A la mañana siguiente, Lavi fue obligado a ir a la oficina de Komui a explicar su comportamiento. Este fue de mala gana a dar una tonta explicación del porque se comportó tan mal el día anterior y se disculpó.
Mientras tanto Allen, Lenalee y Tiedoll-san estaban en la sala de descanso “oyendo” a Suzuki-kun.
-¡Ooh hijo! Que alegría que puedas hablar... –sollozaba el General Tiedoll mientras limpiaba sus lágrimas con un pañuelo.
-¿Si sabe que no soy su hijo, verdad? –le preguntaba Suzuki a Lenalee.
-Tranquilo él siempre hace eso. ¡Ahora dinos! –dijo Lenalee emocionada sujetando su mano derecha con las suyas. -¿Cómo fue que recuperaste el habla? ¿Es verdad que te gusta cantar? ¿Cantarías para nosotros?
-Me...estas asustando Lee-chan.
-Lenalee, lo estas abrumando. Pero, lo más importante ¿Cómo es posible que ya puedas hablar? –preguntó de manera seria el General.
-No tengo porque responder eso. –respondió Suzuki para luego intentar levantarse de su silla.
-¡Ooooh vaaamos! No huyas de nosotros y dinos como pasooo... –dijo melosamente el General sujetando las ropas de su “hijo”.
-¿Recuerdas lo que hablamos anoche? –dijo el albino. –Debes aprender en confiar en nosotros Suzuki-kun.
El pelinegro lo miró lo fijamente a los ojos y se giró en dirección a la puerta de salida. –Les diré si... él cumple con lo que le pedí anoche. –se dio la vuelta y señalo acusadoramente a Allen.
-¡Noooo! Me da pena. –se sonrojó Allen.
-¿Qué es, Allen-kun? –pregunto inocentemente Lenalee.
-Él...Él no quiere que... le diga Suzuki-kun... –respondió con toda la cara roja.
-¿Y cómo quieres que te diga hijo?
-Que él les diga. –dijo Suzuki con una sonrisa triunfante.
Allen se encontraba con toda la cara completamente roja hasta las orejas y avergonzado hasta los huesos. Mientras intentaba encontrar el valor para hablar un joven pelirrojo entró a la sala y de inmediato pudo divisar a un albino hecho un hermoso tomate avergonzado, pero también pudo notar a cierto chico pelinegro y eso le amargó aún más la mañana.
-¡Waaaa! ¡No puedo hacerlo! –dijo alterado Allen.
-¿Pero qué tiene de malo Allen-kun? ¿Qué es lo que no puedes decir? –pregunto riendo Lenalee.
-Si no lo dices yo no te cuento... mi secreto. –dijo el pelinegro y luego le acaricio la cabeza.
-Parece que se divierten. –alzo la voz Lavi mientras se acercaba a la mesa de sus amigos. -¿De qué se ríen hoy los niños?
-¡Lavi, mira! ¡Suzuki-kun puede hablar! –dijo alegre la china.
-Sí, ya me enteré. –contestó Lavi de manera agria. –Por cierto, Komui-san dijo que debes de dejar de comportarte con un niño y ponerte a entrenar.
-¿Niño? Lo dice quien se saltó la cena y el desayuno por hacer berrinches. –dijo burlonamente Suzuki.
Mientras Lavi y Suzuki se enviaban miradas envenenadas entre sí, un pobre albino miraba con dolor la escena. Sabía que Lavi seguía enojado con él y ahora se lo estaba transmitiendo a Suzuki.
-No haré nada hasta que “Chibi-Walker” diga lo que quiero oír. –dijo Suzuki para luego tomar al menor por el mentón.
-¿Chibi...Walker? –se preguntó confundido Allen.
-A las 10, en la sala de entrenamientos. –contestó en seco Lavi y se fue.
.....
Era la hora acordada y muchas personas, exorcistas y buscadores, se encontraban expectantes de ver entrenar al nuevo. Komui y Reever habían instalado algunas máquinas y soltado varios golems para registrar su rendimiento. Mientras tanto, Johnny le entregaba a Suzuki unas prendas de entrenamiento especiales para que enviara los datos de su estado físico a las computadoras.
-Bien. Suzuki-kun está listo ¿Quién entrenará primero con él? ¿Kanda quieres comen...?
-Yo iré primero. –dijo sorpresivamente Lavi.
-Bueno... ¿Te parece bien, Suzuki-kun? –preguntó Komui-san.
-Adelante. –respondió de manera amenazante.
Lavi activó su martillo y se paró en posición de ataque. –Prometo no lastimarte niño.
