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Sexting por Princesa de los Saiyajin

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19

Conexiones

 

Abrió sus ojos con lentitud, encontrándose con una tenue luz entrando por la ventana. Miró a su alrededor, identificando aquel lugar donde se encontraba. Era inconfundible, la habitación de Vegeta estaba llena de libreros y un poco de desorden en el suelo. Además, había envoltorios de botanas en la mesa de tareas.

    Se quedó admirando un rato las paredes, recordando un poco. Empuñó la tela de la sábana con sus manos. ¿Acaso había sido un sueño todo aquello?, ¿y si habían discutido o quedado sólo como amigos, y él soñó la resolución que había querido? No, imposible; aquellas palabras dichas por el más bajo fueron tan reales.

     Miró la puerta cerrada, y después vio hacia el suelo donde estaba la mochila de Vegeta. Si eso había sido un sueño, entonces aquella canción no existía, ¿cierto? O quizá sólo se trataría de la memoria de una canción que vagamente oyó alguna vez.

     Aprovechándose de la soledad de la alcoba, se levantó y caminó hacia su mochila. La abrió y sacó la carpeta azul, esa donde recordó haber visto que metió la hoja. Para su sorpresa, no había nada aparte de hojas blancas y un examen del semestre anterior. Rebuscó entre los libros, pero tampoco pudo encontrarla.

     Bajó la mirada, dejó las cosas en su lugar y soltó aire. Quizá sí había sido un sueño, uno muy bonito pero irreal. Vio hacia la mesita de noche, donde había un vaso con agua. Al aproximarse se dio cuenta de que alrededor de éste había un charquito de agua, mismo que se formaba cuando un recipiente estaba frío o tenía hielo dentro derritiéndose.

    Decidió aclarar sus dudas yendo hacia la planta baja donde seguramente el Saiyan estaría. Y no se equivocó, él estaba pacientemente preparando un sándwich, tenía todos los ingredientes postrados sobre la mesa. Al notar su presencia en el marco de la puerta, el de menor estatura alzó su vista y después sonrió.

     —Ah, Kakarotto. No te desperté porque te veías cansado. ¿Quieres un emparedado?

     —Sí, por favor—se sentó y miró todo lo que había en la superficie.

     —Ten, toma este—colocó la última pieza del pan y le extendió el plato.

     —Gracias, Vegeta—se enfocó en la hoja y el lápiz que había en una esquina de la mesa. Intentó leer el título, pero por la lejanía no podía distinguir si las líneas eran de un pentagrama o de una guía para escribir normal.

     —¿Quieres leche o jugo de uva?—dijo antes de terminar de preparar su sándwich.

     —Jugo está bien—el mayor le sirvió—. Gracias.

     —De nada—se sentó frente a él—. Estaba intentando agregar unos nuevos acordes. Creo que más o menos tengo una idea para la nueva estrofa. Pero no soy bueno con las rimas.

     —¿Entonces… no lo soñé?—susurró. El mayor levantó la mirada, apenas iba a morder su emparedado.

     —¿Soñar?—repitió, Goku bajó la mirada con vergüenza—. Entonces me permitiré refrescarte la memoria—se levantó y caminó hacia él, tomó su rostro entre sus manos y unió sus labios. Al terminar, Goku sólo bajó la mirada totalmente apenado—. No sé, siento que todavía no queda claro—volvió a aproximarse a su rostro y lo besó—. Aún noto un poco de duda…

     —Vegeta, ya entendí—ocultó su rostro en el pecho del mayor, que seguía de pie frente a él. Escuchó una risita baja por parte de él—. No te burles…

     —No me burlo—deslizó sus dedos por su cabellera—. Cuando me desperté, y te vi ahí a mi lado luego de todo lo que pasó hoy, me sentí tranquilo.

     Se separó despacio, atrajo una silla para colocarla a un lado del menor y también acercó su plato y su vaso. Comenzó a comer, esta vez más cerca de Goku. El Son, por su parte, todavía estaba demasiado nervioso por esa nueva forma de ver al mayor. Lo había deseado tanto, pero ahora no sabía cómo reaccionar ante ello.

     —V-Vegeta, tengo una duda…—el más bajo lo miró, para que siguiera hablando—. ¿Por qué te gusto?

     —Muchas cosas—hizo su cabeza hacia atrás, recargándola en el respaldo de la silla, para así postrar su mirada al techo—. Eres sincero, amable, y me tocó ver esa transición entre tu “yo temeroso” a tu “yo amistoso”. Tienes demasiadas cualidades, Kakarotto. Y sé que hay muchas que me falta descubrir—soltó una risita baja—. ¿Puedo hacerte la misma pregunta? ¿Cómo pasaste de temerme a enamorarte?

      —P-pues…—soltó aire—. Empecé a notar que eras m-muy guapo y… eres muy buena persona. Y el día de la competencia… Ese día me di cuenta de que no te veía sólo como un amigo.

