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Sexting por Princesa de los Saiyajin

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17

Lazo

 

—Goku—llamó el pelinegro a su lado—. Ese chico es gruñón con todos, pero contigo… Es diferente—le sonrió—. Se ve que son muy cercanos.

     —Sí—empuñó sus manos, todavía estaba nervioso—. Nunca me deja solo.

     —Jijiji—empezó a reír—. ¡Le diste un beso!

     —Yo…—cubrió su rostro con vergüenza—. N-no sé por qué lo hice. ¿Y si se enojó o…?

     —Goku, Vegeta nunca se enoja contigo. Te aprecia mucho, eres su mejor amigo—comentó Barry.

     —Sí, además vino a despedirse bien él también—agregó Goten—. No te odia, si lo hiciera te habría gritado como le gritó a Barry—mencionó con una risa.

     —No puedo ser el único que esté viendo las cosas—dijo Zeshin, volteó a ver hacia los asientos de atrás, donde los menores estaban—. Goku, Vegeta nunca se enojaría contigo por que tú hagas ese tipo de cosas.

     —Gracias, chicos—se animó un poco más.

     —¡La próxima vez que los visite invítalo a que venga a acompañarnos!—le sonrió—. Me agrada aunque me haya amenazado con la mirada.

     —Sí, Goten.

     Cuando llegaron a la casa hicieron muchas actividades en grupo. Zeshin había aprovechado para ducharse y cambiarse de ropa, lavar el atuendo que usaba en el restaurante y cenar en compañía de los demás. Finalmente se sentaron todos en la alfombra mientras charlaban para conocerse mejor.

     —Pobre Zeshin, está agotado—comentó Goku al verlo ya dormido con su cabeza apoyada en el hombro del rubio—. Me preocupa que se enferme si sigue exigiéndose demasiado.

     —Lo llevaré a mi habitación para que duerma más cómodo—dijo el de ojos azules.

     Maniobró un poco para poder tomarlo en sus brazos y cargarlo hasta su alcoba, ahí lo depositó sobre la cama y lo cubrió con una sábana. Cuidadosamente le quitó los zapatos, y apagó la luz. Dedicó una sonrisa ante el cuerpo descansando, finalmente cerró la puerta y bajó a donde estaba el resto.

    —Me siento muy mal por él, ¡no me deja ayudarlo!—tomó su rubia cabellera con frustración—. Me siento un poco culpable, insisto mucho en que me acompañe a diferentes lugares y no pienso en su agotamiento.

    —Si él no quisiera estar contigo te diría que no—dijo Goten—. Por lo que me han dicho ustedes, él ha trabajado siempre. También quiere divertirse—jugó con el vaso—. Si tan poco ha ganado entonces puedes suponer que no salía mucho, ni siquiera para darse un gusto—el mayor lo miró—. Creo que le estás dando momentos a los que él había tenido que renunciar. Y quizá por eso no quiere aceptar tu ayuda, ya estás haciendo mucho por él llevándolo a sus citas y pasando tiempo con él. Zeshin estaba solo en este lugar.

     —Pero...—soltó aire—. Goten, tú mejor que nadie sabes cómo son las ganancias que he tenido desde que acepté el papel. Además de lo que he ahorrado toda mi vida. No… no es nada para mí darle todo lo que necesite.

    —Barry—llamó esta vez Goku—. Zeshin estuvo mucho tiempo solo, valiéndose por sí mismo. Y tiene miedo de volver a vivir lo mismo que con su mamá.

     —¿Su mamá? ¿Qué le hizo?

     —Cuando Zeshin era menor tenía un hermanito. Su mamá no fue muy atenta con ambos, trabajaba mucho. Pero también tenía problemas con el alcohol, con los hombres, y con las apuestas. Me dijo que ella iba mucho a los casinos y perdía demasiado, o a veces llegaba ebria con hombres desconocidos—explicó el Son al otro pelinegro—. Zeshin comenzó a trabajar para pagarse la escuela. Pero tiempo después su hermano enfermó y le diagnosticaron un tipo de cáncer terminal. Los tratamientos eran costosos, pero ayudaban a que no padeciera mucho por las fallas que su cuerpo comenzara a tener. Zeshin trabajó para pagar medicamentos y visitas al médico, su madre perdía mucho en los casinos así que él, para completar los gastos, solía tomar el dinero sin que ella se diera cuenta—soltó aire—. Cierto día su hermanito falleció, no se podía hacer más por él. Y ella culpó a Zeshin.

     —¡Pero era una enfermedad no curable!

     —Aun así, ella lo culpó por todo. Zeshin siguió en su empleo y ahorró un poco. Me contó que una vez le faltó muy poco para completar la colegiatura y le pidió prestado a su mamá; ella le dio el dinero pero constantemente lo molestaba por ello, diciendo que siempre le daba todo, y que era un desagradecido. Dejó de depender de ella, pero su carácter hacia él comenzaba a cansar a Zeshin. Empezó a fumar para desestresarse, él tenía dieciséis años cuando lo conocí.

    —¿Qué pasó con la señora?

    —Zeshin se hartó y, para evitar que su ira lo orillara a dañarla físicamente, huyó de casa. Me dijo que hace unos meses fue a verla, para saber si estaba bien; después de todo, es su madre. Ella no quiso verlo.

     —¡Qué horrible señora!

     —Zeshin ha estado solo desde entonces. Supongo que tiene miedo de aceptar todo de Barry; en el pasado sufrió mucho y se acostumbró a la soledad constante. Y a no recibir tanto.

     —A pesar de que no gana lo suficiente, ha insistido en pagar algunas cosas—comenzó a decir el rubio, mirando el techo con una sonrisilla—. A veces sólo bebemos una soda en el parque, o compramos un helado. Hace ese tipo de acciones sin importar nada—miró al Son—. Dices que con dos semanas saliendo oficialmente es poco tiempo, pero he visto este tipo de cosas en él. Es imposible que no llegue a quererlo, Goku.

     —Awww—Goten empezó a reírse—. ¡Y dijiste que nosotros éramos raros!—el rubio bajó la mirada, apenado—. Está bien, te perdonamos. Somos amigos ahora.

     —Sigo sintiéndome mal por ello—admitió.

     —Bueno, tampoco es que hayas sido tan cruel. Dabas un poquito de pena como bravucón—el rubio se sonrojó—. ¡Ya no pienses en eso!

     —¿Gracias?—empezó a reír—. A los dos.

     —¿Tú también la pasaste mal antes, Goten?

     —Bueno…—empezó a pensar—. Un poco. Mi hermano, antes de dedicarse a dibujar el comic, trabajaba para la Corporación Cápsula. Empezó por sus prácticas profesionales, aún no terminaba la carrera; y mamá murió cuando yo nací, pocos días después. Papá se asustó y huyó, me dejó al cuidado de mi hermano. Como Gohan no podía descuidar mucho su trabajo y los estudios, me llevaba a la escuela y al trabajo. El señor Brief, el presidente de la Corporación, al ver a mi hermano esforzándose mucho, le ofreció trabajo fijo como asistente suyo—sonrió—. Cuando perdió a su hija y a su yerno en un accidente automovilístico se hizo cargo de sus nietos. Los tenía a los dos en su oficina, les adaptó un espacio de juegos y de estudio. Ellos ya tenían seis años cuando me conocieron, yo tenía sólo un año. Crecí pasando tiempo con ambos.

     —¿Sólo fueron tu hermano y tú?—preguntó Goku.

     —No. Mi hermano ya tenía novia, Videl Satán. ¿Has oído hablar de su padre, Mister Satán? Fue un gran peleador de artes marciales, y cuando se retiró comenzó una cadena de hoteles por todo el país. Ella apoyó mucho a mi hermano, con los gastos y dándole compañía. Ella me cuidó mucho—sonrió—. El mayor de los nietos del señor Brief, Mirai, se fue a Francia a estudiar cuando tenía dieciséis. Y allá se quedó también para trabajar, le gustó mucho el país. Y Trunks, el menor, se quedó a cuidar a su abuelo y a aprender a manejar la empresa. Cuando el señor Brief se retire, Trunks se hará cargo.

     —¿En qué momento tu hermano dejó de trabajar en la Corporación?

     —Yo tenía diez años cuando le pedí a Gohan que me comprara una historieta. Me llevó al lugar donde las venden, ninguna me gustó. Le conté a Gohan qué tipo de historia me gustaría leer, así que él comenzó a dibujar todas las noches y me regaló el primer “número”. Trunks me vio leyéndola, la leyó él también y le dijo a Gohan que debería publicarla. A la gente le gustó y le pidieron continuarla—sonrió—. El señor Brief también la leyó, y regañó a mi hermano por desperdiciar su talento artístico en una aburrida oficina.

     —Y ahora, seis años después, es el comic más popular en el mundo—comentó Barry—. Sinceramente se habían tardado mucho en filmar una película. Todos esperaban ver una.

     —Como mi hermano empezó a trabajar más, empecé a convivir mucho con Trunks. Pero…—calló unos segundos—. Él me enseñó artes marciales, y cuando quise entrar al equipo a mis doce años, no me dejaron por ser doncel. Cuando los demás chicos escucharon eso me empezaron a tratar mal. Fue un día difícil.

     —¿No te dejaron ni siquiera probar?

     —No. Yo estaba muy emocionado, incluso el día anterior le había pedido a Trunks que pasara ese día por mí para irnos a celebrar por mi entrada al equipo. Pero en el receso me arrojaron comida en la cafetería, me robaron mis libros, y me empujaron haciéndome caer en el jardín recién regado. En la salida estaba Trunks esperándome, me vio lleno de lodo—sonrió—. A pesar de que le faltaba un año para ser mayor de edad, era muy maduro. Fue a hablar con el director, por el rechazo de mi entrada al equipo, por que los maestros no me ayudaron y todo eso. El director dijo que cosas así son normales porque yo era diferente—empezó a reír—. Trunks se enojó mucho y le dijo que se fuera al diablo.

     —Tú y él llevaban 11 años de amistad, no iba a dejar que te pasara algo.

     —Canceló la donación que la Corporación Cápsula haría a esa escuela, y desactivó las computadoras que ya habían sido donadas años antes. Ese mismo día me pidió que me cambiara a su escuela, así que acepté—se sirvió un poco más de soda—. Era una institución grande, cada edificio era para un grado escolar. Él estaba en el edificio C, por ser ya de preparatoria. Yo estaba en el B. Nos veíamos en la hora del almuerzo. En esa escuela me dejaron entrenar, pero tuve que firmar una hoja para quitarle responsabilidad a la escuela por si me pasaba algo que a un “chico normal” no le ocurriría. Ya sabes, tenían miedo de que me lastimara demasiado rápido. Pero los sorprendí; gracias a que Trunks siguió entrenando conmigo me volví el mejor.

     —¿Trunks también entrena todavía? Sería divertido conocerlo y entrenar con él.

     —No. Un día un chico cometió un golpe ilegal y le lastimó los tendones en la pierna, el médico le prohibió que volviera a las artes marciales. Trunks practica un poco de boxeo a veces.

     —Entonces yo quiero pelear con él—dijo Barry—. Tengo tiempo sin pelear, sería bueno retomarlo.

     —No tiene mucho tiempo libre, pasa varios días de la semana en la Corporación, ayudando a su abuelo. Y sus días libres los pasa conmigo—sacó su teléfono y les mostró una fotografía donde se apreciaba al pelilila frente a una computadora portátil, muy concentrado—. Es él.

     —Él es tu novio, ¿verdad?—preguntó Goku. El menor ensanchó su sonrisa.

     —Llevamos un año y dos meses como pareja.

     —¿Tu hermano no te dijo nada por salir con alguien cinco años mayor?—preguntó sorprendido el rubio—. Creí que era muy estricto y serio contigo por eso.

     —Trunks ha estado conmigo toda mi vida y me ha cuidado mucho. Gohan no se enojaría nunca con él; mi hermano también vio crecer a Trunks.

     —Debe ser lindo encontrar a alguien así—el Son abrazó sus piernas—. Con quien puedes ser tú mismo, y que te quiera a pesar de todo.

     —Goku—posó su mano en su hombro—. ¿Te presento a alguien?

     —¿Eh? ¡N-no!—empezó a reír nerviosamente—. Estoy bien así, de verdad.

     —¿Seguro?—sonrió con un poco de picardía—. Siempre ves a Vegeta así, sin camisa, ¿verdad?

     —¿Q-qué? N-no… B-bueno, sí. Pero…—sus mejillas se habían enrojecido completamente.

     —¿También lo has visto en bóxer?—metió un puñado de frituras en su boca.

     —P-pues sí… Pero sólo porque entrenamos juntos y después entra a ducharse…

     —¿Y han dormido juntos?

     —S-sí, p-pero no es por nada malo…

     —Se tienen mucha confianza, es lo que noto—le sonrió con un poco de ternura—. Te cuida, te defiende, entrenan juntos y piensan en el otro. Son un equipo.

     —¿Equipo?—pensó—. Lo cierto es que Vegeta siempre dice eso.

     —Y eso es mejor. Porque implica una conexión mayor—agregó—. Acoplarse muy bien al otro, no cualquier amistad o pareja lo consigue.

     —¿Tú crees?

     —Sí—ensanchó su sonrisa—. Me gustaría conocerlo. Se ve que es buen amigo.

     —Vegeta irá a la premier—comentó el rubio—. Será una buena oportunidad.

     —Trunks también irá. Quiero que lo conozcan.

     —¿Zeshin te dijo si iría?

     —Sí, pedirá dos días seguidos para acompañarme—una vez más su mirada se volvió tierna—. Será la primera vez que podamos estar juntos tanto tiempo—miró la hora en su teléfono—. Ya es tarde, iré a dormir. Mañana tengo junta con el director.

     —Sí, está bien. Nosotros nos quedaremos despiertos otro rato—el mayor se levantó y bostezó.

     —¿De casualidad no tienes un juego de mantas para acomodarme en el piso?

     —¿Eh? Mmm, en mi habitación en la esquina hay una caja grande, adentro hay varias cobijas y cobertores. Si quieres llevarte los cojines del sillón…

     —No, con las mantas está bien. De todos modos hace un poco de calor—les alborotó la cabellera a ambos—. Buenas noches.

     —Buenas noches, Barry—se despidió el Tanaka. Finalmente el rubio subió las escaleras y se perdió en el piso superior.

     —¿Quieres hacer algo más, Goten?

     —¡Contemos historias de terror!—se levantó a apagar la luz. Encendió la linterna de su celular y alumbró su barbilla.

 

***

 

—¡Ya voy!—avisó bajando las escaleras rápidamente, tras haber escuchado que tocaron la puerta.

