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Lo más importante por BlueMoon

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Notas del capitulo:

Hola~~

Muchas gracias por todos los reviewa del primer capi, la verdad es que no me esperaba tantos :D

Traigo el nuevo capítulo en el que no se avanza mucho más, pero se ve las vidas paralelas de Draco y Harry, espero que os guste^^.

Draco se levantó a las seis de la mañana, habiéndose pasado la noche en vela, se había cansado de dar vueltas en la cama y temía despertar a James. Con un suspiro y dejando a su pequeño hijo bien protegido para que no pudiera caerse de la cama, se fue a la cocina.

Al llegar a la cocina, el alma se le cayó a los pies. Pese a que últimamente ya no lo hacía tan seguido, Harry era quien normalmente cocinaba en casa, nunca le dejaba pisar una cocina, siempre decía, siempre entre risas, que aunque era muy bueno en pociones, la cocina nunca  sería lo suyo y que se lo dejara a él si no querían tener un incendio. Draco no podía menos que darle la razón puesto que hasta las tostadas se le quemaban.

Otro suspiro se escapó de sus labios y con parsimonia se preparó un café bien cargado. Ese iba a ser un día muy largo, principalmente porque debía explicarle a sus hijos porque la marcha de su padre y porque no volvería más. Aunque de momento, Draco aún pensaba que a su marido le había dado un ataque de locura y que en cuanto volviera en sí, volviera a ser el Harry que conocía y al que amaba profundamente, el moreno volvería con él y con su familia de toda la vida.

Aunque siempre quedaba la posibilidad de que el moreno hubiera conocido a alguien más a alguien que le daba algo que él no podía, ¿pero qué? Él se esforzaba en ser el esposo perfecto, comprensivo, cariñoso e incluso había aguantado a la familia Weasley pese a que todos lo vapulearan a la menor posibilidad…

¿Entonces? Se preguntaba con el ceño fruncido. ¿Qué había cambiado? ¿Qué había pasado con su Harry que ahora ya no lo quería? ¿Acaso tenía razón el moreno y se había acabado la llama del amor? ¿Sería por culpa de los niños que casi no les dejaban tiempo para ellos?

No, los niños no tenían culpa alguna. Estaba seguro que tanto él como Harry los habían amado, por sobre todas las cosas, pero ¿entonces? ¿Qué había ocurrido?

Se sirvió una taza de café amargo y se sentó en la gran mesa. ¿Qué haría a partir de ahora? ¿Qué sería de él? ¿Y de sus hijos? No es que fuera imbécil, él trabajaba de medimago en San Mungo, y tenía un buen sueldo, pero, ¿qué ocurriría con ellos cuando su separación llegara a oídos del Profeta? Si aún a día de hoy recibía cartas amenazantes por haber hecho que el Salvador de todos fuera gay…

Un golpe en la ventana le sacó de sus cavilaciones y frunció el ceño al reconocer una de las lechuzas del Ministerio. ¿Le había pasado algo a Harry?  Con el corazón en un puño se acercó al ave quien se fue solo habiendo soltado un grueso sobre color marrón que llevaba, como ya había reconocido, el sello del Ministerio.

Con manos trémulas lo abrió. Si seguía esperando se volvería loco. Pero nunca, jamás, se esperó encontrar lo que había dentro. Efectivamente, dentro de ese sobre había unos papeles, pero no los que se esperaba.

Lo que había era unos papeles de divorcio.

(*) (*)

Harry se estiró con parsimonia, y se despertó restregándose los ojos. Cogió las gafas de su mesita de noche y se levantó sin despertar a la persona que con una sonrisa dormía a su lado.

Con pasos lentos se dirigió a la cocina para prepararle el desayuno a la que a partir de ahora podía considerar la mujer de su vida. Y debía empezar a tratarla como tal, pensaba que haber tramitado ayer los papeles del divorcio había ayudado sin duda alguna.

Se metió en la cocina y por un momento le vino un recuerdo de estar cocinando para Draco, pero enseguida desechó ese pensamiento con un movimiento de cabeza. Debía mirar hacia adelante con Ginny, la pelirroja que poco a poco había ganado su corazón despachando al rubio hasta lo más último de sus pensamientos y de su corazón.

Suspiró dejando por un momento las cosas que estaba haciendo. Draco en esos momentos era un tema muy delicado y es que por mucho que ya no existiera entre ellos ese amor y esa pasión de antaño, aún sentía por el rubio algo de cariño, ¡vamos! Eran más que nada once años los que había compartido con su esposo y tenían tres maravillosos hijos en común. Y lo que menos quería era hacerle daño a él o a sus hijos, pero cuando el amor se acaba… Esperaba que algún día, no muy lejano, Draco pudiera rehacer su vida con una persona que realmente le mereciera y que le amara tanto como él un día lo hizo.

