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TU RASTRO SOBRE LA NIEVE por NYUSATSU NO AI

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Notas del capitulo:

Y es que tú, has llegado a ser todo en mi vida, el único que ha logrado romper el hielo de todas mis fantasías. Dime si no es verdad, que cada beso que nos damos es de amor infinito, que no es lo mismo que sentíamos con otros… que lo nuestro es un amor para la historia.

Y que… aunque en el mundo existen pruebas, lo de nosotros es bonito, es para siempre.

***

Puede ser, no lo sé… antes de ti dependía de la muerte que se disfrazaba de vida. Me escondía entre muros que había hecho míos. Pero tú, un guerrero de lunas dormidas, viniste a ahuyentar mis miedos, me obligaste a hablar y encarar mis heridas.

Ahora vivo de ti, dependo de la forma de tus besos, de hablarte, mirarte y me entrego a tu magia que con solo desearlo, haces que el techo del cuarto sea un ciego. Y me enamoras de tus sueños despiertos, de tus promesas calladas que me gritas al alma lo que se llevas por dentro. Puede ser, no lo sé…

 

®    HAN

 

EL AMOR ES COMPLICADO.

Hay muchos obstáculos que pueden poner en jaque una relación.

 

Eran casi la una del mediodía, el cielo se había cerrado por una masa de nubes negras y el viento anunciaba que pronto llovería.

—Deviant… ¿colgaste la ropa…? — Pregunté desde la cocina.

—No cariño, decidí perdonarle la vida… — Respondió desde la sala, mientras reía.

Mentalmente me dije que no debía enojarme, que era mi culpa por pedirle que me ayudara aunque sea a hacer algo muy simple, como lo era tender “nuestra” ropa.

Pero la verdad es que estaba un poco harto de todo esto. De ser siempre yo, el que intentaba mantener digna esta casa.

— ¿Y planeas hacerlo algún día? — Cuestioné sarcástico y sin poder o querer ocultar mi descontento. 

—Ahora mismo estoy ocupado…

— Pues yo no estoy en un lecho rosas, Deviant. — Le interrumpí, levantando la voz, un poco más de lo necesario.

Por fin se dignó a mirarme, nuestra cocina había sido diseñada bajo un concepto abierto, él odiaba las separaciones y yo había querido complacerle… como siempre. Así que podíamos vernos de cuerpo entero e incluso en HD. — ¿Es tan difícil el que cuelgues la ropa para que termine de secarse? Ni siquiera te estoy pidiendo que la laves o que después de que este seca, la dobles y la acomodes en los cajones...

— ¡Lo haré! — Contestó levantando las manos en mi dirección, mientras me hablaba y me miraba como si estuviera exagerando las cosas.

— ¿Cuándo te desocupes…? ¿Mañana…? ¿Nunca…?

— Han… ¡calmate!

— ¡No! ¡No me digas que me calme! — Rebatí, mientras me quitaba el estúpido “mandil” figurado y avanzaba hacia él. — ¡Estoy harto! — Solté, mientras extendía ambas manos como si aventara algo. — ¿Si, sabes que no soy tu sirvienta…?

— ¡Vale! Nunca he dicho que eres…

—Pues deja de tratarme como si lo fuera. — Recriminé.

— ¿Pero qué fue lo que hice ahora?

En cuanto me vio ir a su lado, se puso de pie, me miraba como si el que estuviera mal, fuera yo. Hablaba en un tono conciliatorio que me aguijoneaba el mal genio.  — ¡NADA! — Grité. — Ese es el problema… que nunca haces nada.

—Eres muy injusto… — Me acusó — ¿Te diste cuenta de a qué hora llegamos? ¡He tenido mucho trabajo!

— ¿Tú tienes trabajo? — Pregunté irónico.

—Pues aunque lo digas de ese modo… — Respondió con aire resentido.

— Administras un casino… te la pasas dándonos ordenes, firmando papeles y contando dinero.

— ¿Y ESO NO ES UN TRABAJO? — Gritó.

