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Paraiso Robado. por Seiken

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-Deben regresar al santuario, después de destruir al dios Hades, Zeus vendra aqui y los matara antes de que puedan activar el ejército, llamar a tus hijos o usar las armaduras, únicamente dejará a Hefesto con vida, para burlarse de su dolor.

Camus conocía de memoria esos acontecimientos, como sucederían uno por uno y sabía que no existía una posibilidad de vencer al dios Zeus, al menos, no sin Tifón y sin la serpiente, que se había quedado en el otro mundo, vigilando la puerta por la que habían ingresado los menores, suponía, ya que no estaba presente y Ouficus era un hombre bastante llamativo, hermoso, fuerte, aunque de una estatura común.

-Ganímedes tiene razón, únicamente nos dejó a nosotros con vida para burlarse de mi dolor y de mi derrota, así que madre, ve con uno de nosotros y esos guerreros al santuario de Athena, eso será lo mejor.

Hefesto pronunció, uno de ellos, el más viejo que había perdido a Europa, cuando Afrodita le asesinó, su esposa que no deseaba que estuviera con ella, pero no deseaba que estuviera con nadie más, que fuera amada por alguien más.

-¿Qué hay de ti?

Sisyphus tenía los brazos cruzados delante de su pecho, a su lado estaba Cid, que había tomado como su deber proteger a la diosa Hera del peligro, quien trataba de mantenerse firme, sin mostrar el temor que sentía al perder a su hijo, al único que consideraba como suyo, el más leal, el más noble, quien era hermoso a su madera.

-Yo le haré perder el tiempo en lo que ustedes se reagrupan y se preparan, tal vez me mate, pero ya he vivido demasiado.

Solo le acompañaría el más joven de los tres, ellos se quedarían para hacer que perdiera tiempo, aunque bien sabía que lo que había creado no dudaría demasiado contra el dios del relámpago y de la tierra, el amo de los cielos, pero aun asi, debia hacer lo posible para proteger a su madre del peligro.

-Yo debo quedarme...

Esta vez fue Camus, quien sentía dolor al pensar que se trataba de Ganimedes, al pensar en todo lo que le había hecho a Milo, pensando que tal vez, si lograba convencer a Zeus de divertirse con él, tendrían más tiempo para preparar una ofensiva.

Degel negó eso, no lo dejarían en ese sitio, Kardia sin avisarle lo atacó, con un golpe que era por mucho más fuerte que cualquiera que usara su escorpión, era sin duda el antares, sin que fuera precedida de las otras agujas, derribandolo en el suelo, con su mano en el corazón.

-Tu no te quedaras, asi que si te atreves a decir algo tan estúpido como "voy a sacrificarme por ustedes" no te lo voy a perdonar jamás.

Kardia sostuvo a Camus del cabello, relamiendo sus labios, observandolo fijamente, sabía que sobreviviría, no lo había atacado con todo su poder y el era sumamente poderoso, además, de que era su madre, su omega, estos siempre sabían más que los mocosos petulantes a los que de pronto les nacía un sentimiento de autosacrificio.

-Mira, se que este golpe fue bajo, pero no vamos a dejar que ese dios asqueroso te toque ni un solo cabello, así que debes cooperar y dejarte de esas estupideces de yo me quedo aquí para que ustedes huyan.

Poco después golpeó su cabeza, para lanzarselo al hombro, mirando cada uno de ellos con una expresión que claramente decía que ellos hubieran hecho lo mismo, pero si no, le importaba un comino, sabía que Manigoldo si comprendería su forma de pensar.

-Un omega solo hace lo que tiene que hacer para proteger a su familia y si no están de acuerdo, ya saben lo que pienso, yo y Degel.

Degel sonreía, observando a Sisyphus que simplemente asintió, Cid, arqueo una ceja, preguntándose si eso quería decir lo que pensaba que quiso decir.

-Voy a ser mamá, de un idiota pelirrojo.

