Keiji despertó por tercera vez (cuarta quizás, ya había perdido la cuenta), el reloj anunciaba las 3:00 am en burlones números rojos y tuvo que resistir el impulso de ahogar un grito en la almohada. Normalmente no le molestaría tanto, pero era la cuarta vez esta semana y no estaba seguro por cuánto tiempo podría seguir funcionando con dos horas de sueño encima.
- Deberías despertarme cuando eso pase, no es como si me molestara - Kei le había propuesto en su típica forma de demostrar afecto sin dejar caer su fachada 'cool'. Aún así, Keiji no se consideraba tan egoísta como para interrumpir el descanso del rubio por algo que él podía manejar. Sólo tenía que cerrar los ojos, dejar su mente en blanco e intentar volver a dormir.
...
Imposible. Sus ojos volvieron a abrirse en menos de diez minutos y ésta vez, completamente frustrado, no dudó en tirar el reloj de la cómoda.
Keiji se levantó de la cama, tratando de ignorar el cansancio que parecía meterse entre sus huesos.
-Sólo por esta vez,..- se dijo a si mismo antes de salir de su cuarto y dirigirse al final del pasillo donde se encontraba la habitación de Tsukishima.
El rubio estaba profundamente dormido, la lámpara que siempre mantenía encendida iluminaba sus facciones haciéndolo parecer etéreo para Akaashi, quién se adentro al dormitorio, manteniendo sus pasos ligeros y su respiración pausada para no despertar al menor. Hizo uso de la misma delicadeza mientras se deslizaba dentro de la cama y pasaba su brazo sobre la cintura del rubio.
- ¿Akaashi? - Keiji se congeló al escuchar la voz de Kei - ¿No puedes dormir? -
- Si, lo siento, trataba de no despertarte - habló el pelinegro mientras hundía su nariz en el cuello de su novio, sintiendo el olor de su shampoo (Tsukishima no lo aceptaría jamás, pero Akaashi estaba seguro que el rubio elegía la marca de su shampoo específicamente por su aroma a fresas). El cuerpo bajo su brazo comenzó a moverse hasta que ambos estuvieron cara a cara
- No me molesta - los ojos de Kei estaban algo rojos y pesados con sueño pero Keiji podía notar el cariño que había en ellos. Tsukishima no era bueno con las palabras, por lo qu Akaashi aprendió a leer sus expresiones. Era increíble lo que las personas se perdían por tan solo escuchar las cosas que salían de la boca de Tsukishima y no prestar atención, observar, sus verdaderas intenciones, sus pequeños gestos.
Largos brazos encontraron su lugar en la cintura de Keiji, mientras la cabeza de éste se acomodoba sobre el pecho del rubio, notando los rítmicos movimientos de su respiración.
Rítmicos movimientos que sirvieron a Akaashi a conciliar el sueño.
- ¿Dormiste bien? -
- Sí...-
[FIN]
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