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¡Voy a robar tu corazón! por Milkin_Black

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo *u*/

Espero que se encuentren muy bien.

Estoy de verdad muy agradecida con todas las personas que han leido esta historia. Agradezco especialmente a las lindas personitas que dejaron su comentario, me he divertido bastante con sus palabras.

Con respecto a este capítulo creo se trata básicamente de la mezcla loca de muchas cosas, y si, nuestros queridos chicos se iran acercando un poco, además de un par de cosillas que no les contaré porque soy una terrible persona muajajaja...

Ya en serio, ojalá que se diviertan con el capítulo...

 

Luego de la aventura en el lago, por orden estricta del médico de la familia, o sea Alexio, debieron quedarse en cama tres días para prevenir algun posible mal respiratorio. No muy convencidos  aceptaron. Así fue que durante 72 horas pasaron todo el tiempo pegados uno al otro, por lo que fue inevitable que comenzaran a conocerse mejor.

Al inicio sus conversaciones giraban en torno a Afrodita. Pasaron horas hablando de cuán bello era, discutieron tratando de probar quien lo conocía mejor o quien lo amaba más, pero al paso del tiempo la conversación se fue centrando en ellos.

Camus habló sobre su viaje de vacaciones a Grecia hace un par de años, el cual por azares del destino terminó con el trabajando en una pequeña galería de arte en el centro de Atenas. Habló acerca de su familia, conformada por su padre Krest, y su hermano mayor, un erudito llamado Degel. Luego habló de sus gustos y aficiones, entre las que resaltaban su gusto por la lectura, el cine independiente, y un nada comercial grupo de rock llamada Sanctuary que casualmente Milo también amaba con todas sus fuerzas.

Milo por su parte contó sobre su familia, y así Camus se enteró que aquel jovial rubio tenía un alocado hermano llamado Kardia que se dedicaba con éxito a la arquitectura, además de ser el vocalista de una banda de heavy metal y modelo de desnudos para las clases de arte en la casa de la Cultura donde trabajaba Milo. También habló sobre su inexplicable gusto por las manzanas, y lo mucho que disfrutaba un tranquilo día tirado en la playa. En cuanto a sus gustos, resultó ser ecléctico, y más que enfrascarse en algo en particular le gustaba sacar lo mejor de todo y tratar de ser feliz con ello.

Esa postura de vida en un inicio le pareció algo descuidada a Camus,  pero mientras veía al sonriente griego con el cabello flotando en el viento pensó con seriedad que quizá esa forma libre y sin ataduras de sobrellevar la vida,  tal vez realmente podría ser el camino a la felicidad.

Llegaron a conocerse tanto en tan poco tiempo, que cada vez que las tres primas de Afrodita les llevaban sus alimentos, Camus cuidadosamente pasaba su ración de manzana picada al plato de Milo sin que éste se diera cuenta, mientras el griego con discreción ponía sobre el postre del otro pequeños trozos de chocolate amargo que había logrado conseguir gracias a uno de los sirvientes de la casa.

Finalmente el día de su alta llegó, y muy felices se levantaron sintiéndose como un fuerte equipo capaz de tirar de su alto pedestal al rubio hindú para así quedarse con el corazón de Afrodita.

Dispuestos a dar lo mejor de sí, bajaron con grandes bríos las escaleras, e inmediatamente fueron atraídos por un suave olor a incienso. Curiosos como eran siguieron la dulce fragancia, la cual los guió hasta la enorme biblioteca al centro de la casa.

Con mucho cuidado abrieron suavemente la puerta topándose con una imagen que les pareció bastante singular. Y es que aunque ver a dos personas meditando era bastante normal, al mirar a Shaka frente a su hermano, ambos vestidos con  finas túnicas de un impecable blanco, ambos sentados en el suelo en la misma posición con las manos descansando sobre las rodillas, les dio la impresión de ver a Shaka y su reflejo, e incluso imaginaron que en algún momento ambos abrirían los ojos y comenzarían a moverse como si fueran uno solo.

-¿Es raro no?- cuestionó Stella pegándose a ambos para poder asomarse por el rabillo de la puerta –Y resulta todavía más curioso cuando ambos al mismo tiempo dicen “Ohm”, deberían oírlo,  es como si realmente estuvieran conectados.

Mientras la escuchaban Camus reparó en un detalle importante…

-No veo a Afrodita…-musitó haciendo que Milo también buscara con la vista a su secreto amor peliceleste, al que era muy común ver junto al rubio.

-Mi primo no está aquí, nunca viene cuando meditan…-respondió Rebecka a sus espaldas haciéndolos dar un saltito.

-¿Nunca viene?...¿es porque no comparten las mismas creencias?- interrogó Milo tratando de sacar información importante que pudieran usar después.

-No realmente. Lo que ocurre es que Afrodita simplemente no logra quedarse quieto, así que le es imposible concentrarse e irremediablemente termina pegado a Shaka sacándolo del trance. Ja, de hecho todavía recuerdo la primera vez que intentó meditar con él -dijo la rubia con una enorme sonrisa.

-Ese día Dita fue toda una molestia - completó Alice haciendo un ligero puchero.

-¿Por qué? ¿Qué pasó?-preguntaron muy intrigados ambos chicos, esperando escuchar la historia como si fueran dos niños pequeños anhelando un cuento.

-Ok, les contaré- concluyó Rebecka recargándose sobre la pared- Shaka y Dita habían venido el fin de semana por el cumpleaños del tío Lugonis. Por esa entonces llevaban sólo un par de meses saliendo formalmente, y bueno, mi primo andaba todo el tiempo en las nubes. El punto es que una mañana Shaka pidió permiso para meditar en el jardín, pues su familia aunque no es religiosa es bastante espiritual. Dita por supuesto dijo que lo acompañaría y Shaka aceptó feliz.