     Abrió y sonrió al ver al de cabellera en forma de flama. Se hizo a un lado para que entrara; recibió un cálido “buenos días” por parte de él. Notó que tenía una vasija en sus manos, la cual destapó y le mostró el contenido. Se trataba de muchas galletas de chispas de chocolate.

     —Recuerdo haberte dicho que, si era necesario traerte galletas todos los días, lo haría—mencionó. El Son sonrió y tomó una.

     —Gracias, Vegeta.

     —No es nada, Kakarotto—unos pasos apresurados bajaron las escaleras, acompañados del golpeteo de dos maletas chocando contra cada escalón descendido.

     —¡Hola, Vegeta!—saludó el joven de cabellera pelinegra—. ¡Trajiste galletas! ¿Me regalas una?

     —¿Eh?—frunció el ceño e hizo un sonido de desagrado y resignación—. Claro.

     —Gracias—tomó una y la probó. Al mismo tiempo bajó Barry y Zeshin del piso superior.

     —Hola, Vegeta—saludó el rubio—. No me sorprende verte, te ausentaste una semana.

     —Kakarotto no se librará fácilmente de mí—les mostró el recipiente—. ¿Quieren?

     —Yo sí te acepto una, Vegeta. Gracias—accedió el de ojos verdes.

     —Yo igual—tomó una y la llevó a su boca—. Están deliciosas, ¿dónde las compraste? ¿En la nueva pastelería? —el Saiyan sólo sonrió con orgullo, sin decir nada. Goku, al notar esa expresión, se ruborizó.

     —L-las hiciste para mí, ¿verdad?—el Saiyan soltó una risita baja.

     —Vegeta, le trajiste muchas a Goku. ¿Crees poder regalarme unas cuantas para llevarle a mi sobrina?—el aludido asintió—. Goku, ¿me regalas una bolsa?

     —Claro—fue a la cocina y a los segundos volvió con una bolsa de papel.

     —Gracias, Goku—colocó unas cuantas en ella—. La verdad están deliciosas, Vegeta. Estoy seguro de que a Pan le gustarán.

     —¿Qué edad tiene tu sobrina?—el menor sonrió y le mostró fotografías de su celular—. Tiene tres años. Aquí estamos los dos comiendo ramen—cambió a otra—. Y aquí estamos en la feria. Acá estamos entrenando artes marciales.

     —Un momento, ¿el hombre que los acompaña es Mister Satán?—el menor asintió—. Kakarotto sostén esto—le entregó el recipiente, tomó la bolsa que sostenía Goten y también se la dio—. Se retiró hace unos años, ¿te entrena?

     —A veces. Tiene una academia, y Pan va a veces. No le gusta entrenar conmigo porque me dejo llevar y no me contengo—explicó.

      Vegeta sonrió y tiró un golpe al pelinegro, quien logró esquivarlo. Lanzó otro, obteniendo el mismo resultado. Un tercer golpe fue interceptado con el antebrazo del menor. Finalmente, Vegeta hizo un veloz movimiento golpeando sus piernas levemente, haciendo que se desequilibrara y casi cayera hacia atrás. Lo sostuvo para evitar que cayera.

     —Nada mal, me gustan tus reflejos. Pero no pierdas nunca la concentración, tu contrincante no seguirá un patrón en sus movimientos—el menor asintió—. Estás atento. Eso significa que eres excelente peleador.

     —Jeje—rio un poco nervioso—. Gracias. Vegeta, ¿podemos ser amigos? Por favor. Tú me agradas aunque seas gruñón.

     —¿Q-qué?—cerró los ojos y empezó a reír bajito—. Por supuesto.

     —¡Genial!

     —Ehm, Goten…

     —Ya voy, Barry—miró de nuevo al Saiyan—. Goku dijo que tenías un hermano.

     —Sí, de cuatro años. Cumplirá cinco pronto.

     —¿Lo llevarás a la premier?

     —Eso pensaba hacer.

     —Mi hermano llevará a Pan disfrazada del Gran Saiyaman número 2. Sería lindo que tu hermano fuera disfrazado del Gran Saiyaman número 1.

     —A Tarble le gustaría, estoy seguro. El problema es que no tengo un disfraz, y no hemos encontrado nada similar para él. Principalmente por el casco.

     —¿Puedo ver una foto de tu hermanito?—el Saiyan asintió y le mostró una—. Jeje, se parece demasiado a ti. ¿Es muy alto?

     —Mmm… Es de esta estatura—con su mano le señaló.

     —Le puedo conseguir un disfraz. Será un regalo, para que Pan tenga con quien jugar; será una noche larga.

     —Te juzgué mal—suspiró—. No eres mal sujeto.

     —Yo también te juzgué mal—rio—. No eres un gruñón—el Saiyan frunció el ceño—. Me alegra que cuides mucho a Goku. ¿Acaso quieres que sea tu novio? —el Son casi se ahoga con un trocito de galleta.

     —¿Por qué? ¿Te da envidia?—el Tanaka se sonrojó completamente.

     —¡C-claro que no! ¡Y-yo tengo novio!—hizo un puchero—. Ya me voy. ¡Vámonos, Barry!

     Con sus mejillas todavía rojas, y con la risa del Saiyan de fondo, el menor de todos salió; claro que llevándose la bolsa con galletas y su maleta. Barry les hizo una seña de despedida al igual que Zeshin, para retirarse. Tan sólo se escuchó que la camioneta fue encendida y se alejaba, ambos se miraron en un largo silencio.

     —Entonces… ¿me extrañaste estos días?

     —Yo…—soltó aire con sus mejillas todavía sonrosadas—. Sí.

     —Yo también extrañaba venir a verte—tapó el recipiente y fue a dejarlo a la cocina—. ¿Tienes algo planeado para hoy?

     —No sé… Ayer dijiste que querías entrenar, pero te ves cansado—el más bajo sonrió bajando la cabeza, había sido descubierto.

     —¿Recuerdas que te dije que me cayó una teja en la espalda? Apenas se me está quitando la marca, sigue un poco inflamada la zona.

     —¿Y por qué no tomaste reposo, Vegeta? ¡Trabajaste demasiado!

     —¿Y? Lo único que quería era terminar pronto para pasar tiempo contigo.

     —Pero…—empuñó sus manos con nerviosismo—. No quiero que hagas cosas que te lastimen sólo por mí.

     —Hmph—sonrió con malicia—. Entonces digamos que no lo hago por ti. Sino por mí, porque soy demasiado egoísta y me hace feliz tener tu compañía.

     —Gracias, Vegeta—jugó nervioso con sus dedos—. Instalaron pequeños puestos de comida y dulces en el centro, cerca del parque. ¿Me acompañarías? Ayer pasamos por ahí y me quedé con ganas de probar el algodón de azúcar.

     —Ibas con Barry, ¿no le pediste la chequera?

     —Vegeta, deja de ver a Barry como cajero automático—pidió riéndose—. Me dio un poco de pena pedirle que me prestara dinero. Además, Zeshin trabajó mucho; preferí que llegáramos rápido para que descansara.

     —Bien, vayamos allá—el Son se mostró apenado.

     —¿Me esperas para que me duche?

     —Por supuesto…

 

***

 

—Gracias por comprarme esto, Vegeta—agradeció antes de llevarse a la boca un poco del algodón de azúcar—. ¿Tú no quieres?

     —No soy fanático de lo dulce—comentó.

     —Pero siempre estás comiendo pasteles o dulces de fresas. ¿Te gustan mucho?

     —Hay algo interesante sobre eso…—comenzó a decir, con una sonrisilla—. Siempre he detestado las fresas. Pero unos meses atrás descubrí que tengo una pequeña necesidad de comerlas seguido.

     —Eso es un poco extraño—empezó a reír—. ¿Y sabes a qué se deba?

     —Sí. Sé perfectamente a qué se debe—miró al Son—. Es bastante interesante, de hecho.

     —Chicos, no quieren comprar crepas—ofreció un hombre, ambos se detuvieron frente al puesto. Pudieron ver que había una señora preparándolas con mucho cuidado.

     —¿Kakarotto?—el Son comió rápidamente la última parte del algodón y asintió—. Deme dos, por favor.

     —Claro. Tenemos dulce de leche, crema y mantequilla, mango, banana, fresas, jarabe de chocolate…

     —Crema y mango—pidió el Son.

     —Crema y fresas—pidió el Saiyan.

     —Aquí están. Muchas gracias por su compra.

     —Están deliciosas—mencionó el menor cuando volvieron a caminar—. Muchas gracias, Vegeta.

     —No tienes nada que agradecer—terminó y arrojó su servilleta a un bote de basura—. Ahí venden dumplings con salsa teriyaki, ¿quieres ir?

     —Sí, Vegeta—sonrió.

     Fueron al puesto, y a otros, y comieron mientras conversaban de las diferentes aventuras que habían tenido esos días distanciados. Ya que, si bien no vivían lejos y tenían toda la posibilidad de contactarse de una u otra manera, habían permanecido sin hablarse, excepto por las noches donde se llamaban por teléfono para desearse buenas noches.

     —¿Entonces te agradó Goten, Vegeta?—preguntó antes de beber de su jugo sabor uva.

     —Sinceramente sí—lo miró—. ¿En serio esa es la clase de chicos que te gustan? Con apariencia, ¿cómo decirlo?, ¿tierna?

     —¿Eh?—tosió un poquito—. No… Bueno, yo…—bajó la mirada, mientras sus mejillas se coloraban—. Pues…

     —Con confianza—metió en su boca un puñado de cacahuates—. Supongo que así te podré conocer un poco mejor de lo que ya he hecho.

     —P-pues…—cerró los ojos, avergonzado—. M-me gustan a-apuestos, p-pero que entrenen artes marciales—tragó saliva—. Y-y que sean inteligentes, al punto de poder aprender cosas por su cuenta—su labio inferior incluso tembló un poco—. ¿Ya se habrá dado cuenta de que hablo de él?

     —Ahora que lo mencionas…—bebió un poco de su jugo de naranja—. Goten cumple con esos requisitos. Ahora veo por qué Barry quería que salieran juntos.

      —¿Eh?—tragó saliva nuevamente—. S-sí. Aunque Barry no sabía que Goten tenía novio—empezó a reír bajito—. Y como Goten y yo nos habíamos vuelto amigos desde el día de la competencia, quería visitarme. Le mintió a Barry para ir a mi casa.

     —Supongo que tú también querías pasar mucho tiempo con él, por la invitación a que se quedara en tu casa.

     —De hecho no fue mi idea, Goten se invitó solo—rio más fuerte—. Se llevó muchas cosas, no sólo ropa—rascó su mejilla un poco avergonzado—. Quería que nos acompañaras a jugar videojuegos, no es divertido hacer eso sin ti.

     —Bueno, ahora tenemos todo el verano para eso—el menor le dedicó una sonrisa—. ¿Entonces Goten no te gusta?

     —¿Por qué? ¿Envidia?—imitó la pregunta que Vegeta le había dicho a Goten horas antes, el Saiyan sonrió.

     —Un poco, tal vez—respondió con una voz grave y fluida, ligeramente seductora; eso hizo sonrojar demasiado al Son.

     —¡Vegeta!—hizo un puchero leve—. No funcionó contigo, quería ver si te sonrojabas. Sólo te he visto así una vez.

     —…—soltó una risita—. No intentes usar mis trucos conmigo, Kakarotto—suspiró—. No suelo sonrojarme mucho. Son pocas las ocasiones en las que pasa.

     —Siempre haces que me avergüence—dijo apenado—. ¡Algún día me vengaré, Vegeta!

     —Te espero, Kakarotto. Aunque te advierto, no será sencillo.

     —Hmph—soltó aire, haciendo que su flequillo se alborotara—. No te miento, en un inicio Goten me pareció lindo. Antes de pelear con él, claro. Físicamente hablando es muy atractivo, pero su personalidad me hace verlo más como un amigo—suspiró hondo—. Incluso una idea estúpida pasó por mi mente. Pero créeme que a Goten sólo lo veo como amigo.

     —¿Idea estúpida?—repitió.

     —Cuando me dijo que era doncel me llamó demasiado la atención—su sonrisa se volvió tierna—. Pero después de charlar unos minutos más lo único que sentí fueron ganas de cuidarlo, es un poco inocente. Me dio ternura.

     —¿Goten… es doncel?

     —Sí, ¿puedes creerlo?—sus mejillas se ruborizaron—. Es… increíble. Siempre había querido tener el gusto de conocer uno.

     —No pensé que tuvieras preferencias tan específicas.

     —¿Eh? ¡Nada de eso!—soltó una risita nerviosa—. Digo que quería conocer uno porque… bueno, en la escuela casi no nos hablan sobre ellos. Incluso dicen que son como una mujer con cuerpo de hombre, y sé que están equivocados. Y, por ejemplo Goten, no cumple con lo que la gente dice; es por eso que quería conocer uno, no me gustan las etiquetas o prejuicios.

     —Tienes una manera increíble de ver las cosas. Me gusta eso de ti—el menor bajó la mirada.

     —Sólo digo lo que pienso…

     —Y esa es una cosa que me gusta de ti.

     —Yo…—sintió cómo los jugos gástricos subían lentamente por su esófago, para regresar de nuevo al estómago—. Vegeta, ¿podemos ir al cine que está aquí cerca? —preguntó con una evidente expresión de incomodidad interna.

     —¿Te estás sintiendo mal?—el menor asintió—. Claro, vayamos.

     Tan sólo tuvieron que cruzar la calle y caminar unos metros. Al adentrarse pasaron directamente a los sanitarios. Goku entró a un cubículo, el Saiyan escuchó cuando el menor soltó una arcada, señal de que había vomitado. Llevó su puño a su boca, sintiendo cómo su estómago estaba a poco de imitar al del Son. Entró él también a un cubículo, mientras Goku salía despacio.

     —Vegeta también se sintió mal…—lavó su rostro con el agua del grifo, y lo observó saliendo de un baño. El Saiyan también lavó su cara con el agua fría—. Creo que no debimos comer tantas cosas…

     —Recordatorio: no combinar nunca postres, malteadas y comidas picantes—rio bajo, aunque también se notaba afectado—. Kakarotto, el hospital donde trabaja Gine está cerca. ¿Vamos?

     —Yo… estoy bien, Vegeta—sus ojitos se entrecerraron un poco—. Sólo vayamos a casa a descansar un poco…

     —Kakarotto—pasó su mano a la frente del más alto—. Te está subiendo la temperatura, es mejor que vayamos allá. Está a tres calles, vamos.

