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El embaucador de dioses. por Seiken

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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

Avisos:

Esta historia como todo lo que escribo es del género yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano.

Siempre me han gustado mucho los personajes de Kanon y Radamanthys, y los dos juntos, pero nunca he podido leer una historia en la cual no hagan excesivamente sumiso a Kanon, o que pongan al Wyvern como uke, así que aquí esta, prácticamente me la escribí de regalo de cumpleaños y también se la dedico a Yuriko Hime.

Sé que les gustara esta historia tanto como a mí, por cierto, consta de tres capítulos más un epilogo, por lo que ahora son 4 capítulos.

Mil gracias por su atención y sus comentarios.

Y como amo esta pareja, sí, así de loca estoy, ya pensé en la secuela.

KRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKR

El embaucador de dioses.

Resumen: Kanon es un hombre reformado, pero a pesar de eso, aun mantiene un deseo oscuro en su corazón, un dragón de escamas doradas que lo cautivo desde su juventud, por el cual está dispuesto a lo que sea, con tal de tenerlo para sí.

Capitulo 3

La captura del dragón.

— Fui un estúpido, no debí pedir un solo día, sino una semana… tal vez seis meses, como en los mitos.

Le comento estirándose en su cama cuando hubieran terminado, observando la pacifica apariencia de aquel hombre mientras dormía, recorriendo sus mejillas, despejando su rostro del cabello rubio que se le pegaba a la frente.

— O toda una vida.

Kanon se levanto para admirar al espectro en su cama, no sabía qué clase de rango tenía, pero no le importaba que fuera el equivalente a uno de los santos dorados ni que ostentara el mismo rango que él, eso solo le hacia un mejor premio cuando derrotara a los dioses.

Aun faltaban pocas horas de dicha y estaba dispuesto a dejarlo dormir unos pocos minutos para que pudiera recuperar un poco de su fuerza, sin embargo, de pronto se removió en su cama, cambiando ligeramente su postura, permitiendo de esa forma que pudiera admirar su cuerpo y su rostro, acercándose un poco más a él, recorriendo superficialmente sus cejas, su nariz, sus labios, encontrándolo hermoso.

Abriendo los ojos para mirarlo fijamente, llevando su mano derecha a su mejilla para besarlo de nuevo, recibiendo un gemido como única respuesta, relamiéndose los labios poco tiempo después con una extraña sonrisa en su rostro.

— ¿Cuántas horas faltan?

Kanon, quien se placía de utilizar su inteligencia y su lengua de plata para convencer a los demás de seguir sus órdenes, de pronto se vio sin poder pronunciar cualquier clase de sonido.

— Seis horas.

Respondió, sintiendo como el espectro lo jalaba en su dirección para besarlo con insistencia, gimiendo cuando sus sexos se frotaron con delicadeza, sus ojos amarillos fijos en los suyos con una expresión que fascino a Kanon, era la misma que usaba cuando era un muchacho en aquella playa.

— Es tiempo suficiente.

Kanon comenzó a reírse, no esperaba que su espectro rubio lo deseara también, creía que lo estaba forzando a entregarse a él, por lo que recargándose en su codo comenzó a admirar su cuerpo, recorriendo con demasiada atención sus cejas con las puntas de sus dedos, aquellas que nadie más había encontrado agradables hasta ese momento, sorprendiendo al espectro de ojos amarillos, las que armonizaban perfectamente con sus facciones, haciéndolas mucho más varoniles, junto a unos labios delgados, una nariz fina y cabello dorado como el sol.

— Quiero que Radamanthys regrese a mis brazos.

Pronuncio, seguro de que su espectro lo deseaba, de que otra forma durante esas últimas seis horas y las anteriores dieciocho no pudieron separarse del cuerpo del otro ni de su lecho, ni siquiera se alimentaron, sedientos como estaban del cuerpo de su rival.

Saga no podía creer lo que Kanon le contaba con desenfado, la forma en la cual uso su poder para tomar lo que deseaba, conspirando en contra del santuario de Athena, usando a uno de los jueces como su amante.

Pero no sabía que le sorprendía más, que tan astuto era su hermano menor, quien le observaba con detenimiento, esperando su respuesta, o que fuera Radamanthys, el Wyvern, aquel que era capaz de despertar aquellos sentimientos en Kanon.

Quien era inalcanzable para los demás, hasta cierto punto se trataba de un hombre huraño y misterioso, no trataba de conversar con los otros santos, mucho menos con los aldeanos, el único que llegaba a conversar con él era Milo pero sabía que su relación era solamente de compañerismo, ni hombres ni mujeres del santuario lograron seducirlo, ni Sorrento, ni Thetis, sólo ese juez rubio, a quien no conciliaba con el deseo que su hermano mostraba por ese guerrero.