-¿Un Martillo enorme? No me digas que tratas de compensar algo, pobre de ti. –dijo de manera burlona y también posicionándose para la pelea.
Lavi comenzó la pelea de manera veloz, dio golpe tras golpe con su martillo pero no lograba alcanzarle ni una vez. Suzuki era muy rápido y lograba esquivar los ataques sin problema alguno. Luego un par de golpes fallidos más, Lavi se cansó de la arrogancia del menor y decidió hacer su martillo más pequeño pero el mango más largo, tal vez de esa manera podría ver mejor sus movimientos. Ante esta acción, efectivamente Lavi podía ver mejor los movimientos del pelinegro pero con el martillo más largo le era imposible defenderse de su combate cuerpo a cuerpo; y para su mala suerte Suzuki era muy bueno en el combate cercano, acertándole al pelirrojo varios puñetazos y dolorosas patadas a pesar de no haber utilizado su Inocencia.
-¿Te rindes? –preguntó soberbio Suzuki.
-No me hagas reír. ¿Acaso crees que esto es todo lo que puedo hacer? ¡GOUKA KAIJIJN: HI BAN!
-¡NO LAVI ESPERA ES MUY PELIGROSO! –gritó alterado Komui.
-¡Lavi no! –lo secundó Allen. – ¡Suzuki-kun apártate!
-¡Dilo y me defiendo! –le contestó sorprendiendo a todos.
Todos miraban como el pelirrojo alzaba su martillo y las llamas comenzaban a aparecer de manera furiosa por todo a su alrededor y el loco de Suzuki seguía de pie frente a él sin siquiera mover un musculo. Lenalee y Tiedoll miraron a Allen esperando que dijera algo para que el chico se moviese pero el albino se veía algo contrariado.
-¡ALLEN! ¡SEA LO QUE SEA QUE TENGAS QUE DECIR DILO! –gritó alterado Reever-san desde el otro lado del cuarto.
Lavi estaba a punto de guiar su serpiente de fuego hacia el chico cuando de pronto por toda la sala un estruendoso grito se oyó.
-¡SUZU! –era la voz de Allen.
Lavi arrojó con todas sus fuerzas la enorme serpiente de fuego contra su contrincante sin piedad alguna. Todos se quedaron completamente sorprendidos por la acción del exorcista y más aún porque en ningún momento vieron que el otro luchador escapase. La serpiente se devoró por completo el suelo hasta que esta se consumió y su todo su cuerpo de esfumo dejando un poco de humo y chispas por todo el lugar.
-Al fin...se acabó... te gané... –decía agitado el pelirrojo mientras apoyaba sus manos sobre sus rodillas flexionadas.
Todos en el salón estaban totalmente atónitos viendo con expresiones que rallaban entre la sorpresa y el miedo, por el vuelco tan repentino que había tomado la pelea. De pronto, Lavi sintió una ligera brisa en su cuello y un susurro lo acompaño.
–Impresionante. Pero no es suficiente.
Lavi giró lentamente y sin lograr ver por completo al dueño de aquella voz, estaba seguro de quien era y antes de poder girarse por completo esta volvió a hablar.
-¡AOI SHINKU!* (青い深紅) –gritó Suzuki para luego atacar a Lavi. De sus manos se extendieron dos grandes ases de ¿energía? ¿Luz? Nadie podía entender muy bien que estaba ocurriendo pero de repente el nuevo tenía un arma en cada mano y el pelirrojo estaba tirado en el suelo con una enorme X en toda su espalda. -¡Levántate! ¡Sigue peleando! –grito Suzuki para poner en alto nuevamente sus armas para darle otro golpe a su oponente pero cuando estaba por alcanzar al chico en el suelo...
¡Detente! –el albino se interpuso entre ambos con su Crown Clown Activada, deteniendo el ataque. -¡Aaaah! –gritó el albino cayendo al suelo sosteniendo su garra; que...se estaba quemando... pero a la vez estaba congelada.
¡Walker! ¡Allen-kun! ¡Walker-san! ¡Allen! Esos eran los gritos de todos sus amigos que salieron en su ayuda al oír el desgarrador grito de dolor, y en cuestión de segundos todos casi todos rodeaban al albino y al pelirrojo que no podía levantarse del suelo por su herida en la espalda.
-¿¡Que les hiciste!? –se oyó la voz dolida y acusadora de Lenalee.
-No es tan grave. –dijo de manera calmada el pelinegro, acercándose al círculo de gente.
