vez le dijo que era un don y sus padres no volvieron a dejarla ir a Okinawa con ella. Sin embargo era sangre en el suelo, pequeñas gotas hasta un gran charco, después otro, parecía fresca… y seguía lloviendo desde las alturas. El cielo le pareció borroso, como un efecto de película de terror donde difuminan el pasillo oscuro para llevarse un buen susto. En el alguien permanecía quieto, semihincado, sangrando y llevando una espada en su mano, sin rastro de ese líquido.

-¡H!—gritó ella.

Nadie podría oírla, sólo ese ser inerte en los cielos, rendido desde que inició la batalla.

-¡H!

H tenía pelo azul, buen cuerpo, mirada de cielo y espíritu de guerrero resignado a morir por una causa.

-¡No te puedes rendir!

Podía ser una fantasía lo que veía o no, podía su abuela ser una vidente o una loca, y ella podría estar equivocada o tener razón. Únicamente supo que hasta un héroe necesita ayuda.

Sin embargo qué ayuda podía recibir él. Las palabras de aliento solamente dolían. No podía contra ellos, simplemente eran demasiados y estaba tan solo.

Ella vio unas alas negras y después se desmayó.

 

Vaya que le dolía que ese cabello negro y que esa mirada noble le hubieran abandonado.

Y si soltaba la espada sabía que el peso desaparecería.

Era curioso, pero las mariposas del infierno parecían sentirse atraídas hacia él. Quizá olía a muerte.

-Ríndete—pidió Byakuya, no deseando escuchar más el crujir de la mano de Jagerjaquez contra el mango de su espalda que sería incapaz de proteger. Simplemente no ganaría y le destrozarían un corazón que empezaba a latir—Me puedes odiar si eso te hace sentir mejor.

-El odio es para quienes ven el dolor—respondió mirando a esa chica tumbada en el piso—Aizen nos dijo eso hace un tiempo. Dijo que era un privilegio ¿Tu qué piensas Byakuya? ¿Puedes odiar?

Hubo silencio. Su voz natural y segura no sonaría de tal manera si se esforzaba por no mostrarse lleno de dudas.

Día a día, iba a aprendiendo cosas nuevas en ese mundo, o le hacían entender sucesos del pasado.

Alas negras.

Un único hollow enamorado de un shinigami lo miraba desde las alturas, escondiendo tras del cielo abierto que mostraba donde las almas habitaban. Un hollow con alas negras, curiosamente, era el único que le apoyaba.

-Si te sirve de algo, me puedes odiar—dijo Grimmjow chasqueando sus dedos, abriendo una garganta tras el shinigami.

Una masacre se vio detenida por un brazo escapando del mundo de los huecos, atrapando a un capitán entre sus dedos. Siendo Kuchiki normalmente no tendría importancia, sin embargo se la fue tomando conforme los chasquidos en el mundo humano incrementaban; dos hollows llamando más huecos al mundo real, uno con media idea de que hacía y otro confiando plenamente.

Así todo el lugar se ahogó en el grito de los vacíos.

Y Byakuya apenas podía pesar que Ulquiorra y Jagerjaquez trabajaran juntos para unir Hueco Mundo con el humano y el Seretei que comenzaba a mezclarse con este último.

 

-¡No los dejen dispersarse!—ordeno Hitsugaya ante la salida masiva de hollows de las gargantas.

-Pero, capitán. Ellos se comerán a la gente, ¿no nos estarían ayudando?—preguntó Matsumoto.

-No. Ellos no purifican el alma, la destruyen, así no podremos volver a crear el balance sino los detenemos, el cielo se abrirá cada vez más.

 

-Es suficiente, Grimmjow—dijo Ulquiorra, dejando de chasquear los dedos—No puedo creer que tu pensarás eso. Tendrán que defender a quienes vinieron a matar, y al mismo tiempo, no pueden matar a los hollow o crearan un mayor desbalance.

Y Grimmjow rió un poco entre dientes. Vaya estupidez. La risa ocultaba un llanto que quería salir.

-¿Tú también, Ulquiorra?—cuestionó siendo ayudado a erguirse.

-Claro que lo he escuchado. Pero creo que sólo hemos sido los dos.

-Le estaba rezando, hincado… Y me respondió

Pero el murciélago no lo admitió. No quiso decir que él pensó en su Dios cuando las dudas lo consumieron y que igualmente se había maravillado con la respuesta. Sólo atinó a responder—¿Estás seguro?

-Sí—afirmo atragantándose un poco mientras rompía su cadena, no queriendo pensar en aquellos a quienes deseaba salvar queriendo morir, traicionándolo, negándose a ver todo lo que él entendió.

Él atendió su plegaria.