-Pero no pasó ni una hora cuando mi primo entró llorando desconsolado. Nadie comprendía lo que le pasaba, y el solo balbuceaba algo sobre que Shaka lo odiaba y que lo iba a dejar. Mi tío por supuesto se alarmó al verlo así, y es que de verdad lloraba como si fuera un niño pequeño. Cuando al fin se calmó un poco nos contó que habían comenzado con los ejercicios y que el rubio le ayudó con la postura de loto, pero cuando tuvo que concentrarse y poner la mente en blanco, simplemente no podía y luego de algunos intentos se rindió. Entonces se enfocó en mirar a Shaka, el cuan según sus palabras lucía tan lindo que no pudo controlarse, y terminó acercándose, lo tomó de los brazos, luego por  la cintura, jugó con su cabello trenzándolo, volviéndolo a soltar y poniéndole flores, y sorprendido al no ver reacción alguna comenzó a hacerle cosquillas en la nariz, en las pestañas. Entonces Shaka abrió los ojos y le dijo “Creo que esto no está funcionando, quizá lo mejor sea que siga solo, ¿por qué no vas mientras a la casa y nos vemos en un rato?”.

-Cuando oímos la historia, todos pensamos, “Pues claro, pobre Shaka”, pero por más que intentamos explicarle las cosas a Afrodita el seguía llorando todo histérico –continuo Stella –Les juró que aun no entiendo de dónde fue que le salió tanta agua. La cosa es que armó tanto escandaló que tenía prácticamente a toda la familia tratando de tranquilizarlo, pero nada surtía efecto, entonces mi tío harto de la situación le dijo que si no se controlaba Shaka se iba a dar cuenta de que era un joven berrinchudo y llorón y que ya no iba a querer volver a verlo. Y bueno, eso pareció echar leña al fuego, y mi loco primo se puso aun peor, jaja recuerdo que incluso tomó un cojín y hundió la cara en el porque según quería morir de la tristeza.

-Afortunadamente en ese instante entró Shaka- dijo con aire meditabundo Rebecka retomando la historia –Y como por arte de magia Afrodita se calló, aunque seguía llorando al perecer recordó lo dicho por su padre, así que se mordió el labio para no seguir gritando. El pobre de Shaka no entendía lo que estaba pasando, y con verdadera preocupación se acercó a él y lo abrazó cariñosamente. Afrodita simplemente saltó a sus brazos gimoteando. En ese momento todos decidimos que lo mejor era dejarlos solos para que resolvieran sus problemas. Según supimos después, Shaka se sorprendió cuando Afrodita le dijo que había pensado que lo odiaba, y el rubio con ternura se disculpó por su rudeza, y le explicó que era la primera vez que algo o alguien lo sacaba del trance, y que por eso le había pedido estar solo, porque cuando estaba junto a él y Afrodita lo tocaba, simplemente no se podía concentrar, y la meditación era algo muy serio para su familia. Uff, después de escucharlo Afrodita se puso super feliz y se pegó a Shaka por el resto del día.

-Literalmente era como una sanguijuela –dijo Alice negando con la cabeza –Incluso cuando llegó la hora de ir a dormir, Dita se negó a soltarlo, y por más que mi tío lo regañó no logró que dejara a su novio en paz. Entonces Shaka tuvo que hablar con él intentando convencerlo, pero mi tío intuyendo que Afrodita volvería a ponerse a llorar, simplemente se dio por vencido y les permitió compartir la habitación, y así es hasta ahora.

Camus y Milo escucharon todo con completa incredulidad, pues ellos siempre habían visto al sueco aunque coqueto y bromista, como alguien bastante maduro y sereno, e incluso frío cuando la situación lo ameritaba.

-Se lo que están pensando –intervino Stella sacándolos de sus pensamientos –Sé que parece imposible imaginarlo comportándose de esa manera tan infantil. De hecho, ni siquiera de niño hacía ese tipo de berrinches, pero cuando está con Shaka es como si se volviera un chiquillo mimado.

-Además de un celoso nivel psicópata –comentó Alice atrayendo la mirada incrédula de los otros -¿De verdad no lo han notado?

Camus y Milo negaron con la cabeza.

-¿Se han percatado que nosotras nunca abrazamos o tocamos a Shaka?- preguntó Rebecka haciéndolos meditar un poco.

Ellos al hacer recuento de los últimos días se dieron cuenta de que aquello era verdad, pues si bien esas jovencitas todo el tiempo estaban encima de los demás invadiendo el espacio vital de todos en la casa, incluso del propio Lugonis, nunca ni una sola vez las habían visto tocar a Shaka.

-Es verdad, ¿y eso es por?…- indagó Milo, cuya primera idea era que aquello se debía a que el hindú marcaba una distancia infranqueable, o sea, no le gustaba que lo tocarán.

-Por Afrodita por supuesto –dijeron las tres al mismo tiempo.

-Eso no tiene sentido, ¿por qué Afrodita se molestaría con ustedes si son familia?- preguntó esta vez Camus analizando la situación, llegando a la conclusión de que exageraban, pues su lindo sueco no podía ser ese tipo de persona celosa y posesiva.

-Miren, mi primo es un caramelo y lo adoro, pero lo cierto es que es un celopata sin remedio. Uno puede entrar a su cuarto, tomar sus cosas, incluso podemos usar su ropa sin lograr que se enoje, pero si tan solo tratamos de ponerle un dedo encima a su novio, Dita cambia totalmente y pone una mirada asesina que de verdad da miedo –contó Alice temblando de tan solo recordarlo.

-Así que por nuestro bien físico y mental, preferimos no acercarnos tanto a él, aunque la verdad es tan mono que nos gustaría abrazarlo, peinar su cabello y cosas así –dijo esta vez Stella ilusionada pensando en cosas que jamás pasarían.

-En fin, es mejor irnos antes de que ese loco peliceleste venga y nos vea espiando a su novio –se despidieron las tres caminando hacia la cocina.

 

Pensando aun con incredulidad en lo dicho por las chicas, ellos también se marcharon, pues pese a todo la idea principal seguía siendo robarse a Afrodita, en especial ahora que Shaka estaba meditando y por lo visto demoraría un  largo rato; pero para lograrlo era necesario primero encontrarlo. Así fue que comenzaron su largo recorrido por el resto de la mansión, y notando que no estaba allí, optaron por buscar en patio. Avanzaban entre los altos y perfectos rosales cuando de pronto Camus reconoció a lo lejos una larga cabellera azulada. Al instante su rostro se puso pálido y en un ágil movimiento se agachó para esconderse.

Milo vio con diversión el extraño actuar del otro y curioso se colocó en cuclillas para ponerse a su altura -¿Y ahora qué ocurre? ¿No me digas que viste un fantasma?