— Quiero recuperarlo y tú me ayudaras Saga, si quieres que te perdone y te ayude a cimentar nuestra victoria, reparar el daño que le hiciste al santuario, lo que tú destruiste cuando dejaste que tu lado oscuro te dominara.

No le interesaba la forma en que Saga lograra su propósito, bien podía usar a su cangrejo para visitar el inframundo y a su rosa para secuestrarlo, o lo que fuera que le diera la oportunidad para traerlo al santuario de la diosa de la sabiduría, él quería una oportunidad para seducir a Radamanthys teniendo la ventaja, eso era todo lo que necesitaba para perdonar a su hermano mayor, para ayudarle con las tareas que tenía en mente.

— Es un espectro, no puedo simplemente obligar al dios Hades a que lo envié al santuario, sin contar que lo que me pides es inmoral, es un humano, no puede ser un esclavo.

¿Un esclavo?

El no deseaba un esclavo y obviamente le costaría trabajo ganarse su perdón, después de todo trato de asesinarlo, a él, su hermano menor y Saga se encontraba en un estado vulnerable, del cual podía sacar provecho.

De todas formas se iría al infierno se dijo, era un pecador, había manchado sus manos con sangre, había traicionado y cometido actos de la peor naturaleza, manipular a su hermano para que le consiguiera lo que deseaba no era nada del otro mundo.

— No quiero un maldito esclavo, Saga, quiero la oportunidad para seducirlo, se que él me desea, si no porque actuaria de esa forma, además… debilitaríamos al inframundo si lograras traérmelo.

Lo que decía era absurdo, tanto él como Saga lo sabían, sin embargo, su hermano mayor asintió, de alguna manera le conseguiría a Kanon lo que le pedía.

Cumpliría los deseos del menor de los dos, quien jamás había obtenido lo que deseaba, así que esta vez sólo para variar, concedería su capricho.

— ¿Me perdonaras si hago lo que me pides?

Quiso saberlo, si estaba dispuesto a realizar un acto como el que Kanon le solicitaba, debía estar seguro de que lo perdonaría, que le brindaría su ayuda para reconstruir el santuario, para cumplir con su deber como patriarca y los sueños de su juventud necesitaba de alguien tan astuto como su hermano menor a su lado.

— No solo te perdonare Saga, te ayudare a reformar el santuario, pero sólo si me consigues mi oportunidad.

Saga solamente asintió, era eso lo que deseaba escuchar y sin más, abandono su templo para buscar la forma de ser perdonado por Kanon, quien tenía razón, si apartaban a uno de los jueces del dominio de Hades, le restaría una tercera parte de su poder.

Kanon regreso a su cuarto estirándose un poco, recordando lo absurdo de su despertar, el que no sucedió como el de los otros, sino por el contrario, cuando abrió los ojos, no se encontraba ni en la tierra, ni en el inframundo, ni en ninguna parte.

El espectro que asesino con su último aliento estaba en el mismo lugar que él, una tierra árida con los restos de lo que parecían casas de alguna aldea como ídolos de antaño, los testigos del tiempo transcurrido en esa dimensión carente de vida, sin árboles, ni cielo, una gran nada de inmensa extensión.

Radamanthys aun tenía su armadura, o lo que quedaba de esta, de no ver como se movía su pecho al respirar hubiera creído que estaba muerto, como esas extrañas tierras que le hacían creer en el Limbo a pesar de estar en un lugar tangible.

Kanon cargo a Radamanthys sin ningún esfuerzo, llevándolo en su hombro hasta que encontró un sitio que parecía cómodo, una casa con techo, la única de ellas, dejando caer al que pensó por un tiempo sería su trofeo cuando cristalizara todos sus alocados sueños, sentándose a su lado para verlo dormir.

Estaba vivo, pero no así su armadura, la que le quito con delicadeza para no despertarlo, dejándolo únicamente con su ropa negra que estaba desgarrada en el costado, Kanon se sentó entonces al otro lado del cuarto, esperando el momento en que su acompañante despertara.

Quien abrió los ojos unas horas después, sentándose en el suelo con lentitud después de jadear como si hubiera mantenido la respiración por mucho tiempo, frotando sus ojos con ambas manos, tratando de recordar que había pasado, preguntándose cómo era que perdió su armadura.

— Veo que ya despertaste.

Escuchándolo moverse entonces al otro lado del cuarto, observándolo fijamente como si no comprendiera porque estaban en el mismo sitio, logrando que Kanon volviera a sonreír, de aquella manera que le molestaba tanto, como si tuviera el poder en aquel sitio.

— ¿Kanon?

