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MÁS ALLÁ DE LA LUNA por Gaia

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Notas del capitulo:

Con este capítulo podemos darnos cuenta de lo que pasará próximamente.

A veces ocurren cosas curiosas en la vida

4.  Eclipse.

— ¿Qué es lo que quieres decir? —miedo… y lágrimas interminables. Nunca imaginé como realidad posible lo que él me estaba diciendo.

—Ryuichi, ya… es imposible… -el miraba el paisaje tras la ventana de su departamento, como si no tuviera otra cosa a la que aferrarse.

— ¿Es imposible? ¿Por qué es imposible? ¿Porque tú ya no lo deseas? —todo mi cuerpo temblaba, tanto que no podía controlarlo, aunque deseaba conservar un último aliento de dignidad, me era imposible.

—Yo te amo… eres tan importante en mi vida… hemos vivido tantas cosas juntos, yo quisiera…

—Pero eso no te alcanza para estar a mi lado…

Un par de lágrimas escaparon de sus ojos. Era la primera vez que lo veía llorar, pensé incluso en que mis propios deseos me engañaban para hacerme creer que no era el único que lloraba, el único a quien le importaba todo aquello.

Ambos estuvimos largo rato en ese departamento, incapaces de movernos del sitio donde estábamos; yo me había quedado paralizado en el tiempo, siendo asfixiado, sintiendo que ya no podía tener lugar en el mundo, un mundo que se volvía árido, que se había devastado ante el derrumbe de su pilar principal: él y su mirada, él y su sonrisa, él tomándome de la mano, él grabando conmigo hasta tarde, él amándome… él…

Abrí los ojos. Era un nuevo día distinto de aquel en que había ocurrido todo, ese hecho que sólo había vivido una vez y que desde entonces había soñado tantas noches. Me senté y limpie las lágrimas que escurrían por mi rostro mientras me preguntaba ¡¿Cuánto más tendría que llorar, si yo, definitivamente ya no deseaba hacerlo?!

El nuevo día estaba libre de trabajo para mí, y debía olvidarme de cualquier tipo de tristeza, de cualquier tipo de pesadilla, pues ese día vería a aquel capaz de borrar todas mis tristezas. Después de casi un mes de no vernos, me había llamado, así que al mirarme al espejo sonreí; tomé las llaves de mi Ferrari y salí apresuradamente.

Llegué a la cafetería donde habíamos quedado de reunirnos, después de estacionar mi auto me dirigí al interior del lugar, era un sitio estilo inglés. El tapizado y el mobiliario eran de madera, lo que le daba mucha elegancia;  no me costó trabajo encontrar a quien buscaba sentado a una mesa en una orilla del lugar, yo sonreí al verlo y me acerqué rápidamente a él.

—Inoran —Me sentía muy feliz de verlo nuevamente. El levantó la vista, entonces se puso en pie y nos dimos un abrazo.

—Me alegra mucho verte Ryu —dijo y sonrió ampliamente al separarse de mí.

—A mí igual, me dio mucho gusto recibir tu llamada –dije y los dos tomamos asiento.

—No seas mentiroso. Si yo no te hubiese llamado tú jamás lo habrías hecho.

— ¡Claro que iba a llamarte! Sólo que… he tenido mucho trabajo últimamente —mientras hablaba una mesera de sonrisa amable y cabello rizado se acercó a la mesa y nos entregó los menús.

—Escusas, escusas —dijo y al final rió suavemente— de verdad me alegra estar contigo —y su sonrisa lo llenó y borró todo. Cuando yo estaba con Inoran parecía que no había complicaciones en el mundo y todo se volvía más fácil… ya fuera emborracharse o pasar toda la noche grabando.  

Pero de pronto aquella nebulosa de pensamientos se perdió, él dejó de sonreír, me miró con un poco de seriedad. Pude notar en sus ojos un atisbo de duda, casi de temor, sin embargo no quise ahondar en aquello, no quise darle importancia y prefería pensar que no era real.

—Aunque te llamé por una razón.

— ¿Qué razón? Cuéntame —lo miré con curiosidad. El me miró también, volvía a ver la duda en sus ojos y ni él ni yo podíamos escapar de aquello. Era real.

—Pues porque tenía muchas ganas de verte —rió, quizá un poco nervioso.

—Si pasa algo deberías contármelo ¿Tienes algún problema? Sabes que si yo puedo ayudarte en algo sólo tienes que decirlo.

—No, claro que no. No te preocupes, estoy diciendo la verdad —me revolvió el cabello y rió.

