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Reasons to love por ViBanaII

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Notas del capitulo:

12 de septiembre de 2018


 ¡Hola, hola! A que no me extrañaron tanto esta vez, eh?


No tengo mucho que decirles, solo que espero disfruten mucho de este capítulo, se enteren de nuevas cosas y lleguen hasta el final como siempre.


Gracias por los comentarios en los capítulos pasados, aunque no los respondo, sepan que los leo y me emociono mucho por ello.


Ahora, ¡¡a leer!! 

XXII


 


       Gaara frunció el ceño mientras se dejaba llevar por un muy sonriente Naruto hacia quién sabe dónde, porque el señor se había negado a decirles a donde los arrastraba. Sí, porque él no fue el único. Todos sus hermanos, incluyendo a Sasori porque era un hermano más para ellos y su tío Nagato (porque según Naruto, el hombre necesitaba sacar la cabeza de su trasero lleno de trabajo), habían sido obligados a subir a un enorme van con el suficiente espacio para todos, que los llevó hasta las afueras de la ciudad a lo que sería una finca con enormes terrenos y mucho bosque; incluso le escuchó mencionar algo sobre un hermoso claro cercano a un lago. Fuera de eso, Naruto no había dicho nada más. Al menos hasta que pusieron los pies fuera del vehículo y la sorpresa que el rubio tenía preparada para ellos, por fin salió a la luz. Todo un fin de semana para ellos, sin hijos, parejas o trabajos, que les impidieran disfrutar un tiempo alejados de todos. Incluso fueron obligados a despojarse de sus teléfonos y demás aparatos electrónicos, con la promesa de usarlos por media hora cada día, hasta que acabara el fin de semana. El tiempo suficiente para llamar a casa y saber cómo estaba marchando todo sin ellos.


– ¿Alguien tiene hambre? –preguntó Naruto cuando todos traspasaron las puertas de la casa, notando al instante la calidez que emanaba de ella. Era un enorme espacio de dos pisos, con un concepto abierto donde se podía apreciar la cocina, la sala de estar y el comedor, viéndose tan armónicos con los tonos tierra y algunos elementos rústicos en ella. Gaara podía no saber exactamente sobre arquitectura o el diseño interior, pero aquella era una buena pieza y por la expresión de su hermano Kankuro, podía estar seguro de que lo era–. ¿Quién me va a ayudar con la cena?


–Ok, espera un segundo –se apresuró Nagato, acercándose al rubio– ¿De qué se trata todo esto? –Ah sí, Gaara también quería saber la respuesta. Todos en realidad–. Estaba trabajando en un caso importante y tú simplemente decides traernos a este lugar, sin explicación.


–Sabes, tío –empezó el rubio, saliendo de la cocina para reunirse con todos en la sala–. Antes eras más relajado, te gustaba pasar tiempo con nosotros y disfrutabas de una escapada para relajarte sin pensar en el trabajo.


–Sí. Hace más de diez años –replicó–. Las cosas cambian.


–Por eso decidí hacer esto. ¿Cuándo fue la última vez que todos nos reunimos? Y no, la cena de compromiso de Gaara no cuenta –dijo–. No estoy esperando que volvamos a ser como antes, pero, ¿realmente cambiamos tanto que ahora es poco probable que nos reunamos un fin de semana sin tener algún evento de por medio? Entiendo que todos estén ocupados con sus familias, sus trabajos y lo que sea que los obligue a no ir un sábado en la tarde a casa de los abuelos, pero con intentarlo no perdemos nada.


–Entonces se te ocurrió la idea de traernos a aquí sin decir una palabra a nadie. Ni siquiera tenemos ropa para cambiarnos –agregó Temari de brazos cruzados.


–Bueno… –Naruto vaciló por unos segundos antes de responder–. Papá lo sabía, y sus parejas se comprometieron a cuidar de los niños y mantener todo en orden. Su equipaje está en las habitaciones.


–Ya tenías todo cubierto –asumió Kankuro–. ¿Algo más que debamos saber o nos enteraremos en el camino?