Kanon camino lentamente hasta hincarse a su lado, relamiéndose los labios ahora que tenía toda su atención, diciéndose que no había nada de malo si utilizaban ese tiempo que se les ofrecía.

— Yo que quería despertarte con un beso.

Radamanthys apretó los dientes e intento golpearlo con su mano derecha, la que sostuvo con fuerza, admirando el hecho de que aun en ese momento, era mucho más fuerte que su apasionado rubio, quien le miraba sorprendido sin entender la razón por la cual su cosmos aparentemente le había abandonado.

— Ya será la próxima vez.

Radamanthys trato de liberarse, pero no pudo hacerlo, tragando un poco de saliva cuando invadió su espacio vital para recorrer su mejilla con su pulgar derecho, casi pegando su rostro al suyo, con una sonrisa que solo le auguraba placeres.

— Pero ya que estamos a solas, porque no lo aprovechamos, como en los viejos tiempos Radamanthys.

El espectro rubio volvió a enfurecer al escucharle decir aquellas palabras, intentando alejarse, pero cuando no se lo permitió utilizando su fuerza y su cosmos para mantenerlo quieto, aprovechando su debilidad gruño furioso.

De pronto se lanzo en su contra, tratando de ahorcarlo con sus manos denudas, sin darse cuenta que al hacerlo, se colocaba a sí mismo en una postura demasiado comprometedora, sentándose en las caderas de Kanon, restregando su propio cuerpo contra el sexo del dragón marino.

— ¡No volverá a pasar!

Le advirtió pero Kanon se rio de nuevo, casi se carcajeo al escuchar esa promesa, Radamanthys lo deseaba y utilizando su fuerza superior cambio sus posturas, recostando al espectro debajo suyo, sujetándolo de las muñecas, colocándolas a la altura de su cabeza.

— Yo pienso que si Radamanthys, no es como si pudieras detenerme, además…

Radamanthys trato de liberarse, pero sin demasiado esfuerzo al sentir como lamia su cuello lentamente, recibiendo un gemido apagado al mismo tiempo que su dragón se retorcía debajo de su cuerpo, sus ojos fijos en los suyos, el también estaba excitado con aquella proximidad, podía sentirla a través de su ropa.

— A diferencia de mi hermano, yo sé que soy un pecador y no me molestaría forzar a un espectro a que se entregue a mí, ya lo sabes, no es verdad.

Kanon le advirtió antes de besarlo por la fuerza, chocando contra los labios firmes de Radamanthys, que trato de liberarse de nuevo, empujando el pecho del dragón marino cuando por fin dejo ir sus muñecas, el que mordisqueaba su labio inferior, usando su lengua, cada una de las artes de seducción que conocía, tratando de hacerle responder a su beso apasionado como lo hacía en el pasado.

— Nuestros cuerpos ya se conocen Radamanthys, porque negarnos este placer.

Radamanthys logro soltarse de las manos de Kanon y gateo para tratar de alejarse de su enemigo, comprendiendo con horror que no podía elevar su cosmos, no había forma de enfrentarse a su rival, mucho menos detenerlo.

Kanon al ver que volteaba e intentaba alejarse lo sostuvo de la cadera, pegándolo a su cuerpo, besando su cuello recibiendo un gemido del menor, quien maldijo en voz baja, intentando golpearlo de nuevo.

Pero su puño no pudo impactar contra nada, porque Kanon lo sostuvo de la muñeca convocando su cosmos, volteándolo de nuevo para besar sus labios con mayor voracidad, con mucho mas deseo si era posible.

Recibiendo una tímida respuesta del espectro, que llevo sus manos al cabello azul enredando sus dedos en las hebras sedosas, logrando que se sintiera orgulloso de su poder sobre semejante criatura, no había forma de que este dragón pudiera negársele, después de todo, los dos eran de la misma clase.

— Así me gusta.

Susurro antes de poseer ese cuerpo de nuevo, sintiendo el entusiasmo de Radamanthys, como a pesar de sus esporádicos intentos por liberarse, termino jadeando en su oído, entregándose al placer.

— Tan dócil…

El era tan dócil se dijo Kanon, esperando escuchar una respuesta positiva de su hermano mayor, quien era el patriarca, el que tenía el poder para conceder el único deseo que aún conservaba de aquella vida pecaminosa.

Saga como representante del dios triunfante de las guerras podía y estaba en su derecho de pedir un tributo o una muestra de buena fe de sus enemigos, todos ellos, aun el propio dios Hades.

El mayor no le había dicho nada en todo ese tiempo, en más de un mes de espera después de los tratados de paz creía que no pudo obtener lo que deseaba como su única condición para perdonarlo y así brindarle su ayuda.