—Tonto. Me asusté por un momento —le dije mientras apartaba su mano de mi cabeza.

Pero sabía que sí había algo…

—El tonto eres tú por asustarte —siguió riendo de forma divertida.

Tras beber un par de cafés y platicar un rato, ambos nos dirigimos hacia aquel amor que nos había unido (además de la música), se trataba de las carreras de autos. Ese día había una exhibición especial donde se presentarían los modelos para la nueva temporada. La mayor parte de los invitados eran los gerentes de marcas importantes que buscaban patrocinar a algún piloto o compañía. También había algunas celebridades que como nosotros estaban interesados en las carreras.

— ¿Cómo fue que a ti te enviaron una invitación para esto y a mí no? —dijo Inoran y después le dio un trago a su cerveza.

—Porque yo soy una persona importante.

—Y yo soy un pobre vago ¿verdad?

—Así es. Agradece que te invitara —reí.

—Eres un presumido.

—Me ofrecieron patrocinar un auto.

— ¡Ahí está! Te quieren sólo por tu dinero. Como ahora vendes más discos que LUNA SEA.

—Me tienes envidia. —Él soltó una risa irónica.

 Seguimos bromeando en ese tono hasta que comenzó la carrera.

Al terminar la exhibición, el representante de la compañía que me había hecho la propuesta de patrocinar el auto fue a buscarme para hablar conmigo. Nos alejamos un poco de Inoran y concertamos una cita para verlos al día siguiente. Cuando volví con mi amigo él se encontraba haciendo una llamada por su celular. Estaba tan absorto en su conversación que ni siquiera notó que yo había llegado. Decidí quedarme de pie a su lado para no interrumpirlo.

 —No te preocupes, no le he dicho nada… no me atreví… no soy capaz… todos estamos en una posición complicada, pero sobre todo él… me siento un… —en ese momento Inoran se giró hacía a mí y el celular se le cayó de las manos, se inclinó rápidamente a levantarlo pero el teléfono se volvió a caer, parecía que las manos de Inoran temblaban. En ese momento me agaché también, tomé el aparato y se lo entregué. Esperé a que Inoran retomara su llamada pero no lo hizo y en lugar de eso colgó.

-¿Pasa algo? ¿Tienes algún problema? —comenzaba a preocuparme por lo que pudiera ocurrirle.

—N-no se trata de eso… ¿A… a qué hora llegaste…? No me di cuenta…

—Hace un momento cuando hablabas de no atreverte a algo… ¿Tienes problemas en el trabajo?

—Sí… algo… lo que pasa es que… debo despedir a un músico y es mi amigo… no me atrevo… —dijo y pude notar que apretaba el celular en sus manos.

—No te angusties por eso. —Acaricié su cabello— seguramente el entenderá si le explicas… después de todo los músicos que estamos en esto sabemos cómo son las disqueras y... —El me miró por unos instantes y de pronto me abrazó con fuerza.

-Tienes razón. Gracias —él me estrechaba fuerte y yo aunque sorprendido correspondí a su abrazo.

Como la última escala de nuestro itinerario fuimos a comer a un restaurante de comida mexicana (la favorita de Inoran). Él pidió su plato preferido, que era mole con arroz o algo así. Aquel platillo me recordaba al sabor del curry, era muy parecido pero aún más intenso. A mí no me gustaba demasiado porque era picante y mi lengua siempre ha sido delicada.

Durante la cena lo vi comer tan animado como siempre. Olvidé que pudiera existir algún problema para él o para mí. A su lado no podían existir aquellas cosas complicadas.

Al finalizar nuestro día juntos agradecí el tener un amigo como Inoran, el mejor que hubiera podido conocer. Para mí, él era una bendición que la música me había entregado.

—Ryuichi…

Nos despedíamos en la entrada de su casa, hasta donde yo lo había llevado. Ya disponía a retirarme cuando lo había escuchado pronunciar mi nombre.

— ¿Sí?

— ¿Siempre me vas a querer…?

— ¿Cómo? —Lo miré extrañado— Inoran, pareces un niño de cinco años con su mamá.

—Contéstame…—

—Claro que sí Inoran.

— ¿Aunque sea una persona terrible?

—Aunque fueras el peor del mundo… pero para mí tú eres el mejor.

—Ese eres tú…

Qué significaban aquellas palabras, me lo preguntaba, pero no podía saberlo. Por la actitud de Inoran me daba cuenta que no me lo diría. Nos despedimos con un abrazo, con una sonrisa.

Quizá después podría saber qué era aquello que le preocupaba… 


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