Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Good Enough to my madness - Suficientemente bueno para mi locura. por Bokutosama

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hey Hey Hey! capitulo 25!
"Un Akiteru dulce y hermoso!, una confesion incomoda y dolorosa, Tsukki esta completamente decidido y una sesion de caricias y amor para curar el alma"
Adivinen quien nos narra el capitulo de hoy! pues si, nada mas y nada menos que le mismo Pequeño gigante, así que disfrútenlo ~

Ya se hacía de noche la carretera se cubría con las luces naranjas de la ciudad, Akiteru iba con su frente pegada a la ventana admirando el paisaje nocturno, yo sabía perfectamente lo mucho que amaba ese tono naranja y el aspecto nostálgico que le daba a la atmosfera.

- ¿Estas bien? - le pregunté alejando una mano del volante mientras detenía el auto ante la luz roja del semáforo, acaricie suavemente sus nudillos con la mirada al frente.

- Estoy bien - contestó sonriendo con todos los dientes porque sabía que eso me tranquilizaría, aunque no fuese del todo real, dejé mis dedos sobre sus nudillos, conduje despacio sin dejar de hacerme sentir ahí a su lado.

Llegamos a casa, el hogar Tsukishima que sus padres les habían dejado, una construcción modesta pero espaciosa que Akiteru se empeñaba en conservar tal cual como el ultimo día que ellos la habitaron, ni siquiera su cuarto había sido desocupado, él se encargaba de mantenerlo aseado sin embargo nadie dormía ahí y nadie cambiaba nada de lo que había dentro de él.

Akiteru tenía ahí encerrados todos los recuerdos amorosos con sus padres, esas cuatro paredes se habían convertido en su mausoleo personal, era dañino claro que sí, yo lo sabía perfectamente, por más que se esforzaba en seguir adelante él no podía dejar de vivir en la felicidad del pasado conteniendo la esperanza de tenerla de vuelta algún día.

Se dejó caer en el sofá de la sala fingiendo tener sueño, había pasado tanto tiempo a su lado, lo conocía tanto que no existía nada que pudiese ocultarme, sin embargo intentaba respetar sus sentimientos, no solía entrometerme ni decirle como debía sentirse.

- ¿Me puedo sentar? - le pregunté acercándome al sillón con un par de cervezas frías que acaba de sacar de la nevera.

- Claro que si Kyo-chan! - sonrió recibiendo la lata.

Me partía el alma no poder hacer más por él, pero al menos podía hacerle compañía, por más impotente e inútil que fuera me había prometido no volver a dejar que se sintiera solo nunca más.

Me tome la fría bebida dejando salir el aire con cada sorbo, él sonreía y miraba la lata con nostalgia entre cada trago.

- ¿Seguro que todo está bien? - le pregunte hundiendo mis dedos en su cabello, acariciándole suavemente, cerró los ojos sonriendo derretido por mis caricias, él y sus gestos tiernos.

- Te prepararé un baño - me levanté y subí las escaleras yendo a su cuarto que ahora era nuestro.

Ahora yo hacía parte de su familia, de una familia rota que intentaba mantenerse a pedacitos.

Abrí la llave de la bañera dejando que el agua caliente la llenara hasta el borde, quizá pase ahí media hora viendo como el chorro de agua aumentaba el volumen dentro de la pieza de cerámica fría a la que me aferraba con ambos brazos.

No me había tomado la molestia de subir las mangas de mi camisa antes de sumergir los brazos en el agua caliente, ya estaba empapado pero no quería pararme de ahí, no aun.

- Kyo-chan - me llamó en un susurro desde la puerta del baño, no voltee a verlo, me quede ahí acurrucado con los brazos sumergidos el agua.

- Kyo - volvió a llamarme esta vez con más urgencia, estire las piernas, me puse de pie dejando que la ropa mojada me terminara de empapar el resto.

- Ya está listo - lo primero que vi al levantar la mirada fueron sus ojos, sus hermosos ojos ámbar enrojecidos y entrecerrados, sus labios apretados y su nariz rojiza.

Jamás fui bueno con este tipo de cosas, yo era un ser inexpresivo con una pésima actitud que a la mala Akiteru había enamorado, lo único que podía repetirme era que no me gustaba verlo sufrir, pero hasta ahí llegaba, yo no era capaz de sanarlo.

- Kyo… estás enojado? - me preguntó pasando el dorso de su mano por su nariz fingiendo una sonrisa de nuevo.

- No lo estoy! - le respondí automáticamente, que clase de persona seria si a pesar de no poder ayudarlo me enojara con él.

No era su culpa, ni de su hermano menor, ni de nadie.

Sonrió un poco más sinceramente esta vez yéndose a mis brazos, era más alto que yo y eso me irritaba sin embargo lo que tenía de alto lo tenía de consentido.

Lo abracé con fuerza, acomodando mi mano sobre su cabello y su rostro en mi hombro, apretando su espalda reduciendo el espacio entre nuestros cuerpos.

- Te amo - susurro en mi odio dejando un suave beso en mi cuello que me erizó por completo.

- Anda entra a la bañera - le ordené aflojando el agarre, llevándolo de la mano hasta la tina.

Le despoje de su ropa lentamente, satisfaciendo mí amarga incompetencia con su atractiva figura, lo deje completamente desnudo ayudándolo a recostarse en la baldosa dentro del agua cálida.

Toda su piel pálida bañada en agua… agradecí estar arrodillado contra la baldosa.

Akiteru y yo nos conocimos en la preparatoria, fuimos miembros del equipo de volleyball, aunque nunca llegue a compartir cancha con él en un partido oficial siempre entrenábamos juntos en el gimnasio, al principio yo no le caía bien, me sacaba la lengua y gustaba de burlarse de mi cuando erraba un remate o una recepción.

Con el tiempo se obsesiono con que yo era su rival, para cuando me di cuenta ese rubio de ojos ámbar ya vivía rebotando en mi pensamiento todo el tiempo, así que cualquiera que fuese el puesto que él quisiera darme en su vida estaba bien para mí.

Fuimos a la misma universidad, aquí en tokyo, yo seguí en el volley pero el descubrió que en el fondo era un apasionado por la cocina, recibió una recomendación para sus pasantías en parís, en una prestigioso restaurante.

