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Veneno y antídoto por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Hola chicas y chicos, tarde un poco pero aquí está la siguiente parte, recuerden que va por temporadas, así que a esta le restan 7 capitulos más hahhaha. Un beso y abrazo a todos.

Sentimientos confusos

[1]

 

Itachi no sabía que hacer primero, lo único que quería era acariciar el rostro del niño y endiosarlo a su manera. Sin embargo, el tiempo apremiaba y no se podía dar el lujo de cometer un garrafal error en un ambiente expuesto como en el que se encontraban.

 

—Tú debes ser mi Naruto…—susurra al viento.

 

No fue tan difícil saberlo, el rubio le llamó por el nombre de su hermano, luego le dio una preciosa sonrisa y cayó dormido. En el cuello pendía aquel zafiro hexagonal que le había obsequiado en secreto en uno de sus días de cortejo. Le agradaba saber que Naruto lo conservaba, pensaba en él todavía, aun podía recuperarlo.

 

—Pronto nos volveremos a ver, mi sol. —Itachi toma a Naruto entre sus brazos llevándolo a la resolana de un viejo sauces.

 

Se aparta de aquel cuerpo menudo que quisiera ver desnudo, devorar centímetro a centímetro, su libido despierto se comprime contra sus pantalones, pero debe ser gentil y caballeroso. Cuando Naruto esté dispuesto para él, entonces no habrá quien le impida hacerlo suyo de maneras inimaginables. 

 

— ¿Naruto? —escucha la voz aguda de una fémina.

 

A regañadientes se esconde tras unos abetos y dirige sus pasos hacia la cabaña de la cual ha salido sin permiso.

 

Ino corre cuesta abajo peleando contra el follaje y la maleza del bosque, visualiza un arroyo de aguas dulces.

 

—Seguro está por aquí.

 

Busca en los alrededores rastros de su príncipe de Fuego, y encuentra bajo un gran sauce a Naruto desfallecido, con el rostro lleno de raspones y la ropa sucia plagada de tierra. Ella no demora en acercarse al menor acariciando sus mejillas suavemente.

 

—Oh Naruto, por todos los dioses, iré a por ayuda. —se pone de pie con suma torpeza y se alza las faldas del vestido echando a correr cuesta arriba nuevamente, gritando a todo pulmón socorro para el príncipe.

 

 

 

[2]

 

Sasuke no deja de merodear ni un instante su lecho nupcial donde yace Naruto inconsciente vestido con una larga túnica de tela traslucida que le permite ver su piel de bronce, inmaculada y brillante.

 

¿En que estaba pensando ese torpe al ir solo al bosque? Se reprende mentalmente, cansado de esperar de pie, se recuesta sobre la cama cuidando de no dejar caer su peso en las piernas largas de su esposo.

 

Naruto fue rescatado por Ino, Sai ayudó a llevarlo al palacio real y Tsunade se encargó de sus magulladuras con devoción materna, y él fue avisado poco después por una moza asustadiza de aspecto cadavérico. Él no se lo pensó dos veces al dejar su entrenamiento para después e ir a donde su esposo.

 

Minato le encomendó velar por su hijo esa noche, y Sasuke aceptó pero aunque no se lo pidieran, él iba a hacerlo de todos modos. Porque Naruto era su esposo, su propiedad y lo necesitaba para guardar por sus sueños.

 

— ¿Mhm, Sasuke?

 

Sin querer, el Uchiha esboza una sonrisa por dos razones: Naruto estaba despertando, y lo estaba llamando a él primero que a nadie más.

 

Con cuidado se incorpora en la enorme cama acercándose lentamente a su rubio esposo, retira con la derecha algunos mechones amarillos de la frente. Los parpados se abren despacito y los ojos azules lo saludan con un brillo animoso.

 

—Shh, tranquilo, no te levantes, no lo hagas. —Naruto se remueve inquieto, tratando de zafarse de las estorbosas sabanas.

 

Ver a Sasuke con el semblante preocupado y el rostro más pálido que una vela le hace sentir extraño, ligeramente tranquilo y feliz.

