Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Veneno y antídoto por LadyBondage

[Reviews - 575]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pero qué felicidad, tantos comentarios bonitos. Los contestaré poco a poco, perdonenme pero esta vez se me junto mucho trabajo y apenas tengo tiempo de actualizar. Gracias por todo su maravilloso apoyo, me encanta leerles. Ahora, les invito a darse una vuelta por mi fic recién salido del horno: Perdido en ti, exclusivamente ItaNaru hehehe.

Les mando un beso enorme. 

 

A leer. 

Conociendo al enemigo

[1]

 

—Que calor hace aquí. —murmura Sasuke con la garganta terriblemente seca, de su cinturón extrae el odre y le exprime hasta la última gota que yacía dentro del recipiente. Sai, a su lado cabalga tranquilamente izándose de las riendas de su caballo.

—Y pensar que está es tu humilde morada a partir de ahora. —le dice burlón, Sasuke bufa por lo bajo, no trae la capa encima, y está usando ropajes mucho más lívidos para poder contrarrestar los inquietos rayos solares sobre su faz entera. Pero no es suficiente, el calor en el reino de Fuego es insoportable, hasta respirar es más difícil de lo que imaginaba.

—Echaré de menos las andadas por las atalayas cubiertas de nieve y los tumultos de piedra volcánica cerca de los riscos.

—Y los ríos cristalizados por el frio, las heladas ventiscas, las cortas lloviznas.

 

A Sasuke todo eso le suena tan lejano ya, desde que supo que su destino estaba enlazado a manos de un creador, sus días en el reino de Hielo se contaron rápidamente, y el día que llegó al altar no hizo más que maldecir incluso frente a los dioses. Pero todo el mal trago que pasó durante el viaje se compensó en la noche de bodas.

 

Naruto era el mejor regalo que todos los dioses podían darle a un hombre como él. Y jamás admitiría abiertamente la atracción que ejercía el rubio sobre él.

 

—Madara y padre partirán en unos días, aun disfrutan de la hospitalidad de la Senju. Me pregunto, ¿por qué demonios no permitieron que Naruto reinara en nuestras tierras? —los caballos se detienen en una creciente donde el rio fluye cálidamente llevándose consigo rubíes y jazmines entre sus piedras granizas.

 

Sai se encoge de hombros.

 

—No tengo idea, pero lo que sí sé, es que tu lugar es aquí, y el de tu esposo.

—Tsk, suena tan raro decirle esposo cuando no tiene un buen par de tetas.

—Pero si una figura delgada, no es tan masculino y es un creador, primo. Tendrá a tus hijos. —razona Sai. Sasuke lo mira de soslayo.

—No quiero ser padre. —su comentario suena tan vago que el viento se lleva sus palabras. Sai toma una profunda bocanada de aire embebiéndose del aroma a fresco y tierra del lugar.

—Tienes que cumplir con tu deber. Naruto es tu esposo, es hermoso y rico. ¿Qué más quieres? O espera… no me digas que piensas en ella.

 

La maliciosa sonrisa de Sai surca unos labios pálidos de cera. Sasuke toma las riendas de su caballo enredando sus largos dedos alrededor del cuero. La sola mención de su existencia le provoca un ramalazo de ira acumulada que hasta ese momento no había podido exponer a simple vista. Era su secreto bien guardado y Sai lo conocía.

 

—Regresemos. —dice su voz hiel, Sasuke tira del caballo tan fuerte que el relinchido del cuadrúpedo asusta a una parvada de cuervos que se alojaba en la copa más alta de un viejo sauce.

El aleteo y los graznidos fueron lo último que se escuchó por todo el bosque.

 

 

 

 

 

 

 

[2]

 

Tsunade y Madara se miran fijamente a los ojos, como viejos amantes de una dulce adolescencia que ella dejo atrás para hacerse cargo de un reino a la prematura muerte de su padre. El Uchiha es un hombre inteligente y de carácter fuerte, lo admira por muchas razones. Pero una de ellas es por aquella noble amabilidad que el Uchiha posee y nadie más conoce.

 

Madara era capaz de abandonar sus ambiciones por sus seres queridos. Ella conoció al verdadero Madara en aquella tonta pelea por obtener su amor, Jiraiya retó en un duelo a muerte al Uchiha. Ciertamente Madara era excelente espadachín y Jiraiya era más bueno usando su cerebro que sus manos. Perdió en menos de cinco minutos.