-Eso quisiera pero no, me temo que esto es muy real –dijo Camus bastante alterado, haciendo que el griego cambiará su gesto divertido por uno más serio.

-¿Qué es lo que está ocurriendo?

Camus lo respondió dedicándole una mirada asesina.

-Oye, si no me lo dices no te podré ayudar.

Camus permaneció en silencio.

-Ok, de acuerdo. Diviértete jugando a las escondidas –sentenció el rubio poniéndose de pie.

-No, espera –dijo el francés jalándolo del brazo –Te lo diré…¿Notaste a ese chico peliazul cerca de la entrada de la casa?

-Solo vi que había personas pero no tuve tiempo de fijarme en los detalles gracias a tu extraña actitud.

-Bien, bien, eso no importa, el punto es que una de esas personas es Saga, el primo de Afrodita.

-Ya…¿y eso qué?

Camus se mordió el labio sin saber cómo continuar mientras un sonrojo cubría sus mejillas, provocando que en Milo surgieran unas enormes ganas de molestarlo.

-Oh, vamos, dime –pidió picándole las costillas.

-¡Milo, basta! - demandó llevándose al instante las manos a la boca, deseando que los otros no lo hubieran oído.

-Jaja, deberías verte, estás todo rojo, jajaja.

El francés lo miró con enfado.

-Ya, ya...ok, decías algo de Saga.

El pelirrojo suspiró -Una vez hubo una fiesta en la galería donde trabajo y por esa entonces Saga había ido a visitar a su primo. Cuando los vi llegar juntos sentí unos celos terribles, pero en cuanto supe que eran familia se me ocurrió que quizá ese chico podría ayudarme a darle celos a Afrodita.

-¿Entonces saliste con él? -cuestionó muy emocionado Milo.

-Si...-admitió el pelirrojo cubriéndose el rostro con las manos -Pero entonces me di cuenta de que Afrodita ni siquiera lo había notado, así que no volví a verlo ni contesté sus llamadas, y luego de un par de meses al parecer por fin se cansó de buscarme y no volví a saber de él...¡Rayos, no había pensado en que podría encontrarlo aquí!

Milo escuchaba todo aquello muerto de risa, sobre todo por ese divertido actuar del otro -Eres un chico muy malo Camus, pero al parecer el destino te ha dado la oportunidad para disculparte así que por qué no vas a saludar, quien sabe, igual y sigue soltero -dijo con burla ganándose un fuerte pellizco del galo -¡¡Oye!!

-¿Camus?- sonó a su costado una sexy voz.

El aludido levantó la mirada sin poder articular palabra. Esto al principio le pareció divertido al rubio, pero al volverse al peliazul y notar la intensa mirada que le dedicaba al francés, tuvo una repentina sensación de desagrado, por lo que en un movimiento rápido lo tomó de la mano y cual si fueran un par de niños pequeños se fueron corriendo dejando muy desconcertado a Saga.

-¿Qué es lo que ocurre Saga?- cuestionó un chico idéntico poniéndose a su lado.

-Camus…-respondió éste viendo a los otros perderse entre el mar de gente que iba y venía por los jardines.

-¿Camus?...¡¡¡Oh por Dios!!!...¡¡¿Estás hablando del chico francés que te botó?!!...¡Auch!

-¡Cállate Kanon!...-lo regañó Saga –Seguro que Camus tiene una muy buena explicación para lo ocurrido –dijo esperanzado caminando en la misma dirección por la que se habían ido los otros, después de todo encontrarlo ahí debía ser sin duda obra del destino.

-¡Suerte con eso hermano!- canturreó Kanon muy despreocupado volviendo hacia la entrada donde ya lo esperaba con los brazos abiertos su tío Lugonis junto al resto de su familia.

 

Camus y Milo corrieron sin mirar atrás hasta llegar a la parte trasera de la enorme mansión. Jadeantes se dejaron caer sobre la pared…

-¡Diantres!...¡¿qué se supone que haga ahora?!- musitó el francés haciendo trabajar a su cerebro al máximo en busca de una solución, pues bien sabía era ridículo estar huyendo. Entonces  de repente se halló lleno de valor y fuerza para enfrentar al otro -¡¡Ya sé!!...Tal vez lo mejor es hablar de una vez con él y aclararlo todo –dijo con aire triunfal sintiendo que acababa de encontrar la solución a todos sus problemas.

-¿Estás seguro? –le preguntó Milo echando un vistazo hacia el camino por dónde habían venido -¡Camus, ¿estás seguro?!

-¡Ey, no tienes por qué gritar!- se defendió el pelirrojo cruzándose de brazos.

-¡Responde de una vez, ¿sí o no?!

-Si…es decir…no lo sé…eso creo, ¿por qué tanto interés?

-¡Porque  el primo de Afrodita  viene justo para acá!

-¡¡¿Qué?!!- gritó Camus perdiendo de golpe el valor para enfrentarse a Saga.

Leyendo en su rostro la respuesta a su pregunta, Milo no esperó, y tomándolo de la mano reanudó la carrera tratando de huir de aquel terco peliazul que justo iba dando la vuelta en la esquina  posterior de la casa.

Así dio inicio el juego del gato y el ratón. Ellos corrían hasta llegar  a un lugar seguro, y en cuanto se relajaban mágicamente aparecía Saga obligándolos a huir de nuevo. Sumidos en esta persecución dieron una y otra vez vueltas a la casa y los extensos jardines, y Milo nunca soltó la blanca mano de Camus quien distraído solo trataba de buscar una manera de arreglar  ese embrollo, sin terminar confesando por error su gran amor hacia Afrodita.

Stella que había presenciado todo, y luego de las tres primeras vueltas de aquel trío por el comedor logró entender que  aquellos dos estaban huyendo de su primo, decidió que lo mejor era ayudarlos.

 

-Ey, chicos…por acá…-llamó en tono bajito guiándolos hacia una habitación justo al fondo de la casa. Ellos la siguieron, a través de un largo pasillo y luego unas escaleras hacia abajo, hasta que llegaron a una recóndita habitación.

-Oh, por Dios, muchas gracias Stella –agradeció Milo tratando de recuperar el aliento.

