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Uno cambia para bien si es con la persona correcta por Kiryuu Mayuki

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Notas del capitulo:

Hallo! Aquí está el otro capítulo aclaro algo antes, hubo un pequeño error del que no me percate, en el primer capítulo dije que Erik tiene seis perros enormes, bueno ahora lo corrijo son tres perros enormes.

 

En este capítulo, muchos recordaran el pasado…

 

Enjoy.

 

Disclaimer: Las películas de X-Men no me pertenecen, ni tampoco los personajes (empieza a escuchar música corta venas) Pertenecen a sus respectivos creadores, es un trabajo sin fin de lucro.

Cap.2 Inconcient changes

 

—*Claro, claro, dejare que te engañes a ti mismo, veamos cuanto duras* - le  dio una palmada en la espalda y se dirigió a su clase.

 

El hombre hizo lo mismo, mientras caminaba, recordaba las partidas de ajedrez, la forma en la que gano e intentaba saber porque no podía sacarse la mirada y sonrisa de Charles de su mente.

 

Si las cosas iban así, no iban a acabar bien.

 

***

 

Pasó ya un mes desde sus encuentros para jugar ajedrez en la escuela, era muy entretenido jugar con el hombre de baja estatura, un buen rival, además que era divertido los bufidos que hacia cada vez que este perdía.

 

—Gané, volvemos a estar empates - sonrió con superioridad el germano mientras veía de nuevo ese bufido, "adorable" pensó, pero al instante cambio de opinión.

 

— ¿Te parece se hacemos este desempate más entretenido amigo mío? - sonrió el chico maquinando una idea.

 

Al parecer el profesor suplente le había empezado a decir "amigo mío", aunque no le molestaba para nada, es más, eso callaría a Emma quien no había día que no lo molestase con Charles.

 

— ¿Qué sugieres?

 

—Una cena. Quien pierde invita una cena, el ganador escoge el lugar - dijo sonriente como siempre, eso sonaba interesante.

 

—Muy bien, acepto - dijo el alemán acomodando las piezas. Aun tenían tiempo para jugar.

 

Fueron minutos muy tensos, pero...

 

—Jaque mate - exclamo el castaño sonriendo por su victoria, Erik solo sonrió con gesto de cansancio, ya se preguntaba cuando gastaría para pagar la cena

 

—Verdammt - masculló en alemán, Charles pudo escucharlo, le pareció sexy que hablase así (1), sacudió su cabeza debía evitar pensar en que su amigo era sexy.

 

—Me debe una cena profesor Lehnsherr.

 

—Muy bien ¿Cuándo y dónde nos encontramos?

 

—Este domingo a las ocho en "El Diablo Rojo" tengo mucho tiempo de no ir ahí.

 

Oh genial, no podía ir ahí, no sin que los amigos que tenía ahí le empezasen a acosar con preguntas incómodas...Un minuto. ¿Desde cuándo le importaba la opinión de otros? Era una salida con su amigo, nada más, no había nada que ocultar y sí, se suponía que ese domingo iría a ligarse a un chico, pero podría posponerlo, perder una apuesta era el equivalente a tener una deuda y Erik Lehnsherr jamás tenía deudas.

 

—Domingo a las ocho en "El Diablo Rojo" - se levantó y guardaron las piezas en su lugar y se fueron a impartir sus clases.

 

***

El día domingo, Erik iba vestido con un pantalón jean, una camisa negra, y una chaqueta de cuero color café claro, cuando llego Charles había llegado en su auto, vestido con un pantalón de tela negra, una camisa blanca y un abrigo gris, lo vio algo enojado, y ese enojo iba dirigido a su auto, rio al ver el ceño fruncido del chico, de verdad que le parecía tierno, debía dejar de pensar así.

 

En cuanto se vieron fue una sonrisa como saludo y entraron al lugar.

 

El lugar era muy acogedor, fotografías de lugares de todo el mundo, tomadas por el antiguo dueño y el actual en sus viajes, las paredes revestidas de un color verde oscuro y los asientos de los lados eran sillones de cuero rojo.

