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Mi Niña por LimonyMiel

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Notas del capitulo:

Apenas termine de leer el capitulo corrí a buscar la computadora y comencé a escribir. es uno de los momentos mas oscuros dentro de la historia. pero creo que es algo que se debe ir analizando, esta es una historia que desde un principio intento ser real, y como toda relación, hay momentos malos y otros buenos. Momentos en los que quieres correr y esconderte de todo y de todos, y otros, esos que son mas lindos, mostrarle a todos los rostros del universo, que el tuyo es mucho mas feliz que cualquiera.

Espero que la historia les guste, que comenten (de una vez!! no se escondan se que están ahí!!) y sigan apoyándonos con sus estrellas :3


El olor a cigarro envolvía nuestro entorno junto con todas las palabras dichas y aquellas que se callaban. El frío se metía bajo mi piel expuesta y hacia convulsionar mi cuerpo mientras mis capilares expuestos se erizaban junto con mis dientes castañeando. El segundo cigarro que me había prendido se iba consumiendo de a poco a medida de los compases de mis caladas, en un moviendo casi mecánico, aun sentía el escozor de la quemadura en mi muslo recordándome con ese dolor que las cosas seguían mal, demasiado mal como para querer hacerme conciente de ellas, y mientras luchaba por quedarme en este mundo, la mano que sostenía el cigarro prendido picaba aun intentando no apagar éste también sobre la piel fría de mis piernas en la presencia de May. Negándome a arruinar más las cosas.
Habíamos dicho todo lo que queríamos decir, pero mis pensamientos aun estaban confusos y me regañaban. Había abierto mis puertas demasiado pronto, había confiado mis temores y mis anhelos demasiado rápido y me arrepentía. El escozor atrás de mis ojos y el nudo alojado en mi garganta tratando de contener el llanto me lo aseguraba. Las uñas de mis manos se cerraban contra estas dejando media lunas contra las palmas que dejaban un rastro de humedad en forma de sangre como prueba de mi inseguridad y enojo hacia mi misma.
Claro que me había planteado una vida con la chica, que con voz compungida, estaba sentada a mi lado, no solo había dejado mis sueños de lado, sino todo rastro de pertenencia, porque mi alma estaba ligada a la extranjera que con sus ojos oscuros me devolvía una mirada tan herida como la que yo intentaba no demostrar.
Mi mente se sentía aturdida, como en un retardo; el tiempo se congelaba junto con el ambiente y empañaba las ventanas de mi psiquis hasta dejarlas anuladas.
Una mano fría que temblaba fue posada en mi antebrazo causando un respingo de mi parte, mis ojos tan vacíos como muchas veces, se movieron sobre la figura de la que había sido mi todo y el eco de su voz se escucho sobre el ensordecedor sonido de la lluvia.
-Iso, ¿Me dejas abrazarte? por favor... Ne... Necesito hacerlo...-
Sin poder evitarlo mis dientes capturaron mi labio inferior mordiéndolo con morbosidad notando el gusto metálico de mi propia sangre dentro de mi boca, y la ceniza que se consumía en la base del cigarro cayo sobre la piel expuesta de mis piernas quemando y regalándome el dolor físico que tapaba el emocional en un vago intento de hacerme sentir mejor.
Algo se había roto… No me sentía igual, es como si la realidad me hubiera escupido y humillado hasta dejarme ver lo que en realidad pasaba. Samay estaba aquí, pero el lazo que creí del más fuerte acero, solo estaba hecho de cobre, ese tan moldeable y que frente a movimientos fuertes se quiebra. Mi familia que había sido mi pilar se había tambaleado frente al terremoto que termino por destruir esos fuertes cimientos. Pero aquí estaba yo, en un día frío más que cualquier otro, intentando mantener juntas las piezas de mi ser que no me permitían abandonarme a la locura, y la única opción que tenia esta frente a mis ojos.