     —S-sí—caminó despacio, el más bajo pasó su brazo por la espalda del menor. Goku pasó su brazo por el hombro del mayor para sostenerse y evitar caer, sintiendo cómo su mente se nublaba un poco por el aumento en el calor de su cuerpo.

     Los pasos eran lentos, y su caminata al hospital era interrumpida constantemente, debido a las náuseas que llegaban al cuerpo del menor. Cuando por fin llegaron, accedieron al área de consulta general. Miraron a su alrededor, encontrándose con el hombre pelinegro cerca del área de informes.

     —Espera aquí sentado, Kakarotto—pidió, el menor asintió. Caminó hacia el hombre—. Señor Tomma—el aludido volteó.

     —Hola, Vegeta. ¿Qué estás haciendo aquí?, ¿vienes solo?

     —No—señaló la silla cerca del resto de los pacientes en espera—. Estuvimos todo el día comiendo en el parque. Kakarotto tiene fiebre.

     —Ay, muchachos. ¿Qué no les han dicho que no deben comer comida en la calle?—caminó despacio hacia donde estaba el Son, para revisarlo—. ¿Qué tanto comieron?

     —De todo un poco. ¿Ha visitado los puestos del parque? Comimos en todos.

     —Es demasiado, muchachos. Goku, mírame—el menor observó al hombre—. Tu mamá está en cirugía, apenas entró, durará como seis horas más. No te puedo atender por ser amigo cercano de tu mamá, así que te pasaré en unos momentos aquí con una compañera. El problema es que debe acompañarte un adulto. ¿Barry no estaba con ustedes?

     —Creo que está en el trabajo.

     —Le llamaré para que venga. Llamaré también a mi mamá—avisó el Saiyan haciéndose a un lado para realizar las llamadas necesarias.

     —¿Te sientes muy mal, Goku?

     —Un poco. Primero fue reflujo, pero después vomité tres veces—empezó a reír bajito—. No importa, me divertí mucho con Vegeta.

     —Si comieron lo mismo, ¿por qué sólo te enfermaste tú?—tocó su frente—. Ángela, tráeme un termómetro—pidió a la enfermera de la recepción, llevándoselo casi al instante—. A ver, Goku, déjame ponerlo—descubrió un poquito su hombro para meter su mano y colocárselo debajo del brazo—. Tardará unos cinco minutos.

     —Vegeta también vomitó, casi al mismo tiempo.

     —¿En serio? Parece como si no estuviera enfermo. Qué raro—miró unos segundos al más bajo, que seguía realizando llamadas—. ¿Cómo sigues con “aquel asunto”?

     —Es imposible dejar de estar enamorado de él—miró también al más bajo—. Cada cosa que hace por mí, aunque sea pequeña, hace que lo quiera más—soltó aire—. Estoy bien, de verdad. Me consuela mucho saber que, aunque sea como amistad, él nunca me dejará. Es suficiente para mí.

      —Has madurado demasiado, Goku. Te conozco desde hace un año ya y has avanzado demasiado, estoy orgulloso de ti.

     —Gracias, señor Tomma—miró al Saiyan acercarse a ellos—. ¿Barry todavía está con el director?

     —No, estaba en el restaurante. Llegará en quince minutos—miró al hombre—. ¿Con la compañía de Barry es suficiente para que lo atiendan?

     —Sí, Barry podría pasar como su tutor—miró al Saiyan—. ¿Vendrá tu mamá?

     —Estaba en el supermercado, tan sólo pague vendrá.

     —Ángela, tráeme otro termómetro—la mujer se lo llevó, así Tomma se lo colocó al menor—. Goku me dijo que comieron lo mismo, y tú también vomitaste.

     —Ah, sí. Sólo un poco—el hombre le tocó la frente.

     —Vegeta, estás ardiendo en fiebre.

     —Estoy bien—colocó la mano en el hombro del Son. Voltearon a ver al pasillo cuando visualizaron a Barry llegando—. Atiendan a Kakarotto primero.

     —Sí—miró al rubio que por fin llegó a su lado—. Barry, hazme un favor. Le pediré a una compañera que atienda a Goku, si pregunta qué relación tienes con él dile que eres su tutor. Cuando Gine salga de cirugía le diré para que confirme después.

     —Sí, claro—se agachó frente al menor—. Te ves muy mal.

     —A ver, Goku. Dame tu termómetro—leyó la temperatura—. Le dices que tienes 38.

     —S-sí…

     —Iré a hablar con ella, quédate aquí cuidando a los dos.

     —¿Los dos? ¿Tú también te enfermaste, Vegeta?

     —Estoy bien, en serio—el Son lo miró con duda—. No me mires así, Kakarotto. Estoy bien.

     —Goku, pasen al consultorio 10—mencionó el hombre. Barry ayudó al menor a levantarse y lo acompañó—. Ahora sí, Vegeta. Goku ya se fue, deja de hacerte el fuerte y dime qué tan mal te sientes.

     —No estoy tan mal—el hombre le quitó su termómetro.

     —¿38.2 no está tan mal?—el menor soltó una risita baja—. Muchacho, no mientas.

     —No miento. No es tan grave. Es más, iré a comer un pastel de fresas ahora mismo.

     —Te voy a recetar una dieta blanda sin nada de dulces, muchacho—una mujer acompañada de un niño pequeño llegó con ellos.

     —Vegeta, ¿estás bien?—preguntó el pequeño abrazando al cuerpo de su hermano.

     —Sí, enano. No pasa nada.

     —Señora Saiyan, le voy a dar una receta a Vegeta y le prescribiré qué alimentos debe evitar. Sólo necesito que me diga si tiene una condición u alergia a algún medicamento.

     Mientras Tomma terminaba de atender al más bajo, Goku y Barry salían del consultorio ya con una receta en mano. Cuando el Son llegó al lado del Saiyan pudieron comprobar que eran muy similares, debido a que se habían enfermado de lo mismo. O mejor dicho, su estómago había sido afectado por la misma mezcla de alimentos.

     —Goku, ¿no te quieres quedar con nosotros? Tu mami va a trabajar mucho y no habrá quién te cuide—ofreció la mujer.

    —No se preocupe, señora Saiyan. Yo cuidaré a Goku, estaré en casa todo el fin de semana—respondió el rubio—. Además, son capaces de ponerse a entrenar si los deja juntos.

    —Excelente idea—miró al menor—. Kakarotto, ¿entrenamos?

    —Ya basta, Vegeta—le estiró la oreja—. Deja de molestar a Goku—lo soltó y miró de nuevo al de ojos azules—. Cualquier cosa que pase, llámame.

     —No se preocupe, estará bien—miró al más bajo—. Vegeta, nos vemos luego. Espero te recuperes pronto.

     —Ajá—miró a Goku—. Adiós, Kakarotto. Te llamo mañana temprano.

     —Adiós, Vegeta—sonrió. Con la fiebre disimulando su verdadero sentir, sus mejillas se ruborizaron—. Gracias por lo de hoy. Me divertí mucho—el pelinegro le tomó la mano.

     —Yo también. Que tengas linda noche—despacio soltó sus dedos y se levantó, para retirarse con su familia.

     —Entonces…—comenzó a decir cuando los Saiyan se perdieron de vista—. ¿Pasaron todo el día juntos?

     —Me llevó a comer a la plaza—sonrió—. Me compró un algodón de azúcar… y mucha comida.

     —Ese Vegeta—observó la mirada emocionada del Son—. En serio no necesitas a nadie más. Con estar con él te ves demasiado feliz.

     —Me divierto mucho con él, eso es todo—sus ojos se entrecerraron un poco—. ¿Me llevarías a casa?

 

***

 

Con cuidado estacionó su coche en la cochera, bajó un poco rápido y se apresuró a entrar, viendo por la ventana las luces encendidas adentro. Abrió la puerta y desde ese lugar observó al rubio sentado en el suelo viendo la televisión. Sobre el sillón estaba Goku recostado y cubierto por una sábana, además de que tenía un paño en la frente. Y en el suelo había una cubeta, seguramente con agua fría para estar cambiando el paño constantemente.

     —Señora Gine, buenas noches—saludó el adolescente mayor.

     —Tomma me contó lo que pasó, ¿cómo está Goku?

     —Está bien, sólo fue un malestar estomacal por comer tanto—ella sonrió aliviada—. De hecho Vegeta también se enfermó por lo mismo. Estuvieron juntos hoy.

     —Vegeta cuida mucho a mi Goku. Me alegra que lo haya llevado al hospital. También te doy las gracias, Barry, por cuidar mucho a mi pequeño.

     —No tiene que agradecer, de verdad lo hago con gusto. Le tengo mucho cariño a Goku.

     —¿Me ayudarías a llevarlo a su cama?

     —Claro—se levantó y cargó al menos, pasando sus brazos por su espalda y las corvas.

     La mujer acompañó al rubio hasta el piso de arriba, para abrirle la puerta de la habitación del menor y acomodar la almohada y las sábanas. Barry lo depositó con cuidado en la cama y le quitó el paño, para ir al baño y mojarlo nuevamente.

     —¿M-mamá?—susurró el menor bajo la sábana blanca.

    —Hola, cariño. Ya llegué. ¿Cómo sigues?—el Son todavía tenía sus ojos entrecerrados.

     —Ya estoy mejor. Sólo tengo poquitas náuseas.

     —Vuelve a dormirte, pequeño. Necesitas descanso —se sentó en la orilla de la cama, viendo a su hijo—. Me recuerda mucho hace unos años, Goku tenía diez y mi hijo mayor doce. Los llevamos a la feria y Goku comió mucho, se subió a todos los juegos mecánicos y llegando a casa se sintió mal. Pasó dos días con malestares—soltó una risita—. Y dos semanas después volvió a comer mucho… Siempre ha sido de buen apetito. O, bueno, era. Cuando pasó el incidente dejó de comer bien. Pero verlo ahora volviendo a ser el de antes me hace muy feliz.

    —Yo también me siento feliz por él—le colocó el paño en la frente y le acomodó la almohada para que estuviera más cómodo—. Goku, si necesitas algo sólo llámame.

    —S-sí—respondió en susurro ya adormilado—. Gracias, nii-chan.

    —¿Nii-chan?—repitió en voz muy baja, pero Goku ya se había quedado dormido.

     —Barry, ¿puedo hablar contigo?—pidió la mujer. El rubio asintió y ambos bajaron a la cocina. Ahí Gine sacó del refrigerador un poco de pasta del día anterior—. ¿Ya cenaste?

     —¿Eh? Sí, no se preocupe. Ya cené—ella comenzó a calentar la comida.

     —Tomma me dijo que te llamó para que pasaras como el tutor de Goku, para que lo atendieras. Muchas gracias por ir—se sirvió y se sentó a comer, el rubio le sonrió.

    —No se preocupe, yo siempre estaré para Goku.

     —¿Sabes, Barry? Hace un año casi lo pierdo. Mi pequeño intentó suicidarse, y llegué justo a tiempo—terminó de comer e hizo el plato a un lado—. Como madre fue muy duro cuando me dijeron que lo mejor era dejar de depender de su presencia, porque tarde o temprano él lo intentaría de nuevo con éxito. Tenía tanto miedo y dolor en ese momento. Goku me prometió luchar una vez más, y así lo hizo. Fue un alivio para mí cuando nos mudamos y lo vi más animado—le sonrió al menor—. Tenía tanto miedo de que al volver a la escuela pasara por los mismos maltratos y agresiones; me dio gusto haberme equivocado. Incluso el día que llegaste aquí me aterré, no quería que mi pequeño saliera lastimado. Pero ahora veo que has cuidado mucho a mi hijo, te agradezco tanto por eso, Barry—miró al rubio, él tenía los ojos vidriosos y una expresión de dolor y arrepentimiento.

     —S-señora Son, tengo que decirle algo—con su voz quebrada comenzó a decir—. Goku no le dijo nada, pero… yo no siempre fui bueno con él. Yo le hice la vida imposible en la escuela. Y el día que me invitó a quedarme fue porque me encontró mal, había discutido con mi padre. Él me perdonó, pero yo sé que no merecía eso; ni tampoco su buen trato. Lo que le hice a Goku no tiene nombre—las lágrimas en sus ojos corrieron—. Si quiere que me vaya de su casa, entenderé; perdón por no haberle dicho la verdad.

     —Barry….—susurró, soltó un suspiro y habló con voz calma—. Si Goku te perdonó, no tengo por qué estar molesta contigo. Has cuidado a mi hijo y eso compensa el daño que hiciste.

     —Pero…—sus ojos estaban llenos de lágrimas—. No es justo que me perdonen tan fácil…

     —¿Quieres un castigo? Mmm… Entonces te prohíbo ver televisión una semana—soltó una risita baja, después miró con calma al menor—. Tomma me contó cómo fue que huías de casa cuando eras pequeño, de los malos tratos que recibiste de tu madrastra, de cómo comenzaste a trabajar muy joven y perdiste tu infancia en un set… No es de sorprenderse que tuvieras tanto coraje acumulado. Barry, lo importante es que te diste cuenta de tus errores y te esforzaste por enmendarlos. Has cuidado a mi hijo tan bien estos meses que ha sido para mí un gesto muy noble—el de ojos azules todavía lucía agobiado—. No te quedes tanto en el pasado. Ahora está bien todo. Goku te quiere mucho.

     —Yo...—talló sus ojos con su puño y bajó la mirada, ya sollozando. La mujer enternecida se levantó y rodeó la mesa para darle un abrazo.

     —Sé que te sientes un poco solo por la situación de tus padres. Sabes que cuentas con Tomma para cualquier cosa, él siempre te ha apoyado—le acarició su cabello, mientras el menor se aferraba al cuerpo de la mujer—. Y también cuentas conmigo, si ocupas algo sólo dímelo, ¿de acuerdo?

     —Señora Gine, gracias. Muchas gracias.

    —No pasa nada, Barry—se separó—. Ve a dormir, ¿sí? Y ya no te preocupes por lo pasado.

     —Gracias—limpió los residuos de lágrimas que quedaron en sus mejillas y se levantó—. Buenas noches.

    —Buenas noches, Barry.

 

***

 

Puñetazos y patadas a gran velocidad se daban. Su manera de enfrentarse era prestigiosa, la coordinación en sus movimientos era increíble y la precisión con la que acertaban y defendían era formidable. Tras un par de días tomando reposo para recuperarse por completo, ahora ambos se permitían disfrutar un entrenamiento.

     —¿Te parece un descanso?—ofreció el mayor.

     —Sí—ambos se sentaron en el suelo a tomar un poco de aire.

