Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! Capitulo 24!

Les prometí 3 cosas en el cap pasado, pero como tengo tiempo y al parecer inspiración les voy a dar un capitulo especial por cada una, empecemos con El gatito teñido ~
Este cap esta narrado por el mismísimo Kenma Kozume

Kuroo es ese tipo de persona que necesitaba tener algo entre sus manos y brindarle su “protección” hace años que tenía claro que podía ser yo o cualquier otro.

Podría ser una piedra abandonada en mitad del camino, a él no le importaría ponerle una sombrilla encima para que la lluvia no la tocara y quedarse ahí cuidando de ella aunque el terminara resfriado.

Era irritante y hermoso.

No había forma en que pudiera separarme de él, yo no solo era un asocial autista que tacharon de anormal y enfermo a muy corta edad, también me había convertido en su “lugar en el mundo” como el solía decirlo todo el tiempo, pero la verdad era que el pelinegro podía ser tan voluble y cambiante como el clima de una zona tropical.

Y así estaba bien para mí, porque a pesar de todo me había enamorado, completa y perdidamente.

Caminé por el pasillo arrastrando los pies, de por si era agotador tener que mantenerme vivo cada día, sin él era una catástrofe sin fin.

Lev había dejado de molestarme, salió del pabellón medico a los tres días con una enorme mancha morada que se expandía por toda su nariz, parte de su frente y mejillas, bajo las gasas que le tapaban toda la nariz, tenía un vaso roto en su esclerótica que le dejó una mancha rojiza manchando el blanco y verde de sus ojos extranjeros.

No importaba por donde lo viera, se lo merecía.

El mitad ruso jamás me dejaba en paz, sus ridículas fobias no eran razón suficiente para saltarme encima cada que se le daba la gana, me enojaba aunque no lo expresara y Kuroo se daba cuenta, yo podía estar de pie mirando a la nada sin ningún tipo de expresión en la cara y el sabría lo que estaba pensando, lo que estaba sintiendo, nuestra conexión era irreal y molesta.

Y me sentía agradecido por ella, cada día.

Un grupo de personas caminando a fuera en el patio llamo mi atención, me acerque al cristal sucio y pude ver como caminaban hacia la parte de atrás de Fukurodani, ahí estaba el cementerio del hospital, me había colado en el edificio porque estar en Nekoma era demasiado estresante más aun por su ausencia.

Caminaba encorvado, su monumental altura parecía haberse esfumado, con las manos en los bolsillos, cabizbajo, apretando los labios como si estuviese a punto de llorar, ahí iba mi “lugar en el mundo” dando pasos rezagados al final del grupo.

El corazón se me contrajo y tuve que llevar una mano sobre mi pecho tratando de calmarme, la ansiedad nunca me fue de mucha ayuda, pero ahí estaba haciéndome transpirar como si estuviera colgando sobre una hoguera ardiendo.

- Kenma… estas bien? - Keiji se acercó a mí poniendo su mano sobre mi hombro, devolviéndome a la tierra, dejando que mis pies reconocieran la realidad, firme bajo las plantas descalzas.

No voltee a verlo, o más bien no pude, no podía pensar con claridad lo extra…

- ¿Lo extrañas, no? - suavemente pronuncio las palabras que temblaban en mi cabeza.

Yo no lloraba, no porque no sintiera ganas de hacerlo, simplemente no podía, mi cuerpo no conocía lo que lo eran las lágrimas. Mi fisionomía no estaba hecha para poder dejar salir mis sentimientos en forma de agua.

Desde que tenía memoria nunca lo había hecho, y podría decir que las veces en que me habían ardido los ojos brutalmente buscando un poco de lubricación habían sido contados con los dedos de una mano.

Y este era uno que se sumaba a la corta lista.

Me quede ahí en silencio mientras su mano acariciaba mi hombro con gentileza, preocupado por mí, como solía estarlo siempre, uno de los psiquiatras más jóvenes en todo el hospital, era una mente brillante y maternal, poseía ese gen para ayudar a otros muy marcado en su ADN, graduado con honores en psicología se especializo en psiquiatría y trastornos mentales con el ahínco de ayudar a pobres diablos como yo, como Kuroo…

Terminó sus prácticas en uno de los hospitales psiquiátricos más renombrados en Kyoto, pero todo eso se debía a un pobre diablo más perdido que nosotros, alguien que para el pelinegro era su único motivo para vivir.

Ruidoso, explosivo, deprimente e inestable, el rey del drama, de las cosas cursis y el más fiel amigo que pudieras encontrar. Lo irónico o quizá lo más cruel de la historia era que Koutaro no tenía un futuro afuera, por lo que Keiji estaba atado a seguirlo a donde sea que fuera.

Al igual que yo, Kuroo no lo sabía, pero unos meses atrás había tenido una sesión con Nekomata y a su parecer mi diagnostico era más favorable que el de todos, si hubiese tenido un lugar o una familia que viera por mi probablemente ya hubiese podido salir de ahí.

Todo seguía siendo gracias a Kuroo, no solo se convirtió en el primer ser humano que podía soportar cerca, si no que se transformó en el puente para otras personas, que lentamente con el pasar de los años recluidos en ese andrajoso hospital ahora hacían parte de mi círculo social, ya no tenía ataques de pánico, ya no pasaba semanas sin pronunciar una palabra, ahora era más como una persona normal.

