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Una Nueva Oportunidad por Arizt Knith

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Capitulo 12

Día XX, Mes XX, Año 20XX

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Templo de Acuario, Santuario de Athena

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Después de aquella corta discusión con los caballeros de Capricornio, ambos peli azules decidieron perderse en el templo de la ánfora, si bien sabían que debían de partir cuanto antes ambos escorpiones deseaban despedirse por lo menos de los cubitos de hielo; en especial Kardia, quien a pesar de haber sido revivido aun así la enfermedad seguía sin desaparecer por completo de su corazón, aquello era como una maldición que recaía en cada caballero de Escorpio.

-- Agh… Estúpido El Cid… -Murmuro el peli azul mayor al sentir el cosmos de ambos españoles pasar por el onceavo templo, Milo tan solo hizo un gesto de desagrado al igual que Kardia, quien tan solo seguía buscando a su cuatro ojitos-- ¡Degel! Degel, ¿Dónde estás? –Chillaba el peli azul a viva voz mientras se adentraba a los pasillos iluminados del templo, pero no ninguno de los franceses aparecía- ¿Dónde demonios se habrá metido ese vejestorio? –Se detuvo en medio de uno de los pasillos a arrancarse la nuca, justo ese día que no tenía el tiempo suficiente, el mayor de los galos tenía que desaparecer de su vista- 

-- ¿A quién demonios le dices vejestorio? –-Se escuchó la voz de alguien muy molesto, Kardia solo sonrió al escuchar aquella hermosa voz a sus espaldas. Por otro lado, Degel se encontraba con los brazos cruzados sobre el pecho y observando la espalda del mayor de los peli azules--

-- ¡Degel! Cariño~ --Volteo a verle, sus cabellos largos y ondulados se movieron un poco. El de cabellos verdosos tan solo le vio con una ceja alzada--

-- ¿Qué es lo que deseas? --Pregunto el custodio mayor de Acuario mientras alzaba una ceja para ver al tonto de su pareja--

-- Tan frio como siempre –Bufo molesto. A veces no entendía cómo es que el otro podía ser tan frio y escueto con el- Me iré dentro de poco –Anuncio. Solo así el semblante de Degel cambio a uno más preocupado y eso lo noto--

-- ¿A qué te refieres? –Quería sonreír, pero debía contenerse. Jamás espero que aquellas simples palabras lograran desarmar al caballero más frio de la orden- Shion nos mandó a llamar a Milo y a mí, según que ya ha aparecido el mocoso y por ende debemos de partir cuanto antes –Nuevamente volvió a apoyarse contra la pared y cruzo los brazos, mientras fijaba la mirada en las orbes violetas del otro--

-- Pero… Tu no… --Kardia solo sonrió como solía hacerlo, de aquella manera tan altiva y sardónica que tenía- Iré contigo –Exclamo, borrando la sonrisa del mayor quien solo le miraba con ligera confusión--

--¿Qué? –Degel volvió a usar aquella mirada fría sobre el heleno mientras daba unos cuantos pasos hacia el--

-- Lo que escuchaste, iré a empacar mis cosas iré contigo… Sé que Camus podrá hacerse cargo el solo del Templo mientras estoy fuera… --Aquellas palabras terminaron borrando la sonrisa del peli azul. El tan solo quería llamar la atención del otro, no que empezara a actuar mamá gallina solo porque se iba por unos días--

-- ¡No! ¡No quiero que vayas! –Y ahí iban de nuevo. Siempre habían sido las mismas discusiones por el mismo tema y ambos lo sabían, pero Degel no se dejó intimidar por la mirada y el tono de voz molesto que había usado el otro-- Siempre es lo mismo, ¡aun en esta época no me dejas ser yo mismo!

