Sr Psicólogo. por Sun16

‘’ ¡Vegeta! ‘’

Todo se escuchaba tan lejano y a la vez tan solitario que por un momento creyó que había muerto. Pero no. No estaba muerto, todo lo contrario. Otra vez su cabeza dolía como nunca. No tenía el control suficiente como para no desmayarse en cualquier lugar, eso se debía a la falta de sueño y alimento.
El castaño comenzó a abrir sus ojos, bajo la luz cegadora que lo obligó a cerrarlos abruptamente de nuevo. Sintió comodidad y recordó su patético desmayo frente a aquel desconocido joven. Por cierto, ¿Aquel joven se supone que lo ayudaría? ¡Ja! – Eso le gustaría ver. No dejaría que nadie le metiera ideas raras sobre su vida. No necesitaba oír sermones de nadie, y no lo haría.
Luego de un rato, volvió abrir sus ojos. Esta vez la luz ya no pudo lastimar sus vacíos ojos. Con mucho cuidado se incorporó en su cómoda cama. Observando a su alrededor notó que estaba en la habitación de su padre. Se sintió triste de pronto, su padre siempre estaba ocupado y casi nunca tenía tiempo para el… Pero esa no era excusa para casi matarlo de un infarto. ¿Cómo pudo ser tan idiota como para querer acabar con su vida en el baño del instituto? – Se haría la misma pregunta cuantas veces fuese necesario –
Tras varias intentando levantarse, lo logró. Pero tuvo que sostenerse de la mesita que estaba ubicada al lado de la cama, una mesita en la que su padre guardaba medicamentos.
Prosiguió a moverse hasta la puerta en dónde se detuvo un segundo. Respiro profundamente y abrió la puerta. Todo se encontraba igual, los cuadros, las ventanas, la escalera. Observó aquel paisaje gris que se asomaba por una ventana cercana a la escalera. Caminó con mucho cuidado de no caerse otra vez hasta llegar a las escaleras. Un fuerte mareo casi lo hizo caer por los escalones, pero nuevamente dos brazos lo envolvieron atrayéndolo hacia la pared. Confundido observó de quién se trataba y pensó que tantos medicamentos debían estar haciéndole mal. No era ni más ni menos que el Señor Psicólogo. Vegeta arqueó una ceja y se incorporó rápido.
- Casi caes. – Una sonrisa se hizo presente. Lo cual solo enfureció más al menor.
- Como sea. ¿Qué haces aquí? ¿Mi padre te pagará extra por espiarme? – Goku frunció el ceño. – Por supuesto que no, joven Vegeta. Su padre quería conocer mis horarios. Usted me encontró cuando salía del baño. – Por alguna extraña razón a Vegeta le hervía la sangre ver a un psicólogo o tratar con alguien así. Eran lo más despreciable que podía existir.
- ¿Dónde está mi padre? –
- Aquí estoy pequeño. – Su voz lo hizo sobresaltarse. Al darse vuelta, la sonrisa de su padre lo hizo sentirse más culpable aún. El mayor vio su tristeza y lo abrazó. Nadie más que el para comprender el dolor. – Tranquilo, no estoy enfadado contigo. Debí prestarte más atención. Lo siento. –
- No, no es cierto. Tú tienes trabajo que cumplir. – Vegeta se aferró a su padre. Quería por un segundo olvidar todos los problemas que lo atormentaban.
- Deja de culparte. Tú eres la víctima. Y te juro que me aseguraré de que esos malditos que te arrastraron a esto se aseguren de conocer el infierno. – Con cierta aura gris rodeándolo, Goku sonrío. El primer paso estaba completado: La reconciliación.
- Vegeta, el joven Son ha venido a llevar a cabo su primera sesión. – Vegeta sudó frío. ¿Sesión? - ¿Qué quieres decir con primera sesión? – El mayor terminó el abrazo con una sonrisa. – Hoy empiezan tus sesiones de psicología. –