Hera le dio una llave con una extraña forma, de un metal que nunca habían visto, a sus hijos que se quedarían, con una expresión desesperada, pues, sabía que los matarían cuando Zeus llegará a ese mundo.

-No se que haria sin ti mi niño, el mejor de los hijos.

Hefesto sonrió, sus ojos amarillos fijos en los de su madre, sosteniendo cada uno de ellos una de sus manos, con una expresión triste, mirándole fijamente también, asintiendo, él tampoco sabía que haría sin él, con ese monstruo a su lado, humillandola, controlandola, haciéndole creer que le necesitaba.

-Aun tienes al más joven de los dos, si él sobrevive, no te quedaras sola madre y yo, yo no deseo existir en un mundo, donde ella no este, un mundo sin la dulce Europa no tiene sentido para mi.

Hera beso sus frentes y asintió, usando su cosmos, para llevarse a los guerreros que pelearian por ella a su lado, esperando que la diosa Athena quisiera escucharle, al menos, eso era lo que esperaba que pasara, pero seguía siendo solo una chiquilla, la hija de su esposo, no tenía demasiadas esperanzas por ello, pero sí las tenía en Sage, el patriarca del santuario de Athena.

-Necesito ver a su patriarca.

Pronunció, al pisar el santuario, sorprendida al verse a los pies de la estatua de la diosa Athena, que le había dejado ingresar a su santuario, aunque, no estaba segura de la razón de ello, pero, estaba agradecida.

-Si...

El aspirante no era otro que Tenma, a su lado estaba Yuzuriha, quienes intercambiaron una mirada sorprendida, sin saber muy bien, quien era el patriarca del santuario en ese momento, hasta donde sabían, era Aspros, así que asintieron para partir, pero se detuvieron al ver a Yato, que se sostenía del brazo, a su lado estaba Regulus, aunque eso era un decir, porque mantenía una distancia prudente.

-¡Yato!

Yuzuhira fue la primera en pronunciar, caminando rapidamente en direccion del otro niño, observando su collar, que ya no era del bonito color de antes y cuya imagen estaba modificada.

-¿Qué ocurrió?

Yato cruzó sus brazos delante de su pecho, sin saber muy bien que decir, Regulus no lo interrumpió, y cuando no dijo nada su omega, simplemente desvió la mirada, algo triste.

-Encontre un alfa, se supone que es el mio, pero yo... yo no deseo ningún alfa.

Dijo sosteniendo su perla, para irse corriendo, bajando los escalones con rapidez, buscando al señor Manigoldo, que seguramente se encontraba en el templo de su alfa, o en su propio templo, necesitaba verlo.

-¡Vayan por Sage! ¡Deprisa!

Les ordenó esta vez Kardia, entregandole el cuerpo de Camus a Degel, que lo cargo con más cuidado, como si fuera un niño pequeño y no un costal de papas, como lo hacía Kardia, que no era el omega más delicado del mundo.

-¿Sage? ¿No era Aspros el patriarca del santuario?

Esa pregunta molesto a Kardia, que se agacho, elevando su uña, para que pudieran verla bien claro, la cual brillaba, haciendo que los aspirantes tragaran un poco de saliva.

-No, ese maldito loco, ya no es el patriarca y no vivirá mucho más tiempo cuando demos con él, después de todo lo que ha hecho, el mundo debería estar de cabeza si piensan que Aspros será el patriarca del santuario por más tiempo.

Tenma se negó a marcharse, al mismo tiempo que Yuzuhira observaba a Regulus con demasiado desagrado, suponiendo que él era el alfa que su amigo había conocido, quien era un omega y esperaba que fuera el suyo cuando fueron mayores, no del joven prodigio que simplemente le miraba en silencio, sin comprender sus celos infantiles.

-El señor Aspros es una buena persona y sería un estupendo patriarca, ni siquiera se porque hablan de esa forma de él.

