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Silent Hill: Kirishima Zen no baai por desileo

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Notas del fanfic:

Como siempre, ninguno de los personajes me pertenecen sino a Nakamura y Fujisaki.

Silent Hill pertenece a Konami, que espero (ya sé que jamás la empresa lo leerá pero necesito desahogarme) que vuelvan a retomar el proyecto de Silent Hill P.T.

Esta obra contiene spoilers de Silent Hill Downpour, así que si quieren jugar este juego, les recomiendo que dejen este fic para después.

Notas del capitulo:

¡Hola a todo mundo!

Bienvenidos a este nuevo fic, el cual tendrá una dinámica un tanto diferente a las anteriores.

Estos juegos tienen dos objetivos fundamentales: asustarte a más no poder (no creo que lo provoque tanto aquí) y averiguar por qué los personajes han terminado en este lugar, pues todo aquél que llega a Silent Hill tiene algo que resolver.

Con esto en mente, ustedes comenzarán a hacer teorías de por qué Kirishima terminó en ese lugar. El más acertado se llevará un premio: al final del fic, comenzaré a escribir un especial de los finales que a ustedes les gustaría conocer o un regalo secreto (este juego tiene varios, pero para el final de la historia, escribiré el que yo saqué en el juego). 

Por supuesto, para poder participar no deben conocer nada del juego, ni siquiera buscarlo en wikipedia ,además de que solamente se puede publicar solamente en una de las dos páginas en las que publico (es decir, aquí y en mundo yaoi).

Para no ser tan tiránica, le he orde...pedido a un amigo que también ha jugado el juego que me ayude a seleccionar al ganador, además de que las que ya hayan jugado el juego me podrán decir quién está más cerca.

Buena suerte y que gane la mente más aguda.

Un hombre  entraba a un ascensor, en espera de llegar al piso acordado. Era alto, llegando al metro noventa, vestía  un traje de recluso azul, con el código en su espalda y en frente en la parte izquierda de su pecho (RS 273A), con un cinturón para sostener su pantalón, cabello castaño y rizado, que enmarcaban unos ojos cafés opacados por los años en prisión. Mientras el ascensor llegaba a su destino, el hombre dio varias respiraciones profundas, intentando tranquilizarse.

En cuanto las puertas se abrieron, pudo ver a un oficial que, de antemano, sabía que lo esperaba. En cuanto llegó frente a él, el policía comenzó a hablar.

─ Muy bien Kirishima, todo está listo.

Ambos comenzaron a caminar, pasando de largo las celdas y yendo directamente a las duchas de la prisión. Una vez en la entrada, el oficial comenzó a incitar a Kirishima.

─ Es todo tuyo. Procura darte prisa.

Antes de que pudiera avanzar más, el oficial recordó.

─ ¡Cierto! Te he dejado un regalo en el banco, tú sabes, el que está junto a las duchas. Recuerda encender el agua caliente, para así el vapor empañe las cámaras y no se pueda ver nada. ¡Qué te diviertas!

Sin nada más que escuchar, Kirishima avanzó hasta las duchas,  encendiendo una por una, en espera de que el agua caliente comenzara a soltar vapor, mojándose un poco en el proceso. En cuanto todas fueron encendidas, fue hasta la banca indicada, encontrando sobre esta un cuchillo de tamaño considerable y junto a esta un palo de madera, tomando el primer instrumento.

Solamente tuvo que esperar unos momentos antes de que la puerta se abriera nuevamente, mostrando a un hombre más bajo que él y un poco más gordo, el cual solamente llevaba puesta una toalla alrededor de la cintura. Confundido por la presencia del otro, preguntó.

─ ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está el guardia Iokawa? Se supone que soy un prisionero protegido, tú no deberías estar aquí.

Ignorando todo lo dicho por el hombre, Kirishima se acercó, mientras que con un tono apacible preguntó.

─ No me reconoces, ¿verdad?

Confundido, el hombre contestó.

─ ¡No! ¿Dónde está el guardia?

Sin amedrentarse, Kirishima respondió.