     —Al día siguiente te deprimiste. ¿Fue por eso?

     —No quería perder tu amistad—cruzó sus brazos sobre la mesa y apoyó su cabeza en ellos—. Jamás me hubiera perdonado alejarte.

     —Siento que cada vez que tocamos estos temas, vuelves a sentirte casi como en el momento que ocurrieron—comentó soltando aire—. Así que… ignoremos un poco lo pasado.

     —Claro, Vegeta—sus mejillas estaban ruborizadas luego de toda ese cambio de emociones—. Ehm… Quería preguntarte una cosa.

     —Dime.

     —Tú… ¿quieres ir a mi casa estos días? P-para que no te quedes solo aquí.

     —Claro que iré—se levantó—. Sólo deja que guarde todo para que nos vayamos pronto. Parece que lloverá muy fuerte.

     El Saiyan se dispuso a lavar los trastes que ensució. Se aseguró de cerrar bien las llaves del gas, de agua y de cerrar todas las puertas y ventanas. Goku pacientemente esperó en la sala, abrazando un cojín con mucho nerviosismo. Él y Vegeta estarían solos una semana, esta vez como pareja. Tragó saliva, sintiendo su corazón palpitando aceleradamente.

     —¿Nos vamos, Kakarotto?—preguntó llegando a su lado. El Son asintió y ambos salieron de la casa. Vegeta cerró con seguro y ambos se fueron en sus bicicletas hacia la casa de Goku.

     Su recorrido fue lento, disfrutaban del viento fresco de aquella tarde. La noche estaba casi por caer, y el cielo estaba repleto de nubes oscuras. Incluso a sus fosas nasales llegaba un ligero olor a tierra mojada. Aparcaron sus bicicletas a un lado de la puerta principal, y el menor con ayuda de sus llaves abrió.

     —¡Goku!—el rubio se asomó por la parte superior de las escaleras. Al verlo bajó rápidamente—. ¿Ve-Vegeta…?

     —Kakarotto, iré a dejar mis cosas a tu habitación. Dame tu mochila, también la subiré.

     Goku se quitó su mochila y se la entregó al más bajo, quien la tomó y subió con las mochilas de ambos y una maleta deportiva donde había guardado ropa para esos días. Al estar solos, el rubio decidió volver a hablar.

     —Tengo una conocida en la escuela. Me dijo que se había hecho un escándalo—el menor asintió—. Créeme que me dijo tantas cosas que hasta dudo que ella haya escuchado bien.

     —La exnovia de Vegeta llegó y le hizo un alboroto, diciendo que casi mataba a su novio; pero resulta que él sólo se defendió, a Vegeta lo molestaban junto con Kyabe porque es doncel.

     —¿E-entonces n-no era mentira?—su rostro se azuló un poco—. ¿E-en serio e-es doncel?

     —Sí… Yo también sigo sin creerlo. Pero, al final, Vegeta tiene razón. Eso no tiene por qué afectar la forma en que lo vemos—el de ojos azules asintió—. Luego de esa discusión, Vegeta y yo hablamos. Resulta que yo también le gustaba… Tenías razón, no debería huir siempre que tenga miedo de una respuesta.

     —¿Eso quiere decir que…?

     —Sí. Vegeta me pidió que fuera su novio—sus mejillas habían adquirido un tierno rubor.

     —¿Sabes? Me siento un poco más tranquilo. Tenía miedo de dejarte solo si tú y él quedaban mal; pero ahora veo que estarás bien sin mí. Créeme que te llevaría conmigo de ser necesario.

     —Pero tú y Zeshin querrían privacidad, ¿no?

     —Un poco, sí. Pero no te dejaría solo si necesitas apoyo—el menor asintió despacio—. Goku, si en algún momento necesitas algo, llámame. Yo siempre estaré para ti.

     —Gracias, Barry—el mayor lo abrazó, dándole palmaditas en su espalda—. Has sido como un hermano para mí.

     —Yo también te veo como un otooto—aquel abrazo siguió un largo rato—. Cuando quieras vayan a visitarnos.

     —Claro—se separaron—. Me gustó mucho tu casa.

     —Oh, Vegeta…—miró al Saiyan que bajaba las escaleras—. Cuida a Goku, por favor.

     —Tsk—desvió la mirada—. No tienes que pedirlo.

     —En serio, Saiyan. Si alguien le hace algo quiero que lo golpees peor que lo que me hiciste a mí—el Son se avergonzó.

     —Tsk, ¿tan poco te pareció?

     —Bueno, te sentí demasiado blando—el más bajo sonrió de medio lado.

     —¿Quieres una revancha? Boxeo, tres rounds. Un calentamiento solamente, tipo exhibición.

     —Por supuesto—soltó su agarre al cuerpo del Son.