 

— ¿Qué ha pasado? —sus labios se despegan dolorosamente y su aliento huele a durazno amargo, Sasuke le sonríe abiertamente antes de depositarle un beso sobre la frente.

—Parece que no lo recuerdas.

 

Naruto frunce el ceño, tiene las mejillas arreboladas y la mirada llena de un deseo inocente.

 

—No, la verdad es que… sólo recuerdo que tú…,

—Caíste por una pendiente y te golpeaste la cabeza, no fue tan grave como pensamos pero de igual modo te quedarás en cama. —sentencia duramente. Y Naruto asiente como autómata, abre la boca esparciendo la duda por toda la habitación.

 

Sasuke ve a través de aquellos irises cielo una inclinada hesitación.

 

— ¿Qué sucede?

—Yo… bueno, cuando eso sucedió, sólo recuerdo que tú estabas ahí conmigo, fuiste tú a rescatarme, ¿cierto? —Sasuke levanta la ceja izquierda, vacilante.

—Sí.

 

Naruto esboza una sonrisa preciosa mostrándole sus dientes blancos.

 

—Descansa, en un momento vuelvo.

—De acuerdo.

 

El Uchiha abandona la habitación con una mueca en sus labios y los puños apretados, se dirige al único lugar donde puede conseguir respuestas. Porque era bastante obvio que no fue él quien salvó a su rubio, Naruto lo estaba confundiendo, y sólo había una persona en el mundo que tenía un parecido a él tan apabullante como extraordinario: su hermano, Itachi.

 

 

[3]

 

Tsunade y Minato se miran significativamente, y luego ambos redirigen sus globos oculares a la presencia intrusa con aura aviesa. La primera en abrir la boca para tomar la palabra es la Reina Madre pero antes de que pronuncie algo a su favor, es Minato quien se le adelanta echándose la culpa.

—Es cierto Sasuke y lo lamento, debimos habértelo dicho desde hace tiempo.

— ¿Desde hace tiempo? ¿Hace cuánto que mi hermano esta en estas tierras? —golpea la mesa con las palmas abiertas y Minato se atraganta con su propia saliva.

 

En los ojos de Sasuke hay una profunda decepción y rabia. Sasuke tenía todo el derecho de enojarse con ellos, le habían ocultado la verdad porque no querían que sintiera la presión de Itachi, y que ello turbara a Naruto. Pero todo salió mal, Itachi encontró a Naruto en medio del bosque pasándose por alto las reglas que él como rey le había impuesto. Corría el riesgo de que volviese a repetirse. Y entonces Naruto se vería en una encrucijada.

 

—Dos semanas.

— ¡Dos malditas semanas!

— ¡Hey muchachito, no insultes en mi presencia! —interviene Tsunade posicionándose al lado de su hijo para infundirle ánimos.

 

Sasuke toma una gran bocanada de aire, necesita relajarse, la situación lo amerita e Itachi es una sombra obscura vagando en su cabeza y en el castillo. Con la posibilidad de encontrarse a Naruto otra vez y llenarlo de dudas, eso no se lo permitirá, Naruto es suyo, están casados bajo todas las leyes del reino de Fuego y ante los dioses hicieron un juramento.

 

—Lo siento Sasuke, jamás quisimos negarte la información, pero entiéndenos. Naruto estuvo comprometido con tu hermano, enamorado de él, y sufrió mucho cuando Itachi lo dejó en el altar con las promesas rotas. Nos costó trabajo volverlo a comprometer, nadie quería un príncipe abandonado.

 

Y Sasuke se compadece por Minato, el rey es un buen hombre, de aspecto sabio y mirada cálida, tal como su padre. Entendía perfectamente que quisiese lo mejor para Naruto, Itachi no lo era, eso estaba claro. Se sentía impotente por no hacer nada más al respecto.

 

—Entiendo, mi señor, y por eso quisiera pedirle que envíe a Itachi de vuelta al reino de Hielo, donde pertenece y que reciba el castigo justo por sus actos irresponsables. —razona el moreno, conteniendo su furia contra su hermano.