Por mi lado, aunque quise ser un jugador a nivel nacional mis sueños se vieron frustrados por una lesión en mi rodilla derecha que apenas y me permitía caminar de manera torcida y con un apoyo, terminé dejando la universidad y sumiéndome en la frustración por quizá unos 5 meses hasta que Akiteru regresó y me pidió que me fuera con él.

Así que al final ambos tomamos un avión lejos de aquí, allá había sido recomendado con uno de los mejores terapeutas del mundo así que mientras Akiteru terminaba el tiempo de sus pasantías yo asistía a mis sesiones y me concentraba en al menos recuperar la movilidad normal de la rodilla.

Sin embargo él se enamoró de la ciudad, después de todo era un romántico empedernido y esa era la ciudad del amor, ese par estaba destinados a estar juntos.

Decidimos quedarnos a vivir allá unos años, mientras el ejercía y yo me recuperaba con el tiempo también fui capaz de conseguir un trabajo, teníamos pensado anunciarlo en la graduación de su hermano pero… bueno, lo que paso después ya es historia.

Yo tardé un poco más en regresar porque ya no podía abandonar mi tratamiento así como así era necesario que terminara al menos el primer ciclo antes de si quiera tramitar alguna transferencia, fue tiempo en el que lo deje solo.

Y aun no podía perdonarme por ello.

Enrede mis dedos en su cabello sedoso y húmedo, moviendo esos dulces mechones rubios de un lado a otro, pasando mis yemas sobre su frente bajando suavemente a su mejilla, pasando por su cuello haciéndolo estremecer.

- Kyo-chan… me va a dar sueño - se quejó con los ojos cerrados apoyando su cabeza en el borde de la bañera.

Sentí el ardor en mis ojos, parpadee varias veces intentando calmarlo, yo no merecía llorar y reconfortarme en ello, no cuando no era capaz de hacer nada por quien me había salvado en más de una ocasión.

Me levante entrando a la bañera con él, con todo y ropa.

- ¿Kyo-chan que estás haciendo?! Tienes que quitarte la ropa! - sorprendido dio un respingo moviendo el agua que amenazo con salirse de la bañera, con mi intromisión pude ver como sus mejillas se tornaban muy, muy rojas.

- ¿No quieres que tome un baño contigo? - le pregunté acercándome a sus labios poniéndome sobre su cadera.

- Cla… claro que si quiero! - inflo sus cachetes aún muy sonrojado.

- Si me doy cuenta - le sonreí contra su mejilla dando una suave caricia con mis labios dibujando un camino hasta su boca besándolo suavemente, saboreando esos labios que tanto amaba, mi cadera se mecía contra la suya lentamente moviendo solo la cintura, Akiteru tenía un fetiche muy aterrador con el movimiento de la cintura de otro hombre, aunque siempre que tocaba el tema inflaba sus cachetes y me decía que solo le pasaba con la mía.

Su entrepierna ya estaba dura, me alejé un poco al verlo quedarse sin aire, todo rojo respirando agitado con sus marcados brazos sosteniéndose a cada lado de la bañera, haciendo presión mostrando las seductoras  formas de sus músculos.

Pase mis dedos sobre sus bíceps moviéndome lentamente sobre él.

- Pa... para Kyojimmmm - sus ojos se empañaron y sentí que en verdad no quería hacerlo cuando de la nada algo se sintió muy cálido en el agua cerca de mi pelvis y mi estómago.

Se llevó las manos a la cara todo rojo hasta las orejas.

- ¿Akiteru? - bajé mi mano palmeando su entrepierna ahora flácida y el agua a su alrededor más viscosa y cálida.

- Te viniste? - todo rojo se sumergió en el agua tapándose hasta la nariz.

¿Cómo podría no amarlo?, dejé salir una pequeña risa, las mejillas se me destrabaron estirándose.

- No te burles!! - me miraba entre sus dedos todo ofendido y avergonzado.

- Si, si, no me burlo, salgamos ya, te resfriaras - le tomé de las manos sacándolo conmigo, terminamos de bañarnos en la ducha, nos secamos y fuimos a la habitación.

Me quede en bóxers, mientras lo tenía sentado entre mis piernas secándole el cabello con la toalla y dándole forma con el secador.

- Kyo-chan crees que Kei esté bien con Yamaguchi-kun? -

- ¿A qué te refieres? - le pregunté pasando el cepillo por su cabello llevándolo hacia atrás.

- Bueno es que, aunque se ven hermosos juntos! Y son súper lindos!!... bueno yo… nunca me imaginé que a Kei le gustaran los hombres… tú crees que… y… y si es mi culpa!!? -

- Soy una mala influencia!! - todo dramático levanto la voz tapándose la boca con ambas manos.

- ¿De que estas hablando? ¿Acaso es algo malo que te hayas enamorado de un chico? - no podía negar que me había sentido un poco ofendido.

- Ah! no claro que no! Kyo yo te amo! - se volteó mirándome con un leve sonrojo en sus mejillas.

- ¿Y eso es malo? - le pregunté de nuevo.

- No - respondió seguro

- Entonces no tiene nada de malo que se halla enamorado del chico de pecas -

- Lo siento no quería decirlo en ese sentido, enamorarme de ti es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida - agachó la cabeza haciendo un puchero hermoso con sus labios aun rosados por el reciente baño de agua caliente.

- No te preocupes, yo estoy bien - le di un par de besos en su nariz haciéndolo sonrojar más.

Lo recosté en la cama arropándolo con la cobija, me pare a apagar la luz cuando escuche su suave voz llamarme.

- Kyoji -

- ¿Si? - me subí al colchón acercándome a él, me tomo del torso acostando la mitad de su cuerpo sobre mi abrazándome fuerte.

Hundí mi nariz en su cabello, el Shampoo que usaba Akiteru era tan dulce.

- Kyo… - susurro subiendo su pierna sobre mi muslo.

- Duerme, mañana tenemos que despertar temprano -

- Kyo-chan lo siento, perdóname ¿sí? - sentí todo su cuerpo pegándose a mí subiéndose sobre toda mi extensión. En la cama no se notaba tanto la diferencia de alturas, menos cuando me abrazaba así.

- No tengo que perdonarte nada, no sé de qué hablas - le respondí ocultándolo todo bajo la cobija.