-Si, Milo tiene razón, muchas gracias…no sabíamos ya a dónde ir- dijo esta vez Camus intentando llenar sus pulmones de aire.

La joven solo sonrió –No tienen que agradecer, es un placer ayudarlos a huir de Saga, les aseguro que aquí no los encontrará.

-¿De verdad?...¡Awww…eres un ángel!- soltó emocionado Milo quien de verdad se sentía ya sin fuerzas para continuar.

-¡¿De verdad lo crees?!...¡¡¡Eso es lo más lindo que me han dicho!!!...-contestó toda emocionada dejándose llevar por un momento. Pero pronto recordó que aquel hermoso dios griego ya estaba reservado para el francés, así que tras sacudir la cabeza decidió continuar con el plan –Muy bien…yo debo ir a ver unas cosas con mi tío, pero más tarde vuelvo, ¿ok? Ustedes mientras quédense aquí un rato más, a fin de cuentas Saga no se quedara por mucho tiempo, en un par de horas podrán salir libremente.

Luego de decir aquello la jovencita se marchó.

Se mantuvieron en silencio un rato intentando regular su respiración, sin reparar siquiera en el hecho de que la propia joven había hablado sobre Saga aunque ellos ni lo habían mencionado. 

Cuando su pecho dejó de doler por el esfuerzo Camus notó algo interesante…

-Emmm…Milo- llamó con las mejillas ligeramente sonrojadas.

-¿Pasa algo?- contestó el griego mirándolo con esos expresivos y bellos ojos totalmente expectante.

Camus no pudo más, y bajo la mirada antes de continuar –Mi mano…ya puedes soltarla –musitó con una inmensa pena sintiendo que le ardían las mejillas como nunca antes.

Milo bajo los ojos, y al observar que el francés tenía razón, y aun mantenía su mano presa con la propia de inmediato la soltó sonrojándose en el acto –Yo…lo siento, de verdad no me di cuenta.

-No te preocupes…-soltó Camus con un hilo de voz colocándose a su lado en la pared –De verdad muchas gracias por lo de antes. Sé que algún día tendré que hablar con él, es solo que aun no sé cómo explicarle la situación de forma clara, sin que se entere de mis sentimientos hacia su primo.

-Entonces lo mejor es que dejes de pensar en eso. Después de todo, parece que tuviste suerte y pronto se irá y no tendrás que preocuparte más en cuanto se cancele la boda, así que por el momento solo relájate, ¿sí? –y selló sus palabras con una encantadora sonrisa que hipnotizo por completo a Camus.

Sin ser consientes de ello, sus ojos se buscaron, tratando de descifrar el motivo del repentino golpeteo en sus pechos dentro de las pupilas del otro. Cuando se dieron cuenta, ambos miraron hacia otro lado muy avergonzados.

-Bien, ya que debemos esperar aquí, ¿qué tal si echamos un vistazo? –propuso el heleno rompiendo el incómodo silencio.

Sin más se adentraron en aquella enorme y cuasi oscura habitación la cual parecía más bien una especie de improvisada bodega, llena de antiguos  esculturas, figurillas y piezas de cerámica. Además de una gran caja bellamente decorada.

-Es un regalo de boda –explicó el griego leyendo la elegante tarjetita dorada que yacía encima.

-Wow,  es el regalo de Lugonis –agregó el francés realmente sorprendido.

-Qué lástima que tendrá que devolverlo cuando me quede con Afrodita –indicó Milo en tono juguetón.

-Ja, querrás decir cuando YO me quede con Afrodita.

-Bueno, como sea, lo importante ahora es que Afrodita no se case con Shaka, ya después buscaremos la manera de arreglar esto –dijo con gracia haciendo asentir complacido a Camus.

Durante un rato más siguieron bromeando sobre su atípica situación, planeando formas de deshacerse del rubio, y sin darse cuenta pasaron un par de horas.

-Tengo hambre-confesó Milo acostado sobre un antiguo y enorme diván.

-Igual yo. Tal vez ya es seguro salir, después de todo Stella dijo que Saga solo se quedaría un rato –secundó Camus que realmente se sentía hambriento luego de la extenuante carrera de la mañana, además de que el inusual calor en  ese cuarto lo estaba abochornando haciéndolo sentir como si se hallara en un sauna. Y no era para menos, pues esa habitación se encontraba justo a lado de la cocina, colindando con el enorme horno en el que cocían el delicioso pan casero.

-Lo mejor será que yo vaya primero, ya sabes, para revisar que el campo esté despejado –explicó el griego poniéndose de pie y acercándose a la puerta.

-No, te acompaño. Además si te soy sincero me siento algo ansioso de estar encerrado en este cuarto sin ventanas.

-¿Y si aparece Saga?

-Bueno, parece que ya somos expertos corriendo así que no hay de qué preocuparse –explicó el pelirrojo con una suave y honesta sonrisa que hizo brotar en el pecho una cálida sensación a la que el griego por el momento no quiso poner atención.

Decididos se dirigieron a la puerta. Milo tomó el elegante pomo de metal y lo giró un par de veces  pero no se abrió.

-Milo, ¿qué pasa?

-Parece que está atorado- contestó tirando ya bruscamente de la brillante pieza de metal haciendo que la puerta diera pequeñas sacudidas aunque sin llegar a abrirse.

-¿Eso quiere decir que estamos encerrados?

-Tal…parece…que si…-murmuró Milo entre jadeos mientras seguía luchando por abrir.

-¡Ya sé, solo hay que llamar a Afrodita para que venga a ayudarnos!-exclamó Camus buscándose entre la ropa el celular -¡Rayos, lo dejé en la habitación!...Oye Milo, ¿traes el tuyo?

-Nop –contestó el griego ya rindiéndose con el asunto de la puerta –Y aunque lo trajera, no olvides que aquí no tenemos señal.

-Entonces estamos atrapados- dijo el galo con cara de horror viendo las paredes tapizadas y todas esas cosas amontonadas que repentinamente se le figuró que llenaban casi por completo el cuarto.

-Tranquilízate si, recuerda que Stella nos trajo aquí y dijo que pronto regresaría, así que solo debemos sentarnos y esperar un poco…

 

2 horas más tarde…

-¡¡¡¡¡¡Auxilio, por favor!!!!!!!

