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Oportunidad (Johnlock -Kidlock-) por fannigram24

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Notas del capitulo:

¡Hola,  eh regresado!

Como ya había mencionado.  Se me dificulta el publicar seguido.  Y ahora público por medio de mi cel.  Es mas complicado por eso trato de escribir más,  pero tardo mucho en publicar.  Lo siento.  Espero que no les moleste eso. 

 Gracias a las personas asociaciones que leyeron el capitulo anterior y a las que dejaron comentario.  Hoy dejo aquí el capitulo 6, espero sea de su agrado y me dejen un comentario,  para ver que les pareció. 

 

 

– Sherlock, cariño. ¿Cómo te fue en tu primer día en el colegio? – preguntó Ella entusiasmada. 

La señora Watson había pasado a recogerlos como había prometido.  John venia sentado de lado de la ventana derecha mientras que jugaba con unas figuras de acción.  Por lo tanto Sherlock estaba sentado del lado izquierdo. 

– Bien. – contesto sin intención de continuar hablando.  Pero la señora Watson no pensaba lo mismo. 

– ¿Algún amigo? 

Dejo escapar un suspiro por lo bajo. ¿Amigo? ¿Sherlock, y uno de esos incompetentes alumnos, amigos? Por favor. Eso no pasaría.  

– No, solo un chico que quería entablar una conversación, mediocre cabe destacar, sobre temas banales que no tenían un fin especifico. 

La señora Watson sonrió tímida. Ahora que lo pensaba más Sherlock  no parecía ser un niño con muchas cualidades “sociales”. Sintió pena por preguntar sin saber si este asunto le preocupaba al nuevo integrante de la familia. 

– Ningún amigo, entonces. – resumió. 

–… – Sherlock no contesto nada, la señora Watson ya lo había dicho todo. Se limitó a ver por la ventana.  

Ya estaba afuera del orfanato... Podía ir a ver como iba el caso de Carl Powers,  pero ahora la desventaja era que los Watson representaban un obstáculo. Y no sólo la presencia de ellos sino que los “idiotas”, cómo solía dirigirse a ellos,  de los policías no veían bien que un niño estuviera vagando por la jefatura de policías. Tal vez era por ello que tampoco lo tomaban en cuenta. Si tan solo se detuvieran en poco a escuchar lo que tenia que decir… 

– ¿Y a ti John, cómo te fue? 

John por lo tanto se soltó con un extenso monólogo de como había estado su día, y aun así Ella le prestaba mucho atención mientras que manejaba. John no paro de hablar hasta que llegaron a la casa de los Watson.

 

 

 

 

–… James esto no está bien. 

Sebastián estaba viendo la noticia en primera plana en el periódico. Estaban en la habitación del menor. 

– Cállate, Sebastián. – murmuró el más joven, su vista pegada al libro entre sus manos. 

– Pero… él está muerto. – replicó con un ligero tartamudeo, su voz se quebró. 

– Y ¿Qué esperabas? Hice tú trabajo. – despegó la vista de su libro y miró a su compañero con reproche.  

– ¿Mi trabajo? Pensé que solo tenía que asustarlo, golpearlo como mucho.  ¡no matarlo! – agitó el periódico en el rostro de James. 

– Creí haber dejado claro todo cuando te dije que te hicieras cargo de él. – hablo con desinterés e hizo ademán de continuar con su lectura. Sebastian se acercó a él y le arrebató el libro con la mano libre. 

– ¡James, yo nunca haría eso!

– Dijiste que harías todo por mi… – susurró . 

– No me refería a ese tipo de cosas cuando lo mencioné. 

– Ya deja de darle vueltas al asunto. – se paró de la cama y le arrebató el libro a Sebastián para posteriormente acomodarse de nuevo en su lugar y continuar leyendo, no sin antes agregar; – Mira el lado bueno, ya no tendrás que estar defendiéndome cada vez que Powers me molestara. 

– James ¿te das cuenta que mataste a un chico? A mi no me molestaba el seguir defendiéndote.  Para eso están los amigos ¿no? 

James se molesto, le estaba recriminando sus actos. Nadie pensó en él cuando lo golpeaban, Powers no pensó en el daño que le causaba. Solo estaba el joven Moran, pero no quería dejarle todo a él. James tenía que aprender a defenderse  solo,  su padre se lo recordaba  siempre,  y ahora que por fin lo hizo, a los ojos de los demás estaba mal.  ¿que les pasa?  Nadie notaba cuando lo golpeaban, cuando lo molestaban. Solo decide actuar y todos ponen sus ojos en él.  Pues no,  no se arrepentía.  Si no querían que pasara eso, ¿dónde estaban ellos?  ¿asustados? ¿escondidos?  

