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El hermano de mi amiga. por Mc-19051

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[Un mes más tarde, narrador omnisciente.]


Aunque el pelirrojo hubiese protestado fieramente por querer buscarse un trabajo, el que fuese, para poder pagar la ''deuda'' que tenía con ambos morenos, terminó cediendo al hecho de que simplemente no podría hacer mucho estando vigilado por su mejor amiga y su extraño nuevo amigo teñido.


Y dentro de esa casa tampoco podía hacer mucho más que limpiar y aprender a cocinar junto a la morena mientras que el hermano de esta trabajaba. Su amiga en más de una ocasión le había comentado que se buscaría un trabajo mientras esperaba la admisión a la universidad para ayudar un poco a su hermano pero siempre llegaba a un obstáculo y aunque no lo dijese directamente, ese obstáculo era él.


Le daba ''cosa'' dejarle solo, él no tenía problema; siempre estaba solo cuando no estaba junto a la morena ¿Cuál sería la diferencia? ¿El lugar donde se encontraba? Suspiró cabreado.


En serio que odiaba sentirse como una carga, no quería ser una carga para luego ser olvidado sin más; le pasó con su madre y no quería que pasara con el par de morenos. Tenía el apoyo incondicional de Ryan pero sabía de antemano que él se encontraba en una situación sentimental aun peor que la suya.


— Está sería nuestra última charla, Masddtlav, me voy a mudar. — Comentó repentinamente Ryan mientras le sonreía algo apenado.


— ¿Por qué?


— No lo sé, creo que sería lo mejor, digo, simplemente quiero alejarme... Ya sabes. — Abrazó sus delgadas piernas.


— Si lo dices es porque ahora estoy ''encerrado'' — Hizo comillas con los dedos. — en esta casa por mi enfermedad y ya no hablamos como antes, te confieso que no es así; eres un buen amigo y es entretenido hablar contigo, cuando no te ofendes claro está o insultas a Oscar. — Hizo un leve puchero al mencionar lo último.


— No es porque ya no hablemos, simplemente quiero mudarme; tal vez e incluso termine yéndome del país y no sé, quería tener una salida normal de amigos contigo antes de irme. — Hizo una breve pausa. — ¡Además me iré sin haberte visto confesar tus sentimientos a Os— No pudo terminar la oración porque Arturo le tapó la boca con ambas manos en un intento desesperado para que se callase.


Oscar no se encontraba en la casa pero aun así le daba un altísimo nivel de vergüenza cada que el tema sobre sus sentimientos salía a flote, no quería confesarle sus sentimientos al moreno; solo quería que estos muriesen y así no crear un ambiente más incómodo en la casa.


Incluso estando la morena alentándolo para que confesara sus sentimientos, simplemente no podía, se nublaba totalmente, las palabras se torcían en su cerebro y terminaba insultando a Oscar por los mismos nervios.


No era particularmente atractivo que alguien nervioso insultase de la nada y esperaba que eso lograse alejar al moreno y permitir que esos estúpidos sentimientos saliesen de una buena vez de su cabeza y corazón. Estúpidas hormonas, estúpidos medicamentos que parecían alborotarlo más, estúpida vida.


[...]


— Los medicamentos no te hacen estar más alborotado, Arturo, es totalmente ridículo. — La morena le miraba de una manera cansada, era como la quinta vez que le decía exactamente lo mismo, incluso cuando le leyó las indicaciones y contraindicaciones que presentaban los medicamentos del pelirrojo una y otra vez.


— ¿Y por qué ando tan raro últimamente? ¿Estás segura que no son los medicamentos? — Vio como Michelle se golpeaba la frente con la mano.


— Ryan, dile, por favor.


— ¿Decirle que? — La desorientación del rubio teñido le causaba gracia en especial al ver como a Michelle le aparecía un tic nervioso en un ojo.


— ¡Que le digas al pequeño gran genio de Arturo que los medicamentos no lo alborotan! — Chilló la morena exasperada.


Iba a responder a ese insulto cuando sintió una mano posarse en su hombro y otra revolverle el cabello de manera juguetona; conocía esas manos y su corazón dio un vuelco en su pecho al escuchar la voz del moreno tan cerca suyo, en especial con ese aire de preocupación.