-¡¡¡¡¡¡Sáquenos de aquí!!!!!!!

-¡¡¡¡¿Alguien nos escucha?!!!!

Gritaban una y otra vez dando continuos golpes sobre la firme madera de la puerta.

-No lo puedo creer, ¿cómo es posible que nos  haya pasado esto?- dijo Camus alterado yendo de un lado a otro.

-¡Todo esto es culpa tuya!...¡Si hubieras tenido el valor de hablar con Saga, nada de esto habría pasado!...¡Por Dios Camus, no eres un niño pequeño como para salir huyendo!- dijo Milo al borde de la histeria, pues además de mucha hambre, estaba totalmente sudado y  tenía tanto calor que estaba tentado a quitarse su húmeda camisa.

-¡¿Eh?!...¡Si no mal recuerdo tú fuiste quien me jaló de la mano y me llevó corriendo!

-¡Ah, claro, con que ahora yo tengo la culpa!...A la próxima yo mismo te llevo con Saga, y asunto arreglado. Igual y hasta te enamoras de ese tipo y dejas de entrometerte en mis planes para conquistar a Afrodita.

-¡Yo nunca he interferido en nada, tú eres el que sobra aquí!...¡Afrodita es mío!

Tan enfrascados estaban en sus gritos que no se percataron de ciertos rudillos detrás de una de las paredes, ni notaron como de uno de los enormes cuadros que adornaban el cuarto se abrieron dos hoyitos.

 

-¿Los ves? ¿puedes verlos?- interrogó Rebecka con una voz casi inaudible.

-¡Si, los puedo ver! –contestó Alice pegada a la pared, mirando a través de dos pequeñas aberturas que daban al cuarto donde tenían encerrados a los chicos.

-¡¡Dinos!!...¿qué está pasando? ¿siguen vestidos? –indagó Stella  imaginando que luego de varias horas en el lugar más caluroso de la casa, estando ambos solos y con la tensión sexual que como buenas fujoshis habían detectado, quizá ya habían empezado a conocerse mejor.

-Si…- contestó Alice desanimada –Y peor aún, parece que están peleando.

-No puede ser, estaba segura que esto funcionaría, en la mañana se veían tan unidos, incluso no se soltaban de la mano –comentó Stella muy triste.

-Quizá solo necesitan más tiempo –concluyó Rebecka segura de que aquello debía funcionar.

Sus hermanas le dieron la razón, y así las tres sigilosamente se alejaron, dispuestas a darles todo el tiempo que fuera necesario.

 

Luego de aquella irracional pelea se percataron que gritarse había sido una pésima idea, pues ahora tenían más hambre, calor, y estaban tan cansados que ya ni siquiera trataban de pedir ayuda. Al final ambos terminaron lado a lado sentados recargándose contra la puerta.

-¿Sabes?...lo único bueno de esto es que si muero aquí, tendrán que cancelar esa estúpida boda – murmuró Milo con tono jocoso.

-Tonto…-musitó el francés  volteando a verlo con una sonrisa tan sincera y relajada que el griego de pronto se sintió indefenso e inquieto, mientras una extraña sensación corría por su pecho.

Sin premeditarlo comenzó a recorrer el rostro galo con la mirada…”Es muy bello” pensó, poniendo especial atención en la nariz ligeramente respingada que daba al rostro de Camus un toque adorable. Luego estaban los perfectos pómulos, la amplia y despejada frente, esas curiosas cejas ligeramente segmentadas y al final sus ojos, esos grandes e intensos ojos carmesí que lo miraban fijamente.

-Milo…-musitó el pelirrojo dejado embobado al otro con el simple movimiento de esa sensual boca que ahora mismo se antojaba tan besable –Milo, ¿estás bien? –insistió el francés trayéndolo de vuelta a la realidad.

Sin poder controlar el agresivo sonrojo que se apoderó de sus mejillas, el rubio rápidamente se puso de pie –Si, estoy bien, es solo que con este calor creo que ya estoy delirando- dijo sacudiendo  ligeramente la sudada camisa que se pegaba a su cuerpo.

Camus frunció el ceño, y notando al otro algo raro se levantó -¿Milo, qué ocurre?

El rubio no contestó y simplemente siguió echándose aire con su camisa en un intento por controlar aquel repentino y extraño calor sofocante que hacía arder poco a poco su cuerpo.

-No puedo más…- y sin mayor preámbulo comenzó a quitarse la camisa.

Ahora el hechizado era Camus quien veía como en cámara lenta como a cada ligero movimiento la tela iba acariciando la tersa y húmeda piel canela para luego dejarla totalmente expuesta, lo que representaba todo un regalo para la vista.

Aunque no era la primera vez que veía ese torso desnudo. Por alguna razón desconocida, en ese preciso instante no pudo dejar de delinear con la mirada cada musculo, cada pequeño relieve y hendidura del amplio pecho, los fuertes brazos, y el bien marcado abdomen, sobre el que en determinado momento pensó que sería agradable poder deslizar la mano. Controlado por sus más bajos instintos se acercó hasta estar a solo unos pasos de Milo.

-¿Camus? –llamó esta vez el griego haciendo que las extrañadas orbes carmesí ahora quedaran atrapadas por la magia de aquel perfecto, hermoso, varonil rostro heleno enmarcado por las encrespadas hebras doradas que se pegaban deliciosamente a la húmeda piel.

Sin decir ni una palabra, lentamente se fueron acercando, hasta que el calor de ambos cuerpos parecía ser el mismo. Atraídos por un instinto casi animal permanecieron a escasos milímetros uno del otro, mirándose fijamente a los ojos, mezclando sus alientos cada vez más agitados por su rápida respiración.

-Camus…- susurró sensualmente el griego concentrándose en los carnosos y húmedos labios galos.

-Milo…-musitó el francés mordiéndose un labio mientras fijaba su mirada en la voluptuosa y sensual boca del otro.

 

-¡¡¡Chicos!!!...¡¡¿Están ahí?!!- sonó la angustiada  voz de Afrodita del otro lado de la puerta -¡¡¿Me escuchan?!!

De golpe se rompió aquel erótico ambiente, y ambos se miraron un momento para luego correr inmediatamente hacia la puerta.

-¡¡¡¡Afrodita, estamos aquí!!!!