—DÍMELO TÚ… — Vociferé incluso más fuerte de lo que él lo había hecho. — Cuatro días a la semana hago guardias en la mañana, después vengo y te preparo el desayuno, limpio el departamento a como mejor puedo, compro las cosas para la comida y la preparo. Lavo la ropa… la tuya y la mía. —Sentí la necesidad de hacer la aclaración. — La tiendo, la bajo, la plancho, y la que no, la doblo y acomodo en los cajones. En la tarde nos vamos al casino… aun si mi turno empieza mucho después, solo porque tú… “tienes cosas que hacer”. Preparo bebidas y limpio mesas casi todas las noches. Aun así, saco tiempo para nosotros, me preparo para mi doctorado y estoy batallando con una estúpida tesis que no logró terminar. La hago de psicológico contigo, soy el abogado de James, el psiquiatra de Samko, y un saco de arena al cual Damián golpea cuando quiere.

Estoy para cualquier cosa que ustedes necesitan, soy desde el chofer hasta al que pueden ignorar cuando se les da la gana. Casi no puedo ver a mi familia porque la tuya me absorbe por completo. Hago todo… cumplo cada uno de tus caprichos y tú… no puedes dejar de hacer lo que sea que estés haciendo, por diez minutos y levantarte para tender la ropa...

— ¡No puedo creer que me eches en cara lo de mis hermanos!

— Y yo no puedo creer que solo escuches lo que te conviene…

— ¡Lo escuche todo! — Aseguró. — Pero… ¿Es enserio lo de tu familia? ¿Qué han hecho ellos por ti? — Espetó. Así que yo no podía decir nada de su familia, pero él si podía criticar a la mía. — Han, solo te llaman para pedirte dinero…— Me lo hecho en cara, como si fuese un tema cualquiera.

— Pues no es tu dinero…— Le aclaré, mientras lo empujaba.

Él me miró sorprendido y yo sabía que no debía tratarlo de ese modo, que era mejor que me alejara antes de que las cosas se pusieran peor, pero al mismo tiempo, era casi liberador hacerle saber que ya estaba cansado de la mala y desorganizada vida que estábamos llevando. Que todo este tiempo me esforzado como nadie para que nuestra relación funcione, que he intentado y hecho todo lo humanamente posible y que solo pido de él un poco de consideración.

— Sabes que no lo digo por eso… — Agregó de nuevo con ese tono bajo que me desquiciaba, quizá ya me había acostumbrado a que era él quien siempre gritaba por todo. — Pero ellos…

— ¡Mejor callate! — Le advertí — No tienes ningún derecho a hablar de mi familia, porque la tuya no es mejor.

— ¡NO LOS PUEDES COMPARAR! — Grito. Si hay algo que Deviant no soportaba, es que se metieran con sus hermanos. — Tus hermanos son unos delincuentes…— Acusó. Y lo que dijo no era verdad, al menos, no del todo.

— Y los tuyos son unos retrasados… caprichosos y maleducados.

Me calló de una bofetada, misma que sin realmente pretenderlo, le devolví. — Mirá como está el departamento… si te gusta vivir entre la basura, bien, adelante… pero te vas de aquí. Porque yo no soporto vivir así. Así que recoge tus cosas y te vuelves a tu departamento.

Deviant mantuvo la mirada baja desde que le había golpeado y llegó un punto en el que no pude soportarlo más. Pese a que le dije que se fuera, fui yo quien tomé mi abrigo y me dirigí a la puerta, con la clara intención de huir.

—Voy a llamarte después… — Dijo mientras me seguía.

—No lo hagas… No voy a contestar. — Respondí.

—Entonces te mandaré un mensaje —. En la voz se le notaba la ansiedad. Y puedo asegurar que ambos estábamos demasiado asustados por lo que había sucedido.

— ¡Ya te dije que no! — Grité de nuevo, mientras me giraba para enfrentarlo, Deviant me seguía tan de cerca que al frenar de golpe y girarme, terminó chocando conmigo. — No me llames, ni me mandes mensajes… ¡No quiero que lo hagas!

— Pero nos veremos para comer… ¿no?

