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Oportunidad (Johnlock -Kidlock-) por fannigram24

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Notas del capitulo:

Gracias a los comentarios. Aquí les dejo el capítulo. Lo siento por la tardanza. 

Sherlock Holmes

 

 

Las pesadillas se habían convertido en un dolor de cabeza, cada vez iban en aumento y no hacía nada más que torturarlo con viejos recuerdos que su psiquiatra disfrazaba con un nuevo temor. 

¿Un soldado con miedo de acción? 

¿Qué era? ¿Un idiota que le teme a lo que vivió por mucho tiempo? ¿Sería lógico? 

Y aún así su mente lo traicionaba, todo era tan confuso ahora. 

John despertaba frustrado cada vez que era una pesadilla la que le hacía perder el sueño, pero eso solo marcaba el inicio en el que tenía un tiempo prolongado, en el cual los tormentos del pasado no lo molestarían. Al menos no cuando estaba en el exterior y podía distraerse con el alrededor. 

Después de la comida salió a pasear, ocupaba distraerse y su psicóloga seguía diciendo que ocupaba escribir un diario. Y aún estaba el problema de su pierna. 

¿Qué iba a colocar en un diario? Su día solo iba de las necesidades básicas y salir a buscar un empleo. 

Aun no tenia resultados favorables y la casera comenzaba a pedir la renta del mes. 

Ocupaba un buen empleo y la pensión de un soldado no le alcanzaba para todos los gastos. Estaba frustrado, y llamar a Harry no era una buena opción ahora. 

La tarde parecía ser agradable y el parque estaba calmado. 

–Watson. 

Creyó escuchar y siguió caminando. 

–John Watson. 

John no alcanzó a voltear hacia el llamado ya que un hombre regordete lo había alcanzado y estaba frente a él. 

Lo miró unos segundos y antes de pode decir nada el curiosos hombre habló de nuevo. 

–Mike, Mike Stamford. Estudiamos juntos. 

–Ah, sí. Mike. –contestó algo desorientado por el repentino reencuentro. 

Comenzaron una vaga charla de los tiempos que habían compartido, todo era casual hasta que se tocó el tema de la vida privada de John y el ambiente se tornó denso. 

– ¿Hablas de un cómodo lugar compartido, barato? 

John no pudo no soltar una risa sarcástica. – ¿Quién quisiera compartír un departamento conmigo? 

–Eres la segunda persona que me dice eso hoy. 

–¿Ah, sí? ¿Quién es el otro? 

–Es un hombre bastante peculiar, pero muy interesante, debo agregar –mira su reloj de mano. –. Ahora mismo debe estar disponible, ¿Vamos? Sirve y se conocen. Créeme, te sorprenderá. 

–¿Es tan interesante? 

Watson creía que eran muchas alabanzas a un solo hombre. 

–Debes verlo con tus propios ojos. Causó gran revuelo en todo el departamento. –dijo con gracia y algo indeciso. Tal vez no era una buena idea. 

 

 

 

Solo bastó con una simple mirada para que si corazón decidiera jugarle una mala pasada. 

Una segunda vez lo miró y lo observó pocos segundos. 

A una gran velocidad busco en su palacio mental antes de reunir información y hablar. Se sentía presionado, algo que nunca había pasado. 

–Mike, ocupo tu celular. –fue lo único que se le ocurrió. Trato de calmar el nerviosismo y recurrió a su palacio mental más de dos veces. 

–Oh, lo siento, está en mi chaqueta –el chico de restos hizo una pequeña mueca.–. Puedes usar el de aquí si es que de una llamada se trata. 

–No, prefiero enviar mensajes. – Dijo sabiendo perfectamente lo que diría John. Porque tenia que ser él y no otro. 

Su hermano le había dicho que estaba en la armada. ¿Qué hace frente a él? ¿Por qué de pronto se siente tan feliz? 

Cada mes le llegaba un informe de ciertas actividades del Watson. Claro, estas eran proporcionadas por el ya gran miembro de la política; Mycroft, su hermano.

–Tome el mío. – ofreció el rubio y le tendió el celular. 

Una nueva deducción; tenia un trauma. Su pierna no estaba dañaba. 