Esperaba que su hermano no le hubiera traicionado, que hubiera hecho lo que debería, lograr que su amante regresara a sus brazos o intercambiar algo por ese espectro, no le importaba como, lo deseaba a su lado.

— Saga no me digas que ya te rendiste, pensé que tenías mucho más poder que ese.

Su hermano guardo silencio, Hades no estaba contento con aquella petición, ni dos de los jueces del inframundo, pero el tercero, justo aquel que deseaba su hermano guardaba silencio absoluto, sin decir nada o maldecir a Kanon, como si comprendiera la razón detrás de sus palabras.

Haciendo que se preguntara porque motivo parecía conforme con lo que había dicho y de qué forma su hermano, si es que todo lo que le confesó era cierto, logro que ese hombre de apariencia adusta se le entregara.

Era un enemigo poderoso cuya lealtad era legendaria en el inframundo y fuera de este, daría su vida por su dios Hades, de formas que muchos de sus santos no lo harían, tan grande era su lealtad que no se atrevió a pronunciar una sola palabra hasta que el regente del abismo le dio permiso.

Simplemente no lo comprendía, ni siquiera el gusto de Kanon por ese individuo de apariencia peligrosa, que no era hermoso como Afrodita, ni siquiera como Sorrento, Milo o Camus, pero aun así, Kanon nunca había deseado a alguien por tanto tiempo como lo hacía con este espectro, su interés generalmente se evaporaba con demasiada rapidez.

— Hades mandara a Radamanthys al santuario, estará aquí durante tres semanas, es lo máximo que pude hacer.

Respondió Saga, a su lado estaban sus dos santos favoritos, Afrodita y Deathmask, los que le miraban con cierta diversión, tal vez comprendiendo su deseo y encontrándolo ridículo, justo como su hermano mayor, quien de todas formas cumplió su condición.

Haciendo que se preguntara si tan grande era su culpa o la necesidad por tenerlo de su lado.

Su culpa al dejarlo morir en cabo Sunion al desentenderse de su hermano menor, pero si ese era el caso, su traición comenzó cuando lo abandono en las sombras del santuario a su suerte, como si nunca hubiera existido, todo porque Shion creía que él nació bajo la estrella de la desgracia.

O necesitaba de su astucia para poder mantener la túnica del patriarca consigo, porque Shion seguía con vida y no creía que fuera tan fácil perdonar los actos que su hermano cometió en su contra, mucho menos cuando el mismo Aioros resucito junto a los demás, pero por el momento nadie sabía en donde se encontraba el santo de sagitario.

— ¿Cómo?

Quiso saber Kanon, quien tenía una sonrisa sincera, esperando escuchar cuando y como era que Radamanthys llegaría al santuario para permanecer a su lado por seis meses al año si los mitos estaban en lo correcto, agradecido con Saga porque cumplió su promesa, dispuesto a brindarle su ayuda para lo que su hermano mayor le necesitara.

— No querrás saberlo, pero si debo advertirte, que solo pasara una vez. Pero si logras seducirlo en tres semanas o en todo caso, que consuma algún alimento de la tierra, tal vez le permitan regresar a tu lado como tú lo deseas.

Respondió su hermano, levantándose de su trono, esperando que con eso Kanon cumpliera con su parte del trato, que le ayudara a reformar el santuario, a regresarlo a su antigua gloria, reparar lo que el destruyo y mucho más importante aún, que lo perdonara por los crímenes que siempre había realizado en su contra.

— ¿Qué le prometiste al dios Hades?

Kanon tenía que saber que había en juego, aunque de todas formas estaba seguro que lograría su cometido, no era como si Saga hubiera arriesgado su vida por uno de sus caprichos, así no era el mayor.

— Hicimos una apuesta y más vale que no me falles.

Hades no se apiado del sufrimiento de su hermano, por el contrario, le prometió a su Wyvern si a cambio le daban un alma del mismo valor, decía que Kanon debía quemarse en el inframundo, era un pecador, había traicionado a los dioses, necesitaban hacerlo un ejemplo para que ningún otro mortal cometiera el mismo error, pero eso no se lo diría a su hermano, porque lo había vuelto a traicionar sin proponérselo.

— ¿Una apuesta?

Pregunto siguiéndolo, escuchando como Deathmask se reía entre dientes, ellos conocían la clase de apuesta que hizo Saga, pero le juraron no decir nada, después de todo, era Kanon quien estaba cavando su propia tumba.

— Así es, Kanon, ahora, me perdonaras por no darte una sola oportunidad, por creer que tú eras la mitad oscura, por darte la espalda desde que fuimos niños. ¿Podrás olvidar que nunca he estado para ti?