—Dame la oportunidad de extrañarte… — Respondí con ironía. — Si todo el tiempo estamos juntos no puedo hacerlo. No me busques, si quiero estar contigo, seré yo quien te encuentre…

— Cenaremos juntos…— Insistió pero en esta ocasión fue una orden sin fuerza. Vi el temblor en sus manos y lo mucho que se estaba esforzando en retener las lágrimas que se agolpaban en sus ojos.

Me sentí terrible, me dolía verlo así, pero no comprendo porque el hecho de verlo tan expuesto, no me detuvo.

— ¿Qué parte de que no quiero estar contigo, no entiendes?

— Han… yo… — Quiso tocarme, pero aparté sus manos impidiéndoselo. — Colgaré la ropa ahora, pero no te vayas…

— ¿Ahora si tienes tiempo…? — Espeté sardónico.  

— ¡Han, por favor!

— ¡Solo dejame en paz! — Le dije y me volví hacia la puerta.

No pensé en lo que dejé atrás, me fui sin asegurarme si Deviant estaría bien.

Peor aún, me fui a sabiendas que él no desayunaba si yo no estaba presente, que no resistía el que estuviéramos distanciados, ni él ni yo… simplemente no lo soportábamos. Me fui apagando el celular mientras bajaba por el elevador, aun cuando era consciente de que Deviant no conciliaba el sueño si no se abrazaba a mí o en su defecto, sin beberse por lo menos, dos botellas de vino.

Ignoré todo, incluso que mi vida entera era él, y que si no estaba conmigo, no importaba hacia donde caminara, yo no iba a ninguna parte.

 

***

 

Volví al departamento, ya muy por la noche. Ese día era mi descanso en al casino, así que pensé que podría ocupar mi tiempo en limpiar el departamento. Pero el alma se fue al piso cuando al abrir mi puerta y encender la luz, lo encontré todo… lo que le sigue de reluciente. Incluso por un momento pensé que ese no era mi departamento.

Todo estaba tan pulcro y ordenado, que de inmediato supe que no lo había hecho él, y el pensamiento me asustó aún más, prácticamente corrí hasta nuestra habitación, abrí el closet e incluso hasta esto estaba en orden. Hice un reguero buscando su ropa, ansioso por la idea de que me hubiera tomado la palabra y se las hubiera llevado.

Encontré algunas, pero la gran mayoría, ya no estaban.

Busqué mi celular en mi abrigó y lo encendí. No había llamadas ni mensajes suyos. Fue en este punto en el que me di cuenta de lo que había hecho. Todas las palabras que había proferido en su contra se agolparon en mi cabeza. Y me sentí culpable.

En la mesa de centro encontré dos tarjetas de la empresa que había contratado para que limpiaran. En la cocina encontré la comida terminada y colocada en los refractarios correspondientes, solo para que se caliente.

Pero lejos de esas cuantas ropas, nada suyo había quedado en mi departamento.

No me sentí capaz de buscarlo y decidí esperar por él.

 

Y en mi espera, ya habían pasado ya… nueve días.

Días en los que Deviant, no llamaba, ni mandaba mensajes. Tampoco desayunábamos, comíamos o cenábamos juntos.

Al día siguiente a nuestra discusión, lo vi en el casino. Tal y como era su costumbre, salió para hablar con todos los que trabajábamos ahí, lo hacía poco antes de que el lugar se abriera. Bromeó y nos pidió que estuviéramos atentos a los clientes.

Actuaba tan normal que nadie notó que estaba fingiendo. Pero yo sí que lo hice, sus ojos estaban irritados y parecía cansado.

Lucio, uno de sus socios, llegó en ese momento y se encerraron en la oficina.

Durante los siguientes ocho días, había sido igual. En ningún momento nos pudimos quedar a solas, él no me miraba molesto, sino que me trataba con la misma amabilidad con la que trataba a todos los demás. Aunque de cierta forma, si no tenía que tratar conmigo, me evitaba.

Las cosas se complicaron para él, la remodelación y la posible expansión del casino lo envolvieron en un mar de cotizaciones y reuniones con medio mundo. Constantemente lo veía discutir con las personas que estaban trabajando en el proyecto. Parecía que con el único que lograba entenderse, era con Samko, quien resiente se había integrado al trabajo. Desconozco los motivos.

