Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paraiso Robado. por Seiken

[Reviews - 236]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-Ayuda a mi omega. 

 

Tifón le ordenó a la serpiente, que deseaba ayudarle con la batalla, pero el mismo no era un hombre de acción, era más un estratega, un erudito, así que asintió, vería como podía liberar al cangrejo de esa celda. 

 

-Por supuesto. 

 

Otro lindo cangrejo, esos siempre habían sido sus favoritos, eran tan amables, tan joviales, como un soplo de aire fresco, así que le ayudaria en lo que podía, no lo dejaría más tiempo encerrado en esa celda. 

 

-Yo lo ayudare a salir de allí. 

 

Tifón asintió, recibiendo un puñetazo de Aspros, quien pegaba muy duro y hacía mucho daño, pero sus ojos, carecían de cualquier clase de brillo o cordura, estaba perdido en su propia mente, lejos de sí mismo. 

 

-¡Maldita sea! 

 

Pronunció furioso con su padre, su padrastro, quien lo cuido en compañía de Aquiles, porque eso era obra suya, debido a su enamoramiento, Aspros no se daba cuenta de la maldad en sus acciones, en lo injusto de estas, preguntandose, que pasaría de estar libre de las flechas, tal vez, ni siquiera tendrían que pelear con el.

 

-¡Si pudieramos liberarte de las flechas! 

 

Y tal vez así lograrian que Aspros dejará de atacarlos, porque podía ver que ese santo dorado era tan poderoso como un dios, por si mismo, con el arma de Zeus, era aun peor todavía, porque no podían detenerlo, aparentemente. 

 

-¡Maldita sea! 

 

Tifón no apreciaba las batallas, no le gustaba pelear ni le gustaba la violencia, siempre creía que era innecesaria, aun en ese momento pensaba que si Aspros no estuviera controlado por esas fechas, no actuaría de la forma en que lo hacía. 

 

-Realmente eres un demonio… 

 

Aspros había respondido con un puñetazo al hígado, escuchando el crujir de varias costillas, observando como Ouficus trataba de acercarse a su omega, gritó con furia, haciendo que los relámpagos cayeran a montones. 

 

Algunos alcanzando a la serpiente, que cayó de rodillas, sosteniéndose de la tierra, pero siguió su camino hasta donde se encontraba Manigoldo encerrado en esa celda de centellas. 

 

-Te sacare de aqui… 

 

Susurro, pero antes de poder hacerlo, vio el cuerpo medio calcinado de un alfa, que era sostenido por otro mas de cabello rojo, que evitaba que Albafica terminará por matarse, cuando intentaba salvar a su cangrejo de su enemigo. 

 

-El alfa de Tifón… 

 

Podía ver que sus heridas eran demasiado profundas y que su rostro también estaba malherido, un rostro que se veía hermoso, que debía atender, porque ese alfa al no curarse, al no atender sus heridas, lo unico que lograria seria morir debido a la infección o a las quemaduras. 

 

-El lazo que se rompe es una de las peores heridas psíquicas que un alfa puede soportar. 

 

Se vio explicando a Camus, al que conocía del pasado, o del futuro, aunque pensaba que se trataba del futuro para el príncipe de hielo, el pasado para él, un futuro que esperaba no sucediera, ya que Zeus había muerto, por lo tanto ya no tendría que calentar su lecho y Milo no sería asesinado, después de la caída de Kanon. 

 

-Y en este momento, creo que eso está pasando, pero… podemos ayudarle a recuperar su fuerza física, para que él pueda recuperar su fuerza psíquica. 

 

Camus tenía la mitad de su lazo roto en ese momento, pero aún existían algunos hilos uniendolo, el príncipe de hielo era fuerte y su corazón, que nunca había dejado de latir, al comprender sus traumas del pasado, ya estaba listo para aceptar el amor de Milo, antes de perderlo. 

 

-Tengo que curar a este alfa… sus heridas lo están sumiendo en la desesperación, al creer que no puede socorrer a su omega y supongo, que al tener su rostro malherido, también cree que no será correspondido. 

 

La serpiente empezó a curar el cuerpo de Albafica, usando su cosmos, su energía vital para que las quemaduras, las heridas realizadas por el cristal de Shion se cerrarán, reconstruyendo su rostro, al menos, hasta donde podía lograrlo con su cosmos inhumano, dejando apenas unas cicatrices largas, donde había surcos de carne viva, que se estaba infectando al no tener el veneno protegiendo su cuerpo. 

