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Paraiso Robado. por Seiken

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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…


 


Avisos:


 


 


Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.


 


 


Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje,  por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.


 


 


También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.


 


 


Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.


 


 


Paraíso Robado.


 


 


Resumen:


 


 


En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.


 


***39***


 


— Manigoldo…


 


Susurraron de pronto, algunos minutos después de la partida de Hakurei, en el momento en que Manigoldo se acercó a Aspros para verificar que tan malherido estaba.


 


— ¿Manigoldo estás aquí?


 


Aspros parecía contento de verlo y estiro su brazo para tratar de tocarlo, sin embargo, Manigoldo retrocedió con rapidez, tragando un poco de saliva, esperando que las heridas de su compañero de armas fueran como lo dijo Hakurei, no lo quería muerto pero sería mucho más fácil que no pudiera moverse con facilidad.


 


— Hakurei me ordeno atenderte, no lo hago por gusto, si dejo que te mueras me considerara un traidor, a mí y a mi compañero.


 


Esas palabras lo herían, el que tuvieran que obligar a su omega a pasar tiempo con él, amenazándolo con lastimar a esa rosa, esa odiosa sirena que no hacía otra cosa más que jugar con Manigoldo, cuya vida no le importaba, porque de hacerlo se habría mantenido alejado de su compañero, le causaba un dolor inimaginable.


 


— ¿Tu compañero?


 


Pregunto sentándose en la cama, parecía mucho menos lastimado de lo que pensaba Hakurei, sus ojos estaban fijos en los suyos, su mirada completamente seria, como si estuviera controlando su enojo, la furia que sentía.


 


— ¿Esa sirena?


 


Esa sirena no podía ser su compañero, no se merecía el afecto que Manigoldo sentía por él, ese oportunista lo único que hizo fue interponerse entre ambos, convencerlo de su amor, pero que tan grande era su amor si no le preocupaba asesinarlo con su veneno, pera el no existía.


 


Manigoldo al ver que no estaba tan grave como Hakurei suponía le dio la espalda, quería marcharse de aquellas habitaciones, estaba seguro que corría peligro en presencia de Aspros.


 


Quien lo veía como si estuviera seguro que al verlo convaleciente correría a sus brazos, tomaría su mano y se sentaría a su lado, temiendo perderlo, no sabía la clase de historias que los alfas trataban de contarse, pero estaba seguro que en su mente, en su imaginación creía que su rechazo cambiaría, que de pronto, ya no le temería.


 


Aspros al ver como lo rechazaba, como trataba de salir de allí con un paso demasiado rápido apretó los dientes, sintiéndose traicionado, a Manigoldo él no le interesaba en lo absoluto, sólo su sirena, sola en ese templo como siempre debió ser, esperando el día en que un desdichado sacrificio perdiera la vida para que pudiera engendrar otro de los suyos.


 


Pero Manigoldo buscaba la muerte, necesitaba caminar de la mano del veneno, respirar su aire ponzoñoso, postrarse a sus pies presa de su encanto y como en todas las historias, su cangrejo perdería la vida cuando su amada sirena lo sumergiera en el agua del mar, llevándoselo a las profundidades de la muerte.


 


Una acción que no podía permitirle realizar, aunque lo odiara en un principio, le temiera o maldijera su nombre, Aspros lo amaba y como su afecto era genuino, lo protegería de su propia ceguera, de su amor inconsciente por la muerte.


 


De pronto la furia se presentó, dándole fuerza para moverse de aquella cama, avanzando en dirección de Manigoldo, quien estaba a punto de abrir la puerta para abandonarlo a su suerte, pero al verlo moverse lo supo, su cosmos aún estaba disminuido, sabía que no podría derrotarlo, él tenía la ventaja, aunque hubiera perdido mucha sangre.


 


— No es una sirena y si, es mi compañero, por lo que deberías dejarnos tranquilos, te lo suplico Aspros, por el amor que dices que me tienes, detén esta cacería.