- Vamos duérmete ya -

- Kyo-chan, puedes decirlo? - puso el borde de la cobija sobre su cabeza, sus hermosos ojos brillaron con la luz de la luna que se colaba por las ventanas.

- Te amo Akiteru - le susurre sin quitar la mirada de esos hermosos ojos ámbar empañados y sus mejillas sonrojadas.

Apenas llevaba un par de semanas viviendo con él, pero a diferencia de lo que yo estaba esperando no habíamos podido hacer el amor como solíamos hacerlo cuando vivíamos juntos en parís, la verdad no podía evitar sentirme frustrado.

Nos levantamos al día siguiente a las 5 de la mañana para salir hacia el hospital, la casa Tsukishima quedaba bastante retirada de la ciudad, en una pequeña brecha donde un conjunto de casas con mucho espacio reunían dos manzanas completas de residencias.

Akiteru durmió sobre mi regazo todo el viaje hasta el lugar.

- oyeee… despierta dormilón - le agarré una mejilla entre mi mano acariciándosela para luego estirarla un poco.

Llegamos a las 7:30 el lugar era muy lúgubre,  pero a diferencia de Akiteru yo no me sentía tan mal cuando pasaba tiempo ahí, en cambio él tenía que terminar ocultando lo mucho que lo deprimía saber que su hermano menor estaba ahí encerrado.

- Muy buenos días - nos saludó el director del hospital con esa sonrisa brillante que lo caracterizaba, el tipo tenía algo que me hacía erizar la piel.

Luego de una breve charla con él, ya que Akiteru no podía aguantarse las ganas de saltarle encima a Kei-kun, subimos a su piso.

Akiteru tenía bastante razón en sentirse inquieto con los cambios drásticos en la personalidad de su hermano, cuando yo lo conocí era un adolescente agrio que ni hablaba y la mirada que solía dirigirme me irritaba y mucho, pero luego vi la manera en que veía a su hermano.

Aun cuando sus padres seguían vivos el rubio menor veía a su hermano con respeto y admiración, eso me hizo respetarlo porque aun cuando la tragedia se les vino encima el no dejaba de ver a su hermano como la única persona especial que le quedaba.

Podía ser un grosero y apático con todo el mundo, pero con Akiteru era comprensivo y le dejaba tener sus caprichos sin hablarle de mala manera, ni negárselos.

Y ahí estábamos irrumpiendo en la habitación de un par de luna de miel. Kei-kun tenía al pecoso entre sus brazos echándole una pierna por encima de la cadera que la cobija no lograba tapar bien.

- Akiteru esperemos que despierten en el comedor - le susurré

- Ah! No quierooo - me hizo un puchero aferrándose de mi camisa, rodee los ojos buscando algo de fortaleza, esos gestos eran demasiado difíciles de ignorar.

Antes de que pudiera si quiera procesar algo de información Akiteru ya se les había lanzado encima separándolos y… despertándolos.

- Ah!! - el pecoso cayó de la cama en bóxers quejándose mientras Akiteru se pegaba a su hermano menor que no tenía la mejor cara del mundo.

- Akiteru ¿Que estás haciendo? - por primera vez vi en la cara del rubio una mala expresión para su travieso hermano mayor

Akiteru junto los labios apretándolos, sus ojos se aguaron y los parpados le temblaban, era un tramposo de primera.

- Lo siento - Kei-kun agacho la cabeza disculpándose. La risa salió de mí naturalmente, la escena era bastante cómica si no eras parte de ella, ese pobre chico no tenía inmunidad hacia su consentido hermano mayor.

- Akiteru-san eso dolió - se sobaba el pecoso aun en el suelo.

- ¿Estas bien? - Kei le tendió la mano inmediatamente ayudándolo a levantarse.

- Lo siento Yamaguchi-kun - sonrió Akiteru sonrojado acomodándose entre las cobijas.

- Estoy bien - sonrió tímidamente el pecoso ya de pie.

- No vuelvas a hacer eso, pudiste lastimarlo - le regaño el rubio mayor aunque en su voz no había nada de severidad, más bien parecía pedirle un favor.

- Esta bien! Pero ahora ven aquí! - Akiteru abrió los brazos desde la cama, vi como una de las cejas del menor tembló, era demasiado cómico.

Fueron un par de minutos incomodos en lo que Akiteru sonreía “inocentemente” esperando que su hermano fuera a acomodarse entre sus brazos.

Al final no tuvo otra opción, entro a la cama con parsimonia mientras la sonrisa de Akiteru se ensanchaba más y el pecoso tomaba asiento en la otra cama tapándose con la cobija hasta los hombros.

Akiteru podía llegar a ser un dolor en el trasero, aun mas para personas como nosotros dos que no éramos del todo un manojo socializado y risueño.

Por un momento me preocupo la respuesta del pecoso, si él era su pareja por mucho que Akiteru fuese su hermano su comportamiento debería incomodarlo no? Sus mejillas pecosas estaban algo sonrojadas, abrazaba la cobija en su pecho tratando de desviar la vista.

- Discúlpalo - me senté a su lado, después de todo no era el único incómodo.

- Debe hacerle mucha falta Tsukki - susurro y su mirada se volvió triste y acongojada.

- Bueno, sí… es algo infantil… a veces… - la voz se me fue desvaneciendo mientras mi mente iba entiendo más lo que en realidad quiso decir.

Él no estaba triste porque Akiteru no pudiera tenerlo a su lado, algo me decía más que estaba sintiéndose culpable.

Pero… ¿porque?

- Akiteru… podemos levantarnos ya? - el rubio menor estaba más que incomodo ahogándose entre los musculosos brazos de mi caprichosa pareja.

- Mmmmm pero hueles tan bien… extrañaba esto! - de reojo pude ver como el pecoso se recogía mas en su posición hasta hacer una bolita de su cuerpo tapada con la cobija, solo su cabeza hundiéndose en sus rodillas podía verse.

- Ya fue suficiente Akiteru - en cierta manera me sentí irritado, mi rubio me miro con un puchero pero al ver mi expresión supongo que entendió y dejo ir a su hermano.

- Vamos a desayunar! - se levantó con las mismas energías sacando al menor de la cama.