 

— ¡Charles! Cuanto tiempo... - sonrió un hombre de cabellos negro carbón, bastante alto, de acento ruso con una cicatriz en el ojo y lo más destacado era el tono de su piel, rojo y con una cola en punta que se movía suavemente.

 

— ¡Azazel! - dijo el chico sonriendo estrechando sus manos y dándose un abrazo —Si, ha pasado mucho tiempo, Erik - llamo el castaño -Él es el novio de mi hermana, Azazel - presentó —Azazel, él es Erik Lehnsherr, un amigo de donde trabajo ahora.

 

—Así que él es tu cuñado perfecto - dijo el alemán con una sonrisa irónica hacia el hombre rojo.

 

—Y tú eres el nuevo gran amigo de Charles del que tanto Raven me ha dicho - el otro sonrió también, dejando confundido al inglés.

 

—Un minuto, ¿Ya se conocían?

 

—Claro, somos amigos desde hace más de diez años - sonrió Azazel.

 

—Entonces él es tu camarada, tu compañero de armas, tu hermano no sanguíneo - rio el chico, el alemán le siguió en la risa el otro solo soltó una suave sonrisa.

 

—Gracias por ponerme en vergüenza con Erik, Charles, ahora mejor acompáñenme a su mesa antes que se haga tarde - dijo el hombre llevando a los hombres a una mesa en una esquina de lugar. Después de pedir una botella de vino, rápidamente pidieron sus platillos y el dueño desapareció en un parpadeo.

 

—Es increíble, nunca te había visto por aquí y yo vengo muy seguido - dijo el rubio.

 

—Pues mi trabajo era demandante, solamente pasaba de vez en cuando y sólo a saludar, luego fui a Oxford a terminar otros asuntos y ahora heme aquí - dijo bebiendo de su vino.

 

—Jamás pensé que serias tú, el hombre el cual Azazel se esforzaba tanto en impresionar.

 

—Pues créelo, fue sus habilidades en la cocina lo que le ayudo a impresionarme.

 

—Ya lo creo, ese maldito es muy bueno cocinando...

 

— ¿Cómo conociste a Azazel?

 

—Lo conocí en un lugar bastante desagradable, sobrevivir era primordial ahí - dijo serio, mostrando a Charles una imagen de un horrible lugar, un orfanato —Éramos los marginados por ser mutantes, pero también era más fácil robar la comida de la cocina, nadie se atrevía a acercarse por miedo - al ver al castaño se fijó en la tristeza de su mirada, el rubio recordó que los recuerdos y sentimientos afectan a los telépatas, y no quería que este saliese afectado.

 

—Es verdad, lo siento, te estoy transmitiendo cosas deprimentes.

 

—Está bien, pero no quiero que recuerdes cosas que te depriman - dijo en un tono conciliador al hombre quien le miró fijamente —Vinimos a pasarla bien ¿No? - el otro asintió y en ese momento sus órdenes fueron entregadas.

 

La cena fue algo normal y las conversaciones salían como si nada, no les costaba entrar en diferentes temas, fue una cena armoniosa, pero para ambos en sus mentes había sido algo más, perfecta.

 

Las miradas, que de por si hablaban de una química bastante obvia, era la fluidez de su conversación, cosa que el dueño de piel roja no pasó por alto.

 

La siguiente semana, ya el castaño era observado por sus amigos, claro uno de ellos lo miraba con preocupación. Raven, decidió que ya era momento de aclarar las cosas antes de que la mujer lo amenazase con castrarlo si le hacía algo a su hermano.

 

—Raven, sea lo que sea que te haya dicho Azazel, esta vez no lo escuches - dijo el castaño mientras caminaban por los pasillos, a veces su mejor amigo se equivocaba en sus suposiciones.

 

—Quiero creerte Erik, sé que no te enredas con tus compañeros de trabajo, pero tengo mis dudas, la manera en la que se miran...

