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Veneno y antídoto por LadyBondage

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Notas del capitulo:

A mis lectoras...

He de ofrecerles una ENORME y muy sentida disculpa por este hiatus de casi dos años, por abandonar abruptamente este maravilloso fandom y a la pareja predilecta del mismo. Mis razones fueron meramente personales, al final, fuera de esto tengo una vida, soy una profesionista y me declaro adicta al trabajo. Sin embargo, de un tiempo acá, comencé a sentir una triste falta de inspiración, todas hemos pasado por ello, lo mío se alargó porque una, el final de Naruto me dejó insatisfecha, y la continuación se me antojó innecesaria. Si son fans de Boruto, lo siento, yo no, quería que me gustaran los personajes pero al final no lo conseguí, me aparté y conocí otros fandom. Así que quiero oficializar mi retiro del fandom de Naruto, voy a terminar solo unos cuantos fics y los demás los dejaré así. Lo lamento chicas, yo ya no me siento parte del fandom, hacía tiempo que dejé de encontrar satisfacción al escribir sobre la pareja, que aunque la adoro, ya forma parte de un hermoso pasado.

 

 

“Sanar”

 

-          ¿Qué son esos, hermano mayor? – pregunta un joven Sasuke apuntando a unas hermosas flores amarillas que cubren el largo de la ventana, en la torre más alta de la Casa Uchiha.

-          Se llaman girasoles – asevera Itachi con aire sabiondo, Sasuke se acerca con lentitud a contemplar aquel magnífico ejemplar.

-          ¿De dónde las has conseguido? – la punta de sus dedos acarician suavemente los pétalos. Es una flor muy grande y amarilla. Jamás había visto algo igual en sus jardines.

-          Del Reino de Fuego – dice Itachi. – Los girasoles se dan bien, se nutren del sol y de la lluvia – consigue que su hermano menor se sienta aún más maravillado por la información – son hermosas y frágiles.

Sasuke iba a tomar una directamente del tallo pero Itachi lo detuvo.

-          No, hermano. – su mirada oscura se posa sobre él.

-          ¿Por qué no? Quiero llevarla a mi habitación y que florezca ahí – Sasuke hace un ligero mohín con sus labios delgados, Itachi esboza una gran sonrisa.

-          Hermanito, no seas egoísta, si te la llevas, con suerte vivirá dos días. En nuestro reino, el sol no alcanza a dotarnos de su brillo, y aquí es donde he obtenido aunque sea un rayo de vida para estos girasoles. Sé que no vivirán mucho, pero al menos habré conservado el recuerdo.

-          ¿Recuerdo de qué? – la curiosidad de Sasuke permea en sus bonitos ojos de noche.

-          Un recuerdo de un lugar maravilloso, de donde es mi futuro esposo – el mayor de los hermanos deja ir un suspiro lánguido y esperanzador.

Sasuke no lo entendería hasta mucho después, que aquellos girasoles fueron el primer regalo de Naruto hacía Itachi, que sin conocerlo, ya lo amaba con profundidad.

 

(1)

 

Itachi observa con atención la figura dormida de su hermano. El estado del Uchiha menor no es como lo recordaba. La piel blanca está cubierta de verdugones, su cabello ha crecido confiriéndole un aspecto descuidado, pero lo preocupante no es sino la extremidad faltante. A Naruto le provocó tantas lágrimas aquella imagen de su esposo herido. Sasuke estaba avergonzado de su fachada, de ser el intimidante príncipe de Hielo, se había convertido en un hombre latigueado por las desgracias de una guerra sin razón de ser.

Él habría dado lo que fuese por estar en el lugar de su querido hermano. Al final, quien merecía sufrir no era otro más que él, por haberle faltado al honor de un pueblo entero, por haberse burlado de la dignidad de un hermoso príncipe y por haber tenido serias intenciones de recuperar el lugar que había dejado cínicamente.

El Uchiha suspira alicaído, vencido por el tiempo y su trato tan cruel, con los recuerdos de un romance en su plenitud, una triste sonrisa se plasma en sus labios. Pero las lágrimas de dolor se deslizan en silencio, Itachi se arrepiente de cualquiera de sus actos mezquinos que provocaron angustia y dolor a una pareja que sí estaba destinada a amarse.

La mano derecha acaricia suavemente el contorno del rostro dormido de Sasuke.

-          Lo siento tanto, pequeño hermano – su voz acalla demonios internos, un carraspeo interrumpe su lamento.

-          Te ha perdonado – escucha la voz inconfundible de Naruto, ignoraba que no estaba solo en la habitación. – Itachi, no tienes que culparte por nada, Sasuke te ha perdonado de todo – asegura, Naruto se posa a su lado, dejando caer una delgada mano sobre su hombro derecho.

-          ¿Y tú? – pregunta al vacío rogando no ser escuchado.

-          ¿Y yo…? – Naruto entiende sin necesidad de presionar al otro. Sonríe ligeramente, sus ojos sobre Sasuke que aun duerme. – Ya te perdoné desde hacía mucho. Tú me llenaste el corazón de amor y me dejaste amar todo de ti. Me enseñaste a darle valor a cada cosa por muy insípida que esta fuera. De no ser por ti, no habría conocido a Sasuke.

-          Tienes razón – dice Itachi luego de un rato. Su consuelo estaba junto a él. A pesar de lo mucho que amaba a Naruto, no podía competir nunca por el amor de éste sin primero pasar por encima de Sasuke.

Y, pese a que le duele, Sasuke está por encima de sus necesidades carnales y egoístas. Él es feliz con Naruto. No tiene que preguntarle a Naruto si es feliz con su hermano, la respuesta duerme plácidamente en una pequeña cuna.

-          Naruto… - ambos se acercan lentamente al llamado de Sasuke.