 

Minato acaricia el semblante de Sasuke con la mirada, había pensado mal del Uchiha menor en cuanto su madre le mencionó la posibilidad de casar a su retoño con Sasuke. No era ignorante de todas las historias que se contaban del Uchiha, temía por la integridad de Naruto, empero, Sasuke estaba mostrándole preocupación sincera, exponiéndole sus miedos más profundos, Minato era capaz de ver un sentimiento puro naciendo en los adentros de Sasuke. Tal vez no podía llamarle amor, pero estaba cerca de serlo.

 

—Lo haré Sasuke, mandé una misiva a tu padre y tío, espero la respuesta para que envíen un barco a nuestro puerto y hacer zarpar a Itachi de vuelta a su reino, tu reino.

 

 

[4]

 

Itachi se desnuda parsimoniosamente a ojos de Deidara, el rubio tiene la decencia de sonrojarse y ladear la cabeza en dirección contraria. Él estaba saliéndose de la tina de agua caliente para ponerse ropas cómodas e Itachi entró al cuarto de lavado sin pedir permiso, simplemente lo hizo arbitrariamente deshaciéndose de la tela estorbosa.

 

Sin querer ve un torso firme y unos brazos duros que anteriormente lo habían arrastrado a la cama y aprisionado contra la misma. Itachi aquella noche le hizo el amor como no imagino que sucedería nunca. Y entre sollozos y gemidos el alba los despertó.

 

Esa gloriosa mañana Deidara se sintió amado y confortado, pero le duro muy poco aquel gusto.

 

—Debo decir que tienes buenos genes, sin duda, pero él es más hermoso y tiene unos preciosos ojos de mar tranquilo. —Deidara se queda petrificado en el umbral de la puerta, le echa una mirada por el hombro a su interlocutor.

 

Itachi sumergido con el agua hasta el cuello le regala una sonrisa lobuna, burlona y endemoniadamente atractiva.

 

— ¿Qué? —pregunta sin querer entender.

—He conocido a tu primo, mi prometido, de quien dijiste atrocidades y desestimaste su belleza. Naruto es hermoso, una diamante exquisito que pronto será mío.

 

Con el nudo atravesándole la garganta y las lágrimas acuchillándole los ojos, Deidara abandona a grandes zancadas la misma habitación donde se encuentra Itachi.

 

 

[5]

 

Orochimaru despliega sobre la superficie de la mesa un mapa de papel amarillo, duro como una hoja seca. Alrededor del círculo se encuentran los hombres más sádicos de todo su reino, Hanzo un hombre de largos cabellos platinados y ojos aceitunados revisa el mapa con ojo clínico mientras sus hombres echan silbidos y algunos comentarios prosaicos.

 

— ¿Kanto está un poco lejos de aquí, no lo crees? —cuestiona el comandante a cargo de mil navíos.

 

Hanzo es un hombre temido por los cincos reinos, alejado de la honestidad y buenas costumbres, hijo de campesinos, lo conocen como el «terror del mar», tiene un enorme kraken como mascota que ha devorado barcos y cientos de vidas.

 

El mejor sicario para una guerra, la que estaba a punto de iniciar.

 

—Tardaremos unos cuantos meses en llegar pero no importa mucho, lo que quiero es el reino de Fuego a mi merced, después iremos por los demás reinos y Naruto Namikaze se convertirá en mi consorte. —exclama con una sonrisa sádica adornando sus pálidos labios de orquídea venenosa.

—Te obsesionaste con el chiquillo, mi buen amigo. —Hanzo comenta burlón, Orochimaru gruñe en respuesta.

—Si Minato me hubiese concedido la mano de Naruto, no estaría pensando en derrocarlo del trono, pero creo que merezco una compensación por su grosería.

— ¿Y qué haremos con los Uchiha? —señala el sicario.

—Matarlos, quiero sus cabezas en picas, cuando le haga el amor a mi niño verá la cabeza de su marido al pie del dosel de nuestra cama, será mi regalo de bodas.

 


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