 

—Tenemos mucho en común, somos sólo amigos que se llevan bien, además, no creo que yo le atraiga de esa manera - aseguró el alemán, la pelirroja sabía que algo pasaba, pero quizás jamás sucedería, Erik era incapaz de sentir afecto amoroso hacia alguien y Charles era un cobarde en las relaciones serias, así que estaba bien.

 

—Está bien te creo Erik, bueno me adelantare, nos vemos - se despidió la chica y el otro hombre se dirigió a sus clases esperando que el tiempo pasase rápido para ir a jugar ajedrez con Charles, no había nada raro en eso.

 

***

 

Era otra partida ganada por Lehnsherr y otro bufido de derrota de Xavier.

 

— ¿Qué pasa Charles? Ya van dos veces que te gano, te estas oxidando.

 

—Claro que no.

 

—Entonces creo que mis habilidades están sobre las tuyas - dijo en tono burlón.

 

—No presumas tanto mi amigo - sonrió guardando las piezas en su lugar.

 

—Tengo motivos - sonrió de medio lado, mirándole fijamente, el otro le siguió y por sólo unos minutos se había perdido en sus miradas de nuevo, claro que el sonido de la campana los despertó de su choque de miradas, Charles no había leído la mente de Erik, es más se habían ensimismado en sus miradas al punto de haberse olvidado de todo... Eso era malo…

 

—Eh... debemos irnos....

 

—S-Si ¿Vamos?

 

Para evitar un incómodo recorrido por los pasillos el castaño debía encontrar algo para conversar.

 

— ¿Qué crees que servirán en la cafetería mañana?

 

—N-No lo sé, nunca he ido a comer en la cafetería.

 

— ¿Nunca?

 

—Nunca.

 

—Bueno, la señora que atiende es muy buena, sus platillos son buenos, además que el almuerzo es un momento para compartir con los amigos, aunque no digas nada, siempre con compañía todo es mejor - sonrió mientras se sentía más relajado —Claro es sólo mi humilde opinión - dijo mientras llegaban al punto de su separación —Bueno aquí yo voy por el lado contrario al tuyo, nos vemos después Erik - se despidió con un golpecito en el hombro, en tanto el otro con un movimiento de su mano, no pronuncio palabra alguna, las palabras del telépata se habían quedado resonando en su cabeza.

 

No iba a comer a la cafetería por un simple hecho, no era un lugar tranquilo como el restaurante de su mejor amigo, era lleno de gente conversando o gritando, eso lo incomodaba. Además que no comía mucho en el almuerzo, es más, a veces nada, tal vez la costumbre desde el orfanato... Quizás...

 

Al siguiente día Erik fue al comedor de maestros, y se sentó con sus colegas mutantes, quienes no creían lo que veían, su amigo era de los hombres solitarios ¿Cómo se animó a ir así como así? La respuesta era alguien que tenía los ojos azules que hablaba amenamente con el hombre.

 

Al parecer Charles estaba cambiando de manera sutil y positiva a Lehnsherr, y obviamente este no se daba cuenta.

 

Eran más que evidente las miradas indiscretas y los comentarios que llegaron a su oído, si no hubiera sido por Charles y su constante conversación mental se hubiera ido al instante. Tal y como dijo su amigo, esa señora preparaba buena comida. Si quizás vendría a comer la siguiente semana.

 

***

 

Otra semana, y de nuevo se encontraban en Diablo Rojo, celebrando esta vez el aniversario del local, era una reunión entre los amigos más cercanos del dueño, que no eran muchos.

 

Como siempre Charles conversaba con Erik de manera telepática mientras todos conversaban con las copas en mano.

