6-Seguro
Llegaba tan ensimismado a su apartamento que no se dio cuenta de su presencia hasta que ladinamente atacó su cuello desde atrás. Los ambiciosos labios succionaron casi la nuca del rubio mientras este se apoyaba con las manos en la puerta para no perder equilibrio y en cuanto pudo voltear.
¡Kaiba! ¿Qué estás hac…?—pero los labios del otro sellaron los intentos de pregunta del melado quien al ser capturado con la guardia baja sintió como una inescrupulosa lengua entraba dentro de su boca mientras los brazos del mas alto lo restringían.
Después de unos momentos se le hizo difícil respirar y se ve que para el ojiazul fue lo mismo porque separó sus hambrientos labios de los del otro.
Seto ….mmmmm….—otra vez esos hambrientos y seductores labios callaron al melado.
Sabes lo que sucede cuando dices mi nombre—susurró el CEO una vez abandonara sus labios por ir por su oreja la cual mordió un poco lascivamente.
Era cierto. Cuando Joseph lo llamaba por su nombre de pila algo le pasaba al otro, se enardecía. El sexo que rozaba su pierna se lo decía a la vez que provocaba una idéntica reacción en él.
¡Aquí no!—balbuceó el melado en agónico éxtasis.
¿Con que ahora te preocupan los vecinos?—preguntó el otro con sonrisa torcida y con habilidad le sacó las llaves para abrir la puerta en un periquete.
Los labios y los cuerpos no se despegaron en el camino al dormitorio. Cayeron sobre la cama como un árbol derribado mientras Seto tironeaba de los pantalones del otro. El deseo era evidente y latente. Joseph como de costumbre ya no lograba pensar con claridad. Solo lograba sentir sus manos por todo su cuerpo abriéndose paso con autoridad.
Kaiba lo volteó y con lascivia lamió el abismo entre las piernas del otro tocando con su lengua la dulce entrada también y haciendo enloquecer los sentidos de Wheeler que lanzó de nuevo un gemido de placer.
Toda la noche el acto de amor se repitió sin descanso, dejando cansados sus cuerpos e inmersos en un profundo sueño. Joseph podía mirar directo esos ojos azules que tanto le impactaban cuando los miraba directo y sentir la fuerza de su carácter meterse en cada poro de su piel con cada empuje de su cuerpo fue como siempre fascinante y angustiante.
Sabía que lo de Seto siempre era un farol. En realidad el ya tenía su vida programada. Se lo había dicho en una ocasión. Se casaría seguramente con una mujer adecuada y que velara como él de Mokuba y que este aprobara de seguro.
Algún día tendría engendros Kaibas que tomarían su lugar en el mundo y que aunque serían exigidos no necesitarían un padre mas protector. Kaiba tenía sus falencias. Pero su sentido de la familia era raramente sobrecogedor y candido aunque no lo pareciera. Solo mostraba esa parte cuando el tema era Mokuba y Joey no dudaba de que fuera un gran padre.
Pero algo era seguro.
No tenían futuro.