     Goku, resignado a que no iba a poder hacer entrar en razón a ambos para que desistieran de su idea de pelear, los ayudó a mover los muebles del centro de la sala. Una vez que la alfombra estuvo libre, miró a ambos, que terminaban de colocar unas vendas improvisadas en sus manos.

     Se sentó en el sofá y, con ayuda de un cronómetro en el celular del Saiyan, marcó tiempo para dar inicio de la pelea. Se quedó viendo a aquel par de adolescentes, el rubio con su playera blanca y el más bajo que se había quitado la playera, quedando con su torso desnudo.

     Ese Vegeta… ¿acaso no le daba vergüenza nada? Recordaba las veces que el Saiyan se había quedado en interiores cuando terminaban de entrenar para entrar a tomar una ducha. Y ahora otra vez se quitaba la camisa sin importarle ni siquiera un poco.

     Miró la pelea con detenimiento, quedándose asombrado por la agilidad que ambos tenían para dar sus ataques. Si bien Barry tenía la ventaja por la estatura y el largo de sus brazos, Vegeta tenía una rapidez mayor.

     En un momento el menor de ambos calló al suelo, tras un puñetazo en el rostro. Barry limpió el sudor su rostro con el antebrazo. El Saiyan se levantó y volvió a atacar, esta vez en serio. El segundo el caer fue el rubio, así que Vegeta sólo sonrió con orgullo al oír a Goku decir que el tiempo se había acabado.

     Los tres rounds habían sido intensos, pero ese último había desatado en ambos ese sentido de competitividad. ¿Y cómo no? Si su primer encuentro también había sido interrumpido, y ambos por mero orgullo se negaban a aceptar la derrota contra su contrario.

     —Creo que es empate…—dijo Goku, el más bajo ayudó al de ojos azules a levantarse—. Ambos lo hicieron muy bien.

     —Buen golpe—dijo una vez se incorporó—. Me dio gusto pelear contigo, Vegeta—su respiración era un poco agitada—. Deberías entrar a boxeo.

     —No me agrada limitarme a usar los brazos—el mayor se sentó en el sillón—. Gracias por la pelea.

     —Vegeta, ahora que tú y Goku estarán juntos, les deseo lo mejor—dijo sinceramente, con una sonrisa. Las luces parpadearon un poco, y un fuerte trueno se escuchó. El rubio miró sorprendido hacia las ventanas, viendo que había una lluvia un poco fuerte. Miró algo temeroso la hora—. Demonios. No, no, no…—se colocó la chaqueta negra y metió las llaves en su bolsillo—. Zeshin salió hace veinte minutos, y el restaurante cerraría temprano hoy. Me voy, vendré a verte otro día, Goku.

     —Barry, ve con cuidado. Es muy peligroso el pavimento mojado—el mayor se detuvo un segundo solamente, sí se había agitado mucho—. Llámale y avísale que tardarás un poco.

     —Sí… tienes razón—le dedicó una media sonrisa a ambos—. Nos vemos otro día, chicos.

     El rubio salió rápido a la cochera y subió a su camioneta. Envió un mensaje avisándole a su pareja que ya iba en camino y encendió el motor. El viaje no era largo, pero el hecho de tener que conducir con poca luz y con lluvia era un reto. Al llegar a la zona de un estacionamiento de libre acceso, se asomó a la parte trasera de la camioneta, dándose cuenta de que por su prisa por llegar ni siquiera se fijó en que dejó el paraguas en la casa del Son. Bajó, colocó el seguro con las llaves y se quitó la chaqueta para cubrirse con ella.

     Corrió hacia el restaurante, notándolo cerrado y con el pelinegro recargado en la pared, ya completamente empapado por la lluvia y con la mirada al suelo. Se sintió increíblemente mal, había fantaseado con que su ida a su nuevo hogar donde ambos estarían juntos sería maravillosa, pero ahora dudaba si el más bajo todavía querría hablarle luego de abandonarlo un largo rato bajo la lluvia.

     —Zeshin...—llamó y se descubrió, para colocarle su chaqueta al de ojos verdes, mínimo para que volviera a adquirir un poco de calor corporal. Al tocar sus brazos sintió su piel helada—. Perdón…

     —¿Eh? No te disculpes—soltó una risilla baja que casi se perdió con el sonido de la intensa lluvia que caía sobre ellos—. Vegeta me envió un mensaje diciéndome todo. Estoy tranquilo de que no te precipitaste en llegar, es muy peligroso conducir en estas condiciones.

      —Pero…

     —Sólo es agua, relájate un poco—el rubio colocó sus brazos a cada costado del pelinegro, apoyándose contra el muro mientras bajaba la mirada—. De hecho, quise quedarme aquí porque hace tiempo que no disfrutaba estar bajo la lluvia. Creo que la última vez que lo hice fue hace como ocho años.

      —Soy un idiota. Creo que entre más trato de hacerlo bien, sólo me equivoco—soltó un pesado suspiro—. Lamento todo.