 

—*¿Lo conociste?*

 

—*Sí, también fue un gran amigo mío, lo conocí cuando salimos a beber con Azazel y Emma. El dueño quería echarnos por el color de piel de Azazel, diciendo que era el diablo, obviamente mostré mis poderes y Emma también, antes de que la gente intentase algo contra nosotros, Janos apareció y nos ayudó a escapar, fue despedido al instante, por ser mutante, con el pasar de los años, consiguió este lugar, con ayuda...*

 

—*De Azazel*

 

—*Sí, se hicieron socios, y sacaron el lugar adelante, pero la enfermedad de Janos avanzo más y más que dejó a Azazel como dueño, regresó a México para estar con su familia por un tiempo, pero sólo días después los tres acudimos a su funeral, nunca pensé que bebería de tristeza hasta quedar inconsciente...* -  dijo con tristeza después de que sus miradas se concentraran en su amigo quien llamaba la atención de todos haciendo sonar su copa con un cuchillo.

 

—Muchas gracias por venir muchachos, espero que Janos este feliz de donde sea que el maldito nos esté viendo - sonrió alegre pero con unas cuantas lagrimas tras recordar a su camarada caído, Raven estuvo a su lado todo el tiempo.

 

Eran tristes recuerdos que acudían a él, no sólo del alemán, sino también del hombre ruso, aunque había también recuerdos de las locuras que hicieron los cuatro eran pocos pero eran muy brillantes.

 

Después de la cena, y charlas entre copas, la diversión en los dardos y la mesa de billar empezó.

 

—Muy bien Lehnsherr voy a derrotarte en el billar como la última vez - dijo fumando su puro mientras tomaba una copa junto a su novia.

 

—Jhe, no creo Howllet, esta vez no - dijo confiado y se fue con su amigo y rival de peleas a jugar.

 

Todos bebían y reían mientras jugaban en la mesa de billar, el castaño, quien dijo que iría luego a acompañarlos en el juego, estaba sentado en su lugar disfrutando de un trago, de pronto apareció su cuñado rodeando su hombro en símbolo amistoso.

 

— ¿Pensando Charles?

 

—Sí, aun me sorprende que conocieses a Erik desde la infancia - dijo bebiendo un sorbo de su whisky

 

—Sabes de mi pasado Charles, ya te lo conté, y creo que leíste mi mente una vez.

 

—Sí, pero no leí tu mente, solamente sé lo que tú me contaste. Jamás me hablaste mucho de Erik, tu hermano...

 

—Y mi hermana, Emma Frost es mi hermana también, los tres éramos inseparables desde el orfanato - callo por un momento.

 

—Erik me lo dijo, no me imagino lo duro que debió ser para ustedes - su mirada se hizo triste.

 

—Tranquilo, son malos recuerdos, pero son buenos a la vez, ahí los tres supimos que no éramos los únicos en el mundo - dio un largo suspiro.

 

—Conocí a Erik en una pelea dentro del orfanato, me defendió y mostro sus poderes, desde ese día todo el mundo nos evitaba, eso era mejor que ser atacados constantemente. Llego Emma y a ella también la protegimos, nos hacíamos llamar La Hermandad, por nuestros poderes, quedamos confinados en el orfanato por cinco años hasta que un día un hombre, de nombre Sebastián Shaw, nos acogió en su mansión, pero cada uno tenía destinado un puesto en su casa, Erik y yo seriamos sus hijos, yo sería al tener suficiente edad su guarda espaldas personal ya que no confiaba en los humanos y a Emma pues en su...

 

—Amante.

 

—Ella tenía dieciséis y ese sujeto cuarenta, era repulsivo, pero ella acepto ya que el hombre la colmaba de lujos.

 

— ¿Y ustedes?

 

—No hay manera de quejarse, nos dio techo, alimento, pago por nuestra educación, y nos entrenó para controlar los poderes, aunque uso métodos poco ortodoxos con nosotros, demasiado brutales, sobre todo con Erik, esos entrenamientos formaron su carácter, pasaron los años y el tipo murió de un enfermedad rara, ninguno de los tres supo cómo, Emma supuso que fue venganza de su ex mujer al haberla cambiado por una chica más joven. La herencia se le fue otorgada a Erik, Emma y para mí, alegando en el testamento que éramos los únicos que merecían la fortuna ya que éramos como él, mutantes. Nos mantuvimos en la mansión por un tiempo, Emma después de la universidad se fue a dar lujos viajando, yo estudie para ser abogado junto con el antiguo dueño de este restaurante, eso sí te lo conté -rio y el castaño asintió compartiendo su risa —Erik estudio para ser maestro, porque seguía la petición de su amada madre, y se instaló de nuevo en su antiguo hogar, en el que sigue ahora. Él, fue el primer ser vivo que no me temía, ambos nos defendimos de la ignorancia del humano, y bueno, ahí está la historia del orfanato - rio el ruso, dirigiéndose a su novia y sus amigos, el profesor de acento inglés miro esta vez a Logan quien, casualmente recordaba de forma clara como se hizo amigo del controlador de metales.