Kardia estuvo a punto de decirle que hablaban de esa forma de él, porque había violado y torturado a su compañero de armas, a su hermano omega, y a su mejor amigo, pero no dijo nada, cuando vio al propio Sage acercarse con su casco cubriendo su rostro que se veía un poco menos arrugado que de costumbre, con Hasgard a sus espaldas, como si fuera su guardián, quien portaba en su cuello una perla blanca, inmaculada, o con una forma difícil de comprender que ya habían visto antes, pero no se atrevió a realizar ningún comentario, no deseaba ofender a su patriarca y a su mentor.

-Diosa Hera...

Sage inmediatamente se agachó, llevando una mano a su pecho, como en un saludo a la diosa del Olimpo, que era bienvenida por su diosa, de lo contrario, no habría logrado ingresar en ese santuario.

-Sage, querido niño.

Sage le señalo por donde ir y ella comenzó a caminar detrás de él, con un paso lento, elegante, seguida de su hijo, que simplemente guardaba silencio, al mismo tiempo que Hasgard trataba de sonreírles, pero, inmediatamente Kardia colocó su uña debajo de su barbilla.

-Se que eres una buena persona Hasgard, pero te lo advirtió, dañas a nuestro patriarca y te las veras con todos nosotros.

Hasgard en vez de preocuparse sonrió, asintiendo, con esa sonrisa amable que decía que no importaba, porque sabía que él nunca lastimaría a su amado, eso estaba en contra de todos sus principios y valores.

-Yo mismo me mataría de permitir que algo malo le pasara a nuestro patriarca.

Zanjado ese asunto, aún faltaba otro más importante para Cid, para Kardia y para Degel, que eran de los santos más cercanos al testarudo cangrejo, pero únicamente el escorpión se atrevió a preguntar por él, por Manigoldo.

-¿Como esta?

La expresión de Hasgard era todo lo que necesitaban saber, porque, desvió la mirada, lleno de pena por lo que había visto, las marcas de su rostro, de su cuello, de sus brazos, las que podía ver, dándose cuenta que no sabia la clase de persona que era Aspros en realidad, sintiéndose culpable, peor que basura, por no intentar enfrentarse a Hakurei para protegerlo.

-Albafica está con él... yo... yo nunca pensé que Aspros fuera de esa forma... que se atreviera a lastimarlo.

Kardia y Cid intercambiaron una mirada molesta, con Degel, quien pensaba lo mismo que ellos, desde el primer momento que esa pesadilla empezó, debieron evitar que sucediera eso, que lo acosaran de esa forma, pero no lo escucharon, ellos, todos, tenían la culpa de lo que sucedió con él.

-¿Dónde está el traidor?

Cid fue quien hablo esta vez, escuchando un gemido del pequeño Tenma, que les veía desesperado, sin entender lo que decían de Aspros, que pensaba que era una buena persona y no como ellos lo describian.

-¡No, eso es una mentira, no es cierto!

Apenas pronunció, para escapar de allí de prisa, corriendo, seguido de Yuzuriha que no había dejado de observar ese intercambio, preguntandose donde estaba Shion y como era que Sage había regresado de la muerte, además, de que se veía tan joven, como un muchacho.

-No te sientas mal, no debemos guardar silencio, a menos que Manigoldo nos lo pida.

*****

Sabía que no era correcto perder más tiempo, que cada minuto contaba, pero también creía que no podía presentarse con esa apariencia frente a su omega, no debía verse como en ese momento lo hacía, con el cabello desordenado, con barba descuidada, sucio, no podía hacer nada con su túnica, pero al menos, podía lavarse, alistarse para él, para su pequeño hermano, su omega, no quería insultarlo de ninguna forma.

Minos consiguió algunos objetos para limpiarse, no eran los mejores, pero al menos le servirian de algo, había pagado más que suficiente por ellos, con una joya que cargaba consigo, que pensó antes de darse cuenta de la traición de su padre que se le veria bien a su compañero, una pieza que constaba de diamantes que formaban una "M" incrustados en oro.