Por otras personas, me enteré que Deviant había vuelto al club y que estaba haciendo ejercicio. Él odiaba todas esas cosas, sobre todo el club. Pero según me dijeron que ahora iba todos los días y se estaba algunas horas. Incluso que había participado en una reunión en la que todos sus compañeros de universidad se reencontraron.

También empezó a beber más, veía desfilar las botellas hasta su oficina, una tras otra. Y si hacia eso en el trabajo, no quería pensar como estaba bebiendo cuando estaba a solas.

Durante esos días sus hermanos lo visitaron en algunas ocasiones. Ellos parecían evitarme, es decir, si nos topábamos de frente no saludábamos y cuando les preguntaba cómo estaban, ellos simplemente decían “bien” y se alejaban de mí. Nadie me confrontó por lo que paso. Ni siquiera Damián, quien parecía estarse tomando más enserio su trabajo y cada noche estaba en su bodega sin falta y puntual. Su mal humor parecía ir en aumento ahora que Ariel, haciendo caso omiso de su petición, había entrado a trabajar, sin embargo; se hacía un espacio para estar al pendiente de Deviant.

Y era durante ese tiempo en el que Damian estaba a su lado, que los demás aceptaban cualquier cosa que dijera, porque nadie se atrevería a llevarle la contraria estando Damián presente.

Me sorprendió que ningún momento hiciera un drama como los que acostumbraba. Sino que lo había tomado con una madurez irreprochable y parecía haberse resignado a mis palabras. Algo que me dolía. No es que quisiera que anduviera detrás de mí, rogándome. Eso jamás…

Conforme pasaban los días me sentí peor, cada vez más lejos de él y de su familia. Ahí comprobé que en efecto, pese a todos sus errores, que por cierto, eran muchos… no podía comparar a los Katzel con mi gente. Los extrañaba hasta el punto de llegar a las lágrimas. Pero entre todos, la ausencia de Deviant era una agonía para mí.

Fue por eso que hoy, saliendo del casino, vine a su departamento. Estaba decidido a solucionar y remediar mi error.

Pero llevó casi media hora aquí y aun no me atrevo a tocar el timbre, mucho menos a simplemente abrir y entrar. Mi mente me acusa llamándome “cobarde” una y otra vez. Y aunque finjo no escucharla, sé que tiene razón.

En menos de lo que doy cuenta, ya voy en el elevador… sintiéndome estúpido y realmente cobarde por no haberme atrevido a tocar. Siento las lágrimas bajar por mi rostro y me las limpio de mala gana y con más fuerza de la necesaria.

Cuando la puerta se abre, casi corro hasta mi auto. Las manos me tiemblan de coraje, de frustración y dolor, después de varios intentos, por fin logro abrir y busco refugió en el interior. Golpeo el volante un par de veces, sintiéndome miserable e impotente ante mi propia cobardía. Y justo cuando estoy por girar la llave y encender el automóvil, la luz de los reflectores del auto que va entrando, me siegan temporalmente.

Se estaciona como cinco autos del mío, y lo reconozco de inmediato.

Es él…

Miro mi reloj de mano y veo que son casi las cinco de la mañana y Deviant había dejado el casino como a eso de las dos y media. Lo observo bajar con extremada lentitud.

Se ve diferente.

Luce más delgado y casi arrastra los pies al caminar. No paro de decirme mentalmente, que se encuentra en ese estado por mi culpa. Lo voy siguiendo con la mirada hasta que se pierde en el interior del elevador. Entonces me quedó en blanco.

Para cuando reacciono y vuelvo a mirar mí reloj, me doy cuenta que ya ha pasado más de media hora. Sé que él no está bien, yo mismo no lo estoy. Con eso en mente vuelvo a bajar del auto y corro al elevador, apretó con desesperación el botón de llamado una vez tras otra, como si con eso pudiera hacerlo bajar más rápido.

Al final, tengo que esperar.

Va haciendo paradas en cada una de los pisos, solo son ocho pero el recorrido se me hace eterno. 