 

Resumiéndolo, se habían hecho amigos después de haberse dado a golpes en ese mismo restaurante, antes que Raven conociera a su futura pareja, fue bastante divertida aunque tuvieron que pagar por los muebles, y la amistad se reformo al ser maestros de la misma escuela, Erik jamás se acobardo de los poderes de Logan, y ambos se entendían a la perfección con respecto a sus pasados, era respeto mutuo, algo que su amigo de garras de metal no hacia seguido.

 

 

Así supo más de ese hombre frio y amargado, según muchos, pero al ver y escuchar los recuerdos de sus amigos cercanos, supo que uno jamás es lo que aparenta.

 

Al verlo, su corazón de detuvo.

 

***

 

Pasaron días desde esa salida, y ahora estaban en el día viernes, las cosas seguían su rumbo de manera normal. Eso pensaba una mujer amante del color blanco mientras estacionaba su auto, si todo era aburrido y normal...

 

—*¡Mierda!*

 

Bueno, hasta ahora.

 

La mujer vio salir al profesor Xavier salir de su auto con enojo, sus pensamientos de ira iban relacionados a ese vehículo, al parecer el auto estaba de mal en peor.

 

—Buenos días Charles - saludó la mujer.

 

—Buenos días Emma - saludo el joven regresando a su semblante tranquilo pero no alegre, mucha furia para alguien bajito.

 

— ¿Teniendo problemas con el auto?

 

— ¿Cómo...?

 

—Piensas muy fuerte, así que pude leer que estás muy molesto con tu auto - dijo mientras caminaban hacia la puerta principal.

 

—Pues así es - suspiro derrotado —Ya fui a muchos mecánicos, y nada, todos me dicen lo mismo, que no saben cómo arreglar algo así...

 

—Sabes, conozco a un hombre capaz de arreglar cualquier auto, sea cual sea el problema - dijo con una sonrisa.

 

— ¿En serio?

 

—Sí, bueno, en si no es un taller con cartel, es un hombre que solamente repara los autos o motocicletas de sus amigos cercanos - sacó un plumón y un trozo de papel de su cartera y anotó una dirección —Ten aquí está la dirección, ve el sábado, di que vienes de parte mía y ya está - sonrió con picardía al entregar el papel.

 

La dirección era a media hora de aquí, en auto, esperaba poder llegar.

 

—Confía en mi querido, ese hombre es un maestro en el manejo de este tipo de cosas - guiño su ojo y entraron a dar sus clases.

 

***

 

Después de almorzar, apenas llegó al lugar, y la cosa se ponía peor, con el calor abrasador de esa mañana de sábado.

 

La casa se hallaba en una zona vacía, pero al parecer no había asaltantes o algo parecido ahí, cuando entró por el gran portón de metal, vio un garaje de madera cerrado, y a solo unos metros una casa pequeña pero lucia acogedora, además que había un jardín en el patio trasero, al menos eso pudo ver.

 

Hubiera seguido en sus cavilaciones de no ser porque tres perros enormes, ninguno de raza específica, ladraban con fiereza al profesor, quien intentaba no mostrar miedo, pero era difícil, esos animales parecían mas bestias que perros domésticos.

 

—Genug! (2) - se oyó desde lo lejos y los perros detuvieron su ladrido y miraron al dueño y se dirigieron a saludarlo entre saltos.

