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Contando siglos por KiriOasis

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"Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos."

-Albert Einstein

Capítulo 2

Una vez que llegó a su casa envió el mensaje a Shinoa. Estaba demasiado cansado ese día. Todos los viernes era cuando la cafetería se encontraba más abarrotada de personas. Ese había sido uno de los peores que recordaba. En especial porque esa cafetería estaba cerca de su colegio y asistían muchos estudiantes que eran en realidad bastante bulliciosos y molestos.

"He llegado a mi casa. Mi mamá debe llegar en unos treinta minutos. Hasta eso voy a hacer algo de tarea para tener tiempo libre mañana. Te enviaré los mensajes más tarde. –Yuu."

"Entonces voy a esperar. -Shinoa"

El muchacho de ojos verdes se sentó en el escritorio y sacó varios papeles. Dirigió su vista hasta el reloj digital encima de su cama que marcaba la hora, las siete y media. Eso significaba que si iba a tener algo de tiempo.

Sin embargo, al recostar su cabeza en el escritorio el sueño comenzó a vencerlo poco a poco hasta cerrar sus ojos.

El silencio del lugar era...conocido. No podía diferenciar las cosas, unas de otras. Sin embargo, sí pudo diferenciar algo en específico en ese momento, azul. Vio algo azul muy brillante observándolo, marcado por unas pestañas claras. Una boca hablando a la cual no podía entender absolutamente nada de lo que estaba diciendo.

¿Por qué siento que esa voz es conocida? Ni siquiera puedo escucharla...

Luego sintió unos brazos alrededor de su cuello, abrazándolo. Era cómoda y reconfortante la sensación que le daban esos brazos que no lograba identificar.

—Yuu...

Abrió sus ojos lentamente. Su corazón estaba inquieto por alguna razón. Lo sintió latir deprisa, como si hubiera salido de una pesadilla. Pero su estómago estaba revuelto, no de miedo, era una sensación que quería ser casi agradable. Sintió un leve mareo e intentó recordar que era lo que había estado soñando hace tan solo unos segundos.

—Siento... que es algo importante—susurró para el mismo. Lo único que tenía en mente era unos ojos azules, y la imagen no era del todo clara.

Suspiró antes de mirar bajo su escritorio, sacando el cuaderno en el cual dibujaba ese tipo de cosas. En lugar de dibujar a medias algo, solo escribió en las últimas hojas escribió como hacía cada vez que tenía un sueño que no lograba recordar bien y creía que era importante.

—Ojos azules—dijo para sí mismo—. Azules como el cielo.

¿Por qué estoy tan triste?

Yuu miró al reloj, ya eran más de las ocho de la noche. Entonces supo que su madre ya había llegado. Si no lo había llamado de seguro fue porque estaba en su propia habitación arreglándose para salir esa noche.

El chico se levantó, no había podido aprovechar su tiempo como había deseado. El fin de semana iba a estar ocupado.

Fue hasta su armario para ver la ropa. Vio varias prendas y optó por escoger una chaqueta y un pantalón cualquiera que encontró. De su cajón tomó una camisa y la dejó colgada. Luego cerró nuevamente las puertas para que no se notada. Tomó su pijama y la dejó sobre su cama. Debía esperar a que su madre dejara de ducharse para poder entrar él a la ducha.

Guardó lo que pudiera ser visto a simple vista donde siempre. Los demás cuadernos no importaban siempre y cuando estuvieran cerrados. Si revisaba no iba a encontrar nada interesante en ellos. Y por interesante se refería a algo con lo cual molestarlo.

Al cabo de unos minutos escuchó los tacones de un lado a otro por el pasillo. Vio el reloj sobre su mesita de noche. Si, eran las nueve de la noche, era tiempo exacto para fingir estar dormido y marcharse del lugar después. Se colocó el pijama y se metió en sus cobijas. Antes mandó el mensaje.

"Ya estoy "dormido". -Yuu"

Estuvo dentro aproximadamente cinco minutos antes de escuchar la puerta abrirse. Como miraba a la pared, dando la espalda a la puerta, vio el pequeño espacio de luz para asegurarse de que estuviera dormido. Luego la puerta de su habitación se cerró.

Respiró tranquilo y los tacos se volvieron a escuchar, entonces, la puerta de la entrada se escuchó cerrándose. Se levantó su cama y procuró no prender las luces, su habitación daba al exterior y si veía su luz encendida se daría cuenta de que había estado fingiendo el estar dormido.

"Ya se fue. -Yuu"

Con la poca luz de la ventana se guió por la habitación y encontró su ropa. Fue hasta su baño y cerró la puerta antes de encender la luz. Su celular sonó.