     —¿Sabes, Kakarotto? He notado que en estos días cambiaste mucho tu manera de vestir. Dejaste de ocultarte con ropa holgada y mangas largas. Incluso usas ropa más colorida.

     —¿Eh? Bueno, Barry me ayudó un poco a reacomodar mi armario—el Saiyan se movió a un lugar más cerca del Son—. Me dijo que me ayudaría a sentirme más seguro conmigo.

     —¿Y tenía razón?

     —Sinceramente sí. Me siento u-un poco mejor—el más bajo se acercó tanto que sus rostros tenían poca distancia entre ellos.

     —Me sorprendió ver el cambio en tu ropa, te vez muy bien así—su proximidad aumentó—. Te ves muy apuesto, Kakarotto. Deberías dejar de ocultarte tanto, ya te lo había dicho. Pero, bueno, me alegra que él sí haya conseguido convencerte.

     —Y-yo...—tragó saliva—. Por Kami, está demasiado cerca...—pensó al sentir su nariz rozar ligeramente la suya—. Vegeta, ¿podemos almorzar?—pidió con una risita nerviosa. El mayor sonrió.

     —Claro, Kakarotto—se levantó y le extendió su mano al menor, para ayudarlo a levantarse—. ¿Qué quieres que te cocine?

 

***

 

—Vegeta, no estoy muy seguro de esto.

     Los días pasaron y ambos recuperaron el tiempo perdido entre entrenamientos, charlas, juegos y una que otra aventura en los locales de comida de esa ciudad. Tanto tiempo había pasado que ya llegó el día de la premier, donde ambos habían prometido asistir para apoyar a Barry en esa película tan esperada por todos.

     Si bien no era la primera premier de Barry, y que no estaría solo porque Zeshin también lo acompañaría, sí era la primera donde Barry tenía amigos que le brindaban su apoyo. Así que, como buenos amigos, Vegeta y Goku estaban preparándose para ir. Tanto el Saiyan como el Son vestían trajes negros con camisas blancas.

     —¿Por qué no?—preguntó viéndose al espejo, ajustando su corbata.

     —Vegeta, aún tengo miedo de que alguien me reconozca. Estar con Barry le podría afectar o algo...—soltó aire—. Usualmente, cuando salimos a algún lugar importante, me pongo una gorra por precaución. Yamcha era un idiota, pero tenía razón al decir que mi cabello es lo que hace que me reconozcan. Aunque ahora no puedo usar un gorro.

     —Han pasado ya casi cuatro años de eso, Kakarotto. Y, bueno, todos los días checo las redes y nadie ya vuelto a hacer polémica por eso. Pareciera que ya la gente lo olvidó—el menor todavía se veía preocupado—. Dame un minuto—salió de la habitación y a los segundos volvió con un cepillo y un fijador para cabello.

     Goku estaba sentado en la orilla de su cama, así que se acercó y comenzó a cepillarle el cabello. El menor sólo se dejó hacer, sintiendo los dedos del mayor entrelazarse en su cabellera. Cerró sus ojos al sentirlo tan cerca, el pecho del más bajo estaba a la altura de su rostro.

     —Ya está—Goku sintió un enorme nerviosismo al ver el rostro del mayor a la altura del suyo, viéndolo con una sonrisa de medio lado.

     —¿Siempre se acercaba tanto? No recuerdo que lo hiciera antes—tragó saliva—. ¿Me dejas verme?

     —Claro—se incorporó y se hizo a un lado, para que se viera en el espejo que colgaba de la pared—. Te ves demasiado bien.

     —Yo...—observó su cabellera, perfectamente peinada hacia atrás ocultando así su forma natural a palmera  Sonrió y miró al Saiyan, que también sonreía—. Gracias, Vegeta.

      —No es nada, Kakarotto—caminó hasta estar frente a él y lo ayudó a ajustarse la corbata—. ¿También trajiste la ropa extra que pidió Barry?

     —Sí, dejé la mochila abajo—Vegeta aproximó de una forma lenta su rostro al suyo; el Son se puso completamente nervioso, incluso tragó saliva—. ¿Q-qué haces?

     —¿Eh? Nada, sólo quería acomodar el cuello de tu camisa—el menor sintió los dedos del más bajo tocar su nuca—. Estaba mal acomodado.

     —Ah, gracias—el Saiyan se acercó a su armario y sacó un juego de ropa limpia—. ¿En qué estoy pensando? Como si Vegeta me fuera a besar o algo—sus mejillas se habían colorado tras la proximidad del mayor—. Aunque… diablos, sí me gustaría besarlo. Aun si fuera una sola vez.

     —Me sorprende que de verdad quiera mudarse—comentó.

     —Zeshin por fin aceptó su ayuda, pero como aquí casi no hay departamentos disponibles Barry le ofreció quedarse en su casa—sonrió—. Luego de que se fue de la casa de su padre, Barry pensaba ir allá. Pero, como iba a estar muy solo, dudó. Además de que le ofrecí quedarse aquí.

     —¿Y cuándo se mudará?

     —Zeshin volverá a la escuela el mismo día que nosotros, así que se irá temprano, como a las 5 de la mañana para poder pasar por él y dejarlo en el colegio—se sentó en una silla—. Está bien, supongo. Esa noche ya dormirán en la casa de Barry. Como él todavía tiene que ir con nuevos productores, puede llevar a Zeshin a la escuela y al trabajo. Para llevarlo al final del día a casa.

     —Así que de nuevo vamos a estar sólo nosotros, ¿eh?

     —Supongo que sí. Ahora que Barry se graduó sólo estaremos nosotros dos—soltó aire—. Shapner me llamó la semana pasada, me dijo que se cambió de escuela a la misma que Eraza. Le queda un poco más cerca de su casa y de su trabajo.

     —¿No te molestará pasar tanto tiempo conmigo?

     —Nunca me molestaría eso—sonrió—. Eres… muy importante para mí.

     —También lo eres para mí, Kakarotto—el pequeño Tarble entró corriendo a la habitación, mientras su capa roja se agitaba.

      —¡Ríndanse! ¡Soy el gran Saiyaman!—gritó haciendo una de las características poses del héroe.

     —Goten se lució con el disfraz que le consiguió—comentó Goku al ver los detalles del atuendo.

     —Demasiado. Tarble, ve con mamá y dile que ya nos debemos ir. ¿Ya estás listo? ¿Fuiste al baño antes?

     —Ya fui al baño y ya estoy listo—dijo antes de salir y bajar.

     —Cuidas demasiado a Tarble—el más bajo soltó un gruñido muy disimulado—. ¿Pasa algo?

     —A veces es molesto. No me malinterpretes, es mi hermano y lo amo. Pero en momentos quisiera poder actuar como un adolescente normal, sin tener que preocuparme por dar buenos ejemplos y cosas así—soltó aire—. He cargado la responsabilidad muy grande de darle una figura masculina de autoridad a Tarble. Por eso cuando hago algo malo mamá me regaña demasiado, teme que termine en malos pasos como yo—metió algo a su boca y tomó su mochila—. ¿Ya nos vamos?

     —¡Claro que sí, Vegeta!

     La señora Saiyan llevó a los menores hasta el lugar donde se estrenaría la película. Debido a que muchas celebridades asistirían, la seguridad era mayor. Se estacionó afuera y así los tres bajaron. Ambos adolescentes bajaron también sus mochilas, contrastando éstas un poco con su vestimenta formal.

     —Te llamaré cuando termine. Barry me dijo que después habría una cena, pero demasiado tarde—ella asintió—. Nos llevará a su casa para conocerla y ya mañana nos traerá a casa.

     —Tengan cuidado, muchachos. Vegeta, vigila bien a tu hermano.

     —Sí, estaremos bien—la mujer se retiró y así él se dirigió al más alto—. Zeshin me envió un mensaje, está en el estacionamiento. Vayamos allá.

     Luego de mostrar los pases al guardia de seguridad, caminaron hasta el estacionamiento y buscaron la camioneta del rubio. La encontraron y vieron al otro pelinegro esperando. Estaban acostumbrados a ver a Zeshin vistiendo formal por su trabajo como mesero atendiendo clientes, pero esa noche lucía un poco más gracias a que portaba un traje y una corbata negra. Se acercaron y lo saludaron.

     —Hola, chicos—se agachó a la altura del menor—. ¿Acaso eres el verdadero Gran Saiyaman?

     —No, soy Tarble—respondió con una sonrisa levantando el visor del casco, para que le viera el rostro—. Hola, Zeshin.

     —¡Tarble! ¿En serio eres tú? No te reconocí—el menor se emocionó—. ¿Cómo has estado? Creciste mucho.

     —Estoy bien. El amigo de Goku me envió este traje, ¿verdad que está genial?

     —Sí, mucho—se levantó—. Barry está hablando con su jefe y otras personas. Me dejó las llaves para que guardaran sus cosas en la cajuela.

     Levantó la puerta trasera y así ellos pudieron guardar el par de mochilas. Al final cerró bien con seguros y guardó en sus bolsillos las llaves. Se recargaron todos en la camioneta mientras el pequeño Saiyan jugaba dando saltos y tirando golpes. Zeshin miraba entretenido el juego del menor.

     —Tarble, levanta más el brazo o te lastimarás—dijo Vegeta, refiriéndose a sus movimientos que, al no hacerlos bien, podrían provocar una lesión.

     —Alguien quiere parecerse a su hermano—comentó el de ojos verdes—. ¿Lo vas a entrenar, Vegeta?

     —Lo haría, pero mi mamá no quiere. Teme que se meta en problemas como yo—soltó un pesado suspiro—. Le he estado enseñando lo básico, para que sepa defenderse. No sé si has visto las noticias, pero desde hace una década el secuestro de menores en Japón aumentó un 20%.

     —Sí, es horrible—soltó aire—. Pero siempre está contigo o tu mamá, ¿no?

     —Sí, nunca lo dejamos solo—sonrió maliciosamente—. Una ocasión, en el centro comercial, una mujer intentó llevárselo. Lo persuadió con dulces, Tarble se negó. Ella lo tomó de la mano para llevárselo a la fuerza, pero entonces Tarble dio un brinco y dejó caer su peso, hizo que la señora se cayera y se rompiera la mandíbula—el Saiyan soltó una carcajada—. Fue bueno ver lucha libre con él.

     —¿En serio se querían llevar a tu hermano?

     —Sí. Se soltó de la mano de mamá sólo un minuto mientras ella pagaba. Yo estaba comprando algo de comida y entonces vi lo que ocurrió. Apenas iba a correr para ayudarlo pero él actuó antes que yo. Después de tirarla Tarble corrió hacia mí y me abrazó.

     —Es increíble… Me alegra que lo estés enseñando, aunque sería lo mejor que no hubiera necesidad de eso. El mundo es un asco—mientras Zeshin bebía un poco de soda de una botella, Vegeta sacó de su bolsillo un empaque transparente que contenía dentro un pequeño bocadillo.

     —¿Son galletas tipo tartaleta? ¿Me regalas una?—preguntó el Son al haber oído el ruido del empaque saliendo de su bolsillo—. Oh… sólo te queda una… Olvídalo...—el Son desvió la mirada un poco avergonzado. Vegeta miró la galleta, con un apetitoso relleno de fresa y gomita. Soltó un suspiro y le extendió la diminuta bolsita.

     —Ten, Kakarotto.

     —¿Eh? Pero es la única que tienes…

     —Tómala, Kakarotto. En serio.

     —Yo… gracias, Vegeta—sonrió y la tomó, para disfrutarla.

     —¿Ese no es Goten?—mencionó señalando un auto gris que se estacionaba del otro lado del estacionamiento.

     Una vez bajaron los tres pasajeros, confirmaron que se trataba de él. El susodicho, tan sólo los vio, sonrió y caminó con sus acompañantes hacia ellos. Ahí el menor abrazó al Son efusivamente.

     —¡Goku! Te ves muy bien—se separó y señaló al pelilila que iba a su lado—. Él es Trunks—cargó a la menor que iba con ellos y la colocó a la altura del mayor—. Y ella es Pan.

     —Hola, Pan—el Tanaka la bajó—. Se parece demasiado a ti.

     —¡Ya sé! Es como una copia mía—la menor, al ver a Tarble, se acercó a jugar con él. Al cabo de segundos ambos ya estaban formalizando una amistad—. Sabía que le agradaría el hermanito de Vegeta.

     —La función empezará pronto, sería prudente acercarnos para pasar a la sala—dijo el pelilila.

     Todos caminaron hacia la entrada, donde se podían ver muchas personas importantes, actores, invitados especiales y, detrás de una cinta había un grupo de fans que habían tenido el privilegio de comprar pases para ese premier. Había incluso fans disfrazados o con playeras referentes al súper héroe.

     —Chicos—el rubio al haberlos visto se acercó—. Gracias por haber venido.

     —No es tu primera vez en esta clase de eventos, ¿por qué la emoción?

     —Porque son aburridos y nunca había tenido amigos que me apoyaran—mientras Vegeta comenzó a seguir a su hermano que corría junto con Pan por la zona, y Goten y Trunks iban con Gohan, Goku se quedó con Barry y Zeshin—. Mis… anteriores amigos me habían acompañado sólo a tomarse fotos con otras personas.

     —Eso es muy cruel—sonrió—. Pero nosotros no te dejaremos. Todo saldrá bien, ya verás.

     —Gracias, Goku. Por cierto, te queda bien ese peinado.

     —Gracias.

     —Ya podemos pasar—avisó.

     Buscaron sus lugares y esperaron a que diera inicio. Pese a que Barry tendría que estar al frente junto con los productores, el director, los guionistas, actores, y el resto del equipo, se veía demasiado animado al sentir en ese mismo lugar a sus amigos deseándole suerte.

     —¿Es cosa mía o Tarble y Pan sufrieron un flechazo?—preguntó el Son viendo hacia los menores, que jugaban entre ellos con sus figuras de acción—. No me sorprendería si cuando crecen se enamoran.

     —Pensé lo mismo—admitió el Saiyan—. A Tarble no le gusta jugar con niñas porque lloran muy rápido. Pero Pan es diferente… Sí es una mini copia de Goten.

     El director junto con Gohan hizo una presentación antes de que las luces se apagaran y diera inicio tan esperado film. La historia había sido sencillamente espectacular; Barry había hecho una actuación perfecta, incluso las escenas de acción habían sido realizadas por él. Y el final, ¡qué final! La actriz Cocoa había hecho un papel fenomenal como futuro Gran Saiyaman número 2, dando entender que muy pronto habría una segunda parte.