Naruto se encogió de hombros y la expresión en su rostro parecía esconder más de lo que parecía. Sin embargo, ignoró la pregunta de su hermano y se enfocó en lo que iba a hacer en un principio.


–Entonces ¿Quién me va a ayudar?


Un suspiro colectivo se escuchó en la sala, antes de que las mujeres abandonaran el lugar y dejaran a los cinco hombres viéndose unos a los otros. Segundos después Kankuro se excusó, murmurando cosas sobre la casa y el espectacular diseño y como, debía sí o sí, recorrerla por completo. Nagato simplemente se retiró sin decir una palabra y Sasori se metió en una de las habitaciones del primer piso que resultó ser una sorprendente sala de estar con grandes y cómodos muebles, y un enorme televisor con un magnifico teatro en casa, dándole el aspecto de una pequeña sala de cine. Eso dejó a Gaara como su única a ayuda para preparar la cena.


–Bueno, solos tú y yo, rojito –señaló Naruto, dirigiéndose nuevamente a la cocina–, como en los viejos tiempos.


–En ese aspecto nada ha cambiado –agregó Gaara, siguiéndole de cerca–, todos se alejaban en cuanto se hablaba de cocinar y nos dejaban el trabajo a nosotros.


–Al menos cuando íbamos de campamento era más fácil –comentó Naruto mientras buscaba todo lo necesario para cocinar–, solo sacábamos la comida que mamá preparaba y la calentábamos en la fogata.


– ¿Recuerdas esa vez que Papá y Kankuro pusieron una parrilla con la comida y después se fueron a jugar con los demás? Mamá los obligó a hacer la comida de nuevo porque la habían dejado quemar toda –Gaara se echó a reír siendo acompañado con las carcajadas de Naruto.


–Una de las peores cosas que comí en toda la vida –agregó Naruto, aun con la risa escapando entre sus palabras–, ellos no podrían cocinar ni para salvar sus vidas.


Más tarde, ese mismo día, después de la cena, todos se reunieron alrededor de la chimenea en la sala de estar. Temari había preparado bocadillos y chocolate para que pudieran pasar la fría noche charlando y divirtiéndose sin mayor problema. Habían empezado con algunas anécdotas de cuando eran niños. Las bromas que se hicieron cuando vivían juntos en Konoha o el gracioso enamoramiento que tuvo Ino por Kankuro. Recordaron las escapadas que hacían para ir con sus amigos a divertirse y los momentos en los que Karin se desquitaba con ellos, luego de que le hubieran hecho alguna broma.


Ino palmeó su rodilla con fuerza, mientras las carcajadas salían y salían sin cesar, a medida que escuchaba a sus hermanos hablar. Un nuevo recuerdo vino a su mente y la risa brotó nuevamente de sus labios.


– ¿Recuerdan esa vez que Sasori llegó muy borracho a casa y Karin le depiló una de las cejas, con una pinza, sacando vello por vello hasta que no quedó ninguno? –preguntó la joven entre carcajadas y jadeos–. Sasori se quejaba porque sentía como si lo estuvieran picando ¡Ja, ja, ja, ja!


–Ni siquiera papá pudo aguantar las ganas de reír cuando lo vio –agregó Kankuro sin dejar de reír–. Recuerdo que se pintó las cejas por casi un mes y les decía a todos, que era una nueva moda que estaba siguiendo.


– ¡Y mamá le ayudaba a pintárselas! –chilló Temari, siendo esa, la guinda del pastel.


–Karin era el demonio cuando se vengaba –dijo Sasori cuando las risas disminuyeron y les fue posible hablar–. Lo peor era tener a Temari y Karin en contra. Ellas juntas eran simplemente aterradoras.


Las carcajadas resonaron nuevamente en la estancia cuando más recuerdos de ese tiempo llegaron a ellos.


–Las extraño –la emoción disminuyó y la nostalgia los embargó cuando Naruto susurró las palabras tras un largo suspiro–. Me gustaría que vieran lo que hemos hecho, lo que somos. Estarían orgullosas.


–Lo están –le aseguró Temari, pasando un brazo por sobre sus hombros, brindándole un cálido apretón.


