17¿Té o café?
Estaba sentado en el suelo de la habitación en que ahora estaba encerrado.
Hao se complacía en haberle pegado y lo hizo de nuevo en la comisura de la boca de modo que el rubio empezó a sangrar.
Ya les dije que no trabajo para nadie más y no diré nada más hasta ver a Seto—dijo volviendo la cara hacia Ikabe que lo miraba un poco desde atrás de Hao, erguido y con los brazos cruzados, lo miró e hizo media sonrisa.
¡Así que tú ahora das los ultimatums!—expresó el pelinegro.
¡Déjemelo un rato a mi jefe! Ya verá como se hace mas dócil—dijo Hao sobándose los puños.
Ikabe puso una mano sobre el hombro del fornido asistente--¡Ahora no! ¡Déjenme solo con él!—
Pero aniki…--dijo el otro.
¿Tengo que repetirlo?—preguntó el ojos grises.
Todos entendieron y se fueron dejándolo con el atado rubio que lo miró desde el suelo mientras el más alto se agachaba y tocándole la barbilla le decía—Ustedes son muy unidos. Casi demasiado para ser amigos—
¿Es que nunca has tenido amigos de verdad?—preguntó el melado.
¿Cómo para meterse en algo tan gordo? Podrían haberlo matado allá—dijo el ojigris—Kaiba es un CEO de una multinacional. Está acostumbrado a sacrificar peones por su beneficio y sin embargo se metió en algo tan peligroso solo por ti—añadió mientras movía los dedos por la barbilla del otro que aun agarraba su mano--¿Qué es lo que verdaderamente pasa entre ustedes?—
Joseph sentía cierto pánico sabía que era un peligro que ese hombre se enterara de la relación que unía al castaño con él.
Ya te dije, somos amigos. Kaiba no es la clase de persona que todos creen sino fíjate en como trata a su familia—contestó el melado pero el otro no parecía del todo convencido. Aún así se levantó y sin decir palabra se dio la vuelta.
¡Aniki aún quiero ver a Seto!—dijo el melado antes de que agarrara el pomo de la puerta y el otro volteó de nuevo a verlo con una sonrisa.
Sabes, aún sigues vivo por el favor que le hiciste a la anee san, no deberías abusar de tu suerte—dijo el de ojos grises antes de irse.
Joey chasqueó la lengua mientras quedaba solo en esa habitación. Despacio se echó para atrás hasta que su cabeza y espalda se apoyaron en la fría superficie de la pared. No estaba muy seguro de lo que harían con él. Después de todo sospechaban de que fuera un espía de la competencia y todavía tenía que preocuparse de lo que le estaría pasando a Seto. No sabía ni siquiera como estaba pues esa gente no le había dicho nada. Y aun peor eran esos sueños que parecían sacados de una película de la segunda guerra con esvásticas y uniformes negros.
¿Por qué le estaba pasando todo eso?
¿Y bien?—preguntó el hombre parado a un lado de su cama de hospital.
¿Y bien que?—preguntó Kaiba.
¿Quiere salir bien o con los pies por delante?—preguntó el otro en tono calmado como si preguntara si quería té o café.