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Slaughter Boxing Club por Iratxe

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Notas del capitulo:

y aquí estamos exactamente un mes después del primer capítulo

 

bueno....muchas cosas han pasado la verdad no tenía inspiración para la parte que tocaba ahora y de repente hoy me han venido un montón de ideas y estoy muy contenta <3

 

así que aquí os lo dejo! 

 

Kuina me ofreció venir conmigo al gimnasio aquel martes por la mañana, pero le dije que prefería ir solo. Las primeras cuatro calles iba muy decidido, quería entrar azotando la puerta (era automática hubiera sido una estupidez) y decirle a la señorita de recepción que quería apuntarme en aquel mismo instante. Sin embargo, se me fue toda la fuerza por la boca, o por el cerebro, y me quedé en silencio frente a la puerta; era un sitio enorme...seguro que dentro habría un montón de gente que llevaba años entrenando y tenía cuerpos increíbles...



Y yo casi sin entrar en el pantalón de deporte.



–¡Ah!–un tipo con tatuajes en las manos se chocó conmigo cuando iba a entrar



–¡Mira por dónde vas!–se enfrentó a mí, y aunque llevaba una chaqueta deportiva puesta podía apreciar sus músculos marcándose a través de ella



Era una de esas personas.



–Lo...lo siento.–



–Puto gordo.–entró al edificio y se metió por una puerta que había detrás de recepción



–...–



No quería venir si incluso los monitores iban a ser así conmigo. Pasé de 100 a -20 en un segundo, ya no quería entrar, no me sentía seguro, solo quería huir de allí y comerme una hamburguesa para empezar a asumir lo que iba a ser el resto de mi vida. Así que me fui, me fui y no me siento orgulloso. Paseé con la bolsa de deporte a cuestas, haciendo tiempo para que a Kuina no le extrañara mi llegada...



Los comienzos siempre son duros, ¿no?



**

Llegué al gimnasio de muy mal humor aquella mañana, y mis alumnas lo notaron. “Senseí, ¿estás bien...?” me preguntaban, intentando meterme mano, ya que estaban. Después de comer y dar mi carrera habitual de antes del entrenamiento; me dirigí al piso de abajo del gimnasio rogando en silencio para que aquel tipo hubiera sido sustituido por otro a última hora. “Por otro tío que me dejara hacer lo que quisiera”, entendámonos.



–Buenos días, Aki-san.–



Mierda puta.



–Mm.–



–¿Sueles salir a correr antes del entrenamiento?–me preguntó



–Si. ¿Importa?–lo miré de reojo



–Claro, quiero conocer los hábitos de mis chicos para ajustar sus rutinas.–se rió



–No soy tu chico, ni tu nada.–me escapé a mi rincón, y cuando volví a mirarlo ya estaba molestando a otro de mis compañeros



¡Pero la gente le sonreía, al resto de personas les caía bien este tío! ¡¿Por qué?! Si no vale para nada, no tiene que tener ni amigos ni novia ni nada. Al parecer se dio cuenta de que no valía la pena molestarme y me dejó entrenar en paz.



O eso creí.



–Aki.–ya no se andaba con formalismos–Lo quieras o no no vas a combatir hasta que yo lo diga, así que espero que te comportes como un adulto; me gustaría ayudarte a mejorar.–



–No necesito tu ayuda, gracias.–



–Bueno, siempre puedes cambiar de club.–se alejó y no volví a verlo hasta que salí del gimnasio, ya duchado y arreglado



Shinya y yo quedábamos para cenar todos los martes desde que empezamos a trabajar, “para no perder el contacto”, en teoría, pero siempre acabábamos viéndonos algo más. ¿Una mancha que no sabes limpiar? Llama a Shinya. ¿Te han dado un papel del banco y ni puta idea de lo que significa? Llama a Shinya. ¿Una chica preciosa y soltera está ligando contigo y tiene una amiga sexualmente intrépida?



No llames a Shinya que le van las pollas.



“Las historias de los tríos de Aki” las dejaremos para otra ocasión. Sí, he insinuado que mis alumnas nunca tendrán una cita conmigo aunque intenten meterme mano cada vez que pueden, pero eso no quiere decir que no esté interesado en las mujeres. Digamos que... “hago la guardia a ambos lados”



–Venga, vamos.–unas risas a mi lado llamaron mi atención



–¿Mm?–y ahí estaba mi nuevo entrenador en “actitud cariñosa” con una chica



O sea que realmente tenía novia...



Ambos se perdieron entre las calles, caminando juntos, y juraría que los vi compartir un pequeño beso. Aquel rostro femenino de facciones se me hacía sumamente familiar... ¿No era una de mis alumnas? No tenía tiempo para pensar en ello: iba a llegar tarde. Crucé la puerta del restaurante de ramen a toda velocidad, saludando con un grito al amable encargado que ya me conocía de sobra.