Kanon asintió, estaba más que complacido, esa era sin duda la primera vez que lograría cumplir uno de sus objetivos, Saga debería saberlo porque se esforzó demasiado para cumplir con su parte del trato, ya que no se sorprendió cuando lo abrazo con fuerza, dejando ir su resentimiento al ver una muestra de amor tan grande como esa, seguro de su arrepentimiento.

— Te has vuelto mi hermano favorito Saga, es más, ni siquiera estaba tan molesto realmente.

Saga asintió, al mismo tiempo que Kanon se marchaba de la cámara del patriarca, tenía tanto que preparar para la llegada de su amante, terminando con los preparativos hasta muy entrada la noche, cubierto de sudor y polvo, cansado como nunca antes, no por un entrenamiento, pero por todos los arreglos mundanos que tuvo que realizar, aquellos que no consideraba dignos de un santo dorado o el de un aspirante a caballero, trabajos que nunca creyó dignos de su persona.

Kanon se sentó en la cama para poder admirar la recamara reluciente no sabía en cuanto tiempo, estaba nervioso porque la última vez que pudo estar a su lado no fue aquella del limbo, sino una posterior, de alguna manera convenció a Deathmask de transportarlo al Yomotsu y salto al agujero que daba al inframundo.

Poco después obligo al barquero a llevarlo al otro lado del rio pagándole con las monedas que deseaba, estaba haciendo todo un alboroto en el inframundo, llamando la atención de su amado juez, quien se presento en silencio, furioso, pero lo llevo a un cuarto enorme en donde podía ver almas caminando como perdidas, su amante le explico que en ese lugar juzgaban a las almas y que eso era lo que haría durante los próximos años de su vida.

Kanon necesitaba hablarle, quería convencerlo de darle una oportunidad, había leyendas que contaban de vivos en el inframundo, la misma Persephone, si es que ella existía, habitaba aquel sitio al comer una granada, el estaba dispuesto a todo eso, pero no quería alejarse del espectro rubio.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

El dragón marino respiro hondo, como explicarle a un espectro lo que deseaba de él, buscando la mejor forma de convencerlo de darse una oportunidad, su historia era corta, demasiado para un alma que se suponía reencarnaba guerra con guerra, pero quería creer que con él era especial.

— Te amo.

La expresión de Radamanthys era de tranquilidad absoluta, no estaba emocionado, ni parecía remotamente interesado en lo que tenía que decirle, solo le miraba sin decir una sola palabra.

— Y se que tu también sientes algo por mí, al menos lujuria.

Radamanthys de pronto desvió la mirada, posándola en el infinito, respirando hondo, Kanon quería creer que le daría una oportunidad, pero no estaba seguro del todo, nunca antes lo había visto tan tranquilo, era casi como si estuviera muerto.

— Los espectros no amamos.

Respondió al mismo tiempo que comenzaban tres campanadas, era momento de que Aiacos ingresara en aquella sala, puesto que al ser solo tres jueces, era imposible que los tres estuvieran al mismo tiempo en los salones o que juzgaran a las almas por más tiempo del que humanamente era posible.

— Sígueme.

Kanon así lo hizo, tratando de memorizar el camino que Radamanthys le mostro, guiándolo a sus propias habitaciones, ignorando las miradas sorprendidas de sus subalternos, aun de los más cercanos.

— Si es amor o lujuria no me importa, te deseo, dime qué puedo hacer para tenerte.

Radamanthys apretó los dientes, mirándolo de reojo, seguía demasiado tranquilo, casi muerto, si lo comparaba con el espectro que pudo poseer o aquel que destruyo en la guerra contra el mismo dios que le dejaba caminar en esos paramos a su voluntad.

— No puedes hacer nada Kanon, yo no te deseo.

De todas las respuestas, esa no era la que Kanon esperaba escuchar, su sorpresa era visible, así como la molestia en el rostro del juez, que se recargo en un escritorio de madera negra, ébano, sirviéndose un poco de licor, el que agito con pereza.

— ¿Cómo explicas lo que paso entre nosotros entonces?

Radamanthys observo el suelo, tomando una decisión, actuando por primera vez en contra de las órdenes recibidas por su dios, el que le había ordenado condenar a su rival, quería que padeciera por los inimaginables tormentos del último de los círculos del inframundo.

Pero por alguna razón, no deseaba hacerlo, lo mejor era que se marchara y no volviera nunca, riéndose por aquella pregunta, relamiéndose los labios antes de hacer lo que su honor le dictaba que hiciera, volteando en dirección del dragón marino, enemigo de Poseidón, por lo tanto, de todos los dioses menos Athena.

— Primero era solo un muchacho estúpido ansioso por algo de diversión, mis padres jamás me dieron libertad, no como la que ahora poseo, Kanon.