     Al terminar los aplausos habían inundado la sala. Y al salir una larga fila se formó para tomarse fotos tanto con Gohan, el genio detrás de la historia, como con Barry. Así que, como durarían unos largos minutos antes de que los fans desalojaran el lugar y así los invitados especiales podían pasar una velada como festejo, el grupo de amigos se hizo a una esquina para poder charlar en lo que terminaba.

     —Tío, ¿me das de tu chocolate?—pidió la pequeña Pan viendo al pelinegro. El mayor asintió, y sacó del bolsillo interno del traje una barra de chocolate.

     —Compártele a Tarble—dijo antes de dárselo. Ella asintió y fue corriendo con él.

     —¿Siempre cargas dulces?—preguntó interesado el Son—. Cuando estuviste en mi casa vi que tenías una bolsa entera de chocolates.

     —Sólo chocolates, debo llevarlos conmigo. Así no extraño a Trunks—el pelilila, que apenas metía un malvavisco en su boca, fue zarandeado por el pelinegro—. Trunks, ¿no vino tu abuelo?

     —Llamé a mi abuela y me dijo que estaba muy cansado, se quedó dormido.

     —La gente ya está saliendo—comentó Zeshin al ver cómo el grupo de fans era invitado cordialmente a que se fuera, consiguiendo quejas porque no todos pudieron tomarse fotos con todos los artistas—. Me sorprende que en la calle no lo acosen tanto.

     —Muchas personas no son de aquí, la mayoría de los fans son de otras partes de Japón—aclaró Goten—. Vayamos adentro del salón para tomar una mesa todos juntos.

     El Tanaka los guio a donde se llevaría a cabo la reunión. Incluso ya había uno que otro actor bebiendo una copa de champagne. Un mesero se acercó a ofrecerles de las distintas bebidas que llevaba; Trunks y Zeshin tomaron una copa de champagne; y Vegeta y Goten un poco de sidra. Goku dudó demasiado, así que al final sólo tomó una piña colada, preguntando antes si tenía alcohol, recibiendo una negativa por parte del mesero. Si iba a dejar el alcohol, lo haría bien.

     —Estoy orgulloso de ti, Kakarotto—sacó su teléfono y revisó el mensaje que recién le había llegado—. Mamá está afuera—miró hacia donde los menores estaban, se veían adormilados—. Estaría bien reunirnos de nuevo para que sigan jugando, se llevaron muy bien.

     —Hola, ¿tú eres el amigo de Barry?—la chica castaña de ojos negros llegó frente al Son, quien asintió—. E-espero no sonar un poco atrevida, pero me pareciste un chico muy lindo. ¿Crees que puedas pasarme tu número de teléfono?—las mejillas de la chica estaban sonrojadas y tenía una evidente vergüenza. Si bien era actriz y una idol, coquetear no era su fuerte.

     —Iré a dejar al enano con mamá—tomó el brazo del Son, le descubrió la muñeca y mordió la zona, desconcertando demasiado a Goku por su extraña acción. Vegeta, sin esperar que replicara, fue por su hermano para que se despidiera de su nueva amiga.

     —Ese chico es un poco extraño—mencionó la chica con una risita—. Supongo que son muy amigos.

     —¿Eh? Sí, es mi mejor amigo—sonrió—. Cocoa, ¿cierto?—ella asintió—. Eres una chica muy bonita, en serio eres hermosa. Pero… en mi vida hay alguien ya—ella se puso completamente roja.

     —¡L-lo siento! No sabía…

     —No te preocupes—le dedicó una tierna sonrisa—. En serio eres muy bonita, sé que algún día encontrarás a la persona para ti.

     —Oh… Gracias—rascó su mejilla con pena—. B-bueno, iré con mi amiga. Perdona las molestias.

     Goku sólo la observó irse. Recordó de repente a Milk, a ella también la había rechazado en un pasado pese a que era una chica maravillosa. ¿Pero qué hacerle? No le gustaban las mujeres. Y, ahora, su corazón latía fuertemente por el Saiyan. Miró su muñeca, la dentadura del más bajo estaba marcada en su piel. Sonrió un poco, Vegeta era ligeramente salvaje. Sin duda era un chico demasiado distinto al resto. En serio, ¿cómo no enamorarse de él?

     —¿Sí le pasaste tu número?—escuchó a sus espaldas, volteó con una sonrisa.

     —Sabes que no me gustan las chicas.

     —Pero eres tan, pero tan amable, que no me sorprendería que lo hagas—soltó una risita baja.

     —¿Por qué me mordiste?

     —No sé. Instinto… O hambre—soltó una risa más grave—. ¿Te lastimé?

     —No… pero tus colmillos son un poco afilados—soltó aire—. Goten y Trunks ya están en la mesa, ¿vamos?

     Ambos fueron a donde estaban. No era la única mesa, había otras ya llenas. Sin embargo, en esa estaba la familia Tanaka y el grupo de amigos. Los meseros sirvieron la cena y la degustaron con una charla entretenida. Una vez terminaron, los postres fueron servidos.

     —¡Trunks! Cámbiame el postre—pidió, así que el pelilila accedió. Ya que mientras que a Goten le sirvieron una tartaleta de frutas, él recibió una de chocolate con helado.

     Goku saboreó en silencio aquel delicioso postre. Las frutas eran frescas, dulces, y el contraste con el relleno de queso de la tartaleta le daba un toque exquisito. Terminó, dejando la fresa para el final. Era roja, se veía apetitosa. Miró de reojo al Saiyan, que apenas había terminado su postre de chocolate pero se veía ansioso. Recordó la ligera obsesión que Vegeta le había contado que tenía con las fresas.

     Lo miró, el Saiyan estaba golpeando con sus dedos la mesa con los ojos cerrados. Lo pensó un poco y se dio cuenta de que, posiblemente, se debía a eso. Porque el mayor había llevado consigo una galleta con fresa para calmar sus ansias; y al final no la había comido por complacerlo a él.

     —Vegeta, ¿quieres la fresa? La guardé para ti—el mayor lo miró—. De verdad, tómala.

     —Gracias, Kakarotto—la tomó y se la llevó a la boca. Incluso se veía un poco más relajado tras haberla probado.

     —Vegeta, ¿no crees que sea un poco raro esta obsesión por las fresas? ¡Ni siquiera te gustan!

     —Es bastante normal—soltó aire—. No se calmará hasta que no haga algo que, aunque quiera apresurarlo, debo ir lento.

     —No entiendo a qué te refieres con eso, Vegeta—dijo confundido. El Saiyan sonrió y lo miró, todavía conservaba un pedazo de fresa en su boca.

     —Okey, te lo diré…

     —Goku—llamó el Tanaka—. Nosotros ya nos vamos. Habrá un pequeño baile por si se quieren quedar más tiempo, pero Pan ya está dormida y fue un día pesado para todos.

     —C-claro, Goten—se levantó para ir a despedirse de su amigo, del pelilila y poder despedirse de la mujer, Videl, y de Gohan—. Fue un placer conocerlo, señor Gohan.

     —Gracias por acompañarnos—Videl tomó las manos de Goku—. Me dio gusto conocerte, Goten me habló mucho de ti.

     Cuando la familia se fue, el Son volvió a sentarse junto a Vegeta. Vio cómo Barry bostezaba un poco y Zeshin ya tenía sus ojos cerrados. Miró al Saiyan, que picaba con el tenedor la coronilla de la fresa. Miró al resto de los invitados, bailando y conviviendo. Bueno, el único que sí podría desenvolverse mejor sería Barry, pero el rubio estaba ya agotado.

     —Barry, ¿quieres irte ya o vas a esperar a alguien más?

     —Creí que querrían pasar más tiempo aquí—volvió a bostezar—. Estoy muy cansado, más tarde me será más difícil manejar.

     Todos se levantaron de la mesa y, después de que el rubio se despidiera, se retiraron. Goku avisó que necesitaba ir al baño antes de irse, así que el Saiyan esperó en la puerta mientras los mayores se adelantaban al auto. Cuando el Son llegó a su lado salieron despacio y caminaron hasta el estacionamiento. Sim embargo, al estar ahí notaron que no estaban en el auto.

       —¿Habrán ido a otro lugar? ¿Deberíamos llamarlos?—preguntó el menor.

      —No creo que sea buena idea interrumpirlos.

      —¿Interrumpirlos?

     —Mira detrás del salón—el Son volteó y vio que en el pequeño espacio que había entre la pared trasera del salón de eventos y la pared del muro de seguridad exterior, estaban los dos mayores.

     El rubio tenía sus manos abrazando la cintura del pelinegro, mientras el de ojos verdes lo abrazaba del cuello. Sus labios estaban unidos en un tierno beso que, a juzgar por la timidez que reflejaban, era el primero que se daban.

     —Ya se habían tardado—comentó el más bajo caminando hacia la parte frontal de la camioneta, para así darles la espalda y dejar de espiarlos. Goku lo imitó y llegó a su lado—. Barry en serio se veía emocionado de estar con él. Zeshin también lucía impaciente porque Barry actuara. Siendo sincero no sé quién de los dos está más idiotizado por el otro.

     —Es lindo—bajó la mirada, tenía una pequeña ilusión en los ojos—. Es fantástico que hayan encontrado a la persona ideal y que se dieran cuenta de ello tan rápido.

     —Creo que más allá de haberse dado cuenta, también debo darles crédito por su valor para decirlo—el menor lo vio—. Tenían unas semanas de conocerse cuando por fin se declararon. Se requiere valor para decirle a alguien, que hace tan poco era un desconocido, que te gusta.

     —Tienes razón—sus mejillas se sonrojaron—. Me siento feliz por ambos.

      —Sería increíble poder hacer eso con la persona de tu vida—el menor lo vio—. Enfrentar tus miedos y que te correspondan con tanta facilidad—ambos rieron—. Ni en cuentos es tan fácil.

     —Tienes razón. Le faltó rescatarlo de un dragón.

     —O escalar la torre—ambos volvieron a reír.

     —Barry es feliz, Zeshin también lo es… Fueron por el camino fácil, pero al menos están bien.

     —Lo estarán—el menor volvió a verlo—. Estoy seguro de que durarán mucho tiempo juntos.

     —También creo lo mismo—escucharon pasos acercándose, así que voltearon. Se trataba de ese par que actuaba como si nada hubiera pasado.

     —Lo siento, chicos. Tuve que ir hablar con el productor—dijo el rubio quitando los seguros de las puertas. Tanto el Saiyan como el Son se miraron de reojo.

     —Claro, Barry. No hay problema—subieron los cuatro y el mayor ajustó los espejos.

     Por precaución el de ojos azules condujo despacio, para evitar alguna clase de accidente. No sólo por su somnolencia, sino también por las dos copas de champagne que había tomado esa noche.

     Condujo hasta el otro lado de la ciudad, donde también había una zona boscosa. Había una puerta metálica que el rubio tuvo que abrir con un control inalámbrico, y tan sólo su camioneta la cruzó volvió a cerrarla. Fueron muchos metros los que siguió avanzando, los últimos en subida.

     Finalmente el rubio se estacionó frente a una casa única en medio de ese bosque. Era bonita, se veía como una cabaña pero con la fachada del segundo piso hecha de vidrio por el enorme ventanal. No pudieron ocultar su sorpresa al ver la belleza y lujo que tenía. ¿Quién no querría vivir en un lugar así? Bueno, estar solo tal vez sí sería un poco difícil, la zona era muy oscura y el sonido de la naturaleza podría llegar a ser aterrador.

     —Es hermoso este lugar, Barry—los jóvenes se adentraron—. En serio es muy bonito.

     —Que bueno que les guste—sonrió—. Pueden venir cuando quieran. Mi casa es suya.

     —Iré a acostarme—avisó el de ojos verdes, caminando despacio hacia una puerta—. Buenas noches.

    —Buenas noches, Zeshin—miró al rubio—. ¿Dónde podemos dormir?

      —Hay una habitación aquí—señaló una puerta—. En la parte de arriba hay otra, pero no creo que quieran pasar la noche separados. Ambas tienen baños por si quieren ducharse. Si quieren algo de la nevera tómenlo.

     —Gracias, Barry.

     —Iré a dormir, chicos. El alcohol se me subió un poco, no acostumbro beber—les revolvió la cabellera y caminó hacia la misma habitación que el de ojos verdes—. Descansen.

     Goku y Vegeta se quedaron solos en la oscuridad de la sala, que únicamente era iluminada por una lámpara cerca del sofá. El Son miró al Saiyan con una sonrisa, la cual fue correspondida.

     —¿Te duchas primero?

     —Adelántate tú. Quiero ver la casa.

     Mientras Vegeta fue a bañarse, Goku se permitió visitar todos los rincones del hogar del rubio. Esa casa era preciosa, con un ambiente tan tranquilo y apacible. Sin embargo, suponía que Barry no soportaría estar en soledad ahí y que, si algún día tenía un mal rato, estar solo aumentaría sus malos pensamientos. Sí, lo sabía por experiencia.

     Volvió a bajar después de un rato, viendo ahora a Vegeta secando su cabellera con una toalla. Sonrió y soltó un suspiro enamorado.

     —¿Quieres un bocadillo de media noche?

     —No, gracias. Comí demasiado, estoy satisfecho. Sólo quiero un vaso de leche—bostezó—. Iré a ducharme, ahorita vengo.

     Fue al baño y tomó una larga ducha. Tardó un poco en poder retirar todos los residuos de fijador de su cabellera, cuando por fin lo consiguió terminó de ducharse y salió. Vistió un conjunto ligero para poder dormir más cómodo. Miró la cama, era un poco más grande que la de él y lucía muy cómoda. Fue a la cocina y vio a Vegeta hablando por teléfono, mostraba una ligera sonrisa. Suspiró y comenzó a calentar un poco de leche, para beber con un poco de galletas.

     —Por cierto, vi la fotografía que subiste. Te veías hermosa— el más bajo metió una galleta en su boca—. Es un milagro verte con vestido.

   —¿Está hablando con una chica?—soltó aire resignado—. Supongo que tarde o temprano tenía que pasar. Es demasiado especial.

     —¿Pasado mañana? ¿Compraste el boleto de autobús?—el Son se sirvió en un vaso y se sentó frente al Saiyan—. Ajá, por ahora sólo es necesario uno—soltó un bufido—. Tsk, no entiendo por qué cambiaron de juez, al otro le agradaba y nos iba a ayudar.

     —¿J-juez?

