Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Junio 25 de 2017

Oficialmente retorno de mi hiatus y pongo fin a la espera a la que se han visto forzados todos ustedes. Sí, estoy en vacaciones T-T por fin!! Ay, cuanto los extrañaba.

¡Hola, hola mis preciosas personitas! Espero todos estén muy, muy bien. Dios, no saben cuanto ansiaba poder regresar por aquí. Si quieren saber las razones, puedes visitar mi página en facebook "AliV un mundo de relatos" que allí explico las razones y también dejé una sorpresita :D

Lo que leerán a continuación contiene: 12.595 palabras, 48 páginas de word... el capítulo más largo de Reasons to love hasta el momento :O Pero eso es lo de menos, yo sólo espero les guste. crucemos los dedos para que se publique completo.

Como estuve escribiendo por la página, en este capítulo aparecen otros personajes y se arma un nuevo lío je, je, je. Hasta les di spoiler!! Me matarán. 

Muchisimas gracias a todos los que dejaron comentarios en el capítulo pasado (aún no he terminado de responderlos), y en general, a todos los que leen esta historia. Sin ustedes, esto no tendría futuro.

Imagen bonita de regalo: Zorro & Mapache 

Vayan a leer~

XVII


 


     El refrescante viento veraniego ondeaba entre las brillantes hebras de cabellos rubios, al son de sus pasos por aquel conocido camino de piedras por el que hacía tiempo no transitaba. Naruto anduvo con tranquila lentitud hasta el terreno familiar, llevando consigo un par de ramos de flores, lirios blancos para su madre y rosas rojas para su hermana, tal como había prometido. Estando a punto de finalizar su pequeño recorrido, los nervios en Naruto tomaron protagonismo, y un leve malestar recorrió su interior al reaccionar realmente a lo que estaba aconteciendo. Por fin, luego de dos años, regresaba a su país natal, sintiéndose plenamente seguro de que había logrado lo pedido y propuesto, no sólo por él mismo, sino también por su difunta hermana; por lo que ahí se encontraba, por primera vez, frente a la tumba de Karin.


–Bueno, supongo que esto era lo que querías, ¿no? No estoy muy seguro, pero aquí me tienes. Ya ha sido un buen tiempo fuera de casa. Tengo que agradecerte, al final sí era algo que necesitaba –. Naruto giró su rostro levemente y luego volvió la vista a la tumba de su hermana–. Pero te advierto que estoy en varios problemas por hacerte caso... Oh, mi pobre cuerpo ya siente el dolor –gimió ante el doloroso pensamiento.


– ¡Papi!


–Ya tengo que irme, Karin. Hoy será un largo día.


El rubio se agachó y acarició lentamente la lápida, mientras acomodaba las brillantes rosas que había llevado para ella. Una nostálgica sonrisa se dibujó en su rostro.


–Descansa, mi hermosa rosa fugaz.


Dándose media vuelta, el rubio se acercó a sus acompañantes, tomando al pequeño moreno entre sus brazos.


– ¿Está todo bien? –preguntó la persona a su lado, mientras avanzaban hacia el parqueadero.


–Sí, todo bien –asintió levemente–. ¿Me acompañarás esta noche?


–No creo que esté bien ir –musitó–. Luego me vas a dejar por ahí tirado y me aburriré.


–Serás mi acompañante –insistió.


–Hasta que veas a ese tal bastardo y te olvides que yo estoy allí. No, mejor Haru y yo nos quedamos en el hotel.


–No seas amargado, Haku, dejamos a Haru con Ryu y problema resuelto.


– ¿Con el hijo de tu amigo el extraño? No.


Naruto sonrió divertido ante sus gestos.


–No te quejes, hablas como si no lo conocieras y hasta te agrada.


– ¿Ese mocoso? Ni hablar, es tan desesperante como tú. No me gusta.


– ¿En serio? –debatió con diversión–. Lo que vi hace un par de días no era exactamente eso...


– ¡Cállate, Naruto! –Exclamó avergonzado ante la carcajada que soltó el rubio–. Tú no viste nada –sentenció.


–Bien –asintió–. Yo no sé nada y tú me acompañarás esta noche.


Haku resopló. –Dios, no sé cómo puedo ser tu amigo.


–Me adoras –aseguró–. Y soy el padre de Haru. ¿Cierto bebé?


–Papi, ¿vamos por chocolates? –pidió el pequeño, apretando las mejillas del doctor para llamar su atención.


–No –respondió Haku, rápidamente–. No, Naruto. 


–Claro que sí, campeón.


– ¡Naruto, deja de consentirlo!


–Es mi bebé y se merece todos los chocolates que quiera.


–No deberías estar diciendo eso, eres doctor.


–Y como tal, apruebo que coma muchos chocolates –asintió firmemente, fijándose luego en el pequeño–. Solo comeremos tres, ¿de acuerdo?


– ¡Cinco! 


–Tres y medio, esa será mi última oferta o nada.


El niño paseó su mirada de Naruto a Haku, y pareció meditar la oferta por unos cuantos segundos, hasta que finalmente asintió.


–Está bien –resopló.


–Y te quedarás esta noche con Ryu, porque Haku y yo debemos ir a una reunión. ¿Te portarás bien?


– ¿Me traerás un juguete? 


–Haruka, no –se adelantó Haku, negándose antes de que el rubio abriera la boca.


–Mañana iremos a comprar juguetes, ¿sí?


– ¡Sí!


–No lo consientas tanto. No tienes que hacerlo.


–No es algo que me puedas prohibir, Haku, y no se habla más del tema. Vamos a buscar a Ryu.


–Contigo no se puede –gruñó con frustración, escuchando como las carcajadas de su sobrino y amigo, resonaban por el solitario lugar.


 


 


 


     El murmullo de su acompañante, hizo que Sasuke levantara su rostro de los documentos que tenía en las manos y que, desde hacía un buen tiempo había dejado de leer, porque su mente estaba decidida a no enfocarse o pensar en otra cosa que no fuera tan importante; y con eso, se refería por supuesto a Naruto y su extraña carta que había estado leyendo en más de una ocasión, hasta el punto de casi aprenderse lo que decía, como había sucedido con todas las anteriores que le había enviado en el pasado.


– ¿Qué? –finalmente preguntó.


–Llevo un buen rato hablándote –señaló Gaara–. ¿Estás bien?


–Sí, no pasa nada.


Gaara le miró fijamente durante unos segundos, y Sasuke se dio cuenta de que no le creía, pero tampoco ahondaría más en el tema.


–Te estaba preguntado si habría problema en que me fuera antes, debo ir a casa de mi abuelo para ultimar unos detalles de la fiesta.


–Ah sí, no hay problema –aseguró–. Yo también pensaba salir antes, prometí a los niños que los llevaría a comer ramen.


Gaara no pudo evitar echarse a reír.


– ¿Qué es gracioso? –cuestionó, mostrando su habitual ceño fruncido.


–Tu detestas el ramen.


–Pero lo niños no, y si eso los alimenta, entonces está bien.


– ¿Y qué hay de ti? Porque no te ves muy bien.


–Me siento como siempre.


Gaara le miró contrariado. –Hablo de tu salud, Sasuke. ¿Has ido al doctor?


–Sí –respondió rápidamente, siendo evidente.


–Mentiroso –refutó el mayor–. Así como te preocupas por los niños, deberías hacerlo por ti también. Ellos dependen de ti, Sasuke. No lo olvides.


–Suenas como él, cállate –se quejó, frunciendo más su, de por sí, arrugado ceño.


– ¿Cómo él? ¿Quién? –curioseó.  


–Nadie –dijo.


–A caso se trata de…


–De nadie –le interrumpió–. No hablaba de nadie –finalizó poniéndose de pie, recogiendo los papeles lo mejor que pudo, antes de salir de la oficina junto a su cuñado.


–Puedo no saber de quién se trata, pero estoy seguro que es la razón por la que últimamente luces tan pensativo.


–Tú no sabes nada –espetó.


–No, pero di en el clavo –se burló, dejándolo por fin.


Sasuke bufó sintiéndose molesto porque Gaara tenía razón, pero no pensó tanto en eso, porque tenía el tiempo preciso para ir por sus hijos y sacarlos a comer su tan preciado y desagradable ramen, antes de tener que dejarlos para asistir junto con sus hermanos al evento de esa noche.


–Sasuke-san, hoy se van antes –saludó la niñera mientras le tendía una pequeña maleta con las pertenencias de los niños.


–Prometí llevarlos a pasear –comentó con simpleza. En el pasado Sasuke se hubiera limitado a decir algún monosílabo y esperar en silencio por sus pequeños, pero con el tiempo, y gracias a los niños, se había vuelto un poco más sociable, al menos lo suficiente para no incomodar tanto a las personas a su alrededor.


–Ellos vendrán en un momento, están terminando de pintar sus dibujos.


Tras decir aquello, un par de pequeñines de casi cuatro años llegaron corriendo al encuentro con su padre, quien, sin pensarlo, se inclinó hasta quedar a su altura.


– ¡Papi! –chillaron al unísono, ambos besando las mejillas del mayor.


–Hola niños –saludó mientras los levantaba en sus brazos para marcharse–. ¿Se portaron bien?


Ambos pequeños asintieron con entusiasmo mientras estiraban sus manitos, enseñando a su padre los dibujos.


–Oh, esto es muy... interesante –asintió el Uchiha sin saber que más decir. Sabía que sus hijos para sus cortos tres años, no dibujarían como profesionales–. ¿Qué dibujaron?


–Yo hice un campo con muchas flores y un lago de ramen –explicó Mizuki, señalando lo que decía en su dibujo. Sasuke tuvo que morderse el interior de su boca para no echarse a reír. Ah, su niña era tan adorable y ocurrente.


– ¿Qué hay de ti, Yu? –preguntó esta vez, mirando a su hijo.


–Mmm... yo dibuje pececitos –susurró con cierta timidez. Sasuke adoraba la forma de ser de su pelirrojo, tan encantador como Mizuki–. También... a papi, a Zuki, a Yu, y a Nadu –. Y sin duda, sabía darle en la herida.


–Son muy lindos –señaló finalmente, luego de tragar el nudo que se había formado en su garganta –. Es hora de irnos. Gracias por cuidarlos, Sora. Hasta luego.


– ¡Adiós señor Uchiha! –se despidió la mujer–. ¡Bye, bye Mizuki, Yusuke!


