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Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

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Notas del capitulo:

Hey Hey Hey!! Capitulo 14! 

> Dos rubios en un solo cuerpo, el juicio de un asesino y una calida sesion de caricias! <

La comida se me había arruinado, Yamaguchi seguía encogido en su posición sin moverse, por un momento se notó que extrañaba el poder esconderse tras su cabello largo.

Me levanté de la mesa rompiendo el silencio sepulcral que se había creado, cortando el contacto visual con el pelinegro, tire la comida que quedaba en la bandeja a la basura, y azote el pedazo de plástico en la pila de bandejas sucias, me dirigí a la puerta, la sangre me hervía y tenía que buscar una manera de calmarme.

- Yamaguchi – lo llame mientras seguía caminando pero el chico ya se había levantado y daba pequeños saltos para alcanzarme.

No, no, no me podía estar pasando tan rápido, no podía dejar de escuchar los latidos explotando en mis oídos, con dificultad escuchaba algún otro sonido externo, sentía como me palpitaba el corazón rápido y con fuerza, subimos las escaleras y por los quizá 15 minutos que gastamos en llegar a nuestro piso mi mente no logro grabarlos conscientemente, volví en mi cuando mi brazo azoto la madera abriéndola de un golpe, entre directo al baño, ya no estaba respirando por la nariz, podía escuchar los bufidos que provocaba mi mandíbula tratando de atrapar algo de aire sin mucho éxito.

- No es para tanto, no es para tanto – me murmuraba abriendo y cerrando los puños intentando calmarme, buscando sentir donde estaban mis pulmones en mi cuerpo, como se sentían los movimientos en mis manos, tratando de mantener el control y a mí mismo dentro de mi piel.

Estaba por entrar en pánico, no recordaba haber tenido una reacción previa a mis “cambios de personalidad” pero estaba aterrado de solo pensar que eso pudiera desembocar en uno nuevo. No con el pecoso del otro lado de la puerta quizá preocupado por mi comportamiento.

Pero simplemente mi “yo” habitual ya había dejado de razonar, para cuando volví a sentir las yemas de mis dedos como mías, palpe el cálido tacto de una piel ajena ardiendo, mis oídos empezaron a despejarse, los suaves gemidos de Yamaguchi inundaron lentamente mi percepción, mis ojos estaban empañados, no tenía puestos los lentes, por lo que vi su rostro completamente rojo borroso.

Lo tenía contra la pared, mi muslo derecho estaba entre sus piernas empujando hacia arriba con mucha fuerza, lo estaba haciendo dar saltos sobre mí, mientras mis manos se aferraban a sus glúteos por debajo del pantalón que ya lo tenía a mitad de muslo cortándole la circulación hacia sus piernas, se sostenía apenas de mis brazos, pero sus uñas estaba ligeramente clavadas en mi piel por encima de la playera manga larga que era demasiado delgada para evitar marcas.

Mi cuerpo de no dejaba de moverse sin mi aprobación, lo que eran inentendibles gemidos empezaron a tomar forma como si de un estanque de agua turbia volviendo a la calma se tratara.

- Pa… para!... Tsukki... Me… me duele – en cuanto mis oídos pudieron materializar el significado de sus débiles quejidos me aparté rápido liberándolo del agarre, se quejó tratando de amortiguar el golpe con sus brazos pero no le fue posible, cayó de trasero con todo el peso de su cuerpo al suelo.

Yo estaba congelado viéndolo, se quejó un poco por el dolor en su columna baja, pasando uno de sus brazos hacia atrás para sobarse, no estaba llorando pero su mirada y todo su rostro parecían haber presenciado algo aterradoramente horrible.

- Ya… Yamaguchi – por fin mis cuerdas vocales y mi sistema nervioso completo empezaban a responderme, me acerque tan rápido como me había alejado, lo rodee con mis brazos levantándolo con cuidado, se aferró a mi cuello sin decir nada, ni tratar de alejarse, lo lleve a la cama y lo recosté sentándome al lado.

Le intente ayudar a acomodarse de nuevo su ropa interior y el pantalón cuando vi las manchas rojizas en su bóxer blanco, me crispe de golpe, solo debía echarle un vistazo a mis manos para saber que había causado los aruñetazos salvajes que tenía el pobre en sus glúteos, me mordí el labio furioso conmigo mismo.

- Es… estoy bien… no… no te preocupes – susurro el pecoso pero no me miro, tenía la mirada fija en una esquina de la cama, se terminó de subir los pantalones el solo mientras yo como un idiota con mis brazos en el aire no pude hacer nada más.