El dragón marino asintió, pero eso no explicaba su actitud en las siguientes ocasiones, sin embargo, Radamanthys camino en su dirección, sus ojos amarillos fijos en los suyos, leyendo la confusión en su rostro, el dolor en sus facciones.

— Después, sólo cumplía con mi deber, así que no lo hice por ti.

Kanon retrocedió un solo paso, sintiendo que su seguridad se iba evaporando, sin querer creer lo que Radamanthys le decía, la forma en que se le entregaba no era como la de los demás, quienes hubieran hecho lo que fuera por que les prestara atención, teniendo un magnetismo imposible de ignorar pero aun así lo veían como un remplazo de alguien más, para ninguno de ellos era el embaucador de dioses como tan graciosamente le llamaba su espectro rubio.

— La última vez, estábamos en el Limbo, si un alma es destruida en ese sitio, jamás vuelve a reencarnar, así que fingí todo.

Kanon se negaba a creer aquellas palabras, estaba seguro que la forma en que Radamanthys le miraba, como lo tocaba, la forma en que gemía, todo eso era real, no una cruel actuación.

—Tal vez las primeras veces todo fue cierto, pero era un muchacho hormonal y estúpido, ahora no, supuse que sería muy fácil manipularte con mi cuerpo, solo eres un embaucador, una copia del original.

Aquello logro que apretara los dientes, estaba seguro que para Radamanthys el era diferente a su hermano, no era una copia, ni un remplazo, el era su propio ser, sin embargo, aquí estaba el juez diciéndole que nunca sintió placer a su lado, que solo le estaba mintiendo.

— ¿Acaso piensas que eres el único que puede engañar a los demás?

Radamanthys de pronto se carcajeo, un sonido fingido que Kanon no supo cómo interpretar, mucho menos cuando el juez pegando sus labios a su oído gimió como si lo hubiera acariciado con sus manos, un sonido que lo estremeció, pero que no podía ser real, no había nada que le diera placer, nada que no fuera humillarlo y demostrarle que lo engaño.

— No sabes cómo te deseo.

De pronto lamio su mejilla, para después, volver a reírse en su cara, de lo fácil que fue convencerlo de su deseo, evitando que viera un gesto involuntario de dolor, antes de tragar un poco de saliva, ya era hora de que Kanon se marchara del Inframundo.

— Estas diciendo que siempre supiste que era yo, que tú eras quien me manipulabas para pensar que tenía el control sobre ti, que no me deseas.

Radamanthys no se movió en un principio, pero después, sonriendo de nuevo asintió, notando el dolor en el rostro del embaucador de dioses, el que respiraba hondo, sin saber cómo responder a lo que le decían.

—Yo sólo deseo a mi señor Hades, el me ordeno seducirte y eso hice, pero nunca pensé que fuera tan fácil o que tu quisieras tomarme a mí, en realidad, pensé que tu deseabas ser poseído, ser castigado por tus crímenes, esos que tu hermano nunca cometería o que cometió, pero sólo fue derrotado, porque él así lo permitió, no porque se quedo sin más opciones que fingir arrepentimiento.

Eso fue suficiente para Kanon quien respondió atacando a Radamanthys, impactando la palma de su mano contra la cabeza del juez rubio, lanzándolo en dirección de su cama, en donde cayó con poca ceremonia.

En esta ocasión sólo portaba su túnica con tocados rojos, no la armadura, dándole la ventaja a Kanon, quien tomo la decisión de apoderarse de Radamanthys una última ocasión, mostrarle con sus cuerpos convirtiéndose en uno lo equivocado estaba.

Sujetándolo del cabello primero para besarlo con fuerza en los labios, marcándolos con sus dientes e introduciendo su lengua en aquella boca húmeda, recibiendo un gemido sonoro del espectro, que no respondió como era su costumbre, pero lo hizo de todas formas.

El beso duro algunos minutos, el tiempo suficiente para que ambos terminaran jadeantes, con un pequeño hilo de saliva uniendo sus bocas por unos instantes, los ojos amarillos de Radamanthys fijos en los suyos, respirando hondo.

Kanon relamiéndose los labios sujeto la túnica de Radamanthys para rasgarla casi por la mitad, descubriendo el uniforme que tanto le gustaba, pero ese también tenía que irse, quería a su espectro desnudo en su cama.

Radamanthys trato de detenerlo algunas ocasiones casi con éxito, pero se detuvo cuando logro sostenerlo de los muslos, besando su entrepierna, lamiéndola a todo lo largo, al mismo tiempo que terminaba de desgarrar sus pantalones, riéndose entre dientes cuando escucho un sonoro gemido de los labios que decían no desearlo.