–Estoy seguro que mamá me halaría de las orejas y me tiraría un libro por todo lo que hice –dijo Gaara, sin evitar que una amarga sonrisa pintara su rostro. Por un momento, sus ojos se pusieron acuosos y creyó que las lágrimas se derramarían y rodarían por sus mejillas. Sintió entonces a Naruto sentarse a su lado y darle un gran y doloroso abrazo, que le hizo quejarse, hasta que el rubio se separó.


–Sí, creo que todos estamos de acuerdo con eso –dijo Naruto cuando le miró a los ojos y acarició sus mejillas–. Pero lo hubiera entendido ¿de acuerdo? Ahora, eso quedó en el pasado y todo está bien en este momento, no pienses otra cosa –insistió, besando su mejilla antes de retirarse–. Estamos bien.


 


La mañana siguiente trajo consigo una nueva discusión: la celebración de navidad. Todos pensaron en una pequeña cena familiar que les permitiera disfrutar lo suficiente antes de terminar la noche con la apertura de regalos. Sin embargo, luego de escuchar a Naruto y la gran reunión que tenía planeada y en la que su abuela, con mucho gusto había decidido ayudar, estuvieron de acuerdo en que el rubio había perdido la cabeza. Hasta que la realidad tras sus palabras cambió el significado de aquella celebración. Después de todo había pasado mucho tiempo desde que se reunieron como una familia para celebrar.


–Aun no entiendo por qué tiene que ser una fiesta –dijo Gaara–. ¿No puede ser una sencilla cena como se había propuesto desde el principio? Como sea, todos estaremos juntos y podremos abrir los regalos al mismo tiempo.


–Oh, eso haremos –le aseguró Naruto, siendo embargado por la emoción–. Pero recordé que el viejo Bee y su familia visitarán a Ryu y los invité a pasar la navidad con nosotros antes de que se fueran. Además, y estuve pensando que sería buena idea que la familia de Sasuke estuviera también con nosotros y como Sai es tu pareja, matamos dos pájaros de un solo tiro. ¿No te gusta?


–No había pensado en ello –murmuró el pelirrojo.


–Quería que la familia de la piña estuviera con nosotros, pero ellos harán una gran cena comunitaria en Konoha y las familias de nuestras cuñadas también estarán allá. Dijeron que podríamos ir después y celebrar el año nuevo con ellos.


–Este año están planeando una gran celebración para todos –dijo Ino, sentándose junto a Gaara–. Tenía pensado decirles para que fuéramos, pero ya te adelantaste.


–Tú… eres increíble –exclamó Gaara mirando a Naruto–. Lo tienes todo cubierto.


–En realidad, se lo comenté a la abuela y ella se encargó de todo –dijo, encogiéndose de hombros–. Yo solo di la idea.


–No sé porqué me sorprendo, si ustedes dos pueden convertir una simple cena familiar en el evento del año.


–Tampoco exageres.


–Ah, pero si yo no estoy exagerando –le contradijo.


–Saben –dijo Ino, atrayendo la atención–, creo que papá llevará a alguien…


– ¿Qué? –exclamaron los hombres al unísono–. Alguien como… ¿cómo un amigo? O ¿una mujer? –cuestionó entonces Gaara.


– ¿De qué mujer hablan? –escucharon la voz de Temari cerca de ellos.


–Parece que papá sale con alguien –respondió Naruto.


– ¡Quéééé!


–No estoy segura –murmuró la joven–. Pero hace unos días lo escuché hablar por teléfono, sonaba muy… muy cariñoso.


 –Genial, el viejo necesita de alguien que lo cuide –murmuró Naruto.


– ¿No te molesta?         


Naruto miró fijamente a su hermana menor durante largos segundos, en los que estudió su rostro.


–Papá lleva casi diez años viudo, ¿no crees que ha pasado mucho tiempo solo? Él nunca dejará de amar a mamá, pero aun tiene una oportunidad de que alguien lo quiera y se preocupe por él como una pareja debería hacerlo… ¿a ti te molesta?