     —Pareces un cachorro regañado—tomó el cuello de su playera y lo atrajo—. No te preocupes. Estoy bien, tú también lo estás. Es lo importante.

     —Gracias—cerró sus ojos y unió sus labios con el pelinegro en un casto beso.

    —Ven acá, baka...—lo atrajo y volvió a besarlo, esta vez de forma más duradera.

     Ambos jóvenes compartían con el tacto de sus labios una muestra de cariño y de aprecio por el otro. ¿En qué momento apresurado decidieron pasar del coqueteo casual a una verdadera relación? No tenían tanto de conocerse, y a pesar de ello sentían que en el otro tendrían lo que les faltaba, que el otro era una clase de complemento.

     —Ze...—tomó un poco de aire por la boca cuando se separaron, lo dejó salir lentamente, llegándole al pelinegro ese aire tibio.

     Volvió a unirse en un beso, pero este fue un poco más intenso. Ambos perdieron esa timidez que solían tener siempre que sus labios se conectaban, para poder comenzar con un jugueteo travieso. Sus lenguas se encontraron, y en un rítmico movimiento dejaron fluir todas aquellas emociones que tenían dentro.

      —Ze...sh… ¿Crees que sea buena idea…? Hay… una cámara de seguridad...—dijo tomando aire. Sus blancas pieles delataron el sonrojo pronunciado que se acrecentaba en ambos.

     —Esa cámara no sirve—apoyó sus muñecas en la nuca del rubio—. No hay… problema en eso.

      Volvieron a besarse, esta vez con sus cuerpos cercanos en un abrazo, donde sus pechos húmedos por la lluvia se tocaban. La temperatura de sus cuerpos iba en aumento, y el calor de su saliva era sentido por el contrario. Barry subió sus manos hasta el rostro del pelinegro, para tomarlo entre ellas y dedicarle una sonrisita.

     Sus ojos estaban entrecerrados, y con las mejillas sonrojadas. Su respiración era agitada, levemente acelerada. Unió sus frentes, ambos podían sentir el aire caliente escapándose de la boca del contrario. Zeshin soltó una risilla mientras apoyaba su cabeza en el hombro del rubio.

     —Si hace tres meses me decían que iba a estar así con alguien, que incluso iría a vivir con él a dos meses de conocerlo, les habría dicho que es una locura…—Barry pasó sus manos a la espalda del pelinegro, para poder abrazarlo más fuerte—. Es la primera vez que alguien me pone así.

     —También a mí—sintió estremecerse aquel cuerpo cuando respiró en su cuello—. Zeshin, me gustas demasiado.

     Volvieron a besarse. Bajo la lluvia, y sin ninguna persona que los molestara, ambos abrazados con cariño se demostraban su aprecio con aquel contacto de sus labios. Sus cuerpos compartían el calor en ese clima helado.

     —Ba… Barry…—tomó un poco de aire, ambos estaban demasiado agitados—. Vámonos…

     A pasos apresurados ambos se dirigieron al estacionamiento, subieron a la camioneta del rubio, y comenzaron a cubrir los vidrios con los protectores solares, para quedar dentro de un espacio que no permitía que alguien allá afuera los viera.

     Barry hizo el asiento del conductor hacia atrás y Zeshin pasó hacia aquel lugar, para sentarse sobre sus piernas y así ambos continuar besándose, esta vez con menos preocupaciones. La excitación era evidente en ambos, tenían en sus pantalones ya marcada una pequeña semierección tras aquel largo rato de besuqueo y caricias.

     —¿Estará bien que lo hagamos por primera vez en un auto?—preguntó con sus ojos entrecerrados, su piel clara delataba el pronunciado sonrojo de sus mejillas.

     —Créeme que sería el lugar más lujoso en el que lo he hecho—respondió en voz baja, él también estaba agitado.

     —¿En serio?—preguntó, con una ligera sonrisa divertida.

     —Mi primera vez fue en un baño público en una fiesta. Era un espacio demasiado pequeño, y tuvimos que hacerlo rápido porque estaban intentando entrar. Fue un desastre esa noche, porque por accidente tiré soda en el vestido de mi novia—soltó una risita baja.

     —La mía fue en casa de la chica con la que salía. Habíamos terminado de hacerlo, y llegó su padre. Tuve que salir por la ventana para que no me viera—el pelinegro también rio por la anécdota de su pareja—. Salí al jardín trasero, en bóxers. Me puse únicamente el pantalón para poder salir corriendo.

     —Creo que ambos hemos tenido pésimas experiencias en ese aspecto—ambos lucían más relajados tras aquella conversación, donde hubo risas.

     —Vamos a casa, ¿sí?—subió su mano a la mejilla del pelinegro, para acariciarla con su pulgar.

     —Claro—se incorporó y se pasó al asiento del copiloto.

