"La Tercera Maldición"
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Llevaba rato despierto y gritando con exigencia, para que lo liberarán, pero por más golpes que le daba a aquella puerta, sus captores ni le hacían caso. Había despertado dos horas antes en aquella habitación, debía admitir que las personas que lo secuestraron no lo estaban tratando mal, de hecho la habitación en la que estaba, tenía todo lo que necesitaba para estar cómodo; desde una grande y acolchada cama, hasta un baño y una pequeña sala de estar, pero estaba furioso de que se atrevieran a raptarlo, y no solo a él, su bebé y aquel niño que protegía con todas sus fuerzas.
Su verde mirada viajo al infante que dormía en la cama y suspiro, luego miro hacia afuera desde aquella pequeña ventana y solo le dieron unas inmensas ganas de vomitar, como odiaba viajar en barco, y más si estaba muy embarazado, era oficial, quemaría vivos a esos tipejos.
—Tranquilo pequeño, estoy seguro que tus padres y mi esposo nos rescataran. —Le susurro al pequeño, mientras se acostaba a su lado. —Y descuida, no dejare que te hagan daño, antes tendrán que pasar sobre mí y mi hijo.
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Yuuri estaba dando vueltas por todo el salón del gran Shinou, ya llevaban varias horas en ese lugar, esperando a que Tristán logrará dar con su cuerpo, pero al parecer, su cuerpo ya estaba lo suficientemente lejos como para retrasar su búsqueda, lo que significaba que Wolfram y su hijo, también lo estaban.
— ¡¿Por qué tardas tanto?! —Totalmente exasperado, pregunto aquello.
—El espíritu miro mal al Maou. —Estoy tratando de apresurarme. —Se excusó molesto. —No es nada fácil, mi cuerpo está débil y con la lejanía se hace aún más difícil. —Dijo con reproche hacia el mismo.
—No te preocupes, en cuanto entres a tu cuerpo, me asegurare de darte una buena tunda cada que te portes mal, y no permitiré que seas malo ni le faltes al respeto a los demás. —Diana ya más calmada y con el brazo derecho vendado y ligeramente alzado le dijo aquello con total seriedad.
—Y yo la voy a apoyar en todo, así que por ahora has lo que puedas y encuentra al consorte y tu cuerpo, ya luego nos conocerás como se debe. —Damián apoyo a su esposa.
Tristán sonrió sincero al escuchar aquellas palabras de las personas que dentro de poco serían sus nuevos padres, ciertamente se sentía orgulloso por tener la dicha de conocer personas como aquella pareja.
—Me alegra saber que personas como ustedes serán mis nuevos padres, la verdad, espero que me eduquen como se debe, la que fue mi familia no se interesaba en lo que hacía, no importaba si era algo malo o bueno, por eso digo que es un honor que ustedes sean mis futuros padres. —Se expresó sincero.
Y era verdad, la familia que le tocó desde un inicio era algo, liberal e ignorante, no importaba que hiciera, sus padres ni se interesaban. Nadie estuvo con él cuando más lo necesito, solo Marielle, su vieja amiga de la infancia, aquella chica que lo traicionó de la peor manera.
Aquella chica nacida con el don de la magia, que se enamoró de aquel tipejo que tanto dolor le causo a él, a Crystal y a la misma Marielle. Y fue al momento que recordó aquello, cuando se le vino a la mente las últimas palabras de la chica, palabras que ella utilizo cuando lanzó la maldición del ángel y la del espejo de los sueños.
— ¡Ya sé dónde se llevaron al consorte! —Exclamó sorprendido.
Todos lo miraron de manera inquisidora, más la mirada llena de exigencia y desesperación del Maou y futuro suegro, fue lo que lo hizo hablar.
—En el lugar donde la maldición del ángel, el espejo de los sueños y la del alma verdadera fue lanzada. —Reveló con seriedad.
— ¿Alma verdadera? —Cuestionó el Heika.
—Tristán suspiro. —Verán, mi vieja amiga Marielle era una chica muy rara, pero amable, ella perdió a sus padres al nacer y mis padres se encargaron de cuidarla como su hija, ella nació con el don de la magia y aprendió a controlarla gracias a viejos diarios que su madre le heredó, ella fue la que sacrificó su vida a cambio de que Crystal y yo tuviéramos otra oportunidad, pero también lanzó una maldición al hombre que causó todo este embrollo, "el alma verdadera", ella dijo que él no moriría, viviría solo hasta que yo logrará reencarnar y viviría con su verdadera apariencia. —Explico con furia. —Yo solo me centre en mi dolor y me olvide del enorme sacrificio de Marielle para enmendar su error y el mío, ella solo ayudaba al hombre que amaba, pero que tanto dolor le causó, olvide todo eso y le permitía a Joshua salirse con la suya.