–Llegas tarde.–solo dos palabras salieron de la boca de mi rubio amigo



–Lo siento.–me senté frente a él–¿Ya has pedido?–



–Lo de siempre, ¿no?–una pequeña sonrisa por su parte–¿Qué te ha pasado?–



–Pff...–dejé mi bolsa en el suelo y me quité la chaqueta de adidas mientras intentaba organizar mis ideas–Gracias.–nos sirvieron la comida–Han traspasado el gimnasio.–



–Sí, lo leí en el periódico.–



–¡¿Ha salido en el periódico?!–



–Si leyeras la prensa local lo sabrías. Ha habido fraude fiscal de por medio y una compañía más grande ha aprovechado para comprar todo a precio de nada. ¿Te han bajado el sueldo?–juntó sus manos en una oración silenciosa antes de empezar a comer



–No, pero me han cambiado de entrenador.–yo comencé a engullir directamente



–¿Y te trata mal?–



–Se cree mucho y no tiene ni puta idea de boxear.–



–No comas tan rápido, te vas a atragantar.–



–Sí mami.–



–¿No es boxeador entonces? ¿Cómo se llama?–



–Shimada...–me quedé pensativo, solo me había dicho su nombre una vez y no me había molestado en retenerlo



–¿Shimada Anis?–Shinya ya había hecho una búsqueda rápida en su iPhone 6s Rose Gold que había conseguido por internet hacía pocos días



–¡Sí eso!–



–Se le ve guapo.–



–No es guapo.–



–Mm...treintañero...Mitad árabe mitad japonés...–



–Viejo.–



–Pues fue profesional más joven que tú.–



–¡¿Qué?!–le quité el teléfono



–¡Aki, límpiate las manos!–pero yo ya estaba leyendo



–Estuvo tres años en la liga profesional japonesa, debutó a los 25...se formó en Francia e Inglaterra...Luego se retiró por una lesión.–

 

–¿En combate?–



–No lo pone.–le devolví el iPhone, y lo limpió con mimo antes de guardarlo



–Entonces es bueno de verdad, igual te ayuda.–



–Tendría enchufe.–



–A ver, Aki. Si no te ha hecho nada por qué te cae mal.–



–¡Porque no me va a dejar combatir hasta que a él le de la gana!–



–Bueno, es tu entrenador, él sabrá, ¿no?–



–Calla.–



–Eres como un niño pequeño.–



–Pues su novia es fea.–



–Tú no tienes novia.–



–Ni tú tampoco.–



–No me gustan las mujeres.–siguió comiendo



–Ya lo sé, pero el caso es que esa es fea.–



–Bueno, pues bien por él, ¿no? Igual es maja y se complementan bien.–



–No ayudas, Shinya. Tienes que ponerte de mi lado y ser malo.–



–¿Malo?–



–Sí.–



–Pues róbale la novia.–



–¿Qué dices? Es alumna mía.–



–¿No dices siempre que intentan follarte? Pues aprovecha.–



–...–sonreí–Míralo, si es un cerebrito maléfico. Me gusta la idea.–



–Entonces pagas tú la cena.–



–¿Aaah?–



**

 

–Estoy en casa...–entré cabizbajo, pensando en cómo le diría a Kuina que había fallado el primer día de aquella forma tan patética



Me había cambiado la ropa de deporte por la que traía en la bolsa en un baño público, estaba preparado para mentir y al mismo tiempo no quería hacerlo.



–¡Estoy en la cocina!–no me hubiera hecho falta la especificación, un olor delicioso me llevó hasta allí



–¿Mm? ¿Qué hay de cena?–



–Hola~–se agachó para darme un beso–¡Mira, he estado buscando recetas sanas por internet!–me mostró el portátil encendido sobre la mesa, en el que un vídeo de youtube de “cenas vegetarianas” se encontraba en pausa–Creo que es buen momento para que comamos mejor ya que estamos, ¿no?–me sonrió–No sé si me habrá quedado tan rico como a la chica del tutorial...–abrió la tapa de una de las cacerolas que vigilaba, mirándola preocupado–Bueno, si está malo tú finge que no, ¿ne?–se rió, y a mí se me aguaron los ojos–¿Ah? ¿Estás bien?–



Kuina estaba intentando ayudarme y yo ni siquiera había sido capaz de poner un pie en aquel gimnasio.



–Sí, sí, todo bien.–traté de sonreír–Huele genial, voy a poner la mesa que tengo hambre ya.–me entretuve con aquello



Mi novio no es tonto. Sabía que algo no había ido bien, pero se hizo el desentendido y no me preguntó qué tal en el gimnasio. Tampoco quise inventarme algo. Después de cenar nos sentamos a buscar algo entretenido que ver en la televisión acompañados de una buena manta y los cojines que hacían las veces de gatos -que aún no teníamos, pero ya llegarían-.