Por más que forzara a mi mente, no podía recordar nada, ¿en que momento salí del baño?, ¿en que momento me le fui encima y lo ataque de esa forma?, no, no podía ser mi “alter” como lo llamaba Takeda-san, no podía ser eso, en los demás hospitales nunca había tenido problemas con ello, no había tenido problemas… pero tampoco había socializado con nadie, no me había metido en los problemas de los demás, no había escuchado historias desgarradoras y tristes que no me habían ocurrido a mí, no había tomado el calor de otro cuerpo, ni me había compadecido por el dolor ajeno, mientras había estado encerrado no había tenido ningún sentimiento.

Fue como si un click se hubiera reproducido en mi cabeza en ese momento, pero los débiles sollozos que empecé a captar no me permitieron materializar más mis pensamientos, iba a pasar mis brazos por su cuerpo tembloroso y abrazarlo tan fuerte como podía, pero…

¿Y si volvía a lastimarlo?

Fácilmente me llené de pánico, me levanté rápido de la cama, y salí casi corriendo de la habitación, sentía como me tropezaba ridículamente con mis propios pies, mientras subía las escaleras, llegue sin aliento alguno a una de las puertas que podía usar para salir a la escalera de emergencia y subir por ahí a la azotea.

El aire fresco me golpeo la cara con rudeza, pero fue bien recibido, por fin mi pulso empezaba a normalizarse, me fui hasta el muro del tanque de agua, y me deje caer de espaldas en el suelo, apenas había pasado el mediodía, el sol aún estaba en lo más alto, los primeros días de verano no serían tan fuertes, si estuviese a mitad de la estación no me sería posible quedarme ahí arriba por mucho tiempo.

Deje salir el aire que tenía contenido en mis pulmones, respirando profundamente varias veces, mantuve mi mente en blanco lo más que pude, necesitaba tener mi cabeza fría si quería debatir conmigo mismo todo lo que estaba pasándome.

El hormigueó de la calidez del sol sobre mi piel, me permitió sentirme tranquilo, comprobé el control sobre mi cuerpo, moviendo mis brazos, apretando los puños varias veces y moviendo los pies, si todo se sentía mío de nuevo.

Me estaba adelantado a la falta de medicina para salirme de mis cabales, eso era más que obvio, la ansiedad ante la premisa me había puesto histérico, si eso podría haber sido, pero, pero aun así no podía darme el lujo de eso,  si bien estaba empezando a cambiar, a replantearme mis más básicos principios, entonces no era correcto no ser capaz de controlarme, pero por otro lado si seguía controlándome tan perfectamente podía terminar siendo condenado a quien sabe cuántos años de cárcel.

No era fácil olvidar todo el escandalo al que me sometieron, después de la última vez no hubo sesión, no hubo aislamiento, la policía me había llevado directo a una celda fría con un trio de delincuentes cualquiera, que por alguna razón no se atrevieron a meterse conmigo en ningún momento, logré escuchar a uno de ellos llamarme “demente”, todo fue en un extraño silencio escandaloso, excepto por las lágrimas a todo pulmón de mi hermano en el teléfono, porque no me dejaban verlo, gracias a mis antecedentes después de un par de días me llevaron a una unidad Psiquiátrica en la misma Comisaria, ahí fue donde había visto por primera vez a Takeda-san, que con la sonrisa de siempre me saludo y me pregunto algunas cosas.

Luego me llevaron a un tribunal, un amplio cuarto con un podio improvisado, varias bancas a un costado y enfrente, donde el juez iba a leer mis cargos, 14 personas como jurados me habían examinado de arriba abajo, mi hermano era el único como “audiencia” ese día un señor de barba y gordinflón se presentó conmigo como mi abogado.

Yo no había dicho una palabra, y en mi cabeza no tenía recuerdo alguno por el que debiera estar ahí, lo último que recordaba era haber salido de casa luego de una discusión con Akiteru, que ya ni recordaba bien, lo siguiente a eso fue la patrulla de la policía en la que me montaron y me llevaron ahí.

- Tsukishima Kei, 18 años, se le acusa de los siguientes cargos: Perturbación del espacio público, y Asesinato en segundo grado – esas habían sido sus palabras exactas o más o menos eso recordaba.

En ese momento no me pude haber sentido más perdido cuando dijo asesinato, ¿De qué estaba hablando?, me estaban acusando de haber asesinado a alguien?, ¿a quién?, ¿Cuando? Era lo único que lograba preguntarme,

Recuerdo perfectamente la cara que me hizo cuando le dije que no sabía de qué me estaba hablando, no había sido grosero, genuinamente no entendía de que hablaba.

Un tipo de la policía ese día ante mi “Amnesia” leyó lo que había sido el reporte policial de los hechos.