     —Mañana te aviso si necesitaré otro. Por ahora está bien así. Gracias por avisarme, te veré donde siempre—metió otra galleta en su boca—. ¿Entonces en tu casa o un hotel?... Claro, perfecto… No, no me he metido en más problemas… Sí me peleé con un idiota en la escuela, pero nadie se enteró… Ajá, iré solo… Sí, tuve que pagarle para que me hiciera una carta de buena conducta, ni siquiera le caía bien… No he hecho vandalismo—soltó aire, luego sonrió—. Sí, me gustó el paquete que me enviaste—Goku terminó de comer y lavó lo que ensució—. Me dio gusto que me llamaras, hace mucho que no hablábamos. Salúdame a Kale, por favor.

     —Vegeta, iré a dormir.

     —Dame un minuto—pidió y miró al Son—. Claro, Kakarotto. En un momento voy contigo.

     —Tómate tu tiempo, Vegeta—le dedicó una sonrisa y fue a la habitación.

     Cepilló sus dientes y se miró en el espejo unos largos segundos. Él realmente era apuesto, demasiado atractivo y su cuerpo se había tonificado demasiado desde que volvió a entrenar. Pero, claro, al final no era una chica y a Vegeta no le gustaban los hombres.

     Con un suspiro fue a la cama y se ocultó bajo las cobijas. No era tan malo al final, ¿verdad? Podría ver a Vegeta formar una familia, ¿y por qué no? Ser como un tío sus hijos. El mejor tío del mundo. Por supuesto que cuando haya por fin superado el sentimiento por él; de lo contrario sólo se dañaría. Bostezó y se colocó de lado, mirando la pared oscura. Oyó cuando el más bajo se adentraba a la habitación e iba al baño para también lavarse los dientes.

     Finalmente el Saiyan caminó hasta la cama y se acostó a un lado de él. ¿En serio era tan grande el colchón? Sentía que la distancia a la que se encontraba era demasiada, se había acostumbrado a tener el cuerpo del más bajo junto al suyo, abrazándolo.

     —¿Ya te dormiste, Kakarotto?—el menor se giró, para verlo—. ¿Estás muy cansado?

     —Siendo franco, sí. ¿Pasa algo?

     —No, nada. Durmamos—pasó su mano hacia arriba para acariciarle la cabellera—. Normalmente dormimos juntos porque nuestras camas son pequeñas. Pero esta es más grande, ¿quieres tomar distancia?

     —Yo…—soltó aire y se acercó al cuerpo del mayor para abrazarlo y acurrucarse contra su cuerpo—. Me gusta estar así contigo, duermo más tranquilo.

      —Ya…—siguió acariciando su cabellera, con cada caricia su sueño aumentaba—. Te confieso que yo también.

 

***

 

—Es extraño venir a un lugar así. Tengo la necesidad incontrolable de levantarme, ponerme un delantal y preguntar qué van a ordenar—admitió Zeshin cuando, para evitar cocinar en casa, fueron todos a desayunar a un restaurante de ese lado de la ciudad.

     —¡Genial!—el rubio se emocionó tras ver su celular—. La marca de ropa Red Ribbon me quiere como su tercer rostro para la temporada de verano, en diciembre serán las fotografías.

     —¡Eso es increíble, Barry!—el Son se alegró—. ¡Felicidades!

     El rubio seguía mirando su teléfono—. Será bueno volver a ver a Lapis y a Lazuli, trabajé con ellos hace un año y medio, y una vez más lo haremos. Fue muy interesante, aprendí mucho de ambos. Sobre todo de Lapis.

      —¿Dijiste Lapis?—inquirió el Saiyan—. ¿Te refieres a Lapis Gero?

     —¿Eh? Sí, ¿por qué, Vegeta?—Barry miró cómo Goku lucía sorprendido y con un ligero sonrojo en sus mejillas—. ¿Pasa algo, Goku?

      —Lapis… ¿está en Japón?

      —Creo que volvió a Francia después de ese último trabajo. Estuvo saliendo y volviendo al modelaje. Se metió en varios escándalos, algo así de una discusión con su hermana. Supongo que ya se llevan bien de nuevo.

      —¿T-tienes su número?

      —No, lo cambió cuando se fue del país otra vez. Si acaso…—se puso a pensar—. ¿Sabes? Yo no sabía quién era el novio de Goten; lo conocí cuando dijo su nombre en tu casa. Pero es hermano de Mirai Brief, también es modelo, incluso fue compañero de Mirai. Es muy probable que lo conozca.

    —B-bueno, Goten dijo que el hermano de Trunks sólo se comunica en las fiestas decembrinas. Dudo que puedan llamarlo…

     —En dos meses probablemente nos pidan reunirnos con el directivo. Con suerte coincidimos todos el mismo día. Si sé algo de él, te diré, Goku—el menor asintió, un ligero brillo apareció en su mirada—. ¿Era tu amigo?

     —S-sí. Él… él era mi amigo—sonrió más, todos podían apreciar su emoción—. Han pasado ya cuatro años desde la última vez que lo vi y hablé con él.

     —Entonces me esforzaré por conseguir su contacto.

     —Gracias—bajó la mirada y jugó con sus dedos, un poco emocionado.

     —Cualquier cosa que sepas de él, hazla saber—dijo el Sayan desviando la mirada hacia la ventana.

     —¿El circo gótico estará en la ciudad?—mencionó el de ojos verdes leyendo la nota en el periódico—. Hoy es el último día.

     —He escuchado cosas increíbles sobre él. Desde que era niño quería visitarlo—dijo el Son.

     —Está a unas calles de aquí, podemos ir ahora—ofreció el rubio.

     —¡Por favor, Barry!—pidió el Son.

     Tan sólo pagó la cuenta todos se levantaron y salieron del local. Iban caminando hacia la camioneta, pero de momento el Saiyan se detuvo. Goku lo notó, así que se detuvo él también. Vegeta tenía una mirada seria, como si también hubiera una preocupación dentro de él.

     —¿Pasa algo, Vegeta?

     —Yo… No los acompañaré. Tengo un compromiso.

     —¿C-compromiso?—Goku miró a los mayores que también habían detenido su paso—. ¿Quieres que te acompañe?

     —No, Kakarotto. Ve con ellos, yo estaré bien—soltó aire—. Necesito hacer algo importante en casa.

     —P-pero…—miró de nuevo a los mayores antes de regresar su vista al más bajo—. ¿Estarás bien?

     —Sí, no te preocupes.

     —Vegeta, ¿quieres que primero te dejemos en tu casa?—ofreció el de ojos azules.

     —No, tomaré un taxi—miró la hora en su teléfono—. No se preocupen, diviértanse.

     —Goku, vamos—insistió Zeshin.

     —Claro—miró por una última vez al Saiyan—. ¿Avisarías cuando llegues?

     —Por supuesto—le tomó la mano y acarició con sus dedos la palma—. Diviértanse.

     Soltó su mano y cruzó la calle, para perderse de la vista de todos. Goku soltó aire resignado y se giró con sus dos amigos. Sonrió, un poco aliviado de saber que ahora no se encontraba solo y, que si en algún momento pasaba un mal rato o la soledad lo inundaba, tendría buenos amigos que lo consolarían.

     Así que se dejó llevar, la mañana era joven y tendría todo el día para disfrutar con su amigo y con quien consideraba como su onii-san. Pensó de nuevo en el Saiyan, ¿acaso su compromiso de hoy estaba relacionado con la llamada recibida de esa chica en la noche? Supuso que sí. Alzó la mirada y vio a Barry tomando la mano de Zeshin mientras manejaba. Giró su rostro de nuevo hacia la ventana y siguió pensando.

     Si 17 y él se reencontraban, ¿qué pasaría? Él ya no sentía nada por el Gero, ¿pero 17 también había superado ese fugaz sentimiento que los había llenado hace años? Si bien el mayor había prometido que ese cariño jamás terminaría, lo cierto era que ni siquiera se habían conocido lo suficiente. Y cuatro años era suficiente para enamorarse verdaderamente de alguien. Justo como él hizo con Vegeta.

     —Perdona, Lapis… Pero yo en serio quiero tanto a Vegeta.

     Pero, si lo reconsideraba, no tenía ninguna oportunidad con Vegeta. El Saiyan era heterosexual, ¡muy posiblemente ya tenía novia y era la chica con la que hablaba esa noche! Él, ¿soportaría cuando el más bajo llegue y le diga "Kakarotto, ella es mi novia"? Quizá no cambiaría nada entre ellos, podrían seguir haciendo lo de siempre, tal como dormir juntos o estar un día entero charlando de cosas triviales.

     Aunque en el fondo le dolería. Si bien poco a poco estaba aceptando que entre ellos no habría nunca una relación, aún no toleraba la idea de verlo amando a alguien más. Ya había hecho un escándalo cuando creyó que saldría con Barry; y aunque en esas semanas aprendió a quererse con apoyo del rubio, todavía quedaban unas cuantas inseguridades más, por lo que no sabía cómo terminaría reaccionando.

     Decidió dejar de agobiarse con ello. Y disfrutó con creces aquel paseo por el circo, uno muy diferente a los que de niño solía visitar. Se sentía muy emocionado, cada atracción que visitaban lograban devolverle parte de esa infancia que se le fue arrebatada a sus doce años. Además, al tener a dos personas acompañándolo lo hacían sentir menos solo.

      A diferencia de su hermano, Raditz, Barry no dejaba de estar pendiente de él. Recordaba cómo muchas veces el de cabellera larga lo había dejado solo en una atracción en el parque o la feria sólo para ir con un amigo o con una chica. Y, aunque Barry podía ir a un lugar a solas con Zeshin para disfrutar en pareja, porque el Son también ya era un adolescente que podría estar solo, se mantenía a su lado, esperándolo si fuera necesario y comprándole cualquier bocadillo que desee.

     Cuando la tarde cayó y el cielo mostraba un tono dorado, Barry llevó a Zeshin a su departamento y condujo finalmente a la casa Son. Estando allí sacaron la comida que compraron y se sentaron en la sala, para comer mientras veían un programa de televisión.

     —Gracias por lo de hoy—dijo el menor—. Me divertí demasiado.

     —No agradezcas, fue un buen momento. Zeshin también quería ir. Y era mi primera vez oyendo de él, también me divertí—le revolvió la cabellera—. ¿Cómo sigues con el asunto de Vegeta? Sé que querías acompañarlo hoy. Estoy seguro de que él no te dejó para que vinieras con nosotros.

     —Anoche Vegeta hablaba con una chica—soltó un suspiro—. Creo que fue a verla, hablaban sobre un boleto de autobús y que iría solo.

     —Goku…

      —Supongo que está bien. No tiene caso que me enoje, él tiene derecho a vivir su vida.

     —Tal vez sólo sea un mal entendido… Como el último—el menor volvió a avergonzarse—. Tal vez sólo sea una amiga.

     —¿Y si no?

     —Dudo que Vegeta haya iniciado una relación a distancia, o que la quiera continuar así. Parece chicle pegado a ti—el menor rio bajo—. Y si resulta ser su novia, lo cual dudo demasiado, no creo que te deje de tratar de la misma manera que lo hace ahora.

     —Gracias, Barry—el teléfono de casa sonó, así que el mayor respondió.

     —¿Hola?... Sí, está conmigo…—sonrió y le extendió el teléfono—. Tu príncipe azul te llama.

     —C-cállate. ¿Y qué si te escucha?—con nerviosismo se lo llevó a la oreja—. H-hola, ¿quién habla?

     —¿Se divirtieron, Kakarotto?

     —Sí, mucho. Me hubiera gustado que nos acompañaras… ¿Estás desocupado ya? Puedo ir a tu casa y…

     —No estoy en casa—interrumpió—. Salí de la ciudad.

     —¿Qué? P-pero acabamos de pasar por ahí y las luces estaban encendidas.

     —Mamá y Tarble están ahí. Yo vine solo—un largo silencio se hizo presente—. ¿Kakarotto?

     —¿Por qué no me dijiste que saldrías?

     —No quería preocuparte… Caulifa, ¡deja ese celular! ¡Ya te enseñé las fotos!—escuchó cómo Vegeta regañaba a una chica. Miró en ese momento el identificador de llamadas, se trataba de un número de casa, no del celular del Saiyan—. Volveré pasado mañana.

     —Yo...—soltó aire—. Claro, Vegeta.

     —Dime qué pasa—el Son bajó la mirada mientras su labio inferior temblaba, ¿por qué él tenía que estar con una chica a esas horas de la noche?—. No bajes la cabeza. Dime qué ocurre.

     —¿Cómo supiste que…?

     —Te conozco perfectamente. Conozco todos tus gestos—escuchó una risita baja por parte del mayor, Goku sólo atinó a sonrojarse—. Dime, ¿qué pasa?

     —Pues… el lunes regresamos a clases y pensé que pasaríamos más tiempo juntos antes de volver a la escuela.

     —¿Viste los horarios?

     —¿Eh? Aún no, ¿por qué?

     —Porque estaremos de nuevo en el mismo grupo… Estaré junto a ti otra vez todo el día—el Son sonrió—. Tienes una sonrisa preciosa, ¿ya te lo había dicho, Kakarotto?

     —¡¿Cómo sabes que sonreí?!—incluso, por mera curiosidad, volteó a ver hacia la ventana por si se trataba una broma y el mayor en realidad lo observaba desde afuera de la casa.

     —Ya te lo dije, te conozco muy bien… ¡Ya te dije que sueltes ese maldito teléfono, son las únicas fotos que tengo de él!—lo oyó volver a alzar la voz con su acompañante—. Perdona, estoy en casa de una amiga.

      —C-claro, no hay problema… Ya extrañaba oírte pelear con alguien—el Saiyan soltó una carcajada—. Buenas noches, Vegeta.

     —¿Ya irás a dormir?

     —Goten llamó en la tarde invitándonos a una comida en casa de Trunks. Quiere que llegue temprano al Gimnasio Satán para una revancha.

      —No lo lastimes mucho, ¿quieres?... ¡Deja ya eso! No te las voy a enviar—escuchó un golpecito y la voz del Saiyan más lejana—. ¿¡Se las enviaste también a Kale!? Te dije que no lo hicieras… No me importa si tiene 5%, lo que quiero es que ya no lo toques...—escuchó un ruido acercándose—. Disculpa por eso.

     —N-no hay problema, Vegeta…

     —Te decía…. Goten es buen rival, pero tiene debilidades que tú atacas directamente. Lo he notado en nuestros entrenamientos, así que ten cuidado. Sobre todo con los golpes bajos, entre más alejado de la pelvis mejor; esto último por su condición de doncel.

      —¿L-le afecta?

      —No diferencía mucho entre un varón y un doncel, es muy ligero el cambio. Pero a la larga y en exceso tal vez. Recuerda que él compite y nadie sabe de su condición, acumulando los golpes accidentales se convierte en un problema… No te asustes, no va a pasar nada. Sólo evita golpear la parte baja del abdomen.