Los niños se despidieron también y pronto, salieron del edificio donde su padre trabajaba.


– ¿Papi, nos llevarás a comer ramen como prometiste? –preguntó la pequeña rubia mientras se dejaba abrochar el cinturón de seguridad–. ¿También podemos ir a jugar?  Yu quiere jugar en el parque, ¿cierto? –comentó la pequeña mirando de paso a su hermano que estaba entretenido jugando con su peluche, aquel que Naruto le había regalado poco antes de que cumpliera dos años.


– ¿Ah sí? –indagó Sasuke, sentándose en la silla del conductor para emprender su recorrido. Su hija podía ser muy influyente sobre Yusuke, para beneficio propio. Era una chiquilla muy lista–. ¿Quieres ir al parque, Yusuke? –preguntó, mirándolos desde el espejo retrovisor.


–Yo quiero ir con los pececitos –murmuró tímidamente sin mirar a ninguno.


Sasuke apretó los labios tras escucharlo, formando una fina línea en su boca, intuyendo la razón del porqué su hijo hacía esa petición. Y no, no se trataba sólo de ir a ver a los peces en el acuario; era más bien, porque guardaba la esperanza de encontrar a Naruto en ese lugar; no sería la primera vez, y tampoco sería la primera en la que se negaría.


–Lo siento, hoy papá tiene que salir a una reunión, así que no los puedo llevar al parque o al acuario –expuso, notando como los niños prestaban atención a lo que decía–. Iremos a comer ramen y luego se quedarán con los abuelos, ¿de acuerdo?


– ¡Sí, el abuelo nos dará dulces! –chilló con alegría Mizuki, mientras su hermano apenas asintió sin emitir algún sonido; por medio del espejo, Sasuke pudo notar la tristeza y decepción pintar el rostro de su pequeño, generándole cierta sensación desagradable que le fue imposible dejar de sentir, sobre todo cuando su hijo tenía aquella expresión que tanto le molestaba ver en ellos.


–Podemos ir el domingo –se apresuró a decir–. Iremos al acuario –prometió, encontrándose con la iluminada sonrisa de ambos pequeños, la de Yusuke siendo más grande y brillante, demostrando la misma emoción que su hermana.


– ¡Sí! Ves, Yu. Iremos a ver los pececitos con papi.


El pequeño pelirrojo asintió ante lo dicho por su hermana, agregando algo que dejó a Sasuke sintiéndose mal:


–Podremos ver a Nadu –susurró con alegría.


¿Cómo es posible que lo recordaran tan bien si apenas tenían poco menos de dos años cuando él se marchó? Hacía mucho tiempo que aquella foto había sido guardada, pese a los berrinches que habían hecho para evitarlo, y él se aseguraba de mantener al rubio doctor lejos de sus conversaciones cuando estaba con sus pequeños, por la misma razón que él tenía, entre menos se hablara de él, su recuerdo iría quedando en el pasado hasta que finalmente fuera olvidado; pero si él no había logrado nada, ¿por qué con Mizuki y Yusuke iba a ser diferente? Sasuke suspiró, nada salía como él quería.


Minutos más tarde, Sasuke estaba estacionando el vehículo en el parqueadero del centro comercial donde llevaría a los niños a comer. Con tres años, los mellizos eran tan inquietos, que Sasuke optó por cargarlos en vez de llevarlos caminando; ya se había llevado un susto en el pasado, cuando un emocionado Yusuke se soltó de su mano para salir corriendo hacia una tienda de dulces, afortunadamente el lugar estaba cerca y cuando por fin dio con él, Yusuke estaba sentado en una pequeña silla, comiendo una paleta, mientras una de las empleadas del local le hacía compañía. Sasuke estuvo a punto de morir ese día, así que ahora era mucho más precavido y prefería evitarse inconvenientes como el anterior. 


–Papi, vamos a jugar –señaló la pequeña rubia la sección de juegos infantiles que había cerca del restaurante, una vez ingresaron al lugar.


–Primero vamos a comer –indicó mientras los ayudaba a tomar asiento en las sillas especiales para niños–. Si te comes todo, sí –advirtió, recibiendo varios asentimientos de parte de ambos niños.


– ¡Sí!


Poco después, los tres se encontraban cenando; Yusuke y Mizuki comían cada uno de sus pequeñas porciones de delicioso ramen, mientras Sasuke se entretenía con su plato de tonkatsu, vigilando a los pequeños y ayudándoles con los fideos porque todavía no sabían manejar los palillos.


–Papi, ¿quieres un poco? –preguntó la pequeña rubia, levantando su cuchara con un poco de caldo en ella, ofreciéndosela. Sasuke asintió y se estiró lo suficiente como para recibir el bocado, brindándole una pequeña sonrisa a la niña, quien le sonrió de vuelta–. ¿Te gusta?


–Está rico, gracias –asintió.


Los tres continuaron con su comida hasta que finalmente terminaron, Sasuke estuvo sorprendido porque no había tenido que luchar con los niños, especialmente con Yusuke, porque tardaban mucho en comer o jugaban con los alimentos; sin embargo, la sorpresa no le duró mucho pues luego recordó que la rapidez de los niños se debía a la zona de juegos que había a unos cuantos metros de distancia. Suspiró. Bueno, al menos habían comido todo sin refunfuñar.


–Solo estaremos un rato, no se alejen mucho –indicó Sasuke, estando ya sentado frente a aquellos juegos que sus hijos pronto comenzarían a disfrutar–. No vayan a pelear con ningún otro niño, si se golpean vienen a mí. Papá estará aquí sentado vigilando.


–Está bien papi, yo cuidaré de Zuki –asumió el pequeño pelirrojo, su responsabilidad como el mayor.


–Yo también cuidaré de Yu –agregó la rubia para luego tomar la mano de su hermano y así, ambos dirigirse a la piscina de pelotas.


Sasuke suspiró un poco aburrido, al verse solo mientras los niños se divertían, no podía hacer mucho más que revisar su celular, y, aun así, debía estar atento a ellos. Hasta que una pequeña y curiosa figura se ubicó a su lado, alternando miradas entre él y los juegos. Sasuke pretendía ignorarlo, seguro de que sus padres debían estar cerca, pero la vocecita del menor se lo impidió.


– ¡Hola! –saludó agitando su mano animadamente.


Sasuke giró su rostro en todas direcciones, buscando a algún adulto que estuviera desesperado, luego se volvió al pequeño.


–Hola –musitó en respuesta–. ¿Cómo te llamas?


El pequeño sonrió nuevamente. – ¡Haduka! –exclamó extendiendo su mano.


–Mucho gusto, yo soy Sasuke –aceptó su saludo con cierta gracia y asombro. El niño no parecía tener más de tres años–. Dime Haruka, ¿dónde está tu mamá? –siguió cuestionando.


–Mmm, papi dijo que ella está de viaje –respondió como si nada.


– ¿Y tu papá?


–Papi dijo que tenía que ir a una... deunión con mi tío.


Sasuke frunció el ceño –. ¿Estás solo?


–No, no –negó con convicción–. Yo quería comer damen y Ryu me trajo.


– ¿Y dónde está él? –quiso saber, levantándose esta vez de la silla para seguir buscando a un idiota con cara de desesperado.


–Yo quiero jugar –señaló el niño, inflando sus mejillas; un gesto que a Sasuke le recordó a sus hijos y los berrinches que hacían cuando no podían obtener lo que querían... ¡los niños!


Sasuke se apresuró a fijarse en el lugar en el que estaban Mizuki y Yusuke, aliviándose casi al instante tras verlos jugar sin ningún problema.


–Señor Sake –llamó el niño que aún seguía a su lado, tirando de la bota de su pantalón. Sasuke casi se echa a reír tras escuchar cómo había sido nombrado–. Ya me voy, adiós –agitó su mano, dirigiéndose al mismo lugar en el que estaban sus hijos. Estuvo a punto de impedir que se marchara, cuando la escandalosa voz de un hombre que corría en su dirección, lo detuvo.


– ¡Haruka! –Vociferó el chico mientras tomaba en brazos al niño y lo apretujaba contra su pecho, evidentemente aliviado–. Por fin te encuentro ¡acaso querías matarme del susto! ¡No vuelvas a desaparecer así! Pudo pasarte algo.


– ¡Pero yo quiero jugar!


–Y te dije que vendríamos después de comer, no puedes desobedecer.


–Estaba con el señor Sake... –indicó.


–Si tu padre se entera me matará y a ti te castigará –siguió diciendo, ignorado las palabras del pequeño.


– ¡No es cierto! –chilló Haruka–. Déjame jugar allí –pidió, formando un puchero, señalando la piscina de pelotas.


–Haruka... –Ryu suspiró–. ¿Y si te pasaba algo?


–El señor Sake estaba conmigo –repitió, señalando a Sasuke unos pasos más atrás.


– ¿Señor Sake? –inquirió contrariado, mirando por fin al mayor.


–Sasuke –corrigió–. Sasuke Uchiha.


– ¡Ah!  ¡Ja, ja, ja!  Ay, Haruka –murmuró entre risas, provocando que Sasuke frunciera el ceño sin encontrar lo gracioso de la situación–. Lo siento, fue muy gracioso. Disculpe señor Uchiha, mi nombre es Ryu. Le agradezco que se haya hecho cargo de Haruka mientras lo estaba buscando.


–Sí, bueno, trate de no perderlo de vista la próxima vez.


–Sí –susurró intimidado por las palabras de Sasuke y la expresión en su rostro–. Bien, despídete Haru, regresaremos al hotel.


–Nooo, yo quiero jugar.


–Haru...


–Mis hijos están jugando allí también, puede dejar que vaya –señaló el Uchiha, abogando por el niño–. ¡Yusuke! –. Ante el llamado, el pequeño pelirrojo se acercó corriendo hasta su padre, siendo cargado enseguida–. Mira, él es Haruka, puedes llevarlo contigo a jugar junto con tu hermana, por favor.


–Hola –dijo agitando las manos.


Ryu suspiró dándose por vencido. –Está bien, pero solo un rato.


Haruka aplaudió emocionado mientras seguía a Yusuke.


–Debería ser más cuidadoso, alguien pudo haberle hecho daño –regañó el Uchiha una vez los niños estuvieron lo suficientemente alejados para escuchar. Ryu se encogió en su lugar, sintiéndose más intimidado que antes.