"Está bien, ya estoy en camino a tu casa. Voy a tardar unos veinte minutos aproximadamente. -Shinoa"

Dejó su celular a un lado y se duchó, se vistió en la misma habitación. Apagó las luces del baño antes de salir y en su habitación buscó las llaves de la casa. La sala de estaba en verdad oscura, pero no le tomó importancia. Pudo salir tranquilo cuando dejó todo con llave.

Estuvo en la entrada y vio un auto acercarse. Shinoa se veía en la ventana del vehículo y se acercó a ella mirando a todos los lados posibles.

— ¡Hola, Yuu!

— Qué raro, estás a tiempo.

— Shinya no me deja atrasarme, ¿verdad? —preguntó la chica. Yuu vio al hombre sentado a un lado de ella.

—Lamento las molestias—se disculpó Yuu—. Buenas noches.

—Está bien, tranquilo, no hay necesidad de cortesías. Eres el amigo de Shinoa—respondió—. Entra al auto, tardaremos un poco en llegar.

El muchacho abrió la puerta del auto y entró. El resto del camino fue bastante una charla entre Shinoa y Shinya más que nada. Él miraba por la ventana y sentía cada vez más nervios al estar tan lejos de su casa en ese momento. Su madre podía volver en cualquier momento, tal vez le faltó dinero, o podrían haber decidido cambiar de planes.

— ¿No ibas a salir con Guren hoy? —preguntó chica. Ese nombre llamó la atención del muchacho.

—Será después de dejarte—respondió Shinya con una sonrisa—. Después de eso voy a regresar por los demás para salir. Como está cerca de aquí no será ningún problema.

—Guren...—susurró Yuu, mirando por la ventana. Ideas llegaron a su cabeza, casi intentando adivinar como debía ser la persona con ese nombre. Tan joven como el hombre que conducía, pero lo suficientemente grande para verse como un niño a su lado.

Una tristeza lo invadió por segundos.

Finalmente llegaron al lugar esperado. Lo primero que pudo presenciar de ese lugar fue una gran casa llena de personas desconocidas. Estaban hasta en la entrada de la casa aquellos que fumaban mientras conversaban. Otros estaban bebiendo de extrañas botellas las cuales no pudo identificar muy bien por la falta de luz.

Se escuchaba la música del interior de la casa, dando a entender lo fuerte y alto que estaba. Además, las luces de colores dentro dejaban en claro muy bien como estaba todo ahí adentro.

Shinya les sonrió.

—Entonces bajen, si quieren que los recoja por alguna circunstancia llámenme—dijo, entonces ambos bajaron y agradecieron antes de ver el auto desaparecer del lugar. Se encontraron en la entrada con la expectativa.

—Es hora de entrar—dijo Shinoa. Yuu sintió la necesidad de marcharse en ese momento. No le agradaba el lugar, ni mucho menos como se veía todo desde afuera. Sin embargo, la muchacha lo tomó de los hombros a sus espaldas y lo obligó a moverse dentro del edificio.

En la entrada varios los miraron con los cigarrillos en la boca, el humo blanco podía observarse a la perfección escapando lentamente. A Yuu no me agradó eso, no le agradaba para nada los cigarrillos, tal vez solo el olor que desprendía en un principio. Una persona estaba parada en la entrada de la casa y los dejó entrar al reconocer a la chica de cabellos morados.

Apenas la puerta se abrió la música entró en sus oídos como un golpe directo. La sala estaba calurosa y estaba llena de adolescentes que se movían sin dejar se bailar. Varios estaban con vasos en la mano que debían ser de cualquier contenido menos agua—salvo que este estuviera acompañado con algo más—.

Yuu decidió no separarse de Shinoa, no quería extraviarse, y mucho menos en ese lugar y con esas personas.

—Vamos, Yuu—dijo ella alto debido a la música—. Tienes que moverte, intenta hacer algún amigo.

Ella lo empujó para que siguiera por su cuenta. Yuu no quería intentarlo, el calor lo molestaba y también lo cerca que pasaban algunas personas. Se pegó a una pared y miró a su alrededor para después bajar su cabeza, no podía con eso, estaba fuera de su zona de confort.

¿Por qué vine a este lugar? Yo odio a los demás chicos de mi edad, es molesto estar con ellos. Siempre están haciendo estupideces, nunca se toman nada en serio... piensan que son eternos.

Levantó su mirada del suelo e intentó moverse por el lugar.

No, Shinoa de verdad quería que intentara hacer esto... así que voy a intentarlo...