 

-Los alfas en ocasiones son demasiado frágiles, dependen del vínculo creado con sus omegas y al sentir que este se rompe, la desesperación puede hacerles cometer alguna locura, tú destruiste tu cuerpo cuando Milo murió, aún estaba embarazado de tus gemelos, pero al fin escapaste de Zeus. 

 

Camus hubiera preguntado, de qué le estaba hablando, a qué se refería con que su Milo estaba muerto, que había sido asesinado por Zeus, cuando estaba embarazado, sin embargo, se dio cuenta que la serpiente venía de otra línea de tiempo, su mundo era diferente al suyo, supuso. 

 

-Supongo que en tu mundo Milo aun esta vivo, te fue fiel, aunque no creo que pudiera perdonarte, no asistir a la justa, buscar tu lazo con dos omegas… pero no te odiaba, Milo no te odiaba. 

 

Las quemaduras en los brazos de Albafica se cerraron al igual que las heridas de su rostro, y solo quedaban algunas líneas rojas como recuerdo, aunque no sabía si su ojo podría salvarse, había hecho todo lo que estaba en sus manos para eso. 

 

-Y Kanon solo era su amigo, el que le ayudó a protegerse de las reglas del santuario, a mantenerse apartado de ti, porque tú no parecías amar a Milo, aunque este si te quiso mucho. 

 

Se preguntaba porque le estaba diciendo todo eso, pero no se atrevía, sin embargo, la serpiente se dio cuenta de sus dudas, sonriéndole con una expresión amable, esperando que Albafica pudiera recuperarse de su dolor, psíquico, del sufrimiento de su cangrejo en esa jaula de centellas. 

 

-Te digo esto… porque parece que cortaste el lazo que te une a Milo, cuando saliste en busca de tu ilusión, porque me siento esperanzado, creo que este mundo puede ser mucho mejor de lo que era en el pasado, así que… no lo se, solo me gusta conversar, aprender de los humanos. 

 

*****

 

Cid no comprendio muy bien la razón de su hijo de escapar, cuando quiso saber un poco más de él, cuando se atrevió a tocar su mejilla, observando una expresión de dolor que casi le parte el corazón, pensando que lo mejor era ir a verle, sin embargo, no confiaba en Hefesto, no dejaría a la diosa madre sola. 

 

-Ve con él, busca a Ouficus, lo necesitas. 

 

Esas palabras fueron pronunciadas por Sisyphus, que esperaba ser el alfa que se merecía Cid, ganarse un lugar a su lado, porque podía ver que Oneiros amaba a su espada y que hasta el momento, quien había hecho más por ella, había sido él. 

 

-Yo cuidaré de la diosa Hera. 

 

Pronunció esta vez Oneiros, con una postura de sumisión, como si fuera un rey o algo parecido, asi que Cid asintió, buscaría a su pequeño, necesitaba saber que había sido de él, quería asegurarse que darle a luz no era un error. 

 

-No… 

 

Iba a decirles que no empezaran a pelear contra ellos, pero no pudo hacerlo, cuando ambos negaron eso al mismo tiempo, tratarian de ser corteses, no le causarían problemas a Cid, que necesitaba ver a su hijo y cuidarian de la diosa madre. 

 

-Mantendremos segura a la diosa, por ti. 

 

Ambos respondieron al mismo tiempo, observandole partir, escuchando unos pasos, alguien ingresaba en ese templo, alguien que podía usar la telequinesis y el Yomotsu, un anciano, que podía ser el gemelo del muchacho que hacía guardia en compañía de Hasgard. 

 

-Sage… 

 

Cuando Hakurei trato de acercarse a Sage, este lo golpeó con fuerza, con furia, no le importaba que fuera su hermano, esta vez no podría perdonarlo y su hermano, no quiso defenderse, permitiendo que lo golpeara hasta que cayó al suelo. 

 

-Basta Sage. 

 

Fueron las palabras de Athena, que veía con lástima a los dos hermanos, que habían sido muy unidos hasta ese dia, escuchando los sollozos del anciano, que cubría su rostro con ambas manos, comprendiendo todo lo que había hecho por fin, después de ver esa pesadilla que casi le hace perder la razón, buscar la muerte, al comprender lo que casi pudo hacer, lo que dejó que le hicieran a Manigoldo. 