     Quitaron los protectores y el rubio comenzó a conducir despacio hacia su nuevo hogar. La lluvia no había cesado, pero por lo menos ambos ahora tenían menos frío gracias a la calefacción del auto. Llegaron a su casa, y cuando estacionó en su cochera entraron a la casa.

     Era demasiado cálida y acogedora, además de que las ventanas amplias permitían que entrara suficiente luz de afuera para iluminar la sala que tenía las luces apagadas. Zeshin sintió al rubio abrazándolo por la espalda para después acariciarle el pecho. Sus pezones estaban erectos debido al frío exterior.

     —Te quiero mucho…—el pelinegro volteó y rodeó su cuello con sus brazos para volver a besarlo.

     Con pasos torpes y sin interrumpir su beso, se dirigieron a su habitación. Zeshin se sentó en la orilla de la cama mientras el rubio sostenía su rostro entre sus manos. La lengua cálida del de ojos azules se acariciaba contra la suya, ambos estaban ya completamente excitados y con una intensa necesidad del contacto del otro.

     —Zeshin…—comenzó a besar su cuello despacio, saboreando las gotitas de agua que todavía estaban en su piel. Sintió cómo aquel chico soltaba varios suspiros, un poco más intensos que antes.

     Zeshin fue el primero en dar el siguiente paso, acariciando la entrepierna del rubio por encima de la ropa. Volvieron a besarse, sin dejar de acariciarse. En un momento el pelinegro se quitó la camisa, quedando con el torso desnudo ante la mirada de Barry.

     —¿Quieres empezar tú?

     —Yo…—sus mejillas ya estaban completamente rojas—. E-está bien…

     Se quitó la playera, y con un poco de timidez se encargó de quitarle el pantalón al pelinegro. A diferencia de Zeshin, Barry tenía su abdomen marcado, y sus brazos mostraban musculatura. Cuando lo desnudó, él también se quitó sus prendas restantes.

     —Ven acá, baka—volvieron a besarse.

     Pese a que ambos chicos en su adolescencia se habían dejado llevar por las hormonas, ahora que ambos a sus dieciocho años tenían un poco más de madurez se sentían nerviosos. Ahora que entendían de mejor manera la importancia del contrario en sus vidas, además de comprender cómo funcionaban sus cuerpos, no sabían cómo empezar a expresar de aquella forma su sentir.

     —Ahhh—hizo su cabeza a un lado cuando el rubio le besó el cuello. Barry sonrió al encontrar una de las zonas que más placer le causaba al chico.

     Se acomodaron ambos en el centro de la cama, lo más cerca posible mirándose de frente y, debido a que ambos eran completamente inexpertos en el tema de hacerlo con un hombre, empezaron rozando sus entrepiernas. Se podía divisar en el rostro de ambos la excitación y nerviosismo que tenían, pero sobre todo el deseo de continuar.

      Barry se encargó de todo, comenzando con un ligero movimiento de cadera, haciendo que ambos miembros se tocaran en un roce rítmico. Siguió con una caricia y movimientos con su mano, tomando ambos y masturbándolos. Se inclinó hacia adelante para volver a besarle el cuello, el pelinegro sólo atinó a abrazarse a él, suspirando en su oído, aumentando la excitación de ambos.

     —Z-Zeshin… aishiteru—le susurró, tocando el prepucio con su pulgar.

     —N-no hagas eso…—tragó saliva fuerte e incluso tomó con un poco de fuerza la cabellera del rubio—. Mmhh…

      Barry siguió con el movimiento de su mano, él también se sentía bien al estar tan cerca del pelinegro. ¿Era demasiado pronto para decir que quería estar toda la vida con él? Ni siquiera lo había pensado cuando decidió empezar una relación con él; nunca pensó en la parte de tener relaciones sexuales, ni siquiera tenía el conocimiento adecuado del sexo por esa otra zona.

      Quizá porque, al final, su objetivo nunca fue saciar con él sus sentidos de lujuria o lascivia, sino que quería su compañía, su cariño y poder estar a su lado. Y, al parecer, a ese pelinegro tampoco le molestaba la idea de que ambos eran inexpertos, sino que estaban descubriendo juntos esas nuevas sensaciones y experiencias.

     Aceleró su movimiento, sintiendo el cuerpo del otro temblar. Él también sintió sus piernas contraerse, aceleró el movimiento de su mano, hasta que el profundo suspiro del de ojos verdes resonó. Su mano se llenó de aquel líquido blancuzco que alcanzó a manchar el abdomen de ambos.

     Lo abrazó y apoyó su mentón en su hombro, en lo que ambos regulaban su respiración. Deslizó sus dedos por la cabellera de él, finalmente colocó sus manos en su espalda, cerrando sus ojos con satisfacción y calma.

     —Me gustas mucho tú también…—se separó un poco para unir sus frentes y verlo con una sonrisilla—. ¿No fue muy rápido considerando que empezamos hace poco nuestra relación?