En la cocina estaba reunido un grupo de personas jugando con vasos y licor. Intentó entender que estaban haciendo, pero terminó por dejarlo. Él pasó a un lado y una joven que estaba sirviendo los tragos le proporcionó uno sin que este se lo pidiera. Observó el vaso unos segundos antes de dirigirse a la muchacha.

—Pero yo no...

—Anda, es una fiesta—dijo—. No hay fiesta sin licor.

Dicho eso la muchacha volvió a sus asuntos y Yuu solo pudo quedarse con la bebida. De todas formas, el lugar estaba tan caliente que no le importó beber un poco. Para su sorpresa, era algo muy dulce. Quizá no era licor después de todo, incluso el sabor era completamente agradable.

Siguió por el lugar bebiendo una y otra vez. Entonces fue por más una vez que se estaba acabando aquel líquido. Con eso se sintió más relajado, las cosas dejaron de parecer tan desagradables, molestas y extrañas, y la convivencia con desconocidos en ese lugar se hizo más amena y hasta agradable.

Shinoa apareció a un lado de él y comenzaron a bailar. Fue hasta que Shinoa se percató del vaso que llevaba Yuu en las manos. Su rosto cambió a uno de preocupación y de inmediato se acercó al muchacho, sacándolo de la pista.

— ¿Cuánto has bebido? —preguntó directamente por el claro estado de su mejor amigo.

—No sé, uno, dos, quizá diez...—respondió. El rostro de Shinoa se volvió a una expresión de preocupación total. Pensó en llamar a Shinya para pedirle que los recogiera. Sacó el celular y vio que era la una de la mañana.

—No, aun no quiero volver—dijo Yuu—. Por favor... no hagas regresar aun...

Shinoa no supo que hacer en ese momento. La mirada suplicante de su amigo era aquello que le impedía decirle que no. Sin embargo, terminó cediendo ante la petición de él. Aun así, lo llevó fuera del lugar para tomar aire fresco en el patio trasero.

La noche estrellada y despejada fue del agrado de ambos adolescentes. Se sentaron en el pasto en silencio, apreciando la calma del momento.

—El cielo me recuerda a sus ojos...—murmuró Yuu entre sueños, hace unos minutos había comenzado a dormirse por la calma. Shinoa lo miró interrogante antes de acercarse un poco a su amigo para escucharlo con mayor facilidad.

— ¿Sus ojos?

—Tan azules...

La manera en la cual Yuu sonrió entre sueños sorprendió a la chica de cabellos morados. De la nada Yuu estaba hablando de alguien. Sin embargo, ella no recordaba a nadie de ojos azules que estuviera en su salón como para dar la alusión a esa persona.

Lo que llamó su atención más que nada fue la sonrisa tan especial que mostraba entre sueños. Y una vez más, solo pudo impresionarse cuando vio al muchacho derramar una lágrima entre sueños antes de mostrar una expresión de tristeza absoluta. Verlo así no le gustaba.

Tomó su teléfono una vez que vio la hora y decidió que era un buen momento para llamar y pedir un aventón de vuelta. Despertó a Yuu después de llamar y ambos decidieron entrar nuevamente a la fiesta antes de marcharse. La música cambio drásticamente a una más rápida, y cada vez se observaban más jóvenes que se habían sobrepasado con el alcohol.

No era algo raro de ver, sin embargo, para ambos que no habían pasado mucho tiempo fuera de casa, era algo curioso y nuevo. Shinoa bebió un vaso moderadamente, no quería tener problemas para levantarse y después no poder llevar a Yuu y encima de eso tener problemas en su casa.

Al cabo de unos minutos recibió una llamada y ambos salieron. Yuu parecía bastante sobrio, sin embargo, Shinoa notó que en verdad él no sabía dónde estaba parado. Pasó su brazo por el hombro de Yuu e intentó ser un soporte para ayudarlo a caminar, pero su baja estatura le resultaba algo incómoda para llevar el peso de Yuu.

Al cabo de unos minutos el auto llegó. Se acercó a la ventanilla del conductor y el vidrio bajó. Shinya sonrió a ambos muchachos.

—Parece que se divirtieron— dijo Shinya con una sonrisa. Shinoa acodó a Yuu nuevamente con una sutil sonrisa.

—Parece—repitió— ¿Puedes abrir la puerta? No creo poder con su peso, me va a aplastar.

—Por supuesto.

La puerta fue abierta y Shinoa metió a Yuu con algo de dificultad, ya que Yuu tenía sus movimientos algo torpes por el alcohol. Así que cuando el chico se encontró sentado ella pudo entrar con normalidad y tranquilidad al auto.