 

-Mi señora, ese no es mi hermano. 

 

Su hermano no habría dejado que violaran a Manigoldo, no habría dejado que se realizara una caceria y no lo habría tratado de entregar a Itia, no era un traidor, era un hombre gentil, no era esa cosa que lloraba en el suelo, con un arrepentimiento que había llegado demasiado tarde. 

 

-Me temo que lo es, que este hombre arrepentido en efecto es tu hermano. 

 

Susurro Sasha, acercándose a Hakurei, mostrándole piedad, una que su propio hermano le negaría, porque no merecía el perdón, no después de todo lo que había hecho, sin importar lo que sintiera en ese momento. 

 

-Mi señora, de qué sirve su arrepentimiento cuando nos ha costado tanto, cuando entregó a Manigoldo a las fauces de la bestia, cuando ha hecho todo esto, a pesar de lo que diga, yo no puedo perdonarlo, yo ya no tengo un hermano. 

 

Sage le tenía en muy alta estima, lo admiraba, lo pensaba un alfa amable, un alfa superior a muchos de los que había conocido, pero se daba cuenta que eso era una mentira y que su hermano era igual a todos esos alfas que despreciaba. 

 

-Sage… 

 

Pero Sage simplemente le dio la espalda, con una clara señal que se usaba en lemuria cuando alguien ha sido dejado a su suerte, generalmente se utilizaba con un omega desobediente, un omega que no aceptaba un alfa, pero en este caso, era un alfa el que le causaba una vergüenza absoluta a su única familia. 

 

-Yo ya no tengo hermano. 

 

Sage se sentía mal por lo que estaba haciendo, porque no esperaba que eso pasara y unos meses atrás, se hubiera reído de cualquiera que le dijera eso, en su juventud, lo habría golpeado por insinuar eso de su hermano mayor, pero en ese momento, era lo unico que podia hacer para no dejar ir toda su frustración en el cuerpo de Hakurei, para no matarlo en ese sitio. 

 

-El ha muerto para mi. 

 

Hakurei que había estirado una de sus manos para tocar a Sage, la recogió, comprendiendo lo que eso significaba, aceptandolo, porque era un monstruo, porque había traicionado a su familia de todas las formas posibles y aunque Shion lo manipulo, el en vez de aceptar sus pecados, los justificó. 

 

-Tu sigues siendo el patriarca Sage, es tu deber dictar sentencia. 

 

Fueron las palabras de Athena, que aunque sentía pena por su soldado leal, sabía que los había traicionado, que había lastimado a Sage y a muchos otros seres inocentes, asi que tendria que ser castigado, un deber de su hermano menor. 

 

-Llevenlo a una celda, cuando esta guerra termine, yo decidiré qué castigo imponer a este traidor. 

 

Hakurei se levantó, no daria pelea, sin embargo, se detuvo unos instantes para tratar de hablar con su hermano, quien siguió ignorándolo, esperando el momento en el que saliera de esa sala. 

 

-Lo siento… 

 

Pero ese arrepentimiento había llegado demasiado tarde, cuando ya nada podía hacerse y cuando no lo obtendría. 

 

-Sentirlo no soluciona lo que has hecho Altair. 

 

Sin más, dos soldados comunes se lo llevaron, comprendian que esperaría su sentencia, no habia nada mas que pudiera hacer, porque de querer huir, no hubiera acudido frente a su hermano. 

 

-Sin embargo, prometo mostrarte la piedad que tu le mostraste a mi muchacho. 

 

Aquellas palabras eran más una amenaza, una sentencia, porque no le mostró piedad alguna a Manigoldo, ni a su alfa, no quiso escucharlos y poco después, ayudó a Dohko a darle caza a otro pobre omega. 

 

-Que le mostraste a mis muchachos. 

 

*****

 

Itia había permanecido en ese templo, se suponia que debia proteger al dios Eros, pero de pronto su cuerpo apenas podía moverse, lo único que hacía era observar esa batalla, escuchar esas promesas de amor, de un padre a su hijo. 

 

Que era el omega demente y mal hablado, el que odiaba a su alfa, pero sobretodo, el que era dueño del collar que había cambiado cuando él puso sus manos en él, un omega que pensaba no era de su agrado, no era ni la mitad de hermoso de lo que era Sage. 