 

Solo eran los que se hacían los ciegos, que extraño es que ahora todos puedan ver. 

 

– ¡Sebastian, todos mueren! – lo había hecho llegar a su límite.  

Él solo lo hizo porque está harto y ya no quería que Sebastian se metiera en problemas. 

– ¿No lo entiendes? Si te seguías metiendo en problemas por mi te expulsarian del colegio, y no tengo que recordarte que tu tío no está muy contento con tenerte en su casa. Y si le llegaba una cita del colegio por tu mal comportamiento el no duraría en castigarte, para ser más exactos, el no dudaría en golpearte. ¿Comprendes?

Sebastián era huérfano, su padre había sido un militar la guerra no estaba de su parte y terminó muerto.  Su madre lo había abandonado después de eso. Por un tiempo se fue a un orfanato,  no tardaron mucho en encontrar un pariente y pasar la custodia de Moran.  

Lamentablemente su tío no era la mejor persona y lo descuidaba mucho, sus métodos de educar eran muy extremos. 

– James, recibir esos golpes por defenderte, valdrían la pena. Eres mi amigo, estaría ahí para ti. 

– Sebastian, entonces estamos en esto juntos. ¿verdad? – esto último con una voz un tanto intimidante. Sebastian asintió pesadamente. Eran cómplices. Sin esperarlo todo le había caído como un balde de agua fría. Entró en pánico. 

– buscarán al culpable. Pronto te encontrarán, nos encontrarán.  Estaremos en la cárcel… – un sonido mudo y el impacto de la palma de James contra su mejilla lo hicieron callar. Moran inmediatamente llevó sus manos a la zona lastimada.  

– Sebastian, deja el drama. Parece que no me conoces.  No deje pruebas pensarán que se ahogó. – lo dijo tan fríamente, como si el hecho de matar fue una tema normal. Como si fuera lo más común del mundo. El mayor,  sintió miedo….  Miedo de la persona que la sociedad había creado,  miedo de James Moriarty. 

– no te conozco lo suficiente. 

– tendrás que acostumbrarte, que este será el nuevo James Moriarty.  Y se quedará por mucho tiempo. 

 

 

 

 

Había pasado ya una semana desde su primer día de clases, y las cosa no cambiaban.  Sherlock dejo de lado el caso de Carl Powers,  no encontró al responsable y lo dejo en alguna habitación de sus palacio mental como “caso no resuelto”. Buscaría la manera de ya no tener que archivar más casos en esa carpeta mental. 

Era tarde y sus deberes estaban hechos.  Por consecuencia se encontraba en un estado de aburrimiento, esto lo fastidiaba. John por su parte estaba ocupado masticando su tableta de chocolate mientras que miraba fijamente a Sherlock, el cual estaba sentado justo enfrente. Sherlock le regresaba la mirada sin interés, incluso no lo miraba a él sino que estaba sumido en sus pensamientos. En su ya muy famoso palacio mental. Estupidez para muchos y una virtud para el. El pequeño rubio solo lo miraba con curiosidad, Sherlock estaba ahí sin hacer nada. Estaba en una posición ya conocida por John,  palmas juntas, codos sobre la mesa y las puntas de sus dedos rozando sus labios. Y hace unos segundo había cerrado los ojos. El joven Watson ladeo la cabeza. Se preguntaba qué era lo que Sherlock hacia estando en ese estado.  Le dio un mordisco a su barra de chocolate y al instante está hizo un sonido semejante al “crak”, John regreso su vista a él de ojos azules pensando que que tal vez el sonido lo había sacado de su ensoñación, pero no. Seguía dentro de su mundo.  

– ¿Sherlock? 

Lo llamo intentado obtener alguna respuesta de su parte. El mayor continuo sereno sin percatarse del llamado. John le dio el último mordisco a su barra de chocolate,  recargo los brazos sobre la mesa y se acercó más a él chico de rizos,  lo observó de secas. ¿Cómo es posible que no se diera cuenta que estaba a centímetros de su rostro? Sin nada mas que hacer recargó su peso en su brazo izquierdo y con su dedo índice de su mano detecha pincho, levemente, la mejilla de Sherlock. 

El mayor salió de su “transe” y noto lo cercas que se encontraba de su hermano adoptivo. No retrocedió, pero sintió  incomodidad ya que lo había hecho perder el hilo de sus pensamientos. 

– ¿Qué sucede, John?  – preguntó un tanto molesto. 

– Estabas muy callado.  Y no contestabas a mis llamados. ¿Te sientes bien? 