     —Tú… ¿crees eso?

     —Bueno, sí—lo besó—. Pero no me arrepiento.

     —Ah…—soltó una risita—. Yo tampoco… Zeshin—besó su mejilla y bajó a su cuello.

     —Oye, ya deja de tocar ahí—el mayor rio.

     —Es bueno saber qué te gusta—miró la expresión ligeramente agotada que tenía—. Te ves cansado.

     —Fue un día largo—volvió a besarlo—. Pero al menos con un buen final.

     —Lo mismo digo.

     —Iré a ducharme… ¿vienes?

     —Yo…—sonrió un poco avergonzado—. Creo que te esperaré, además necesito cambiar las sábanas.

     —Bien—se levantó de la cama y caminó al baño.

     Barry, tan sólo vio que entró, pudo ocultar su rostro en la almohada. ¡Lo habían hecho! Si bien no hubo penetración, sí habían estado en una situación tan intensa e íntima juntos. Si a él le hubieran dicho que lo haría con un chico, seguramente habría hecho un escándalo. Pero ahora, sólo sentía ganas de estar siempre con aquel muchacho.

     Se colocó el bóxer, para evitar la incomodidad de andar caminando desnudo, y se apresuró a quitar las sábanas, que estaban húmedas por sus cuerpos mojados. Hizo la bola de mantas y ropa a un rincón de la habitación, pensando en lavarlas la mañana siguiente, y sacó del armario un juego nuevo. Puso en el colchón el edredón y un cobertor.

     Cuando el pelinegro salió, entró. Tomó una ducha rápida con agua fría y se vistió con un pants y una playera. Finalmente salió y vio a su novio en la cama, acostado con el pecho contra el colchón. Se secó bien el cabello y fue a acostarse a su lado.

     —Si queremos probar hacerlo “hasta el final” necesitaremos lubricante y condones—comentó, para después apagar la pantalla de su celular—. No es tan complicado, pero sí requerirá un poco de paciencia y preparación.

     —¿E-estuviste investigando?

     —Por si acaso…—lo miró con una sonrisa divertida—. Aunque no me molestaría continuar como lo hemos hecho hasta ahora.

     —El fin de semana tengo libre, tú también… Podemos salir de paseo tú y yo, o podemos quedarnos en casa—el pelinegro lo vio con cierta burla.

     —¿A seguir “practicando”?

     —Sólo si tú quieres—consiguió que riera—. ¿Eh? ¿Tienes un tatuaje?

     —Sí… ¿no te lo había dicho?—el rubio negó despacio—. No te molesta, ¿o sí?

     —No, no me molesta, sólo no lo había notado—se quedó viendo aquella zona del omoplato—. ¿Tienes mucho con él?

     —Seis meses—soltó aire—. Fue el último dibujo que mi hermano hizo. Somos él y yo—se refirió al conjunto de garabatos que simulaban bolitas y palitos mal hechos.

     —Zeshin…—deslizó sus dedos en esa zona—. Es muy bonito.

     —He pensado que… estaría bien visitar a mi mamá. Sólo quiero saber si ya superó su alcoholismo y si está viviendo bien.

     —A pesar de lo que te hizo, te preocupa. No te merece, eres el mejor hijo que pudo tener—se acercó y se acurrucó a su lado, para abrazarlo—. Iré contigo, no estarás solo cuando hables con ella.

     —Quería llevar también a Goku conmigo, pero no me gustaría que se deprima. En ese lugar pasó por mucho…

     —Si nos llevamos a Vegeta también, estoy seguro de que todo estará bien…—le dio un besito en la punta de la nariz—. Por cierto, ganaste la apuesta. Pero, ¿cómo supiste que en serio Vegeta estaba interesado en Goku?

      —Se delataban demasiado, los dos—sonrió—. ¿Entonces se declaró?

      —Al parecer, Vegeta es doncel—aquellos ojos verdes mostraron mucha sorpresa—. No sé exactamente qué pasó, pero hubo un escándalo en la escuela y se reveló eso. Vegeta se molestó y Goku habló con él. Y sí, se declaró.

     —Cuando se veían sonreían mucho. Sobre todo Vegeta, era raro que lo hiciera si no estaba Goku con él—el rubio sonrió—. Realmente era muy obvio.

     —¿En serio? Yo jamás lo habría notado.

     —Como sea… Es bueno saber que ya no tendrán problemas—se acurrucó contra él, para después bostezar—. Buenas noches.

     —Buenas noches—se quedó un largo rato viendo aquel rostro. Besó una última vez su piel y se acomodó para dormir él también, esta vez con más paz que en otras ocasiones pasadas.

 

***

 

—¿No estás agotado o mareado, Vegeta? Barry… sí te golpeó un poco fuerte—mencionó al verlo sentado en el suelo viendo al techo. El mayor volteó a verlo, anotó un último dígito en su libreta y la dejó a un lado.