En unos meses ese pelinegro desquiciado había logrado lo que años de terapias y medicación no habían logrado, no le fue fácil pero nunca se rindió.

Él nunca se rindió conmigo.

Así que el caso era simple, no tenía a donde ir y no quería irme, no sin él.

Lo seguí con la mirada hasta que él y su grupo desaparecieron al voltear en la esquina del edificio, y hubiese podido salir y lanzármele encima pero eso no era de mí, no era apropiado.

- Estoy seguro de que él también te necesita - la voz de Keiji era suave y melodiosa como el sonido de un violín produciendo una tonada triste y melancólica.

No fui capaz de buscar el lado del edificio que me dejara verlo, tenía una habilidad única para quedarme de pie en el mismo puesto por horas y horas sin mirar nada y concentrándome tan solo en respirar.

En continuar vivo.

Así pasó el resto de la mañana, rechacé cada invitación de Keiji para ir a comer, no abandone mi posición en esa ventana, el grupo ya no era un grupo y esparcidos volvían sobre sus pasos destrozados, unos llorando, otros perdidos, pude verlo regresar solo, por el mismo camino por donde había llegado, con la mirada clavada en el piso.

Por un momento sentí que ese ya no era mi Kuroo… que ese cuerpo ya no lo contenía.

No pude soportarlo, el miedo tomó forma en mi estómago y corrió por mi garganta en forma de ataque de pánico, estampé la mano contra el vidrio justo cuando el pasaba por enfrente mío, alejado por el camino entre el pasto.

Se detuvo, su mirada conecto con la mía aunque fuese difícil distinguirlo bien por el cristal manchado, no hubo expresión en su rostro que yo pudiese notar, sus pies cambiaron de dirección, lo vi moverse de nuevo, paso a paso en cámara lenta en el silencio más profundo.

Llego al cristal, tuve que levantar la vista, su altura volvió a su lugar sobre sus hombros, su mano subió lentamente hasta posarse sobre la forma de la mía que se veía del otro lado, nuestras formas no coincidían siquiera un poco, su mano era mucho más grande y gruesa.

Su mirada estaba clavada en su mano, lentamente paso de ahí a mi brazo, a mi pecho, a mi cuello y por fin a mis ojos.

La cercanía me permitió distinguir el amarillo profundo y electrizante que los caracterizaba, que los hacia trabajar como un hechizo sobre mí, me sonroje, sentí la calidez en mis mejillas.

Ladeo la cabeza mirándome con ternura, con un par de lágrimas formándose en sus ojos, como si no se hubiese alejado de mí nunca, como cada madrugada en que su insomnio no le permitía pegar el ojo, el me dejaba dormir sobre su brazo acariciando mi cabello, para dulcemente recibirme con un “buenos días” cálido y reconfortante.

Sus labios se movieron, yo no pude escucharlo pero supe exactamente lo que dijo.

- Te extrañe -

Como un evento mágico, único y quizá irrepetible, la irritación en mis ojos se calmó, ya no me ardían, pero apenas y podía ver, mi pecho dejo de moverse estrepitosamente en sus intentos por atrapar algo de aire.

El agua encontró como acumularse, formar una nebulosa y escapar de mis parpados corriendo por mis mejillas.

Era irreal y su expresión allá fuera desfigurando la sonrisa que se había alcanzado a dibujar en sus labios me indicaba que realmente estaba impactado.

Golpeó el vidrio con la palma abierta, con los dientes apretados, tuve que llevarme una mano a la boca y agachar la cabeza tratando de hacer más compacto mi cuerpo, de lo contrario iba a caerme en pedazos en ese momento.

No supe cómo ni en qué momento, yo seguía tratando de mantenerme en una pieza cuando sentí sus fuertes brazos rodearme y atraerme a su cuerpo con toda la fuerza que podía, dolía, todo mi cuerpo palpitaba en dolor pero eso ya no tenía importancia.

Por fin podía tocarlo y sentirlo de nuevo.

- Kenma … Kenma… Ken… ma! Ken! Ma! - su voz entrecortada me llamaba una y otra vez, su olor se coló en mis fosas nasales como el olor embriagante de una exquisita fragancia muy costosa, su voz penetro cada poro de mi piel como un alucinógeno.

- Kuroo - lo llamé suavemente pegando mis labios a su oído, con el abrazo me había levantado del suelo y ahora podía alcanzar su rostro fácilmente, era la única persona a quien llamaba por el apellido, no tenía ninguna razón convencional, solo me gustaba, para mi Kuroo era un enorme y cariñoso gato negro, el pronunciar su nombre estaba reservado para otra clase de momentos.

Sentí como se estremeció, su cuerpo se contrajo en un espasmo, suprimió un sollozo hundiendo sus manos en mi cabello y mi espalda, me acaricio con fuerza, luego más delicadamente, como si estuviera por romperme y realmente había sido así, pero ahora cada pieza de mi ser volvía a estar junta gracias a sus brazos.