Como aquella ocasión, bajo la guardia y decidió bañarse en un lago cercano al santuario, lavar su cabello con el agua, usando los jabones para su cuerpo, cambiando la ropa negra por una nueva, que de todas formas se vería perdida con su armadura, que se quitó momentáneamente.

Su cabello estaba limpio, ya no tenía la barba, pero aún se veía demacrado, con varios kilos de peso menos, porque casi no comía, no tenía apetito y si se alimentaba únicamente era porque deseaba mantenerse con vida.

Se veía casi idéntico a él mismo, cuando era joven y estúpido, pero eso no era justo, así que decidió recoger su cabello en una coleta, con un listón negro, tenía unas botas de montar, unos pantalones negros e intentaba colocarse su camisa, también negra, que no era tan hermosa como lo fueron las telas a las que estaba acostumbrado, pero eso no le importaba.

Ya casi estaba listo para ir a buscar a su omega, pero antes de ponerse su armadura, sintió una flecha clavarse en su hombro, una advertencia supuso, porque pudieron darle en el corazón, una flecha que se quitó con un solo movimiento, observandole fijamente con una mueca de disgusto, a su enemigo, que sonreía, el que marcó con su daga, dándose cuenta que no estaba presente el más joven y que no estaba el más joven, a quien debía matar.

-¿Eres el joven o el viejo?

Le pregunto, ladeando un poco la cabeza, aunque no le importaba en lo absoluto, de todas formas lo mataría para liberar a su señor de su detestable presencia, y como ya tenían un hijo, Minos jamas regresaria.

-Disfrutare tanto el poder matarte.

*****

Manigoldo y Albafica después de amarse algunas horas, decidieron regresar con el patriarca, aún eran guerreros y querían saber en que podían ayudarle, como poder servirle al mundo donde habitaban, aunque no estaban del todo seguros de salir de su templo, Manigoldo no deseaba ser visto, él quería cubrir su rostro, pero su cangrejo le había suplicado no hacerlo. .

También pensaba en escapar, en irse muy lejos, para proteger a su cangrejo con una barrera interminable de veneno, pero sabía que no funcionaria, tal vez, ofrecerle su lealtad a Zeus, que terminaría dañando a su amor, así que, lo mejor, era prepararse para el retorno de su enemigo, a quien mataría con sus propias manos, muy lentamente.

El cangrejo fue el primero en escuchar unos pasos, ligeros, de alguien que corria rapido, usando su cosmos, hasta chocar contra su cuerpo, rodeando su cintura con unos brazos fuertes, pero delgados, sintiendo una cabeza recargarse en su pecho.

Al principio se tenso un poco, pero al ver la mata de cabello castaño, llevó su mano a su cabeza, para acariciarla, era Yato, aunque se veía sumamente triste, demasiado acongojado, sosteniendo su collar en sus manos, el que ya no era el mismo que en el pasado.

-¡Señor Manigoldo, como me alegro de que esté bien!

Albafica no cubría su rostro como al llegar al santuario y aunque seguia sintiendose culpable, como una basura, por no poder proteger a su omega, deseaba creer que Manigoldo no mentía cuando le dijo que lo había perdonado.

-Mi maestro y despues mi alfa, vinieron por mi, como te dije que sucedería, ellos no me dejarian solo.

Manigoldo se sentía más tranquilo, aunque sabía que Aspros regresaría por él, para tratar de recuperarlo, salvandolo de su alfa, al que sabía que mataría cuando tuviera una oportunidad de eso, sin embargo, veía que Yato estaba angustiado y deseaba hacerle sentir mejor, especialmente cuando su collar había cambiado de forma.

-Saldré un poco, pero estaré pendiente Manigoldo, si me necesitas, eleva tu cosmos.

Albafica le informo, suponiendo que Yato no querría hablar con él, era un alfa y no era cercano a nadie, únicamente a Manigoldo, tal vez a Degel, Kardia y Cid, pero, fuera de ellos, el único amigo que tenía lo traicionó de la peor manera.

-Siempre tan galante y considerado, mi caballero en armadura... negra.