Siempre estaba ahí la preocupación de parte del pequeño. En ocasiones se sentía bien tener a alguien que se preocupara… pero no se lo merecía. Sherlock solo estaba usando a la familia Watson, solo para ganar un juego. 

– Sí… – de nuevo perdido en sus pensamientos. – Solo estaba pensando.  

– ¿No me escuchabas? 

– Estaba en mi palacio mental. Me concentre mucho y me desvíe de la realidad. 

John abrió mucho los ojos. Sorprendido hablo;– ¿tienes un palacio? – se quedó callado unos segundos y después preguntó con entusiasmo: – ¡¿yo también puedo tener uno?! 

– Todos pueden, John. – dijo con aburrimiento. – Pero muy pocos saben usarlo. 

Había dicho esas palabras tantas veces,  que ya sabía lo que ellos contestarían; “todas esas solo son palabrerías de niños que quieren llamar la atención” “son puras idioteces” “¿de donde sacas semejantes cosas?” “eres raro…” pero John era diferente…. 

– sorprendente. 

Era tanta la facilidad que tenia, en algunas ocasiones,  de hablar con John. No preguntaba mucho y tendía a alargarlo por cualquier cosa. Cosas que los que los demás veían como defecto. 

– ¿John,  y tus padres? 

– Papá está en su despacho.  Y mama salio a hacer las compras, te dejo a cargo de mi ya que papá está ocupado.  

Sherlock se quedó callado por unos minutos.  Nunca lo habían dejado a cargo del pequeño John, Ella empezaba a tenerle confianza.  Un punto a su favor, pero en parte responsabilidad. Y eso era de lo que carecía, responsabilidad ¿dónde la encontraría? 

Estaba aburrido, no tenía nada que hacer y por la mañana cuando el señor Watson leía el periódico alcanzó a leer sobre un nuevo asesinato,  solo tuvo tiempo de leer que aún no encontraban la causa o el causante de aquel acontecimiento.  El caso  estaba abierto,  era su oportunidad.  Esta vez sería por su cuenta, no más policías idiota e incompetentes que se metieran en su camino. 

Sherlock ya había ideado un plan para salir de la casa de los Watson e infiltrarse en la jefatura de policías para conseguir más información del caso y de paso hurgar entre los tantos casos sin resolver y pendientes. 

Pero aún había algo que estaba olvidando. John.  Hoy estaba a cargo de él. Dejarlo solo sería desobedecer la orden que le había dejado la señora Watson,  teniendo en cuenta que no lo dejaría totalmente solo, el padre de John se encontraba en casa. Pero eso no quitaba el hecho que si lo dejaba solo estaría desobeciendo una orden directa. Con el señor Watson en casa o no. Tenía que cuidar de John, eso implicaba tenerlo cerca. 

¿Pero, cómo suprimir las ganas de salir e ir a por el caso? 

Dejar a John en casa, no era una opción.

Tenia en cuenta que salir de casa sin permiso era malo. Pero sabía cuidarse solo, había pasado dos años sin Mycroft, sin sus padres. ¿dónde estaban ellos ahora? ¿acaso ni siquiera valía la pena salir a buscarlo? Incluso,  tal vez hasta lo consideraban muerto. 

Pero no.  El estaba aún ahí,  y no gracias a ellos.  Tenia en cuenta que el fue el que salio de casa, nadie lo corrió.  Pero en ese entones no pensaba en escapar,  solo estaba jugando un juego que estaba seguro que ganaría,  pero ahora sentía de todo mejor felicidad por haber ganado el juego. Simplemente esperaba más de su hermano, de sus padres. 

Despejó su mente. 

¿Quién los ocupaba a ellos? 

Él no.  

Opservo mejor al pequeño, John ya no estaba enfrente de él sino que ahora estaba encima de una silla mientras que intentaba tomar entre sus manos una caja de galletas. John se paró de puntitas y obtuvo con un poco de esfuerzo la caja. Consecutivamente bajo de la silla y abrió la caja, para después meter una galleta en su boca. 

Entonces una idea salio de la mente del joven Sherlock. 

Encerrarlo en su habitación,  taparle la boca con algún trapo y prenderle la televisión. Solo lo dejaría ahí hasta que regresara, no le pasaría nada. 

Seria buena idea,  pero la descarto…  no quería ser tan grosero como Mycroft lo había sido con él.  

No quería ser como Mycroft Holmes. 

Dejo escapar un suspiro, y hablo;

– ¿Quieres salir…  – no encontraba la palabra exacta. ¿Cómo decir “vamos a encontrar a un asesino que recientemente había atacado en la ciudad” a un niño de siete años? Sherlock estaba más que seguro que alguien había ocacionado la muerte de ese profesor. –… a una aventura? 