Un par de ruidos metálicos sonaron  y finalmente la puerta cedió, dando paso a un hermoso Afrodita que sin más los abrazo.

-¡Qué bueno que están bien!...Pasamos todo el día buscándolos, y ya empezábamos a temer lo peor –confesó con total sinceridad mostrando un gesto grave en su bello rostro.

Al escucharlo ambos se sintieron muy felices, pues Afrodita no solo se había preocupado por ellos, sino que los buscó sin descanso.

-Los encontramos…- oyeron decir a Alexio que venía detrás de su primo hablando por su celular –Y tal parece que no la estaban pasando nada mal –soltó con burla repasando el aspecto desaliñado y sudado de ambos, así como reparando en la semi desnudez del griego, y las sonrojadas mejillas de los dos.

Al oírlo ambos se vieron  sonrojándose aun mas, para luego girarse hacia Afrodita -¡¡No es lo que parece!!- dijeron al mismo tiempo.

-Es que hacia tanto calor –se justificó el griego.

-Y no había ni siquiera un ventana.

-¡Pero de verdad no estábamos haciendo nada raro!

Afrodita los miró con seriedad para luego sonreír como solo él sabía hacerlo –No se preocupen por lo que dijo Alexio. Lo importante es que están bien, pudieron haberse desmayado ahí dentro por tanto calor. En esas condiciones, es una gran proeza el simple hecho de que se mantuvieran despiertos.

Algo aliviados por la actitud compresiva e inocente del sueco, subieron a su habitación a tomar una ducha y cambiarse.

 

Cuando bajaron se sorprendieron de no escuchar el bullicio que usualmente reinaba por toda la casa. Extrañados se dirigieron a la estancia principal.

Al cruzar la entrada notaron que toda, absolutamente toda la familia se hallaba reunida observándolos de una manera singular y aliviada.

-Qué bueno saber que están bien muchachos, luego de lo ocurrido en el lago temimos lo peor  al no verlos por ningún lado–dijo Lugonis palmeándolos por los hombros, haciendo una obvia aunque inocente alusión a la torpeza mostrada por ambos algunos días atrás.

-Sí, así que la próxima vez que quieran estar solos, díganos y les daremos un cuarto para que hagan sus cosas –soltó con mofa Alexio quien no era tonto, y había notado el excesivo interés que aquellos dos intrusos mostraban hacia Afrodita, y no le gustaba nada.

-¡¡Alexio, que cosas dices!!- regaño la madre del italiano, una bajita y regordeta mujer dando un pellizco en el brazo de su hijo.

-¡¡Auch!!...¡Solo digo la verdad, si ustedes los hubieran visto cuando los encontramos entonces entenderían!- dijo dejando intrigado a su público que inmediatamente se giró hacia los recién llegados.

-¿Eso es cierto? ¿ustedes estaban, ya saben?- cuestionó una de las muchas tías Lindberg.

-¡¿Qué?!...¡¡Claro que no!!- se defendió el Milo negando exageradamente con las manos.

-¡Pueden contarnos la verdad con toda confianza! – dijo otra de sus tías –No tienen por qué ser tan tímidos.

-¡Milo tiene razón, solo fue un accidente! –argumentó Camus.

-Y dinos Camus, ¿cómo es que por accidente terminaron juntos encerrados en el lugar más recóndito de la casa donde seguro nadie los iría a buscar? ¿y también por accidente a Milo se le cayó la camisa?- continuo Alexio con quien definitivamente se habían equivocado, pues era todo menos un aliado y por alguna razón misteriosa parecía odiarlos.

-¡¡Alexio!!- regañó Afrodita.

-¡¡Déjalos en paz Alexio!!- pidió Stella muy molesta con su primo.

-Bueno…eso…lo que ocurre es que nosotros…como decirlo –se enredó el francés tratando de responder sin tener que explicar el bochornoso episodio con Saga.

-¡No tienen que contestar!...¡Ustedes son libres de hacer lo que quieran!- los defendió Rebecka.

-Rebecka tiene razón…Alexio no tienes por qué incomodarlos así –dijo Afrodita que definitivamente estaba de su lado.

-Pero creo que sería interesante oír su respuesta –intervino Asmita que parecía muy curioso  sobre todo por  aquello de la camisa, a diferencia de su hermano que prefería mantenerse al margen y se entretenía leyendo un libro.

-¡¡Estábamos huyendo!!...¿Contento?- intervino Milo ofuscado, sin percatarse de lo que había dicho.

-¿Huyendo de qué?- preguntó Dohko muy intrigado, pues  las cosas se estaban poniendo bastante  interesantes con esos niños.

-Ejem, lo han entendido mal –dijo Camus con una sonrisa nerviosa frenando el impulso de Milo quien estuvo a punto de contestar –No estábamos huyendo realmente…solo…estábamos corriendo.

Milo se palmeo el rostro ante tan absurdo argumento del otro.

-¿Corrían? –contratacó Alexio quien ya le estaba encontrando cierto gusto a aquella situación -¿Entrenan para un maratón o algo así?- cuestionó con evidente sarcasmo burlándose de ambos.

-¡¡Alexio no seas idiota!!- gritó Alice.

-¡¡Esa boca señorita!!- la reprendió Lugonis quien detestaba que dijeran malas palabras.

-¡¡Tenemos derecho a saber, por su culpa desperdicie todo mi día buscándolos junto al resto de la familia!!- exigió Alexio molesto.

Así se inicio una enorme discusión. Mientras algunos defendían la privacidad de los chicos, otros realmente curiosos querían saber si de verdad tenían alguna clase de relación.

Camus aturdido por todas esas voces no pudo más.

-¡¡Ya basta!!...¡¡Se los diré!!...En la mañana mientras buscábamos a Afrodita vi de repente a Saga, y ah, para los que no lo saben, hace un par de años salí un tiempo con él, pero luego sucedieron cosas y deje de atender sus llamadas o contestar sus mensajes, así que como entenderán  no estaba precisamente feliz de tener que saludarlo, y como no sabía qué hacer, corrí…¡Asé es, corrí como un cobarde!...Milo solo me acompañó para asegurarse que estuviera bien, así que por favor dejen de pensar cosas que no son.

Cuando terminó de hablar dejó a todos boquiabiertos, incluso Milo que no entendía por qué había mentido lo observaba con sorpresa.