 


Suplico, era la primera vez que lo hacía y esperaba que Aspros lo escuchara, pero suponía que su respuesta seria la misma de siempre, no se detendría hasta poseerlo o que lo matara, obligándolo a enfrentarse a él, para evitar que lo tocara y lo convirtiera en su compañero por la fuerza, solo su amada rosa tenía el derecho de amarlo, nadie más que él, por lo que si tenía que parecer un traidor en el santuario, que así fuera.


 


— Estoy seguro que tienes un omega, pero no soy yo… porque no buscar al verdadero, el que de verdad te necesita.


 


Le insistió, elevando su cosmos al escuchar los pasos de su acosador a sus espaldas, los que eran demasiado controlados, su cosmos brillando con demasiada fuerza para ser un hombre convaleciente, Hakurei parecía ser un hombre ingenuo si no supiera que era tan sabio como su maestro, dejando una dolorosa verdad que sólo confirmo sus peores temores.


 


— ¡Tú eres mi omega! ¡Esa sirena te sedujo y tu maestro te puso en mi contra! ¡Esa es la única razón por la cual me rechazas!


 


Pronuncio de pronto Aspros, estaba seguro que la sirena lo enveneno con ayuda de Sage, quien insistía en que no debía entregarse a él, quien le prometió ser el patriarca pero nunca le daría ese puesto porque a ese omega le gustaba el control, manejar a los demás a su antojo.


 


Pero ya no lo permitiría más tiempo, Manigoldo era suyo, su amado omega, su amor, su conejito, una vez que pudiera tenerlo lo comprendería, su cuerpo se lo mostraría y en ese momento, podrían iniciar su vida como Hera deseaba que fuera.


 


— ¡Has perdido la razón!


 


Le grito, tratando de atacarlo, pero Aspros logro desviar su golpe, ya que si aún estaba en celo como lo supuso, su cosmos, cada parte de su cuerpo estaba preparado para procrear, sus reflejos disminuían, la fuerza de su cosmos, sus habilidades, Manigoldo estaba en desventaja y ambos lo sabían.


 


— Pero…


 


Susurro Aspros respirando hondo, ese aroma que lo enloquecía seguía presente, su conejito seguía en celo, estaba listo para él, para que pudiera tomarlo en la cama del patriarca, portando su puesto, el que se merecía por derecho divino, poseyendo a su omega elegido desde que lo vio por primera vez en el santuario, por fin parecía que las estrellas le sonreían.


 


— Pero aun estas en celo, puedo olerte… aun puedo lograrlo.


 


Aun podría embarazarlo se dijo relamiéndose los labios, atacando a Manigoldo, quien desvió el primero golpe con bastante facilidad, había esperado un movimiento como ese desde que Aspros abrió los ojos.


 


Pero no pudo esquivar el segundo, el cual impacto contra de su mandíbula haciendo que se mordiera el labio, para después utilizar su cosmos, golpeando su costado, lanzándolo a una mesa contigua, la que se desplomo por culpa de su peso.


 


— ¿Lograrlo?


 


Pregunto Manigoldo, levantándose con rapidez, esquivando otro golpe, propinándole un rodillazo en la cabeza, para después atacarlo con sus llamas infernales, esperando que alguien llegara, pero estaba seguro, que nadie lo ayudaría, a menos que Albafica pudiera ir por él, su rosa lo protegía de ese demente.


 


Sin embargo el no necesitaba de ninguna clase de protección se dijo utilizando sus poderosas piernas, pateando el costado de Aspros, para después golpear su cuello con el dorso de la mano, desviando varios golpes más, notando que destruían esa habitación, la de su querido maestro.


 


— Hakurei me dijo que podía cazarte durante tu celo, que serías mío si lograba poseerte durante tu celo y aunque no fuera así, escuche lo que dijo Hakurei, yo seré patriarca, así que puedo elegir a quien yo desee como mi omega.


 


Aspros apretando los dientes decidió que ya era momento de finalizar aquella danza y utilizando su cosmos, haciéndolo brillar como si estuviera luchando contra uno de los espectros lo ataco con su técnica más fuerte, la explosión galáctica, lanzando a Manigoldo al otro lado de la habitación, haciendo que chocara contra varias paredes que se iban derrumbando con la fuerza de su técnica, destruyendo aquel santuario sin preocupación alguna.