Todos guardaron silencio, simplemente no buscaban que decir, ni siquiera Shinou y Murata sabían con exactitud cómo se hicieron esas maldiciones y ahora sabían que había una tercera y más peligrosa, porque el portador de aquella maldición recordaba todo lo que le hicieron y podía descargar su furia en Wolfram y el pequeño Christopher.
—Tristán, di la ubicación de ese lugar. —Exigió Yuuri con total seriedad.
—Tristán miró con decisión al Maou. —En un viejo y desolado poblado cerca de gran Shimaron. —Respondió sincero.
—Yuuri asintió y salió del lugar. —Iré a avisarle a Corart, después de todo, él es el futuro rey de aquel lugar, también le avisare a Gwendal. —Aviso serio.
— ¿Creen que mi bebé este bien? —Diana no pudo evitar preguntar aquello, con lo antes dicho, sabía que aquel ser odiaría a su hijo.
—Shinou comenzó a reír. —La verdadera pregunta es, ¿estarán bien los secuestradores? —Dijo con burla.
—Murata al ver la duda reflejada en los rostros de la pareja Winsord, decidió responder. —Lo que Shinou quiso decir, es que Sir Bielefield mataría a aquel que intente algo en contra de su hijo, aun embarazado, el consorte tsundere es un hueso duro de roer. —Ciertamente esa respuesta le divertía y solo pudo sonreír cuando vio alivio en la pareja. —Mejor nos preparamos para el viaje de rescate.
Y todos los presentes lo siguieron, claro que tuvo que cargar el espejo y al chibi Shinou, quien no se perdería aquello, por nada.
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Sintió que lo estaban tocando y despertó alarmado, solo para ver que un encapuchado se tomaba libertades para acariciar su vientre, era oficial, mataría a aquel desgraciado.
—¡¡ALEJESE!! —Grito furioso, mientras estampaba un fuerte puñetazo en el rostro de aquel hombre.
Wolfram se puso de pie y tomo entre sus brazos con todo y sábana al bebé, el cual se removía con total inquietud, debido a lo antes sucedido. Se alejó, hasta llegar al baño, y dejo al infante envuelto con la sábana en el suelo, y se puso en posición de pelea frente a la puerta del baño.
—Vaya, al parecer no me mintieron y el doncel Wolfram Von Bielefield es toda una fiera. —Hablo con burla, mientras se ponía de pie y sobaba el lugar afectado.
—Si creyó que me quedaría de brazos cruzados a esperar que me rescaten se equivocó, no soy una damisela en peligro, fui un soldado y soy un padre muy protector, un padre que es capaz de matar si se meten con mis hijos. —Respondió con odio.
El hombre comenzó a reír de manera escandalosa, en verdad le gustaba y disfrutaba con lo que pasaba, mientras que Wolfram estaba aterrado por no poder hacer gran cosa, claro que no demostraría miedo, sino su hijo y aquel bebé sufrirían más que él.
— ¡No se acerque! —Exigió temeroso al ver que ese hombre se acercaba.
—Mira muchacho, no tendrás que preocuparte por si te rescatan, planeo hacer que adelantes tu parto al llegar a nuestro destino, una vez hecho esto, me llevare a tu hijo lejos y te mataré junto con aquel engendró al que proteges. —Reveló no solo sus verdaderas y oscuras intenciones, sino también su verdadero rostro.
—No... No lo permitiré. —Wolfram no solo se asustó por la amenaza, también por aquel rostro desfigurado, y no solo tenía el rostro irreconocible, también tenía unos pequeños cuernos y uno que otro mechón de cabello castaño, también se sentía un ligero y hediondo olor y aquellos fríos ojos azules que lo miraban con odio. No lo pudo soportar, era demasiado para alguien en su estado, el solo pensar en que ese ser se llevaría a su hijo, lo hacía perder el juicio, comenzó a llorar desesperado.
—Ahora que ya sabes todo, espero y te comportes. —Salió del lugar, no sin antes mirar al destrozado doncel. —Mandare a alguien para que traiga comida, no quiero que mi futuro esposo sufra antes de nacer. —Informó con malicia, para después cerrar el cuarto.
—Wolfram apretó sus puños con fuerza. —Primero muerto maldito. —Llorando y decidido, comenzó a preparar su plan para evitar las intenciones de aquel monstruo y darle tiempo a su esposo de que llegara. —Más te vale llegar pronto enclenque.