Estaba claro que aunque estuviera fuera de la vida de su rubio, aun quería estar pendiente de él y de sus pequeños a los que amaba más allá de todo. Los quería dejar fuera de todo esto y por eso le había pedido a Ginny que no le

+ dijera aún nada a nadie de lo suyo, de momento era peligroso para todos.

Reanudó su tarea pero en ese momento se vio interrumpido por alguien que querría pasar por la chimenea. Como era una casa pequeña y destartalada, pocos muy pocos, a parte de Ginny, solo Ron, Hermione, Neville y Luna sabían que esa ere su refugio y aun así si querían comunicarse con él debían pedir permiso pues la Red Flú normalmente estaba cerrada para no alertar a los demás de quien estaba ahí.

Extrañado abrió la comunicación y de la chimenea salió un furioso Neville Longbottom. Un Neville que ya no era el mismo chico gordito que antes. Los años y el ejercicio al que se había acostumbrado desde la guerra y que le confirió más agilidad, habían hecho de él casi un milagro. Ahora medía metro setenta y nueve (tampoco era muy alto) pero era delgado pero con los músculos suficientemente desarrollados, estrecha cintura y su cara, ahora lucía una descuidada barba que le daba un aspecto mucho más varonil y sexy.

—Por Merlín, Harry—dijo al cabo de unos eternos segundos al ver la cara de confusión de su amigo y que este no le hubiera dirigido la mirada ni la palabra —, ¿me puedes decir por qué narices estás aquí en tu día libre? Y más bien, ¿por qué mi marido en lugar de estar a cuatro patas en mi cama, esperando a que lo folle hasta el coma, está en tu casa intentando consolar a tu marido? O, ¿por qué en mi sala hay tres asustados niños, que casualmente son tus hijos? Y ya de paso, me dices ¿por qué están así de histéricos porque nunca habían visto a su papi así de mal? Dime una buena explicación, solo una y no te lanzaré un crucio por esto, Harry, o al menos lo intentaré.

Sí bueno, Neville no solo había cambiado su aspecto físico sino su carácter, ahora más decidido y con menos miedos, había dado un giro. Suponía que estar casado con un ex Slytherin había ayudado un poco.

Bueno, quizás mucho.

—Nev, yo… —tartamudeó el chico de oro.

Neville suspiró y sin previo aviso se sentó en uno de los taburetes de la cocina.

—Sigo esperando, Harry y por el bien de tus hijos más vale que no lo haga mucho. Deben estar sufriendo.

—He dejado a Draco.

Neville negó con la cabeza como si hubiera escuchado mal o algo. Con incredulidad le preguntó:

—Perdona, Harry, creo que he oído mal, ¿qué has hecho qué?

—Eso. He dejado a Draco —suspiró—. Esta mañana le he hecho enviar una lechuza con los papeles del divorcio, supongo que es por eso que Zabini está ahora con él.

Lo que nunca se esperaba Harry era el puñetazo que le mando el otro chico directo a la mandíbula y que lo mandara a él al suelo.

— ¿Eres estúpido o qué? —Le gritó—, ¿cómo se te ocurre hacer semejante cosa? ¡Eres despreciable!

Harry estaba demasiado aturdido como para contestar y en ese entonces, entró en la cocina Ginny, quien solo llevaba una camisa de Harry que le quedaba demasiado grande.

— ¿Qué pasa, amor? —Le preguntó a Harry—, Neville, buenos días, ¿qué haces aquí tan temprano? ¿Le ha ocurrido algo a alguien? ¿Por qué traes esa cara?

La boca del chico de cabellos castaños se abrió en una perfecta “o”.

— ¿En serio, Harry? —Le gritó—, ¿has perdido la cabeza o qué? ¿Cómo se te ocurre dejar a Draco por… esta? —Fulminó a la pelirroja con la mirada.

Ginny abrió la boca para replicar que Harry siempre había sido de ella, pero se abstuvo. En esos momentos, Neville infundía más que respeto, miedo.

—La amo Nev, entiéndelo. Lo que tuve con Draco no fue más que un error que ambos cometimos. En ese entonces, éramos demasiado jóvenes y queríamos vivir experiencias fuertes una vez acabada la guerra…

—Te veo y no te reconozco, Harry James Potter. Tú quien besabas el suelo por donde pisaba tu marido y después de tres hijos en común. ¡Tres! No es como si de eso hiciera poco… Dime, ¿te han hechizado o alguna cosa por el estilo?