No quería romper el momento, pero mi urgencia era más poderosa y los labios ya se me cuarteaban.

Colé una mano por su cuello buscando su mejilla, lo acaricie suavemente haciéndolo verme, estaba llorando con su expresión de niño perdido que por fin encontraba a su mamá luego de haber estado muy asustado, acuné sus facciones en mis palmas y sin dejar de verlo a los ojos junte sus labios con los míos.

Kuroo era un provocador, tenía una forma endemoniada de hacerme desear cosas contrarias a mi naturaleza con simples gestos o miradas, con palabras, a veces sin siquiera tocarme y mientras nos besábamos no dejaba de verme directo a los ojos haciéndome derretir entre su fuerte agarre.

Fue un beso tierno, reafirmante. Esa necesidad de saberlo mío y recordarle que yo era suyo debía ser satisfecha y esa muestra de cariño lo logró con honores.

Subió sus manos y limpio mis lágrimas besando con suavidad mis mejillas y mis parpados, dándome sus caricias felinas.

Luego de unos minutos de cariños, se dio la vuelta inclinándose un poco, me cargó en su espalda y me llevó fuera del edificio, se había entrado por la puerta de las enfermeras que casualmente estaba abierta, pero yo sabía que Keiji la había dejado abierta antes de irse.

Me llevó con el sin decir nada, por una vez el sol de verano se sintió increíblemente maravilloso sobre mi espalda, mi mejilla reposaba en su nuca, su suave cabello me hacía cosquillas, mis brazos pasaban sobre sus pectorales y mi pecho estaba pegado a su espalda acalorada.

Cuando vi que nos dirigíamos a Karasuno me inquiete un poco, lo habían alejado de mi porque su sentido sobreprotector le había hecho atacar a un compañero y podía jurar que eso aún no se estaba corregido, si me llevaba con él, Ittetsu se iba a enojar, yo no quería eso, aunque Nekomata siempre era muy indulgente, el castaño no tenía en buenos términos a Kuroo, no era porque su comportamiento fuera malo, pero tenía una fea costumbre de auto protegerse diciendo comentarios fuera de lugar y haciendo sentir incomodas a las personas.

Siempre decía que era su manera de relajar el ambiente aunque jamás le funcionaba.

Llegamos a la estrecha puerta del edificio.

- Veo que traes compañía – la voz del castaño me intimidó, me contraje en la espalda de Kuroo esperando desaparecer, sin ser capaz de levantar la mirada.

- Por favor Takeda-san, ya no puedo más – el tono suplicante y la manera en que uso su apellido con el honorifico me aturdió, Kuroo nunca usaba honoríficos y si lo hacía era en forma de broma.

Escuché el suspiro que soltó el castaño y luego un chasquido de lengua.

- Bien, pero aun no regresaras a Nekoma, pueden quedarse los dos aquí - acepto el castaño.

- Pero primero, ve a almorzar y deja que Kozume-kun vaya por sus pertenencias, Shimizu por favor acompáñalo - sentí el pequeño saltito de emoción que dio el pelinegro, era adorable y vergonzoso.

Me baje de su espalda aunque sus brazos se negaron un poco a dejar de sujetar mis muslos, asentí con la cabeza ante la pelinegra que se acercó a mí con una sonrisa suave en el rostro, ya la había visto un par de veces pero no me sentía muy cómodo estando cerca de una mujer, quizá porque en mi vida nunca había interactuado con una, había vivido apenas un par de años con mi padre biológico que luego me botó a la calle, ni siquiera podía recordar su rostro, la policía me había llevado a un hogar de paso, luego a un orfanato donde solo habían varones y cuando intentaron darme en adopción descubrieron que yo no era un “niño normal” y como no sabían nada sobre mi pasado, ni mis parientes fui enviado a una institución para niños especiales, cuando cumplí 16 años me trasladaron a este lugar.

El pelinegro se despidió de mí con un abrazo fuerte de esos que me levantaban del suelo, tenía una sonrisa de oreja a oreja,  mi cuerpo se sentía ligero, todo volvía a estar en paz.

La pelinegra comenzó a caminar hacia Nekoma, la seguí después de menear un poco la mano despidiéndome, Kuroo sonreía con todos sus blancos dientes y era vergonzoso, era muy vergonzoso aceptar que amaba esa expresión en su cara.

Volvimos al edificio, Nekomata estaba en el comedor con Morisuke e Inuoka ambos muy concentrados comiendo.

- Vaya, vaya y yo que me preguntaba dónde estaba nuestro pequeño gatito amarillo - sonrió el anciano alzando las cejas.

- Kuroo vino por mí – le respondí a lo que largó una carcajada cruzando los brazos sobre su panza.

- No me quiero imaginar la cara de Takeda! – dijo entre risas.

- Nos dio permiso de quedarme en Karasuno – añadí

- Hasta que Tetsuro aprenda la lección? – sonrió la pelinegra, tenía que admitir que aunque yo no lo llamara así, no me agradaba mucho que otros lo hicieran, pero no podía hacer nada Kuroo era así, demasiado sociable, además la pelinegra era mucho mayor que nosotros.

- Bueno, bueno supongo que vienes por tus cosas, ve después de comer algo – Nekomata seguía sonriente, me señaló una silla mientras salía del comedor.

