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Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

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Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! capitulo 21!

"Una charla con Daichi-san, El anuncio oficial, Un suga-san roto, La molestia de yamaguchi y el dolor de Tsukishima"

La mañana pasó lenta, calurosa y en completo silencio, decidí quedarme en esa desinfectada habitación sentado en una vieja e incómoda silla de plástico junto a la ventana siguiendo el recorrido del sol con la mirada, ya estaba muy cansado, demasiado, de nuevo.

Daichi-san se negó a irse también, sentado en otra de las sillas junto a la puerta manteniendo su distancia, quizá por lo que había dicho Takeda-san, quizá por su mismo miedo a hacer algo que no debía.

Yo no era un experto en sentimientos, ni en relaciones ciertamente me había escabullido de todo ese drama toda mi vida, pero ahora sabía perfectamente la razón. Sufrí una perdida que me dejo marcado, me aisló, y al final… me convirtió en un demente, literalmente.

Aunque seguía siendo el mismo trozo de humanidad roto sin propósito por fuera, inconscientemente me aferraba al dibujo de esa sonrisa que se elevaba bajo unas mejillas cubiertas de manchitas más oscuras, me retenía, me intentaba reparar y lo más importante me daba un propósito.

Después de todo no estaba tan perdido.

Le eché una mirada al pelinegro que cabeceaba por el sueño, no llevaba mucho tiempo en el hospital, y para mi concepto Sugawara-san no lo trataba tan bien como para indicar que hubiese algún vínculo entre los dos, pero ciertamente en ese lugar nada obedecía la coherencia de la sociedad que deambulaba en las calles allá afuera, aunque ese par estuvieran más ligados a tenerla que cualquiera de nosotros.

Lo sorprendente que me sacaba de mi zona de confort donde podría ignorar el resto de cosas que rebotaran a mí alrededor era la empatía que empezaba a sentir por todos los que como yo tenían una cama en ese viejo edificio. Sus sentimientos producto de todo lo que pasábamos se colaban en mi organismo como un virus.

Se sentía igual de mal que estar enfermo.

Y cuando se está enfermo, debes buscar una cura, no puedes quedarte de brazos cruzados toda la vida.

Las palabras de Takeda-san se reprodujeron en mi mente sacándome varios suspiros, no debía serme extraño que Yamaguchi hubiese tenido que pasar por ello quizá 2 o 3 veces más que el resto de nosotros, pero porque tan de repente había desaparecido? No encajaba en mi cabeza como podría ser estar solo algo que él hubiese querido así fuese por un deseo egoísta, estaba siendo hipócrita siendo yo el que se levantó de la cama y lo dejo solo en mitad de la madrugada para irme a caminar solo, aunque hubiese terminado con más trauma y compañía de la planeada.

Nadie lograría entender su dolor  - La voz del pelinegro de Nekoma se reprodujo en mi mente suavemente justo como la había escuchado en la mañana.

No iba a negarme que me inquietaba las reacciones de mi cuerpo con su potencial cercanía, lejos de sentirme ansioso o molesto, una extraña calma se colaba por mis poros, mi inquieta mente intento compararlo con el sentimiento que me producía el pecoso, pero estaban lejos de ser similares, con Yamaguchi mis poros ardían, la euforia de su calor chocando con el mío hacia galopar a mi corazón como loco distaba mucho de cualquier tipo de calma.

Pero no era solo eso, junto al pecoso la cantidad de sensaciones que experimentaba mi cuerpo estaban lejos de tener un número que pudiese contar con los dedos de mis manos.

Eso lo hacía tan especial, y a la vez perturbador si consideraba él porque estaba comparándolo con alguien más.

- Hombre tienes que comer algo – la voz del pelinegro llegó de nuevo a mis oídos pero esta vez no era un recuerdo, tuve que parpadear varias veces para captar su imagen junto a Daichi-san moviéndole el hombro tratando de convencerlo de ir por algo de comida.

- Tu también, tienen que comer algo – se dirigió a mí para luego dejar una sonrisa suave en su rostro sin dejar de verme.

No espere a que me jaloneara así que me paré y caminé hacia la puerta no sin antes notar como su aroma captaba fácilmente mi olfato al pasar a su lado, sacudí la cabeza caminando por el pasillo saliendo del lugar yendo directo al comedor con las manos entre los bolsillos sintiendo todo el cuerpo pegajoso y exhausto.