     —Sólo pensaba unas cosas—la mirada preocupada del Son lo hizo continuar—. Recuerdo haber leído algo sobre esta tarea en un libro. De cómo se obtenían las fórmulas; ya sabes, la demostración. Pero no recuerdo en cuál.

     —Creí que te sentías mal—mostró una mirada apenada—. E-es que tú una vez me dijiste que si Goten recibía golpes, le afectarían. Y t-tú… bueno, yo…

     —¿Crees que me has lastimado sin saber?—el menor asintió—. Supongo que también te preocupa que Barry me haya lastimado hoy.

     —P-perdón si pregunto estas cosas, sé que no te gusta el tema.

     —¿Qué no me gusta? No es eso, Kakarotto. No lo creía importante en el pasado, pero si quieres saber algo, te responderé—el menor tenía el rostro rojo por la vergüenza—. Estoy consciente de las consecuencias de todo, Kakarotto. Por eso siempre estoy alerta y he mejorado mis reflejos. Además, ya te lo había dicho antes, no es muy diferente entre tú y yo.

    Se levantó y caminó hasta él, tomó la mano del Son y se levantó un poco la playera, para que le tocara el abdomen en la parte baja de éste. Goku inmediatamente retiró su mano, dejando a un Saiyan confundido por su reacción.

     —¿Qué ocurre, Kakarotto?

     —¿N-no te molesta que toque…?

     —Creo que te han dicho demasiadas cosas sobre qué es correcto y qué no—soltó una risita—. Kakarotto, estás tocándome el abdomen, no tiene nada de malo. Y si todavía no te convence eso, te estoy dando consentimiento—el menor asintió despacio y dejó que el Saiyan lo guiara.

      Realmente había muchas cosas que ahora veía que estaba equivocado. Si bien había tenido clases de biología donde se veía la anatomía del cuerpo humano, en las escuelas no se impartía educación sexual apropiada, por lo que no sabía realmente cómo funcionaba el cuerpo de un doncel a diferencia del de un varón. Apostaba que, incluso, había muchas cosas que no conocía ni de sí mismo.

     —Vegeta, ¿te duele a veces?

     —No—rio—. ¿Por qué debería doler?

     —N-no lo sé…—el Saiyan le revolvió la cabellera cuando lo vio tan apenado.

     —Kakarotto, es tarde. Durmamos, mañana tenemos que ir a la escuela temprano.

     —Vegeta, ¿qué pasará con Bulma?

     —¿Qué pasará con ella? Si no me ha hecho caso y sigue yendo a la escuela, creo que adelantaré la solicitud de la orden de alejamiento.

     —Ella… es muy bonita. Ahora entiendo por qué te gustaba.

     —Era buena persona, por eso me gustaba. Pero ahora mostró la víbora que es.

     —¿Víbora?

     —Mudando de piel mostrando una nueva cara—soltó aire y se acostó, el menor se acomodó a su lado—. No estás celoso, ¿o sí?

     —B-bueno, es que ella es muy….

     —Su cara no justifica su personalidad horrible—interrumpió y subió su mano hasta su mejilla—. Me gustas sólo tú, Kakarotto.

     —¿Sólo yo…?

     —Sí, sólo tú—sonrió—. No te preocupes por ella, si tiene algún problema con gusto la atenderé.

     —Vegeta, no me gustaría que golpearas a una chica.

     —¿Quién dijo que la golpearía? No soy un cobarde—soltó aire—. Ella dijo que yo la amenacé, pero…—miró al Son—. No lo hice. Al menos yo no lo sentí como una verdadera amenaza.

     —¿Quieres contarme, Vegeta?

     —No hay mucho que contar. Cuando terminamos, a las tres semanas comenzó a salir con otro chico. Yo empezaba a pelear mucho por defender a Kyabe, el chico me comenzó a molestar a mí también cuando se enteró que soy doncel. Y en una ocasión me puso contra la pared, lo golpeé tan fuerte que cayó inconsciente al suelo. Bulma me reclamó, le grité diciéndole que dejara de defenderlo, que estaba equivocada—suspiró—. Me dijo que se arrepentía de alguna vez haberme aceptado. Y yo le dije “más te vale que te mantengas lejos de Kyabe y de mí, o te arrepentirás”.

     —Vegeta…

     —Luego de lo que pasó, ni siquiera me sentía con ganas de verla. Mi intención nunca fue lastimarla, sino que tuviera las consecuencias que merecía. Como revelar el fraude que hizo con los resultados finales de un examen, para que la expulsaran de la escuela. Lo hice, pero como estábamos en una situación de conflicto, se excusó diciendo que mentía para afectarla. Además, sí llegué a gritarle muchas veces.

     —¿Y qué harás ahora, Vegeta?

     —Esperar—colocó sus brazos detrás de su cabeza—. Gracias a ti me he portado bien, así que tengo ventaja esta ocasión.