 

— ¿Erik? - preguntó anonado, no se imaginaba que el gran mecánico de Emma, era su amigo, quizás lo hubiese sabido antes si le hubiese leído la mente claro.

 

—Cuantas veces debo decirles que... ¡¿Charles?! - esta vez el dueño de la casa lucia más sorprendido — ¿Cómo supiste que...?

 

— ¿Vivías aquí? Pues no, no lo sabía, mi auto tiene fallas, y Emma me dio tu dirección.

 

¡Maldita Emma!

 

Solamente dio un suspiro de derrota, sencillamente era imposible.

 

—Bueno - hizo un movimiento de sus manos y el portón se abrió completamente y el auto se movió gracias a los poderes del profesor de física —Dijiste que tenía fallas ¿No?

 

El chico asintió y siguió al hombre junto a su jauría que los escoltaba con emoción. Después de unos minutos, el hombre pudo hallar el problema y comunicárselo a su amigo.

 

—Algunas partes están oxidadas y mal unidas, tendré que sacar todo ¿Estás seguro?

 

—Claro ¿Cuánto tiempo tardaras?

 

—Todo el día

 

—Bueno entonces, creo que esperare - dijo sentándose en el último escalón del porche.

 

— ¿Estás seguro? No quieres que llame un taxi para que...

 

—Está bien Erik, no es necesario, puedo esperar, no tengo nada urgente hoy, así que puedo esperar - sonrió de forma tranquila hacia el hombre que arqueo una ceja.

 

—Bueno... es tu decisión - dijo mientras se ponía a trabajar.

 

Cuando empezó, el profesor espero sentado en la banca del porche, el calor era insoportable y se notaba.

 

—Charles - llamó —Ehm si quieres, hay limonada en el refrigerador, la cocina está a la izquierda - dijo intentado no mostrar que su había quedado como idiota viendo la cara perlada en sudor y las mejillas rojas del profesor.

 

—Oh Muchas gracias amigo mío - sonrió aliviado y entró a la pequeña morada. No tenía nada de malo que Charles entrase a su casa, era algo nuevo, pero no era nada malo.

 

El castaño entró a la casa. Era muy bonita, se notaba que la habían refaccionado, tenía un toque rustico, las paredes recubiertas con papel, al lado de la cocina estaba el living comedor, una mesa pequeña solo para cuatro personas como máximo, fue entonces cuando sus ojos se perdieron en las fotografías de las paredes, había un orden cronológico.

 

Un hombre de rasgos serios y una mujer de mirada dulce sosteniendo un bebé, la pareja lucia muy feliz.

 

Luego de un transcurso de más fotos, había un niño en medio de sus padres, era más que obvio que era Erik ese infante, las fotos mostraban al joven alemán sonriendo con su padre con un auto detrás de ellos y ambos agarrando herramientas.

 

Después solo era la mujer y el niño que debía tener ocho años, el niño tenía aun una sonrisa, aunque algo apagada y su madre también.

 

Conforme pasaban las fotos la mujer lucia más delgada, mas demacrada, mas cansada, pero siempre con una dulce sonrisa. Después ya no había más fotos.

 

Tristes pensamientos surcaron por su mente.

 

— ¡Hey Charles! - llamo desde fuera — ¡¿Estas bien?!

 

— ¡Eh s-sí, ya salgo! - grito dirigiéndose a la cocina para sacar la limonada y dos vasos que encontró a la primera, cuando salió se sentó en la banca que daba un vista completa al trabajo de su mecánico.

 

Erik había separado las partes del auto con sus poderes y estaba buscando ahora las piezas que encajasen para arreglar el vehículo.

 

Charles se sirvió la limonada mientras veía al hombre trabajar, su mirada se perdió en el cuerpo de su colega, llevaba puesto una camiseta blanca pegada a su cuerpo que daba a relucir su cuerpo tonificado, y pantalones janes rasgados, también algo ajustados.

 

¡Demonios Charles!

 

Deja de mirar a tu amigo como si fuera un trozo de carne, es de muy mala educación.