-- Tú sabes muy bien por qué no te puedo dejar –-Exclamo igual de molesto. La mirada violeta se encontró con la de su amante. Degel nunca había sido alguien que demostrara abiertamente sus emociones y sentimientos por medio de palabras pero, aquella mirada violeta podía decir tanto en menos de un segundo-- Kardia… --Dio unos cuantos pasos hacia el peli azul y bajo la mirada, solo entonces Kardia se calmó un poco y entendió el mensaje. El galo nunca había dudado del gran poder que se cargaba el otro pero, tal poder tenía grandes responsabilidades--

-- Degel… escucha –El mencionado tan solo negó con la cabeza y acorto la distancia, el choque de las armaduras retumbo por aquel pasillo apenas alumbrado. Las manos del galo rodearon el cuello del heleno quien solo alcanzo a abrir los ojos llenos de sorpresa--

-- Sabes que no dudo de tu poder… pero, eres muy impulsivo y tu corazón… -Y ahí estaba el porqué de su preocupación. Aun en esta nueva época en la que habían sido revividos, la enfermedad de Kardia no había desaparecido y los únicos que se habían ganado una vida sin ningún impedimento habían sido Albafica quien ya no era venenoso y Asmita, quien a pesar de ya tener la habilidad para ver aun así prefería mantener sus ojos cerrados-- 

-- Estaré bien –Declaro el orgulloso escorpión mientras rodeaba la pequeña cintura de su aguador, quien tan solo permaneció callado- En vez de preocuparnos, ¿Por qué no mejor aprovechamos este momento para hacer "otro tipo de cosas"? –Inmediatamente Degel se separó un poco de aquel griego, pues este le tenía fuertemente agarrado de la cintura y le miraba con lasciva.

-- KAR-DI-A…. –El moreno tan solo rio con ganas al escucharle pronunciar su nombre de manera arrastrada, y solo aquella risa viva del griego alentó al menor a sonreír tenuemente. Sin importar cuantos años pasaran, Kardia seguiría siendo eso, Kardia. Era como un niño en el cuerpo de un hombre--

-- ¿Es eso un sí o un no? –Degel tan solo negó con la cabeza y soltó una risa que dejo desconcertado al otro, pero al instante se recuperó y deposito un suave beso sobre el cuello del galo, el cual le hizo temblar en los brazos de su amado-- Veo que sigues siendo muy sensible por estos lados… -La voz de Kardia sonaba ronca por la excitación, Degel parecía derretirse al escuchar aquella voz que tantas veces le había provocado la misma reacción- Hace tanto tiempo que no lo hacemos… -Declaro, y sus labios buscaron llenos de hambre los ajenos. Ambas bocas se fundieron en un apasionado beso. Mordía, lamia, besaba, disfrutaba de aquellos finos labios franceses y con sabor a menta; mientras que Degel se degustaba con aquel característico sabor a manzanas del peli azul.

Su lengua profanaba la boca del galo, su lengua recorría cada centímetro de aquel sublime lugar. Ambas lenguas se debatían en una lucha por el control, una que siempre Kardia ganaba. Ambos amantes continuaron con aquel ritual mientras buscaban algún lugar donde culminarlo; hasta llegar a una de las tantas habitaciones del Templo, la cual resulto siendo la habitación del peli verde. Solo entonces las armaduras de ambos se desprendieron y volvieron a formarse juntas en un rincón de la habitación. El cálido cuerpo de Kardia y el frio contacto de Degel provocaba un choque térmico en ambas pieles. El heleno sonrió de lado, sus manos fueron recorriendo la espalda del peli verde de forma rítmica hasta descender a aquella estrecha cintura que le volvía loco. Sus labios fueron marcando un pausado camino de besos y mordías sobre aquel cuello blanquecino, provocando que el otro soltara quedos suspiros y jadeos que morían con el nombre de su amado--

-- ¿Lo sientes? –Guñó cerca de su oído. Degel tembló al sentir la virilidad de su amante chocar contra la de el--

--  Siempre me pones así de duro… -Degel estuvo a punto de soltar un reclamo por el vocabulario del otro pero, unas fuertes manos se encargaron de apretar con fuerza sus nalgas y sacarle un gemido- Agh… Kard… aahmg