Esa que había sido la razón de mis sonrisas, mis mas sinceras risas y a la única que le había susurrado que la amaba estaba a mi lado, con una mirada de necesidad, casi hasta rogando. Pidiéndome perdón y tratando de que eso que se había roto, se pueda reparar.
Las voces de mi cabeza se batían en una guerra verbal entre ellas, estaban las que me decían que todo metal era fundible, que éste se reparaba cuantas veces uno crea necesaria. Y las otras voces que me susurraban que aunque el metal se reagrupe, que las columnas vuelvan a cernirse de nuevo; nunca seria lo que en un comienzo fueron. Que todo cambiaria.
Mis dientes se apretaron y el cigarro ya consumido lo deposite sobre el cenicero con parcimonia, atrape entre mis débiles manos manchadas de un carmesí tibio las sabanas en un intento de mantener calor o protección y pose mis ojos suplicantes sobre los de ella. Esas ojos se turnaban entre los míos, mis manos y hasta mis muslos sin disimulo, con un gesto de preocupación que me pareció hasta cínico. Esas voces en mi cabeza me repetían que era una mascara todas aquellas emociones, que no crea en los que mis ojos me estaban mostrando, que todo aquello no era real, solo un truco barato de magia; pero las otras voces, aquellas que siempre discutían a las anteriores, me decían que May no poseía razón alguna para mentirme, que debía confiar, volver a arriesgarme, a darle el derecho de la duda, que era hora de pararme y saltar al vacío nuevamente.
No estaba segura el verdadero pasar del tiempo, no sabia si su pregunta, su pedido, hacia sido hace mucho, o si solo habían pasado solo unos segundos. Pero me humedecí mis labios lacerados, mordisqueados y heridos con el fin de contestar.
Pero nada salio de ellos. Mi voz se había quedado atascada en la garganta, haciéndome imposible el poder hablar. No podía decir nada; pero aun mantenía el control sobre mi cuerpo a si que peleando conmigo misma asentí, moviendo casi imperceptiblemente mi cabeza.
Ella que había estado fumando, tiro el cigarro por sobre el barandal del balcón y se paro frente mío, se acuclillo entre mis piernas y sus ojos terminaron de conectar con los míos, en una unión íntima. Sus manos se movieron sobre la piel quemada de mis piernas y aparto las cenizas que ardían al contacto con la piel lastimada, sus ojos al ver la marca de mis muslos se lleno de lagrimas, dándose cuenta que esa media luna al rojo vivo era reciente y susurro algo que mis oídos no eran capaz de captar o si quiera entender.
…Y luego sucedió.
Sus brazos se envolvieron a mí alrededor con miedo, como si temiera que me rompiera en ese simple contacto. Y aunque no estaba muy alejada de la realidad, nunca terminaría por quebrarme y quedar hecha trizas. Porque ella me ayudaría a recoger mis pedazos, y juntas con cinta y el más potente de los pegamentos, reuniríamos las piezas y volveríamos a empezar.
La sabana termino por caer por mi espalda, cuando mis brazos la soltaron y envolvieron protectoramente, casi necesitada, el cuerpo de la otra, y nariz se perdió en el hueco de su cuello al conectar con su hombro y el calor acaricio mi rostro, llenando de a poco, de color aquello que había perdido todo.
(…)
Nos encontrábamos sentadas sobre los taburetes de la cocina, frente a la isla donde se encontraban dos tazas de té caliente. Mis heridas habían sido curadas por May, antes de que ella me arrastrara hasta dentro del departamento donde nos habíamos secado las dos, me había ayudado a cambiarme y luego mientras me retaba por lo que me había hecho me curaba esas heridas que producían un dolor sordo. Mi habla había vuelto en algún momento, y había murmurado una disculpa que no iba dirigido a algo específico, sino a todo, a todas mis acciones hasta ese momento.
Mi muslo se encontraba vendado junto con las palmas de mis manos. Sabia que era una medida exagerada, pero no quería molestar aun más a Samay a si que la había dejado hacer lo que ella consideraba apropiado. No me importaba quedar como una momia, si es lo que ella quería en ese momento.