 

Tsunade estuvo a punto de rogar por la vida de su amigo cuando Madara simplemente envainó su espada y se dio la vuelta olvidándose del asunto. Ella supo poco después que el Uchiha desposó a una hermosa mujer para dejarle el camino libre a Jiraiya.

 

Todos los Uchiha eran conocidos por su bravura, inteligencia y voracidad pero no por su nobleza o siquiera por sus actos benevolentes. Incluso su propio hijo les temía, Minato jamás casaría a Naruto con un Uchiha de no ser por su intervención, ella sabía que no había mejor partido que un descendiente de esa casa. Aguerridos y fuertes nadie se mete con esa familia. Y Naruto estaría en buenas manos.

 

—Sasuke es todo un hombre, me alegra que a pesar de las rencillas familiares haya podido ceder ese característico orgullo para matrimoniarse con mi nieto. —Madara le sonríe a la reina mostrando unos dientes oro blanco bajo unos labios de cereza y vino.

—En realidad es difícil y será difícil para Naruto, porque Sasuke no estaba listo para casarse.

 

Tsunade levanta una ceja, curiosa.

 

— ¿Habían planeado casarlo antes de que pasara todo ese asunto de tu otro sobrino? —ella pregunta, sus ojos de miel se obscurecen repentinamente. Madara lanza un amargo suspiro.

—Es un secreto entre nos, y espero que no salga de tu boca, confío en ti como la mujer sabía que eres. —Madara arrastra la butaca hacia atrás, el chirrido que hacen las patas de madera contra la madera aturde a Tsunade.

 

La siguiente versión que llega a sus oídos no sólo descompone su rostro en más de un gesto, sino que la misma impresión la enmudece por completo. Madara conforme relata su historia hace aspavientos con las manos y su voz sale tan dura como una roca.

 

 

 

[3]

 

Gaara toma el camino más corto a Konohagakure, conoce bien las tierras y a los campesinos. Es conocido como el príncipe amable, y pese a que su frio carácter aleja a más de una persona, él siempre se ha mostrado solicito con los más desfavorecidos. Fue gracias a gestos tan galantes como esos que Naruto quedó prendado de él con un cariño de hermanos. Los años que Gaara fue tomado como pupilo del rey, se crio a lado del rubio a quien llegó a querer demasiado, pero no como a un hermano.

 

—Mi señor. —los guardias hincan la rodilla sobre la tierra seca dándole el merecido saludo al joven pelirrojo. Gaara chasquea la lengua irritado.

—De pie. —ordena su voz firme. Los guardias sin dudarlo se alzan nuevamente mostrando sus escudos reales engastados de acero y en el pecho llevan el emblema de la casa Namikaze- Uzumaki: un fiero zorro a cuatro patas con las nueve colas ondeando en un semicírculo. —Manden a una moza a que avise al príncipe Naruto sobre mi llegada.

—De inmediato mi señor.

 

 

 

[4]

 

Naruto suspira por onceava vez en lo que va de la tarde. Sasuke se pasea por los rincones de su habitación matrimonial con gesto pensativo. El rubio por momentos se pierde en la alta figura de su esposo ataviado con los pantaloncillos negros ajustados, botas largas al muslo de cuero cenizo y la capa lívida que ondea conforme camina. Sasuke es descaradamente guapo, un insulto a la belleza masculina. Hasta él se intimida cuando sus ojos sin estrellas se posan en su figura analizándolo.

 

—Debías de estar listo hace más de hora y media. —le reclama el mayor con su áspera voz, Naruto hace una mueca de desagrado que no pasa inadvertida para Sasuke.

 

No es el matrimonio soñado para ambos, y tampoco lidiaban muy bien. Sasuke evita pensar en la situación carnal en la que se envolvió con su esposo durante la noche de bodas y la recién mañana.

 

—No quiero ir, me siento cansado.

— ¿Cansado de qué? —Sasuke se apresura a cuestionar. Mira a Naruto fijamente a sus expresivos orbes azules. Naruto lo mira desganado como si no quisiera hacerlo y eso le desespera.

 

El rechazo del rubio es comprensible pero ante su familia tenían que disimular que se llevaban bien aunque fuese una completa argucia.

 

—De ti, por ejemplo. —Naruto cruza sus brazos a la altura del pecho. Sasuke aspira aire profundamente conteniendo la rabia que lo azota por dentro.

