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Mi Niña por LimonyMiel

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Notas del capitulo: Eh aquí la décima parte de esta historia. espero que les guste tanto como a nosotras nos gusta escribirla, realmente cada vez que la otra actualiza nos mandamos Whatssap de: "ya actualiceeeee", y la otra sale corriendo a leer.

Sin nada mas para decir, aquí esta como lo prometí el capitulo 10 de Mi niña.

¡¡Espero sus comentarios!!
Algo que me caracterizaba desde siempre es que no soy muy partidaria del contacto físico, siempre evite los abrazos, los besos las tomadas de manos o las muestras de afecto en general. No podía con mi genio y salía disparada al menor intento de los demás en alcanzarme. Una vez mi hermano quiso abrazarme a lo oso en mi cumpleaños y casi como reflejo, mi pierna había volado a sus partes para mantenerlo a raya, pero sus reflejos eran tan malos como los míos y mi pie termino impactando en sus pelotas.

El hecho de que yo abrace a la gente era una gran muestra de cariño, era demostrarle que significaban mucho para mí. Había muy poca gente a la que le permitía abrazarme, mi padre y mi mejor amiga eran una de esas, siempre y cuando el contacto no exceda demasiados segundos porque llegaba a alterarme y a impulsar a mi cuerpo a escapar de la prisión humana.

Pero…siempre tenia que haber una excepción que confirme la regla, y esa era May, no podía dejar de abrazarla y mantenerla pegada a mi. Como si de algo esencial para mi supervivencia se tratara, la necesitaba como al aire y al café para vivir.

La mañana siguiente a nuestro encuentro me había despertado por una mano que me recorría entre la unión de mis caderas hasta perderse en mi nuca, sentía el pequeño contacto de unos labios en mis hombros repartiendo besos por todos lados de mi cuerpo.
Aun estaba acostada boca abajo, completamente desnuda con mi frente pegada al hombro de May, podía sentir su perfume dulzor junto con su calor corporal; y estaba peleando con todo mi cuerpo para quedarme en esa postura, a su merced, recibiendo sus caricias. Pero debía levantarme.

Murmure algo inteligible y pegue mi nariz a su cuello mientras una de mis manos rodeaba su cintura pegándola mas a mi, si es que eso era físicamente posible, y comencé a mordisquear su cuello con el fin de seguir teniendo su gusto en mi lengua, pase mi pierna entre las suyas acariciando con mi paso su piel aterciopelada y demasiado blanca para alguien que viene de un lugar donde la primavera estaba en su auge.

-Veo que ya estas despierta Iso- me dijo entre risas el amor de mi vida, usando otro apodo en mí nombre causando un vuelco en mí estomago y generando una sonrisa boba en mi boca.

-No quiero despertar, estoy muy cómoda aquí- deslice mi mano de su cintura y la coloque el la curva de su cola tirando de ella para terminar de pegar nuestros cuerpos.

-Quiero pasar toda la mañana contigo, justo como estamos ahora, sintiendo tus labios en mi cuerpo como pequeñas mariposas que pintan mi figura, quiero que tu olor se quede pegado en mi cuerpo a si no te extraño cuando tenga que ir a trabajar y que tu gusto se impregne en mi lengua para poder declararme de una maldita vez una adicta a ti-

Sus labios sellaron los míos, y su cuerpo una vez mas se fundió junto al propio donde las barreras que nos separaban no existían, y nos amamos…como dos adolescentes que recién se están conociendo y sienten esas ganas irrefrenables de nuevas experiencia; su nombre fue repetido unas mil veces mientras me dejaba llevar, mientras el mío se escuchaba sofocado desde sus labios, junto a nuestras respiraciones acaloradas y uñas siendo pasadas por la piel con el fin de dejar un tatuaje grabado en la piel ajena.

Ella se había metido completamente bajo mi piel, no encontraba una forma de vivir en un lugar donde ella no este, realmente aunque mi mente no quiera, estaba aterrada de cometer algún error que pudiera desencadenar en una separación, la deseaba y amaba tanto que cualquier pensamiento de un lugar donde ella no este me parecía sin sentido y horrible. El miedo me carcomía a cada momento, y las hojas de los papeles que me habían enviado los abogados de mis padres se mofaban de mi desde las gavetas superiores del mueble de mi habitación, recordándome que estaba ocultando algo, que aunque me cause daño por el hecho del desamor de mi familia, estaba evitando que Samay sepa parte de la verdad que nos rodeaba.