Para mi sorpresa ya era medio día, Hinata y Kageyama estaban sentados en una de las mesas tratando de comer aunque los platos seguían intactos y el tenedor bailaba entre sus dedos sobre los trozos de verdura de la ensalada.

Tomé una bandeja con lo que pude poner ahí y me dirigí a sentarme un par de sillas más allá de ellos.

- Donde esta Yamaguchi? – Kageyama preguntó deteniendo su actividad con el tenedor mirándome acusadoramente.

- No lo sé – fue lo único que respondí, el pelinaranja a su lado ni siquiera nos puso atención masticaba algo haciendo mover sus mejillas como si llevara años haciéndolo.

El pelinegro sostuvo su mirada sobre mí por un momento y chasqueando la lengua volvió a clavarla en el plato.

- Bueno hora de una buena comida - Daichi-san era halado prácticamente por el pelinegro hacia la mesa, tomo asiento a mi lado y se dispuso a comer de la bandeja que acababa de poner el otro frente a él.

- Salió detrás de ti esta mañana – el susurro del pelinaranja me dejo con el tenedor a mitad de camino de mi boca.

Daichi-san volteo a verme asintiendo con la cabeza, por alguna razón el pelinegro de Nekoma agacho la cabeza sin comentar nada mientras se concentraba en comer.

- No estuvo conmigo, Narita-san me llevo a un lugar tras la caseta de enfermeras y me entregó la carta que recibió Tanaka-san – no tenía ningún sentido ocultarlo.

- Que?, donde esta? – pregunto Kageyama, le señale con el tenedor al pelinegro frente a Daichi-san que se buscó entre los bolsillos de su sudadera roja y saco el papel doblado en dos partes.

- ¿Y porque la tiene el? – volvió a preguntar Kageyama mirándome con desconfianza lo que ya estaba empezando a irritarme.

- Tienes algún problema con eso su alteza? – intente usar mi tono burlón pero realmente estaba irritado y ni entendía bien porque.

- No peleen... – la voz de Hinata sonó en un suave susurro dejando al silencio como anfitrión hasta que terminamos de comer.

 - Podemos hablar un momento? – Daichi chocó su mano con la mía mientras botábamos lo que había quedado en las bandejas a la basura.

Asentí con la cabeza siguiéndolo hacia la sala de estar, allí estaban los dos catatónicos jugando cartas con la enfermera rubia, bueno en realidad solo las colocaban al azar en el piso las revolvían y empezaban de nuevo, seguimos caminando hasta uno de los salones de terapia.

Nos quedamos en silencio, alcé una ceja mirándolo como hacia ruidos con la garganta tratando de aclarar su voz.

- Bueno... Tsukishima-kun… - deduje que le haría falta valor para iniciar el tema así que decidí sentarme sin hacer contacto visual mientras tanto.

- Tu nos viste ese día… cuando regresaste al cuarto, Suga y yo – la forma en que dijo el nombre del otro con la misma abreviatura que usaban los demás agregándole la falta de honoríficos lo avergonzó, se sonrojo hasta las orejas al notar su indiscreción tratando de esconderse mirando al piso y rascándose la nuca.

Asentí con la cabeza sin darle demasiada importancia al beso al que se refería.

- Veras… puede ser eso un secreto? – se mordió los labios mirándome fijamente.

- Quisiera que no tomaras eso como un indicio de que algo está pasando entre Sugawara-san y yo… - Definitivamente lo que dijo Takeda-san lo había afectado.

- Porque? –

- Bueno… yo no estaré aquí mucho tiempo – me quede viéndolo con incredulidad sacándole un suspiro frustrado.

- Tsukishima-kun yo asesiné a alguien, y no tengo ningún tipo de enfermedad que puedan tratar aquí… yo iré a prisión y el… él tiene un futuro brillante por delante –

- Ese día yo me aproveché de su descuido así que no tiene nada que ver con él, como te has dado cuenta el me odia -

- Yo también – el pelinegro me miro confundido por no saber a qué parte de su confesión me refería.

- Yo también asesiné a alguien, Terushima Yuuji era su nombre - pude sentir como se tensaba y su mandíbula caía en una expresión de sorpresa.

- Si Takeda-san no logra demostrar que tengo una enfermedad también iré a la cárcel -

- No lo sabía – tardó un buen rato en responder algo, no tenía ningún motivo el decirle todo eso pero en cierta manera quería balancear las cosas en la conversación.

- Quien decide al final es Sugawara-san – pude leer claramente en su expresión como se preguntaba si yo en verdad podía decir algo como eso.