 

 

La rutina. Después de pensarlo por segundos, ocultando una sonrisa que debió salir por llegar a esa conclusión, supo que debería nombrarse PAZ.

La paz que desaparece en el cielo devorado por cientos de voces hambrientas. Si hubiera sentido terror habría sido una contradicción más a su cabeza ya de por si atiborrada de ellas.

Un grito profundo interrumpió sus dudas. Y pronto se mezcló ese grito desgarrador que venía de gargantas huecas.

-¿De dónde han salido tantos menos grandes?—se cuestionó ante las gargantas abiertas y los enormes seres estirando sus garras a los shinigamis. Algunos escapaban… otros fueron apresados como un sexto capitán distraído por sentimientos muy humanos.

-¡Tienen hambre!—respondió una voz con las cuerdas vocales a punto de reventar— ¡Y aquí se ha reunido la comida! ¡Cómanselos!—reía tras los gritos de los huecos que parecían mirarle con admiración. Pero no entendían nada, eran solo instinto. Igualmente ese no podría guiarlos, estaba demasiado perdido.

Bajó la cara al suelo y suspiró. Ya había tomado una decisión pero se tambaleaba. Esa risa mordisqueaba su corazón.

Le miraría con esos ojos azules y vería… tanta decepción.

-Lo siento—se disculpó antes de elevar la vista y su negra zampakutou.

-No hace falta disculparse—escucho justo frente a él. Olía a sangre—Ya no creo en dioses—complementó el peliazul vestido de héroe antes de chasquear los dedos y empujarlo a una garganta. Ichigo esperó sentir las enormes manos de un menos, pero le rodearon las alas negras de un murciélago y una voz muy tranquilizado diciéndole: “El nuevo Dios le gusta mirar hacia abajo”.

 

¿Y yo a qué hora salgo?

Ya saliste.

Pero no estás narrando mi desdicha. Ya hasta el novio me dejó, no mames. Al menos déjame protagonizar mi propia miseria.

Déjame… déjame  redactar un poco más y ya verás que sigues siendo el protagonista. Ha pasado mucho tiempo. Ambos lo sabemos.

Nada más porque me cumples una petición de la H, te haces la victima por desaparecerte y ya debo hacer lo que quieras.  Me siento como novia de rancho.

No seas dramático y déjame seguir

Está bien. Ya te pusiste de diva otra vez. Estaré en mi camerino si me necesitas.

… Està bien… No te necesito. Vete. Continuo.

 

Existen ojos que relucen de vida, otros que se apagan al mismo tiempo que la vida, y hay de aquellos que demuestran las ganas de vivir pero el cuerpo lo niega. De esa última hizo muestra su esposa esos últimos días, su aun amada Hisana. Así le miró Grimmjow y por eso se distrajo. Ya no debía pensar más en eso. Lo requería el gato que, sin intención, perdió.

Le dolían las extremidades debido a la labor física que tuvo que realizar para zafarse del hollow. Sin embargo, volver al mundo humano sería sencillo, había demasiadas gargantas abiertas por todo hueco mundo. Volvió por una para encontrar un desastre. Un plan mal hecho. Era un grito de desesperación.

El mundo estaba consumido en hollows. Los shinigamis volvían a su labor de acabar con ellos antes de que devoraran a los humanos que habían venido a aniquilar. En la misma cantidad de gargantas comenzaban a abrirse puertas japonesas para traer ayuda. Era un festín, un derroche de sangre. Y entre todos, el único convencido de que no era un desastre, sostenía una espada y respiraba calmadamente, elevando ese pecho que presintió siempre ocultó un secreto… o que conocía el suyo desde un principio.

Susurró su nombre muy bajo pero fue escuchado, dirigiendo su cabeza hacia él con unos raros ojos amarillos.

-Es un desastre—le profesó.

-Siempre lo ha sido—respondió el murciélago—Siempre ha habido un caos parchado con la etiqueta del equilibrio.

-Esto debe parar—le pidió, rogó pues eran ellos, los espadas quienes atrajeron a los menos grandes, y estos a demás hollows.

-Ustedes lo detendrán… en cualquier momento—cerró los ojos. Elevó las alas negras que curiosamente atraían a las mariposas del infierno. Una de ellas pareció perder el rastro de las demás y quiso volver a casa, a la Soul Sociadity, pero siendo comida por un hollow menor que ingresa en el portal de los shinigamis.

¿Era el primero en darse cuenta? ¿Cuántos más ya habían pasado? Los tres mundos se estaban mezclando demasiado.

-¡Cierren las puertas!—ordenó a todos, siguiendo su orden en minutos.

El clamor de los hollows quedó como único sonido que se pareció al silencio. Pudo pensar. Grimmjow no planeó nada, no sabía nada de que lo traicionarían, no tenía idea de qué estaba haciendo, no podía ser idea suya.

