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Oportunidad (Johnlock -Kidlock-) por fannigram24

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Problemas, peleas y ¿Mycroft?

 

Todo siguió normal en la vida de los Watson.  Los mayores en la familia olvidaron aquel acontecimiento y siguieron normal. 

Sobre el caso, Sherlock salió sin John y descubrió quien era el culpable. Estaba seguro que se trataba de Ray –hermano de la victima– ya que a solo días de la muerte ya estaba detrás de la ex-esposa de su difunto hermano. Sherlock se desánimo al saberlo,  era muy común.  El buscaba un buen caso, algo emocionante. No se molestó en ir a la jefatura a decir sus deducciones, no lo tomarían en cuenta. Ignoro todo lo relacionado con los Jhoanson. 

En el colegio Sherlock se metía en problemas todo el tiempo. Los maestros, que en un principio estaban de su lado, ahora le daban la espalda. Lo consideraban un niño grosero. Ella Watson había ido tantas veces a hablar con la directora que ya eran amigas –literalmente–. La mujer no entendía cómo era que Sherlock se metía en tantos problemas en tan sólo unos días. 

La psicóloga de la escuela pensaba que el problema “venia de casa”, Ella se mostró ofendida, pensaban que lo trataban mal. Nunca trataría mal a un niño. Son sus hijos. En el intento de hacer entender que ese no era el motivo por el cual Sherlock era si, fracaso. Todo lo quería arreglar con visitas al psicólogo. 

Las cosas se pusieron tensas.

La pareja Watson no quería que los demás vieran a su hijo –lo veían como a uno propio– como si de un niño con problemas se tratara. Sherlock era un niño normal,  no tenía problemas.  Era solo que él ya era así. ¿tanto les costaba entender? 

 

 

 

 

John había presenciado muchas veces el cómo su hermano se peleaba en la escuela, y siempre que le preguntaban él decía no saber nada. No le gustaba que golpearan a su hermano, le dolía. 

No quería que lo lastimarán, y no lo soporto más. Sabía que su fuerza no era como para golpear a los chicos mayores del colegio. Pero aún así ese día, en el receso, defendió a su hermano. 

– ¡Déjalo! – dijo alzando la voz todo lo que pudo y se paró enfrente de Jackson, el chico que siempre molestaba a su hermano. 

– Aww, ¡la pequeña pulguita! – dijo con fingida ternura. Traía del cuello de la camisa a Sherlock,  el cual sangraba del labio inferior. Al escuchar la voz de su hermanito, se alarmó.

– Suéltalo, ahora mismo. – le temblaban las piernas, y el miedo había aumentado.  

Aquel chico le doblaba la estatura. Pero aún así se quedó ahí parado con la mirada desafiante intentando no aparentar nerviosismo. Solo que Sherlock si lo noto, noto su miedo. Y a pesar de querer morirse y salir corriendo, ahí estaba; frente al chico más intimidante del colegio, rodeado de niños que solo estaban para ver cómo golpeaban a Sherlock. Se enojó , ¿Ellos no podían hacer nada? Solo ver. ¿Qué les está pasando? 

El chico soltó a Sherlock y se hacerlo al pequeño rubio. Lo miró amenazante y le sonrió de medio lado. John se alejó un paso. 

– ¿O si no qué? – John no contestó. Jackson soltó una carcajada y los demás también, de seguro se veía patético ahí. Temblando de miedo. – Aléjate de aquí, enano. – le dio un leve empujón en su hombro. 

Entonces Sherlock pensó que se iría corriendo a esconder. Pero le sorprendió de sobre manera el cómo John le dio una mirada corta a los espectadores y en menos de nada le había dado un derechazo justo en la quijada. Todos abrieron los ojos muy grande y un “¡oh!” Se expandió. Nadie se esperó aquello. Claro que el golpe no fue el más fuerte, incluso ni le dolió.  El pequeño se lastimó más sus propios nudillos. 

Y John supo que hasta ahí había acabado todo. Estaba muerto… 

Esto sin duda enfureció al mayor, dio un paso más y empujó al pequeño contra en suelo. John dejó salir un quejido de dolor. 

