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Oportunidad (Johnlock -Kidlock-) por fannigram24

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Familia Watson.

El camino a casa se tornó un poco incómodo para todos, y no es que se sintieran mal con la presencia de Sherlock. Es solo que era muy extraño para el señor y la señora Watson. Al contrario de John es estaba muy contento, miraba de reojo a su “nuevo hermano” –John amaba como se escuchaba aquello–. Pero Sherlock solo miraba por la ventana pasearía no estar al tanto de lo que ocurría a su exterior, estaba tan sumido en sus pensamientos.

Los Watson y Sherlock, el nuevo miembro  de la familia, llegaron a casa. Sherlock bajo con su maleta, una muy pequeña.

La casa no era muy lujosa si nada, era de lo más común. Era de dos pisos. La señora Watson prendió la luz y Sherlock pudo ver discretamente todo el lugar, tenía un aspecto muy familiar.

El señor Watson se acercó al joven de ojos azules;

– Sherlock, hmm… yo soy Henry Watson, mi esposa Ella Watson – abrazó a sus esposa por la cintura y después tomo del hombro con la otra mano a su pequeño hijo – y nuestro hijo John Watson, tiene siete años. – Los presento, y añadió; – Es bueno tenerte aquí con nosotros.

– En el orfanato nos dieron algunos datos tuyos, pero nos gustaría escucharlos de ti. – hablo la señora Watson, su vos era tan tranquila y suave. Muy pocas personas le hablaban así.

Sherlock se le quedo viendo a la familia. Henry Watson un hombre muy consentidor, ama a su familia. Treinta y seis años. Por las fotos y reconocimientos que están colocados en las paredes y en los muebles tal vez es un psicólogo o psiquiatra. Ella Watson, mujer insegura, muy guapa de treinta y cinco o treinta y seis años. Ama de casa y felizmente casada.

Sherlock no tenía muy claro aún el por qué se decidieron por adoptar.

Luego miro a John, por su sonrisa parecía que él era el más contento. Entonces fue John el que pidió un hermano. Gracias a John Sherlock esta fuera, y aunque no le gustara estar mucho con gente “idiota” tenía que compartir tiempo con ellos y pasarla tranquilo, al fin y al cabo ellos fueron los únicos que se decidieron por adoptarlo a él. No comprendía porque.

Sin más, se presentó;

– Mi nombre es Sherlock… Tengo 10 años, curso quinto año en primaria, mis notas son parcialmente buenas. No tengo ninguna alergia, o eso se hasta ahora. Aprendí a tocar el violín, y suelo no hablar mucho durante un tiempo considerable. – si iba  vivir con ellos, tenían que saber lo bueno y lo malo de él. – Mis antiguos compañeros de cuarto me llamaban antipático. – usaban palabras más ofensivas pero pensó en no usarlas, John estaba allí y podría escacharlas y repetirlas. Los Watson mayores le prestaron atención, pero John solo escucho hasta “Mi nombre es Sherlock” después de eso empezó a pensar en lo que podrían hacer, en como lo presentaría en la escuela, en todo. En cómo sería tener un hermano, estaba muy feliz. No se dio cuenta que se perdió en sus pensamientos. Sherlock agrego; – Sobre mi vida antes del orfanato, no creo que sea importante mencionarla.

– entendemos que no te sientas seguro de contarlo, está bien por nosotros. – le sonrió la señora Watson. Lo tomo del hombro sutilmente, y le hablo con su vos tan… maternal – Pero de ahora en adelante esperamos que nos veamos como una familia y que cuentes con nosotros. Nos esforzaremos para que te sientas a gusto aquí. Mañana iré a la primaria donde John esta para inscribirte y no pierdas días de clases.

– ¡wow! ¿Tocas es violín? ¿Tienes uno? – Henry recordó lo dicho por Sherlock.

– Si. No, lo tenía.

Se desilusiono, a Henry y a su familia les encantaría escucharlo tocar.

 

 

– muy bien, Sherlock este será tu habitación. Espero que no te moleste el color y el adornado. – dijo Ella mientras que abría la puerta y dejaba a Sherlock entrar.

La habitación era muy… infantil. Las paredes estaban pintadas de un azul celeste, y tenía adornos de figuras de acción. La cama estaba hecha y la colcha era de Superman. No eran para nada sus gustos, pero no lo mencionó. Era unas personas muy amables, no se daría el gusto de ser hostil o grosero.

– bueno creíamos que adoptaríamos a un niño… menor que John. – susurro Henry.

– Sherlock te dejaremos solo para que puedas arreglar tus cosas con tranquilidad.

Henry y ella se encaminaron a la salida de la habitación.

Sherlock al estar solo, se acercó a la ventana y miro a través de ella. Afuera estaba el patio por donde pasaron para entrar a la casa y a la derecha había un árbol un poco grande, de él colgaba un especie de columpio donde John se columpiaba.

Dejo la ventana y se puso a acomodar sus cosas. Tal vez no sería tan malo vivir con la familia Watson.

Pero no debía desviarse, ahora que estaba fuera no estría tan aburrido tendría más libertades, incluso podría obtener mas información sobre el caso de Carl Powers.