El té aun humeaba frente a nuestros rostros y la calefacción que había sido prendida trataba de aminoran aquella carga eléctrica que sobrecargaba el ambiente.
Es como si estuviéramos caminando sobre vidrios rotos y clavos, intentando no lastimarnos o decir algo hiriente. Teníamos miedo de hablar y arruinar aun más las cosas. No sabía a donde había ido a parar mi cordura junto con mi fortaleza; intentaba desde el fondo de mi mente luchar contra esas fuerzas que me mantenían en un estado retardado me impulse a que mi mente se serenarse y poder mandar la señal a mi lengua a moverse y hablar.
Un suspiro rompió con el silencio y luego de cerrar los ojos brevemente me concentre en arreglar todo aquello que se había roto.
Debía mantenerme fuerte, volver a reparar las paredes, confiar nuevamente en la chica que estaba en frente mío, tan emocional como yo lo estaba en ese preciso momento.
-Nunca me había sentido tan herida, tan humillada, y tan destrozada. Había depositado demasiadas cosas en ti, y con una simple acción todo lo que creía fuerte se derrumbo, se partió. Eh peleado con aquellas voces de mi cabeza, eh peleado contra mi impulso de autoconservación que me decía que corriera lejos. Y estoy aquí, destrozada, lacerada, humillada, pidiéndote, que te quedes. Que una vez más, me permitas intentarlo. Esta vez con más fuerza, quiero todo aquello que te incluya, aunque mi cuerpo sufra, aunque mi cabeza duela por las repetidas frases dichas en mi cerebro, pero te pido que pienses las cosas antes de hacerlas. Haci como yo las hago, donde antes de pensar en mi misma, pienso en nosotras, ni siquiera en mí. Porque de ser así, nunca jamás te hubiera mostrados esos documentos.
Quiero que te des cuenta que estoy aquí, reviviendo todas esas cosas que creí en el pasado, y haciéndoles frente por ti, por un nosotras, que ya no se si funcionara. Pero que aun así, quiero intentarlo.
No voy a prometerte algo que se que no va a ser posible. Se que no voy a poder tratarte de la misma forma, pero con el tiempo, y a medida de que esto- dije poniendo mi mano derecha cubierta por vendajes sobre mi pecho a la altura de mi corazón- sane, y confíe lo hará todo mi cuerpo y podremos hacerlo de una forma diferente, tal vez mas sana, mejor. Amarnos de una forma mas madura.
Algo dentro mío no me permite dejarte ir, y se que si lo hago lo voy a lamentar, a si que te pido que como yo, te quedes, pienses y confíes. Quiero algo para toda la vida, siempre te lo dije; no me gustan las cosas efímeras porque a ellas no las dejo llegar tan hondo dentro mío, a si que solo debes decirme que te lanzaras al vacío tomada de mi mano, y volveré a llorar y a reír si es lo que quieres-
Mi voz se había mantenido neutral, pero a veces la necesidad plantada en mi lenguaje corporal dejaba ver entre líneas mi suplica, mi necesidad de que aceptara. De que pueda entenderme, y aunque sea un completo desastre me ame, que me espere, que me ayude y acompañe a luchar contra todas mis inseguridades, frente a esos demonios que llenaban mi cabeza de ideas erradas de cosas sin sentidos e hirientes.
Ella estaba ahí, con unos pijamas de terciopelo mangas larga, con su nariz colorada y ojos llenos de lágrimas; sus ojos conectados a los míos, y su mano aun sosteniendo una taza con un líquido ya frío.
En esos momentos necesitaba estar entre sus brazos y no sentirme como en esos momentos, no quería tener mas miedo, quería poder confiar ciegamente en ella como lo hacia esta mañana al despertar. Pero el día se había oscurecido tanto como la situación en la que nos encontrábamos ambas, en esa cocina.
Y deseaba, y cruzaba mis dedos, para que nuestra situación se aclare, como cualquier otro día, que después de una tormenta, sale el sol. Y un arco iris llenos de colores adorna el cielo.

-¿Lo intentaras conmigo?-
(…)

Notas finales:

Aquí Limón b29;.



Argentina. 02/05/2016. 21:28 pm. Tratando de encontrar una sonrisa mas hermosa de la que vi un día 27 a la madrugada, aquella que fue un regalo inolvidable.


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