      —Claro, Vegeta. Gracias por el consejo—mordió su labio inferior—. B-bueno, hablamos después. ¿Te parece?

      —Claro, buenas noches, Kakarotto… Descansa.

     —Tú también, Vegeta.

     Colgó y suspiró. Se sentó en el sofá a un lado del rubio y se acostó, apoyando su cabeza en el regazo del mayor. Abrazó uno de los cojines mientras del de ojos azules le acariciaba la cabeza.

      —¿Es normal que un chico se quede a dormir en casa de una chica?

     —¿Está en la casa de una chica?—se tornó pensativo—. En mis experiencias pasadas, la única razón por la que me quedé a dormir en la casa de una chica fue porque sus padres no estaban y tuvimos relaciones—admitió—. Según una experiencia pasada de Zeshin, una vez fue para eso; y otra ocasión, cuando huyó de casa, sólo fue para tener dónde dormir. No conozco a Vegeta tan bien como tú, pero estoy casi seguro de que él no es de los que se aprovechan de que los papás no estén. De él es casi inimaginable.

     —B-bueno, supongo que sí… Él no había querido dormir conmigo las primeras veces porque temía que yo me incomodara. Supongo que con una chica, por respetarla, tampoco lo haga; tal vez sólo haya ido porque quería verla. Dijo que era una amiga suya.

     —Vegeta te ve como su mejor amigo, dudo que te haya mentido. ¿Para qué decirte que era amiga si se trataba de algo más? No pienses en ello, Vegeta no es así.

     —Tienes razón—sonrió—. ¿Mañana nos acompañarás?

     —Por supuesto…—se puso un poco más serio—. Goku, ¿le dirás a Vegeta que te gusta? Es sólo que… Bueno, sé que a él le gustan las chicas, ¿pero no sería mejor que lo sepa? Tal vez así no te sientas tan presionado o forzado a ocultárselo.

     —¡Lo he intentado! Quiero decírselo, aunque sea para que me rechace de una vez, pero…—soltó aire—. Me da miedo, me pongo muy nervioso y no soy capaz de decirle—hizo un pequeño puchero—. Siento que me voy a morir cada vez que trato de decirle.

      —Es normal—soltó una risita—. No es sencillo.

      —¡Para ti es fácil decirlo! Sabes hablar con las personas y eres guapo—soltó aire y con ese viento se alborotó su flequillo.

     —Tienes razón en ese aspecto, siempre me sentí tan confiado. Creí que tenía todo a mi favor… Hasta que conocía a Zeshin—empezó a reírse, incluso se veía avergonzado—. Fui a pedirle que charláramos, pidió cinco minutos en el trabajo y yo estaba tan nervioso que lo único que pude decirle fue “el clima está muy agradable, ¿no crees?”—el menor se empezó a reír—. Y él sólo me preguntó si lo había sacado del trabajo para hablar del clima o si era algo más. Iba a acobardarme, pero después me dijo “supongo que es importante, te ves nervioso. ¿Qué pasa?”.

     —¿Y después qué pasó?

     —Tardé cinco minutos en animarme y decirle que me gustaba. Cuando me dijo “no es bien visto” se me vino todo abajo, creí que en serio me rechazaría. Después me dijo que él, por su trabajo, no tenía tiempo suficiente para atender una pareja como se merecía—Goku se había sentado para ver al rubio que tenía una expresión enamorada…

 

—Además—añadió el de ojos verdes—, tienes una carrera que te vuelve imagen pública. Tendrás problemas si alguien se entera y no le parece.

—Sí, lo sé—alzó la mirada al cielo y se recargó en la pared, frente al pelinegro. Estar en ese estrecho callejón tras el restaurante les daba la suficiente privacidad que requerían—. Zeshin, no te voy a forzar a que me aceptes. Sé que has tenido novias y que es raro que un chico…

—Soy bisexual—interrumpió.

—Oh…—rascó su nuca—. C-creo que ya entiendo cuál es tu problema conmigo. Crees que yo estoy confundido, ¿no?—el pelinegro lo miró con una ceja arqueada—. A mí siempre me han gustado las chicas, eso no te lo niego. Incluso me sorprendí cuando me di cuenta de que te veía con distintos ojos, pero…—empuñó sus manos y miró al más bajo—. No te mentiré, fui un imbécil con Goku y muchas veces lo traté mal por su orientación. Y no sólo a él, incluso llegué a odiar a mi propio padre por su bisexualidad.

—Supongo que ahora te das cuenta de que eras un idiota—el más alto rio—. Barry, no te voy a poder atender como merecerías. Trabajo hasta doce horas diarias, a veces decido no tomar mi día de descanso para ganar un extra y muchas veces ni siquiera cargo mi celular.

—Entonces vendré todos los días a almorzar para verte, aunque sea unos minutos—sonrió—. Zeshin—caminó los dos pasos que los distanciaban y colocó sus manos en los hombros del pelinegro—. En serio me gustas mucho. Dame una oportunidad para enamorarte, sé que tal vez no soy tu tipo, pero mínimo déjame intentarlo.

—En agosto volveré a estudiar, ¿sabes? Trabajaré medio tiempo y estudiaré el resto del día. Mi tiempo se reducirá—advirtió, el rubio se mostró más animado.

—¿En serio volverás a la escuela? ¡Es increíble, Zeshin! Te puedo ayudar a estudiar, mi promedio final fue muy alto—ese par de ojos verdes lo miraban con un poco de burla—. Q-quiero decir, si tú quieres…

 —Me vendría bien tener a quién preguntarle si algo se me dificulta—soltó aire—. De verdad te esforzaste por venir aquí. Y por querer dar buena impresión—señaló su mochila que estaba un poco abierta—. ¿Puedo suponer que las flores eran para mí?

—¿Eh? L-lo había olvidado—se quitó la mochila y las sacó, era un ramo con dos rosas rojas y muchas florecillas blancas pequeñas que adornaban—. Para ti.

—Gracias—las tomó—. Aunque te aviso que soy un poco alérgico al polen—el mayor se avergonzó, ahora el regalo era irónico—. Tenemos mucho de qué hablar y conocernos, ¿sabes?

—Sí—bajó la mirada.

—Supongo que ya habrá tiempo para conocernos—cruzó sus brazos sobre su pecho y sonrió—. Me pareciste interesante desde que nos vimos.

—¿En serio?

—Ajá. Sospeché que te gustaba también porque me preguntaste muchas cosas personales en casa de Goku—las mejillas del rubio se habían sonrosado levemente—. Y preguntaste constantemente si quería algo en cada local que habíamos pasado cuando me llevaste a casa esa noche.

—¿Tan obvio fui?

—De hecho fuiste más de lo que crees—empezó a reír—. Está bien. Si, como dijiste aquel día, “entenderás que tengo muchas responsabilidades y tiempo limitado”, podemos intentarlo. ¿Te parece si salimos este sábado temprano?

—¿Una cita?—sonrió—. ¡Claro! Pasaré por ti. ¿Me envías un mensaje cuando te desocupes para ponernos de acuerdo?

—Ajá—se acercó a la puerta—. Debo volver a mi puesto, gracias por las flores.

—Espera—tomó su mano—. Gracias por la oportunidad.

 

—Al principio me costó trabajo acostumbrarme a recibir un mensaje cada hora. Fue… decepcionante. Yo esperaba tener una conversación fluida, poder conocernos rápido y cosas así—sonrió—. Pero cuando un día pasé por ahí, y lo vi completamente ocupado, el restaurante lleno, gente entrando y saliendo, me di cuenta de que es el mejor chico del mundo. Porque a pesar de eso, se tomó un segundo para sacar el teléfono y responderme un mensaje. 

     —Zeshin es un chico muy bueno—reconoció—. Siempre lo ha sido.

     —Sí—sus mejillas se pusieron rojas—. De verdad me gusta mucho.

     —Ahora que vivan juntos supongo que ya no tendrás el problema del tiempo, ¿o sí?

     —Espero que no. De todos modos, así sean sólo cinco minutos, será suficiente.

     —Barry, ¿tú sientes que tenga una oportunidad con Vegeta? Quiero decir, tú cambiaste por Zeshin. ¿Crees que si me esfuerzo logre algo con él?

     —Goku, te diré esto como tu amigo. Si Vegeta no se enamora de ti por cómo eres, no intentes esforzarte. Porque puedes caer en fingir ser alguien que no eres, y eso será muy agotador para ti; y las energías que uses fingiendo te faltarán para fortalecer la relación—el menor bajó la mirada—. Eres increíble, si él no lo ha apreciado de "esa" manera, alguien más lo hará. A su tiempo, claro.

     —Gracias—el rubio posó su mano sobre su cabeza, para revolverle el cabello—. Nii-chan.

 

***

 

—Parece que lloverá—comentó asomándose, volvió a entrar a la casa y vio al rubio buscando un paraguas.

     —Iré por Zeshin a su trabajo. Si llueve muy fuerte lo más probable es que me quede en su departamento la noche, es muy peligroso el pavimento mojado.

     —Sí, vete con cuidado—cuando el mayor por fin encontró el paraguas salió de la casa.

     —Llámame si pasa algo. 

     —Sí—esperó en el marco de la puerta hasta que la camioneta se perdió de vista. Miró por última vez el cielo nublado y oscuro y entró. 

     El clima era fresco, así que fue a la cocina a preparar una taza de chocolate caliente. Una vez terminó, volvió a la sala para recostarse en el sofá, cubriéndose con una manta. Pasó toda la tarde viendo series o películas, depende de lo que encontraba. De pronto sonó el teléfono, así que con pereza se levantó para responder.

     —¿Bueno?

     —Goku, soy la mamá de Vegeta. ¿Él ya llegó a tu casa? En la tarde volvió y discutimos un poco, me dijo que iría a tu casa. ¿Está ahí? Llueve muy fuerte—el Son volteó hacia la ventana, sí había una torrencial lluvia—. Ese niño no me responde el teléfono—agregó con un evidente enojo.

     —¿Eh? Ah, sí… Vegeta llegó hace rato, se está duchando.

     —¿Seguro que está ahí? Ese muchacho es muy irresponsable, muchas veces me huyó de casa.

     —Él está aquí, no se preocupe… ¿Está enojada con él? N-no me quiso decir nada.

     —El jovencito salió de la ciudad dos días sin avisarme, sólo me llamó para decirme que estaba allá—bufó—. Gracias, Goku. Espero que pasando tiempo contigo mi hijo se corrija… eso era todo, gracias. Le mandas un saludo a tu mami de mi parte.

     —Sí, yo le digo—cuando la mujer colgó se apresuró a llamar al teléfono móvil del Saiyan. Cuando la llamada entró escuchó la lluvia de fondo—. ¡Vegeta!

     —Kakarotto… ¿Pasa algo?

     —¡¿Dónde estás, Vegeta?! Tu mamá me llamó preguntando por ti. Tuve que mentirle diciéndole que estabas conmigo.

     —Ah… gracias por encubrirme…

     —Vegeta…—se angustió, no sólo porque evidentemente el más bajo había huido a minutos de volver a la Montaña Paoz, sino también por la voz ausente del mayor—. ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien?

     —Yo...—lo oyó suspirar—. Estoy bien, Kakarotto. No te preocupes—y sin más colgó.

     Intentó volver a llamarlo, pero inmediatamente lo enviaba a buzón. Resignado dejó el teléfono en su lugar y se asomó afuera, ya estaba oscuro y la lluvia no cesaba. Tragó saliva, completamente preocupado. ¿Por qué Vegeta huyó de casa? Se puso a pensar, preguntándose dónde estaría en esos momentos. Hasta que recordó lo que el mayor le había dicho semanas atrás.

     Sin tomarse el tiempo de ir por una sudadera, buscó las llaves de la casa y las guardó bien. Apagó el televisor, buscó un par de linternas y salió a la calle, montando su bicicleta para llegar al centro de la ciudad. Rápidamente su cuerpo se empapó con la lluvia, pero seguía avanzando aunque el peso de su ropa se acrecentaba con el agua. Apagó sólo unos minutos la linterna, mientras pasaba frente a la casa Saiyan para evitar que la señora se diera cuenta de la mentira.

     Al llegar al centro de la ciudad pedaleó en dirección al parque. Iba con cuidado, la gran cortina de agua impedía mucho ver más allá, por lo que si un auto venía podría accidentarse. Cuando por fin llegó, caminó despacio hasta el árbol más grande, con un miedo profundo de que se haya equivocado y que el mayor no se encontrara ahí. 

     Soltó aire aliviado al ver esa silueta inconfundible de un chico de baja estatura. Sonrió, pese a que su cabellera había perdido la forma por el agua, sabía perfectamente que ese perfil débilmente iluminado por las farolas cercanas era del Saiyan. Visualizó la bicicleta del mayor tirada a un lado, así que dejó la suya ahí. En ese momento el más bajo volteó a verlo, con una expresión ligeramente perdida. Goku se sentó a su lado, recargándose en ese enorme árbol.

     —Me encontraste…

     —Yo… yo también te conozco bien, Vegeta. Tú me dijiste que siempre ibas al parque cuando te sentías mal, para pensar a solas—el mayor sólo veía hacia arriba—. P-pero eso sólo lo hacías cuando te sentías solo. Vegeta, me tienes a mí. ¿Por qué no fuiste conmigo? Soy tu amigo, estoy para apoyarte.

     —Estaba demasiado molesto, no quería desquitar ese enojo contigo. 

     —¿Fue por una discusión con tu mamá? Ella me dijo que ni siquiera le avisaste que te irías de la ciudad—el mayor no dijo nada—. S-supongo que de verdad querías ver a esa chica.

     —¿Eh?—miró al Son—. ¿Crees que ella y yo…?—soltó aire—. Ella es una amiga solamente.

      —¿La extrañabas?

      —Kakarotto, Caulifa y yo no tenemos un apego sentimental o de pareja—aclaró, luego volvió a ver al cielo y cerró los ojos—. Es la hermana de Kyabe.

     —Oh...—notó la baja en su estado de ánimo—. Vegeta, ¿qué pasó?

     —El día de la premier Caulifa me envió un mensaje, iban a abrir un juicio para abogar si Kado podría salir bajo libertad condicional por haber tenido buena conducta—empuñó sus manos—. Caulifa y sus papás iban a declarar que no creían conveniente por todos los daños que habían hecho, además del asesinato… Al yo haber sido también "víctima", considerando que muchas veces yo peleaba para defender a Kyabe, tenía mucha voz y voto en esa decisión—soltó aire—. Pero al parecer el juez que había dado seguimiento a nuestro caso tuvo que incapacitarse, así que pusieron a otro. El anterior nos apoyaba mucho, no se dejaba llevar por el cuento de "son jóvenes, por eso hacen estupideces" y entendía que, por más accidental que haya sido y por más arrepentimiento que tuviera, fue un delito y debía pagar por él. Pero el nuevo juez es distinto, se dejó persuadir por las palabras de Kado y por eso le dieron la oportunidad de salir antes.