—Vaya, me pregunto dónde consiguen los niños de ahora el alcohol para sus fiestas—comentó el hombre que estaba sentado junto a Shinya. Yuu intentó verlo por un momento, pero solo identificaba el color oscuro de su cabello, sin poder ver nada más.

—Todo es posible con un hermano mayor—respondió Shinoa—. O padres muy liberales.

—Tu amigo ni siquiera parece poder mantenerse en pie—dijo en una observación Guren—. ¿Va a poder entrar a su casa?

—Mis padres no están—respondió Yuu—. Así que no importa, solo no deben saber que salí hoy.

Ambos permanecieron en silencio varios segundos. Yuu sintió una ligera molestia en su cabeza al escuchar la voz de aquel hombre. No entendió porque, pero inmediatamente acató aquella molestia al hecho de que había bebido ese licor de sabor dulce. Se hizo una nota mental, nunca tomar una bebida dulce desconocida en una fiesta.

Shinoa se inquietó al pensar en los padres de Yuu, algo que notaron los mayores en el auto sin comentar nada al respeto. Como si fuera una conversación silenciosa entendieron que tal vez no debían tomar profundidad al asunto de los padres del chico.

Entonces otra conversación la inició Shinoa para cambiar el tema. Ella tampoco se sentía cómoda al escuchar cómo era la vida de Yuu. Y varias inseguridades al igual que nervios pasaron por su cabeza al pensar en lo que le podía suceder al chico de ojos verdes si su madre llegaba a enterarse de que él salió en la noche mientras ella salía con sus amigas.

No era normal la situación de Yuu, pero entendía como se sentía él. Debía ser difícil saber que no tenía ninguna familia más que sus padres biológicos y que en cualquier momento podía quedar a la deriva si algo malo llegaba a ocurrir. Después de todo, la idea de dejarlo en un lugar para adolescentes era aún más deprimente y pensar en que podía tocarle una mala familia en un sistema de adopción tampoco le gustaba. Sin contar que él podía alejarse a un lugar en el cual ella no podía ayudarlo de ninguna manera aunque deseara. El sistema de adopción tenía demasiados errores.

Ella vivía en un hogar despreocupado de su persona, pero nunca en una casa en la cual era maltratada física o psicológicamente.

—Así que...Guren—comenzó Shinoa—. ¿Vas a quedarte hoy en casa de Shinya? Ya es tarde para regresar a tu casa, ¿no?

Guren dio la vuelta para mirar a Shinoa, sonriendo de manera socarrona antes de contestar.

— ¿Por qué debería decirte que voy a hacer? No es asunto tuyo, regresa a casa, es muy tarde para ti.

— No tienes por qué ser tan malo—dijo la chica haciendo un puchero—. Solo preguntaba, no tenías que ser tan malo.

Shinya rió y Yuu sonrió mirando por la ventana. En esos momentos sentía mucha paz, no una completa paz, pero la suficiente para no sentir como los músculos en su cuerpo se mantenían tensos y su mandíbula tiesa. Eran en momentos como esos en los cuales creía que podía ser feliz y que las cosas iban a mejorar con el tiempo.

Cuando estuvieron a unas calles de su casa, volvió a sentir la necesidad de salir corriendo. Prefirió seguir bebiendo esa casi inagotable fuente de licor dulce. O escuchar la música estruendosa del lugar retumbar por las paredes. Y hasta escuchar como Shinoa molestaba a Shinya y Guren, todo menos regresar a ese lugar.

Finalmente el automóvil paró frente a los edificios. Yuu agradeció y se despidió antes de salir y avanzar varios pasos. Instintivamente su cabeza volteó, esperando de alguna manera poder regresar. Se encontró con unos ojos violetas que estaban fijos en él, y por momentos pensó en lo mucho que esa tonalidad daba vueltas en su cabeza como si lo hubiera visto en alguna parte.

Dejó nuevamente sus pensamientos de lado, tenía esas impresiones demasiado seguidas desde que comenzó a tener unos sueños más estables. Siguió su camino sin mirar nuevamente hacía atrás, no tenía caso portarse como un gatito asustado. Debía seguir usando esa mascara de normalidad frente a todos, para que nadie se diera cuenta que en verdad se sentía sofocado.

Subió las escaleras con cuidado, puesto que estaba muy mareado. Tomó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta para entrar. Todo estaba oscuro y se alivió al saber que su madre no había llegado aún. Caminó por el pasillo, pasando de cualquier cosa que viera y entró a su habitación. Con dificultad se cambió de ropa y guardo lo demás en el armario antes de acostarse en su cama y dormir.

