16-Desconfianza
Despertó despacio con la luz que se colaba por las ventanas del lugar. Estaba algo sediento y trató de incorporarse en la cama pero su cuerpo se rindió sin permiso antes de lograr tal acto. Extrañado miró a su alrededor dándose cuenta que no era su habitación sino que parecía una habitación de hospital.
¿Qué estaba pasando?—se preguntó mientras nuevamente intentaba y fallaba sentarse. Entonces con más ahínco lo intentó e intentó ayudarse con las piernas pero estas le fallaron también terriblemente. Molesto el CEO se alzó con los brazos completamente y dio un golpe a su pierna de pura rabia que le dio el resultado que temía, mientras con su otra mano se apalancaba en la cama, su pierna no le trasmitió ninguna sensación. Furioso recordó lo sucedido y palpó su espalda para encontrarse con el vendaje que estaba prolijamente enredado en su vientre y espalda. Esto pintaba mal y él lo sabía y molesto más aun hizo gala de su enojo tirando la mesita que a su lado había con cosas como un vaso de agua una jarra y algunos papeles.
Desde afuera se oyó movimiento y un hombre de remera y pantalón negros entró para mirarlo directamente en silencio y luego irse.
Ahí Seto se dio cuenta de que posiblemente no se encontraba en un hospital.
Señor Kaiba, me alegra ver que su condición ha mejorado—dijo Ikabe mientras el otro lo miraba inquietantemente a los ojos—No me puedo imaginar porque usted y Joseph están conectados pero es algo que usted podría decirme—
Ambos somos compañeros en la universidad—contestó el de ojos azules.
¿Eso es todo?—preguntó el pelinegro—Se lo ve tan interesado en el futuro de su compañero. Pero hay que recordar que usted es una figura pública que destaca a donde va. ¿Por qué arriesgarse a ser visto con personas como nosotros como dijo allá? Es algo que da vueltas en mi cabeza pero no puedo entender. ¿Acaso usted y Wheeler son tan amigos?—
Seto sabía que no había caso. Estaba en una precaria situación y evadirlo o contestarle de mal modo solo podía hacerlo reaccionar mal y no solo tenía que pensar por sí mismo sino también en su hermano allí afuera. La prensa que dijera lo que le pareciera pero su custodia de su hermano era otra cosa. Si alguna vez había necesitado su sangre fría era en esos momentos.
Somos amigos, hemos pasado por muchas cosas juntos. Y si algo sé es que no se puede confiar en la inteligencia del perro para escoger—dijo el ojos azules.
¿Eso no es paradójico? Después de todo él lo escogió a usted—dijo el ojos grises sonriendo con altanería.
¡Él no me escogió a mí! Yo le escogí a él—contestó el castaño con cierto rintintin en su voz, había algo en su mirada que hizo por un momento que Ikabe se imaginara otra relación que la de amigos pero abandonó la idea después de un momento.
Pues su amigo se ha metido en muchos problemas—le dijo el pelinegro.
¿Qué quiere decir?—preguntó algo irritado Seto.
Después de todo usted lo escuchó. Él afirmó no saber manejar armas y luego me sale con esa. ¿Usted no desconfiaría, señor Kaiba?—preguntó el de ojos grises y entonces el castaño comprendió en la difícil situación en que el melado estaba. No solo desconfiaban de su relación con un famoso empresario sino también con un aparente conocimiento de las armas que había declarado no tener. Les había mentido a sus jefes y en el mundo de los yakuzas eso se pagaba muy caro pero también estaba el hecho de que al parecer desconfiaban de su lealtad y eso en ese mundo era letal.