 Ginny enfadada interrumpió su discurso:

— ¿Ahora qué eres el defensor de los Slytherin, Neville? No sé porque defiendes tanto a Malfoy, ni que fuera tu pareja o algo, o, ¿es que acaso estás enamorado de él? O, ¿a lo mejor es que te acuestas con él? —preguntó con malicia.

El aludido apretó los puños y frunció los labios hasta convertirlos en una línea delgada.

—Mi marido me satisface muy bien en la cama, Weasley, para buscar fuera de ella, además estamos los dos muy enamorados, gracias por preocuparte por mi vida amorosa de esa forma. De todas formas no era yo quien estaba enamorado de Draco, o decía estarlo y con tres hijos en común… —Se dirigió a Harry, ahora—, llámame cuando hayas entrado en razón y le vayas a suplicar perdón a Draco, si no, ni hagas el esfuerzo, la chimenea estará cerrada para ti, Potter. —Al ver la cara de incredulidad de Harry dijo—. Te has pasado con Draco, la has cagado Harry y agradece que sea mi marido quien esté consolando al dragón y que no conozca esta casa, porque de haber venido Blaise no quedaría de ti ni las migas para enterrar.

Y con esas palabras se metió a paso decidido en la chimenea y gritando la dirección de su mansión fue a ver a los niños. ¡Merlín! No sabía cómo podría ayudar a Draco a salir de todo esto, solo esperaba que el rubio no lo pasara muy mal…

(*) (*)

Blaise por fin había logrado calmar a Draco. Ahora el chico estaba descansando en una habitación de invitados, la que muchas veces hicieron servir él y Nev cuando venían de visita a ver a sus ahijados y a sus amigos, con la ayuda de una poción para dormir sin sueños.

Se desplomó en uno de los sofás. ¡Merlín! No entendía a Potter, es decir Draco y él llevaban once años felices con tres hijos además y de repente el héroe se cansa y se va. ¡Así sin más! Como si lo de ellos no fuera más que un juego y por lo tanto nadie saldría herido si uno dejaba al otro… Apretó los puños, en cuanto se encontrara con Potter sabría que con un Slytherin nunca se juega y menos con alguien como Draco.

Había dejado a los niños con su esposo, pues él debía ir a ver que le estaba sucediendo a su mejor amigo. James el mayor, fue quien asustado, les había llamado, a la chimenea privada de su habitación, con lágrimas en los ojos y diciendo que fuera porque su papi se había desmayado.

Cuando él llegó y estando James, Albus y Scorpius en su casa a cuidado de su marido, lo que se encontró fue desagradable. Efectivamente, Draco se había desmayado y en sus manos había unos papeles arrugados… Se acercó a él y vio las profundas ojeras que enmarcaban ese rostro casi de porcelana.

Tragó el nudo que se había formado en su garganta y con cuidado y esfuerzo, levantó a Draco y le depositó en el sofá. Empezó a darle palmaditas en la cara a ver si despertaba y al final lo logró.

— ¿Blaise? —Draco preguntó con cara de asombro y confusión—, ¿qué haces aquí?

—Draco si estoy aquí es porque James nos ha llamado a Nev y a mí para que viniéramos…

— ¿Qué? ¿Por qué? —De repente su mirada se dirigió a los papeles que arrugados descansaban en sus manos—, entonces es verdad —susurró—, no es una pesadilla. En verdad Harry me ha dejado…

— ¿Qué ha pasado Draco? —Blaise trataba de entender a su amigo, pero lo que él veía de momento no tenía sentido. Y, es que, ¿por qué narices iba a dejar Potter a su amigo? Y menos después de lo que le costó que fueran novios…

Y lo que menos se esperó es que su rubio amigo empezara a llorar. Hizo el amago de acercarse de consolarle, sin embargo el otro no se dejó.

—Harry, él… él me ha dejado —balbuceó entre sollozos.

— ¿Qué Potter ha hecho qué? —bramó indignado.

—Él, él se ha ido. Ayer discutimos, me dijo que ya no estaba enamorado de mí, en pocas palabras que le aburría y se largó no sé a dónde ni a hacer qué. Y esta mañana me han llegado los papeles del divorcio.

Blaise abrió la boca pero luego la cerró. No sabía qué decir. Es verdad que parecía que últimamente Potter pasaba menos horas en su casa, pero de ahí a que dejara a su amigo había un trecho muy largo, pero si se veían tan enamorados…

Fijó su vista en el rubio y sus ojos desconsolados le partieron el alma. Sabía que dijera lo que dijera no haría ningún cambio. El daño era demasiado profundo para ser curado con tan solo unas cuantas palabras. De nada serviría que le dijera lo mal nacido que era Potter o que ya encontraría a alguien mejor, pues Draco no quería a nadie más que al maldito de Potter.