– Pensé que serias inteligente al huir,  pero eres igual de idiota que él. – apunta a Sherlock, que hasta el momento no había movido ni un solo músculo. 

Lo tomó a John de la camisa y lo levantó del suelo. John era un niño pequeño y no se ocupaba mucha fuerza para sostenerlo. Le golpeó el estómago. El pequeño se quejó débilmente. Sin duda ese si había sido un buen golpe, le dolió mucho.  Su rostro lo reflejaba.Y solo eso bastó para que Sherlock se remangara la camisa. 

El joven de rizos lo sujetó del hombro, lo volteo y repitió la acción del menor,  le dio un fuerte golpe en el rostro.  Este soltó a John y se alejó unos pasos por tremendo golpe. 

Los niños que estaban alrededor no paraban de sorprenderse. Ya no sabían cómo terminaría. 

– No te atrevas a ponerle una de tus repugnantes manos a Mi hermano. 

– ¿Muy valiente ahora, idiota? – se masajeaba la mejilla. 

Había dado un buen golpe. Ni él mismo Sherlock sabía de dónde había salido tanta fuerza, tal vez fue el clímax del momento. O tal vez el ver que alguien lastimaba a su hermano. Lanzó una pequeña mirada su hermano, estaba en el suelo con las manitas en su estómago. Ahora miraba al chico de frente, con su rostro serio y molesto. Muy molesto. 

Estaba bien que se metieran con él, pero nadie tocaba a John.  Nadie. 

De ahí no saldría,  con al menos unos cuantos huesos rotos. 

Todos estaban viendo horrorizados la escena, Sherlock el chico débil estaba acabado con el bravucón. Claro,  también recibía varios golpes pero eso no le impedia el volver a ponerse de pie. 

 

 

 

Y otra vez, como ya era costumbre. La señora Watson fue llamada para ir a hablar con la directora. Al entrar miró a sus dos hijos sentados en el recibidor. John con la cabeza agachada y Sherlock tomando su mano. 

Se acercó a ellos preocupada. 

– Lo…  lo estaba golpeando. Yo quería ayudarlo. – fue lo único que John dijo. 

La señora Watson lo abrazo con todas su fuerzas. Sherlock se veía muy mal,  tenía el rostro con hematomas. En su uniforme había muchas manchas de sangre y tierra. Aseguraba que había más hematomas por todo su cuerpo. 

¿Qué había pasado esta vez

Los dejo ahí y fue a hablar con la directora. Esto no podía estar pasando. No sólo a Sherlock sino también al pequeño John. 

Al entrar la directora habló; – Lo siento señora Watson, John nunca se había metido en problemas. 

– No cree que ellos sean los responsables, ¿verdad?  Por qué no lo son. Mire cómo los dejo ese niño abusivo. – apunta a las ventanas,  por donde claramente se ve a los dos niños sentados tomados de la mano. 

– Señora, el joven que dicen los agredió está gravemente en el hospital. Dicen que Sherlock se comportó muy salvaje. – niega con la cabeza. – No podemos soportar esos comportamientos. 

– Estoy segura que él solo se defendía. 

Le desconcertó el hecho de que el chico estuviera en el hospital. ¿Qué  tanto pudo haber hecho un niño de diez años contra uno de trece?

– ¿A tal grado? ¿cómo está educando a sus hijos?

La señora Watson frunció el ceño. – ¿Por qué no educan a sus hijos a no agredir a sus compañeros? Si así fuera,  mis hijos no tendrían que haber pasado por esto. Lo siento directora,  pero usted no me dira como educarlos. 

– John es solo un niño,  él no ha hecho nada. El problema está en el joven Sherlock. Es muy rebelde. La mamá de él joven Jackson ha venido, se lo llevaron al hospital. Si no fuera porque una niña vino a informar de una pelea no sé qué sería de él. 