— ¿Te has estado sintiendo mal, Arturo? — Sus labios temblaron y su cara ardía, las piernas le temblaban y su corazón galopaba salvaje y errático en su pecho. Todo parecía nublarse por momentos.


— Si... No. — fue su única respuesta y todos los presentes le miraron con total extrañeza. Al sentirse como un bicho raro, como el centro de atención se estresó aún más; chilló por la frustración de no saber que pasaba realmente con él. — ¡Me gustas! — Gritó de una buena vez, dejando a todos los presentes totalmente sorprendidos.


...


En serio no se esperaba eso, de todas las personas; la que más le insultaba y peor se comportaba con él se le había declarado de manera amorosa, le sentó como un balde cargado de realidad ¿Qué podía responder? Ni siquiera él sabía qué clase de relación tenía para el estresado pelirrojo.


Se rascó la nuca y desvió la mirada para no chocar sus ojos con los, curiosamente, morados del pelirrojo. Se sentía un inútil y un lento ¿Qué podría decirle sin herir los sentimientos del más bajo? En el tiempo que ambos llevaban conviviendo /exceptuando los pequeños berrinches sin base de Arturo/ pudo percatarse que este era realmente sensible a los fracasos sentimentales; se ponía ansioso, deprimido e incluso paranoico con muchas cosas.


No quería dañarle de una forma tan severa con un rechazo amoroso. Suspiró al sentir como la intensa mirada de color violeta le dejaba en paz, se sentía presionado y como el mayor de los idiotas. Se sintió aun peor cuando vio que esa mirada con ese brillo tan característico se encontraba cristalizada a causa de unas lágrimas traicioneras que se escurrían fugitivamente por las mejillas sonrojadas de Arturo.


—E-entiendo...— Susurró con la voz quebrada y la mirada gacha. Oscar entró en pánico al ver tal reacción por parte del menor ¡¿Qué debía hacer?! Una alocada idea cruzó su cabeza, no podía rechazarlo así tal cual cuando él ni siquiera sabía lo que su corazón deseaba en realidad.


—O-oye...— Le llamó con algo de nerviosismo ante su muy alocado plan. — No te he dicho que no ¿Verdad? — Se esperanzó al ver como el gesto en el rostro del pelirrojo cambiaba de uno avergonzado y dolido a uno lleno de sorpresa e ilusión, lo veía en esos orbes morados que le miraban con suma curiosidad; incitándole a continuar. — Tú también me gustas, Arturo. — Espetó al fin, desviando nuevamente y sintiendo sus mejillas arder con furor.


— ¿E-en serio? — Le miraba con aquellos orbes llenos de ilusión al punto que hasta a él le empezaban a causar sentimientos encontrados; sus manos entrelazadas frente a su pecho y con los labios finos y rosados ligeramente abiertos junto a esas sonrojadas mejillas le generaban unas inmensas ganas de protegerlo y no dejar que nadie le tocase o maltratase nuevamente.


Claro que, adicional a esas ganas de protegerlo, también tenía unas ganas inmensas de besarlo y como ahora se estaban confesando el uno al otro, no tenía nada de malo que lo hiciese ¿Cierto? Acarició con suavidad la cálida y tersa mejilla del pelirrojo, causando que este se sonrojase aún más; cosa que parecía imposible a primera estancia.


Se acercó lentamente, sintiendo un gran regocijo al ver como el más bajo cerraba lentamente sus ojos y se acercaba también. Al final pudo sentir esos suaves y finos labios rosados junto a los suyos; los movió con lentitud dispuesto a seguir con aquel beso. En un principio Arturo se mostró muy tenso y respondía con cierta torpeza a la caricia.


Los segundos se volvieron eternos para ellos dos, no querían romper aquel momento tan mágico pero sus pulmones exigían nuevamente oxígeno. Se separaron por milímetros para respirar nuevamente y Oscar, hambriento de esos dulces labios, le robó un par de pequeños besos y abrazó por la cintura a Arturo; apegándolo más a su cuerpo.


El grito de su hermana los sacó de esa burbuja instantánea que habían creado y se separaron avergonzados. — ¡Sabía que shippearlos funcionaría! — Se encontraba sonriendo como una maniática y Ryan se encontraba muy sonrojado y viendo con muchísima ilusión la escenita.


Ambos protagonistas sintieron sus caras arder con fuerza. — Creí que era cosa del yaoi pero en serio se encerraron en su burbuja ¡Fue muy mágico y fabuloso! — Comentó Ryan muchísimo más animado e ilusionado que de costumbre.