Sus manos continuaron masajeando el trasero del galo sobre sus ropas, aquellas molestas prendas de las cuales luego se encargaría de deshacerse. Ahora lo único que importaba era la tortura, aquella tortura sobre el cuerpo níveo del otro. La lengua del escorpio volvió a apoderarse de la ajena, mientras que una de sus manos se introducía sobre aquel pantalón de algodón. Nuevamente Degel volvió a gemir sonoramente, su cuerpo de por si era frio y el toque cálido de la manos del peli azul era demasiado para él. La virilidad de Kardia volvía chocar contra la de él, despertando su miembro. El más alto puso sus manos sobre el pecho del otro, tirándolo sobre la cama y posicionándose sobre él. Nuevamente las caricias se reanudaron, las manos del peli verde fueron a parar a la ancha espalda del moreno. Sus largos y finos dedos fueron recorriendo con gran parsimonia la espalda del moreno, sus uñas fueron recorriendo centímetro por centímetro provocando que Kardia soltara uno que otro jadeo mientras seguía moviendo sus caderas contra las del otro; a pesar de que seguir con aquella ropa era una tortura sentía que valía la pena.

Valía la pena al ver aquellos ojos violeta llenos de deseo y lujuria, y con pequeñas lagrimas asomándose por sus ojos.

--  Dilo… -Gruño en su oído- Vamos… dilo… -Dio una fuerte estocada sobre el otro. El galo cerró con fuerza sus ojos y mordió su labio inferior, impidiendo que un gemido más fuerte se escapara. El otro sonrió sardónico y fue metiendo sus manos por debajo de la camisa negra. Debía admitir que disfrutaba ver al otro con ropa ligeramente pegada al cuerpo y acentuando perfectamente su figura. Degel gimió al sentir aquellas manos expertas recorriendo su cintura, su vientre, su abdomen hasta llegar a sus tetillas; las cuales empezaron a ser torturadas por aquellos dedos--

-- Mhgm… n-no… aaghmm –Pero Kardia le ignoro y siguió con lo suyo. Sus labios descendieron hasta el pecho del galo y atraparon su tetilla izquierda, la cual empezó a lamer y mordisquear suavemente mientras que su mano derecha se encargaba de torturar la otra.

A los pocos minutos la habitación se empezó a llenar de suaves y fuertes gemidos y jadeos que se iban mezclando. Las ropas empezaron a desaparecer y el sudor empezó a aparecer en los cuerpos de ambos. Ambas pieles podían acariciarse libremente. Mordidas, besos, gemidos, jadeos. Todo eso era un conjunto de dos cuerpos llenándose de amor. Las grandes manos del griego esculpían aquel bello cuerpo y Degel se entregaba sin pudor a él. De un momento a otro los papeles se invirtieron, Kardia solo le vio sorprendido pero no dijo nada y dejo que el peli verde tomara las riendas del asunto. Degel fue besando aquella piel morena empezando por su cuerpo y hombros, en los cuales dejo notorias marcas hasta descender a su pecho y dedicarse a besar y lamer ambas tetillas. De los labios de Kardia lo único que se escapaban eran unos roncos gemidos y nada más, sus ojos zafiros buscaban los violetas; aquellos que brillaban lujuriosos.

-- Kardia… -Gimió quedito y se sentó a horcajadas sobre el miembro del otro, tan solo dejado que la virilidad del peli azul rosara en su entrada. Ambos unieron sus bocas en otro demandante beso, mientras que las manos del peli verde acunaban el rostro del otro, solo entonces los brazos de Kardia rodearon la cintura de su cuatro ojitos, juntando así sus cuerpos e interrumpiendo el beso por un ronco gemido que se escapó de los labios del moreno al sentir la punta de su miembro rozar aquel lugar--

-- Aun no… -Murmuro en su oído y calentándole más. A pesar de ser alguien de porte frio y serio ante los demás, Degel era totalmente diferente cuando se encontraban en la intimidad. El francés sonrió pícaro y fue descendiendo hasta llegar al enorme miembro palpitante del otro, sus pequeñas manos le tomaron desde la base haciendo temblar al de corazón ardiente.