–¡Era un chico mayor, mis hijos corrían más peligro! ¿Dónde está el personal cuando estas cosas pasan? Si solo les pusieran atención eso no habría pasado. Ustedes solo buscan culpables. ¿Por qué no están más al tanto de sus alumnos? 

– ¿Está solapado los actos de Sherlock? 

– No. Pero no acepto que usted sólo le culpe a él.  Por algo lo hizo. 

– Señora Watson lamento decirle que Sherlock y el pequeño John están expulsados del colegio. 

– No se preocupe por eso. No tengo pensado dejarlos en un colegio que está lleno de gente incompetente. 

Salió hecha furia de la oficina. Y con John en brazos y a Sherlock de la mano, salieron del colegio. 

John se abrazó a su madre y susurró un débil; “lo siento.” su madre le beso la mejilla.  No estaba molesta con ellos,  no lo estaba.  Estaba preocupada,  eso sí. 

Sherlock subió la vista y miró a una triste John. 

 

 

 

Entraron a la habitación del menor y al estar seguros de que su madre no los escuchaba, John dijo con un poco de burla en sus palabras;– Así que… ¿En el hospital?

Habían escuchado decir a su madre que Jackson estaba en el hospital.  Sherlock dejó escapar una sonrisa acompañada de una pequeña risa. 

– ¿De dónde salió esa fuerza? ¡Fue increíble! 

– Fue muy bueno tu derechazo. 

– Me dolió más a mi que a él. – hizo un puchero adorable y se tiró a su cama. 

– Si, pero fue muy valiente. 

–… Y estúpido. – susurró avergonzado. 

– ¡Ey! No digas esas palabras… Son malas. – le reprendió. 

– Tú las dices. – lo delató. Sherlock se acostó a un lado de él, con la vista al techo. – Yo quiero ser como tu. – agregó. 

– Créeme, eso es lo que  menos quieres. – viajó su vista al rostro de la pequeño. – Y no repitas lo que yo digo. 

– Está bien. – voltio a ver  su hermano mayor y le sonrió, Sherlock le regreso el gesto. A pesar del dolor que sentían,  se tomaban su tiempo para disfrutarlo.

 

 

 

 

–¡¿En el hospital?! – preguntó aún sin poder creerlo .

– Así es. 

– ¿Cómo es eso posible? 

– Los niños del colegio, los que contemplaron la escena,  dijeron que cuando Jackson golpeó a John Sherlock se lanzó en contra de él.  Dicen que no habían visto algo así.  Fue como si el mero hecho de que golpearan a su hermano lo haya enfurecido. Y pues,  esta en el hospital. 

– La mamá de ese niño no estará feliz. – no pudo evitar sentirse mal por ella. 

– Hmp, se lo merece. ¿Cuántas veces Sherlock llego todo golpeado? Ese niño es un malo. – defendió a su hijo. 

– No les desees el mal, amor.

Después de un corto silencio la señora Watson habló;

– ¿Los cambiaremos de colegio?

– Sin dudarlo. – respondió su esposo. 

 

 

 

– ¿Cuál fue la última actividad? 

– Se le vio por la tarde del sábado. Estaba junto a un pequeño niño; John Watson. Se infiltraron en la jefatura para posteriormente huir del lugar. Regresaron a la casa Watson. Los demás días a estado de ida al colegio y de regreso.  Nada fuera de lo común. 

Habló el joven. 

– Eso es todo, puedes retirarte. 

El asistente sale de la habitación.  El muchacho pelirrojo, toma la carpeta y lee los archivos.  

Con tan solo diecinueve años ya estaba trabajando para el gobierno, esto le ayuda a estar al tanto de su hermano.  Sus estudios se adelantaron y con su inteligencia se hizo de un pequeño puesto.  Claro él no quería solo un pequeño puesto, quería un buen lugar en el gobierno británico.  Y estaba a nada de lograrlo. 

Su única preocupación en ese tiempo fue su hermano. Lo busco por unas horas y al enterarse que estaba en un orfanato lo dejo ahí, todo el tiempo supo dónde estaba. Si lo dejo andar solo era por que eso era lo que Sherlock buscaba, no le rogaría. Eso le enseñaba lo cruel que era la gente. Sabía que nadie lo adoptaría y que cuando Sherlock se cansara de eso regresaría a casa. 