Arturo se desmayaría si no paraban de decir cosas tan raras y eso alertó a Oscar. — Eh, eh; deténganse, por favor. — Pidió lo más amable que pudo. Le hizo unas señas que ambos, tanto fujoshi como fundashi, entendieron y decidieron guardar silencio mientras se susurraban cosas de manera cómplice.


Oscar suspiró aun con Arturo entre brazos y la ternura le invadió al ver como el pelirrojo ocultaba su sonrojo enterrando su rostro en el pecho del más alto. Le acarició suavemente la espalda para calmarlo; tenía una sonrisa plasmada en el rostro y ni sabía porque.


Tal vez ese descabellado plan no era tan descabellado después de todo y tal vez él ya sentía algo bastante fuerte por el pequeño y agresivo pelirrojo desde antes.


Las palabras sobraban entre ellos y Oscar tenía la mente en blanco solo con el reciente recuerdo de lo que hicieron; de ese dulce y casto beso que ansiaba repetir. Arturo estaba muy sonrojado entre sus brazos y no le dirigía mirada por la misma vergüenza, sonrió con cierto ensueño.


—Lamento matarles la fantasía pero mi Masddtlav y yo tenemos algo pendiente por hacer, así que— Antes de poder replicarle al bicho raro de Ryan, ya este se encontraba abrazando por los hombros a Arturo, sintió una punzada de celos. —si nos disculpas tenemos que hacer una salida de amigos.


— ¿Y Michelle va? — Cuestionó Oscar arqueando una ceja.


— ¡No! — Chilló Ryan repentinamente. — Es muy agresiva y no termina de entender que le falta bajar de peso. — Oscar sintió algo de lastima por el ya-no-tan-rubio chico, tanto tiempo que llevaban conviviendo y todavía estaba muy lejos de saber cerrar la boca cuando necesario.


Una bota impactó de lleno contra la frente de Ryan, aturdiéndolo lo suficiente para soltar a Arturo. — ¡Me llamas gorda una vez más y lo siguiente será un ladrillo!


Ryan dio un pequeño chillido y utilizó a un risueño Arturo como escudo humano. Oscar sonrió divertido ante la extraña escena que se estaban montando, todos estaban algo chiflados, inclusive él pero eso era lo que hacía su ''familia'' más especial aún.


Incluso cuando sabía que la cacatúa loca de Ryan se iba a ir para, quizá, no volver más. — Vámonos, Masddtlav, Michelle me da miedo. — Decía Ryan detrás de Arturo para defenderse de los ataques de su hermana.


Una mañana normal en definitiva.


[...]


Después de haber salido de casa, tanto sin Oscar como Michelle, pese a que el primero se ofreció múltiples veces a llevarlos en auto, el rubio se negó con un cortante ''No necesito que andes de meloso con Arturo en el centro comercial y yo ande como siempre de mal tercio. '' Lo cual fue suficiente como para dar por zanjadas las réplicas del mayor y que ambos chicos se fueran felizmente al centro comercial.


Aunque Arturo en realidad quería pasar tiempo con Oscar y disculparse con él por lo mal que lo había estado tratando desde el mes pasado, tuvo que complacer a su raquítico amigo, al menos para darle el gusto antes de no volverlo a ver más.


Caminaban con tranquilidad por el centro comercial, viendo de manera pasajera los establecimientos. Mientras que a Arturo ninguno parecía verdaderamente llamarle la atención, Ryan se fascinaba por cada venta de peluches, joyería o de chocolate que encontraba.


Habían llegado a un establecimiento donde vendían osos de peluche de gran tamaño, uno incluso tenía su tamaño y se veía a simple vista que era realmente suave; Ryan se encontraba encantado por tal magnitud de peluche y por poco lo compra de no ser que se acordó de algo repentinamente y salieron corriendo de aquella tienda.


Bueno no directamente corriendo, más bien caminando con algo de prisa ya que Ryan tenía una pésima condición física y Arturo simplemente no podía agitarse demasiado sin necesidad.


Los colores se le subieron al rostro al pobre pelirrojo al ver al lugar donde habían llegado; una tienda sexual. Se resistió duramente para no entrar pero al final Ryan ganó y con la vergüenza a flor de piel fue arrastrado por el más delgado por todo el establecimiento ¿Buscando qué? Lubricante, obviamente.