     —¿G-gracias a mí?

     —Ayudas que me mantenga sereno, y este semestre no tuve ningún reporte. Ante los directores, soy un buen alumno.

     —Lo eres, Vegeta…—el mayor lo vio con una sonrisita coqueta, causándole un sonrojo—. E-es que tú…

    —Kakarotto—se acercó y lo besó, consiguiendo que se sonrojara más—. En el pasado fui muy impulsivo, pero ahora he cambiado. Sé que eso no borrará mis errores pasados, pero por lo menos ahora no los volveré a cometer. Menos frente a ti.

     —Es… muy maduro de tu parte, Vegeta—se acomodó más cerca de él, pasando su brazo por el pecho del mayor, para dormir más cómodo apoyándose en él.

     —Y, si algún día crees que me estoy equivocando en algo, me gustaría que me lo dijeras.

     —L-lo haré, Vegeta…

     —Hoy fue un gran día—comenzó a acariciarle la cabellera—. Me gustaría que, cuando le digas a tu mamá lo nuestro, me avises para venir. Me gustaría hablar con ella.

     —Pero si le agradas mucho…

     —Me gustaría venir apropiadamente. Y decirle “señora Son, estoy saliendo con su hijo. Ahora me verá el doble de tiempo en su casa”—Goku rio—. Kakarotto, con respecto a lo que pasó ayer… En serio me gustaría que dejaras de ocultarme cosas. Cualquier duda o detalle pequeño, me gustaría que me lo dijeras. Para buscar soluciones juntos.

     —C-claro—cerró los ojos—. Perdona que no sepa cómo actuar en estas cosas, e-es que eres el primer novio que tengo.

     —Me agrada eso de que no tomes en cuenta al otro imbécil—Goku ocultó su rostro en su hombro—. Sigo con ganas de ir a Osaka a golpearlo.

     —No viajarías a otra ciudad sólo para pelear con alguien, ¿verdad?

     —Tal vez no, para no perder tiempo—sonrió—. Pero por ti viajaría al otro lado del mundo.

     —Y-ya no digas esas cosas—podía sentir el latir de su corazón acelerado.

     —Mañana entraré al club de artes marciales, estaré contigo todos los entrenamientos.

     —¿En serio?

     —Sí. Quiero retomarlo… —al tener la mirada del menor sobre la suya sonrió—. Y estar viéndote también.

     —Hmph—volvió a bajarla con las mejillas sonrojadas. Vegeta jugaba mucho con él haciéndole esa clase de comentaros para avergonzarlo.

     No, no era para avergonzarlo. El Saiyan sí lo quería, y si bien no sabía decir abiertamente todo, sí se esforzaba y lo hacía a su manera. ¿Qué no era eso lo que había deseado él? Tener a alguien que lo quisiera y al mismo tiempo le demostrara apoyo. Vegeta era todo lo que alguna vez quiso.

    —Es extraño, Kakarotto, que nunca sospecharas que me gustabas. Creo que era muy obvio que me interesaba alguien. Y sólo hablaba contigo.

     —E-es que yo creí que quien te gustaba era Barry…

     —¡¿Barry?!—su rostro se azuló—. Iugh…—cerró los ojos e incluso mostró una expresión de ligero asco—. Déjame borrar la imagen de mi cabeza.

     —¿Eh?—sonrió tímidamente—. P-pero si Barry es apuesto…

     —Perdona, Kakarotto. Pero no puede ser que creyeras que me fijaría en él. Nunca de los nuncas lo haría…

      —…—empezó a reír por la expresión del más bajo. Se le quedó viendo un rato—. Vegeta, me siento muy feliz contigo.

     —Yo también, Kakarotto—lo abrazó más fuerte—. Eres muy importante para mí.

     —Vegeta—bostezó—. Buenas noches…

     —¿Eh? Buenas noches, Kakarotto.

     Siguió dándole caricias en su cabello, hasta que el Son por fin se quedó dormido. Besó su cabeza y empezó a tararear mirando al techo.

     —Lalala la la la lalala lala la la la… El universo te puedo dar…  Hmph…—entrecerró los ojos—. Sólo por un instante de ¿tu mirar?—soltó aire y miró el cuerpo del Son—. Creo que seguiré en otra ocasión. Después de todo, ahora tenemos una vida entera para ello—cerró los ojos y se acomodó para dormir mejor—. Aishiteimasu, Kakarotto…

Notas finales:

Quiero agradecer a todos por este tiempo juntos. El pasado 9/09/2020 se cumplieron 50 meses desde la publicación del primer capítulo de Sexting. Muchas gracias por el apoyo.

Les traigo unos fondos de pantalla (el primero de la pareja secundaria, que hice y publiqué hace unos meses, y los otros dos de la pareja principal, cortesía de @Soy_Nere). Están en el link de wattpad.

Gracias por todo.

 

(10/09/2020 By Near)


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