Cuando la puerta se abre, los vecinos de Deviant salen en grupo, ya es de día, muchos comienzan sus actividades desde temprano, otros simplemente van al trabajo. Debo verme lamentable, pero aun así, la mayoría me saluda. Deviant recientemente se mudó a este condominio, pero ya todos le conocen, y por ende a mí. Cuando llego a su piso, caminó lento por el pasillo, y a cada nuevo paso mi valor mengua alarmantemente.

Cuando llegó a su puerta, ya soy el mismo cobarde que se fue de aquí sin tocar.

Escuchó unos pasos que se acercan desde el interior de la casa, en ese momento dejo de respirar. Pero después oigo como se van ajustando los seguros de la puerta.

Él ya no los ponía, pero era un viejo vicio que retomaba cuando su fortaleza flaqueaba, se encerraba de tal manera que casi era imposible derribar la puerta. Pero lo peor no era eso. Si Deviant ponía tantos cerrojos a la puerta, era solo porque ya había asegurado los de su corazón.

Escuché el interruptor de la luz bajarse y sus pasos alejarse de la puerta.

Era ahora o nunca...

Toco la puerta en serie de a tres. A la cuarta, la luz vuelve a encenderse.

— ¿Sí?

— Deviant… Soy Han. — Digo sin mucho ímpetu.

Por los siguientes segundos, no se escucha nada del otro lado de la puerta, pero justo cuando estaba por rendirme, el ruido de los seguros en la puerta al quitarse, se escucha. Es un movimiento muy lento pero sin pausa.

La puerta se abre y él aparece del otro lado. Aun vestido y con nuestro gato-hijo abrazado. No parece sorprendido, pero tampoco como si me estuviera esperando. Me quedo de piedra sin saber que decir.

— ¿Qué sucede Han? — Es él quien rompe el silencio, su voz es suave, mucho más suave de lo usual.

Quiero abrazarlo, o echarme a sus brazos, sé que a estas alturas no estoy para poner condiciones. Lo que veo me destroza.

No había tenido la oportunidad de mirarlo tan fijamente, se ve descuidado, abatido. Mi mirada lo recorre de pies a cabeza y sin pretenderlo, lo incómodo. Él se hace chiquito sobre su cuerpo. Orión me mira fijamente, es como si ya no me reconociera. — Ha sido un día muy largo… — Se disculpa, mientras deja ir al gatito, para componerse un poco la ropa. Algo así no era necesario, si tan solo hubiera tenido el valor de decirle y hacerle saber que para mí, él sigue siendo igual de precioso, y que lo amo con la misma intensidad, tanto cuando va de gala como cuando está desnudo. Pero mi voz me abandona y me limito a guardar silencio. — ¿Quieres pasar?

Asiento y él se hace un lado para dejarme entrar.

Contrario a lo que esperaba, su departamento ahora está más limpio que el mío. Cruzo el pasillo hasta la sala, con él siguiéndome detrás. Alcanzo a ver una botella de vino tinto muy por debajo de la mitad y una copa aun medio llena en la mesita de centro junto al sillón amplio. La música se escucha a un volumen muy bajo. Aun lado, en el mismo sillón, están dos almohadas y varios edredones.

Mi mano acaricia rápidamente las sabanas y me volteo como cuestionándole porque están aquí y no en su habitación, él se encoge de hombros y mira hacia otro lado. Mantiene cierta distancia de mí.

— ¿Pasa algo malo, Han?

Demasiadas cosas malas han pasado desde que se fue, pienso rápidamente en cada una de ellas, y me vuelvo a lamentar. Quiero hablarle, decirle que tan miserable me he sentido los últimos días… decirle que he recordado que lo amo como a nadie en mi vida.

— Quería verte… — Me limitó a decir. Deviant asiente con lentitud y se muestra herido. Pero es algo que dura una fracción de segundos, y después vuelve a mirarme como si nada.

— ¿Quieres tomar algo? — Me preguntá mientras me da la espalda y se encamina a la cocina.

Odio todo esto, el cómo estamos ahora. No respondo, pero él tampoco se detiene. Es más su necesidad de alejarse mí.

— Te amo Deviant… — Suelto de la nada.