— ¿Qué crees que le guste más a tu nuevo seme? ¿Crees que le guste el lubricante con olor a manzana? — La pregunta obviamente le tomó desprevenido y su cara ardió por la mera vergüenza. Solo fue cuestión de milisegundos para que conectara todos los cabos y, sinceramente, no había pensado en eso.


Aunque claro, él no había pensado en esas guarradas todavía porque ni siquiera estaba seguro de si Oscar le correspondería o no. Suspiró tomando la botella de lubricante y viendo que venía aromatizada a manzana.


—Bueno, no pasará nada malo por observar un rato ¿Cierto? — Cuestionó algo curioso el pelirrojo a su extraño amigo el cual asintió como única respuesta y se dispusieron a seguir mirando los múltiples productos de la tienda.


[Mientras tanto, con Oscar y Michelle.]


— ¡¿Cómo que le correspondiste por ''probar''?! — Michelle se encontraba que echaba fuego por la boca y estaba que le partía el rostro a su hermano.


— ¡Cálmate! — Gritó el mayor de los hermanos, escondido detrás del sofá como buen macho que era.


— ¡No me voy a calmar si lo que estás como imbécil jugando con los sentimientos de mi mejor amigo! — Otra bota salió disparada en dirección a su cabeza, ahí fue cuando Oscar se preguntó de dónde su hermana sacaba tantas botas.


Oscar no respondió y se escondió aún más en el pobre sofá mientras botas se impactaban contra este. — ¡Respóndeme! ¡¿Te gusta o no?!


— ¡No lo sé! — Gritó en respuesta. — ¡Solo no le rechacé para no lastimarle! ¡¿Estás contenta ahora?! — Las botas cesaron y el moreno respiró un poco más tranquilo. Se despeinó un poco, tal vez haberle comentado eso a su hermana no había sido tan buena idea como pensó en un principio.


Aunque su calma duró poco porque al girar la mirada hacia la derecha se encontró con que Michelle estaba sentada tranquilamente a su lado, se sobresaltó y se alejó un poco.


— ¿Me estás diciendo que... Simplemente te dio un ataque de lastima con él? Es lo que tengo entendido por lo que me explicaste antes...— susurraba Michelle con la mirada en un punto equis de la sala. — eso quiere decir que aceptaste bajo presión, te sientes presionado por lo que pueda él hacer como respuesta ante un rechazo.


—Yo... Eh... Si, bueno no. Lo que quiero decir es que, bueno, no me dio un ataque de lastima ¿Si? Decidí decirle lo mismo a ver qué pasaba. Y no sé, al tenerlo cerca de esa forma me entraron unas inmensas ganas de protegerlo y que nadie más que yo viera esa fachada tan sensible de él.


—Entonces ¿Lo ves como tu hermano menor? — Cuestionó Michelle sabiendo de antemano la posible respuesta.


—...No, no lo veo como un hermano menor, quiero protegerle pero no lo veo como un hermano menor.


—Entonces es un amigo al que le tienes gran estima entonces.


—Tampoco lo veo como a un amigo, bueno, algo así pero como más que un amigo.


—Entonces tu mejor amigo. — Comentó Michelle burlona al ver lo ahogado que estaba su hermano en un simple vaso de agua.


—Tampoco... Es la primera vez que alguien me causa tantos sentimientos encontrados. — Susurró el mayor con un tenue rubor en sus mejillas.


—Ya tuviste tu oportunidad de probar lo que se sintió tener a Arturo como pareja ¿No? ¿Te gustó?


Oscar se ruborizó aún más pero asintió, no lo negaba; haber tenido a Arturo de esa forma en la mañana le causó un remolino de emociones y no se sentía presionado a quererlo, estar con él de esa forma le aceleraba el corazón y le causaba una ilusión increíble de tener alguien a quien amar nuevamente; esperaba no cagarla esa vez porque no se lo perdonaría.


—Y ya sé que puedes hacer para que todo sea aún más romántico, parecerá algo muy repentino pero para lo mortificado que estuvo Arturo este mes, creo que lo vale. — Comentó la morena emocionada al ver la obvia respuesta de su hermana ante sus sentimientos, a veces le desesperaba que fuera tan pendejo y lento en algunas situaciones.