- 10:45 pm, Ciudad de Tokyo, un joven rubio de 1.90 cm de estatura conocido como Tsukishima Kei aborda el metro hasta la Estación Nakano, donde baja del transporte arrastrando a un joven de 23 años, conocido como Terushima Yuuji que según sus acompañante conocida como Hana Misaki era apenas un conocido para el joven Tsukishima, luego de sacarlo a la fuerza, le provoca graves lesiones en el rostro y los brazos, golpeándolo con una fuerza descomunal contra los molinetes del sistema, para luego lanzarlo a las vías del tren en estado inconsciente, un par de oficiales de turno de la compañía del metro lograron sacar el cuerpo ya inerte del joven antes de que fuese arrollado por algún articulado, el motivo del descenso según el estudio forense fue elongación abrupta de las vértebras cervicales, que provoco muerte instantánea.

Las cámaras de vigilancia y los testigos prueban que el joven Tsukishima se retira de la escena tranquilamente limpiándose las manos manchadas de la sangre del otro joven con su chaqueta que encontramos en un bote de basura a las afueras de la estación – palabras más palabras menos ese había sido el recuento de lo que “yo” era acusado.

Pero más que nauseas por la crudeza que usaba el tipo para relatar los hechos no había sentido nada más, ni culpa, ni miedo, ni nada que me hiciera sentir responsable por ello.

Seguía sin tener idea del tal Terushima, yo ni lo conocía, porque se enunciaba en el relato que era conocido mío?, por supuesto que hubieron videos y demás del asunto pero Akiteru logro mantenerme al margen de ello, luego me enteraría de que Takeda-san también había apoyado la decisión, lo único que me habían dejado ver era una foto del chico en lo que parecía una camilla de metal con el rostro desfigurado. Se supone que debía hacer un reconocimiento, pero al final era más la necesidad el juez de ver mi reacción ante la foto. La cual al final no logro satisfacerlo.

Un par de semanas después en el pabellón psiquiátrico de esa concurrida comisaria decidieron trasladarme aquí, y aunque al principio había sido un confinamiento como los demás, ahora estaba seguro que todo me estaba afectando a un nivel más agresivo, y que debía hacer algo al respecto, o terminaría repitiéndose la historia o quizá empeorando.

Mis pensamientos se fueron de nuevo al pecoso, me miré las manos alzándolas en el aire, aún tenía un par de manchas carmesí entre las cortas uñas, si ese día me hubiesen mostrado el video, no me habría logrado sentir tan culpable como me sentía ahora. La culpa me corría por el cuerpo en una corriente helada.

Las horas siguieron su curso normal y sin darme cuenta ya estaba tornándose el cielo anaranjado, tenía el cuerpo algo entumecido,  mi mente estaba demasiado cansada de maquinar tanta información tratando de hallar una manera de mantenerme cuerdo, o al menos justificarlo, me levante con flojera, pero ya era hora de regresar, quien sabe si habían estado buscándome, pero si el pecoso hubiese querido encontrarme no le hubiese sido difícil después de todo ya habíamos estado juntos en ese lugar antes.

Me sacudí un poco los pantalones, y regrese a las escaleras, unos 20 minutos con toda mi pereza encima ya estaba en el pasillo de nuestro piso, la puerta de Kageyama estaba de par en par pero no había nadie, aproveche para ver la hora en la pared de su cuarto, 6:20 pm; quizá ya todos estaban en la cena, lo medite un poco, pero no tenía hambre solo quería hundirme el colchón y no volver a pararme en un buen rato, además no había necesidad ni siquiera de ir a medicación.

Entré al cuarto me desplome en la cama y no supe más del día.

Abrí los ojos pero todo estaba oscuro, podía escuchar una respiración sonora cerca, demasiado cerca y no era la mía, bien si iba a tener de nuevo una alucinación al menos podía intentar controlarla me dije apretando los puños, después de todo era mi mente.

Pero para cuando me decidí por ello pude abrir esta vez los ojos realmente, estaba acostado en mi habitación boca abajo, no estaba totalmente oscuro pero si en la penumbra que dejaba la débil luz de la luna afuera, sentí un peso extra sobre mi espalda, y la respiración cálida que sentía demasiado cerca chocaba contra mi cuello, no fue difícil darme cuenta de quién era, Yamaguchi estaba acostado sobre mí, su aroma llenaba la habitación, su calidez me calmaba y mucho, busque su mano que caía por uno de mis costados y entrelace sus dedos con los míos, se removió un poco, soltó un suspiro y siguió durmiendo tranquilo.

¿Cómo podía estar tan apegado a mí?, entrecerré los ojos sin los lente no podía distinguir bien las sombras en la habitación, peor aún en la penumbra, ¿Porque Yamaguchi se comportaba de esa manera conmigo?.