Y recordaba esa espalda temblando al frio con las flores blancas. Se alejaba temblando, con ojos de muerto y un corazón latiendo torpemente. Ese Grimmjow… no lo necesitaba.

Un sol iluminó el mundo, ese sol pertenecía al suyo y se opacó en un eclipse con la luna humana y en el piso la garganta mostraba el cielo negro. Tres mundos tan juntos aterraban a todos. Entonces no entendía como su murciélago permanecía tranquilo mientras defendía el eclipse de los shinigamis, peleando con todas sus fuerzas hasta derramar sangre sobre los hollows saliendo de su escondite.

-¡Nii-sama!—le sacò de su ensimismamiento de noche, sangre y hambre—¡Nii-sama!—por fin observo a Rukia de ojos vivos.

-Rukia…

Voy a protegerlos.

Le faltó entender a Grimmjow. Protegerlos aun en contra de las dudas, del frio y la soledad. Él miró a la humanidad como lo hacía él con Rukia.

-Debemos impedir que los hollows devoren a los humanos o crearan un mayor desequilibrio.

-Pero… Nii-sama—replicó ella con dudas y vergüenza—Estamos desequilibrándolo al matarlos. Desde hace unos minutos tenemos la orden de pelear sin liquidarlos…Nii-sama… --le dolía decirlo—Nos tendió una trampa y caímos.

Temblando como una flor blanca al frio, dándole la espalda, llorando como un bebé cuando fue abandonado. Esa cara que le ocultó tras una máscara pudo esconder una sonrisa y esas palabras de saber un secreto.

Que tonto, iluso y… que buen amigo fue.

-¿Dónde está Jagerjaquez?—musitó con temor. Esos planes son de alguien que aspira muy alto y que ya antes ocultó una sonrisa.

Del héroe quedaba una máscara en el piso, abrazada por una chica manchada de sangre ajena que sonreía mirando un eclipse imposible, una simple humana.

En el cielo las alas negras se extendían para proteger el único ingreso a la sociedad de almas que mostraba la torre de sacrificio.

Todas las puertas abiertas y cerradas.

Abrió la suya y fue sellada por alguien con sombrero que tejió el cielo entero tras el eclipse.

-Ha sido un desastre que debe parar—conjeturó Urahara, deteniendo ese caos sin mostrar que tras sus ojos había dudas.

Se respiró tranquilidad, descendieron sus armas y volvieron a reunirse tranquilamente.

Sólo un buen amigo entendería.

-¡Ulquiorra!—llamó al chico que no hace mucho pareció que le diría las verdades del universo--¿A dónde ha ido?—cuestionó tomándolo por el cuello, con más delicadeza de la que quería al cuerpo agotado de derrotar a los que vieron el sol demasiado cerca—Ulquiorra… No puedes apoyar esta locura. Tú no puedes creer que…

-Quizá—respondió volviendo a sus ojos verdes—Haya logrado que tenga dudas ¿No es increíble que alguien que cree en Dios siembre la duda?

 

Y Dios quería mirarlos desde arriba.

 

Grimmjow, por favor. Aquí ya eres necesario.

No, parecías muy seguro de seguir sin mí.

Por el amor de… ¡Vamos! Eres esencial aquí.

-¿A si? ¿Qué más soy?

No jugaré a esto contigo.

Entonces volveré a…

Eres único, necesario, irrepetible e indispensable. Ahora, por favor, párate en ese lugar antes de que se me vaya la inspiración.

 

-¿Si esta vez creo en ti… me harías un milagro?—rogó sin alzar la vista. El cielo no le interesaba, no sabría guiar desde tan alto y deseaba tanto lo terrenal… la paz.

-¿Qué deseas, Grimmjow?

-Sólo quiero….-a su mente venia ese rostro joven, con olor a fresa y alma que envejecía tan velozmente. La esperanza olió a fresa, le supo guiar, pudo crear un plan por él—… ser egoísta. Ser un héroe. Quiero… no verlos morir—a él, evitarle ese dolor. Ichigo debió estar celoso, también se enamoró de la humanidad.

-Libérame, Grimmjow y cumpliré tu deseo.

Si pudiera estiraría su mano y le acariciaría como un dios a un cachorro. Asintió y alzó la vista demacrada para dar las gracias.

-No lo olvides, Aizen. Deben vivir por siempre.

¿Qué es para siempre? Se preguntó.

-En mi mundo, el para siempre no es tan difícil de pensar.

 

El mundo crujía. Parecía romperse.

Alguien lo lastimo, se dijo. Y no, fuimos nosotros quienes lo quebramos.

Notas finales:

Y como siempre dice: Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).