 

Se recuerda mentalmente que Naruto es su esposo y debe respetarlo, sin embargo el rubio tenía la capacidad de sacarlo de sus casillas más fácil que una yegua salvaje.

 

—Ni siquiera me conoces y dices estar cansado de mí. Eso es algo muy estúpido.

—Bueno, si me hablarás más de lo que me ignoras quizá podríamos entendernos. —refuta Naruto. —Yo sé que… que no querías casarte conmigo, pero podrías al menos intentar que te agrado un poco.

 

Y Sasuke se pregunta para sus adentros por qué Naruto se empeña en sonar malditamente aniñado y a la vez mirarlo con esos ojos de mar que podrían tragárselo entero. El príncipe es jodidamente porfiado y muy torpe. Nada a lo que él está acostumbrado.

 

—No te ignoro, sólo no sé cómo tratarte. Y además, el calor de este lugar…

—Sasuke, ¿cuántos años tengo? —Naruto le cuestiona, Sasuke ladea la cabeza sin comprender. Esa pregunta le parece fuera de lugar.

 

Ja, ¿Cuántos años tiene?

 

Naruto arruga la boca, molesto, descruza los brazos y de un brinco se levanta de la cama, con un dedo acusador señala al Uchiha.

 

— ¡Ves cómo ni siquiera lo sabes! Tengo dieciocho años. ¿Sabes cuál es mi comida favorita o mi color favorito? No, no lo sabes, este tipo de cosas una pareja lo sabe. Te casaste conmigo anoche y no tuviste la molestia de siquiera preguntar cuántos años tengo. —ahora es Sasuke quien se ha sentado en la cama mientras Naruto se pasea como pantera enjaulada dentro de la enorme habitación, su suave cabello se remueve con sus movimientos raudos. Y le parece que el rubio se ve tan guapo con las mejillas arreboladas y los ojos crispados de una furia contenida.

— ¿Y cuántos años tengo yo?

 

El príncipe detiene sus pasos bruscamente, su delgado cuerpo se gira encarando al bien sentado Uchiha que tiene la sonrisa más detestable que ha visto en esos preciosos labios de pecado. Naruto pasa saliva, nervioso. Se había dado cuenta muy tarde que sus reclamos eran inválidos. Él tampoco conocía a su esposo, y le exigía algo que él no estaba haciendo.

 

— ¿Lo ves? No sabemos nada el uno del otro pero te daré un poco de información; me gusta el color negro, te llevo cinco años y odio la carne de ardilla, es tan dura y tiene un sabor raro. Odio el vino de acre aunque aquí es tan conocido, me gusta más lo salado, ¿has probado el vino de pingüica? Traje como diez barriles para poder degustarlo, aun no sé si queda algo en mis reservas.

 

Naruto se sonroja pero de vergüenza, se siente tan pequeño a lado de Sasuke que cree que desaparecerá en algún momento.

 

—No, no lo he probado, pero me gustaría. Si es de tus tierras, supongo que debe saber bueno, todo lo del reino de Hielo está bien hecho. —le dice cabizbajo, sin pensarlo, se sienta a lado de Sasuke. Ambos cerca pero tan lejos a la vez. —El negro no es un buen color para estas tierras.

—Ya lo sé.

—Me gusta el naranja, porque es el color de los atardeceres, cuando el sol cae ilumina los riscos de hierba verde y todo se ve tan bonito.

—Pienso que el color naranja es tan chillón como tu voz de niña. —Sasuke aprovecha para burlarse. Naruto lanza un gruñido gutural que más bien suena como un graznido de pato.

— ¿Por qué te gusta molestarme? —Naruto gira su cabeza encontrándose con la mirada obscura del Uchiha. Sasuke sin respetar su espacio personal invade con su aroma de menta las fosas nasales de Naruto al acercarse peligrosamente a su rostro.

—Es divertido, si vieras tu cara… —su voz pierde decibeles lentamente, sus labios buscan el contacto de las mieles de Naruto. Y el rubio, embobado por el magnetismo de Sasuke ignora lo que está sucediendo a su alrededor.

— ¡Naruto!

 

Sasuke apenas puede comprender lo que está ocurriendo frente a sus ojos. Naruto apenas se separó rápidamente de él para darle la bienvenida a otros brazos que no son los suyos. Un pelirrojo tiene a su esposo bien sujetado de la cintura y aquello le intriga bastante.

 

— ¡Gaara!

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).