 


— Yo te elijo a ti, mi conejito.


 


Manigoldo cayó al suelo, pero intento levantarse con algo de dificultad, sintiendo que Aspros lo sujetaba del cabello para robarle un beso posesivo, el que era todo dientes y lengua, un beso demente, que lo hizo sentir enfermo, añorar las caricias delicadas de su rosa.


 


Manigoldo llevo sus manos a sus muñecas, tratando de separarse de su atacante, seguro que aquellos destrozos podían escucharse en todo el santuario, era imposible que pudieran pasar desapercibidos.


 


Aspros no lo soltó y en vez de eso, lamió su mejilla, sintiendo el cosmos de la rosa elevarse, la maldita sirena trataría de interponerse entre ellos de nuevo, pero no lo permitiría, Manigoldo era suyo, no de ese afeminado que se hacía pasar por un alfa, que había tomado el collar de su omega como si fuera suyo, robándoselo a su legítimo dueño.


 


— No…


 


Pronuncio Manigoldo cuando sintió que su acechador lo cargaba de la muñeca azotando su cuerpo varias veces contra el suelo, no quería hacerle daño pero bien sabía que de otra forma no lograría poseer a su cangrejo, el que era uno de los santos dorados de élite del santuario.


 


El santo de géminis entonces lo arrastro de regreso a la habitación del patriarca como si fuera un peso muerto, un costal o un objeto, deteniéndose de pronto para deleitarse con la imagen de la cama en perfecto estado.


 


— Tú eres mío…


 


Aspros entonces lo lanzo en dirección de su lecho, quitándose la camisa que estaba cubierta de sangre, sin importarle que pudiera abrir sus heridas, relamiéndose los labios cuando el cangrejo apretó los dientes, recuperándose al sentir la blanda superficie de blancas sabanas.


 


— No quiero que sea como esto Manigoldo, no me obligues a lastimarte.


 


Manigoldo de nuevo trato de atacarlo usando sus fuegos fatuos, la poderosa técnica aprendida de Sage, pero Aspros sostuvo sus muñecas a la altura de la cabeza, pegando su cuerpo al suyo, relamiéndose los labios antes de admirar de nueva cuenta el aroma de su cangrejo.


 


— ¡Eres un bastardo! ¿Qué le hiciste a Cid?


 


Le pregunto de pronto, chocando su cabeza contra la suya, soltándose con rapidez, alejándose varios pasos consciente de que con aquellas heridas pudo hacer algo más por su amigo, que Cid no hubiera caído tan fácilmente como decía ese bastardo que lo hizo.


 


— Hakurei dijo que estabas muriendo… 


 


Dijo tratando de alejarse cuando su intuición le pidió que lo hiciera porque obviamente Hakurei mentía para que pudieran someterlo, pero era inútil tratar de correr, ya no lo rechazaría por más tiempo se dijo Aspros, no le importaba tener que tomarlo en las escaleras del santuario, aun en el propio templo de piscis, Manigoldo era su omega, nadie podía separarlo de su amado cangrejo.


 


— Estar contigo me curo, Manigoldo, supongo que ese es el poder que ustedes los omegas tienen sobre nosotros.


 


Le respondió con ironía, preparándose para domesticar a su conejito, quien retrocedió un paso al darse cuenta de la diferencia que había entre ambos cosmos, maldiciendo como nunca antes la debilidad que conllevaban los celos, el malestar general de su cuerpo que lo hacía vulnerable.


 


Manigoldo retrocedió otros pasos más, sangraba por la boca y tenía varias cortadas en todo el cuerpo, así que hizo lo impensable, trato de alejarse corriendo como un cobarde, pero en esta ocasión no estaba la rosa, no podría alejarse de su alfa verdadero, no en las últimas horas que quedaban de su celo.


 


— ¡No! ¡No te marcharas! ¡Esta vez esa sirena no me alejara de mi omega!