Albafica simplemente sonrió, saliendo de esa habitación, cerrando la puerta, recargándose detrás de esta, enfocando todos sus sentidos para buscar el cosmos de Aspros, porque sabía que ese bastardo trataría de regresar por su omega, pero en ese momento, lo detendría inmediatamente, encajando una rosa blanca en su corazón lleno de ponzoña, aunque Manigoldo quisiera salvarlo, asesinando al dios Eros.

-¿Qué ocurrió?

Manigoldo se agachó, para tocar señalar el collar de Yato, que había cambiado de forma, haciéndole ver que era un pegaso con un imponente cuerno en su frente, con una melena como de león y relámpagos rodeándolo, como si de electricidad se tratara.

-Nada... no paso nada...

Yato desvió la mirada, no era justo que Manigoldo tuviera que cargar con sus problemas, con lo que había sucedido con él, la crueldad de Aspros, pero, aun así, cuando el cangrejo sostuvo su barbilla con sus dedos, obligándole a verle a la cara, solo se mordió el labio.

-¿Porque tiene tu collar otra forma?

Manigoldo al darse cuenta le pregunto lo que habría deseado que Sage le preguntara a él, de tener su collar en sus manos, si siempre lo hubiera llevado puesto y de pronto, Albafica lo tocara, pero se regaño, si no hubieran robado su collar, no se habría enamorado de su alfa.

-¿Conociste un alfa?

Le volvió a preguntar, tratando de adivinar que pasaba por la mente del joven santo de bronce, que empezó a sobar su brazo, como si le doliera, asintiendo.

-¿Este toco tu collar?

Era obvio que lo hizo, pero, tenía que confirmarlo y de nuevo una respuesta afirmativa, habían tocado su collar.

-Aunque eres apenas un niño.

Susurro, esperando que su alfa fuera alguien de su edad, o al menos, uno o dos años mayor, tal vez menor, como en su caso, con su alfa, que era menor que él, aunque de todas formas, su edad era tan parecida, que no había ningún vacío difícil de saltar.

-¿Era un adulto?

Yato se comportó como si esa pregunta fuera absurda, pero no lo era tanto, así que cuando le dijo que no, se sintió aliviado, aunque esperaba que lo dijera esta vez con sus labios, no solo un movimiento de la cabeza.

-No...

Eso era bueno, supuso, porque podía ver que Yato iba calmandose poco a poco.

-¿Intento quitarte tu collar?

Esta vez quiso saberlo, porque si quiso quitarle su collar la primera vez que lo toco, esa era una mala señal, porque deseaba mucho más el collar, que al omega que lo poseía.

-No... no creo, nos enfrentamos y toco mi collar con su espantosa mano, eso evito que me dañara... supongo. .

Eso lo dijo más como un puchero, con algo de vergüenza, que con miedo, como si pensara que pudieran hacerle daño, algo que también era bueno, un omega no debía tenerle miedo a su alfa.

-¿Era muy feo?

Su poder, ni su belleza eran muy importantes, pero esperaba sacar a Yato de esa burbuja en la que se había encerrado, dándose cuenta, cuando el menor, se sonrojo pensando en el alfa que tocó su collar.

-¡No! No es feo...

Manigoldo le habría molestado un poco, pero no lo hizo, no era el momento para eso, tenía que saber más de lo sucedido, era su deber como un omega de mayor edad, proteger a los menores, evitar que pasaran por lo que él pasó.

-¿Es alguien malvado?

Manigoldo pregunto, esperando la respuesta de Yato, que medido esa pregunta por mucho tiempo.

-No... no creo que sea malvado.

Pero aun así, se veía afectado por ello, por esa reacción de Yato que se veía muy angustiado aún, aunque más que angustiado, parecía molesto, como el, cuando se dio cuenta que Albafica tenía su collar.

-¿Quiso hacerte daño?

Manigoldo le preguntó, rascando el interior de su oído, para sacar un poco de cerilla de este, mirándole de reojo, con una expresión curiosa.