Kanon se relamió los labios y comenzó a chupar el sexo de Radamanthys, quien llevo sus manos a su cabeza, tratando de separarlo de su cuerpo de nuevo pero esta vez sin mucha convicción, arqueando la espalda cuando llevo una de sus manos a sus testículos, para acariciarlos con suavidad al ritmo de su boca.

Radamanthys entrecerró los ojos y desvió la mirada, llevando una de sus manos a su boca, mordiéndose los nudillos para silenciarse, todavía empujando su cabeza con su mano libre e intentando poco después, cuando sintió que estaba próximo a llegar al orgasmo liberarse de sus manos en sus caderas, sosteniéndolo por las muñecas, pero era tarde, unos segundos más y termino por vaciarse en el rostro de Kanon, quien se relamió los labios al verlo temblar en su cama.

Radamanthys se relajo momentáneamente creyendo que era suficiente para el santo de Athena, sin embargo, Kanon uso el propio semen del espectro como lubricante para ingresar tres dedos en su cuerpo de un solo movimiento, quería prepararlo para él, al menos lo suficiente para que no fuera doloroso para ambos.

— ¡Detente!

Le ordeno su espectro, empujándolo de nueva cuenta, pero Kanon sostuvo su mano derecha con fuerza, relamiéndose los labios, separando los dedos de su entrada poco preparada para poder esquivar un nuevo puñetazo del espectro con relativa facilidad, sosteniendo la mano que intento golpearlo por unos momentos, relamiéndose los labios cuando decidió sostener ambas muñecas con una sola mano para darse libertad de movimiento.

Sorprendiendo a Radamanthys con su fuerza, quien apretó los dientes, inseguro de que hacer para quitarse de encima al santo dorado de géminis, el único que existía para él, Saga no era más que un intento fallido para lograr la perfección de Kanon, preguntándose qué tan débil era en realidad o porque razón su cosmos lo traicionaba en presencia del embaucador.

— Si de todas formas me iré al infierno, que sea por algo que valga la pena o por algo que me brinde placer.

Su forma de pensar era extraña, era como si una persona dijera que si lo iban a encarcelar que lo hicieran por cometer todos los crímenes que pudo realizar antes de que lo capturaran, para Radamanthys, eso no tenía sentido.

— ¡Eso es absurdo!

Kanon se encogió de hombros, besándolo de nuevo al mismo tiempo que separaba las manos de Radamanthys, llevándolas a sus costados, para lamer su cuello, colocándose entre sus piernas, rozando su entrada con la punta de su sexo.

— Te demostrare que me deseas.

Le advirtió casi como si le jurara destruirlo, usando ese mismo tono de voz al menos, penetrándolo de un solo movimiento, sin escuchar sus demandas por que lo liberara, silenciándolo cuando se apodero de sus labios, introduciendo su lengua en su boca soltando sus muñecas.

Cuando lo soltaron Radamanthys de nuevo trato de separarse del dragón marino, utilizo uno de sus antebrazos para empujar a su atacante a la altura del cuello en un vano esfuerzo por separarlo de su cuerpo, al mismo tiempo que llevaba su otra mano a su cabeza, empujándolo desde la frente, esperando que lo dejara ir.

Pero Kanon parecía inamovible, besándolo como si la vida se le fuera en ello, sosteniéndolo por el cabello, enredando sus dedos en los hilos dorados, separándose apenas para respirar pero no lo suficiente para dejarle pronunciar cualquier sonido, todo ese tiempo embistiéndolo con fuerza.

Radamanthys no dejaba de empujarlo, pero no lo liberaban, preguntándose en qué momento se volvió tan fuerte un simple santo sin armadura, porque parecía que por más que lo intentaba no podía detenerlo, si acaso ese era un castigo por desobedecer a su señor, o al menos, pensarlo.

Kanon de pronto lo soltó permitiéndole recuperar el aire, quitándose la camisa, lanzándola junto a los restos de su túnica negra permitiéndole alejarse unos cuantos centímetros.

Pero no lo dejo ir el tiempo suficiente para que pudiera salir de la cama, sólo aprovecho aquel movimiento desesperado por huir para sostenerlo primero de un brazo y después del otro por la espalda, jalándolo en su dirección para embestirlo de nuevo, escuchando como de su propia boca era pronunciado un grito casi de dolor.

— ¡Kanon basta!

Suplico, aquella fuerza le recordaba su derrota durante la guerra haciéndolo sentir un inútil, pero esto era infinitamente peor, porque parecía que Kanon, el dragón marino, no tendría suficiente con destruir su cuerpo esta vez, sino por el contrario, no lo mataría para seguir tomando su cuerpo, embistiendo con tanta fuerza que comenzaba a dolerle.