A la mañana siguiente se despertó por el sonido molesto de su alarma. Se despertó con más sed de que la que había sentido alguna vez en su vida. Con tranquilidad se levantó de su cama, dispuesto a darse una ducha para salir.

Yuu no tenía idea de quién podía estar en ese momento. Tal vez no iba a estar nadie, o tal vez iban a estar las brujas que su madre tenía como amigas. Ese era su día libre, por lo cual quería salir a algún lado, y ese día era de los pocos que salía, aunque fuera únicamente para llenar la casa con algunos alimentos y otros objetos para mantener la casa estable.

Salió como pocas veces muy tranquilo de su habitación. Para su sorpresa no había nadie esa mañana, solo se encontraba la ventana abierta, demostrando que alguien había estado ahí antes. Fue a la cocina buscando un gran vaso de agua fría —que en realidad fueron tres—, y salió del lugar para realizar sus actividades semanales.

Fue directo al mercado, aunque este estaba lejos de su casa era más barato ir allá. Días como aquellos el mercado se encontraba lleno de personas, por lo cual dejaba la alarma para levantarse temprano y no quedar con los alimentos que no estaban en tan buen estado. Por eso ya sabía a donde debía ir antes y que lugares podían esperar para después.

Primero fue por algo de carne y pescado, y después pasó por varios puestos para comprar verduras. Una persona pasó a un lado suyo y no pudo evitar voltear al notar que era un rostro familiar. Los ojos color violeta parecieron captar de igual manera al muchacho.

— ¿Guren? —preguntó bajo al notarlo.

—Pensé que no podrías levantarte hasta después del medio día—comentó—. Ayer a penas y podías pararte

Yuu sintió su cara enrojecer levemente por la vergüenza.

—No era para tanto—murmuró haciendo un ligero puchero.

—Me pregunto cómo es que no te duele la cabeza.

—Me duele—respondió Yuu inmediatamente—. Pero no como me ha dolido otras veces, así que es un dolor soportable.

El mayor analizó la mirada esmeralda de Yuu, indagando en que había estado en sus pensamientos cuando dijo la frase anterior. Solo con verlo notaba que el chico quizá no había pasado por los mejores momentos de su vida. Eso y que Shinoa no había querido dar ninguna especificación acerca de la vida del chico cuando ya lo habían dejado en su casa.

A duras penas había pronunciado un —vive con sus padres, aunque pasa bastante tiempo solo—. Y la mirada que dio a las afueras del cristal no fue nata tranquilizadora. También podía analizar el hecho de que estaba solo en un lugar relativamente lejano a su hogar, haciendo las compras de la casa.

— ¿Quieres beber algo? —preguntó de repente. Yuu no entendió porque la repentina pregunta, pero aceptó con gusto.

Más tarde se encontraban bebiendo un par de refrescos en lata mientras se apoyaban en una pared cerca de la tienda en la cual compraron. Ambos permanecían en silencio, bebiendo sorbos mientras veían a distintos lados.

¿Cómo se supone que llegué aquí?... Me siento extrañamente... cómodo.

Yuu sonrió ligeramente antes de dar un último sorbo a su bebida.

—Gracias—dijo lo bastante fuerte para que el otro escuchara.

—Es solo una bebida—dijo al notar el extraño aire del muchacho, asociándolo con algo de melancolía.

—Ni mi padre me ha preguntado si quiero beber algo—soltó Yuu en un comentario. Inmediatamente cubrió su boca por el comentario fuera de lugar. Guren se impresiono con la repentina confesión del chico, era bastante fácil saber cómo era su vida con tan solo un comentario como ese. Sintió algo de lastima en conjunto con empatía.

—Bueno, es mejor alguien que nada—dijo Guren después de unos segundos de silencio. Se separó de la pared y terminó la bebida, apretando la lata antes de botarla en un basurero cercano. Yuu lo miró con curiosidad mientras hacía eso.

— ¿Por qué? —Preguntó mirando a un punto específico en los ojos del mayor— ¿Por qué me has ofrecido algo así? Ni siquiera hemos hablado antes.

Las palabras de Yuu entraron en la cabeza de Guren. Era verdad, ni siquiera él mismo entendió su acto de generosidad con el muchacho. No era que sintiera únicamente lástima por un niño con problemas en el hogar, no. Más bien había algo en su cabeza que no salía de su cabeza desde que escuchó el nombre del menor, y mucho menos desde que lo vio cara a cara.

—No lo sé—dijo despacio, dando la vuelta para marcharse—. Me pareces conocido.

¿Conocido?

Algo en esa frase hizo que Yuu no pudiera dormir sino hasta muy tarde esa noche.

 

Notas finales:

Gracias por leer uwu


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