-No, pero es un alfa, y yo no quiero alfas, todos son unos monstruos... son malvados y asquerosos, únicamente nos ven como un objeto, como una cosa.

Eso lo dijo llorando de nuevo, como si de verdad creyera cada una de esas palabras, englobando a todos los alfas, por lo que suponia, habia hecho uno de ellos, Aspros.

-Ya veo...

Pronunció, limpiando las lágrimas de Yato con sus nudillos, tomando su pañuelo, para que pudiera usarlo para limpiarse con él.

-¿Lo dices por lo que hizo Aspros conmigo?

Le pregunto, con la misma calma y paciencia de Sage, esperando por la respuesta de Yato, quien comenzó a llorar más fuerte, cubriendo su rostro con su pañuelo, sintiendo los brazos de Manigoldo rodeando sus hombros, acariciando su espalda con delicadeza.

-No llores, no llores, todo esta bien, ya estoy a salvo, además, Shion quiere dañar a mi Albachan y el no es un beta, mi Albachan es un alfa...

Manigoldo se apartó, esperando que comprendiera que no todos los alfas eran malos, no todos los omegas eran buenos, y lo mismo sucedía con los betas, cada personas era responsable de sus acciones, ya fuera humano, o no.

-¿Degel alguna ocasión ha tratado de hacerte daño? Yo se que tu y Kardia entrenan juntos en ocasiones.

Yato trato de pensar en eso, negando esa pregunta con un movimiento seguro de su cabeza.

-Lo suponía, y que hay de Sisyphus, el te ha hecho daño, el tambien es un alfa, o Hasgard, ese toro es un alfa, cuida a otros niños, alguno de ellos debe ser omega.

Manigoldo esperaba que lo mismo sucediera con Sisyphus, que era el tío, el responsable de la educación de Regulus, así como de Hasgard, quien quiso ayudarle, trato de protegerlo de Aspros, aunque Hakurei lo evito.

-Y este alfa que toco tu collar porque estaban enfrentándose, ha tratado de hacerte lo que Aspros me ha hecho a mi, te ha tocado de alguna forma que te haga sentir mal, incomodo, te hace temer por tu vida.

Pronunció tan lento como podía, esperando escuchar la respuesta de Yato, que pensó unos momentos en sus palabras, para después, decirle que no había pasado nada de eso, Regulus no era una mala persona y no quiso hacerle daño, aunque era un fastidio que parecía querer seguirlo a todos lados, con una distancia prudente.

-No... ese león es un idiota, dice que mi collar es suyo, pero no lo es.

Se quejó, cruzándose los brazos, esta vez enojado, desviando la mirada sintiendo que su sonrojo empeoraba, dejando de llorar, porque no estaba triste, ni angustiado, solo molesto con el joven león que se decía era su alfa.

-¿Regulus ha tratado de quitarte el collar en otras ocasiones?

Manigoldo esta vez, estaba mucho mas curioso, preguntandose si Regulus era como Degel que mantenía la distancia, o como Albafica, que se movía como una sombra, siempre siguiéndolo a cualquier parte, desde lejos, observandolo, pero sin hacerle daño, una actitud que en su juventud no le gustaba en lo absoluto, tenía que admitirlo.

-No, pero me esta siguiendo, dice que quiere hablar conmigo, pasar tiempo conmigo, entrenar juntos, pero es absurdo, yo no existía para él hasta ese momento y... el ama a Cid, además, es un estúpido erudito bueno para nada.

Regulus comenzaba a enojarse cada vez más, un poco más, porque estaba furioso, haciendo que Manigoldo sintiera un poco de ternura al ver a un omega joven, enojado con el alfa que le había tocado.

-Entonces, dile que no estás interesado y que te deje entrenar tranquilo, si no te hace caso, yo hablaré con él, lo apartare a la fuerza si es preciso, tal vez mandarlo a una misión lejana, para que no puedan verse de nuevo.