–Mm...–y nos pusimos cariñosos–¡Kuina!–me reí porque me estaba haciendo cosquillas en el cuello con su boca



–¿Sí~?–



–Cosquillas.–



–Yo que te estaba proponiendo...–un beso en mi barbilla–Hacer ejercicio los dos juntos...–y su mano bajo mis pantalones



–Mm...ejercicio.–le quité la camiseta y lo besé cuando esta se encontraba aún a la altura de su nariz



–Oe, que no veo.–se quejó, y lanzamos la prenda lejos–Mucho mejor.–se tumbó sobre mí para volver a besarme



Kuina y yo podíamos encender la chispa del sexo con una sola mirada. Si tuviera que definir nuestras relaciones sexuales en una sola palabra sería “divertidas”. Era muy raro que nuestros encuentros surgieran de forma brusca, o que llegáramos al punto de “no puedo más, necesito follar”: siempre un beso llevaba al otro...las manos acababan en ciertos lugares y para cuando nos dábamos cuenta estábamos rodando entre las sábanas y dejando marcas donde podíamos. Siempre riéndonos y divirtiéndonos juntos...



–¡Ah!–un descuido por mi parte me sentenció como pasivo de aquella noche



–Te tengo.–los dedos de Kuina dentro de mí–No te pierdas en el limbo eh.–empezó a moverlos, para este momento ya estábamos ambos desnudos en el sofá



–Mm...no te pierdas tú ahí dentro...–lo besé



–Es tentador hacerlo...–



–Ah...–me agarré a su espalda



–¿Estás incómodo?–retiró sus dedos, y se quedó sentado en el sofá–Ven aquí.–me sentó sobre él para besarme de nuevo, sus manos acariciando mi espalda y sus caderas moviéndose lo justo para hacer que nos rozáramos de vez en cuando



–Si no tienes que poder casi conmigo ahora...–lo besé, algo triste ahora



–¿Que no puedo?–me agarró por los muslos y se levantó conmigo en brazos



–¡Kuina!–



–Vamos a hacerlo de pie.–me apoyó en la pared–Agárrate bien.–



–...–apoyé mi cabeza en su hombro y me agarré a su espalda–Estoy...–



–Bien...–me levantó un poco más y entró en mí lentamente–Oye Baru...–



–¿Mm...?–no quería mirarlo ahora



–No me gusta que pienses que...tu peso es un problema...–seguimos moviéndonos lentamente–Para lo que sea...–un beso en mi mejilla–No hay nada que no podamos hacer juntos, ¿sabes?–



Iba a hacerme llorar de verdad.



–Kuina cállate...–



–Pues mírame a los ojos.–



–No.–



–Te quiero.–



–Y yo a ti.–



**



A la mañana siguiente; un frío miércoles de enero, me presenté en el gimnasio con mejor aspecto del habitual: Me había peinado como debería, y aunque nunca me maquillaba para dar clase -el sudor no se lleva bien con este tipo de productos- había hecho una excepción. También me había puesto dos perforaciones más de las que acostumbraba a llevar al gimnasio, pero me daban “el toque”, ¿no?



Aki, hace demasiado que no ligas activamente con mujeres, ya no sabes ni lo que les gusta.



–Buenos días.–me presenté frente a mi clase como todas las mañanas, y localicé a mi objetivo rápidamente



No era tan complicado, es la única extranjera.



“Cómo llevarte a la cama a una alumna sin que te despidan por acoso sexual.” Toma 1.



–Bien, vamos a ponernos en parejas para los siguientes ejercicios.–di un par de palmadas–¿Nadia?–esperé acertar con el nombre, y me miró, así que supuse que así fue–¿Puedes ponerte conmigo? Somos impares.–



–Claro.–



Me pasé toda la clase metiéndole mano intencionadamente -me dejó, no estaba incómoda, no penséis cosas raras, me hubiera apartado- y al terminar la invité a un café, tenía algo de tiempo antes de volver a casa a comer. Lo hice de forma discreta para que el resto de alumnas no se mordieran las uñas, pero creo que lo notaron igualmente.



Una vez en la cafetería entablé una conversación con ella; tenía dos años menos que yo, había nacido en marruecos y estudiado en Europa, ahora estaba aquí trabajando como profesora en una escuela de idiomas. Parecía irle bien. Supongo que no era mi tipo de mujer, pero era amable y sonreía mucho. Así que ese era el tipo de Anis...



–Sensei.–



–¿Mm?–

 

–Nadie invita a “tomar un café” a otra persona para beber de verdad. ¿Estaba pensando en acostarse conmigo?–



–¿Aah? Nononono.–negué por puro instinto



Malditas costumbres occidentales, la pregunta me pilló completamente desprevenido. Jamás una mujer japonesa me había hablado de forma tan directa, mucho menos siendo la primera vez que hablábamos a solas. ¡Qué fácil sería el mundo de esta forma! ¡Cuántos posibles polvos he perdido con mujeres sumisas y aburridas! Y hombres. No os creáis que se libran: aunque estén más acostumbrados a “llevar algo de la iniciativa” algunos son como algas marinas.



–Una lástima.–terminó su café de un trago–Porque yo sí.–



–...–puse mi mano sobre la suya, y esbocé mi mejor sonrisa–Vamos a mi casa.–



Las occidentales son el futuro y Anis es un perdedor.



Notas finales:

y hasta aquí <3

 

¿Un review de lo bonitos que son subaru y kuina? 

 

¿Uno contándome lo kakkoi que me ha quedado shinya y que queréis que aki y él se líen de una vez?

 

¿Alguno reclamando la historia de los tríos de Aki?

 

Estaré esperando :3 Nos vemos <3


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