–Dios, no –negó enseguida–. Le he estado insistiendo en que debe salir, tener citas y conseguirse una buena mujer que lo quiera y aguante las rarezas de sus hijos. Incluso que sea tan increíble como nosotros, pero el hombre siempre evitaba el tema.


–Puede estar inseguro –expuso Gaara, pensativo–. Quizá no nos ha dicho nada, porque espera, o cree que habrá una reacción negativa de alguno de nosotros –su mirada se posó en Ino y luego en Naruto, antes de dirigirla al resto de sus hermanos.


–Oye, yo no tengo ningún problema –le aseguró Ino.


–Nadie lo tiene –afirmó Temari–, solo que él no lo sabe.


Una pícara sonrisa se estableció lentamente en el brillante rostro de Naruto.


–Entonces… –dijo, arrastrando la palabra– ¿Tienen algún plan?


 


* * * * *


 


A Sasuke una navidad nunca le había parecido tan emocionante y a la vez tan atemorizante, como la que estaba por venir. Aun así, secretamente esperaba que ese día llegara rápidamente porque se trataba de la primera navidad que pasaría junto a su familia, una familia completa.


Y ni hablar de su precioso rubio… Ja. Su precioso rubio. En ocasiones pensaba que era ridículo, porque nunca había utilizado sobrenombres cariñosos con nadie en su pasado. Tampoco, eran el amor de su vida, así que no importaba. Le encantaba.


Naruto parecía saltar de la emoción cada vez que se reunían y hablaban sobre las festividades y la buena idea que había tenido al proponer que las familias celebraran juntas la navidad en casa de sus abuelos. Sasuke casi podía jurar que no solo eso mantenía al rubio desbordando tanta emoción y felicidad; él sabía que también se debía a la propuesta que le había hecho aquella noche de finales de octubre, luego de que la celebración de cumpleaños de sus hijos finalizara. Naruto había aceptado, pero todavía no era oficial, ni siquiera habían dado la noticia a sus familias y el rubio esperaba hacerlo en medio de la celebración. Sasuke secretamente esperaba rematar la noche con una propuesta especial, que lograría cambiar definitivamente sus vidas.


Solo había algo que Sasuke no podía soportar de la ocasión: las compras navideñas. En realidad, ningún tipo de compras, mucho menos si se trataban de regalos. Se tornaba muy difícil para él, pensar en algo que fuera del agrado de su familia o amigos. Era incluso peor si pesaba en el hecho de comprar algún regalo para la familia de Naruto, especialmente para su suegro y sus abuelos. No, esa tarea había pasado a manos del rubio, que había refunfuñado y alegado que no tenía gracia ni sentido si compraba incluso su propio regalo. Finalmente, los dos tuvieron que dar su brazo a torcer y ceder, aunque fuera un poco. Así, Sasuke prometió que él se encargaría de comprar los regalos de sus hijos y el de Naruto, mientras el rubio compraría para el resto de la familia, a nombre de los dos. Justo ¿no? Además, no había nada que un computador, internet y una tarjeta de crédito no solucionaran. Las compras en línea habían sido un grandioso invento, disfrutado por aquellos que odiaban salir a comprar. Especialmente para alguien como Sasuke. Así que, a tres semanas de navidad y a pesar de lo que pudo haberle dicho a Naruto sobre los regalos, él ya había comprado algunos, como un nuevo juego de construcción para Mizuki, unos cuantos animales acuáticos para la creciente colección de Yusuke y un gran kit de pinturas para niños, que estaba seguro encantaría a Haruka. Finalmente, su última adquisición había sido un accesorio que combinaba perfectamente con aquella cadena que le había regalado Naruto años atrás. Solo por eso, había hecho el esfuerzo de ir a una joyería para obtenerlo. Ahora todo yacía escondido en su oficina en la empresa, que era el lugar más indicado para ocultarlos de los curiosos pequeños, incluyendo a Naruto.