Tenía un bastón, más sin embargo no pidió una silla. Lo agrego a la carpeta ‘John W.’ y tomó el celular. Tecleo un mensaje donde le decía a Mycroft que se pasaría por el club diagon por la tarde, lo borró de inmediato después de haberlo enviado y escribió otro para Lestrade dejando este sin borrar. 

–¿Afganistán o Irak? 

Le regreso el celular. Y miró por sobre el telescopio. 

– ¿Disculpa…? –miró a mike el cual negó con la cabeza mientras que sonreia y después al hombre frente a él. –. ¿Qué? 

–Son los actuales lugares en guerra. ¿En cuál fue? ¿Afganistán o Irak? 

Pero Sherlock ya sabia la repuesta. 

–¿Le contaste de mi? –le preguntó a Mike. 

–Ni una palabra. –sonrió. 

–Afganistán. –contestó desorientado. –¿Cómo…? 

Se sentía extrañamente familiar con la actitud de ese hombre. ¿Quién era el? 

–No hablo por semanas y suelo desparecer por días. Y en momentos de frustración toco el violín a altas horas de la madrugada. Espero que no te moleste. 

–¿Qué…? 

–Estuve viendo algunos departamentos en un zona muy calmada, es adecuada y tiene las características que busco. Podemos encontrarnos a las 8 de la mañana, parece indiscutible. 

–¿Quién dijo que buscaba un departamento? –dejo John dudando de la afirmación de Mike al decir que no había comentado nada de él.

–Yo en la mañana, a Mike. No es una casualidad que él regresó después de la comida con un amigo que recién regresa de la armada justo aquí. 

Dice demasiado rápido. Estaba emocionado y tenía que ir a hablar con su hermano para ver que es lo que tramaba o si todo era parte de uno de sus planes. 

–Buen,  caballeros, he  olvidando mi fusta en la morgue. –se coloca su gabardina y su bufanda azul. Se encamina a la salida pero la voz de John lo detiene. 

–No nos conocemos y ¿ya vamos a ver departamentos juntos? 

“¿No es eso lo que deseabas, John?”

“¿No conocernos? Esa no es una buena señal.”

Sherlock para, lo mira a los ojos y hace una brillante deducción. Comenta todo lo que él sabía y lo que deduce por su forma de vestir. Incluso comentó la poca relación que tiene con su ‘hermano’ esperando que lo recordara. Muy en el fondo deseaba que lo recordara. John se queda sin palabras e impresionado. 

–Ni siquiera se su nombre ni el lugar. 

–Mi nombre es Sherlock Holmes y le dirección es 221 Baker Street–giña un ojo y desaparece por la puerta, segundos después regresa y agrega;–. Buenas tardes. –para posteriormente irse. 

Se encaminó a toda velocidad a la parada de taxis e indicó la dirección al conductor una vez dentro del vehículo. 

 

[...] 

 

 

 

Su jefe llevaba meses comportandose más idiota de lo normal. Y eso lo frustraba. Siempre que estaba en una situación importante, y cuando se trata de ‘importante’ se trata de las veces en las que se ve con chicas y no solamente con fines comunicativos. Pero esos encuentros siempre se veían frustrados por su jefe. 

Siempre le llamaba con la escusa de nesecitarlo y al final simplemnete lo envolvía en una platica donde regularmente le reñia por su actitud. Sebastian nunca fue una persona muy agradable, ni delicada. Y su jefe claramente tampoco. 

Aún recuerda cuando no eran jefe-empleado. Cuando se conocieron. Cuando eran amigos. 

Pero eso ya no era más. Todo había cambiado de una forma tan retorcida. Y él estaba bien con eso. 

Se había inscrito en la armada, como su padre. Pero se había retirado cuando James le llamó diciendo ocuparlo. 

¿Es que siempre estaba comiendo de la mano de Moriarty? 

Le molestaba. 

Odiaba a su jefe.

Le frustraba que siempre lo tuviera dónde quería. 

Y hablando de lo idiota que se portaba. Llegaba el tema de sus estúpidas insinuaciones. Le molestaba de sobremanera que intentara burlarse de él y de su poca actividad sexual en los últimos meses.

Entró a pasos decididos a la oficina de Moriarty. Era una de esas veces en las que James lo llamaba a altas horas de la noche interrumpiendo su casi polvo. 