Fue ahí que Camus se dio cuenta de lo que había dicho, y de un momento a otro su rostro se tiñó de un intenso tono carmesí.

-Así que era cierto…-musitó divertido Alexio  dirigiéndose hacia algún punto en la multitud.

-Te lo dije…-sonó una suave y sensual voz que Camus reconoció de inmediato totalmente horrorizado.

-Saga…-musitó el francés viendo al imponente y alto peliazul aparecer de la nada.

-Me da gusto volver a verte…Camus –saludó el aludido mirándolo fijamente –Aunque parece que tú no opinas lo mismo.

-¡Wow, wow, wow…Esperen un momento!...¿Saga, cariño, quieres decir que este es el muchachito que te rompió el corazón y por el que estuviste tanto tiempo deprimido? –intervino una bella mujer de piel blanca y larga cabellera azulada sentada junto a Lugonis.

-¡¡Madre, por favor!!- pidió Saga avergonzado por el comentario de su progenitora, pero ésta ignorándolo por completo, avanzó hacia el pobre pelirrojo que yacía impávido.

-¡Jovencito!...¡¡Tienes idea de cuánto hiciste sufrir a mi niño cuando lo botaste?! –regañó la mayor.

-¡¡Madre, no digas esas cosas!!...Camus, por favor no le hagas caso, está exagerando –pidió alterado Saga.

-¿Exagerando?...Si cuando regresaste a casa te la pasaste casi un mes lloriquerando y diciendo “¿Por qué Camus?¿por qué no me amas?”- intervino Kanon haciendo una voz chillona.

-¡¡Cállate Kanon!!- ordenó el gemelo mayor lazándole el libro que leía Shaka a su hermano quien apenas lo esquivó.

Shaka vio de reojo a Saga y luego sus manos vacías tentado a decir algo. No fue necesario, de inmediato Afrodita llegó y le dio un fuerte zape a su primo, dejando en claro que con las cosas de su novio nadie se metía.

-¡Muy bien, ya está bien de todo esto!- dijo Lugonis con autoridad, tratando de calmar los ánimos de todos –Lo hecho, hecho está, así que dejen de atormentar a los pobres muchachos.

-Tienes razón tío, no vaya a ser que Saga se ponga a llorar –bromeo Kanon ganándose una mirada asesina de su gemelo a la cual no dio la menor importancia.

-¡Para ti es fácil decirlo Lugonis, porque no fue a tu hijo a quien le rompieron el corazón en mil pedazos! –dramatizó la madre de los gemelos poniéndose la mano en el pecho, haciendo que Saga se arrepintiera al instante de aquel plan hecho junto a Alexio, para confrontar al escurridizo francés.

-Señora yo…de verdad lo siento…yo nunca quise lastimarlo –se disculpó el galo realmente apenado por no haber sabido dar punto final a aquella “relación” –Le juro que si pudiera haría las cosas de manera distinta.

-¿Lo dices de verdad jovencito, o solo es algo para librarte de este problema?- cuestionó esa imponente mujer cruzándose de brazos.

-Lo digo de verdad, me arrepiento de haber actuado de forma tan infantil y causarles tantos problemas.

Al oírlo la mujer asintió un par de veces –Muy bien, de acuerdo. Voy a darte el beneficio de la duda, si demuestras ser digno olvidaremos todo, borrón y cuenta nueva, ¿de acuerdo?

Camus por fin se sintió aliviano –Claro que sí, le mostraré que soy una persona confiable.

-Me agrada escuchar eso. Ahora, ¿cuándo prefieren tener su cita?

-¿Eh?...- cuestionó Camus sin comprender de lo que hablaba.

Como si fuera lo más obvio del mundo la mujer lo miro con autoridad –Dijiste que demostrarías ser digno, y un hombre digno siempre cumple sus promesas, y si mal no recuerdo tú le prometiste una cita romántica a mi niño, y quiero que lo cumplas.

Camus estaba impávido. Miro a Afrodita, a Milo y a Lugonis en busca de ayuda.

-No tienes que hacerlo si no quieres –dijo Saga con un tonó tan lastimero que todos se conmovieron y vieron a Camus con algo de reproche.

Milo sin saber por qué, se sentía terrible ante la posibilidad de que el francés aceptara, aunque su mente le decía que era una perfecta oportunidad para sacarlo de la lucha por el corazón de Afrodita. No hizo caso a la razón, y lentamente acercó su mano a la del francés con la intención de sacarlo de ahí y pedirle que no saliera con Saga.

Lugonis habló primero –Mira muchacho, no estás obligado a hacer algo que no quieres, pero…en nuestra familia damos mucho valor a las promesas que hacemos, y siempre las cumplimos.

-¡Papá!- regañó Afrodita sin saber cómo ayudar a su amigo –Camus vamos, no les hagas caso –dijo el sueco tomándolo del brazo para sacarlo de ahí.

Camus repasaba mentalmente sus opciones. La primera era de una vez por todas decirle a Saga que no le gustaba y que siempre había estado enamorado de Afrodita, lo que lo haría quedar junto con Saga en un completo ridículo frente a todos, aunque en el mejor de los casos Afrodita confesaría que siempre lo ha amado secretamente y huirían juntos. La segunda opción era dejarlo todo, rendirse y tomar el primer vuelo para regresar a Grecia.La tercera opción consistía en simplemente negarse, dar una excusa cualquiera a Saga y ser mal visto por el resto de su vida por la familia del hombre que amaba. La última opción era aceptar.

-Espera Afrodita…Está bien, lo haré –decidió pensando en que así tendría la oportunidad de aclarar las cosas con el insistente Saga, y mantener su reputación intacta.

-¿Lo dices enserio?- pregunto Saga ilusionado.

-Sí, lo haré.

El salón se llenó con los jubilosos gritos de la familia. Todos parecían al menos relativamente felices por la resolución del francés, todos salvo Milo, quien instintivamente cerró los puños con fuerza sintiéndose traicionado, dolido y enfadado con el otro.

Sumidos en la alegría general, se retiraron al comedor para disfrutar de la cena. Camus agobiado se separó del resto, necesitaba aire fresco.

Milo se acercó en silencio, analizando el semblante sombrío del otro, y su molestia se perdió pensando en cuán desagradable debió ser para el francés todo aquello.