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Joshua era su nombre, y junto a ese simple y ejemplar nombre, hubo alguna vez un apuesto y muy valorado varón. Recordaba su apariencia perfecta, ¿cómo no hacerlo?, era perfecto y siempre se la pasaba observándose en el espejo. Sus ojos eran de un color azul eléctrico y atrayente a su parecer y el de donceles y mujeres, su larga cabellera castaña y lacia siempre la tenía amarrada en una coleta baja, se daba sus toques rebeldes y lucia más apuesto, su cuerpo musculoso y varonil y su posición económica atraían a cuanta persona se le acercaba, incluyendo a Marielle Renault, esa mujer que le dio la horrible apariencia que poseía en esos momentos, la odiaba con todo su ser.
Recordar el cómo se dio todo ese embrollo, lo pone enfermo, todo porque Crystal Von Bielefield lo rechazo, todo porque ese inepto doncel no supo valorar a su preciada persona, todo por el maldito Tristán Von Winsord. Se aprovechó de la patética hechicera, le dijo tantas mentiras del inocente y hermoso Crystal, le hizo creer que el doncel era malo, que solo era un interesado y que solo causaba daño, tantas mentiras que le causaban gracia, sobre todo porque Marielle se lo creyó y le ayudo a alejar a Tristán de lo que era suyo por derecho y cuando consiguió lo que quería, desecho de la manera más cruel a esa estúpida, ¿cómo olvidar la cara de la torpe chica?, sus azules ojos tan llenos de dolor y decepción, pero se enorgullecía tanto por haberla puesto donde pertenecía, ella era basura y el oro puro, pero de un momento a otro, todo le salió mal.
Crystal murió y no lo hizo solo, el maldito Tristán logro lo que él no, obtuvo el amor y la virginidad de ese doncel, el cual murió de tristeza y agonía por todo lo sucedido, maldijo a ese desgraciado y cuando estuvo a punto de obtener su preciada venganza, Marielle llego a arruinarlo, le dio una oportunidad a su enemigo y al doncel que había muerto, no supo cómo, pero ella encontró lo necesario para hacer tres hechizos, con un reloj de oro que Tristán le regalo al doncel, fueron creadas las tres maldiciones.
La primera, la maldición del ángel, esta maldición le permitiría a Crystal reencarnar una y otra vez hasta obtener la gloria que se merecía, con el detalle de que recordaría sus vidas pasadas al estar a punto de morir y decidir si seguir reencarnando o no. La segunda maldición fue hecha con ayuda de un espejo de plata que Crystal le regalo a su preciado amado, con dicho objeto se creó la maldición del espejo de los sueños, esta le permitiría a Tristán ayudar a otros desgraciados como él, a evitar tragedias amorosas como la que tuvo, con el detalle de que su alma estaría encerrada en aquel espejo hasta que el decidiera reencarnar. Y la última maldición, el alma verdadera, hecha con ayuda del dolor causado a los involucrados de las maldiciones anteriores, esta era muy diferente, el portador no envejecería ni moriría y por más que intentará cometer suicidio, la maldición no se lo permitiría, cuando la escucho le agradeció, pero luego le dijo la oscura verdad, "como eres en realidad, así te verás cada que veas tu reflejo, un monstruo asqueroso y carente de un corazón, y por más que te quieras liberar, jamás lo permitiré".
Cabe decir, que lo último que dijo lo lleno de rabia e impotencia, "tu fin solo llegará hasta que Tristán logre reencarnar y jamás volverás a hacer daño alguno". Y después de aquello, se vio metido en ese asqueroso cuerpo y los objetos donde aguardaban las almas de Tristán y Crystal habían desaparecido y junto con esos objetos, Marielle la asquerosa bruja también, el costo para hacer esas tres maldiciones fue su cuerpo y alma, dejando la nada en lugar de aquella patética mujer.
—Pero tu plan no funcionó Marielle, yo obtendré a mi querido Crystal y mataré a Tristán de una vez por todas. —Una malévola sonrisa surco su asqueroso rostro.
Y si Joshua lo decía, entonces Joshua lo cumpliría, y esta vez no planeaba perder ante nada ni nadie.
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Yuuri ya estaba en el barco que los llevaría a su destino, y con él había una gran tropa de soldados, tanto de Gwendal como de Conrart, quienes ya estaban al tanto de lo que sucedía, claro que también estaban los Winsord, Gisella, quien no podía faltar por si ocurría algo, y Adalberto, quien no dejaría sola a su esposa, y por supuesto, Murata, shinou y Tristán, quien cada vez brillaba con más intensidad, lo que significaba que se acercaban al lugar.
—Resiste un poco más Wolf, te prometo que pronto llegaré. —Susurró preocupado, mientras veía el cielo.
Y no mentía, porque Shibuya Yuuri salvaría a su esposo e hijo y mataría a ese tipo que se atrevió a llevarse lo que era suyo.
CONTINUARA