 

Eso y más se repetía, cada vez que lo veía, pero al parecer no podía evitarlo.

 

—Muy bien - se limpió la grasa de la cara y de las manos —Un descanso...

 

El castaño al instante le sirvió un vaso de limonada, el otro acepto y se sentó a su lado. Hubo un tranquilo silencio en la casa, incluso lo perros estaban en su siesta.

 

—Tu casa es muy acogedora Erik.

 

—No tiene muchos detalles y aun me falta refaccionar algunas cosas...

 

—No me refiero a lo que tiene, si no al ambiente, me gusta - el hombre sonrió con algo de timidez por el cumplido.

 

—Viste las fotografías ¿Verdad? - el castaño se había sonrojado al haber sido descubierto de una forma tan obvia —Tranquilo, no tiene nada de malo que las hayas visto.

 

—Tu madre era una mujer muy hermosa - dijo suavemente.

 

—Sí, tenía una gran fortaleza, enviudo cuando yo tenía ocho años, y trabajó muy duro para que no sufriéramos de hambre o frio, nunca admitió que estaba cansada, siempre sonriente ante cualquier cosa, y su gran frase "Alles ist gut"

 

— ¿"Alles ist gut"? - repitió pronunciando con dificultad.

 

—Todo está bien... - rio suavemente —Lo repetía como si fuese un mantra, pero vaya que daba aliento - Charles sonrió también.

 

El alemán nunca había hablado de su madre sin ponerse serio o muy triste, esta vez habló de ella como si nada, sin que el dolor le afectase esta vez. Terminó la limonada y se dirigió a continuar su trabajo mientras el otro profesor le seguía con la mirada.

 

Al pasar varias horas más, Xavier había preparado té para el siguiente descanso de su querido amigo.

 

—Quieres saber más de esta casa ¿Verdad?

 

—Disculpa que sea tan obvio - dijo en tono de arrepentimiento.

 

—Esta casa fue mi hogar desde que tengo memoria, aquí crecí, aquí fueron mis primeras practicas con mis poderes, ya que mi padre también era mecánico. Estuve en esta casa mucho tiempo, cuando mi madre murió, me sacaron de aquí para llevarme al orfanato ya que la casa no sería legalmente mía hasta que cumpliese la edad suficiente, crecí con Azazel y Emma. Cuando cumplí la edad suficiente recupere este lugar, lo repare, y heme aquí.

 

El profesor asintió, los recuerdos del alemán habían llegado a él, eran tanto tristes como felices, todo eso había formado su carácter, lo hizo ser lo que era ahora.

 

Después de una partida de ajedrez ya había caído la noche, era hora de irse y como Erik era buen anfitrión lo acompaño hasta la salida con el auto ya reparado.

 

—Muchas gracias Erik ¿Cuánto es lo que te debo?

 

—No hay de que, y no me debes nada, la primera es gratis – esas palabras causaron risa en el maestro.

 

—Ven la siguiente semana para que revise como va todo.

 

—Muchas gracias Erik, nos vemos el lunes - arranco el auto y se marchó con el pensamiento de que había sido un excelente día.

 

Así empezaron a transcurrir cada fin de semana, después de almorzar iba a verlo, con la excusa de que el maestro revisase su auto, charlando, bebiendo limonada, té, incluso unas cervezas, y al menos una partida de ajedrez. Y conforme el pasar de los días, el oji azul se perdía en mirarlo cada vez que podía sobre todo cuando este mostraba una sonrisa amplia y radiante.

 

Nunca se había sentido así en su vida, era algo parecido a tener mariposas en el estómago.

 

Charles sentía algo muy especial por ese hombre solitario y de mal carácter. En tanto Erik no quería ser consciente de sus sentimientos.

 

Continuara...

 

 

Notas finales:

 

(1)    No nieguen, Erik es sexy cuando habla en alemán 7w7

(2)    Significa ¡Alto! en alemán según lo que sé además según Google Translator, si no es así háganmelo saber para que corrija.

 

Espero que les haya gustado ^w^

 


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