La puerta se azotó al cerrarse y miró a su calmado jefe el cual estaba enfundado en un costoso traje mientras que le dirigía sus penetrante ojos. 

–¡¿Qué?! –preguntó sin tacto. 

–Hoy no te vez muy dispuesto, Tigre. –le sonrió de medio lado. Disfrutaba de la molestia de su empleado .

–¿Para qué carajos me quieres? –dijo ya molesto. 

–No lo quieres saber.–le dedicó una mirada que Sebastian  descifró como lujuriosa. 

Le dio asco.

–James me tienes harto. ¿Qué Demonios te sucede? ¡Estas actuando más idiota de lo nor-! 

Moriarty dejo la tranquilidad y golpeó con las palmas de sus manos su escritorio. 

–¡Cállate! ¿Quién te dijo que podías cuestionarme? ¿Qué es esa actitud de superioridad que te cargas?¿Por qué mierda me hablas como si fuera de tu clase? Basura–Y Sebastian no pudo más que mirarlo a los ojos con frustración. –. No creas que tienes más privilegios que cualquiera aquí–lo miró amenasante–. Solo eres mi mejor francotirador. Pero no me dolería, ni siquiera me importaría, dispararte ahora mismo entre ceja y ceja. Eres reemplazables y estoy seguro que hay mejores que tú y tu mierda de trabajo. 

–¿Para qué me llamaste? –preguntó intentando no alzar la voz. 

–Lo olvide. –soltó con un sonrisa maliciosa. 

Y Sebastian quiso tomarlo de su costosa corbata y golpear su rostro contra su rodilla. Pero sabía que antes de siquiera dar un paso James le habria disparado. 

Suspiró con molestia. 

–Bien, me voy. – dijo en un susurro con cólera. 

–Es lo mejor que puedes hacer. Eres un estorbo aquí. 

Se voltio y quiso decir lo mucho que deseaba que lo corriera. 

Pero sabía lo que le pasaba a cada empleado que James despedía. 

Terminaban muertos. Moriarty tenía un gran grado de confidencialidad en su ‘empresa’ y no podía dejar cabos sueltos.

–Te ves singularmente menos desagradable hoy, Sebby. –recargo su rostro entre sus manos y le sonrió descaradamente al francotirador. 

–Jodete. –Soltó Sebastian. Abrió la puerta y se retiró.

Ya no tenia ganas de un polvo. 

 

 

 

[...] 

 

 

 

–Así que… tu famoso ‘hermanito’ está de regreso –dijo el mayor con sorna–¿Qué te hace sentir eso? ¿he? 

Sherlock se cruzo de piernas. Y entrelazó sus manos. –¿Tu lo trajiste de regreso? –preguntó con calma. 

–No, mi poder no va más haya.–bebió de su taza de café. Su voz le restaba importancia al asunto. 

–Por favor –la ironía se mostró en el tono de voz del Holmes menor en la habitación–, los dos sabemos que tu puesto va más haya de la simple política. 

–Sherly… 

–Sherlock – corrigió de inmediato con molestia. 

–Sherlock –aceptó–, no gano nada trayendelo de regreso –le dedico una insignicante y bebió nuevamente de su taza. –. Después me tomaré la molestia de darle una visita. 

–¿Cómo está Lestrade? –preguntó. Sabía que ese tema molestaba a su hermano mayor. 

Mycroft no tenia un buena relación con el detective inspector. 

Digamos que Lestrade no se sentía dispuesto a ser vendido. No aceptaba dinero a cambio  de información. 

–No empieces, por favor. –dijo con fastidio. 

–Está casado. –Agrego con una sonrisa de autosuficiencia. 

Eso Mycroft lo sabia muy bien. 

–Infelizmente casado. –aportó. 

–¿Te reconforta por las noches? 

–Las hace menos pesadas–contestó siguiéndole el juego a su hermano menor–. ¿Por qué estamos hablando de mi? 

Sherlock se sacudio del polvo inexistente y se colocó bien su bufanda antes de soltar un firme;–Aléjate de Watson. 

–¿Estas seguro que soy yo quien debe estar lejos?

Sherlock salió sin despedirse. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer. ¡Les amo! 


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