 

El hermoso Sage, que era delgado, fiero, de cabello blanco y ojos pálidos, no amarillos como aquellos de ese omega, que veía como su madre, como el omega quebrado de otras vidas luchaba en contra del dios del amor, usando una daga, con la cual iba dañando a quien había jurado proteger. 

 

Pero era el viejo, el dios antiguo, que no mostraba piedad y peleaba como si realmente quisiera matar al guerrero rubio, frente a la mirada atormentada del más joven, que no entendía porque estaban lastimando a su amado señor, que solo estaba confundido. 

 

Y cuando Eros, el viejo sostuvo el cuello de Radamanthys, tan enojado que parecía deseaba quebrarlo en pequeños pedazos, por haber sido despreciado, relamiendo sus labios, observando al omega que se suponía era el suyo, pero no despertaba nada en su corazón, ni en su libido, no como lo hacía su perfecto Sage, se dio cuenta que deseaba matarlo. 

 

-Toda mi vida la ofrenda a ti, y así es como me pagas Radamanthys… 

 

Radamanthys soltó la daga dorada, que resbaló de sus dedos, la cual pateó el Eros viejo, para que su versión más joven la sostuviera, escuchando los intentos del omega por liberarse, apartándose de las flechas que el pequeño de ojos amarillos disparaba. 

 

-Con un omega perfecto, mucho más dócil que tú, mucho más obediente… 

 

¿Acaso estaba hablando del hijo del omega de cabello rubio? Se preguntó sorprendido, viendo como este trataba de liberarse con más fuerza, pero no lo lograba, no tenía la fuerza para eso, de alguna forma, Eros era por mucho más fuerte de lo que debería serlo. 

 

-Será muy divertido, domesticar al hijo de mi enemigo, que se parece mucho a su omega. 

 

Pero, antes de que pudiera lastimar a Radamanthys, el joven Eros, sosteniendo la daga dorada, la clavó en su pecho, a la altura de su corazón, cayendo al suelo inmediatamente, su sangre bañando las baldosas, parecía que no estaba dispuesto a permitir que nadie dañara a su señor, ni siquiera él. 

 

-No… no lo harás… 

 

Ese Eros aun era inocente, ese Eros aun amaba a su señor y no estaba dispuesto a caer tan bajo como para lastimarlo, para lastimar a su hijo, únicamente porque se le parecía, y aunque no estaba dispuesto a abandonarlo en los brazos del juez Minos, el hombre en el suelo ni siquiera se le parecía. 

 

-No… no… mataras a mi señor… 

 

Este hombre en el suelo, era el príncipe de Creta, el hermano de Radamanthys, aquel atormentado muchacho que deseaba a un omega que parecía no podía tener, cuyo padre recibió una visita inesperada, un águila, que le ordenó separarlo de su hijo menor, de aquel a quien amaba, por quien moriria. 

 

-No caeré tan bajo… 

 

Eros el viejo al ver que el mismo se había clavado una daga en su pecho, no supo qué hacer, maldiciendo en voz baja, sintiendo como su cuerpo iba perdiendo integridad, caminando algunos pasos, antes, de desaparecer en una nube de polvo, como si fuera una estatua de sal bajo la lluvia. 

 

-Aun lo amo… 

 

Radamanthys corrió hasta donde se encontraba Eros, sosteniéndolo en sus brazos, viendo cómo su vida se iba perdiendo, sintiendo la mano del dios acariciar su mejilla, con una expresión triste. 

 

-Yo no quería que nada de esto pasara… te… te lo juro… 

 

Antes de morir, desintegrándose en la nada, como sucedía con los dioses, al ser entes tan antiguos, que se mantenían con el cosmos de sus cuerpos, haciendo que llorara su muerte una segunda ocasión, abrazandose a si mismo, como si abrazara a la nada. 

 

-¿Radamanthys? 

 

Esa era la voz de Minos, que al verle llorar, no sabía cómo respondería su omega, si aun lo aceptaría a su lado, o ya no lo haría. 

 

-Mi pequeño hermano… 

 

*****

 

Hola chic@s, espero que este capítulo sea de su agrado, a mi me gustó escribirlo. Muchas gracias por sus comentarios, lecturas y estrellas. SeikenNJ. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).