Al principio no me agradaba debo admitir, tuvimos varios episodios desagradables con el anciano pero con el tiempo y la división por edificios todos nos dimos cuenta que era alguien solitario, él no tenía en sus venas el don de ayudar a los demás, solo lo hacía por el dinero y a la final se quedó como nosotros, sin un lugar al cual volver.

Me senté junto a Morisuke que me sonrió y me ofreció una bandeja de comida, caballa asada, la favorita de Kuroo, me aguante la sonrisa imaginando sus pucheros cuando le contara de lo que se perdió en el almuerzo.

Comí, bebí, los chicos me preguntaron cómo estaba Kuroo y luego subí a hacer mi maleta, empaque un poco de ropa y un par de playeras de Kuroo que ya no eran tan suyas.

La pelinegra me acompaño todo el tiempo, cuando volví a Karasuno, Kuroo estaba botado en el sillón de la sala de estar con un libro sobre la cara, en cuanto me vio entrar pegó un brinco lanzando el pobre libro lejos y abrazándome con fuerza.

Lo agradecía pero me avergonzaba porque ahí en la sala también estaban otras 4 personas más contando a la pelinegra.

- Oh así que tú debes ser Kenma-kun un gusto conocerte – una enfermera rubia se acercó con una sonrisa amigable era de mi estatura y tenía el cabello corto.

Asentí con la cabeza incomodo hasta las pestañas, dos mujeres en un día, acababa de superar mi record.

Kuroo lo notó enseguida y se disculpó por mí, agregando que no era muy sociable, ella se disculpó y se fue a sentar con uno de los catatónicos que jugaba con las piezas de ajedrez moviéndolas en el tablero sin orden, ni sentido.

Los catatónicos me agradaban, no decían mucho, sus presencias generalmente no eran molestas, aunque a veces tenían sus episodios, Kai por ejemplo en Nekoma era un chico muy pacífico y siempre era agradable su compañía, aún tenía a su familia que venían y lo llevaban a casa 2 fines de semana el mes, tenía el permiso y sus padres un par de ancianos, eran muy adorables.

Mire a Kuroo y su sonrisa, la cotidianidad de sus gestos me hacía sentir tranquilo, se percató al instante que estaba mirando sus labios por lo que su sonrisa se agrando más estirando sus mejillas y cerrando sus ojos.

Si… era hermosamente vergonzoso.

Tomó mi mano y contento me llevó por las escaleras cargándome de nuevo en su espalda, era demasiado cómodo, la diferencia entre nuestras estaturas que no concordaban con nuestras edades eran casi perfectas, mi flojera natural combinaba bien con su complejo sobreprotector.

Íbamos hacia su “cuarto temporal” subiendo las escaleras cuando uno rubio alto y algo musculoso venia bajando las escaleras con un pelinegro más bajito que lo llevaba de la mano.

Noté de inmediato la mirada de cólico que le dirigió a Kuroo, de seguro ya había metido la pata con él.

- Buenas tardes - saludó el pelinegro haciendo una educada reverencia, el rubio lo imito pero no parecía muy feliz de saludarnos. Kuroo me bajo y empezó a sonreír tímidamente rascándose la nuca.

- Usted es el hermano mayor de Tsukki no es así?, creo que no nos han presentado, mi nombre es Kuroo Tetsuro -  hablaba muy nervioso y eso me inquieto, quien era el tal Tsukki?

- Akiteru - le gruño el pelinegro al ver la cara de fastidio que puso el rubio.

- Mi nombre es Chizaru Kyoji, él es Akiteru Tsukishima, si es su hermano mayor, es un gusto - saludó mirándome, la piel de la nuca se me encrespo, sus ojos eran muy intimidantes.

- Ah es el Kenma, perdonen no es muy sociable - se disculpó Kuroo dando un paso hacia adelante dejándome esconder tras su hombro.

- Esta bien, no te preocupes, ya nos íbamos - indico el pelinegro.

El rubio hizo un puchero ante la mirada fulminante del pelinegro que le indicaba claramente que debían irse ya, no nos miró, solo se limitó a bajar las escaleras delante del otro sin chistar nada.

Quise ignorar la situación incómoda y confusa pero la duda se clavó en mi cabeza.

¿Quién era Tsukki?

Llegamos a su habitación, el ambiente había cambiado, esta vez Kuroo no me había pedido que subiera a su espalda y en cuanto entramos al cuarto.

No tuve tiempo ni para tomar algo de aire, apenas la puerta se cerró tras su espalda mi cuerpo fue azotado contra la pared, su mano empujó contra mi pecho y sus labios enardecidos chocaban con los míos.

Quizá unos 10 segundos habían pasado y su lengua ya estaba perforando mi boca, saboreando con su rugosidad mi lengua, mis dientes, mi paladar, él sabía perfectamente que ese era mi punto débil por lo que las piernas no me dieron y me fui de rodillas al suelo.

Actuó rápido tomándome entre sus brazos, dándome todo el soporte que necesitaba aunque en ese momento lo que quería era saber que había sucedido.