–Solo lo perdí de vista unos segundos y ya no estaba –susurró–. Estaba hablando con su padre cuando desapareció; si se entera querrá matarme.


–Tendrá motivos suficientes para hacerlo.


–Gracias.


Sasuke no entendió porque le agradecía cuando le estaba dando un regaño, pero se sorprendió al verle hacer una exagerada reverencia, que logró ponerlo incómodo.


–No es necesario –murmuró–. Está bien, por favor levántese –pidió.


Pasaron un par de minutos en un silencio incómodo, pues Sasuke no era muy dado a iniciar una conversación con desconocidos, y Ryu todavía se sentía avergonzado y no sabía que decir que no empeorara la atmósfera; así que mantenerse en silencio era la mejor opción. Hasta que el más joven decidió que ya había sido suficiente.


– ¡Haruka! –llamó el castaño, acercándose hasta la zona en la que los pequeños estaban jugando–. Vamos ya, es hora de regresar.


– ¡Pero Ryu! –gruñó el pequeño con evidente disgusto–. No.


– ¿Recuerdas lo que dijo tu papá? –el pequeño se quedó en silencio–. Exacto, si te portas mal, mañana no te llevará a comprar juguetes.


–Pero papi prometió que me llevaría –objetó.


–Solo si te portas bien.


–No quiero, Ryu.


–Por favor Haru –murmuró a punto de entrar en desesperación ante la poca cooperación y terquedad del menor.


Ryu había conocido al pequeño hacía más o menos tres meses, cuando Naruto había regresado de un largo viaje, llegando a su casa en compañía de dos personas, Haku y Haruka. Ese día, el rubio había presentado al pequeño como su hijo, mientras que Haku era el hermano de la madre del niño. Había estado tan sorprendido por eso, que se echó a reír creyendo que era una broma, porque Naruto era abiertamente homosexual y todos lo sabían; sin embargo, no era mentira. Tras una breve explicación, Naruto les había mencionado que legalmente Haruka era su hijo, aunque no hubiera participado activamente en su creación, y eso había sido todo.


–Haruka, lo que estás haciendo no está bien –escuchó al Uchiha dirigirse al menor–. Primero desobedeciste una orden y ahora estás formando un escándalo por tu berrinche sin justificación. Eso sólo lo hacen los bebés.


Sasuke no estaba muy seguro de si lo que decía podía ser lo suficientemente comprensible para el niño, como lo eran para sus hijos, o en cambio debía plantearse el utilizar palabras más comunes.


–Yo no soy un bebé –contradijo con el ceño fruncido, disgustado por aquellas palabras; dándole a entender que sí había entendido.


–Entonces compórtate como lo que eres y hazle caso. Ya jugaste con Mizuki y Yusuke, ahora es tiempo de regresar a casa –. Luego, se giró mirando a sus hijos–. Nosotros también nos iremos –informó.


Eso fue suficiente para que los tres niños dejaran los juegos y regresaran con sus acompañantes. Mientras Sasuke ayudaba a sus niños a ponerse sus zapatos, Ryu hacía lo mismo con Haruka, escuchando sus inocentes quejas y peticiones.


– ¿Le dirás a papá que me porté mal? Yo no quería.


–Lo pensaré.


–Fue sin culpa –murmuró–. Además, el señor Sake me estaba cuidando, y luego me regañó. Mi papi no me regaña –bufó, siendo escuchado atentamente por Ryu y Sasuke.


–Tú papi es un blandengue –comentó el chico.


–Mi papi es genial –defendió el menor, frunciendo su entrecejo.


–Tu papá es un idiota.


–Le diré que dijiste una palabra fea frente a mi –anunció con una expresión divertida en su rostro.


–Por eso, no le diremos a tu papá lo que dije, ni lo que pasó hoy con el señor Sasuke; será nuestro secreto.


–Y le dices que me porté bien para que me lleve a comprar muchos juguetes.


Ryu hizo una graciosa mueca ante la astucia del pequeño, sin duda sabía cómo poner las cosas a su favor.


–Está bien –aceptó tomando su mano para cerrar el trato como si se tratara de algo completamente serio e importante.


Tras estar listos para marcharse, Haruka se acercó a Sasuke para despedirse.


–Gracias señor Sake –escuchó al pequeño–. Por cuidarme.


–Oh, ¿seguirás portándote bien de ahora en adelante? –preguntó el moreno, poniéndose a la altura del niño–. Nunca te vuelvas a ir solo ¿bien?


– ¡Sí! –prometió–. Me divertí mucho con Zuki y Yu. ¡Bye, bye señor Sake!


–Adiós Haruka –se despidió Sasuke, brindándole una pequeña sonrisa mientras agitaba levemente su mano, junto a sus hijos, quienes eran más enérgicos con la despedida.


– ¿Ahora vamos con los abuelos, papi? –Quiso saber Mizuki.


–Sí –respondió, dirigiéndose con ellos a su auto–. Mañana iré por ustedes y podremos visitar al tío Sai.


– ¡Sí, sí, sí! –corearon con emoción.


Así terminaba una agitada tarde de la familia Uchiha con un nuevo conocido, que había traído consigo una anécdota más para recordar en un futuro. Sasuke sin duda recordaría a ese divertido pequeño de cabellos largos y ojos color chocolate.


 


 


     En la gran casa de los Namikaze las preparaciones para la fiesta que se celebraría esa noche estaban generando cierto caos y nerviosismo en todos los empleados y la familia, sobre todo a Minato, quien parecía estar a punto de sufrir un colapso.


–Oye, papá ¿en serio estás bien? –indagó Ino, una vez todos estuvieron reunidos para la hora de almorzar. La joven rubia tenía la sospecha de que su padre no estaba sólo nervioso por la subasta, sino que también parecía estar a la espera de algo más.


–Todo perfectamente bien –aseguró el hombre, bebiendo de la copa de vino recién servida.


– ¿No nos presentarás una novia o algo así? –preguntó de repente, provocando que el mayor se ahogara con el líquido, haciéndolo toser estrepitosamente, preocupando y divirtiendo a los demás por igual.


–Niña, ten más cuidado con lo que dices –amonestó Tsunade, pero sin evitar mostrarse divertida ante el asunto.


–Por Dios, Ino ¿cómo puedes salir con algo así?  –se quejó Minato cuando se recompuso–. No, no se trata de eso. Solo... solo estoy nervioso por la fiesta de esta noche.


Ino miró a su padre fijamente, tratando de descubrir lo que ocultaba.


–No te creo papá –sentenció–. Así que esperaremos a ver qué sucede esta noche.


–Y solo para aclarar –agregó Temari–, no nos molestaremos si se trata de una mujer.


Tras sus palabras y un nuevo arranque de tos por parte de Minato, todos pasaron el resto del almuerzo entre risas y una alegre conversación; sin imaginar lo que realmente iba a acontecer esa noche. Porque sí, sería una gran sorpresa.


 


Mientras en la casa familiar todo parecía ir por buen camino, Naruto estaba empezando a dudar de sus planes, ¿qué iba a hacer si no salía nada bien? ¿y si resultaba que todos lo odiaban y ya no lo querían de regreso? Mejor no arriesgarse al desprecio y seguir manteniendo la distancia como había estado haciendo hasta ese momento.


–Deja de pensar tanto en que algo va a salir mal.


–No creo que sea buena idea –murmuró el rubio–. Ha pasado mucho tiempo, Haku.


–Con mayor razón. Vamos Naruto, no puedes tirar todo a la basura.


–Pero…


–Tú no eres así –le interrumpió con un gesto cortante–. Este no es el Naruto que conozco; el que no teme equivocarse ni cometer errores porque sabe que podrá remediarlos. Tu nunca te rindes ni evades responsabilidades. Ya ha sido suficiente, ¿no crees?


– ¿Lo dices en serio?


–Sí –asintió vehemente–. Además, me obligaste a comprar un traje y una estúpida máscara, no me dejarás ahora vestido y alborotado, tonto.


La carcajada de Naruto fue respuesta suficiente para Haku. Era momento de acompañar a su amigo en tan importante paso y apoyarlo en lo que pasara sin importar, así como él había apoyado a su familia.


 


 


     Sai se sentía impaciente mientras esperaba en el auto a sus hermanos quienes aún se encontraban en casa de sus padres, ¿por qué no se daban prisa? ¡Él quería llegar rápido a esa fiesta para estar cerca de su precioso Gaara! Llevaba casi una semana que no lo veía y ya lo extrañaba mucho, ¡sus hermanos eran unos insensibles!


Hizo que el chófer presionara nuevamente el pito del carro justo en el momento en el que la puerta principal se abrió, dando paso a sus hermanos.


–Ve señor Uchiha, ellos no tardarían –escuchó la tranquila voz del ayudante de Deidara, desde el asiento del copiloto–. Estamos a tiempo, no se preocupe.


–Gracias, pero no me ayudas –espetó malhumorado. Tardarían al menos media hora en llegar hasta la casa del abuelo de su prometido y no estaba nada contento con tardar más tiempo.


–Buenas noches, señores Uchiha –saludó Kai, una vez los tres estuvieron dentro del auto. Sai solo bufó.


– ¿Qué tal Kai? Me alegra que vinieras –Deidara fue el único en responder a su saludo, con una amistosa sonrisa.


–En realidad, señor y sólo para recordarle, usted me obligó –murmuró el hombre con cierto disgusto. Él hubiera preferido mil veces quedarse en casa o irse a un bar, que participar de ese elegante evento; pero Deidara había sido muy insistente, hasta que finalmente fue obligado a asistir. 


–Como sea –respondió el rubio sin darle mayor importancia.


–Bien, en marcha –anunció Itachi con una divertida expresión, al ver a su hermano refunfuñar.


–Puedes darte prisa, por favor –dijo esta vez Sasuke–. Odio llegar tarde.


–Tú eras uno de los que estaba tardando –le dijo Sai.


–Yusuke se puso a llorar –respondió Deidara antes de que el menor pudiera hablar–. No quería que Sasuke se marchara.


–Como sea –resopló.


–Llegaremos en veinte minutos, no se preocupen –informó Kai–. Estaremos allí a tiempo para la subasta.