 


Aspros usando su cosmos lo derribo al suelo con suficiente fuerza para lastimarlo, escuchando como una de sus costillas crujía al mismo tiempo que su mano apretaba su garganta, ahorcándolo.


 


Manigoldo se retorció debajo de su cuerpo, pero era inútil, no podía liberarse, mucho menos cuando sintió que Aspros cambiaba la postura de sus piernas, restregando su erección contra la suya esperando escuchar un gemido.


 


— ¡Te juro que lo lamentaras!


 


Aun sentía el ardor de su celo incendiando su piel, su cuerpo clamaba por su compañero, por su amable Albafica de Piscis, no por Aspros, quien volvió a besarlo con fuerza, llevando su mano a su rodilla para que rodeara su cadera con su pierna.


 


— No lo creo, conejito, es más, estoy seguro que estas cinco horas serán suficientes para que pueda embarazarte.


 


De nuevo lo sujeto de su cuello para besarlo con fuerza, arrancándole parte de su ropa con la mano que tenía libre, usando su peso para mantenerlo quieto debajo de su cuerpo separándose el tiempo suficiente para sostenerlo de las muñecas, llevándolas a la altura de su cabeza.


 


— ¿Conejito?


 


Pregunto Manigoldo, retorciéndose debajo de Aspros, tratando de liberarse utilizando su cosmos para poder alejar a ese demente de su cuerpo, a punto de gritar por ayuda, escuchando de pronto unos pasos que se detuvieron en la puerta, al fin lo habían escuchado, la destrucción de aquella parte del santuario o el cosmos de ambos ardiendo eran señal inequívoca de lo que estaba pasando.


 


Ese debía ser Hakurei, pero porque no pasaba, porque no detenía a este alfa enloquecido y en donde estaba su rosa, o los demás, recordando de pronto que Aspros decía que Cid había muerto, que Kardia salió a una misión encargada por su maestro moribundo, los demás eran alfas, pero aun así quería creer que le ayudarían.


 


Pero a nadie le importaba que un omega, con un comportamiento típico de un omega, no deseara a su alfa seleccionado, no lo dijeron los aldeanos, que lo único que necesitaba era que lo domaran, acaso no Hakurei dijo que Aspros estaba realizando su deber.


 


— Todos dicen que me comporto como un depredador, así que eso te convierte en mi dulce conejito.


 


Pronuncio Aspros, escuchando como los pasos del intruso de pronto se alejaban, abandonando a Manigoldo a su cuidado, quien de nuevo trato de soltarse, el que podía ver estaba aterrado, temblando por la desesperación de verse sometido, siendo traicionado por su cosmos y por su propio cuerpo como siempre supuso que ocurriría.


 


Su conejito de nuevo trato de propinarle un puñetazo en el rostro, sin embargo, aquel movimiento repentino lo utilizo para voltear su cuerpo, acostándolo boca abajo, sujetándolo de las caderas para lamer su cuello.


 


— Uno especialmente lindo.


 


Le dijo al oído, sujetando sus pantalones con fuerza, arrancándoselos de un solo movimiento, relamiéndose los labios cuando sostuvo la cabeza de Manigoldo con una sola mano, para hundirla después en el suelo con la fuerza del golpe que recibió, el cual pudo desorientar a su cangrejo.


 


— Mi dulce omega.


 


Cuando por fin Manigoldo dejo de pelear Aspros se alejó de su omega apenas unos centímetros, cargándolo para llevarlo a su lecho, en esta ocasión actuando con gentileza, con demasiado cuidado de no despertarlo al realizar cualquier movimiento brusco.


 


Él no quería forzar a su omega, ni siquiera debió pelear con él, pero Manigoldo no le dejaba otra opción, seguía aferrándose a su mentira, la que deseaba creer era una mentira, porque de que otra forma ese espectro le dio un collar que no era el suyo, ni el de su cangrejo, porque le forzó a llevarle a Cid a sus dominios, intercambiando a un omega por otro.


 


Haciéndolo sentir más que miserable, era un monstruo, el gemelo de la estrella de la desgracia era él y no Defteros, quien le observaba al otro lado de su habitación, parecía que dispuesto a enfrentarse a él, pero sabía que no lo haría, su hermano no quería lastimarlo.