Su entrepierna me sorprendió, apenas nos habíamos besado y ya sobresalía demasiado, dura como roca sobándose contra mi abdomen.

- Ku… Kuroo, es... espera - me quejé y quizá era la primera vez que lo hacía.

Kuroo me miro como si le hubiese acabado de decir que lo odiaba.

- No lo malinterpretes… es que… ¿Por qué… Tan de repente? - él tenía toda la razón de estar sorprendido, ni siquiera la primera vez me había negado, o le había pedido que esperara, es más creo que nunca llegue a preguntarle porque me tocaba, él me decía esas cosas vergonzosas por sí mismo.

- Perdón… es… es que, lo necesito - aun respiraba agitado apenas podía hablar, sus mejillas ardían en colores rojizos, sus labios entreabiertos trataban de tomar algo de aire y sus ojos amarillos estaban ligeramente empañados.

Era débil... Demasiado débil, y mi cuerpo era demasiado dependiente de su calor, las piernas me temblaron, mis labios ardían por sentir los suyos de nuevo, me sentía confuso y aterrado pero el deseo me pudo.

Me acerque tomando su mejilla guiándolo para que me besara de nuevo, esta vez fue más delicado, más lento, pude distinguir una a una las sensaciones que me provocaban cada roce de su rugosa lengua, cada choque de mis dientes con los suyos, cada bocarada de aire ardiendo que dejaba escapar en forma de gruñidos dentro de mi boca.

Sus enormes manos se colaron bajo mi playera, aprisionando mis costados, apretando mientras descendía, todo mi sistema nervioso estaba a su merced y él sabía a la perfección como hacerme derretir.

Habíamos estado juntos tantas veces que nuestros cuerpos ya no entendían que la piel del otro era ajena.

Volvió al balanceo suave contra mi abdomen de su cálida erección que ya empezaba a gotear, se sentía glorioso, rápidamente y con ganas mis manos viajaron por su cuello, bajaron por su pecho apretando sus pectorales bien marcados, sacándole más gruñidos haciendo que su voz se escapara en tonos delgados e hipnotizantes.

No recuerdo en que momento de la relación pude hacer movimientos por mí mismo, al principio siempre era Kuroo quien hacia todo el trabajo, pero cuando vi su respuesta a mis caricias me volví adicto a esa voz, a esos gemidos, a esa expresión de placer en su rostro.

Le saque la camisa interrumpiendo los besos, sus labios volvieron a mi cercanía al instante que la prenda dejo sus cabellos más alborotados, el deseo se hacía más fuerte, Kuroo era el orgulloso dueño de un cuerpo bien esculpido, músculos marcados y piel tersa, mis manos tenían el delicioso privilegio de pasearse sobre todo eso a voluntad.

Pero yo no era el único con el privilegio de tocar en la habitación, él también estaba muriéndose por tocarme, lo primero fueron sus manos enterrándose en mis glúteos apretándolos y acariciándolos, separándolos sacándome gemidos en el proceso.

Me llevó a la cama a tropezones, el cuarto era un desastre, lo que me sorprendió porque Kuroo era un adicto a la pulcritud, el colchón estaba roto en unas partes y había relleno de espuma por todo el piso.

Se recostó sobre mi sacándome la ropa con maestría, le ayude a sacarse la suya con la misma hambre e impaciencia que lo dominaban, tomó mi erección en sus manos y tuve que llevarme una mano a la boca para ahogar el grito.

Me sonrió de lado con mirada traviesa.

- Lo siento, aquí no podemos hacer mucho ruido - En Nekoma el piso que compartíamos solo era habitado por nosotros dos, tenía 4 habitaciones como la mayoría pero solo nosotros ocupábamos dos de ellas en teoría, porque siempre dormíamos en la suya.

Sentí mis labios encogerse en un puchero, su sonrisa se hizo más grande.

- No te preocupes yo te ayudare con eso - susurro contra mis labios dejando que el aire caliente que expedía entrara a mi boca y me quitara el aliento.

Me besó esta vez solo los labios, contactos prolongados y exquisitos, si me preguntaban era mi beso favorito, en el que podíamos quedarnos unidos por un buen rato gozando del sabor y el calor del otro. Aunque esta vez tuvieran una utilidad diferente seguía disfrutándolos.

Sentí su erección rozar mi entrada, todo el cuerpo se me contrajo, las sensaciones de placer era demasiado para mi autocontrol, y si fuese más atrevido le hubiese pedido que no lo pensara tanto y me partiera en dos en ese instante, pero eso no iba a pasar, no con Kuroo Tetsuro, aunque su parte varonil estuviera explotando él siempre me trataría con amor, con la delicadeza que merece algo demasiado valioso, ni siquiera la primera vez había logrado dolerme, el contacto físico con Kuroo siempre era  placentero y muy satisfactorio.

Esta vez no fue la excepción.

Aunque estaba rozándose con mi entrada, uso su cálida saliva para lubricarme, ya no me era muy fácil aguantarme los gemidos, los sonidos húmedos que se producían ahí abajo lo volvían loco y el sentir como sus muslos temblaban apretándose contra los míos era la prueba suficiente.