- Tsukki! –

Eh?, Me voltee un poco pero ese no había sido el pecoso, aún seguía durmiendo tranquilo, ¿acaso alucinaba de nuevo?, trate de concentrarme lo más que pude pero todo volvió a estar en completo silencio, esa había sido la voz de Yamaguchi pero, tenía un timbre más infantil. ¿Qué significaba eso?

¿Qué demonios estaba pasándome? Por un momento me sentí muy abrumado, los ojos me empezaron a arder, quería salir corriendo y refugiarme en los brazos a Akiteru, que me dijera que estaba bien que el arreglaría todo, que todo desaparecería en la mañana.

Sentí los brazos del pecoso rodearme por completo, se acomodó más sobre mí y su cabello caía por mi hombro haciéndome cosquillas.

- Tsukki… – esta vez sí era su voz, eran sus susurros, me voltee rápido y lo atrape entre mis brazos tan fuerte como pude, pude sentir su respiración algo agitada mientras se escondía en mi cuello,

- ¿Estas bien?... – me pregunto con su voz adormilada, levantando apenas su cabeza dejando su mentón sobre mi hombro para mirarme con sus ojos castaños aun medio abiertos.

Asentí con la cabeza sin decirle nada, sentía que si hablaba iba a estallar en llanto, el ardor en las esquinas de mis parpados ya era insoportable, el nudo que se atravesaba en mi garganta prácticamente me quemaba.

- Puedo ser… esta vez quien cuide de ti? – su voz sonó un poco más despierta, sus caderas se levantaron un poco sobre mi dejándolo de frente rozando su nariz con la mía, me miraba directo a los ojos, aunque no podía distinguirlo bien por primera vez pensé que no se veía asustado ni perturbado.

¿Esta vez?, quise pensar más en ello pero no pude realmente, sentía que estallaría en cualquier momento, Apreté los labios al sentir sus suaves caricias en mi nariz, su frente se pegó a la mía, podía sentir su calidez cubriéndome, ya no iba a poder soportarlo más.

Pude sentir como se acumularon las lágrimas en mis ojos, aliviando el ardor, se escaparon lentamente por mis mejillas, no me permití emitir ningún sonido pero no pude detenerlas, siguieron fluyendo de mi sin control alguno, sus suaves yemas recorrieron la piel bajo mis ojos limpiándome suavemente, sus labios estaban tan cerca de mí, pero si lo besaba, si dejaba de apretar los míos podía empezar a sollozar y no. No quería hacer eso, no frente al pecoso.

Seguí sintiendo sus suaves caricias, sus mejillas se frotaban contra las mías, aunque tenía los ojos abiertos ya no lograba distinguir nada por la humedad que me empañaba, pero si podía concentrarme en cada cariñoso contacto que recibía, sentí sus cálidos labios bajo mis ojos, en mis mejillas, sus dedos entrelazándose en mi cabello y mi rozando la piel de mi cuello, su abdomen sobre el mío, sus muslos presionando los míos, mi cadera sintiendo la suya encima, me forcé a grabar cada leve acercamiento y sensación en lo más profundo de mi memoria.

Y por un instante aunque mis preocupaciones no desaparecieron, me sentí realmente yo, dejando salir mis miedos y angustias, refugiándome en el calor de alguien más, me aferre con desesperación al débil sentimiento de propiedad que lleno mis pulmones.

Sin darme cuenta, me quede dormido, cuando abrí de nuevo los ojos, mi cara estaba pegada a su pecho, no quería levantarme ni alejarme, me sentía tan cansado y pesado, si tan solo hubiese podido permanecer de esa manera toda la vida.

Fingí seguir dormido cuando sentí que se removió un poco, se alejó lo suficiente para quedarse viéndome, ya empezaba a sentirme incómodo.

- Buenos días – cuando escuche un suave susurro y la calidez de sus labios uniéndose a los míos ligeramente, luego el  vacío, él se había levantado de la cama y supuse que fue al baño. Me levante también me puse los lentes y espere a que saliera.

Me di un buen baño, y luego bajamos a desayunar, me sentía un poco más tranquilo, aunque tenía esa urgente necesidad de no separarme de él ni un momento.

Notas finales:

Tuve que desahogarme poniendo love love en este capitulo, el otro dia lei un fic que rompio mi kokoro </3 asi que ando sentimental XD

Espero les halla gustado! en el proximo esperen mas sobre los recuerdos del pecoso y una charla sobre lo que significa ser un esquizofrenico OuO, probe yams 

Si quieren saber mas dejen su review!!!! ya saben que los aprecio mucho!!

Hasta una proxima actualizacion matta nee!


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