- Estoy seguro de que tuviste un motivo para hacer lo que hiciste, y también estoy seguro de que Sugawara-san lo sabe también, puede que sea por el shock emocional, pero él tuvo a otras personas cerca cuando encontraron a Tanaka-san, el punto es… -

- Que fue a tus brazos a los que se aferró – la situación no era tan ajena para mí, de alguna forma no me era difícil separar lo que en realidad importaba, a pesar de todo lo que pasara y lo que podríamos haber hecho, el cuerpo era quien decidía aferrarse, yo me aferraba a Yamaguchi y él se aferraba a mí, el resto carecía de importancia.

Vi con sorpresa como un lagrima se deslizaba por su mejilla y sus ojos se entrecerraban bajo su ceño fruncido, triste e impotente, enorme como era parecía un pequeño perdido y asustado.

Me quede ahí sentado hasta que se calmó, y su respiración volvió a la normalidad, masculló un gracias entre los dientes que casi no pude entender bien para luego limpiarse la cara con la playera y salir de la habitación.

Solté un suspiro, todo pesaba sobre mis hombros, pero por una vez no quería escapar, así que decidido a buscar a Yamaguchi me levante y me dirigí a las escaleras de emergencia para subir hasta la azotea.

- Hey Tsukki! – la voz del pelinegro llegó desde el otro lado del pasillo.

- No me llames así – fue mi respuesta automática, intente ignorarlo pero Takeda-san apareció detrás de él llamándome también, no tuve más opción que regresar hacia ellos y seguirlos al comedor.

Allí ya estaban todos, incluso el pecoso, sentado en una silla contra la pared, a su lado estaban Hinata y Kageyama por lo que no pude acércame, tuve que sentarme en la otra mesa con el pelinegro de Nekoma en frente y Daichi-san a mi lado, el único que faltaba venia caminando en ropa de hospital apoyado del hombro de Shimizu-san por el pasillo detrás de mí.

- Bien, ya estamos todos – Ukai entró al comedor por la puerta que daba al pasillo de la caseta de enfermeras que tenía aun una cinta amarilla que decía no pasar.

- Siéntate Sugawara-kun – fue la orden de Takeda-san al último de nosotros que parecía tener mejor semblante.

- Muy bien, la mayoría de ustedes ya conoce el motivo por el que estamos aquí, y de lo que pasó en los últimos días – empezó a hablar usando un tono más condescendiente

- Tanaka-kun se suicidó cortándose las venas en sus muñecas – ahí estaba, lo que tanto temíamos escuchar pero que ya sabíamos perfectamente.

- Lo lamento, se lo duro que es para todos, Tanaka-kun era un chico alegre que cuidaba de sus amigos, aún más importante era parte de nuestra pequeña familia – sonrió con nostalgia y yo pude ver el brillo que cruzó sus pupilas mientras nos miraba a todos.

- Hemos perdido a alguien importante y está bien que se sientan tristes, que no entiendan la situación, que terminen desesperándose o sintiéndose deprimidos y está bien… por favor no se contengan, no escondan lo que sienten porque aquí estamos para ayudarlos – el sollozo atragantado de Sugawara-san lo interrumpió.

- Eso no es cierto! – gritó después.

- Koushi… cálmate – la enfermera lo retenía apretándole los hombros parada detrás del espaldar de la silla.

- Él no está muerto... no puede estarlo… Tanaka grandísimo idiota – se quejó, lloro y mascullo las palabras apretando los puños contra la mesa.

Daichi-san a mi lado se tensó, apretando los brazos contra sus costados conteniéndose de levantarse y probablemente atrapar al peligris entre sus brazos.

Takeda-san dejo salir un largo suspiro arrodillándose frente a la silla de Sugawara-san, lo tomo de las manos y clavo su mirada en él.

- Sugawara-kun, ¿Cómo manejamos una perdida? – le pregunto

El peligris se mordió los labios tratando de contener las lágrimas desviando la mirada penetrante que le exigía una respuesta.

- La negación es el primer paso a superar – susurro con la voz partida dejando salir un par de sollozos.

- Tómalo con calma - Takeda-san sonrió un poco acariciándole la cabeza.

- Anoche decidieron dormir juntos en un solo cuarto y los felicito por ello, me disculpo por no haber estado con ustedes, claramente esto me tomó por sorpresa y entenderán que los tramites y demás procesos que se iniciaron están a mi cargo, por lo que tendremos un poco de ayuda esta semana, Nekomata-sensei del edificio Nekoma estará ayudándonos con las terapias estos días, en mi ausencia – soltó el aire con una expresión que demostraba claramente que esa última idea no le agradaba mucho.