Los ojos brunos se abren de par en par, Sasuke se alebresta manoteando por los aires, impidiendo que un ente invisible que sólo vive en sus pesadillas lo separe del amor de su vida nuevamente.

-          Sasuke, Sasuke, Sasuke – Naruto dice con insistencia, su voz es suave como el trinar de un pájaro. – Soy yo, soy yo, mírame, mírame por favor – las manos morenas toman el pálido rostro. Sasuke deja de luchar contra fantasmas del pasado, contra todo el mal que había habitado su joven corazón al separase de Naruto.

-          Naruto – su voz suena tan rota y triste.

-          Sasuke, soy yo, soy real. – Sólo bastó aquella palabra para que Sasuke se arrojara a los brazos de su esposo cual niño.

-          ¡Eres tú! ¡Eres tú! – repetía ansiosamente, alternando miradas con Naruto para comprobar si la persona que tenía delante de él era el amor de su vida.

Itachi se aparta de la escena donde sólo es un espectador. Una pareja lame sus heridas en la más profunda soledad.

 

(2)

 

Las secuelas de la guerra son como heridas que suturan pus cuando las tocan. Heridas que se hacen invisibles pero siguen latiendo bajo la piel y albergan la mirada de añoranza, de una incipiente tristeza. Una guerra es parte de la paz para los pueblos. Cientos de guerras se han tenido que librar para dar paz a los niños, ancianos y mujeres.

Sasuke ha librado guerras frías, guerras sangrientas, guerras dolorosas. Ha visto como los hombres cambian sus rostros serenos y se convierten en máquinas de matar. Ha visto mujeres llorar mientras desgarran sus ropas.

Pese a su corta edad, tuvo el valor de vivir una guerra para saber que no quería volver a estar en una. Empero, cuando la vida de su esposo se vio amenazada, ni siquiera lo pensó.

De cualquier modo, Sasuke estaba librando la peor guerra de todas, la más difícil…

Una guerra consigo mismo.

Detestaba salir de la habitación mas no fuera para rondar los pasillos, cobijado por una noche sin estrellas, Sasuke merodeaba el castillo Namikaze con temor. Los recuerdos y la sangre volvían a empañar los cristales, a surcar las grietas de las torres

En una de esas salidas nocturnas, Minato lo encuentra. El rey se asusta de su mirada pérdida, del miedo que abunda ahora. Naruto necesitaba que Sasuke volviera a ser él mismo. Tenían un reino que gobernar, comprendía las vicisitudes que había atravesado el Uchiha, pero ahora más que nunca tenía que ser fuerte para brindarles seguridad a su hijo y a su nieto.

Mas no podía, Sasuke estaba roto, hueco. Algo en él lo abandonó. Comía muy poco, casi no hablaba, Naruto estaba en una encrucijada. Anuló el compromiso con Itachi porque Sasuke había vuelto, pero no era el mismo, y jamás lo sería.

-          Mi hijo rezó tanto por tu regreso que verte ahora me parece un sueño – le dice Minato. Sasuke lo mira a los ojos, antes de que Minato lo encontrara, él estaba sumido en una especie de trance mirando las copas de los árboles.

-          No soy digno para Naruto – Sasuke no le permitía a Naruto estar mucho tiempo a su lado. Aunque eso rompía el corazón del príncipe, era lo mejor. Al Uchiha le avergonzaba estar incompleto para alguien tan perfecto.

-          ¿Qué dices? – Minato vislumbra una gran y apabullante desolación.

-          Itachi debería casarse con Naruto. Él es el rey ideal, un hombre fuerte e inteligente. Yo no puedo. No tengo madera de rey, y no quiero serlo. Vine aquí para formar parte de una familia real a costa de mis deseos. Me convertí en lo que todos quisieron y cuando la guerra nos ciñó a todos, me alcanzó a mí. Ahora que soy esto – su voz se torna furiosa, herida – todos se reirán del rey consorte, nos pondrán horribles apodos y mi hijo crecerá con un padre débil.

Minato aspira profundamente, para luego tomar de los hombros a Sasuke con furia renovada.

-          Naruto te ama y gobernará con o sin ti. Él estuvo sumergido en una profunda tristeza, lloraba todos los días, el nacimiento de Kai fue muy difícil, casi pierdo a ambos. Él ha luchado por todo lo que ama. Cuando regresa a la sala del concejo después de haberte visto, su rostro se descompone y yo tengo que contenerlo. Si no puedes o no quieres ser un padre y un esposo, entonces concédele la libertad a mi hijo y sé libre. Si lo que deseas es viajar por el mar con tu tragedia, puedes hacerlo. Escupe el veneno que te correo la sangre, pero si te quedas, lo harás para amar a tu esposo, a tu hijo y a tu pueblo.

El rey abandona al Uchiha en medio de pensamientos enmarañados. Algo dentro de su cabeza se conecta a su corazón, la pálida luna ilumina su atractivo rostro.

Naruto estaba sufriendo doblemente y salía a dar la cara a su pueblo, ¿y él que hacia? Esconderse, lloriquear haber perdido una extremidad, sentirse un adefesio por no estar completo, ¿pero que no se daba cuenta que lo que complementaba a Naruto era su amor?

Sasuke no pierde más tiempo del que ha perdido ya y se dirige a la alcoba que comparte con su esposo.

-          ¡Naruto! – grita conmovido.

El príncipe se despierta de manera sorpresiva. Los retazos de la guerra siguen en su memoria.

-          ¿Sasuke? – su esposo se arroja a la cama sosteniéndose con la mano sin dificultad.

-          Te amo, los amo – dice sin duda.

Y pareciera que toda la tormenta que los visitó durante muchas lunas, finalmente ha cedido a sus ruegos.


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