Quería decirle que por esta vez estaba bien pero… aunque mi cuerpo estaba rendido ante el deseo mi mente seguía sosteniendo una fea incertidumbre.

No pude decir nada, me tape la boca con ambas manos mientras el continuaba haciéndome enloquecer, me miraba con lujuria y se lamia los labios, subía y me lamia los dedos dejando también suaves besos en mis mejillas, bajando por mi cuello y mi pecho, mientras abría los suyos en mi interior ya más acostumbrado a la intromisión.

- Tetsuro… - susurre entre dientes tratando de mantener mi voz baja, me miro y sonrió suavemente, esa sonrisa que le iluminaba todo el rostro, esa sonrisa que solo era para mí.

Solo era para mí.

Sin darme cuenta la vista se me nublo, producto del placer, producto de la duda, no lo sabía bien, me sentí extraño, llorar se volvería costumbre? Lo único que quería era que su calor me diera la respuesta que necesitaba a una pregunta que ni siquiera sabía cómo formular.

Sus manos separaron mis glúteos, lentamente se fue introduciendo, no solo era enorme, esta vez estaba demasiado duro, aun así no fue doloroso, las sensaciones que me producía esa lenta y cuidadosa intromisión me hacían querer gritar, tomé su mano y la puse sobre mi boca, no lo había meditado mucho pero era más reconfortante.

Se inclinó sobre mi cuerpo sin quitar su mano de mi boca y comenzó a moverse lentamente besando mi frente dejando salir unas cuantas lágrimas, sus labios pasaron por mis mejillas por mi nariz, por mis parpados… por su mano sobre mis labios.

- Kenma… Kenma… - cada beso o suave lamida sobre mi piel llevaba de anticipo mi nombre, con su tono más lujurioso y tierno.

Ya no quería contenerme más, quería que él también se derritiera por mí, un instinto posesivo se apoderaba de mi cordura, me estiré sobre mis piernas moviendo mi cadera contra la suya, el gemido ronco y largo que soltó sin poderlo si quiera prever me hizo sonreír, apreté sus glúteos, sus duros y redondos glúteos con ambas manos esperando que mis dedos dejaran marcas, ayudándolo a mecerse con más fuerza hacia mí.

- Kenma… ken!mmmmma! es… espera! Espe…ra m me vendré! No ah! -  sus quejas fueron como música para mis oídos, sentí una fuerte corriente eléctrica por todo mi cuerpo, como si pudiera venirme de solo escucharlo, sus propias caderas ya no podían detenerse y mi resistencia mermaba cada vez más rápido, la sensación de cosquilleo en mi pelvis ya era insoportable.

- Kenma… Te... te amo! - hasta ahí llego mi resistencia.

- Tetsuroommm ah! - tuve que estirarme hacia atrás dejando mi columna en una perfecta curvatura extendida en el aire con los pies apretados contra las sabanas, me mordí los labios queriéndome contener pero el gemido escapo de todas formas, todo su pecho quedo manchado de mí, era obvio que la abstinencia de esos días había dejado demasiado acumulado.

La siguiente estocada lo hizo explotar a él, la sensación de su semen caliente invadiendo mi cuerpo era imposible de describir, todo mi cuerpo sucumbía al cosquilleo y si tuviera más experiencia o algún conocimiento técnico diría que me provocaba un orgasmo interno, uno mental, ese que se disfruta más de un par de segundos.

Sus mejillas estaban húmedas, no podía moverme más que para intentar llenar de aire mis pulmones, sus brazos temblaban a mis costados ridículamente, trataba de mantenerse sobre mí sin aplastarme, viéndome a los ojos mientras una que otra pequeña gota de sus ojos caía sobre mis mejillas.

- Es… e es… tas bi… bien? - no eran solo los brazos todo el cuerpo de Kuroo estaba temblando, como pude con mi débil organismo me abracé a él, lo escuche sollozar mientras lentamente me dejaba sobre el colchón acunándome en su pecho.

- Quien es Tsukki? - ignore completamente su pregunta, por una vez en mi vida tenía una desagradable inquietud en mi pecho que no sabía cómo manejar y que ni hacer el amor con él logro sacarme, en comparación, los ataques de ansiedad eran más tolerables.

Sentí como todo su cuerpo se tensó ante la pregunta, no estaba viendo su rostro, mi mejilla estaba sobre su clavícula.

- Por… porque preguntas? - aun no recuperaba del todo el aire, ante mi silencio continuo hablando.

- Bueno él es el nuevo, su habitación es la de enfrente - un escalofrió recorrió mi cuerpo.

- Te… a... agrada? - no fui capaz de preguntarlo directamente.

- Bueno no es una mala persona, aunque si es muy cerrado y se hace el frio pero en realidad sé que se siente solo - cerré los ojos, escucharlo hablar así me hizo arder la vista.

El pelinegro podía ser tan voluble y cambiante como el clima de una zona tropical y yo lo aceptaba o al menos eso creía.

Había sido un hipócrita que creía que iba a soportar una situación como esa, solo porque nunca había pasado, pero ahora estaba pasando, él estaba viendo en alguien más lo que vio al principio en mí.

Por lo que sabía perfectamente cuál sería su siguiente frase.