 


Albafica era un alfa y era el compañero de Manigoldo, aun así, esa rosa lo mataría cuando cometieran un error, sin importar lo que los dioses, aunque todo el mundo le hubiera dado la espalda porque su conejito no era suyo, aun así lo deseaba consigo, quería protegerlo de cualquier daño, a cambio, su omega le daría su afecto, eso era lo justo.


 


— ¿Qué estás haciendo aquí?


 


Le pregunto a su hermano desanudando el pañuelo del cuello de su omega, desabotonando lo que quedaba de su ropa, lo demás él lo destruyo en su desesperación, poco a poco seguía desvistiéndolo.


 


— No quiero que te conviertas en un monstruo, Aspros, tú eres un hombre gentil y nunca lastimarías a la persona que amas.


 


Aspros sonrió al escuchar esas palabras, eso era cierto, fue un hombre gentil que amaba la vida y que esperaba el momento en el cual podría estar completo, pero ese bastardo creía que sería el patriarca, que su conejito lo amaría, porque era su omega.


 


Ese hombre insensato no sabía que le negarían el honor de ser patriarca y que su omega era el de alguien más, un ente venenoso que lo mataría sin remordimiento alguno.


 


— ¿Pelearas conmigo Defteros?


 


Defteros no respondió en un principio, su hermano ya sabía la respuesta, pero aun así estaba seguro que su sombra cuando él dejara que viera la luz le concedería lo único que alguna vez había deseado, por lo cual, levantándose, comprendiendo que aún quedaba uno de los ancianos despierto, espero porque su gemelo intentara lastimarlo.


 


— No quiero que te conviertas en un monstruo, tú eres bueno, eres un ángel,  no eres en lo que te estás convirtiendo.


 


Aspros comenzó a caminar en dirección de su hermano con las manos levantadas, esperando que Defteros no lo lastimara hasta que pudiera darle la gran noticia.


 


— Albafica lo matara si permito que sigan compartiendo el lecho, tú lo sabes no es cierto, sé que los has visto juntos pero no te atrevías a decirme nada, porque no quieres lastimarme, yo soy tu humano, yo te protejo y yo cumpliré mi promesa.


 


Defteros retrocedió varios pasos cuando Aspros llevo sus manos a su máscara de madera, desanudándola con demasiado cuidado, no quería asustar a su hermano menor, quien parecía sorprendido de ver el mundo fuera de su máscara.


 


— Cuando sea patriarca te concederé la armadura de Géminis, tú serás el santo del tercer templo, yo seré el patriarca del santuario y mi omega, vivirá conmigo para que esa rosa no lo mate.


 


Defteros trato de negar aquellas palabras, no era que no deseara tener una armadura o salir a la luz, no quería que su hermano se sumiera en la oscuridad, él era una buena persona, era gentil, no era aquello que Manigoldo conocía mejor que nadie.


 


— Tienes la fiebre…


 


Eso era mentira, porque la fiebre no existía, era solo una excusa que muchos alfas utilizaban para justificar sus acciones, él no necesitaba de eso, porque sabía que a pesar del dolor inicial estaba haciendo lo correcto al mantener alejado a su conejito de la rosa, hasta el momento habían tenido suerte, se repetía mil veces, pero cuando dejaran de tenerla, Manigoldo moriría escupiendo sangre, presa de dolores inimaginables, todo porque Albafica no deseaba estar solo.


 


— ¿Crees que la única razón por la que hago esto es por lujuria?


 


Aquella pregunta era sin duda la peor de todas, porque su hermano estaba poniendo en duda su propia luz, así que negó esa respuesta con un movimiento de su cabeza, no creía que solo la lujuria le hiciera actuar de esa forma, pero tampoco podía permitir que Aspros abusara de Manigoldo, sabía que su hermano estaba enamorado de ese cangrejo.


 


— Yo lo amo, realmente lo amo, pero no hay otra forma de apartarlo del peligro, no puedo permitir que Manigoldo muera como lo hizo Lugonis.