La lengua de Degel fue paseándose por aquel miembro desde la base hasta la punta, la cual torturo con besos y leves mordidas, causando que un poco del líquido pre-seminal se escapara y lo lamiera con gusto. Cualquiera que le viera jamás imaginaria al gran Degel de Acuario, haciéndole una felación al otro. Gracioso, pero cierto. Besaba, lamia, mordía y repetía el proceso una y otra vez hasta introducir aquel miembro a su boca, sus manos jugaban con los testículos del mayor provocando que Kardia entonces pudiera gemir a gusto al sentir su miembro entrar y salir de aquella boca experta--

-- Aghmmm D-degel… -Una de sus manos descendió hasta la cabeza del otro, tomándole por los cabellos y moverlo a su gusto. Sentía que estaba a punto de explotar, los movimientos empezaron a ser más rápidos, más dulces, más placenteros. Un calor se instaló en el vientre bajo del peli azul, anunciándole que la felación del otro había echo total efecto y estaba a punto de culminar- D-egel… no… más... aahh... –Pero el peli verde no escuchaba aunque sabía.

Nuevamente lamia, besaba, mordía. Quería llevarlo hasta el final como pocas veces le complacía ante tal ritual. Su lengua se deleitaba con el sabor del otro, Kardia gruñía ordenándole que se detuviera aunque debía admitir que se encontraba en el mismísimo cielo, pues por lo general Degel casi nunca le hacia una felación y le llevaba hasta el final.

-- Agh… déjame… amgm h-hacerlo… -Pidió con el rostro sonrojado y deteniendo su labor. Kardia se sorprendió al escuchar aquel tono tan dulce y lujurioso provenir de los labios de aquel ya no tan serio hombre. Al no negarse, Degel continúo con su labor.

Kardia entonces pudo sentirse tranquilo y disfrutar. Disfrutar de como aquellos blancos dientes mordían a gusto su miembro, el cual entraba y salía rápidamente de aquella cueva.

-- N..no puedo.. Más… –gruño como una bestia, dejando salir un torrente con su esencia en la boca del otro. Degel sintió como su boca se llenaba de aquella esencia tibia. El cuerpo del moreno estaba cubierta por una fina capa de sudor y su respiración era errática mientras acababa en la boca del otro, quien saco aquel miembro de su boca y sintió como algo de semen se deslizaba por la comisura de su boca además de salpicarle un poco en el rostro- Agh… Esto… Aun no… acaba… -Declaro. Sus manos atrajeron al otro de nuevo y limpio su rostro níveo. Degel tan solo le vio abochornado por haberse dejado llevar pero, Kardia se encargó de entretenerlo con algo más.

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Mientras tanto en otra parte del Templo de Acuario, Milo se había separado desde hacía varios minutos atrás de su maestro. El griego menor ansiaba encontrar lo más pronto posible al otro francés, a su mejor amigo. ¡Bah! Para el, Camus era más que su amigo.

-- ¿Milo? –Inmediatamente volteo a ver hacia su derecha, encontrándose a unos cuantos metros al francés quien iba saliendo de una habitación, la cual suponía era la biblioteca de Acuario--

-- ¡Cam! –Exclamo alegremente y corriendo hacia él, el francés tan solo alzo una de sus cejas al escuchar aquel grito y arrebato de alegría del otro-- 

-- Milo, ¿Qué sucede? –La sonrisa coqueta del griego se encogió un poco al notar el rostro serio de su amigo--

-- Me iré dentro de poco –Declaro-

-- ¿A dónde? –Pregunto algo curioso. Milo tan solo le vio con ambos ojos completamente abiertos. Por un momento pensó que el otro iría a reaccionar de otra forma no tan… escueta--

-- Holanda… -Respondido. A veces odiaba a su maestro por tener la suerte de estar emparejado con el antecesor de Camus; mientras que el seguía sin tener suerte con el francés--

-- ¿Estas bien? –Pregunto un tanto preocupado al ver que el otro se quedaba callado, siendo raro pues Milo era un total parlanchín. El peli azul tan solo asintió con la cabeza y se dispuso a marcharse del templo, total, nunca tendría suerte con el otro- ¿A dónde vas?

-- A mi templo –Mascullo con acidez, Camus se sorprendió un poco pero no dijo nada y su agarre se hizo más firme--

-- Ven conmigo –Y sin esperar respuesta se llevó al griego consigo. Milo no hacía más que chillar y alegar pero no hacia ningún amago por soltarse del otro; pues pocas veces Camus reaccionaba de esa manera con él, pero en todo ese trayecto el francés no dijo nada y siguió caminando en silencio por los extensos pasillos del Templo. Se sorprendió un poco al darse cuenta que el otro lo llevaba hasta la cocina, por dónde provenía un delicioso olor- He preparado algo para ti

El de cabellos azules vio con escepticismo al otro que iba delante de él, sus instintos se agudizaron; en especial su sentido del olfato. Se sorprendió en grande al sentir aquel delicioso -olor, era chocolate.