- Tenemos que bañarnos primero, yamagu… - El rubio se quedó a mitad del nombre, el pecoso ya había huido al baño con lo que yo pude distinguir como una expresión compungida.

Los chicos terminaron de alistarse, Kei se dejó en una playera sin mangas, que lo hacía ver más alto, pero el calor de la temporada lo ameritaba, yo estaba que me deshacía de mi playera manga larga.

El par no habían cruzado palabra, el pecoso parecía ignorarlo y era muy evidente. Akiteru se había encargado de armar la plática mientras bajábamos al comedor por el desayuno de los chicos.

- y entonces van a contarme como es que ahora están juntos??? - pregunto con su tono animado natural, no pude evitar sentirme incómodo. Ese tipo de preguntas eran molestas, al menos para mí, aunque por el gesto del rubio menor me di cuenta que no era el único.

- Akiteru, podemos evitar el tema? - contesto el rubio menor, el pecoso ya iba un par de pasos delante de nosotros llegando al pasillo sin ponerle atención a la pregunta de Akiteru, o quizá ignorándolo.

- Si sigues siendo un gruñón Yama-chan ya no te va a querer! - Akiteru le estiraba las mejillas como si fueran de goma.

- “Yama-chan” ya no está aquí, ya no los molestes - le inste dejándolos atrás también siguiendo al pecoso que ya había cruzado la sala de estar hasta el comedor.

- Estas bien? - le pregunte acercándomele un poco aprovechando que Akiteru había quedado rezagado con su hermano menor.

El pobre pecoso sostenía una bandeja con la mirada triste poniendo sin ganas un molde con gelatina en el plato.

- Lo estoy, Chizaru-san - me respondió sin hacer contacto visual.

- Disculpa a Akiteru… él no está siendo molesto apropósito solo que le emociona estar con su hermano, después de todo... ellos eran muy unidos - me detuve, sus labios se fruncieron y lo vi contener a la mala un par de lágrimas.

- Pero eso no es lo que te molesta, verdad? - era un poco más evidente ahora, sus expresiones eran de alguien que había hecho algo malo y ahora se sentía culpable.

 - Chizaru-san… -

- Hora de desayunar! - el grito de Akiteru halando al rubio más alto dentro del comedor lo interrumpió y el chico recompuso su gesto lo mejor que pudo.

Los chicos desayunaron entre los comentarios de Akiteru y su charla demasiado animada con el pequeño pelinaranja que se nos había unido con el pelinegro del gesto enfadado, en cierta manera se parecía a mí aunque era más alto.

- Yamaguchi… ¿estás bien? - Kei-kun intento susurrarle al pecoso que estaba sentado junto a mí, por suerte Akiteru no logro escucharlos continuando con la conversación.

El pecoso no dijo nada, apenas pude ver que asintió con la cabeza llevándose una cuchara de comida a la boca.

Al parecer yo no era el único que notaba algo extraño.

Luego del desayuno ya estaba todo el grupo reunido, Akiteru ya había hecho amistad con todos e incluso termino interactuado con el par de catatónicos.

No eran ni las 10 de la mañana y ya me sentía cansado, la curiosidad me hizo seguir los movimientos del pecoso toda la mañana, cada vez era más notable su actitud así como la preocupación del rubio menor.

Llego la hora del almuerzo, los ánimos parecían estar un poco más elevados, más aun con la presencia de Akiteru, el de por sí ya era un huracán de energía, sumándole el pequeño pelinaranja que se unía alegremente a sus ocurrencias.

Todos iban saliendo del gran salón cuando el pecoso se rezago a propósito, en lo último del grupo se quedó viendo hacia fuera en el pasillo, me detuve unos pasos adelante ya llegando a la entrada de la sala común, sus puños apretados a cada lado de su cadera, mordiéndose el labio inferior sutilmente con la mirada clavada en el cielo, su espalda completamente derecha.

Mi interior se estremeció en un doloroso sentimiento compartido, decidí dejarlo solo, pero cuando me di la vuelta para seguir caminando escuche la voz del pequeño pelinaranja.

- Yamaguchi! - le llamó con entusiasmo, pero no se escuchó respuesta del castaño.

- ¿Que sucede? - el tono cambio inmediatamente.

- No quiero volver al grupo… me iré un rato -

- No, espera! ¿A dónde vas? ¿Porque? - le interrogó el pequeño con preocupación.

- Akiteru-san…  - hubo un ligero silencio luego de un largo y sonoro suspiro el pecoso retomo

- No puedo verle a la cara sabiendo que su hermano menor está aquí por mi culpa... yo los separe… -

- De que hablas Yamaguchi? Eso no es tu culpa! -

- Lo es, Hinata es mi culpa -

- Porque lo dices? - el tono severo que había usado antes se tornó en uno triste.

- Yo… Hinata yo… - la voz del pecoso se empezó a quebrar suavemente.

- Tsukki y yo nos conocemos desde niños -

Anuncio, todo mi cuerpo recibió un suspiro helado, de que estaba hablando el castaño? ¿Como que se conocían? ¿De dónde? ¿Cuándo? Y si así era porque habían venido a encontrarse en un hospital psiquiátrico, muchas cosas rondaban mi cabeza, aunque conocía muy bien a la familia de mi rubio habían cosas que aún me tomaban con la defensa baja.

- Ay cosas que Tsukki no sabe sobre mí - añadió sorbiendo por la nariz.

- Chizaru-san - la voz del rubio menor me hizo dar un brinco, era aún más alto que Akiteru y estaba parado justo a mis espaldas y probablemente también había escuchado lo mismo que yo.

El pobre pecoso quedo helado cuando nos vio dar un paso hacia el pasillo, los dos nos miraron como si fuéramos un par de fantasmas.

- ¿Por eso has estado todo raro toda la mañana? - le interrogó el rubio dando un par de pasos más hacia él.

- ¿Porque no me dices las cosas a mí?  ¿Confías más en el enano? - el rubio parecía molesto aunque su tono de voz era igual de seco que siempre.

- Oye Amargashima no te atrev -

- No metan a Hinata en sus problemas de pareja - gruño con rabia el pelinegro que se la pasaba pegado al pelinaranja saliendo del otro lado del pasillo.

- Kageyama - el pequeño se refugió en la altura del otro parándose frente a él.