Tras sus palabras, todos se mantuvieron en silencio en lo que duró el recorrido, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. Itachi pensando en los posibles empresarios con los que se podría topar en la velada, Sai y su silenciosa impaciencia y ansias por llegar y ver a su adorado pelirrojo; Deidara anticipando sobre sus obras y otras que también podrían subastar, y finalmente Sasuke con una incomprensible sensación que lo tenía inquieto, como si supiera que algo podría suceder pronto, quizás relacionado con el rubio doctor y su ansiado pero inesperado regreso. No estaba seguro.


 


 


     Naruto se removió incómodo en la silla del auto y estuvo tentado a decirle al chófer que no se detuviera, que mejor diera vuelta y los llevara de regreso al hotel. En ese momento, iba a aceptar que estaba sintiéndose como un gran cobarde; no quería entrar a la casa y mucho menos seguir su recorrido hasta la fiesta.


–Todo está bien. Yo estaré contigo –murmuró Haku, brindándole un reconfortante apretón en su mano–. Si te vas en este momento, perderás todo lo que has hecho hasta ahora.


–Supongo que no tengo otra opción.


–No necesitas más opciones. Es ahora o nunca.


–Gracias.


–Para eso estamos los amigos –asintió, regalándole una de esas brillantes sonrisas que a Naruto tanto le gustaba. Haru también sonreía así.


–Somosr03; familia, no lo olvides.


Armándose de todo el valor posible, Naruto se puso la máscara; un elegante antifaz de arlequín veneciano, decorado con brillantes apliques en negro y dorado. A su lado, Haku también llevaba puesta una máscara veneciana, solo que la de él lucía un poco más femenina, pues se le sumaban plumas a la decoración. Tan exóticos y llamativos como siempre habían sido.


–Bueno, hiciste un buen trabajo con éstas –señaló el rubio mientras avanzaban hacia la casa, pasando abiertamente desapercibidos por todos los invitados que iban llegando como ellos o los que ya se encontraban en el lugar, disfrutando de sus bebidas.


 – ¿Dónde deberíamos ubicarnos? –preguntó Haku, cuando se vieron rodeados de los brillantes y floreados jardines del patio trasero, donde se estaba llevando a cabo el evento.


– ¿Qué tal por allá? –señaló una de las mesas más alejadas de la recepción.


–Si eso está bien para ti –respondió Haku encogiéndose de hombros mientras se aferraba de la manga del elegante saco que vestía el rubio en ese momento. Tras asegurarse de que podían sentarse en esa mesa, junto a una pareja de amables recién casados, Haku se acercó más a Naruto para iniciar y mantener una conversación–: Pese a que estamos aquí, no sé realmente cuál es la finalidad de esta subasta…


– ¿Recuerdas cuando te comenté acerca de lo último que había pasado con mi familia? –Naruto esperó por el asentimiento del menor para continuar–. Luego de que Karin muriera, pasó algún tiempo para que tomaran la decisión de crear una fundación que ayudara a personas que no pudieran someterse a los costosos tratamientos y terapias.


– ¿Cómo te enteraste si no estabas aquí?


–Tengo espías –dijo con diversión. Haku le miró enarcando las cejas, incrédulo–. Está bien, el hermano mayor de Bee ha estado trabajando con la abuela y él le dijo.


–Sí, eso suena más creíble –asintió el pelinegro, dejando escapar una pequeña sonrisa–. Entonces, esto es una subasta… –murmuró después, mirando a su alrededor con curiosidad.


–Una parte –afirmó el rubio–. Esta es una fiesta en la que vienes a disfrutar, donar y comprar lo que te guste. Como verás, se ofrece un bufete, hay una pista de baile, todo se lleva a cabo en este mismo lugar, pero sería aburrido si solo vinieran aquí a sentarse y ofrecer dinero al momento de la subasta.


– ¿Cómo sabes tanto?


Naruto sonrió ampliamente, pese a que su rostro estuviera totalmente oculto.


–Porque esta era mi idea –respondió con emoción–. Unos cuantos años atrás planteé la idea a mi familia, pero no se había concretado hasta ahora. ¿Quieres saber cuál fue la idea de mi abuelo?


– ¿Algo sucio? –dijo tentativamente, provocando una carcajada en el rubio. Recordaba muy bien al viejo Jiraiya y su loca y pervertida personalidad, no le parecía sorprendente si salía con algo de ese estilo.


–No, propuso lo que él llamó el baile real.


– ¿Baile real? –inquirió con confusión.


–Se trata del cierre del evento y es como un plus. El abuelo propuso que todos sus nietos fueran parte de la subasta, siendo vendidos al mejor postor para obtener oportunidad de bailar con ellos; también incluyó a Sasori y a Nagato. Si mal no recuerdo, todos debíamos disfrazarnos con trajes de época y actuar como si fuéramos de la realeza, o algo así.


–Entonces ellos bailarán –Naruto asintió–. ¿Y qué hay de ti?


–Bueno, ya que, básicamente no estoy con ellos, tengo que participar como todos los demás.


Haku le miró con suspicacia, sintiendo que Naruto haría alguna estupidez.


– ¿Qué estás tramando? –preguntó finalmente.


–Ya lo verás.


 


     La cena había salido como lo esperaba, tranquila y agradable; ahora, era momento de decir unas cuantas palabras a sus invitados, antes de que por fin se diera inicio al evento principal de la noche. Minato se acercó a escenario, tomando el micrófono y saludando para hacerse notar. 


–Buenas noches –dijo Minato atrayendo la atención de todas las personas reunidas–. Me alegra ver que todos están pasando una magnifica velada –expresó sonriendo–. Antes de dar inicio a la subasta anual que la alianza Senju Namikaze ha organizado, me gustaría brindar una felicitación a mi querida y hermosa madre, Tsunade, por su nuevo centro terapéutico ¡Felicidades! –. El salón estalló en aplausos y gritos de felicitación para la mujer, quien, haciendo aspavientos con la mano, trató de dispersar la atención que estaba recibiendo –. Gracias a todos los presentes por apoyar esta causa, sin más, damos paso a la subasta.


Minato hizo una leve reverencia y se retiró, dejando que el maestro de ceremonias se encargara de llevar a cabo la actividad. Por su parte, antes de regresar a la mesa con su familia, dio un rápido barrido a todas las mesas, en busca de algo en especial, pero, definitivamente no estaba seguro de que él se encontrara en el patio ¿oh sí? Porque había sido tan inexacto con su mensaje, que no sabía realmente lo que había querido decir, y ahora lo tenía al borde del desespero. Negando sutilmente con su cabeza, Minato regresó a la mesa, sentándose junto a Ino.


– ¿Estás bien? –cuestionó la joven, volviendo la mirada hacia él–. ¿Qué estás buscando papá?


–No lo sé –respondió con sinceridad.


–Papá…


–Estoy bien Ino, no te preocupes –le aseguró, dedicándole también una sonrisa.


 


Por otro lado, en una de las mesas, Sai seguía enfurruñado, ignorando a todos a su alrededor. Habían llegado a tiempo, pero no había tenido la oportunidad de pasar mucho tiempo junto a Gaara como esperaba, puesto que el pelirrojo le había dicho que debía estar con su familia y luego tendría que participar de la subasta, como ya sabía. Así que ahí se encontraba, esperando impacientemente a que la última parte de la velada diera inicio, para poder reclamar a su pareja y participar del divertido baile junto a Gaara.


–Ustedes dos deberían hacer una competencia para ver quien está más molesto –propuso Shikamaru, con cierto aire divertido mientras alternaba miradas entre Sai y Sasuke.


–No sé porque estás tan gruñón, si llegamos a tiempo –dijo Itachi–. ¿A caso estás en tus días?


–Deberías cerrar la boca –bufó Sasuke.


La conversación se mantuvo el tiempo suficiente, distrayéndolos del resto de la velada, hasta que la parte más emocionante había llegado por fin. Todos los invitados se pusieron de pie y se acercaron a la pista de baile, mientras el maestro de ceremonias hablaba desde la tarima, siendo acompañado esta vez por los hijos de la familia.


–Estas doncellas y caballeros, estarán encantados de ser sus acompañantes en el baile real –. Empezó a decir el hombre, señalando al grupo tras él, quienes hicieron reverencias al estilo de la antigua realeza. Todos estaban vestidos con grandes vestidos y trajes elegantes, acordes al papel que representaban en ese momento.


– ¿Ofertarás por Temari? –preguntó Deidara mientras se ubicaban en alguna parte de la pista de baile.


–No –respondió Shikamaru con simpleza–. Sería muy molesto.


–Tu nunca cambias –se quejó esta vez Itachi con una sonrisa–. A propósito, ¿quién es la chica que está con ellos?


–Es la hija menor de Minato-san, estaba estudiando en otro país, pero regresó hace poco –comentó.


–Oh, entiendo –asintió Deidara.


–Sería interesante –murmuró Itachi con gesto pensativo–. ¿Dei-chan, me permites ofrecer por ella? –preguntó mientras empezaban a escuchar las ofertas por la joven rubia, luego de que Kankuro fuera el primero en ser elegido y después le siguió Sasori.


–Estoy seguro de que muy pronto tendrán la oportunidad de conocerla –dijo Shikamaru–. Ahora solo la agobiarías con tu particular forma de ser.


–Shikamaru tiene razón, en algún momento tenemos que cruzar palabra con Minato-san y su familia –apoyó Deidara, dándole a entender que lo mejor era permanecer a su lado.


Finalmente, la divertida disputa por Ino entre los hombres y algunas mujeres jóvenes que estaban allí reunidos, finalizó. El turno entonces fue para Nagato, quien tuvo la suerte de ser rápidamente tomado por un viejo amigo, porque había que dejar claro que, sin importar el sexo, cualquiera podía ofrecer por ellos.


–Oh, sigue Temari, ¿en serio no ofrecerás por ella? –Cuestionó Itachi, queriendo estar seguro.


–Que no hombre.


–Bien... ¡cincuenta mil yenes! –Exclamó Itachi, mientras levantaba la paleta numerada que le habían entregado para ofertar.


–Estás loco –Shikamaru sonrió a su lado. No obstante, la oferta había aumentado unos cuantos miles de yenes más, así que Itachi se retiró, de todos modos, sólo lo hacía por diversión.


–Lo interesante ahora es Sai y su intento por obtener a Gaara –Comentó de un momento a otro el rubio, mientras se fijaban en Sai.


–Esto será divertido –agregó Itachi con anticipación.