- Creo que necesita ayuda - en el silencio lo único que rompía la calma era su voz, pero yo escuchaba algo más, algo doloroso dentro de mi pecho que se quebraba.

Se sentó en la cama, desnudo y manchado como estaba, me tomó de los hombros suavemente,  aun sus brazos temblaban un poco, me sentó frente a él, tomó mis mejillas en sus manos y me miró de cerca, con algo tascado en sus ojos que por primera vez yo no supe comprender.

- Lo siento - no… la mirada que Kuroo me dirigía tenia, arrepentimiento?

- Porque? - le pregunté inmediatamente, con un tono quizá algo extraño para mí, y su reacción me lo confirmo.

- No... bueno yo.. Kenma no es lo que estás pensando, o bueno… no! No… es que yo no, Kenma yo no! - ya estaba hecho bolas, nervioso, porque era obvio que no sabía cómo ocultar lo que sea que había hecho.

- Tranquilo, dime que sucedió? - intente calmarlo usando mi tono más tranquilo pero debí asumir que no funcionaria.

- Por favor no me odies - si, había empeorado la situación.

- Porque te odiaría? -

- Porque… lo que hice no estuvo bien - agacho la cabeza como un niño que sabe que está a punto de ser regañado.

- Lo siento pero no sé de qué hablas - mi primer pensamiento fue “vete de ahí”, así que eso intenté, hinque la rodilla en el colchón para levantarme cuando sentí sus dedos sujetándose de los míos.

- Kur… - quede a mitad de su nombre, estaba cubierto en lágrimas y apretando los dientes, su ceño fruncido y sus ojos cristalizados.

- Por favor Kenma... tú eres lo único que tengo por favor - el ya asumía el peor escenario, que estaba enojado, que me iba a ir de su lado, quizá que iba a ser abducido por alienígenas, porque Kuroo Tetsuro sin su agudo sentido para exagerar no sería el mismo.

Pero en algo tenía sentido, yo no me sentía bien.

- Bien te escucho, sí quieres contarme lo que sucedió, hazlo - quizá la actitud de Kuroo no era del todo descabellada, yo no era de enojarme con él, ni de hablarle en una mala manera, cuando había momentos en que no quería hablar mucho me quedaba callado y él no me presionaba, pero nunca había rechazado su compañía, ni me retiraba de la habitación cuando estaba a su lado, a eso súmenle que acabábamos de hacer el amor y definitivamente no había sido como siempre.

Volví a sentarme en el colchón, junté mis piernas, me sentía expuesto pero quería aclarar lo que sea que fuese esa situación.

- Lo besé- ya no me sentía tan confiado de querer escucharlo, ahí me di cuenta.

La habitación se inundó de silencio, pero no era de esos cómodos que una vez compartimos, era un silencio de reproche y tristeza.

¿Estaba perdiendo? pero… ¿Porque? En primera desde cuando mi relación con él era algo en lo que iba a ganar o perder gradualmente? Me temía que era tan inexperimentado en cosas que incluyera sentimientos que no sabía ni que estaba pasándome ni cómo manejarlo.

Tom una buena bocarada de aire, era hora de razonarlo bien, yo era consciente de la naturaleza protectora de Kuroo, llegué a la conclusión de que podía ser cualquiera, yo no tenía nada de especial, en Nekoma él era amable con todos, se encargaba de cuidarnos, había pasado momentos muy duros y todos los había cargado sobre su espalda el solo, entonces pensar en la posibilidad de que en su corazón creciera la necesidad de proteger a alguien mas no me era tan controversial, pero que había de querer a alguien mas?, Kuroo me decía  tantas veces que me amaba que yo estaba muy seguro de ello.

Entonces era eso, estaba bien si Kuroo quería protegerlos a todos y volverse un súper héroe si al final del día yo era el único al que le profesaría amor.

Pero ya no era el único.

¿Cómo se supone que debía enfrentar eso?, ¿Que estaba pasando por la cabeza de Kuroo?, si así era la situación… ¿Porque se había lanzado sobre mí? ¿Por qué me había traído aquí con él? ¿Por qué había dicho que me amaba mientras me hacia el amor?

¿Qué era lo que esperaba que pasara al final?

Demasiadas lágrimas para un solo día, una vida completa siendo una esponja seca y ahora en un solo día parecía haber un mar corriendo por mi cuerpo buscando la manera de escaparse.

Las gotas de agua cálida cayeron por mis mejillas, no solo me sentía confundido, el sentimiento de abandono podía romperme.

Lo vi debatiéndose entre abrazarme, hablar o quedarse quieto en su lugar, su expresión de desespero era hasta cómica, me lleve una mano a la cara tratando de calmarme, después de todo Kuroo estaba conmigo, ahí frente a mí, no quería eso?

- ¿Te gusta? - de pronto todo el calor acumulado en mi cabeza descendió, llevándose el resto hasta los pies, aunque hiciera calor por ser verano eso no tenía importancia, yo sentí mi cuerpo frio, calmado… y me aterró el familiar sentimiento de estar vacío.

Kuroo guardo silencio se apretó las manos frotándoselas con impaciencia, ya ni me molestaba que se tomara su tiempo en responder, si me quería a mí no debía dudar.