-- Recuerdo que hace unos días dijiste que querías algo de pastel, uno de chocolate si es que no me equivoco –A medida que hablaba, las mejillas del francés se fueron tiñendo de un ligero tono rosáceo que no pasó desapercibido para el otro. Justo ahí en la mesa de la cocina descansaba lo que era una bella pieza de arte. Era un pastel de chocolate blanco y oscuro, y decorado con rosas de chocolate- Así que cumplí tu deseo –Solo entonces Milo se vio suelto de su agarre y camino hasta la mesa. Sur orbes azules recorrieron aquel postre, el cual no era ni muy grande y ni muy pequeño. Sus sentidos no le fallaban y sabía que su francesito en verdad lo había hecho para él. El olor a chocolate aún seguía impreso en la habitación, además de que los trastes seguían en el fregadero--

-- Esto es… ¿para mí? –El otro asintió. Ahora era el quien se sentía cohibido y sonrojado. Uno de sus dedos se pasó por la capa de chocolate de aquel pastel para luego llevarlo a su boca. Era cremoso, era dulce y no tenía más palabras para describir aquella explosión de sabores en su boca-- Esta delicioso –La mirada verde-azulada del francés brillo por unos instantes. Sabía que desde hacía unos días atrás el griego había estado insistiendo en comer algún postre de chocolate, de preferencia tenía que ser un pastel. Milo siempre había sido un aficionado a las cosas dulces, para él, el griego seguía siendo como un niño pequeño--

-- De nada… -Y ahí estaba de nuevo. La vida imagen de la timidez hecha persona en el de hebras verde azuladas. Camus era igual que su antecesor. Siempre frio, siempre serio y elegante ante todos. Casi nunca mostraba sus emociones o sentimientos, pero cuando lo hacía eran como poderosos torrentes que no podían ser detenidos con nada. La poderosa mirada del griego recorrió aquellas finas facciones del otro, Camus siempre había tenido un bello rostro. La piel era blanca y terca con un toque frio. Sus labios eran finos, y de un tono rosáceo al igual que sus mejillas. Sus ojos tenían un bello color. Lentamente el escorpión celeste se fue acercando a su amigo. Era como un cazador. Su mirada, sus pasos, cada uno de sus movimientos eran sensuales ante los ojos de Camus, quien solo desvió la mirada avergonzado.

-- Gracias –Voltio a repetir al momento que se encontraba a una corta distancia para con el otro. Solo entonces Camus dirigió la mirada hacia su amigo, ambos pares de gemas se encontraron al instante y una pequeña sonrisa se formó en los labios de ambos. Milo mordió su labio inferior quedamente, como no sabiendo si hacer aquello que tenía en mente. Pero al ser quien era no lo resistió, volvió a dar otros dos pasos acortando así mas la distancia hasta quedar a pocos centímetros del rostro ajeno--

-- M-milo… -Su corazón latió a prisa como nunca antes, esta era la primera vez que se encontraban en tal situación. Milo solo sonrió al sentir el cuerpo ajeno temblar ligeramente. Sus manos rodearon la estrecha cintura del galo y sus labios se posaron en los de estos. Los ojos de Camus se abrieron de la impresión, no sabía que hacer pero el peli azul sí. El agarre se hizo más fuerte, las armaduras hicieron un pequeño sonido al chocar pero ninguno busco separarse; fue entonces que los corazones de ambos latieron al unísono y los brazos del galo rodearon el cuello del heleno para unirse más.