–Para finalizar, tenemos a nuestro joven caballero de fuego –anunció el maestro mientras señalaban a Gaara, quien inevitablemente rodó los ojos ante sus palabras.


Esperó pacientemente a que la puja iniciara y las ofertas se hicieran presentes, rogando que no se tardaran mucho porque era molesto, y el ridículo traje que estaba usando ya había empezado a darle comezón. Lo que no esperaba, era que la suma de dinero fuera aumentada hasta sobrepasar los cincuenta mil, dándose cuenta en ese momento que los únicos ofertando, solo eran Sai y un extraño tipo con una extravagante máscara que amortiguaba su voz, haciéndole inidentificable no solo para él, sino para todos los presentes. Por su parte, Sai estaba molestándose cada vez más, puesto que aquel extraño parecía estarse burlando de él, y por supuesto era algo que no iba a permitir.


– ¡Cien mil! –exclamó finalmente con un gesto de suficiencia, creyendo que eso sería todo.


–Sai, déjalo. No te lo tomes personal –dijo Itachi en un intento por calmarlo.


–No dejaré que se burle de mí –sentenció.


–Eres un tonto. Solo es un baile, Gaara no se irá con él.


– ¡Ciento cincuenta mil yenes! –Fue la contraoferta que recibió.


– ¡Doscientos mil!


– ¡Trescientos mil! –Las exclamaciones de asombro no se hicieron esperar. Era una suma increíble, ridícula y hasta exagerada, pero había sido hecha. Sai sintió que su ira empezaba a acrecentarse.


–Esa es una gran cantidad –dijo el subastador sin evitar seguir asombrado –. ¿Alguien desea aumentar la cifra? 


El silencio se hizo presente, los invitados estaban expectantes, Gaara se sentía como en una pesadilla y Sai, bueno, él estuvo a punto de abrir su boca, pero fue rápidamente cubierta por Shikamaru.


–No querrás hacer esto –dijo el mayor, alternando miradas entre las tres personas implicadas, mirando con mayor curiosidad a una de ellas. Algo no estaba bien, o en realidad, era todo lo contrario–. Gaara está avergonzado y molesto, sólo déjalo así.


–Pero...


–No más Sai –agregó Itachi–. Fue suficiente.


Sai suspiró profundamente, dándose por vencido.


–De acuerdo –aceptó, luego se giró mirando al escenario, haciendo un gesto al hombre que aún esperaba.


– ¡Eso es todo damas y caballeros! –anunció el hombre–. ¡Vendido al caballero arlequín por trescientos mil yenes!


La pista estalló en aplausos por parte de todos los invitados, mientras los chicos dejaban lentamente el escenario para reunirse con sus parejas para el tan esperado baile.


– ¿Ésta era tu idea? Estás loco, realmente eres un idiota –escuchó a Haku quejarse a su lado antes de marcharse.


–Fue divertido –dijo el rubio–. Y está furioso –señaló al moreno del otro lado de la pista, quien no le quitaba la vista de encima.


–Eres increíble –bufó Haku–. ¿Ahora que harás?


– ¿Bailar?


–No, tonto. Me refiero a tu familia, ¿cuándo te acercarás a ellos?


–Mmm, después de que anuncien que podemos revelar nuestros rostros... creo –murmuró sin convicción, encogiéndose de hombros.


–Si tu no haces nada, yo me encargaré de hacer el anuncio –susurró, acercándose a su oreja para que solo fuera él quien escuchara, aunque estaba seguro que muy pocos le prestaban atención.


–Haku...


–Oh, mira, vete ya. Es hora de bailar, tu príncipe espera –se burló, empujándolo hasta el centro de la pista de baile.


Gaara esperaba junto a sus hermanos a que el desconocido se acercara para dar inicio a la parte más ridícula de la noche. El hombre parecía un poco intimidado mientras avanzaba, hasta quedar frente a él y hacer una reverencia como saludo, antes de estirar su mano, a la espera de que la tomara. Soltando un suspiro, Gaara se acercó al hombre, justo a tiempo para el inicio de la lenta tonada que la orquesta había empezado a tocar. Lo que no esperaba el pelirrojo, era que su pareja bailara tan bien, llegando incluso a recrear una de esas viejas coreografías que alguna vez llegó a ver en las películas de época. Sin evitar sonreír con gracia, Gaara siguió el ritmo, ganando una risa por parte del otro.


–Un verdadero espectáculo para ser mi primera vez asintiendo a este evento –comentó a Gaara de un momento a otro, abriendo paso a una conversación.


–Espectáculo el que dieron ustedes, realmente fue una absurda suma de dinero por un tonto baile –se atrevió a decir –. Sin embargo, gracias. Será de gran ayuda para la fundación de mi abuela.


–Todo un placer.


– ¿Nos conocemos de algún lado? Tengo la sensación de que es así, pero su rostro y voz están siendo ocultos por esa máscara... –dijo tentativamente. Había algo en el hombre que lo estaba poniendo alerta.


–Es un bonito colgante, ¿estás casado? –cuestionó desviando el tema, acariciando de paso, el dije y el anillo que colgaban a la vista en su cuello.


–Comprometido –respondió en un susurro.


–Oh, ese... hombre debe ser muy afortunado. Acepta mis felicitaciones.


Gaara estuvo a punto de agradecerle, pero se detuvo y su ceño se frunció. Él no había mencionado que estaba comprometido con un hombre.


–Yo no... ¿cómo lo supo?


–¿Qué cosa? –preguntó haciéndose el desentendido.


–Mi compromiso con un hombre, yo no se lo mencioné.


–Estoy totalmente de acuerdo –asintió–. Tampoco es difícil deducirlo por el comportamiento del hombre que nos observa –señaló descaradamente a Sai.


–En todo caso, me gustaría saber con quién estoy bailando –dijo Gaara, sintiéndose cada vez más curioso.


–Escuchar eso ha sido un poco decepcionante.


La canción estaba llegando a su fin para cuando Gaara realizó su petición, así que la respuesta de su acompañante, llegó cuando ésta finalizó, dejándolo en un shock momentáneo.


Acercándose hasta su oreja, le susurró: –No debería responder algo que ya sabes –Su mano se atrevió a acariciar la caliente mejilla del pelirrojo–. Siempre lo has sabido mi precioso Gaara. Antes éramos tú y yo.


Para cuando se dio cuenta y pudo reaccionar, las personas que se encontraban a su lado eran Sai e Ino.


– ¿Estás bien? –cuestionó la menor, mirándole con evidente preocupación.


– ¿Gaara sucede algo? –secundó Sai, sacudiendo su cuerpo levemente para sacarlo de su estupor.


– ¿A dónde fue? –Preguntó en cuanto fue capaz de hallar las palabras –. ¿Dónde está? 


– ¿Quién? ¿El hombre con el que bailaste? –inquirió Ino confundida.


– ¿Te hizo algo?


Gaara ignoró a Sai y se giró a ver a su hermana.


–Era él, está aquí... –Se apresuró a decir, la emoción y el miedo invadiendo su cuerpo con cada palabra que salía de su boca–. Ino, ha regresado.


Conteniendo el aliento, Ino por fin entendió.


 


– ¿Qué le dijiste para dejarlo en ese estado? –Le preguntó Haku, mientras lo seguía a la zona más alejada y poco iluminada de la fiesta.


–Nada raro –se encogió de hombros–. Ahora es cuestión de tiempo para que empiece la búsqueda.


Por el tono de su voz, Haku supo que Naruto estaba sonriendo.


–Estás loco, ¿cuál es el propósito de hacer sufrir a tu familia de esta forma? –cuestionó mirándole fijamente–. ¿No sería más fácil si sólo te acercases a ellos?


–Ese no es mi único problema –murmuró encogiendo los hombros–. Él también está aquí.


–Oh... –Haku recordó la alta probabilidad de que Naruto se encontrara con el hombre que lo desvelaba. Sabía que, lo que más temía, era la reacción de todos ellos, pero, sobre todo, la del tal Sasuke.


–Podemos esperar un poco más…


–Tu confianza se ha ido a la mierda –afirmó el menor–. Naruto, no escaparás ahora. Recuerda que no hay más opciones.


–Tomaré un poco de aire, quiero fumar –avisó antes de marcharse.


–Creí que lo habías dejado –respondió Haku, su preocupación y asombro fueron evidentes en su voz.


Naruto se encogió de hombros. –Hasta que murió Karin –reveló en un susurro–. No lo hago a menudo si es lo que te preocupa.


Haku suspiró, dando un breve asentimiento. –Iré por algo de beber y te alcanzaré en un momento. No te vayas.


Naruto ignoró las palabras de Haku mientras se alejaba por uno de los senderos, en un inútil intento por calmarse y asegurarse a sí mismo, que lo que estaba haciendo era lo correcto. Llegando a la zona de la piscina, que no estaba tan lejos de donde se llevaba a cabo la fiesta, Naruto se encontró con algunos invitados que ya iban de regreso, pero los ignoró; solo quería un momento a solas antes de retornar a su calvario. Revisando los bolsillos internos de su chaqueta, buscó una pequeña cajetilla de cigarrillos y su encendedor.


– ¿Tomando un respiro? –Escuchó que alguien le preguntaba, no pudo distinguir de quien se trataba, pues el hombre se mantenía oculto entre las sombras de los árboles, mientras el cigarrillo que mantenía era entre sus dedos, era su delator.


Naruto descubrió parte de su rostro, llevándose el cigarro a los labios para encenderlo y darle una primera calada.


–Supongo que es necesario –asintió–. ¿No se está divirtiendo? –Preguntó con curiosidad, notando como el hombre terminaba su cigarrillo antes de dar unos cuantos pasos para quedar más cerca.


–No era mi idea pasar la noche en este lugar. Fui obligado a venir y como si fuera poco, hay personas que odiarían saber que estoy aquí –confesó. De un momento a otro, llevó las manos a su cabeza, empezando a desatar las cintas de la máscara para retirarla de su rostro. Naruto también hizo lo mismo, así que, cuando se volvió para seguir hablando con el desconocido, una dolorosa sorpresa lo golpeó de frente.


–Tú... –señaló con incredulidad, olvidándose del cigarrillo y empezando a acercarse lentamente al hombre. La furia abriéndose paso y llenando su cuerpo, a medida que los recuerdos y el dolor lo embargaban.