Manigoldo quiso ver qué pasaba si le aseguraba que pronto, Regulus abandonaría el santuario, porque era peligroso y necesitaban mantenerlo controlado, como si fuera un traidor.

-Pero... lo apartarias de su tío y sería castigado, eso no es justo, el no me ha hecho daño.

La respuesta no fue precisamente lo que Manigoldo pensaba escuchar, pero Yato se veía lindo sonrojado, desviando la mirada, sin saber qué pensar, pero al menos, aceptando que no todos los alfas eran monstruos y que hasta el momento, parecía, que Regulus no le había hecho daño.

-¿Es cierto lo que decias? ¿Las historias del alfa elegido? ¿De cómo se siente estar con tu alfa?

No sabia porque deseaba saber eso, pero era cierto, todos esos mitos, todas esas historias, para el eran ciertas, para él pasaron, eso era su Albafica, era su paraíso, su seguridad, su felicidad, era lo que le hacía sentir completo, no porque se sintiera roto, sino, porque todo a su lado era mucho más brillante, mucho más dulce, aun en ese momento, se sentía feliz.

-Para mi son ciertas, cada una de ellas, pero, ese soy yo, tu debes descubrirlo por ti mismo, pero, si Regulus o cualquier otro, sin importar quien sea, te hace sentir mal, te hace sentir incómodo, temer por tu seguridad o sentirte sucio, o cualquier sentimiento que no te guste, dímelo, sin importar lo que pase, sin importar cuando o donde, yo te ayudare.

Yato asintió, viendo como Manigoldo se levantaba, cruzando ahora él sus brazos delante de su pecho, sintiendo de nuevo, como Regulus lo abrazaba, como si fuera su hermano mayor, o algo parecido, de la misma forma que él abrazaba a Sage y lo seguía abrazando cuando podía.

-Así que... ¿Regulus?

Pregunto esta vez, divertido, esperando ver una cara sonrojada del propio Yato, que se negó a mirarlo, porque como pensaba estaba completamente sonrojado.

-Siempre pensé que sería Yuzuriha... la niña lemuriana.

Manigoldo pronunció, encogiéndose de hombros, porque estaba seguro que esa niña alfa estaba interesado en el pequeño unicornio, pero parecía, que el león tendría un poco más de suerte, al menos, era su compañero, solo tenía que ganarse ese lugar.

-¡No! ¡Ella es solo mi amiga y es muy rara!

Yato se quejo, negando eso con un movimiento de su cabeza, agitandola, de un lado a otro, sin saber muy bien que hacer, solo que no era como Manigoldo estaba sugiriendo.

-Ya veo... bueno, cambia esa cara, no me gusta verte triste, además, a pesar de ser un bebé eres muy valiente.

De nuevo alboroto su cabello para que se quejara, algo que hizo, apartándose, como siempre hacía cuando le molestaba de esa forma, jugando con él.

-¡No soy un bebé! ¡Ya soy un aspirante!

Esta vez, Manigoldo asintió, colocando una mano en su hombro, porque si era muy valiente y seria un guerrero muy poderoso.

-Si, es cierto, y uno muy valiente.

Manigoldo se sentía orgulloso de Yato, del joven unicornio, que sonrió al escuchar esas palabras, con orgullo, sonriéndole con una expresión un poco parecida a la suya.

-Ahora, vamos, quiero visitar a mi maestro.

*****

Radamanthys estaba hincado en el suelo, sus manos encajandose en el mármol, sus dientes apretados, al mismo tiempo que los recuerdos se sucedían uno a uno, sin saber muy bien la razón de eso, porque estaba viendo todo eso, esas dolorosas imágenes, que transformaban su mundo, sus decisiones, haciéndole ver, que se había dejado manipular como si fuera un juguete.

*****

Hola, espero que les guste el capitulo y disculpen la tardanza con la actualización, ahora, una pregunta: ¿Cual es su pareja favorita hasta el momento? Mil gracias por sus comentarios, sus lecturas y sus estrellas. nos vemos en el siguiente capítulo. SeikenNJ.

 


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