 


Defteros recordaba ese día porque era la primera vez que habían visto morir a alguien, aun así, no quería que su hermano cayera en las sombras, sin embargo, la otra opción era enfrentarse a él, en ese momento, cuando el mayor estaba a punto de cumplir todos sus sueños.


 


— Aun así…


 


El mayor coloco dos dedos en los labios de su hermano para silenciarlo con delicadeza, estaba cansado de discutir y con el paso del tiempo se iba perdieron la oportunidad para poseer a su omega durante su primer celo juntos.


 


— Si tú me quieres y estas agradecido conmigo Defteros, no te interpondrás entre mi omega y yo, pero si crees como Sage que solo soy un monstruo, entonces tendré que enfrentarme a ti, para poder tener a mi omega, para asegurarme que mi conejito siga con vida.


 


Defteros retrocedió un paso apretando el puño con fuerza, observando a Manigoldo en la cama de su hermano y después al mayor, preguntándose qué era lo correcto, que tenía que hacer, recordando la promesa que le hizo a Sage, pero también lo mucho que amaba a su hermano, quien lo único que deseaba era un poco de compañía, proteger la vida de su amado, aunque no fuera su omega.


 


—  Prométeme que no serás cruel, que serás gentil y que cumplirás las promesas que le hiciste a Sage, sólo dime que no lo lastimaras.


 


Aspros asintió, recordando todas las promesas que le hizo al patriarca solo porque le concediera la mano de su discípulo, estaba dispuesto a cumplir cada una de ellas, por lo cual su hermano no debería preocuparse, el sería el patriarca, Defteros el santo de géminis, su cangrejo su segundo al mando cuando comprendiera su lugar a su lado y tal vez, hasta su hermano podría sentir la dicha que tendría una vez que le consiguiera un omega digno de su rango, pero primero tenía que domar al suyo para poner en marcha todos sus sueños.


 


— Te lo juro Defteros, prometo en nombre de todos los dioses del Olimpo que protegeré a mi omega, que seré lo que necesita y cuanto desee, conmigo nada le faltara porque yo seré su guía.


 


Defteros aún no estaba seguro de abandonar  a Manigoldo al cuidado de su hermano, pero aun así, a pesar de lo que le dijo a Sage, no estaba dispuesto a enfrentarse a él, no cuando nadie lo conocía tan bien como él, su hermano era la luz, cuando él se trataba de la oscuridad.


 


— Creeré en ti hermano, por favor, no me falles.


 


***40***


 


Kardia se dio cuenta que el intruso, Luciano, era tan rápido como ellos y que su armadura se parecía demasiado a la de su amado alfa, pero los colores eran negros y rojos, con extraños motivos de plumas dibujados en el metal.


 


******


 


Hola, espero que la historia siga pareciendoles entretenida, pero como no recibí un solo voto por que pareja desean leer primero, en un capitulo dedicado solo a ellas, que son como 5000 palabras mas o menos, sera una sorpresa que sera publicada en el siguiente capitulo, porque aun no la termino.


 


Pero aun así, espero que les haya gustado este capitulo.


 


Ahora, les tengo las mismas preguntas:


 


¿Hasta el momento que pareja es su favorita?


 


¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?


 


¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?


 


Aunque según parece los alfas del principio van ganando, con algunas excepciones, estas son Oneiros y Regulus, pero, no se preocupen, dentro de algunos capítulos empezara a brillar Sisyphus, como Albafica ya lo hace.


 


Y ahora una nueva, de los posibles villanos.


 


¿Quien es su favorito?


 


No se normalizo mi carga de trabajo, pero, de todas formas seguiré subiendo la historia, el capitulo que viene es el siguiente lunes, con el primero de los dos capítulos especiales, ahora las publicaciones serán entre los lunes o martes, y entre los jueves y viernes.


 


Sí les gusta la historia y las parejas, déjenme saberlo, ya saben que sus comentarios, kudos, favoritos y todo eso me anima a seguir con esta locura.


 


Muchas gracias, nos vemos el próximo capitulo.


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