Me levanto de mi cama con pesadez al escuchar la alarma sonar, estiro mi brazo para poderlo apagar y me levanto para comenzar a alistarme. Ciento las gotas de agua tibia en todo mi cuerpo, la relajación me invade y nada existe a mí alrededor, solo paz y tranquilidad. Apago la regadera y envuelvo mi cadera con una toalla, limpio el espejo que se encuentra empañado por el vapor que ha desprendido mi tranquilizante ducha, puedo observarme claramente, a pesar de contar con 30 años mi rostro sigue siendo el mismo que cuando aún era un adolecente, "Los años no pasan por ti" recordaba las palabras de mis padres cada vez que los iba a visitar. Coloco la crema de afeitar y comienzo a quitar cualquier mínimo rastro de vello facial que pueda tener, enjuago mi rostro al terminar y coloco un poco de loción.
Al salir del baño, puedo ver que mi cama que antes se encontraba un poco desarreglada ahora se encuentra perfectamente tendida y con mi traje colocado en ella, dos corbatas a elegir y un par de zapatos en el piso.
Me visto rápidamente y me coloco enfrente del espejo de cuerpo completo, no puedo elegir entre una corbata u otra, coloco una encima y luego la otra, ambas me parecen que combinan muy bien.
-Me gusta más la azul, te hace ver más apuesto.- Escucho que me dicen, volteo mi rostro y puedo ver a mi bella esposa recargada en el marco de la puerta, solo lleva puesto su camisón de dormir con una bata que la cubre un poco de su casi desnudes, es la mujer más bella que jamás pensé tener, digo no es que las mujeres no me rodearan, pero ella era una de las que todos nombraban "Inalcanzables" y pues que le puedo decir para un Choi no hay imposibles.-Deja te la coloco.
Y la vi caminar con su bello andar, me volteo dándole la espalda al espejo, para ahora poder estar de frente a ella. Le entrego la corbata que antes me había mencionado y la coloca alrededor de mi cuello, comienza a anularla y yo no puedo evitar observar su tan hermoso rostro, sus profundos ojos, su perfilada nariz, sus mejillas, sus bellos labios.
-Si me sigues viendo así me voy a desgastar.- dijo ella colocando una sonrisa que solo hiso que se viera aún más bella de lo que ya era, no pude evitar colocar mis manos en su cadera.- Sr. Choi, déjeme decirle que se ve guapísimo.
-Sra. Choi, usted es hermosísima.- Dije para después rosar nuestros labios suavemente.- Eres simplemente perfecta.
-No cariño, no lo soy, pero hago lo que puedo.- Dijo quitando mis manos de su cadera para después hacer como que quitaba pelusas de mi traje.- Apresúrate no queremos que llegues tarde, tienes a muchos adolescentes adultos esperando ordenes de su director, ya te he preparado el desayuno, bajemos.
Acomode un poco mi cabello y bajamos a la cocina, estábamos desayunando tranquilamente, cuando escuchamos un sonido en la planta alta, ella se paró y la vi desaparecer por las escaleras, poco después regreso con una pequeña en sus brazos, ella tallaba sus no tan pequeños ojos con sus manitas, su pelo color cobrizo estaba alborotado haciéndola ver más tierna de lo que ya era.
-Mira nada más, ¿qué cosita más tierna tenemos aquí?- dije para luego extender mis brazos en señal de que viniera a mí, ella estiro sus manitas y la cargue para después dejarle un beso en su mejilla regordeta.- ¿Cómo amaneció mi princesa?
-Men~.- Dijo con su pequeña cabeza recargada en mi hombro, escucho un pequeño bostezo en señal de que aun el sueño la invade.
-Wendy, cariño ven, tu papi se tiene que apurar para irse a su trabajo. Te preparare tu lechita, mientras tu vez las caricaturas en la televisión ¿ok?- Y la tomo para llevarla a la sala.