- Recibí una llamada de Saeko-san, la hermana mayor de Tanaka-kun… Nos han pedido que se realice el funeral aquí, el cuerpo será enterrado en el cementerio del hospital el día de mañana y todos tienen permitido asistir, incluso los que tienen la restricción – Agregó mirando hacia nuestra mesa, los únicos en ese edificio que teníamos esa restricción éramos Daichi-san y yo.

- Por hoy pueden descansar, mañana Kiyoko y Yachi estarán a cargo de ustedes, así que les pido que estén en sus cuartos o en las salas comunes – Terminó de hablar dándonos una sonrisa torcida para luego caminar hacia Ukai y retirarse del comedor.

Todo permaneció en silencio un buen rato, mi mirada seguía en la mesa donde estaba sentado Yamaguchi, mirando por la ventana ido, no parecía haber prestado atención a nada.

Quería sentirlo cerca, estaba completamente apoderado por ese sentimiento de necesidad.

Me levanté de la silla y camine hacia él, lentamente me cole en su campo de visión agachándome un poco hacia su rostro, sus ojos se movieron lentamente del exterior a los míos. Me miró sin ninguna expresión para luego cerrar los ojos y sonreír suavemente.

- ¿Estas bien? - Puse mi mano sobre su hombro dándole una suave caricia, él asintió con la cabeza sin decir nada, Kageyama no dejaba de mirarme como si quisiera sacarme las tripas, pero no tenía tiempo para eso así que terminé ignorándolo.

Hale una silla y poniéndola de costado a la espalda de la suya me senté tomándole la mano por debajo de la mesa sin decir nada más, pude sentir el leve temblor en su brazo y el sonrojo suave que se extendió por sus mejillas.

Sugawara-san comenzó a sollozar de nuevo tapándose la cara con ambas manos, la tristeza era el aire que circulaba por el ambiente, era ridículo no tener la habilidad para ayudar a los demás, si no habían palabras de por medio, obviamente yo no tendría posibilidad ni siquiera hablando, pero el pelinaranja pensó que si la tenía, se levantó de la silla y fue directo a abrazar al peligris que se deshacía en un llanto cada vez más fuerte.

- Yo lo deje solo… es mi culpa - empezó a hablar el peligris apachurrando con fuerza al enano entre sus brazos.

- Si me hubiese quedado a su lado, si no hubiese supuesto que estaría bien dejarlo solo un rato… yo debí haberlo visto, no! es mi culpa es mi culpa… - seguía culpándose, y nadie era capaz de decir nada, pero que podíamos hacer, o decir?, si esa fue voluntad del pelado no había nada que se hubiese podido hacer, recordé las palabras escritas en la carta y por un momento me permití pensar que era lo mejor, La vida era cruel, el dolor y el arrepentimiento eran el pan de cada día…

Tanaka-san merecía un buen descanso, y entonces las lágrimas ardieron en las esquinas de mis ojos.

- Él estaba sonriendo – la voz ronca y gruesa del pelinegro de Nekoma llamó la atención de todos y detuvo por un momento el llanto del peligris.

Las lágrimas caían por su rostro, el medio mechón que le tapaba media cara estaba pegado a su mejilla, sus ojos se entornaban llenos de dolor y sus labios se fruncían con rabia.

- Tú también lo viste, él estaba sonriendo – agregó.

- Estas diciendo que es mejor así?, tu qué demonios sabes! tu no lo conoces! – Sugawara-san se levantó de golpe soltando a Hinata arremetiendo contra el pelinegro sacándolo de la silla agarrándolo por el cuello de la playera, la forma en que hablaba de Tanaka-san en presente como si solo estuviéramos esperando a que regresara era una más dolorosa.

- ¿Eso importa? No es mejor así, nos duele, la vida de Tanaka era demasiado dolorosa, porque querías que siguiera sufriendo?! – le gritó de regreso el pelinegro.

- No... yo no – el peligris relajo el agarre retrocediendo un paso, temblando y muy seguramente lleno de confusión.

- Que importa lo que sintamos si él está mejor ahora, fue su decisión, que podías hacer?, que hubieras podido hacer? – El pelinegro se limpiaba las lágrimas con la manga de su playera.