No le estaba permitiendo consolarme, tampoco me lo estaba permitiendo a mi, el dejar que alguien me vea indefensa y destrozada no era una de las cosas que quería, siempre evite demostrar gran parte de mis sentimientos, no solo los de amor, sino cualquiera, hasta la ira era desplazada de mis facciones, llevando a la gente a pensar que era alguien sin sentimientos, cuando en verdad lo que pasaba en mi interior era que estos desbordaban y se reprimían colisionando entre ellos en el fondo de mi psiquis.

(…)

Luego de que la mañana pasara entre caricias y un desayuno rápido que termino con ambas en la ducha intentando quitar todo los ingredientes de un engrudo extraño de nuestros cabellos, nos habíamos vuelto a acostar sobre una cama de sabanas desechas, donde la habitación tenia impregnado un fuerte olor a sexo junto con un ventilador que mecía las hojas de una revista que estaba apoyada sobre una mesa ratona a los pies de la cama. Cerca del medio día, cuando intentábamos reponernos de una sesión de cosquillas que terminaron con mi cara entre los muslos de May, me di cuenta que no había prendido un solo cigarro en todo el día, y que además de seguro la chica de cabellos de león debía tener hambre, ya que ella acostumbraba almorzar mucho mas temprano que yo.

Tome una remera larga que le había robado al gigante de mi hermano y me la pase por la cabeza, tome unos palillos chinos y los acomode en mi cabello quitando todo este de mi cara, y me estire sobre mi mesa de luz para sacar un cigarro del cajón, junto con el encendedor de benzina, abrir la puerta corrediza de vidrio que daba al balcón y salí quedándome al borde de este. Prendí el cigarro e inspire llenando de toxina mis pulmones y trayendo paz a mi pensamiento.

Era en esos momentos donde me daba cuenta del porque fumaba, era algo casi instantáneo; el montante de angustia de mi pecho se desinflaba con cada calada, y me permitía tranquilizar el embrollo de una idea con otra de mi cabeza.

Gire mi cabeza en vista a la habitación y May se encontraba acostada boca abajo, con la sabana solo tapando la mitad de sus nalgas, su cara estaba vuelta hacia mi, apoyada sobre uno de sus brazos y me sonreía. La maldita me estaba dando la imagen mas hermosa que jamás pensé ver. Era ella, con todos sus demonios y temores la que me enamoraba, sus ojos marrones se veían mas claros con el sol que entraba desde el balcón y golpeaba su rostro haciéndolo lucir mas perfecto si es que eso era posible.

Sentí algo que me quemaba la mano y me di cuenta que había dejado el cigarro prendido y la ceniza se había acumulado y caigo por la gravedad sobre mi mano; la sacudí y dando una ultima calada apague el cigarro. Entre en la habitación y luego pase al baño lavándome los dientes para quitar un poco el sabor del tabaco, luego discutí conmigo misma si la decisión que había tomado hace apenas unos segundos era la correcta, y no encontré otro modo de demostrarle que con ella, iba con todo, arriesgaba no solamente mis cosas, sino todo lo que poseía, como en esos partidos de póquer donde estas segura que ganaras.

Mire mis ojos contra el vidrio del baño tratando de darme valor, y con un último suspiro acomode mi cabello mientras me dirigía a paso ligero a la habitación.

Ella seguía acostada en toda su extensión sobre el colchón de mi habitación, donde hice una nota mental de en mi vida cambiarlo, luego me gire sobre el mueble donde guardaba la ropa y arrastre una silla que me brinde altura; me subí en ella, saque los papeles y desee que ella me amara tanto, que arriesgara tanto y por supuesto que este dispuesta a todo tanto como yo lo estaba por ella.

Sostuve los papeles contra mi pecho mientras me bajaba de la silla y giraba en dirección hacia una hermosa chica con labios en forma de mariposa, que amaba el color violeta y que me tenía agarrada, casi unida a su merced. Me senté en el borde de la cama justo cuando ella se sentaba y recostaba su espalda en el respaldo de la cama, le tendí los papeles de los abogados y rogué al cielo y a los mil dioses del olimpo que ella me siga amando, que no me deje y que, si no se asustaba o enojara, aceptara darme su apellido, y aunque sonara loco e irreal, casarse conmigo.





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Notas finales: 22/04/2016. 2:05 am. Argentina. Haciendo la cuenta regresiva para mi cumpleaños. Limón b29;

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