- Él tiene pareja - fue su respuesta.

- Tiene importancia?, tu eres una buena persona, ve por el - ni yo mismo creía que esas palabras habían salido de mi boca, las lágrimas ya no eran un problema, porque realmente mi cuerpo volvía a estar seco y frio como la superficie de un iceberg.

- Que?! No, no digas eso, yo no quiero ser su pareja - su respuesta logró desequilibrarme un poco, ¿A qué estaba jugando? ¿Qué demonios estaba pasando?

- Eso pasó porque él estaba muy débil y yo empecé a contarle cosas sobre ti sobre los dos, me sentía tan triste que no podía pensar en otra cosa que no fueras tú y al final… terminé imaginando que eras tú, no él y por eso termine besándolo, pero él me lanzo lejos en ese momento! además me sentí muy mal porque fue como si me aprovechara de su situación, y él tiene pareja! así que intenté ser amable con él estos días pero fue inútil, terminaba incomodándolo o haciéndolo enojar, tu siempre dices que mi forma de tratar de calmar las cosas no funciona y creo que tienes razón -

Toda su explicación lo dejó sin aire, porque no se detuvo ni un segundo hasta decir todo lo que estaba corriendo en su cabeza, me sentí estúpido y fuera de lugar.

- Todos estos días que he estado aquí no he podido dejar de pensar en que mereces algo mejor… A quien engaño, yo solo soy un pobre enfermo… yo me aproveche de ti, te hice un montón de cosas sin saber si tú también querías o no, siempre te impongo  lo que yo quiero solo porque tú nunca te niegas… yo me aproveche de eso, eres un chico increíble, sabes sobre muchas cosas y me has enseñado mucho, sentía que con solo verte podía descifrar cada uno de tus pensamientos, me sentía tan especial estando a tu lado, que me cegué con la idea de pertenecerte, que sin importar lo que pasara estaríamos juntos, pero tú, un día saldrás de aquí, conocerás gente, harás algo maravilloso con tu vida, tendrás una familia, serás feliz… porque lo mereces mientras yo seguiré aquí… sin… ti - la voz de Kuroo siempre era grave y algo ronca, muy varonil, cuando estaba triste, cuando su corazón dejaba al dolor como un cliente frecuente hospedarse en el medio de su pecho su voz se hacía delgada, suave, el volumen disminuía notablemente y sin lágrimas sabia como quebrarse.

Seguía sintiéndome el ser más estúpido sobre la tierra pero no podía ser tan duro conmigo mismo, después de todo jamás había experimentado “los celos” o el “ser posesivo” y tampoco el “amar tanto”.

- No estoy de acuerdo contigo - entrelacé mis manos en las suyas, suavemente acaricie cada uno de sus dedos con los míos, me miró con toda su cara cubierta de lágrimas.

- Lo siento… creí por un momento que ya no me querías a mí -

- Que!? No eso no es cierto Kenma yo! -

- Espera - le tapé la boca con una mano acariciando sus labios, se sonrojó y me miro confundido.

- Déjame decirlo apropiadamente esta vez - le susurre acercándome a su rostro acariciando con mi mano su mejilla lentamente con la delicadeza que se merecía algo muy preciado.

- Te amo Tetsuro - le sostuve la mirada, todo el tiempo, por los minutos que pasaron y su cuerpo parecía en shock, seguí admirando ese amarillo en sus ojos, perdiéndome en la forma que los colores brillaban por las lágrimas.

- Kenma… - me acerque lentamente besando sus labios y no fue como otro beso más, no.

Ese fue el beso más cálido y más entregado que pude darle.

- Aunque pudiera salir de aquí algún día, no iría a ninguna parte, no necesito nada más que estar aquí, a tu lado, ocupando mi lugar en el mundo - era la primera vez que lo reconocía en voz alta, el rostro de Kuroo era un tomate rojo hasta las orejas, incluso sus hombros se veían algo rojizos, sus labios temblaban, las palabras no tomaban forma, las lágrimas caían tan libremente por sus mejillas que parecía que no iba a poder parar de llorar nunca.

Me subí sobre sus piernas, pegue mi pecho al suyo, acuné su rostro en mis manos y limpie cada rastro de sus lágrimas con mis labios.

Entre mis brazos tenia a mi primer amor, al chico que me enseñó a ser una persona, quien me mostró que no estaba mal haber nacido en este mundo y tener una vida.

Porque ahora la vida que me había enseñado a tener no quería disfrutarla con nadie que no fuese Kuroo Tetsuro y ahora él lo sabía.

Notas finales:

Oya Oya?!

Como andan odiándome por ser tan cruel (Hieren mi kokoro dramaturgo) QoQ les voy a dar mucho Lovey-Dovey :3

Se ha resuelto el dilema KurooTsukki, lo siento pero el enorme gato negro es propiedad del teñido ~ en el próximo cap! la prueba de pequitas y mas de la enfermedad de Tsukki! adivinen que! me propusieron que le diera su debido espacio a Akiteru(El hermano del año)Tsukishima y lo haré! en el próximo :D

Pueden dejar sus comentarios en la cajita de aquí abajo! me motivan mucho
Bokutosama fuera!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).