— ¡Maldita sea! ¡Detente!

Kanon seguía empujando con fuerza pero no era suficiente y de nuevo, usando su cosmos, el que era superior cambio de nuevo su postura, recostándolo en la cama, sosteniéndolo del cabello para iniciar de nuevo aquel desquiciante vaivén.

— No sirve de nada que supliques.

Susurro en su oído antes de sostenerlo de los antebrazos que estaban a la altura de su cabeza recostado boca abajo como estaba, esta vez logrando que lagrimas, apenas dos, brotaran de sus ojos debido al cansancio y al placer, un hilo de saliva escurría de sus labios, mezclándose con un poco de sangre que brotaba de una herida provocada por los demandantes besos de Kanon.

El que llevo su mano libre a su sexo, rodeándolo con ella para que ambos terminaran juntos, que alcanzaran su clímax al mismo tiempo, derramándose en el interior del juez rubio, al mismo tiempo que este lo hacía sobre su mano, jadeando una última vez, pero a diferencia de las otras ocasiones, no perdió el sentido ni se permitió dormir a su lado, solo se derrumbo en su colchón respirando hondo, sintiendo los estragos de la fuerza de su orgasmo actuar sobre su cuerpo.

— Esto demuestra que me deseas.

Pronuncio el dragón marino mostrándole su propio semen, dándoselo a lamer, pero no le obedeció, apretando los dientes furioso y algo excitado, de alguna forma que no alcanzaba a comprender, perder el control había sido placentero.

—Recuerda esto la próxima vez que nos veamos.

Kanon no pudo contarle a su hermano toda la historia, conociéndolo decidió que lo mejor era saltarse la parte en la que su espectro rubio le dijo no desearlo, pero eso no importaba, sabía que solo le estaba mintiendo y durante todo ese tiempo había buscado la forma de mantenerlo a su lado, al menos durante seis meses al año.

Por lo que estaba tranquilo cuando se abrió el portal por donde Radamanthys ingreso del inframundo al santuario, deteniendo su mirada inmediatamente en la suya, parecía molesto, como no estarlo si lo separo de su amado señor Hades, haciéndolo sonreír bastante divertido.

A su lado se encontraba el Grifo, el tipo de los hilos que se metió en su pelea, quien le susurro algo al juez rubio antes de marcharse, quien cargaba una caja consigo, un regalo del Dios Hades al Santuario, una ofrenda de paz.

— Radamanthys.

El espectro no dijo nada, Saga comenzaba a preguntarse si acaso había sido una buena idea caer en los enredos de su hermano, pero ya era tarde, la apuesta estaba hecha y quién pagaría por su extraño deseo de todas formas sería el menor.

Al cerrarse el portal la armadura de Radamanthys desapareció, dejándolo con ese sexy uniforme negro que tanto le gustaba a Kanon, el que no dejaba nada de su cuerpo a la imaginación.

El dragón marino tenía todo preparado, por lo que camino en dirección del espectro sosteniéndolo de los brazos, besándolo con fuerza, introduciendo al mismo tiempo en su boca cinco granos de la fruta que condeno a Persephone, los que le obligo a tragar a través del beso, un acto injusto, pero que le serviría para su propósito.

Radamanthys al sentir el sabor de aquella fruta en su boca trato de resistirse, pero su deseo por Kanon era mucho mayor así que simplemente trago aquellos granos, comprendiendo perfectamente lo que estaba haciendo.

Saga camino en dirección de su hermano para separarlo del espectro, quien al ser libre del dragón marino, se relamió los labios, cerrando los ojos, pensando que no había pasado ni un minuto en el santuario y ya había comido un fruto nacido de la tierra ateniense.

—Eres un maldito embaucador.

Kanon no dijo nada, solo beso de nuevo a Radamanthys, no sin antes volver a introducir otros granos de granada en su boca, para alimentarlo con ellos, solo por si acaso los primeros no funcionaron como pensaba que lo harían.

— Pues ya que tendrás que pasar seis meses a mi lado, Radamanthys, te demostrare que me deseas.

Si acaso su jugarreta había funcionado, pensó Saga, asombrado por la astucia del menor y como este podía controlar al juez del inframundo únicamente con sus besos o sus caricias.

— ¿Eso piensas?

Le reto el juez, limpiando sus labios con el dorso de la mano, furioso como nunca antes lo había estado.

— Embaucador.

Fin.

KRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKRKR

Sé que les gustara esta historia tanto como a mí, por cierto, consta de tres capítulos más un epilogo, por lo que ahora son 4 capítulos.

Mil gracias por su atención y sus comentarios.

Y como amo esta pareja, sí, así de loca estoy, ya pensé en la secuela.

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