Observe como las mujeres de mi vida desaparecían de mi vista, mi vida no era una perfección, pero era lo más cercano a ella, tenía una hermosa esposa de la cual estaba completamente enamorado, Yuri y yo nos habíamos enamorado en la universidad y después de unos años decidí pedirle que pasara toda lo que restaba de su vida a mi lado, teníamos 6 años de habernos casado , y después de muchos años intentando que quedara embarazada, pudimos por fin lograrlo y tener a nuestra bella Wendy que era nuestro más grande tesoro, ahora ella tenía 2 años tres meses y nosotros éramos los padres más felicites del mundo.
Yuri era maestra en un kínder Garden, mientras que yo era el director de la universidad de artes, no podía pedirle más a la vida, todo lo tenía.
-Que tengas un buen día amor, suerte con el inicio de semestre.- Me decía Yuri despidiéndose de mi.- Wendy cariño, papi ya se va despídete de él y dale un besito.-Me acerque a mi pequeña y ella despego sus labios de su mamila para darme un tierno beso, el cual le devolví.
-Te quelo Api.- Dijo para después volver a beber de su leche y seguir viendo la televisión tranquila.
-Yo también cariño, pórtate bien con tu Omma, nos vemos en la noche, Las amo a las dos.- salí de nuestra casa y emprendí mi camino a la universidad.
Era inicio de semestre y era inicio de nuevo curso, eso quería decir que hoy vería rostros nuevos que permanecerían unos años, la universidad tenia alta demanda, cada vez había más jóvenes interesados en el estudios de las artes, la universidad en la cual yo era el director ofrecía absolutamente todas las áreas de arte, desde pintura, hasta actuación, mucha gente llega a pensar que por estar en una universidad de artes no se ve lo que se ve normalmente en un una universidad “normal”, pero esto era por demás erróneo, también se impartían las materias como lo son matemáticas, química y todas sus ramas, dado que aunque no se utilizaban en su esplendor dentro de este tipo de carreras son meramente necesarias para la vida diaria.
Llevaba siendo director aproximadamente dos años, de los cuales no me podía quejar, todos los alumnos eran académicamente maravillosos, en cuanto a conducta, todos sabemos que siempre existen comportamientos que no son modelo, pero son escasos por lo cual mi vida siendo director no era tan mala.
Pase por todos los salones de los alumnos nuevos a presentarme y a desearles suerte en esta nueva y maravillosa etapa en la cual estaban a punto de adentrarse. Estaba en el último salón, era el último que debía recorrer para poder regresar a mi oficina a revisar documentos y encargarme de unos asuntos escolares.
Todo era normal, no había alguien que pareciera que fuera a dar problemas, mi vista recorría disimuladamente cada rostro que se encontraba en el aula, hasta que llegue a uno en especial, algo en mi interior se removió, era un joven de tez blanca, su pelo era rubio, su mirada se encontró con lo mío y sentí algo completamente diferente. Aclare mi garganta esquivando la mirada de aquel chico, termine mi discurso e hice que se presentaran cada uno de ellos, era una buena manera para que se conocieran entre si y para poder saber sus nombres por el momento.
Había llegado el turno de aquel Joven, se colocó de pie y pude observar su esbelta figura, mi respiración se complicó un poco, observándolo un poco mejor, cualquiera pensaría que se trataba de una chica, pero había unos rasgos que hacían notar su apariencia masculina.
-Mi nombre es Lee Taemin, tengo 20 años, y decidí estudiar artes porque amo la música, mi deseo es convertirme en un gran bailarín.- y una bella sonrisa enmarco su rostro haciéndolo ver más bello, su mirada y la mía se volvieron a encontrar e inconscientemente me encontraba sonriéndole.
-Bueno, todos aquí tienen sueños los cuales quieren alcanzar, todo depende de ustedes, nosotros como docentes los apoyaremos a alcanzar sus metas.
Me despedí y Salí de aquel salón, al cerrar la puerta cerré mis ojos y una sola imagen se adueñó de mi mente, aquel bello rostro y tierna sonrisa.
-Lee Taemin…- dije casi como un susurro y camine de vuelta a mi oficina. Parecía que este semestre seria prometedor.