–Mierda –susurró el otro, sabiendo que había cometido un gran error, que haberse topado con él podía ser su perdición–. Joder, Naruto, no vayas a cometer una locura.


– ¿Oh? Así que me recuerdas –agregó el rubio. No era ni de cerca el amable y tranquilo hombre con el que había estado hablando, y eso, era un gran problema–. Yo también te recuerdo muy bien, y en este momento, vamos a saldar cuentas, mi querido Karui...


 


Haku sabía que algo malo estaba sucediendo, cuando empezó a buscar a Naruto y lo encontró cerca de la piscina, montando un espectáculo junto a otro tipo que en un principio no reconoció, pero tras un acercamiento, pudo darse cuenta de que se trataba del exesposo de la hermana del rubio.


– ¡Naruto, no! ¿Qué diablos estás haciendo? ¡Suéltalo!


Pero Haku sabía que era inútil tratar de hacer que Naruto lo escuchara y un tanto imposible detenerlo por sí mismo; porque el rubio furioso era alguien completamente diferente, a quien le iba importando una completa mierda si otra persona se entrometía, porque también se llevaría una de sus dolorosas caricias. Solo esperaba que, al regresar, no se encontrara con una tragedia.


Regresando sus pasos con rapidez, y quitándose el antifaz por el camino, Haku, buscó a alguien familiar que fuera capaz de ayudarlo. Para su suerte, reconoció a Gaara porque no tenía su rostro oculto y a Ino por su larga cabellera, junto a otros que no estaba seguro de conocer. Llegando frente al grupo, y tras calmar su agitada respiración, omitiendo las caras de asombro de quienes lo conocían, se atrevió a hablar.


–Él está... Oh, Dios, tiene a Karui y lo está golpeando... ¡Vengan conmigo!


Ino agradeció mentalmente haberse cambiado a tiempo y no estar llevando ese enorme vestido, y haberse desecho de la máscara mientras corrían tras Haku, hacia donde se suponía estaba su hermano, porque sabía que esa era la única razón por la que el moreno de cabello largo se encontraba en casa de su abuelo. La escena que encontraron en la piscina era desagradable, rayando en lo grotesco. Tirado en el piso se encontraba Karui, a punto de quedar inconsciente, y sobre él, Naruto, quien seguía golpeándolo sin remordimiento alguno. Ambos con el rostro y las ropas llenas de sangre.


– ¡Sabías que estaba enferma y la abandonaste! –Escucharon los furiosos gritos del rubio–. Ella iba a morir y tú la dejaste. Ni siquiera vino con nosotros para pedir ayuda y ahora está muerta. ¡Te odio!


– ¡Naruto, déjalo! –Gritó Ino, mientras Gaara se acercaba junto a Haku para separar al rubio de Karui.


– ¡Suéltenme! –Exclamó Naruto, removiéndose entre los brazos de Gaara–. ¡Quiero acabar con ese infeliz!


–Sácalo de aquí –escucharon decir a Shikamaru mientras se acercaba a Karui, arrodillándose a su lado–. Ino busca a tu abuela y pide una ambulancia, él no se ve bien.


Mientras tanto, Gaara intentaba obligar a Naruto a regresar a la casa, forzándolo a caminar en dirección contraria a donde estaban todos los invitados, mientras Haku les seguía de cerca.


– ¡Que me sueltes! –seguía gritando el rubio.


–Ni se te ocurra, Gaara –amenazó Haku, llegando a su lado.


– ¿Gaara? –Naruto por fin se detuvo, girando lo suficiente su cabeza, para fijarse realmente en la persona que lo estaba sosteniendo y le impedía regresar–. ¡A ti también te golpearé, imbécil! –sentenció, sintiendo como el agarre se hacía más fuerte.


– ¿Qué está sucediendo? –Cuestionó Sai, luego de encontrarlos y presenciar aquella escena.


Se había mantenido junto a su hermano menor, hablando con el viejo Jiraiya, cuando todo el alboroto llegó a sus oídos y el nombre de Gaara fue pronunciado. Por su parte, y a pesar del asombro y las ganas que tenía de hablar, Sasuke se mantuvo en silencio, sabiendo que tampoco era un buen momento. Algo no andaba bien con Naruto.


– ¿Gaara qué sucede? –Insistió Sai.


–Ahora no es momento, Sai. Vete de aquí –dijo el pelirrojo sin prestarle mucha atención, pues Naruto aún seguía batallando por soltarse.


– ¡Déjame ya, maldita sea!


–Necesito que te calmes –susurró en un tono conciliador–. Solo cálmate y hablemos ¿sí? Por favor.


Cuando el rubio dejó de removerse, Gaara fue aflojando poco a poco su agarre, hasta que sus brazos por fin cayeron a sus costados. Supo que había cometido un error, cuando Naruto se dio media vuelta y estampó su puño en su rostro con toda la fuerza que pudo emplear en ese momento.


– ¡Imbécil! Me abandonaste cuando más te necesitaba –sollozó. Gracias a su confrontación anterior, sus sentimientos habían quedado a flor de piel, y ahora había dejado salir lo que tenía guardado. Luego se acercó nuevamente, pero esta vez para abrazarlo con fuerza.


–No te metas Sai –Lo detuvo el pelirrojo a tiempo, al ver que intentaba acercase.


Naruto le propinó una patada en el estómago antes de soltarse, para mirarlo nuevamente.


–Lo prometiste el día que nos casamos –susurró en voz tan baja, que incluso fue un poco confuso para Gaara entenderle en un principio–. Nunca me dejarías, pero te fuiste como lo hicieron ellas.


Tras comprender sus palabras, el nudo en su garganta se apretó y el dolor en su pecho se hizo más intenso.


–Naruto...


Sin embargo, el rubio dio media vuelta, ignorándolo, antes de que sus rodillas cedieran. Estuvo a punto de caer, pero su abuelo lo sostuvo a tiempo.


–Eh, Naruto –lo llamó, acariciando su espalda, calmándolo– Vamos hijo. Haku, ayuda a Gaara –pidió el mayor al ver a su otro nieto de rodillas con el rostro fijo en el empedrado piso sobre el que estaba.


–Iré con ustedes –dijo tras ser capaz de pronunciar palabra alguna.


– ¡Gaara! –Sai gritó nuevamente, molesto, cansado de ser ignorado–. ¡¿Qué diablos fue todo eso?!


–Ahora no –dijo, caminando con ayuda de Haku.


– ¿Gaara qué sucede? –Cuestionó una vez más, tomándolo de un brazo para detenerlo.


–Aléjate, Uchiha –señaló el desconocido moreno junto a Gaara.


El pelirrojo por fin lo miró, dejando ver su cara descompuesta, bañada en lágrimas. Esta vez, Sasuke se interpuso, tomando a su hermano del hombro, pidiéndole silenciosamente que lo dejara.


–Todo va a estar bien –le pareció escuchar decir a su hermano.


Sai suspiró y lo soltó finalmente, viendo como su pareja se alejaba con la expresión más triste y desconcertante que nunca había visto en él.


–Sai, ¿dónde está Gaara? –Inquirió Itachi, quien había llegado junto a su pareja para buscar al pelirrojo, pues ellos eran los que estaban con Ino y Gaara cuando aquel chico de cabello largo llegó ante ellos, sin embargo, se habían quedado para ayudar a Kai y esperar a que fuera atendido.


Antes de responder, alguien les interrumpió. Era una joven rubia de ojos azules, que a Sasuke se le hizo familiar, pero no recordaba realmente dónde la había visto.


–Disculpen, ¿están todos bien?


– ¿Tú quién eres? –indagó Sai. Luego de unos segundos, a su mente llegó el viejo recuerdo de ella junto a su pareja–. Tú eres… la amiga de Gaara.


–Su hermana, Ino –corrigió, sonriendo levemente–. Gaara está con Naruto ¿verdad? Él le ayudará a calmarse –se escuchó un poco aliviada–. Será mejor que entremos a la casa –pidió después–. Todos deben estar preocupados.


–Pero...


–Descuide señor, Naruto no le hará nada malo a Gaara.


Luego de eso y siendo obligados por la rubia, todos regresaron sus pasos, hasta el patio trasero donde se llevaba a cabo el evento, dándose cuenta de que todo el lugar estaba a punto de quedar vacío; solo los empleados recogiendo el desorden de lo que había sido la fiesta, pululaban de un lugar a otro.


–Mi abuela despidió a los invitados en cuanto escucharon la ambulancia y vieron a Karui –explicó Ino, aunque no se hubiera hecho la pregunta en voz alta.


Atravesando los pocos metros que quedaban, el grupo ingresó a la casa, llegando a la sala donde el resto de la familia ya se encontraba.


– ¿Dónde están los chicos? –Indagó Minato con nerviosismo, en cuanto los vio ingresar a la estancia.


–Se fue con el abuelo –respondió–. Haku y Gaara están con ellos.


–Bien, ahora explícame qué diablos fue todo eso –exigió saber Tsunade tras un breve silencio–. ¿Cómo es que ellos estaban en la fiesta y nadie se dio cuenta?


–Disculpen –interrumpió Itachi–. Minato-san, será mejor que nosotros nos retiremos.


–No, pueden quedarse –les aseguró Ino–. Si ustedes a conocen a Karui, quiero que se queden.


–Está bien –aceptó Sai rápidamente, más por saber qué estaba sucediendo con Gaara, que lo que tuviera que ver con el resto.


– ¿Quién es Karui? –Cuestionó finalmente Deidara, desconociendo el nombre que tanto mencionaban–. Nosotros queremos saber porqué ese hombre estaba golpeando a Kai.


–Ese sujeto se me hace familiar –murmuró Itachi con gesto pensativo, buscando en su mente–. Ah, ¡el antiguo doctor de Mizuki y Yusuke! ¿Por qué golpeó a Kai?


Ino negó con su cabeza. –Su nombre real es Karui Yoshi y era el esposo de mi hermana.


–Eso no tiene sentido, ¿por qué mentiría? –se preguntó Itachi, frunciendo su ceño, confundido.


–Para hacer breve la historia –empezó a relatar la rubia–, todo comenzó hace once años. En ese entonces vivíamos con mamá en Konoha mientras papá trabajaba con el abuelo... Un día cualquiera, mi hermana llegó a casa diciendo que se iría con su novio, Karui. A pesar de que todos nos opusimos porque sabíamos que él no era bueno, ella nos ignoró y se marchó. Desde entonces no supimos más de ella. En ese tiempo mamá enfermó y murió dos años después debido al cáncer no detectado a tiempo y su rápido deterioro gracias a la depresión… –. Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar aquel doloroso suceso. El nudo en su garganta le impidió continuar.