- No pelees - le susurro aferrando una mano a la manga de su playera que apretaba sobre sus bíceps.

- No es necesario que discutan, vengan ustedes dos necesitan tener una charla - Akiteru salió detrás mío caminando hacia su hermano y el pecoso, los tomo de las manos halándolos por el pasillo hacia las escaleras.

- Me disculpo por ellos - me incline un poco a modo de disculpa el pelinaranja sonrojado movió sus brazos negando.

- No es necesario que se disculpe, en serio! -

Subí tras ellos, en cuanto llegamos a la habitación se asentó un silencio incómodo y tenso en el aire que se podía cortar con un cuchillo.

- Akiteru tu reconoces a Yamaguchi-kun? - fui el primero en hablar, de lo contrario parecía que nos íbamos a ahogar en ese ambiente carente de oxígeno.

- Eh? - me pregunto confundido, obviamente no había escuchado toda la conversación.

- Bueno, ahora que lo dices… - se llevó una mano al mentón pensándoselo, el rubio menor chasqueo al lengua dejándose caer en el colchón.

- Yamaguchi y yo nos conocimos cuando éramos niños, al parecer mi enfermedad y la suya están conectadas -

- Que? De que estas hablando Kei? - Akiteru estaba realmente confundido, yo apenas podía preguntarme si algo así era posible.

- Akiteru-san es mi culpa que su hermano menor esté aquí y halla hecho todas esas cosas - El pecoso se inclinó apretando los ojos conteniendo las lágrimas con la voz quebradiza.

- Eso no es cierto Yamaguchi! - el rubio más alto se levantó de golpe.

- Es cierto Tsukki -

- Silencio Yamaguchi! - el pecoso se encogió en su posición, la altura del otro era demasiado intimidante cuando se erguía enojado levantando la voz.

- Ya basta Kei no lo grites - Akiteru se acercó al pecoso llevándolo de las manos hasta la cama lo sentó y se arrodilló frente a él acariciándole los dorso de las manos con los pulgares.

- Explícate, a que te refieres con que es tu culpa? -

- Yo conocí a Tsukki cuando íbamos a la escuela, apenas unos meses - tomo una buena bocarada de aire-

- Yo de por sí ya era un niño especial, uno de los médicos que me atendía sugirió que sería provechosos para mi convivir con otros de mi edad, pero no fue así, me molestaban y poco a poco me volvía más retraído y mis enfermedades empeoraban, Tsukki fue el único que fue bueno conmigo -

- Obtuve mejorías siendo su amigo, fue mi primer amigo - la voz del pecoso empezaba a quebrarse más notablemente, pude sentir el aura de enojo emanando del rubio más alto impotente porque ahora quien tenía el flujo de la situación era su hermano mayor.

- Entonces mi madre volvió a llevarnos con nuestro padre y empezamos de cero a tratar de ser una familia, no recuerdo todo muy claramente -

Takeda-san entro a la habitación sorprendiéndonos.

- Su situación con su familia era muy delicada, fue un niño tierno que aprendía rápido, pero conforme eso avanzaba, empezó a desarrollar su esquizofrenia demasiado rápido, a los 2 años ya sabía hablar muy fluidamente, porque escuchaba de sus voces todo lo que necesitaba aprender,  cuando son pequeños esas voces suelen estar muy ligadas a las personalidades de sus padres, ya que su padre era una persona con problemas también sus voces empezaron a distorsionarse, han habido casos en que las voces pueden convivir con el paciente en un ambiente pacífico, dependiendo de las circunstancias, sin volverse nocivo para su ambiente, pero lamentablemente Yamaguchi-kun tuvo las peores – apretó los labios asintiendo a modo de saludo y disculpa por interrumpir.

- Lamento interrumpir así, pero Hinata-kun me aviso que Yamaguchi-kun no se sentía muy bien así que llegando no pude evitar escuchar su conversación - Akiteru le sonrió comprensivamente haciéndole una seña para que continuara hablando.

- Su madre iba y venía, su padre iba y venía, no lo dejaban estar con otros niños, porque al ser tan diferente la gente rápidamente empezaba a hablar sobre ellos, su padre perdió su empleo abandonándolos prácticamente, su madre decidió hacerse cargo de él y empezó a trabajar, ahí fue cuando fue enviado a la escuela, el antiguo director de este hospital fue quien ayudo con su proceso, al principio fue difícil los niños se burlaban de él y le hacían travesuras, cuando se conocieron la situación comenzó a mejorar notablemente, aunque las cosas iban bien, el padre de Yamaguchi-kun volvió, y ahí las cosas se torcieron - tomo una bocarada de aire.

- Su madre lo aceptó, después de todo las cosas empezaban a ir bien, empezaron a vivir los 3, pero en el nuevo trabajo este señor tenía la facilidad de llegar siempre ebrio a su casa, empezó a maltratar a su esposa, y de paso al pequeño, las cosas empeoraron una noche, estaba demasiado ebrio, no sabemos a ciencia cierta que sucedió, y la policía nunca dio una explicación clara, el punto es que esa noche, el señor Yamaguchi regreso con su hija, tomó a Yamaguchi-kun y se fue, nadie supo a donde, lo único que encontraron en la casa fue el cadáver de su esposa… - su voz se apagó en la última parte.

- Que? – Akiteru y yo coreamos la pregunta.

- Ni siquiera pudieron determinar quién fue el culpable – la sangre se me heló, quien más pudo haber sido si no fue su padre?.

- Dos años después, un pequeñito de 8 años caminaba por las calles de Tokio, en su pijama de estrellas cubierto de sangre –

- No, espere... qué? – el rubio menor dio un paso adelante notando los sollozos que incrementaban en el pecoso.

- Lo siento Tsukishima-kun, pero es lo que sucedió, Yamaguchi-kun ases… -

- Si fui yo – la voz fría que nos llegó desde ese cuerpo tembloroso y sollozante logro helarme la sangre.

No era su voz normal y no parecía el, nos miraba sin ninguna expresión en su rostro, incluso Takeda-san se quedó sin palabras.

El pecoso se levantó de la cama acercándose a nosotros quedando de pie frente al rubio menor sin quitarle la mirada de encima.