No me importa desentonar con nuestra absurda conversación. Lo amo y necesito decírselo. Él se queda a mitad de la estancia. Voy a su lado y lo repito. — ¡Te amo!

No me responde, pero en cuanto menos me doy cuenta, nos estamos besando.

Miento…

Soy yo quien lo besa, él solo se deja hacer. Lo rodeo con los brazos apegándolo a mi cuerpo, Deviant no pone una verdadera resistencia, pero lo siento sujetarse con fuerza a su cazadora con una inseguridad y timidez que me duele.

Su boca sabe tanto a vino que siento que puedo embriagarme con tan solo besarlo. Sus labios están resecos y un poco rasposos, pero no por ello son menos deliciosos. Los lamo y mimo abrazándolos con los míos, con toda la ternura que solo él puede provocarme.

Mi pequeña bestia sexual no está hoy, en su lugar, hay solo un hombre que tiene su total empeño en no dejarse caer a pedazos, que tiembla en mis manos mientras contiene su llanto. Mi mente dice que debo separarme y hablarle, pero mis manos ya le recorren el cuerpo, abriéndose paso por debajo de su camisa.

Lo voy trayendo de regreso sin dejar de besarlo y lo conduzco a su habitación. Su ropa caé antes de lo previsto, es por mí, él sigue tan ensimismado que por momentos olvida por completo lo que estamos haciendo.

No objetó nada cuando lo recosté sobre el colchón. Pero la idea tampoco parece entusiasmarle demasiado. Cuando no me tiene sobre su rostro, besándolo o acariciándolo. Su mirada se clavaba en algún punto del techo. Sus manos recaen como sin vida a sus costados, solo su respiración errática y su erección que crece con lentitud en mi boca, es la señal de que si me siente.

No doy por sentado nada, toco cada espacio de su cuerpo, besándolo, acariciándolo hasta el punto de casi adorarlo. Después de semejante empeño, las mejillas comienzan a dolerme de tanto crear vacíos, pero lo ignoro, no me detengo, lamo su hombría empapándolo y engulléndolo por completo cada cierto tiempo. Y pese a su resistencia, logro que se venga segundos después, bebo todo lo suyo, no quiero desperdiciar nada.

Deviant se vuelve un mar de respiraciones entrecortadas. Cuando le pregunto por los condones, no me responde. Pero vuelve a mostrame esa expresión herida y casi puedo comprender a que se debe. No voy a negar que mi intensión al venir, era intimar con él, pero tampoco de esta manera. Sin embargo, no me detengo, lo necesito ahora, lo necesito ya. Busco con algo de torpeza en el cajón donde sé que siempre los guarda. Cuando doy con la caja, me desespero y la rompo para obtener uno.

De nuevo no rebate nada, ni siquiera cuando comienzo a prepararlo. Aunque al sentir mis dedos invadirlo, se tensa y una que otra queja de dolor se le escapa de los labios que ahora se muerde de esa manera que tanto me gusta. Pero la mayor parte, la soportó en silencio.

Lo acomodo lo mejor que puedo, continuó besándolo y acariciándolo para relajarlo. Intento de todo con tal de lograr que me mire. Pero sigue rehusándose, ni siquiera cuando me fui abriendo paso en su interior y casi se lo supliqué, consiente mirarme.

Lo tomo con sumo cuidado...

PARA LEER EL CAPÍTULO COMPLETO CLIKEA AQUÍ

Notas finales:

Hola mis queridos lectores, por medio del facebook estuvimos avisando que nos mudariamos a una nueva plataforma (después de lo courrido en Amor Yaoi)


Algunos de ustedes aun no estan en el FACEBOOK DE LA HISTORIA y con motivo de esto, seguiremos compartiendo TU RASTRO SOBRE LA NIEVE en estractos y al final encontraran un Link directo a la NUEVA PLATAFORMA en la cual compartimos espacio con dos muy buenas escritoras:


NANSALANG Y ANGELICA MORILLO.


Esperamos seguir contando con todos ustedes y que nos visiten y dejen comentarios en la nueva plataforma, para Erika y para mí seria un gran aliciente. 


Saludos y hasta el capitulo especial de Mañana. Besos...


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