–Pasaron aproximadamente ocho años sin tener noticias de ella –señaló Kankuro, siguiendo con la historia–. Hace dos años, Naruto la encontró en el cementerio, pero no de la forma que esperaba… –. Pese a que el dolor aún era latente, Kankuro se obligó a continuar, sabía que ningún otro miembro de su familia, podrían relatar los últimos y peores momentos de la vida de su hermana.


–No tienen que hablar más, aún es difícil para ustedes –indicó Minato, llegando al lado de ambos hermanos para confortarlos.


–…Hice un rápido escaneo y sabía que estaba grave, así que la llevé al hospital donde le diagnosticaron cáncer, pero era muy tarde para hacer algo por ella.


Todos giraron sus cabezas en dirección a la puerta por donde entraba el rubio junto a Gaara; tras ellos, Haku y Jiraiya les seguían de cerca. Los dos primeros entraron abrazados, mientras Haku bufaba descontento y el anciano se reía.


–Pero ¿qué les pasó?  –preguntó Tsunade acercándose rápidamente para revisarlos.


–Nos obligaron a dejarlos y empezaron a golpearse –contestó Jiraiya. Ino sonrió, una risa de alivio y alegría escapó de sus labios, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Sabía por qué lo habían hecho.


– ¡Naruto! –Exclamó, acercándose a él.


–Ino no… –exclamó con gesto quejumbroso, anticipando el golpe que le daría su hermana.


– ¡Sabes que no me gusta que esa sea tú forma de calmarte!


–Lo siento… –murmuró con un puchero asomando en sus labios.


–Y tú –se giró mirando a Gaara, con la misma intención–. ¡No deberías consentir ese tipo de actos! –Le gritó, golpeándolo como a Naruto. Poco después los tres se echaron a reír, y unos cuantos más, también se unieron a su diversión.


– ¿Alguna vez habían visto a Gaara actuar de esa manera? –Curioseó Deidara en un murmullo, dirigido a su familia, recibiendo una negativa como respuesta.


–Por lo visto se llevan muy bien –comentó Itachi, mirando la escena con interés.


–Demasiado diría yo –resopló Sai.


– ¿A caso estas celoso?


–Cállate –masculló incómodo, escuchando las burlas del mayor. 


–Sigo molesto contigo mapache idiota, así que no hables –escucharon nuevamente al rubio, dirigirse a Gaara.


–No me digas así... Sabes que lo siento mucho –se disculpó, manteniendo una pequeña sonrisa en su rostro.


–Ellos no cambian a pesar del tiempo –señaló Minato, sonriendo.


Sai frunció el ceño más disgustado que antes, acto que no pasó desapercibido para los que estaban cerca de él.


–Sai estás celoso –murmuró Tsunade, lo suficientemente alto para que algunos le escucharan.


– ¡Tsunade-sama! –Se quejó Sai, sonrojándose.   


Gaara también se fijó en él, pero Sai giró su rostro. Entonces, Naruto también los miró, provocando que su semblante se tornara repentinamente serio.


–Karui se metió con gente que no debía –dijo–. Adquirió muchas deudas con la mafia, y como no tenía para pagar, huyó dejando a mi hermana. No sabíamos nada de él hasta ahora.


– ¿Cómo sabes eso? –Cuestionó su padre, perplejo y asombrado ante la nueva información.


Naruto se encogió de hombros: –Estuve investigando.


– ¿Qué relación tienen con él? –Preguntó Temari, volviéndose a la familia Uchiha.


–Trabaja como mi asistente –respondió Deidara–. Pero él dijo que se llamaba Kai… incluso verifiqué que fuera alguien de confianza. Sus referencias me lo aseguraron.


–Bueno, no me extraña que omitiera información, han pasado algunos años y había estado manteniendo un bajo perfil –dedujo Shikamaru.


–Será mejor que tratemos este tema otro día, con más calma –propuso Jiraiya–. La noche ha estado llena de muchas emociones... y golpes.


–Es una rata mentirosa –resopló el rubio, ignorando a su abuelo–. ¿Dónde está ahora?


–Llamamos a una ambulancia para que lo llevaran al hospital –dijo Shikamaru–. Eres un animal, Naruto.


–Ah, cállate piña.


–Lo dejaste inconsciente, dobe –habló finalmente Sasuke. No había aguantado más, sabiendo que él estaba allí, reunidos en la misma sala. Que se mantuviera en silencio, siendo ignorado por el rubio, no le estaba sentando bien. Aunque debía entender que, supuestamente ellos no se conocían, o al menos no mantenían ese tipo de relación amistosa.


–Se lo merecía y no me digas así, teme –señaló. Un extraño brillo había adquirido en sus ojos y una radiante sonrisa, llena de magulladuras, se había posado en su rostro.


– ¿Se conocen? –Cuestionó Minato, mirando al par con curiosidad.


–Mmm. Bueno… era el medico de sus hijos –respondió el rubio, murmurando casi con timidez–. No entiendo como alguien tan amargado y estreñido como ese bastardo, pudiera tener hijos tan adorables.


–Aún es un misterio –comentó Gaara a su lado.


–Te prohibí hablar imbécil.


–Contigo a mi lado es imposible, precioso.


– ¿Cuál es exactamente el tipo de relación que tienen ustedes dos? – Sai estaba lo bastante molesto como para seguir aguantando aquel intercambio de lo que fuera que estuvieran haciendo su pareja y aquel rubio, que parecía ser su íntimo amigo. Así que no se quedó con las ganas de preguntar.


–Esto se pondrá bueno –escucharon decir a Sasori, sintiendo la diversión en su voz.


–Son marido y mujer, por supuesto.


– ¡Ino! –gritaron ambos, sonrojándose en el acto, gracias a sus palabras.


– ¡¿Qué dices?!


–Es la verdad –se encogió de hombros, indiferente ante sus reacciones–. Están casados desde hace mucho.


–Eso acabó el día que Gaara se fue –murmuró Naruto, confirmando sin querer ese hecho.


–Aun así, siguen haciendo linda pareja –afirmó solemnemente.


–Creo que me perdí en algún punto –dijo el Uchiha, sintiéndose mareado ante tanta información. Sus hermanos, especialmente el menor, parecía estar en las mismas condiciones. Bueno, ¿quién no?


Según lo último que tenía entendido, Sasuke sabía que Gaara tenía otros hermanos que no había podido conocer por diferentes razones, pero nunca se imaginó que ese hermano desaparecido fuera Naruto, ¡por Dios! Y él que había odiado a la persona que se había largado sin importarle lo que sucedía en ese momento… esperen, él seguía odiando a esa persona, y ahora que sabía que se trataba de Naruto, todo en su interior se había vuelto un caos. Siendo sinceros, su mente aun no procesaba correctamente todo el baldado de información que había recibido esa noche, especialmente desde que había visto a Naruto en esa situación.


–Sé mucho de ti –comentó el rubio acercándose al pelinegro, atrayendo nuevamente la atención de los demás–. Sai Uchiha –El mayor asintió levemente– Soy Naruto Uzumaki –se presentó–. Fui médico de tus sobrinos, hijo de la familia Namikaze; antes fui considerado el mejor amigo de Gaara, y por supuesto, soy su hermano mayor.


–Por unos meses… –murmuró el pelirrojo.


–Tú te callas.


–Y esposo, no olvides esposo.


–Ino, por favor... –suspiró al escucharla–. Solo ignórala. Verás, por las ganas que tienes de golpearme, diría que él nunca te habló de mí, y sí él no lo hizo yo tampoco lo haré. Pero puedo decirte algo que debí el día que empezaron su relación, de haberlo sabido por él, claro – miró a Gaara quién rodó los ojos–. Si Gaara se siente mal y llora por alguna razón que no sea yo, puedes estar seguro de que no saldrás del hospital en menos de un mes. ¿Está claro?


– ¿Es una amenaza? –Cuestionó en el mismo tono, sintiéndose enfadado ante sus palabras y lo que implicaban–. Tú no puedes simplemente aparecer de un día a otro, creyéndote quién sabe qué, hablándome como si fueras dueño y señor de prometido.


–No lo provoques, Uchiha –escucharon decir a Kankuro.


–No te metas, tonto –dijo Temari a su lado, golpeándolo en el hombro–. Pero tiene razón, no lo provoques –se dirigió a Sai, sin disimular la sonrisa de burla que tenía en sus labios.


–Mira, puedes tomarlo como prefieras –Habló nuevamente el rubio, encogiéndose de hombros, para restarle importancia. Luego, sonrió. Gaara supo que no saldría nada bueno de su boca, y eso solo lograría que Sai se enojara más–. Y para que quede claro, no me creo, soy; y te hablo como a mí se me dé la gana porque primero fui yo. Gaara es mi hermano, mi amigo y mi amor. No lo olvides Sai.


– ¿Tu amor?


Naruto sintió que se encogía tras escuchar la voz de Sasuke. Había olvidado por un momento que él también se encontraba allí. Sin embargo, se sintió un poco feliz porque, al parecer, sus palabras habían afectado al Uchiha y eso hacía que la llamita de esperanza que ardía en su interior, se avivara y creciera más.


– ¿Y a ti qué te importa? –Inquirió Gaara mirando al menor con suspicacia.


–Nada –dijo rápidamente, sintiendo que empezaba a sonrojarse.


Gaara y Naruto se echaron a reír, luego de que la tensión entre los demás, los hiciera guardar silencio.


– ¿Acaso todo fue una estúpida broma? –Cuestionó Sai, frunciendo el ceño.


–Algo así –asintió Gaara.


–Claro que no, Naruto no bromea cuando se trata de sus hermanos –dijo Shikamaru, palmeando la espalda de Sai, como si estuviera reconfortándolo–. Pero no te lo tomes en serio. Gaara se encargará de él.


–No sé si eso me hace sentir mejor.


–No tienes de qué preocuparte –dijo Naruto esta vez–. Lo siento chicos, molestarlos es divertido, pero me duele todo el cuerpo y debo llevar a Haku al hotel.


–Oh, recordaste que estaba aquí, gracias –ironizó el joven, bufando mientras se cruzaba de brazos.