- Yamaguchi… -

- Yo los asesiné, a ese bastardo y a mi hermana – su voz sonaba con rabia, pero en cuanto termino de hablar su expresión se quebró, se fue de rodillas al piso rompiendo en llanto.

- Yamaguchi! – El rubio menor se abalanzo como pudo sobre su tembloroso cuerpo abrazándolo con fuerza contra su pecho, le eche una mirada a Akiteru que sostenía una expresión de pura incredulidad.

- Tsukki… - susurro respondiéndole el abrazo.

- Quisieras contarnos… ¿Qué sucedió exactamente? – preguntó el psiquiatra cruzándose de brazos junto a Akiteru que ya estaba de píe. El rubio menor levantó el cuerpo del pecoso de sus costados sin despegarlo de su pecho.

- Si él no quiere hablar de ello no tiene por qué hacerlo - lo defendió, pero el pecoso que aun sollozaba un poco, logró asentir con la cabeza.

Tomaron asiento en el colchón, el bultito pecoso entre sus largas piernas, con su espalda pegada a su pecho, lo rodeo con sus brazos cruzándolos sobre su estómago.

Akiteru y yo si habíamos reaccionado a lo que dijo, eso era obvio, mientras que el rubio menor parecía más interesado en el bienestar del pecoso.

- Ese bastardo estaba loco, quizá más que yo, el golpeaba mucho a mi madre hasta que la asesinó, violó a mi hermana frente a mí y me quiso hacer cosas malas también… - su tono de voz era algo de otro mundo, no parecía estarnos contando una atrocidad, parecía que nos estuviera explicando como hizo para cruzar la calle en un día de mucho tránsito.

- Yo escucho voces… no son distorsiones de la mía, tiene su propia mente, me hacen hacer cosas que no quiero, cuando me desespero, cuando tengo miedo, cuando quiero salir corriendo ellas me dan valor para defenderme, es algo con lo que nací -

- Yamaguchi - lo interrumpió el rubio mayor afectado por lo que estaba escuchando.

- Cuando te conocí mermaron, aun cuando volví a encontrarte logro pasar días enteros sin escucharlas, pero siempre vuelven -

- Vuelven a mí -

- Voy a decirlo todo, ya no quiero ser el único en saber todo esto! - su tono de voz se iba elevando gradualmente y todo su cuerpo temblaba espasmódicamente.

- Ya no me importa! - dio un golpe en el colchón con ambos puños.

Mire al psiquiatra, si él no podía hacer algo al respecto menos podríamos nosotros, pero el castaño mantenía una expresión sería muy interesado en escuchar el tema, por otro lado Akiteru aún no podía creérselo, lo vi morderse su labio sin saber qué hacer, hubo un ligero silencio que le mismo se encargó de romper.

- Kei no desarrolló esta enfermedad por tu culpa - afirmó Akiteru tratando de sonar sereno.

- Es cierto, todo esto paso cuando sus padres murieron, eso no tiene nada que ver contigo - le apoye.

- De hecho, Ukai-san el psiquiatra que diagnosticó a Tsukishima-kun me dejo un reservado, para él, o más bien para su percepción médica, no solo es una simple TID por decirlo de alguna forma, si no que su padecimiento está ligado al de Yamaguchi-kun, por eso se reprimen y se repelen al mismo tiempo cuando están juntos -

- ¿Qué?! Como es que usted sabe todo eso y nunca nos lo dijo? - Akiteru se quejó.

- Lo lamento, pero al ser un reservado no me es posible divulgarlo tan abiertamente, porque podría ser erróneo, mas sin embargo ahora empiezo a creer que realmente tenemos uno de los casos más peculiares en la historia de la medicina psiquiatra - respondió el castaño acomodándose los lentes sobre el puente de su nariz.

- Pero... ¿es eso cierto? ¿Como es posible? - yo aún no lograba comprender del todo.

- No se supone que lo sea, pero la teoría es que Yamaguchi influyo mucho en la personalidad de Tsukishima-kun, la perdida de esa conexión que habían construido lo volvió retraído por lo que una parte de su subconsciente se “refugio” y se separó de la principal lo que genero la TID, sin embargo esta solo se presenta en episodios esquizofrénicos, que son las alucinaciones donde la parte predominante “se duerme” y el otro toma el control, en estas alucinaciones Tsukishima-kun tiene acceso a sus recuerdos y a sus sentimientos escondidos -

- Cuando Yamaguchi no volvió a la escuela deje de ser el niño que era... ni siquiera recuerdo como era antes - El rubio menor interrumpió al castaño, su voz sonaba confundida, su mentón apoyado sobre el cabello del pecoso.

- Como sean que hayan sido las cosas, lo único que me importa es tenerlo de vuelta, perdón Akiteru se lo mucho que te he dañado, yo te quite a nuestros padres, a tu vida en el extranjero con Chizaru-san… lo siento hermano, pero Yamaguchi es lo que yo quiero, aun si eso significa quedarme entre estas paredes toda la vida - la confesión del rubio mayor apretando al pecoso haciéndolo llorar desconsoladamente entre sus brazos le saco una lagrima y una sonrisa tierna a Akiteru, apoyo una rodilla en el colchón y se unió al abrazo.

Los ojos me ardieron, Tsukishima era alguien admirable, joven y desquiciado pero tenía actitudes que en definitiva lograban conmoverme.

Nada de todo lo que había pasado era su culpa, de igual manera nada iba a cambiar con hallar al culpable, solo teníamos que encontrar un equilibrio y seguir adelante.

Y ahora no estaban solos, ahora éramos una familia.

- Voy a dejarlos solos, el día de mañana me gustaría tener una charla con ustedes dos de ser posible - el castaño se refirió a mí y a Akiteru, el rubio asintió con fuerza levantándose de la cama caminando hacia mí.

- Está bien - le conteste.

- Bien tengo otros asuntos que atender así que si me disculpan - se despidió retirándose de la habitación.

- Akiteru… dejémoslos solos, vamos a casa - le susurre colando mis dedos entre los suyos estremeciendo su cuerpo.

Me miro con ganas de negarse, era obvio que quería quedarse con su hermano menor pero luego se relamió suavemente le labio inferior y acepto sonriendo sutilmente.