- Él no se merecía todo eso... no, no se lo merecía, era un buen chico, el no... Como se supone que acepte eso y… - la voz se le partió en un sollozo que le provocó una arcada.

- Como se supone que siga viviendo sabiendo que él no puede hacerlo – sin darme cuenta hablé, ya de pie sin soltar la mano de Yamaguchi alzándola contra mi cadera, todos voltearon a verme pero la atención aunque incomoda no me detuvo.

- Tienes razón él no se lo merecía, por eso era su derecho decidir qué hacer, quedarse aquí sabiendo que todo lo que alguna vez anhelo jamás lo alcanzaría, o terminar con el profundo arrepentimiento con el que vivía a diario, preguntándose ¿Qué hubiese pasado si se hubiera dado cuenta a tiempo? ¿Si hubiera tenido el valor para decir lo que sentía a tiempo?, crees que él quiere que  tu vivas haciéndote las mismas preguntas? fue su decisión - todo el cuerpo me temblaba, estaba hablando sin pensarlo mucho, con la genuina idea de tratar de ayudar.

Sugawara-san me miro con rabia para luego partirse en dos de tristeza, su mirada avellana conectada a la mía me hacía sentir horriblemente pesado, sus sentimientos llegaban a mi cuerpo abriéndose paso, era insoportable pero necesario.

- No sé… cómo hacer… eso –

- Ninguno de nosotros, pero echarte la culpa no ayudara a nadie – El pelinegro que seguía de pie a su lado hablo pasándole un brazo por el hombro.

- No estás solo – Daichi-san intervino, captando la mirada del peligris que no se había desviado de mi ni un momento, se mordió los labios se encogió de hombros y asintió lentamente con la cabeza.

Las cosas consiguieron calmarse por un rato, Sugawara-san accedió a volver al hospital con Daichi-san y las enfermeras.

- Ve a casa, descansa un rato y te veré de nuevo mañana si? – La voz suave de Kageyama me hizo voltear a verlos, ese hombre tenía una habilidad increíble para manejar el tono de su voz, podía pasar de ser sonar como un ogro a ser suave y enternecedora como una colegiala enamorada.

Hinata hizo un puchero queriendo quejarse pero al ver la mirada de preocupación del pelinegro solo pudo asentir con la cabeza lentamente mientras succionaba con la nariz.

- No pongas esa cara, necesitas descansar, este no es un ambiente adecuado para ti, ¿sí? hazme caso por favor… te amo – le susurro dándole un suave beso en los labios sonrojándolo completamente, la escena que alguna vez pudo parecerme vomitiva ahora llegaba a enternecer mi adormecido interior.

Yamaguchi tiró de mi mano lentamente, me voltee para hablarle pero la voz del pelinegro nos detuvo.

- Oye Tsukki gracias por intervenir ahí – se dirigió hacia mí y el agarre de Yamaguchi en mi mano se hizo más fuerte.

- Agradecería que no me llamaras así,  y no intervine por ti – fue todo lo que conteste, sin quitar mi mirada de Yamaguchi que ahora se encogía escondiendo su rostro con su cabello.

- Esta bien Tsukkiiiii – volvió a mencionar alargando su voz haciéndome voltear a verlo arqueando una ceja, en su cara burlona se dibujó una sonrisa de lado bastante irritante.

- ¿Cuál es tu problema? – me quejé entre dientes.

- No tengo ningún problema ver tu rostro molesto me calma – Yamaguchi soltó mi mano en cuanto el pelinegro termino de hablar retirándose de la habitación, no pude detenerlo por la sorpresa ante su reacción, pude ver claramente cómo iba frunciendo el ceño enojado.

- Más bien cuál es el tuyo – Kageyama escupió las la palabras con rabia dejando la habitación con Hinata de la mano, era irritante y no entendía porque se comportaba así conmigo.

- Vaya parece que tendré que agradecerles por darme más tiempo contigo – se burló el pelinegro sentándose cruzando las piernas.

Lo miré de lado y sin contestarle nada me fui de ahí.

Subí rápido a la habitación por suerte Yamaguchi estaba en el baño, podía escuchar el sonido del agua y su ropa estaba tirada en el suelo, no había duda de que estaba actuando extraño, quizá realmente no se sentía nada cómodo con el pelinegro cerca, claro que también cabía lo posibilidad de que algo hubiese pasado entre esos dos.

Espere por un buen rato sentado en la cama a que saliera, el agua seguía sonando constante contra la baldosa, entre más pasaba el tiempo más me convencía de que algo no estaba bien.