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A la mañana siguiente los caballeros de Cáncer, Escorpio y Capricornio partieron a su destino, aunque los últimos dos tenían que ir en busca del mismo aprendiz según el designio de las estrellas. Al menos los caballeros de Cáncer se sintieron agradecidos de que ellos no habían acabado en una situación como las de sus otros camaradas, pues eso sería muchísimo más trabajo por realizar y, ni Manigoldo o Dante se sentía con los ánimos para andar discutiendo a cada rato con otro. Por otro lado los caballeros de Capricornio mantenían un porte serio como siempre, mientras que los de Escorpio se encargaban de ignorarlos de manera olímpica. Ni Milo o Kardia pensaban amargarse la existencia, no después de tremenda despedida que habían recibido ambos por sus cubitos de hielo, y aunque las cosas no avanzaban tan rápido como Milo quería, aun así no se podía quejar.

Los seis caballeros tomaron rumbos distintos. Capricornio y Escorio debían de dirigirse a Holanda mientras que los de Cáncer debían de ir a Italia. Sin duda sería un viaje más corto que el de los otros, pero al menos se alegraban de que estarían en su amada tierra natal.

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Hacia pocas horas que habían llegado a la Isla de Sicilia, debían admitir que el lugar era bello y les hacía sentir una bella sensación de estar en parte de su tierra amada. Sentir la brisa marítima en sus rostros y jugar con sus cabellos, además de aquel sabor salado del mar era maravilloso. Al no estar tan lejos de su destino, los caballeros de Cáncer habían sido los primeros en llegar a la lugar donde el pequeño engendro se encontraba, mientras que los caballeros de Escorpio y Capricornio la tendrían un poco más difícil.

-- ¡Ah! ¡Esto es vida! -Exclamo Manigoldo con una enorme sonrisa en el rostro y con los brazos en la nuca; Dante tan solo se dedicaba a ver el paisaje que se le mostraba mientras se apoyaba en la baranda del barco y dejaba que sus cabellos se mecieran un poco.

-- ¿Aún te preocupas por eso? -Preguntó Manigoldo mientras se acerca a su alumno y se apoyaba también sobre aquella baranda, divisando con su mirada purpúrea la costa de Sicilia. Dante bajo la mirada sin saber cómo contestarle- Las cosas saldrán bien, recuerda las palabras del gordis de Shion y las de tu florecita –El cangrejito menor volteo a ver con un severo tic en su ojo izquierdo al escuchar eso último, ¿acaso su maestro le había espiado mientras hablaba con Dita?- ¡Vamos, no me pongas esa cara! –Manigoldo tan solo rio a carcajada suelta sin importar que el otro chillara y armara escándalo, mientras le maldecía a diestra y siniestra en todos los idiomas conocidos y no conocidos por el hombre. Tal vez no le importo porque aquella era la única forma para distraerse un poco. Suspiro sonoramente mientras miraba lo cercano que estaba el muelle, ahora más que nunca debían de prestar atención a sus alrededores y buscar al mocoso que sería su aprendiz. No se sentía seguro de tener aquella responsabilidad sobre si pero, quien sabe, tal vez no sería tan malo tener un pequeño corriendo por el templo

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En alguna parte de Holanda

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Mientras tanto, cuatro caballeros dorados se dirigían a lo que sería el lugar donde el pequeño se encontraba. No sabían porque pero, desde hacía un buen rato habían notado una extraña anomalía por los alrededores. Era como si una extraña aura rodeara el lugar.

-- Estén alertas… -Habían sido las palabras de El Cid, quien observaba hacia todos lados en busca de algún posible enemigo--

-- "Estén alerta" –Le imito Kardia en forma de burla a lo que el español mayor ignoro. La sonrisa del rey escorpión se ensancho ante la posible idea de que existiera algún enemigo cerca pero, justo cuando estaba a punto de salir con algún comentario sardónico sintieron un enorme choque de poder a unos cuantos kilómetros de ahí. Los cuatro caballeros de oro salieron corriendo lo más rápido posible al lugar previsto. No sabían porque pero, podían sentir un enorme poder, era algo que nunca antes en sus vidas habían podido sentir o siquiera imaginar.

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"Cuando el deber se oculta en tu sangre y con este se define el destino de tu ser,

Es imposible huir o escapar,

Simplemente eres una ficha más en el tablero del destino.

Un discípulo del tiempo

Que a su vez conforma lo que eres,

Limita y abarca lo que harás

Y con algo más que disciplina

Tú, podrás dejar de ser su discípulo y convertirte en su creador."

-Khian-sama

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