Estaba completamente seguro. 

Para ese entonces ya tenía a gente trabajando para él, nada profesional pero trabajaban para el. Ellos se encargan de informarle de todo lo que pasaba.

Se desconcertó al ver que una familia lo adoptaría, se negó a aceptar que esa familia se lo llevará. Pero aún no contaba con mucho poder,  por lo tanto Sherlock salió del orfanato. La vigilancia aumentó solo un poco, quería que él regresara por su cuenta a casa. Pero no lo hizo. Entonces sin más que hacer lo dejo con ellos después de asegurarse de que eran buenas personas. Pero no se fiaba, sabía que tarde o temprano se cansarán de él. 

Cada tanto tiempo le llegaban informes. Sherlock Seguía siendo el mismo, todo un niño hiperactivo. Se metía frecuentemente con gente mayor. Ocasiona muchos problemas. Cada vez que descubre un nuevo caso,  Mycroft buscaba la forma de alejarlo de él.  No quería que le pasara algo.

Mycroft siempre lo cuido, Sherlock nunca estuvo solo. 

Pero no podía seguir cuidando de él de lejos, tenía que regresar a su lado. Ya no más juegos. 

Sus padres hace un año habían dejado de llamar, solo mandaban dinero. No se preocuparon por si estaba bien, no se dieron cuenta de la ausencia del menor. El dinero que iba dirigido a Sherlock Seguía intacto, cuando el menor de los Holmes regresará se lo entregaría.

– “Es hora de regresar a casa.”– Aleja la carpeta.  Sacude su traje de tres piezas y sale de su oficina. Toma camino a la casa Watson. 

 

 

 

 

Sherlock estaba sentado en la orilla del masetero que había en el patio de la casa. El árbol de que estaba a un lado le protegía de los rayos de sol. Tenia todo su atención en aquel libro entre sus manos, libro que robó de la biblioteca. 

John estaba dentro de la casa jugando con su padre, y la señora Watson sentada en la entrada de la casa con una taza de té, mientas que escuchaba las risas de su esposo e hijo menor y veía como Sherlock leía con tanta concentración. Era sorprendente que a Sherlock le llamarán tanto la atención las bacterias, enfermedades y todo lo que tenga que ver con el cuerpo humano… llego a encontrar libros de  criminologia, y con otros tantos títulos que le costaba mencionar. Tal vez en el futuro podría ser un buen investigador,  doctor o químico. Sonrió ante esa idea. 

Sherlock aún tenia varios moretones en su rostro, dejo escapar un suspiro. No quería que sufriera. Es un buen chico. 

El sonido del teléfono le sacó de sus pensamientos y fue a atender. En ese mismo momento un auto negro se estacionó frente a la casa,  de este salió un hombre de traje, tomo a Sherlock a la fuerza y lo subió de nuevo al vehículo. El auto se marchó. 

Sherlock se removía, lo había  secuestrado. Dejó de resistirse cuando escucho una voz familiar. 

– El juego ha terminado, querido hermanito. 

Se encontraba a su lado y ni siquiera se había tomado la molestia de ver los rostros de esas personas. Solo había tres en el auto, cuatro con el. Y uno de ellos era; 

– ¿Mycroft… ? 

 

 

 

Notas finales:

¡Hola! Aquí estoy de regreso.  Gracias por seguir leyendo. Aquí está el capitulo y espero que sea de su agrado.  Gracias a las personitas  que dejaron comentario y a los lectores fantasma. 

 

Si les gusto, no les gusto o algo no duden en mencionarlo en un comentario. Con gusto les tomare en cuenta. 

 

Como siempre pido disculpas por la tardanza y les agradezco su tiempo. También me disculpo por las faltas de ortografía o cualquier otro error. Recuerdo que escribo desde el cel y es muy difícil, al menos para mi. 

 

Gracias, ¡saludos! 


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