     —¿Por eso saliste de emergencia?

    —Tengo varias "llamadas de atención" registradas. Peleas callejeras, principalmente. Pese a que todas tenían una justificación válida, como defender a alguien, fueron consideradas como represalias. Llevé una carta de buena conducta para que se convenciera de que no soy tan mal sujeto—tomó su cabello con frustración—. Pero conforme Kado hablaba y se victimizaba, me enojé y le grité. El juez se molestó conmigo y me dijo que si seguía así me sacaría del caso por, ¿cómo era? desacato en el tribunal. Kado siguió haciéndose la víctima, el juez dijo que pospondría dos meses la junta para que pudieran hacerle evaluaciones psicológicas necesarias y volver a hablarlo, para saber si dejarlo pudriéndose más tiempo en la cárcel o dejarlo retomar su vida—rio sin gracia—. Al final el juez me dijo que si yo seguía en mis pasos terminaría como vándalo, y no le sorprendería verme como acusado en un futuro.

     —Vegeta…

      —Lo hablé con Caulifa, me dijo que con un poco de suerte el anterior juez regrese para la nueva fecha. Pero hasta entonces debo tratar de no dar más problemas—miró al Son—. Llegué a casa y mamá me recibió con un grito, preguntándome qué diablos me pasaba, que por qué tengo el descaro de no pedir permiso y sólo irme como si yo me mandara. Diciendo que siempre me meto en problemas y qué clase de ejemplo le daría a Tarble—bajó la mirada con una sonrisa vacía—. Le dije que iría a tu casa, arrojé mis cosas a una esquina y salí… iba a ir contigo, pero en serio estaba demasiado enojado. Y pensé que, quizá, podría terminar rompiendo algo… Por eso vine aquí.

     —¿Sabes, Vegeta? Las cosas materiales no importan. Así hubieras roto una ventana, o roto la puerta como la de mi habitación, yo no me molestaría—el mayor soltó una risita baja.

     —He pensado mucho y, en serio te tengo tanto aprecio, Kakarotto. Pero sé que soy una horrible persona.

     —Por supuesto que no eres…

     —Mírame, Kakarotto—interrumpió—. Ni mi propia familia me acepta porque siempre estoy peleando por algo. Mis tíos se refieren a mí como "el vándalo", mis abuelos suelen esconder sus cosas de valor porque dicen que "tienen miedo de que me ponga violento y rompa algo". Y mi mamá suele regañarme hasta por respirar, yo...—calló, para respirar profundo—. Pese a que uso mi fuerza para defender a otros, o mínimo intentar hacer algo bueno, no es suficiente. Después de todo, el fin no justifica los medios.

      —Para mí sí—el más bajo lo miró—. Para mí lo que tú haces es lo correcto. Porque ni siquiera actúas contra los que hacen algo pequeño, sólo lo haces cuando es algo grave. Y siempre para defender a alguien que esté en peligro… Para mí no eres ningún delincuente, Vegeta. Nunca lo serás—colocó su mano sobre la del mayor—. Eres un poco temperamental, pero sabes controlarte. Si no, no hubieras salido de casa para evitar tratar mal a tu mamá.

     —Es bueno saber que hay alguien que me acepta con mi mal carácter.

     —Si yo pudiera iría frente a ese juez sólo para decirle todo lo bueno que tú has hecho por mí. No sólo con él, incluso lo haría con toda tu familia…

     —Yo...—sonrió de medio lado y subió su mano a la cabellera del menor—. Me gustaría que me acompañaras la próxima vez. Me sentiría más tranquilo si te tengo ahí.

     —¿En serio?

     —Has ayudado a que mejore mi manera de ser. Eres como una buena influencia para mí—rio bajo—. Quería llevarte conmigo en esta ocasión, pero… 

     —Pero, ¿qué?—preguntó ante su silencio—. ¿Vegeta?

     —Te confieso que no sólo fue por tu emoción por ir al circo. Porque, de hecho, la ciudad que fui era la próxima fecha donde estaría. Podríamos haber pasado todo el fin de semana allá y haber ido, pero...—miró al Son—. Siendo franco, me he sentido reemplazado, Kakarotto. Como si yo sólo estorbara en tu vida.

     —¿Q-qué?—tragó saliva—. ¿Por qué piensas eso, Vegeta?

     —El día que Barry me dijo que lo que tú necesitabas era salir con alguien me di cuenta de que tal vez yo no te conocía lo suficiente, no como yo creía. Y la foto que me envió Goten sólo lo confirmó.

     —¿Foto?—preguntó, el Saiyan le mostró la conversación donde el pelinegro menor le había enviado una foto de él con otro chico—. Es Shallot, un discípulo de Mister Satán. Lo conocí en la academia cuando entrené con Goten—leyó el pie de la imagen, era un "¿crees que a Goku le guste este chico? Yo pienso que sí es de su tipo"—. Sólo charlamos un poco, es un nuevo amigo.

     —Lo estuve pensando mucho, y supongo que no te conozco bien. Al menos no en ese aspecto. Y también está el regreso de Lapis Gero, tú de verdad lo aprecias y sé que cuando él regrese tú pasarás todo el tiempo con él. Como amigo, o como pareja, él ocupará el espacio que tú y yo tenemos—el menor negó despacio con la cabeza—. No estoy molesto, Kakarotto. En serio yo sólo quiero que…

     —¡Nunca te reemplazaría, Vegeta! Eres mi mejor amigo y la persona más importante que tengo—tomó entre sus manos la tela del pantalón—. Sí, extraño a Lapis y quiero verlo. Pero jamás dejaría de lado nuestra amistad. Tú has estado conmigo mucho tiempo, más que el que yo pasé con él. Estuviste en mis momentos difíciles y jamás me diste la espalda. ¡Te quiero demasiado, Vegeta! ¡Jamás te cambiaría!—miró al más bajo, que lucía un poco sorprendido y con un ligero sonrojo en sus mejillas—. Y sí me conoces bien. Sabías que yo no necesitaba de nadie, que estoy bien así. Me conoces perfectamente.

     —Kakarotto...—soltó aire—.Uno de mis miedos era que te rompieran el corazón. Si alguien te lastimaba, yo no me perdonaría por permitirlo, y no se lo perdonaría al imbécil.

     —Vegeta, gracias. Pero no te preocupes, Shallot sólo fue un amigo nuevo—sonrió—. Estoy bien así…. Ellos sólo pensaban que me vendría bien tener una cita, por la emoción que provocan. 

      —¿Sabes? Yo siempre me esfuerzo mucho por verte feliz, porque si tú lo eres también me contagias tu felicidad—el menor se sonrojó—. Fue un poco... sorpresivo para mí saber que sólo necesitabas algo tan simple como eso para animarte un poco más—sonrió—. Creo que tras mis malas experiencias proyecté que tú también podrías pasarla mal, cuando no sería así.

     —¿Te refieres a las citas que tenías con tu novia?—el mayor asintió.

     —Nunca supe exactamente por qué le acepté tantas cosas a ella, te diría que fue por amor pero ahora que lo pienso, no la amaba—soltó un suspiro—. Muchas veces la invitaba a salir, ya sea al cine o a comer, y usualmente me ignoraba por responder mensajes o hablar por teléfono. Y cuando formalizamos nuestra relación, pasamos de disfrutar tiempo juntos en un lugar para ambos, por llevarla al salón de belleza para que se arreglara las uñas o el cabello mientras la esperaba en una sala. Pensaba tanto en verla feliz que no me daba cuenta de que di más de lo que ella merecía.

     —Que horrible que haya pasado eso, Vegeta.

     —¿Qué hay de ti?

     —¿Eh? Bueno, yo nunca he tenido una cita...—sus mejillas se sonrojaron—. Pero siempre he pensado que una cita debería ser donde ambos disfruten, como tú dices, ir al cine, a comer, charlar. Ir a un parque a caminar, por ejemplo. Para conocerse mejor; a veces así uno puede darse cuenta si la otra persona será una amistad o una posible pareja gracias a hablar y conocer más de sí.

     —Tienes una inocencia muy grande, Kakarotto—rio bajito mientras miraba al cielo—. He conocido gente que ha dicho que en las citas puedes aprovechar para besarte o cruzar a la siguiente base, pero tú hablas de las cosas más puras que pudieran hacer.  Eres demasiado dulce.

     —E-es que yo no pienso así…

     —Ya te lo había dicho, eso me encanta de ti—el menor se ruborizó más—. Kakarotto, eso te haría muy feliz, ¿no? Tener esa nueva experiencia.

     —P-pues...—bajó la mirada—. Sí, Vegeta. Algún día, hacer eso con alguien, me emocionaría. Sería… lindo.

     —Es increíble, porque yo siempre he pensado que hoy en día las citas no sirven para nada. La gente sólo quiere sobrepasarse o tener algo casual sin compromiso. Pero es bueno conocer a alguien que comparte mis mismos pensamientos cursis—ambos rieron.

     —¿También hacías por ella estas cosas cursis?

     —Sí, pero nunca las apreció. Como te digo, era más importante postear fotos de la comida que charlar conmigo. Insisto, no sé por qué le soporté tanto.

     —Tal vez porque casi todos lo hacen hoy en día—respondió.

     —Tal vez—miró al Son—. Entonces, Kakarotto. ¿Qué dices?

      —¿Sobre qué, Vegeta?

      —¿Me permites brindarte ese pequeño gesto?—sonrió de medio lado—. ¿Quieres ir a una cita conmigo?

      El Son se sorprendió tanto, incluso abrió un poco la boca debido a la impresión: ahí estaba Vegeta, preguntándole si quería salir con él. El Saiyan, ante el silencio del Son, soltó aire y miró al cielo.

     —Supongo que piensas que sería demasiado incómodo salir conmigo. Quizá si llamo a Goten me pase el número del chico, ¿Shallot? Puedo hablar con él para que salgan. En la foto se veía que sí estaba interesado en ti…

     —¡Sí quiero, Vegeta!

      —De acuerdo—sacó su teléfono—. Deja le envío un mensaje pidiéndole el número y…—se detuvo al sentir la mano del Son sobre la suya, volteó a verlo y notó su vergüenza.

      —S-sí quiero tener una cita, pero contigo, Vegeta—su mirada gacha y sus mejillas sonrojadas le daban un toque de mayor ternura.

      —Bien—deslizó sus dedos por su cabello—. El domingo, a las 10. Para estar todo el día juntos.

     —S-sí—sus manos temblaban un poco, el nerviosismo lo invadió—. ¿Es buen momento para decírselo?

     —¿Estás tiritando?—se quitó la chaqueta y se la dio—. Todavía está tibia, toma. 

     —¿Eh?—tragó saliva. La tomó y se la colocó—. Sería imprudente considerando que hace unas horas estaba pasando un mal momento.

      —Vayamos a casa—se levantó y le extendió su mano—. No quiero que te enfermes.

      —Sí—la tomó y se levantó—. Gracias.

     —No es nada.

     Ambos tomaron sus bicicletas y en la oscuridad de la noche emprendieron rumbo hacia la casa de los Son. De igual manera que había hecho Goku minutos atrás, apagaron la linterna cuando pasaron frente a la casa Saiyan, para que la mujer no se enterara que estaban cerca. Al llegar, el Saiyan fue a ducharse en la habitación de Goku mientras el menor iba a la habitación que usaba el rubio. El Son se quedó pensando bajo la regadera.

      —Vegeta está en una posición vulnerable, sería muy imprudente declararme ahora. Por ahora, él me necesita como su amigo—sonrió—. Me alegra que se haya animado un poco, estaba demasiado alterado—cerró los ojos—. Después de todo, Kyabe fue muy importante para él. Y estar en esta situación, de injusticia, le pesa demasiado.

     Terminó de ducharse y, luego de vestirse con algo abrigador, fue a su habitación. Ahí estaba Vegeta, recostado sobre la cama mirando al techo de forma pensativa. Seguramente pensaba en Kyabe, o en la discusión con el juez. Se sentó en la orilla de la cama y lo miró.

      —¿Sigues molesto?

     —Un poco, conmigo mismo. Si me hubiera quedado callado, quizá no habría estado condicionado—cerró los ojos—. Ya no importa, después de todo no puedo cambiar el pasado. Lo que me queda hacer es dejar de dar problemas.

     —Sí—extendió su mano hacia la de él—. Vegeta, no vuelvas a huir al parque. Me tienes a mí, ya no estás solo.

      —Kakarotto—se acomodó de lado—. Ven.

     El menor se acostó y así el más bajo pasó su mano hacia su cabello, para acariciarlo. ¿Vegeta siempre había tenido esa manía? Cerró los ojos, disfrutando de la dulzura de ese tacto.

     —Gracias—el menor abrió los ojos y lo vio acercándose, para darle un beso en la frente.

     —N-no es nada, Vegeta—sus mejillas rojas fueron después presionadas por las manos del mayor.

      —¿Te parece si dormimos?—el menor asintió—. Acércate.

     Goku se acurrucó contra el cuerpo del Saiyan. Sintió muy cerca el latir del corazón del más bajo, era apresurado pero lo hacía sentir en calma. La respiración de Vegeta no tardó en relajarse, delatando que se había quedado dormido. ¿Y cómo no? Él había tenido un viaje largo, una discusión intensa y una batalla emocional muy grande. Vegeta era un chico muy fuerte, pero en el fondo había cosas que lo afectaban tanto.

      Debía ser difícil el rechazo de su familia cuando él sólo intentaba hacer justicia. Más allá de si era correcto o incorrecto, mínimo merecía compresión por su intención. Pero, bueno, no cualquiera es comprensivo. Aun así, confiaba en que tarde o temprano se darían cuenta de ello y dejarían de juzgar al Saiyan por ser impulsivo.

      Miró hacia el rostro del chico, era increíblemente apuesto. Una vez más se sintió nervioso y emocionado al recordar lo ocurrido en el parque. Era inexperto en el tema, pero por lo visto Vegeta no lo veía como un idiota ignorante en esos asuntos, sino que lo veía como una persona algo inocente que necesitaba la oportunidad de vivir experiencias nuevas. Sonrió emocionado, incluso tuvo que morder su lengua para evitar hacer un ruido.

      Vegeta y él tendrían una cita 

Notas finales:

(08/08/2020 By Near)


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