–Lo siento precioso, me distraje.


–Idiota –dijeron Gaara y Haku al unísono.


–Ustedes dos son mi perdición –se quejó el rubio mientras los otros dos reían.


–Es bueno verte Haku –agregó Gaara tras calmarse–. ¿Has estado cuidando de él?


–Solo unos cuantos meses… –En ese momento Haku guardó silencio y miró a Naruto esperando algún tipo de señal, que llegó cuando el rubio negó con un breve gesto de su cabeza–. Será mejor que nos marchemos.


– ¡Pero si apenas regresaron! –exclamó Ino.


–Pueden quedarse –dijo Tsunade–. Naruto, estás lastimado y ya es tarde.


–No podemos abuela, tenemos que regresar al hotel. Prometo venir mañana.


–Traigan todo su equipaje, no quiero que sigan quedándose en ese lugar.


–Pueden tener otra habitación lista también, no estamos solos –informó el rubio, mirando a la anciana.


–Tsunade-sama, no se preocupe por mí, yo estoy bien –se excusó Haku, mirándola con incomodidad.


–Sin excusas. Los quiero mañana a primera hora aquí.


–Sí señora –aceptó como si fuera un pequeño niño recién regañado.


–Tú y yo hablaremos después –Naruto se dirigió esta vez a Gaara, quien asintió.


–Te veré mañana.


–Sí, adiós. Haku ayúdame, olvidé cuan fuerte golpeaba ese mapache...


–Es tan bestia como tú –le escucharon resoplar–. Ambos siguen estando tan locos…


Los dos se fueron abrazados como los viejos amigos que eran y sin muchas despedidas hacia los demás. Primero, porque todos aún estaban en un completo estado de shock en el que aún no asimilaban todo lo que acaban de vivir; y segundo, porque era Naruto y no daba vueltas a las cosas, la mayoría de veces; también porque, con todo ese espectáculo, el reencuentro con ellos, había sido más fácil de llevar, lo cual quitaba un enorme peso de su cuerpo. Ya los vería al día siguiente, con más sorpresas que dar.


–Nosotros también nos retiramos, Minato-san, si necesitan algo no duden en avisarnos.


–Gracias chicos, vayan con cuidado, y tú Gaara, ¿quieres quedarte?


–Descuida papá, me iré con Sai.


–Está bien, hijo –le sonrió cálidamente antes de mirar al moreno junto a él–. Cura todas sus heridas, Naruto no se contiene cuando se desahoga.


–Sí señor.


–Y no le hagas caso si te dice que está bien.


–Sí señora.


–Con ellos dos hay que tomar medidas más extremas –dijo Tsunade, luego se retiró, mientras iba quejándose junto a Jiraiya–. Dios, no sé cómo pudieron hacer eso. La primera vez que se ven desde hace años y se golpean. La próxima los moleré a golpes, yo.


–Bien, descansen chicos, los veré mañana –dijo Minato, acompañándolos hasta la puerta para despedirlos.


–Hasta mañana –se despidieron los demás.


 


Luego de haber tomado un taxi que los llevara a la casa de Sai a petición del pelirrojo, ambos se encontraban en la sala, ya que el menor estaba siendo curado por un confundido, serio, triste y enojado moreno, el cual se había mantenido en silencio desde que habían dejado la casa familiar


–Gaara, ¿sabes? –intentó hablar, pero se vio interrumpido por un tímido y tierno beso que el menor le dio.


–Lo lamento.


Gaara quitó de sus manos el algodón y el antiséptico y lo puso en la mesa a un lado del mueble en el que estaban sentados. Se levantó sólo un poco para sentarse sobre las piernas del mayor y así abrazarse a él, ocultando su rostro en su cuello.


–Lamento no haberte hablado nunca de él, pero el simple hecho de recordó era doloroso –susurró–. Él me necesitaba y aun así yo me marché…


–No tienes que hablar ahora –acarició su espalda con cariño, pero el negó.


–Mamá murió al darme a luz, Kushina se hizo cargo de mí y de mis hermanos, cuando nuestro padre nos abandonó por otra mujer, meses después de mi nacimiento...


Los brazos de Sai lo estrecharon con más fuerza. Sabía que había perdido a su madre luego de conocer a sus dos hermanos y que ellos le contaran, pero Gaara era tan cerrado con respecto a su pasado que no tenía ni idea de cuánto había sufrido, pese a todo el tiempo que llevaban juntos. En ese momento se daba cuenta de que, lo que sabía del ser que más amaba en la tierra, no era ni la mitad de lo que él menor ocultaba y tenía para contar.


–Yo llegué a ellos cuando Naruto era un bebé, crecimos juntos como hermanos, prometiéndonos que nunca nos separaríamos. Luego llegó Ino y entonces fuimos nosotros tres, éramos inseparables –explicó–. Pero los años fueron pasando, y con ello mis sentimientos cambiaron y sin querer me enamoré y lo oculté, porque no quería que él se alejará de mí y su familia me repudiara.


Sai aflojó el agarre para verle a la cara, pero le fue imposible. El pelirrojo no quería mirarlo hasta terminar de contar su historia.


–Creo que a veces era muy obvio, porque nuestras hermanas se dieron cuenta de mis sentimientos y fue en ese momento, que ellas me confesaron que él también me quería. Después se les ocurrió la tonta idea de casarnos a modo de juego, claro está –Sai lo sintió sonreír ante el recuerdo–. Fue vergonzoso, tuve que utilizar un vestido porque perdí jugando piedra, papel o tijera contra Naruto –. Sai no pudo evitar que se le escapara una pequeña risa al imaginarlo, recibiendo un golpe de parte de su pareja–. A pesar de tener sólo diecisiete años y de que, una relación entre hombres no era bien vista, a nosotros no nos importó, además, contábamos con el apoyo de nuestros hermanos, aunque a Minato y Kushina les costó, terminaron aceptándolo.


«Un par de años después las cosas cambiaron. Era el cumpleaños diecinueve de Naruto cuando su hermana anunció que se iría con su novio...


–Tu hermana comentó algo sobre eso.


Gaara se separó por fin y le miró.


–Tu madre murió y no sabías nada – Adivinó. Gaara asintió dándole la razón.


–Temari fue quién me lo dijo –murmuró cabizbajo–. Desde que salí de Konoha para estudiar, me olvidé de ellos. Pero yo no quería… ellos me habían dado todo, se habían convertido en mi familia, en mis padres y aun así yo… No estuve para él cuando más me necesitaba.


–No digas eso –consoló Sai –. Tú no lo hiciste a propósito y ellos no te odian, lo sabes… Todo está bien, cariño.


–Sai, nunca he sido un buen hijo, ni un buen amigo, hermano o pareja, y te has dado cuenta. ¿Cómo puedes amar a alguien tan roto como yo? Siempre lo he pensado, no te merezco.


Sai sintió como su pecho se comprimía ante el dolor que le generaban las palabras del pelirrojo. Cuan equivocado estaba su pequeño. Gaara lo era todo para él, bueno, malo, roto o no, era la única persona con la que se sentía bien, maravilloso. Podría escribir las muchas razones por las que lo amaba, incluyendo sus secretos y mentiras, y, aun así, sería poco para expresar su amor. Gaara era más que lo que se veía a simple vista; su indescifrable exterior, albergaba uno de los corazones más cálidos y delicados que pudiera alguien poseer. 


–Oh, Gaara, todo lo que has dicho es una cruel mentira –contradijo, apretándolo entre sus brazos–. No eres perfecto, pero eres mejor de lo que piensas, eres valioso. Ellos te aman como no tienes idea; yo te amo más que a nada, eres mi vida y nada va a cambiarlo. Ni siquiera ese loco de tu hermano, expareja, sobreprotector o lo que sea.


Gaara levantó su rostro, regalándole la hermosa vista de una cálida expresión llena de lágrimas junto a una tímida y rota sonrisa.


–Te amo Sai –murmuró–. Te amo como nunca amé a nadie, y te amaré hasta donde me sea permitido.


 


 


 


     Haku se acomodó en el sofá junto a Naruto, luego de limpiar y curar su rostro, y de que se hubieran mantenido en silencio durante todo el camino hasta ese momento. Sabía que su amigo se estaba conteniendo para no empezar a hablar y quejarse o decir alguna estupidez de las que solo él era capaz, pero no quería ser tan malo, además, el rubio necesitaba desahogarse.


–Adelante, dilo –pidió, dándole vía libre.


Naruto le miró por unos segundos, y aunque en un principio pareció indeciso, por fin habló:


– ¿Crees que estuvo bien lo que hice?


–No lo sé, pero se trata de ti y nunca se sabe lo que harás –respondió con sinceridad–. No te preocupes, lo hiciste bien, quizá unos golpes y sangre de más, pero bien, al fin y al cabo.


–Los golpes estuvieron bien, se los merecían.


– ¿Gaara también? Creo que ver a Karui hizo que todos tus sentimientos y frustraciones con ellos, fluyeran libres y reaccionaste mal con tu hermano. Le echaste en cara muchas cosas, y sabes que eso pudo afectarlo más que a ti; él siempre fue más débil que tú –le recordó–. Y todo eso que le dijiste a su pareja… eres un tonto.


–Pero fue gracioso –admitió riendo–. Le debo una disculpa, ¿verdad?


– ¿Lo estás dudando? –Naruto se encogió de hombros–. Sí Naruto, tienes que hacerlo. Mañana realmente será un largo día.


–Tengo miedo –admitió en un susurro.


–Pero es algo que tendrás que hacer –se acercó más hasta poder abrazarlo con comodidad. Naruto se dejó hacer, sintiéndose arrullado por el bajo tono de voz que Haku estaba empleando–. Yo estaré contigo Naruto.

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí, mil gracias!! 

Yo sé que se esperaban algo así, o al menos una parte. Si están sorprendidos... esa era la idea. x) 

Sasuke y Naruto tuvieron un "fugaz" reencuentro, y la razón por la que no les di protagónico a ellos dos como tal, es simple. El próximo capítulo será de ellos y el trío de bebés... Pobre Naruto, su cuerpo seguirá sintiendo dolor. 

Ya saben que pueden decirme sus opiniones, pensamientos, y cualquier cosa que se les ocurra (menos ofensas) por medio de un comentario :D 

Hasta la próxima!

xoxo Ale~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).