Aventura era la palabra más cercana a lo que habían a hacer. John subió su vista a Sherlock,  y ladeo su cabeza,  una acción muy infantil. Mostró entusiasmo en sus rostro. 

– ¿Cazaremos monstruos? 

Bien,  no le había errado mucho.

– Si. – fue más sencillo de lo que pensó otra niños se hubieran salido con una avalancha de preguntas ilógicas. Sherlock agradeció que John no fuera uno de esos. Incluso,  empezaba a agradable el pequeño Watson. – Cazaremos a los malos. ¿te parece bien? 

– ¡Sí! 

 

 

Salir de la casa había sido fácil.  Habían dejado prendida la televisión de la habitación de John solo para simular. 

John al principio temió el salir sin permiso, pero después de que Sherlock le dijera lo importante que era combatir el mal y que posiblemente después consideran a John un héroe, el pequeño sedio. Toda aquella palabrería esa un farsa,  solo lo había soltado para que John no hiciera un escandalo y fuera con el. Por que si se negaba tendría que emplear el plan B,  el cual consistía en encerrarlo en su habitación amarrado de piernas, manos y con un trapo en su boca evitando que gritara. 

Ya están las cuatro de la tarde, el clima era fresco. Los dos jóvenes estaban caminando por las calles. John tomado de la mano de Sherlock, el mayor de los dos de vez en cuando jalaba sutilmente de la mano de John para que se apresurara cuando se quedaba curioseando. 

Algunas personas se les quedaban viendo,  no todo el tiempo veias a unos pequeñines andando por las calles de Londres sin la supervicion de un mayor. 

Y entonces John empezó a hablar;

– ¿Y…  a donde vamos? 

Sherlock dejo escapar una maldicion por lo bajo y contesto;

– A la jefatura de policías,  ocupó saber más del caso.  Esta mañana,  cuando tu padre leía el periódico, alcance a leer una noticia. Asesinaron a un profesor de primaria, eso no me importaría en lo absoluto si no fuera por que… 

– ¿Es algo tuyo? 

– No,  y no me interrumpas. ¿puedo continuar?  – John asintió apenado. – bien.  Como te decía, no me importaría si no fuera por que no encontraron ninguna huella, signos de resistencia de parte de la víctima,  nada.  Simplemente lo encontraron muerto. En el texto del informe decía que el detective inspector piensa que solo fue un hombre con muchos problemas por eso se  suicidó, algo de lo que no estoy seguro. Ocupo hablar con  las personas que lo conocían.  Así que ahora mismo entraremos a esa jefatura obtendremos información y resolveremos el caso… ¿alguna pregunta?

– ¿Asesino, de verdad? 

Sus palabras salieron con temor y tartamudeo. 

– Posiblemente si. Pero no te preocupes lo peor que puede pasar es morir en el intento de atrapar al culpable…  – John cambio su semblante a uno de terror. – Eso no se escucho muy bien. – susurró. 

– Sherlock, quiero regresar a casa.  Mama se molestara por esto. 

Diablos

– Tengo miedo, yo no quiero hacer esto.  Sherlock vamos a casa.– repitió. John se dio media vuelta y empezó a andar. Sherlock lo tomo de la mano e impedio que siguiera caminando. No podían regresar ahora, no ahora que ya estaban ahí. 

– Watson, te dije que íbamos a atrapar monstruos y parecías emocionado.  ¿que cambio ahora? 

– No estamos hablando de monstruos.  Tu buscas un asesino. 

– ¿Qué diferencia hay en ellos? 

John se quedó callado, Sherlock estaba más serio de lo normal.  Parecía molesto. El mayor de los dos negó con la cabeza mientras que decia las siguiente palabras; – no hay ninguna, John… – suavizó sus palabras y se acercó al pequeño. – y no dejaré que te pase algo. Estoy a cargo de ti y tu eres mi prioridad. 

John se sintió solo un poco mas seguro y se lanzó a los brazos de Sherlock. 

Sherlock actuó indiferente, le dio unas sutiles palmadas en el hombro y lo apartó. Siempre se salía con las suyas, sabía cómo persuadir a la gente y John no era a excepción. Engañar a un niño pequeño había sido tan fácil que solo por un segundo se sintío mal. Así era,  así era Sherlock holmes.  Y aunque no le pareciera la idea, poco a poco se parecia más a su hermano…  Mycroft Holmes. 

– Watson, vamos. 

 

 

 

 

Notas finales:

Lamento cualquier falta de ortografía. 

Nos leemos pronto. 


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