- Kei… ya nos vamos volveremos mañana, ¿cuídense mucho si? - les repartió un beso en la frente a cada uno pasando sus dedos por sus cabelleras despeinándolos.

- Akiteru… - el rubio mayor lo miro con tristeza Akiteru negó rápidamente con la cabeza.

- Tú no tienes la culpa de nada ¿sí?, no pienses en nada de eso ahora - le susurro dándole un beso sonoro en la mejilla.

Salimos del hospital con los ánimos caídos, fueron revelaciones fuertes que yo personalmente todavía no asimilaba bien, el silencio que mantuvo Akiteru todo el camino a casa me demostró fácilmente que para él estaba siendo el doble de duro.

Llegamos a la casa y Akiteru estaba dormido apoyado en el vidrio frio que ya le dejaba una marca rojiza en la mejilla, baje rápidamente por el otro lado y lo saque en brazos llevándolo a su habitación se aferró a mi cuello con ambos brazos murmurando algo que no entendí.

Lo deje en la cama, le quite los zapatos y empecé a arroparlo cuando sentí su mano tomando la mía llevándola hasta su rostro, dejo un pequeño beso sobre mis nudillos acariciando mi palma con su pulgar suavemente, aún tenía los ojos entrecerrados y somnolientos, le sonreí tiernamente acercándome para darle un beso en la frente y dejarlo descansar otro rato, pero el tacto de su lengua áspera rozando la yema de mi dedo y viajando por la extensión hasta mi mano me estremeció.

- Akiteru… que… que estás haciendo? - no obtuve respuesta más que su lengua pasándose a jugar con mis otros dedos, era patético, no llevaba ni un par de segundos haciéndolo y ya estaba duro como piedra y el pantalón me lastimaba.

- De... detente…  - le urgí con la expresión compungida por el dolor en mi entrepierna.

- Kyoji… - susurro poniendo dos de mis dedos dentro de su boca separándolos con su lengua.

- Aki-chan… - hasta ahí había llegado mi resistencia, solo lo llamaba si cuando estábamos haciendo el amor, rápidamente Akiteru me halo a la cama subiéndose sobre mí, restregando su hermoso y firme trasero sobre mi erección mal atrapada en la tela rugosa del jean, sabía que no estaba del todo bien hacerlo en ese momento, pero quizá eso era lo que Akiteru necesitaba, siendo tan consentido y después de tanta conmoción lo mejor era reafirmarle lo que sentía por él y no dejarle pensar ni por un momento que estaría solo, porque jamás lo volvería a abandonar.

Estaba sudando a cantaros, no solo por el calor veraniego si no por la excitación que había mantenido reprimida tanto tiempo.

Sus manos se colaron rápidamente entre mi playera palpando mis abdominales estrujándolos y estirándolos haciéndome estremecer.

Generalmente yo era quien recibía, bueno, Akiteru me había iniciado en todo esto yo ni siquiera tuve una novia antes de él, mucho menos había dado un primer beso, pero una noche después de la graduación en una celebración por un partido en las nacionales que habíamos ganado el terminó tomando sake, así que ebrio me tomó por sorpresa cambiando el rol, ahora cambiábamos de posiciones de vez en cuando.

 Y esa noche Akiteru…

- Kyoji... Kyojii… - gemía mi nombre con necesidad moviendo más su cadera sobre la mía, lastimándome ya, provocándome adrede para que me le lanzara encima y a lo hiciera mío con ganas.

Y no iba a decepcionarlo.

Tome sus fuertes y marcados bíceps entre mis manos empujándolo contra el colchón su cabello reboto en su frente despeinándolo, dándole un aspecto más salvaje y excitado, sus labios entreabiertos no dejaban de llamarme entre gemidos gloriosos con cada una de mis caricias.

Lo despoje de su ropa salvajemente, la playera voló lejos y su pantalón cayó al piso con mi camisa.

Puse mi pelvis contra sus glúteos simulando embestidas sacándole más gritos, también estaba muy duro, Akiteru le encantaba usar ropa interior de colores claros por lo que siempre sus manchas de pre semen eran lucidas y provocadoras, aun mas en ese blanco reluciente que estaba usando ahora mismo.

Le mordí el cuello sin contenerme ni un poco, pude escuchar y deleitarme de ese gemido sonoro que dejo salir inflando su pecho ahora sin aliento.

Bajé mis manos y apreté sus glúteos con toda la fuerza que podía sin dejar de darle mordiscos a la piel clara de su cuello y hombros, dejando marcas por todos lados, succionando esa deliciosa piel entre mis labios.

Sus gemidos inundaron la habitación, tocarlo y que se sometiera a mi voluntad era demasiado excitante, baje por sus pectorales a su abdomen dejando más mordiscos y marcas moradas, por fin podía tocarlo mi antojo y disfrutarlo hasta el final.

Llegue al elástico de los bóxers que ya estaban goteando, apretó sus muslos a cada lado de mis hombros dejándome a completa disposición su virilidad.

Y no tarde en sacarle más gritos de placer mientras me comía su entrepierna a besos sobre la tela manchándola más, dejando el blanco traslucido mostrarme las venas que ya se formaban alrededor de su extensión.

- Ya no, no más... Kyoji… sa… sácala - apenas pudo articular las palabras entre los fuertes gemidos que se le escapaban, cole mis manos entre sus glúteos separándolos con fuerza dejando la tela en medio a lo que dio un respingo levantando la cadera pegándola a mi mejilla, comencé a masajearlo con fuerza mientras me embriagaba de su aroma, ya sabía que estaba desesperándolo pero quería tomármelo con calma y disfrutarlo, además ya había pasado un tiempo no quería lastimarlo, debía excitarlo adecuadamente para que sus músculos se relajaran.

Tuve que quitarme el bóxer y tocarme un poco, estaba siendo muy doloroso aguantarme, baje su bóxer de la parte de atrás tocando un poco su entrada, podía sentir en la yema de mis dedos como palpitaba ansiosa y eso sí que podía despojarme del poco autocontrol que me quedaba, colé dos dedos sin pensármelo si quiera, su columna se curvó hacia atrás dejando salir un solo quejido largo y excitado.

- Perdón... te dolió? - le susurre volviendo a su mejilla besándolo suavemente moviendo mis dedos lentamente acariciándole adentro.