— ¿Mortificado? — Cuestionó este algo confundido. Michelle se golpeó la frente por ser tan bocazas a veces.


—Bueno, estuvo como un mes y algo intentando confesar sus sentimientos hacia ti. — Sonrió apenada, esperaba que Arturo no se enfadase con ella por haberle dicho ese ''pequeño'' detalle a Oscar. Este como respuesta abrió los ojos como platos.


Quiso preguntar más pero su hermana levantó una bota y entendió que simplemente no debía curiosear más, obedecer y quejarse luego. Tenían una relación muy sana desde luego.


[...]


—Bueno, ya todo está. — Sonrió triunfal Michelle al ver que logró romantizar un poco la casa mientras que su hermana andaba como esclavo en la cocina. Oscar no se quejaba de cocinar, tampoco era horrendo cocinando pero ¿Por qué tenía que cocinar él si la cena era supuestamente para ellos?


Pudo haber pedido una pizza, coca-cola y ver películas... Mientras terminaba de picar la verdura entendió porque le costaba conseguir pareja con lo poco romántico que era.


Suspiró y decidió concentrarse en lo que hacía, no era un experto en romanticismo pero un verdadero mata pasiones era la falta de varios dedos por pensar en pendejadas.


[...]


Después de tener la cena lista, su hermana le sugirió que se fuese a bañar porque olía horrendo y era mejor macho ibérico oloroso a jabón que a estiércol, eso lo dijo ella, no él. Eran las seis de la tarde ya cuando empezó a vestirse lo más elegante y cómodo posible.


Le había gustado pasar tiempo de caridad con su hermana como tenía tiempo sin hacerlo, era divertida, ocurrente y tenía una cantidad infinita de botas, al menos para él era así.


Escuchó las voces afuera cuando se estaba arreglando un poco el cabello, sonrió un poco más animado para saludar a su nuevo novio.


...


— ¿Entonces, picarón? — Michelle le sonreía de manera gatuna junto a una mirada que lo decía todo.


— ¡Fue idea de él! — Señaló exasperado a Ryan quien tenía más su atención en la decoración sencilla pero romántica de la casa que en la conversación que ambos estaban teniendo.


—Oh vamos, dulzura. — Le apretó un cachete aun sabiendo que él odiaba eso. — Admite que quieres probar a la anaconda de Oscar, eres todo un pillo. Él aquí matándose haciéndote una cena romántica y tu le vienes con— Sacó un lindo cachetero masculino de color negro de una bolsa. — ¡Esto!


—Necesitaba ropa interior nueva... Es todo. — susurró desviando la mirada, totalmente rojo y cabreado.


— ¿Y necesitabas comprarla en Demons' pleasure?


— ¡Ay bueno si! Me emocioné porque Oscar me correspondió y decidí comprar lencería ¡¿Contenta?!


—Ya pero ¿El látigo, esposas y lubricante?


— ¡Michelle! — Chilló más rojo que su propio cabello.


— ¿Por qué tanto griterío? — Y Oscar decidió hacer acto de escena solo para aumentar el tormento del pobre Arturo.


—Porque tu nuevo noviecillo se emocionó un poco y hasta compró un vibrador rosa. — y en efecto, para darle veracidad a sus palabras sacó el paquete con el dichoso objeto dentro.


—Ah no, ese es mío. — Comentó Ryan algo apenado mientras le quitaba el objeto de las manos a una sorprendida morena. Claro que después de ese comentario todos decidieron guardar silencio al ver lo extraño que a veces podía llegar a ser Ryan.


[...]


Entre tantas replicas, gritos y pequeñas peleas, y claro, muchísimas risas después; al final la cita romántica se transformó en una cena familiar llena de risas y comentarios absurdos que solo provocaban más risas.


Los recién tortolos nunca desenlazaron sus manos y siempre aprovechaban cada cuanto para darse un tierno beso de labios.


Cuando se hizo muy tarde, hubo una pequeña despedida para el más delgado de todos quien, entre muchas lágrimas, se despidió de Arturo, se disculpó con Michelle y Oscar, y al final simplemente se fue.


[...]


—Oye...— Oscar le llamó desde la cama, logrando así que saliese de su mini trance y se terminase de acostar junto a este en la misma cama y acurrucarse. — Te afectó que Ryan se fuera ¿No? — Le acarició suavemente la espalda.