Con cuidado, se acercó a Draco y lo abrazó, dejó que el más pequeño apoyara su cabeza en su pecho y dejó que se desahogara. Ya habría tiempo para hacer preguntas. Ahora lo importante era su amigo.

La chimenea le advirtió, sacándole de sus recuerdos, que alguien quería entrar: Neville. De inmediato abrió la red y ayudó a su esposo a salir de ella.

—Hola, amor —Neville le dio un breve beso en la boca—, ¿y Draco? —Fue lo primero que preguntó.

Blaise suspiró.

—Durmiendo, he tenido que darle una poción relajante y para dormir sin sueños porque se le veía muy agitado.

Neville gruñó. Normal que su amigo se viera de esa forma. Las palabras de su amor hacían que quisiera volver a la casita de Harry y darle otro puñetazo o algo más fuerte que eso.

—Supongo que te ha dicho lo que ha pasado, ¿verdad?

—Sí. Maldito Potter, no tiene derecho a hacerle lo que le ha hecho… Es un miserable —dijo apretando los puños—. Si alguna vez me lo cruzo en el Ministerio deseara nunca haber querido dejar a Draco.

Por primera vez en la vida, Neville no pudo estar más que de acuerdo con él. Harry en esos momentos no se merecía ni una gota de compasión, nada.

—He ido a verlo para ver lo que estaba sucediendo y lo he encontrado alegremente preparándose el desayuno y preparándolo también para alguien más. Y cuando le he preguntado lo que ha pasado me ha dicho que había dejado a Draco, que ya no le amaba y que ahora sentía que estaba haciendo lo correcto. Y no me lo ha dicho, pero estaba con alguien más que lo he visto. Una mujer para ser más específico. ¡Una jodida mujer!

Blaise boqueó como pez fuera del agua.

—Estaba con Ginevra Weasley. ¿Puedes creerlo? Después de lo que ella nos ha hecho. Encima le llamó amor y solo llevaba una camisa de Harry —susurró Neville, contestando así a la pregunta no formulada de su marido, con decepción. Y es que nunca se hubiera imaginado que Harry fuera capaz de cambiar a su dragón por alguien repulsivo.

— ¿Cómo se atreve? ¿Cómo es posible que haya cambiado a Draco por esa? —La indignación de Blaise crecía por momentos—, una Weasley, acaso Potter no sabe lo que su familia le hacen a Draco?

—Realmente no sé qué pensar Blaise a mí parecer aquí hay gato encerrado. La actitud de Harry no es muy normal, parecía tan tranquilo aun cuando le he dicho que sus hijos estaban histéricos, ni siquiera ha pestañeado o preguntado por ellos y antes…

—Antes se desvivía por su familia —acabó el moreno con furia en la voz.

Se quedaron unos instantes en silencio, cada uno sospesando lo dicho por el otro.

— ¿Y los niños? —preguntó Blaise al cabo de unos instantes.

—He tenido que darles un sedante suave para que se calmaran. Solo querían ver a Harry y que este les prometiera que se quedaría con ellos dos y con su papi, me partía tanto el corazón verlos así, que les he suministrado un sedante.

De paso, he ido a San Mungo y he avisado que por motivos personales ni Draco ni yo hoy iremos a trabajar. Me han puesto mala cara pero al final han accedido.

Blaise asintió con la cabeza seriamente.

—Eso solo retrasará lo inevitable, algún día deberán enterarse de lo que Harry le hizo a Draco y será rápido si Potter está buscando el divorcio para quedarse con la mini comadreja. Tanto Draco como James, Albus y Scorpius sufrirán inevitablemente.

—Sí, pero solo nos queda ayudarles en su trance y apoyarlos.

Ambos esposos se miraron y se abrazaron dando gracias de tenerse el uno con el otro ajenos a que al otro lado de la puerta un Draco Malfoy todavía más destrozado si cabe había escuchado todo lo que habían hablado descubriendo que era Ginny Weasley la que ahora disfrutaba del cariño y del amor de su prontamente exmarido.

Con rabia, subió las escaleras hasta la habitación en la que hasta hace poco estaba y con rabia cogió los papeles de divorcio y los rompió. Si Potter quería guerra, él se la daría. No iba a ceder tan pronto como el otro creía.

Notas finales:

¿Ha gustado? ¿Sí? ¿No? ¿Me dejáis un review?

En este capi se ve quien es la amante de Harry, ¿os lo esperabáis? ¿Demasiado cliché? Mmm... el reto era así, así que la chica debía ser esa D:

Nos vemos en los reviews^^

Salidos.


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