- no...  no… no fu, fue es eso - articuló entre suaves gemidos rozando su abdomen contra mi entrepierna.

- Entonces te gustó? - puse otro dedo adentro haciéndolo estirarse de nuevo mirándome, mordiéndose los labios todo sonrojado y con los ojos llorosos.

- Kyo… te quiero adentro…mmmah!! - como pudo tomo una bocarada de aire logrando articular la frase completa antes de soltar otro fuerte gemido, había encontrado su punto dulce y ahora me iba a concentrar en estimularlo tanto como pudiera.

- Se un poco paciente… no quiero lastimarte - le susurre contra sus dulces labios besándolo con hambre recorriendo hasta el último rincón de su cálida boca ahogando en mi garganta esos dulces gemidos que no podía controlar.

- Siempre... er eres tan ta tan lin… lindo  con conmigo kyo - susurro entre gemidos acariciando mis hombros y mi espalda con sus manos.

- Aki-chan…  - le susurre al oído sintiendo como todo su cuerpo se derretía en la cama y su entrepierna se mojaba más, estaba a punto de terminar.

- Kyo Kyo! - grito urgido enterrando sus uñas en mi espalda a lo que el orgasmo lo dominaba y explotaba entre sus bóxers que aún me negaba a quitarle.

La punta de su entrepierna se las arregló para salirse un poco dejando que un ligero chorro me cayera en la mejilla, me sorprendió el líquido cálido que corrió por mi mejilla, sentí las mejillas arder y el soltó una ligera sonrisita entre sus respiraciones agitadas tratando de recuperar algo del aliento que había abandonado su cuerpo momentos antes.

- Perdóname cariño - susurro poniéndose sobre sus codos levantándose lo suficiente para darme un par de besos antes de lamer mi mejilla cariñosamente limpiándome.

Sin contestarle nada lo tome de la nuca comiéndomelo a besos, por fin le deshice de su bóxer aún seguía duro como una roca a pesar de haberse venido, use un poco para lubricarlo antes de entrar en el con todas las ganas que me carcomían todo el cuerpo.

Lo roce un par de veces y lentamente me fui adentrando en esas paredes de carne que me succionaban con fuerza, se sentía tan cálido que podía venirme con un solo movimiento, así que tuve que relajarme y pensar en otra cosa para no acabar tan rápido.

Sentí sus manos en mis mejillas.

- No me gusta que hagas eso… no te distraigas, estas solo conmigo - abrí los ojos viendo su puchero y sus cachetes inflados mirándome con reproche, sonreí complacido por sus actos infantiles.

- Perdóname Aki… pero se siente tan bien que podría venirme ya mismo si me concentro demasiado - le susurre moviéndome lentamente, solo de la cintura hacia abajo en pequeño círculos, eso lo volvía loco, en confirmación su entrada se encogió apretándome demasiado.

- Ah... kyo Ky ah! Kyomm oji… - gimió contra mi oído, tomé sus glúteos con ambas manos abriéndolas enterrándome mas adentro haciéndolo gritar, ahí estaba su punto dulce a merced de mis movimientos.

Lo embestí con fuerza, la cama se movía a mi ritmo al igual que su cuerpo, su sensual cuerpo, no solo él estaba derretido yo estaba derretido por él, entre embestidas me acercaba a su cara dándole suave besos, lamiendo sus labios, él se aferraba a mi cuerpo arañando mi espalda, dolía pero no era molesto, yo solía hacerle lo mismo cuando era el quien se ponía encima mío y me penetraba con fuerza, era muy brusco, Akiteru era toda una maquina descarrilada cuando hacíamos el amor y él tomaba el rol dominante.

- Aki... Aki... - sentí la corriente formarse desde mi pelvis recorriendo mi columna, pase mis brazos por debajo de su cadera alzando su cintura contra mí, frotando su entrepierna contra mi abdomen.

- Kyoji... te te… amo am! - gritó dejando salir toda sus energías por su entrepierna manchando mi abdomen y mi pecho, su expresión cuando se corría era tan provocadora y excitante, sus mejillas sonrojadas, sus labios abiertos dejando salir gemidos, su pecho subiendo y bajando desesperado por alcanzar algo de aire, sus hermosos ojos ámbar brillando entrecerrados y sus largas pestañas reteniendo una que otra lagrima, la presión que ejerció en su interior fue tal que extrajo todo de mi moviendo el mismo sus caderas haciéndome terminar dentro llenándolo por completo.

Lo abrace contra mi cuello hundiendo mis dedos en su suave cabello tomando buenas bocaradas de aire aspirando su dulce aroma, moviéndome lentamente para que su interior se acostumbrara y la presión que acaba de hacer no lo lastimara con mi aun intromisión.

- Te amo Aki - le susurre acariciando sus mejillas dejando besos suaves sobre sus ojos, en sus mejillas, en su nariz respingada y en su frente acomodando con delicadeza algunos de sus mechones rubios sobre ella.

- ¿Estaremos siempre juntos? - me miró con una sonrisa algo caída, me preocupe al instante me incline un poco juntando nuestras frentes sin dejar de verlo.

- Por supuesto - Sonrió ante mi afirmación esta vez con toda la fuerza que le quedaba, luego cerró sus ojos lentamente y con varios suspiros se dejó caer dormido entre mis brazos, Salí de el con delicadeza, nos limpie un poco y lo acomode sobre mi pecho sin dejar de darle suaves besos.

- No tendré una vida si no estoy contigo - le besé de nuevo la frente cerrando los ojos, no importaba lo que pasara, ahora él era mi familia y estaba dispuesto a permanecer a su lado sin importar lo que pasara, podía venirse lo que fuese, Akiteru Tsukishima me tenía a mí para superar todo aquello.

Notas finales:

Con este cap cumplo mi segundo capitulo especial, solo nos falta el ultimo de los 3 especiales que prometí, que viene sobre lo que todos han estado esperando!!!!

Empieza con ni y termina en oya oya? XD
Ya saben dejen sus comentarios aquí abajito de verdad que los aprecio mucho!
han llegado varios y veo que les gusta el fic! aparte de las que han seguido desde el principio, ya sea por recomendación de alguien mas op por mera curiosidad les agradezco sus opiniones ya saben esto es solo un hobbie y uds lo hacen divertido.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).