—Me preocupa lo que haga cuando se encuentre totalmente solo...— Susurró Arturo dejándose mimar y cerrando los ojos por unos instantes.


—Ya veo ¿Pero él no te dejó su número de teléfono, skype y demás? Puedes seguir comunicado con él... Solo que no será en físico, es todo. — Le dio un suave beso en la frente.


—Tienes razón. — Bostezó. — Justo mañana le escribiré...— Abrió los ojos de golpe al recordar algo, sus mejillas ardieron con más fuerza que nunca al recordar lo que ambos habían discutido en el centro comercial.


— ¿Crees que el sexo sea en realidad tan bueno como dicen? — Cuestionó con cierta inocencia mientras observaba las prendas masculinas inferiores, todas dejaban su trasero expuesto lo cual le generaba vergüenza de solo imaginarse en esas prendas, vestido así para Oscar.


—Supongo que por algo será que la gente se vuelva tan loca con eso, ya sabes, tiendas sexuales, los videos porno y esas cosas raras que encuentras en el internet relacionadas al sexo. — Respondió el rubio sentado con desinterés en una banqueta que se encontraba cerca.


— ¿No has tenido sexo? — Cuestionó Arturo levemente sorprendido.


— ¿Siendo yo cien por ciento voluntario y que verdaderamente me guste? No. — Respondió tajante. — Pero seguro y algo verdaderamente debe tener para que la gente se vuelva loca por eso. — Se arqueó de hombros. — Apuesto que con Oscar lo disfrutarás y mucho.


— ¡Oye! — Se sonrojó ligeramente. — No digas esas cosas, que al fin y al cabo no hemos hablado desde que me volviste a secuestrar. Tal vez ni sea tan bueno, mi madre se solía prostituir y se quejaba de los hombres que eran muy bestia con ella.


La tienda se encontraba vacía por esa zona así que ambos se daban libre albedrío de hablar de lo que quisiesen.


—No lo sabrás hasta que verdaderamente experimentes eso.


—Tienes razón. — Y así ambos zanjaron la conversación.


—Tengamos sexo. — Ordenó el pelirrojo repentinamente mientras se posicionaba encima del moreno, sorprendiéndolo notoriamente ante aquel acto.


— ¿P-perdona? — Oscar se le hacía tan tierno con ese sonrojo.


—Ya sabes, sexo, hacer el amor... El ñaca-ñaca. — Agudizó un poco su voz al decir lo último.


— ¡P-pero si apenas formalizamos hoy!


— ¿Y? — Arqueó una ceja. — Estoy deseoso de hacerlo contigo. Punto.


—Arturo, yo puedo ser el menos romántico pero en ninguna de mis relaciones anteriores el sexo salía así tal cual, debe salir del fondo del corazón de ambos amantes, tan repentino y volátil como la pasión misma; es un acto de amor carnal.


— ¿Entonces no quieres tener sexo?


—No tan repentino ¡Además que solo llevamos como pareja un día! Estás yendo muy deprisa.


Arturo botó una leve risa. — Te quejas y se supone que eres el activo. — Comentó entre risas. Se bajó de la entrepierna del mayor un poco más aliviado.


Lo admitía, se encontraba muy nervioso y no sabía realmente si se hubiese sentido completamente bien si Oscar hubiese accedido a primera estancia a hacerlo con él, suspiró volviéndose a acurrucar a su lado. Ver a Oscar sonrojado y tartamudeando por la situación le generaba muchísima gracia, se suponía que él era el activo y había sido el que más quejas había puesto.


Era mejor así, que empezasen de esa forma tan inocente y pudiesen ambos saber como funcionaban realmente como pareja. Sintió el brazo del mayor abrazarle suavemente por la cintura y compartir el calor de ambos cuerpos. Una sonrisa se posó en sus labios al ver que el mayor todavía se encontraba sonrojado y pensativo sobre el tema recientemente hablado.


Se levantó un poco y le dio un tierno beso en los labios, logrando calmar los nervios del mayor, logrando que este se acomodase un poco y lo terminase de abrazar.


Se miraron a los ojos unos segundos para volverse a dar otro pequeño beso en los labios. Cerraron los ojos y cayeron en brazos de Morfeo.


FIN

Notas finales:

Gracias por haber leído y perdonen la tardanza ;v;


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