-¿Debo felicitarte?- cuestionó bromista acercándose hasta apoyar su mano en el hombro galo –Ve el lado positivo, si no logras quedarte con Afrodita, siempre vas a tener a Saga…y esa suegra, ¡de verdad que envidia!

De inmediato el pelirrojo comenzó a reír sonoramente. Quizá era el nerviosismo por toda esa extraña e irracional situación, pero tener a Milo a su lado lo hacía sentir tranquilo y seguro –Eres un bobo…

-Pero aun así me quieres…-contestó abrazándolo por los hombros mientras con ánimo renovado regresaban al comedor.

El resto de la noche siguió normal salvo por algunas insinuaciones de la madre de Saga. Cuando terminaron, se retiraron junto a los otros al salón de juegos, buscando pasar al menos algo de tiempo junto al peliceleste, pero lamentablemente el sueco se hallaba casi al fondo de la habitación hablando con sus tías.

En un intento por hacer reir a Camus y distráelo de las continuas miradas del mayor de los gemelos que parecía buscar la manera de acercarsele,  a Milo se le ocurrió una gran idea que además ayudaría a desmentir lo dicho sobre los celos del lindo Afrodita. Viendo que Shaka estaba muy cerca de ellos conversando tranquilamente con  Dohko, el griego decidió aproximarse y probar su suerte tocándolo.

–Ey, Camus –llamó al francés que seguía algo rojo después de lo ocurrido. Cuando Camus lo miró, Milo señaló con la cabeza hacia el hindú dibujando una sonrisa traviesa.

-¿No me digas que vas a hacerlo?…- murmuró Camus olvidándose del resto, concentrándose en la cara divertida del heleno que decidido pero a paso lento se acercó a Shaka.

Milo estaba a punto de poner "amistosamente" las manos sobre los hombros del hindú con el fin de “sorprenderlo” (ya que el rubio estaba de espalda) cuando sintió una mirada intensa sobre sí. Al voltear hacia atrás vio como desde el fondo de la habitación, el siempre encantador y dulce  Afrodita lo miraba de una forma siniestra mientras un aura oscura lo rodeaba poco a poco. Por instinto Milo dio un paso atrás notando que al instante la mirada celeste se dulcificaba, pero en cuanto volvió a tratar de tocar al hindú aquel aire asesino del sueco resurgió, e incluso le pareció escuchar un leve gruñido atravesando la habitación. Realmente asustado termino por alejarse definitivamente viendo como al hacerlo, Afrodita le dedicaba una hermosa sonrisa conciliadora.

-Muy bien, parece que la distancia mínima es de dos pasos –susurró Milo en el oído de Camus quien estaba tan sorprendido como él por la extraña y aterradora actitud del peliceleste  a quien jamás hubieran imaginado como una persona tan celosa. Lo que en parte significaba que debían redoblar sus esfuerzos pues al parecer tendrían que sacar de su corazón a Shaka por la fuerza.

Luego de tan inesperada revelación,  la velada siguió con relativa normalidad, e incluso Camus y Milo tuvieron la oportunidad de pasar unos minutos charlando con Afrodita, a quien inevitablemente veían de una manera un poco distinta ahora.

Entonces uno de los mayordomos entró a la instancia atrayendo la atención de todos.

-Disculpen la intromisión. Joven Shaka, alguien lo busca.

De inmediato entró a la habitación un imponente dios griego que parecía brillar como un rayo de sol. Era alto, con un cuerpo musculoso y tentador apenas disimulado por la ajustada camisa, los anchos pantalones caqui y las gruesas botas, haciéndolo ver cómo si fuese el sensual protagonista de una película de acción que recién regresa luego de una peligrosa misión en algún lugar recóndito de la tierra. El cabello castaño y crespo enfatizaba el toque de salvaje sensualidad, que de inmediato pareció conquistar a todos.

Sus enormes y expresivas orbes esmeralda fueron observando uno a uno de los rostros hasta que se detuvieron en alguien en particular. Con pasos largos, elegantes y fuertes como los de un felino, atravesó el enorme salón.

-¡¡Shaka, amigo!!...¡¡¡Qué felicidad verte!!!- gritó con júbilo apresando en un rudo y juguetón abrazo de oso al rubio cuyos pies pronto dejaron de tocar el suelo -¡¡¡Te he extrañado tanto!!!

Todos presenciaban atónitos ese abrazo asfixiante en medio del cual el cuerpo del hindú era sacudido de un lado a otro cual si fuese una marioneta.Entonces recorrió la estancia el sonido sordo de un cristal rompiéndose, ocasionando que todas las miradas se enfocaran en el fondo de la habitación.

-Ay no…-musitó Alice escondiéndose detrás de sus hermanas, mientras veía como un enojado…no, un furioso Afrodita estrujaba entre sus manos los restos de una copa de cristal.

Notas finales:

Y ese fue...

Espero que se hayan divertido.

Como se darán cuenta he querido jugar un poco con el carácter de Afrodita, pues la idea es explorar sus diferentes matices, ya saben, el tierno y dulce, el celoso, visceral y dramático, el protector, el sensual y seductor. En lo personal me divierte bastante imaginarlo celoso, tratando por todos los medios de cuidar lo que es suyo, y me agrada el contraste de esa actitud con la parte dulzona de su forma de ser. En fin, mis locuras.

Por otra parte, aparecieron los gemelos, y Saga sobre todo dará un par de problemas a la pareja principal, pues como ya se dieron cuenta está un poco obsesionado con Camus, y se pondrá peor con aquello de su cita. 

Además apareció Aioria, quien como pudieron ver es amigo, que digo amigo, es casi hermano de piquete de ombligo de Shaka, y bueno, al parecer Afrodita tendrá que aprender a compartir a su gran amor.

La parte del encierro junto al horno realmente surgió porque aquí en México está haciendo un terrible e insoportable calor que nos hace andar sudados y pegajosos todo el bendito día. Pero me pareció que si lo pasabamos a Milo y Camus en ellos seria sexy.

Mmmm, creo que por el momento es todo.

Me despido agradeciendo su lectura y su tiempo.

Les envío un enorme abrazo y un montón de besos.

Cuídense mucho.

Bye Bye


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