─ Qué lástima, y pensar que antes éramos vecinos…

Notando el cuchillo en la mano de Kirishima, el hombre corrió hasta la puerta, mientras que con gritos lastimeros llamaba a Iokawa. En cuanto intentó abrirla, se dio cuenta que la puerta había sido cerrada con llave. En un intento desesperado, grito.

─ ¡Ni creas que te saldrás con la tuya! ¡En cuanto informe al alcaide de esto…!

Cortando de raíz todas las esperanzas del hombre, con el mismo tono de voz, Kirishima contestó.

─ Nadie va a escucharte, sobre todo porque los muertos no hablan.

Sin darle la oportunidad de correr, Kirishima dio varios cortes en la piel del prisionero, mientras este intentaba desesperadamente alejarse. Kirishima encajó el cuchillo en uno de los hombros, siendo imposible sacarlo a causa de que el hombre había corrido lejos de su alcance. Fue hasta la banca para tomar el palo de madera, con el cual comenzó a golpear a su invitado con toda la fuerza que tenía. Esto no duró mucho tiempo, pues el palo se rompió en cuanto lo estrelló contra la cara del hombre, haciendo que Kirishima comenzara a golpearlo con los puños.

Después de varios minutos, el prisionero se arrastraba, en un vano intento de escapar, mientras dejaba tras de sí un rastro de sangre. En cuanto tocó la pared, se recargó en ella, viendo a Kirishima de manera lastimera, mientras preguntaba jadeantemente.

─  ¿P-por…que?

Cambiando su semblante a uno molesto, Kirishima contestó.

─ ¡Sabes perfectamente por qué!

De su cinturón sacó una pequeña navaja, siendo escuchado solamente el grito de dolor del recluso.

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Kirishima despertó violentamente por los golpes en los barrotes de su celda, junto con una voz que, lamentablemente, le era muy familiar.

─ ¿Ya te despertaste Kirishima? Levántate, sabes la rutina

Recuperándose del sueño, Kirishima se levantó de su catre, sabiendo el motivo de tal exhibición, por lo que se levantó y tomó la única pertenencia que le permitieron: una pequeña libreta en la cual servía como diario y, de paso, evitaba que se volviera loco.

Se acercó hasta Iokawa, el cual lo esposó desde el otro lado de la puerta, mientras que con un tono de fingida aflicción, comentó.

─ Hoy es el gran día, aunque me da tanta pena de que te vayas.

Se separó de la celda, gritando hacia las cámaras.

─ ¡Prisionero seguro para la trasferencia!

Con esto, las puertas se abrieron, dando a Kirishima paso hacia Iokawa, el cual inmediatamente comenzó a escoltar a su prisionero. Kirishima caminaba ignorando a todos los que alguna vez fueron sus “compañeros” los cuales gritaban cosas inentendibles para él.

Después de pasar por los largos pasillos y las interminables puertas de seguridad, llegaron ante otro oficial, que custodiaba a otros seis criminales, en espera de su llegada. Antes de dar la orden de abrir la puerta, Iokawa preguntó.

─ ¿Nos vas a extrañar Kirishima?

Sin titubear y mostrando una cara desafiante, Kirishima respondió.

─ Ni de broma.

Iokawa no se molestó por la contestación del otro, simplemente soltó una risa irónica, mientras decía sus últimas palabras.

─ Eso ya lo veremos después de que pases un par de días en Wayside Maximun Segurity*.

Con esto dio la orden de abrir las puertas, haciendo que Kirishima viera por última vez el exterior enrejado y con torres de vigilancia de la prisión, mientras caminaba hacia el camión que lo llevaría a su destino.

No le sorprendió en lo más mínimo que un montón de guardias de seguridad los estuvieran esperando con sus armas, después de todo, eran los más peligrosos de la zona.

Poco a poco, fueron hacia el camión, en donde los esperaban más guardias, sin embargo, estos no tenían sus armas fuera, sino que en sus manos tenían una lista de los prisioneros a trasladar sobre un portapapeles.

Iokawa se acercó a uno de ellos, mientras con una sonrisa de lado a lado decía.