Empujé la puerta que cedió al instante, el vapor del agua caliente salía por arriba de las puertas de plástico de la ducha, estaba tan empañado que no podía ver nada del otro lado.

- Yamaguchi? – pregunte acercándome un poco, el no solía bañarse con agua caliente.

- Yamaguchi! – solté apenas escuché su quejido entre una ligera tos, corrí la puerta rápido cerrando la llave y entrando con todo y zapatos a la ducha, estaba recostado contra la pared dando la espalda a la puerta lejos del chorro de agua, encogido en sí mismo con la piel rojiza por el calor que había soportado.

- Demonios – mascullé tomándolo con toda la delicadeza que podía, ya que su piel en ese estado seguro estaba sensible, y la expresión de dolor que se formó en su cara al tomarlo ligeramente por el brazo me lo comprobó.

Como pude lo saque de ahí. Lo senté en la cama con la toalla doblada debajo suyo, tome la mía para secarlo suavemente sin hacer mucha presión, sin embargo cada nada daba respingos de dolor.

- ¿Que estabas haciendo? ¿Porque te quedaste tanto tiempo? – traté de sonar duro pero estaba irritado, y preocupado realmente esa no era una buena combinación, frunció el ceño ligeramente desviando la mirada apretando los labios.

- Lo siento… es que no… no te sueles bañar con agua caliente, y… ¿pasó algo? – pregunté alentando el tono tanto como podía pero seguía sonando demasiado crudo a modo de regaño.

- Esta bien... no tienes por qué preocuparte - su tono de voz sonó apagado y sus ojos no se atrevían a conectar con los míos.

- No estoy preocupado – eso salió de mi más como una costumbre, obviamente si estaba preocupado.

- Mejor aún – soltó esta vez parándose desnudo agarrando la toalla de mis manos de un tirón yendo a su cama a terminar de secarse como si no tuviese la piel ardiendo.

Sabía perfectamente que mi irritación tenía una sola razón y era porque estaba jodidamente preocupado, pero en realidad yo podía ser el tipo de persona que pudiese decirlo abiertamente? Porque no me sentía como tal aunque fuese por él.

- ¿Estás enojado? – fue lo mejor que pude hacer, no me acerqué, ni me moví de donde estaba acuclillado frente a mi cama como había estado cuando le intentaba secar.

No obtuve ninguna respuesta, luego de ponerse una playera negra holgada manga corta y una bermuda roja salió de la habitación sin siquiera voltear a verme.

- No me ignores… - y así el susurro cortado que salió muerto entre mis labios por fin rebasó mi límite, mi cuerpo no estaba ni la mitad de fuerte de lo que parecía exteriormente, quería llorar y quedarme en la cama por años, el nudo en la garganta se estancó a mitad de camino aunque ya las lágrimas rodaban por mis mejillas, ya no pensaba en nada más que en el dolor que fluía por mis venas como veneno contaminando mi sangre.

Me quité los lentes dejándolos caer sobre el colchón, sentí la ropa húmedo pegándose a mi piel y los tennis fríos por el agua que se había acumulado entre la tela y la suela, deje que las rodillas tocaran el suelo y me aferre al borde del colchón dejando que todo lo que había pasado cayera sobre mí y fuese expulsado en forma de lágrimas con la mera intención de sentirme mejor.

Pero realmente… no está funcionando, no necesitaba comida, ni bebida, ni el calor del verano, ni quitarme la ropa húmeda que ya se sentía incomoda, ni repasar en mi cabeza todo lo que estaba pasando, no necesitaba nada más que sentir su calor a mi lado.

Pero la cosa era… que por alguna razón que no comprendía lo que necesitaba para calmar mi agonía había salido por esa puerta con el ceño fruncido por primera vez… enojado conmigo.

Notas finales:

Hey Hey Hey! no me gusta hacer sufrir a Tsukki pero es un ciego! hasta Kageyama ya se dio cuenta de lo que anda pasando ~

En el próximo cap el funeral!!! un Tsukishima dulce como la miel ~ obviamente no va a ser Kei :v

Ya saben dejen sus comentarios aqui abajito!!!

 

Para momo: Gracias por seguir la historia!! etto bueno quieres saber cosas de mi etto D: bueno emm soy virgo, cumplo 23 años a final de mes QoQ, mi nombre? pa que quieres saber eso jaja saludos ~ ok no XD me encanta el pan!! Muchas gracias por comentar de veras!


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