 

 

Salió de su nuevo cuarto, ahora sin su uniforme del orfanato y con suerte ya nunca se lo pondría. Bajo las escaleras, ahí estaba la señora Watson en la cocina preparando algunos aperitivos. No había rastros de Henry. Ella al verlo le dedico una sonrisa.

– John está en su habitación, si quieres ir.

Sherlock asintió con la cabeza y se dirigió a la habitación del niño rubio. No quería estar ahí pero era lo único que podía hacer. Solo, aparentar. Aparte, ese niño era diferente.

Todo levemente a puerta y espero a que contestaran. Al no recibir respuesta abrió la puerta lentamente. Se asomó y un pequeño niño de cabellos rubios estaba tirado boca arriba en la alfombra de adornaba el piso con un juguete en las manos, una figura de acción como las que adornaban patéticamente su habitación. John jugaba con él y hacia como que volaba con cada movimiento que hacía. Seguido de extraños sonidos que salían de la boca del pequeño.

La habitación de John era casi igual a la que le había otorgado a él, solo que esta estaba llena de juguetes por todos lados, desparramados por el piso. Figura de acción. Súper héroes. El prefería a los piratas.

Sherlock toco la puerta nuevamente, esta vez solo para avisar que estaba ahí.

John al verse interrumpido volteo a ver a la persona que estaba en el umbral de la puerta. Sonrió al instante.

Sherlock con sus ojos azules, estaba en su puerta. Pero no mostraba la misma felicidad que John mostraba al verlo. Sherlock era muy serio, incluso aun no lo había visto sonreír… solo aquella faceta de niño calmado y serio. Bueno, lo había visto humillar a un grandulón, era un avance.

– ey… – no sabía si decirle “hermano” “Sherlock” o simplemente dejarlo ahí. Opto por nombrarlo por su nombre. – Sherlock

– John.

– ¿quieres jugar?

– No, yo no tengo nada de esos, – apunto a las figuras de acción de John – no me intere…

El niño rubio dejo su juguete y corrió a rejuntar barias figuras de acción. No dejo continuar a Sherlock porque le entregó varios juguetes.

– Ten este, – le entrego un juguete y luego otro. – y este…. Este también. – lo lleno de juguetes y Sherlock miraba a John confundido. – Te los regalo.                                                                                            

– ¿para qué quiero yo esto?

A decir verdad, hace mucho que Sherlock jugaba con juguetes. Y no era que fuera un amargado, es solo que ya no llamaban su atención. Eso era todo.

– ¡para jugar! – estando los dos parados uno enfrente del otro se notaba la diferencia de altura, John tenía que inclinar su cabeza ligeramente para poder mirar al rostro de Sherlock. –  Dijiste que no tienes ninguno, así que ahora tienes juguetes y podremos jugar.

– son tuyos.

Él no los ocupaba, buscaba la forma de regresárselos.

–Si tú no tienes uno de estos, ¿cómo podremos jugar? Yo tengo muchos.

John se tiró de nuevo al piso. Era obvia la invitación de que él también se sentara junto a él y jugaran. Sherlock bufo, y se dejó caer en el piso junto al pequeño. Tomo no de los tatos juguetes y miro a John. Se sentía tan infantil.

– Mira este – tomo a un juguete que tenía una vestimenta negra y apunto a él. – será el malo y tú y yo vamos a pelear con él.

John tomo con su otra mano otra figura de acción y empezó a jugar. Hacia una voz extraña cuando tomaba el juguete de vestimenta negra seguido de esto con sus labios hacia sonidos  que parecían aparentar explosiones y se tiraba al suelo esta vez fingiendo que su súper héroe estaba herido.

Las circunstancias de por qué estaban peleando y como era que explotaban las cosas, estaba dentro de la imaginación de John. Estaba más que claro que lo único que miraba y observaba Sherlock era a un John que fingía vos de una personaje “malo” y que chocaba seguidamente los juguetes. Para Sherlock era lo más patético, incluso se sentía como su hermano mayor cuando el tenia menor edad. Ahora lo comprendía un poco.

Esto era absurdo, quería dejarlo ahí e irse a investigar, no tenía ganas de estar ahí.

 

 

La señora Watson, compro galletas y tenía pensado llevárselas a John y a Sherlock. Las tomó y las dejo en un plato. Su esposo había salido a su despacho. Subió y llamo a la puerta, esta estaba entre abierta.

Al entrar se topó con un Sherlock con los ojos cerrados, acostado boca arriba en el suelo, con las palmas de las manos juntas y las puntas de sus dedos rosando sus labios, la misma posición extraña con la que lo habían visto en el orfanato. Y su hijo, John, usaba como almohada el estómago de Sherlock, a este parecia no molestarle, parecía que no se había dado cuenta de ello, y jugaba con dos figuras de acción, igualmente boca arriba.

Ella sintió ternura, los dos parecían estar muy entretenidos. Aunque aún no sabía que era exactamente lo que Sherlock hacía. Luego se lo preguntaría. Cerró nuevamente la puerta y los dejo ahí, no quería interrumpirlos. Después se las daría. Parecía que John había escogido muy bien a su “hermanito”.

 


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