─ Son todos tuyos, Yokozawa.

El hombre ignoró completamente a Iokawa, soltando solamente.

─ Acabemos con esto de una vez.

Con esto fue la señal para que todos comenzaran a subir al camión. Fueron subiendo conforme los habían formado (por la posición de sus nombres en la lista) siendo Kirishima el último de la formación. Intentó subir rápidamente pero fue detenido por un portapapeles, el cual pertenecía al guardia al que habló Iokawa. Levantando la vista, se encontró con un hombre alto, llegando tal vez al metro ochenta, cabello oscuro con facciones severas, que se acentuaban más por el traje de policía y los lentes de sol que llevaba, siendo imposible ver su color de ojos. Si mal no recordaba, Iokawa lo había llamado “Yokozawa” (corroborando esto con su placa de identificación) haciendo suponer al otro que se trataba de su apellido.

Kirishima se dio cuenta que lo estaba inspeccionando, lo que sinceramente nunca era buena señal. Si había pensado que se había librado de Iokawa, este tipo tomaría su lugar. Después de un tiempo que le pareció eterno, Yokozawa apartó su mano mientras decía.

─ Súbete ya idiota.

Kirishima subió, siendo seguido por Yokozawa y así comenzando su largo camino.

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Kirishima veía por la ventana el paisaje lluvioso, intentando grabar todo en su mente, pues jamás volvería a ver esos paisajes.  A pesar de su renuencia a su nueva vida, sabía que ya no había nada que se pudiera hacer, solamente el resignarse a su nuevo destino.

Resignarse a su castigo.

También notó que el guardia Yokozawa no le quitaba la vista de encima, como si temiera que en un abrir y cerrar de ojos se pudiera escapar. Desde hace un par de horas que se había quitado los lentes, revelado sus ojos azul-grisáceo y, de manera incomprensible, satisfaciendo la curiosidad de Kirishima.

Por la ventana pudo apreciar un letrero, el cual indicaba que un pueblo llamado Silent Hill estaba de paso por el camino. Estaba por intentar recordar todas sus clases de geografía para intentar ubicarse, cuando uno de sus compañeros intentó hacer un “tema de conversación”.

─ Bonito el pasaje, ¿No es así imbécil?

Kirishima intentó ignorarlo, pero este siguió presionando.

─ ¿Es verdad lo que dicen de ti? ¿En verdad hiciste todo eso?

Pronto fue salvado por Yokozawa, el cual con tono amenazante les gritó.

─ ¡Cállate de una maldita vez si no quieres quedar en confinamiento solitario por todo un mes!

El hombre ignoró completamente la amenaza de Yokozawa, en espera de la respuesta de Kirishima.

Intentando evitar problemas, Kirishima guardó silencio, dirigiendo una vez más su vista hacia la ventana.

Enojado por ser ignorado, el hombre insultó.

─ ¡Jódete imbécil!

Al ser desobedecido, Yokozawa tomó su porra y con un fuerte golpe en la reja que lo separaba de los prisioneros, Yokozawa gritó.

─ ¡Cállate de una maldita vez! ¡Créeme que el próximo golpe no será en la reja, será en tus partes más nobles para que no puedas tener más escoria como tú! ¡Y ni pienses que la anterior era una amenaza vacía! ¡Llegando, te espera todo un mes en confinamiento solitario!

Después de eso, fue un total caos.

Mientras el guardia que dirigía el camión veía cómo regañaban a los reclusos perdió por un momento de vista la carretera el tiempo suficiente para no notar que esta terminaba en un enorme barranco.

En cuanto regresó la vista, vio que era demasiado tarde para frenar por lo que, en un intento desesperado, giró el volante a toda velocidad yendo a parar contra los muros de contención, los cuales provocaron que el camión perdiera su estabilidad y así que este comenzara a volcarse.

A medio camino, Kirishima perdió el conocimiento, pensando que tal vez este sería su castigo final.

No pudo haber estado más lejos de la realidad.

Notas finales:

*El nombre es el original del juego. Tomaré los nombres de estos para tener un poco de más exactitud con el juego.


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