-¿Cómo que no... no es grave? –Lenalee detuvo sus acusaciones cuando vio que Suzuki alzo su mano derecha unos segundos y luego se arrodillo frente al albino mostrando frente a él una pequeña luz azul rodeándole sus dedos.
-Extiende tu mano. –el albino lo obedeció y vio como el mayor posiciono la luz sobre su herida y... comenzó a curarla. -Iyashi no Mizu (癒しの水)*–susurro y la herida se cerró. –Así es como sané mis heridas...Walker.
.....
Luego en la sala de enfermería...
-Entonces... la luz que vi aquel día antes de entrar a tu cuarto era ¿eso? –preguntó el General Tiedoll.
-Sí.
-¿Cómo es posible? No me quedó nada. –dijo sorprendido el albino.
-El cuerpo está conformado por 60% de agua aproximadamente. Incluso tus células poseen un porcentaje de agua en ellas, yo solo utilizo el agua para acelerar el proceso de sanación que el cuerpo realiza naturalmente. Las heridas pequeñas sanan rápidamente, las más grandes son un poco más difíciles de cerrar.
-Supongo que tiene sentido ¿Y que eran esas cosas que salían de tus manos? –preguntó Komui.
-¿Aoi Shinku? Son Espadas de Fuego y Hielo. –respondió Suzuki.
-¿Puedes... crear fuego y hielo con las manos? –dijo Lenalee asombrada.
-Algo así. El fuego necesita de oxígeno y algo que realice la combustión; yo soy la chispa que inicia el incendio. –dijo Suzuki. –Y el hielo lo cree tomando el agua que uno de los científicos tenía en una jarra, tomar tanta agua del aire es difícil.
-Supongo que tiene sentido. –opino Komui, otra vez.
-¿¡Eso es lo único que sabes decir Komui-san!? ¡Estoy muriendo aquí! –gritó Lavi recostado boca abajo desde el otro lado de la cortina que separaba las camas de la enfermería.
-Tranquilízate cabeza de escoba, si te trato por algunos días en menos de una semana no te quedara ni una marca. –respondió el pelinegro.
-¡Estás loco si crees que dejaré que me toques! Casi me matas idiota. –respondió enojado Lavi.
-Lo dice quién me lanzo una serpiente monstruo a la cabeza.
-¡Paren de pelear! ¿Acaso no tienen límites ninguno de los dos? ¡Tú... –dijo Allen señalando a Lavi. –No debiste de activar el sello! Y Tú... –señalando ahora a Suzuki. –No era necesario atacarlo tan bruscamente. Ambos actuaron como tontos hoy, deberían de estar avergonzados.
Todos en la sala se quedaron en silencio, después de todo tratar con un Allen en modo protector era un tanto difícil.
-Bueno, que les parece si todos van a descansar. Suzuki-kun ¿Te parece si nos cuentas un poco más hacer de...tus manos mágicas? –dijo Komui-san empujando a casi todos fuera de la sala dejando solo a un Lavi adolorido y regañado, y a un Allen molesto.
-Lavi. –hablo primero el albino. -¿Por qué lo hiciste? ¿Tan enojado estás conmigo que...?
-No estoy enojado contigo, Allen. No es... tu culpa.
-Perdón. No sé cómo, pero estoy seguro que todo esto también es por mi culpa. Sé que fui un mal amigo por ignorarte pero no quiero que estemos peleados ¡Por favor, mírame cuando te hablo! –dijo Allen tomando la mano derecha del pelirrojo.
-¿Por qué me defendiste? Saliste herido innecesariamente. –respondió sin voltear su rostro y soltándose del agarre del menor.
-¡Te defendería mil veces si fuese necesario! Eres mi amigo... ambos lo son.
-¡NO MIENTAS! –gritó Lavi exaltado levantando su cuerpo ligeramente de la cama y viéndolo a la cara. -¡NO ME TOMES POR IDIOTA ALLEN, SE PERFECTAMENTE QUE ÉL TE IMPORTA MAS QUE YO!
-¿De... De qué hablas? ¡Eso no es verdad yo no le doy preferencias! ¿Cómo es posible que me acuses de algo así? Somos amigos y...
-¡TE VI! TÚ Y ESE IDIOTA...YO LOS VI. –gritó Lavi para luego comenzar a sollozar.
-No entiendo de que hablas... que fue...lo que...
-Vi...Vi cómo se besaban anoche tú y tu querido “Suzu”. –dijo Lavi con rabia y dolor en sus palabras.
Allen recordó lo ocurrido la noche anterior, y se sorprendió de saber que Lavi los vio hablando juntos, así que se sonrojó. Pero ¿Besándose?