Sasuke se paseó por su solitaria casa hasta terminar en su habitación. Como era costumbre, la agradable mujer que lo ayudaba con la casa, estaba de vacaciones y los niños habían sido recogidos por Gaara para pasar el día en casa de Temari junto a todos sus sobrinos. Naruto aún seguía en el hospital y no sabía a que hora llegaría porque, según lo que le había dicho, tenía un caso con uno de sus pacientes que necesitaba estudiar junto a otros doctores y no tenía ni la más mínima idea de cuanto tiempo tardaría o si llegaría a casa ese día para pasar el fin de semana juntos, aunque solo fuera por unas horas. Ya se había hecho una costumbre en ellos mientras el rubio aún no se mudara definitivamente a su casa. Eso dejaba a Sasuke solo, en una fría y aburrida tarde de sábado, sin saber qué hacer para distraer su mente. Por eso había terminado en su cuarto, frente al lugar donde tenía su caja fuerte, revisándola y sacando de ella aquellos invaluables objetos que había estado custodiando desde hacía cuatro años, la edad que tenían sus pequeños.


En los últimos meses, en medio de todo lo que sucedía con su vida, su familia e incluso con Naruto, Sasuke consideró que los niños tenían la edad suficiente como para entender quien era su madre (y lo poco que sabía de ella) y por qué no podría estar con ellos en el futuro. Muy en el fondo y por más doloroso que pudiera parecerle, él esperaba que la madre de los niños apareciera en algún momento y los conociera como eran ahora. Quería conocer a esa mujer y agradecerle por confiar ciegamente en él y darle la oportunidad de tener en su vida, seres tan maravillosos como Yusuke y Mizuki.


El primer paso estaba justo frente a él. Aquel par de relicarios que la mujer había dejado para ellos, serían el primer regalo que Sasuke haría a sus hijos de parte de la mujer. Los peluches no contaban porque habían estado desde siempre con ellos, así que solo le quedaba entregarles los colgantes y el libro que suponía era un álbum de fotografías. Sasuke no lo sabía realmente porque nunca lo había revisado; creía que ese era un privilegio que sería otorgado por sus hijos cuando llegara el momento. Por ahora, él solo era el guardián de tan preciados objetos.


Tomando el cofre y el álbum, Sasuke los llevó a su oficina y rebuscó entre sus cosas por el papel de regalo con motivos navideños que había comprado hacía un par de días cuando fue obligado a acompañar a su madre a ir de compras, y se dispuso a envolverlos. Sentado en su escritorio, Sasuke hizo lo mejor que pudo mientras cubría el cofre con el papel y luego hizo lo mismo con el libro. Finalmente escribió una dedicatoria en cada una de las tarjetas y luego las pegó a los regalos.


Miró fijamente su trabajo ya terminado.


–Rustico –murmuró haciendo un pequeño gesto de satisfacción.


Bueno, se veía un tanto desprolijo y arrugado en algunas partes, pero si tenemos en cuenta que él no era exactamente un aficionado a los regalos y mucho menos a envolverlos, estaba bien. Además, la envoltura iba a ser rasgadas después, no era tan importante como su contenido. Tan simple como eso.


 


     * * * * *


 


– ¿Mi relación con él? –murmuró frunciendo el ceño confundida por la pregunta que la mujer le hizo.


El día anterior había recibido una llamada de un número desconocido, tratándose de nadie más que de su tía, quien después de mucho tiempo había decido aparecer, solo para pedirle un gran favor que podría ser de vida o muerte… en realidad no era tan serio, pero a la agradable mujer le gustaba exagerar. Así que le había pedido reunirse en una pequeña cafetería que ambas solían frecuentar cuando ella solo era una adolescente y estaba deslumbrada con la profesión de su tía; se preguntó porqué había dejado de visitarla, cuando ellas habían sido muy cercanas. La respuesta golpeó rápidamente en su cabeza. A medida que crecía, había comenzado a olvidar que ella era una chica sencilla, que no le importaba exactamente el dinero para ser feliz u obtener la aprobación de los demás, pero al llegar a la universidad y rodearse con todo tipo de personas, terminando con los más exclusivos, su perspectiva del mundo y su vida, se habían visto afectados. Ahora, tras muchos golpes dolorosos contra los muros que se interpusieron en su camino, estaba recuperando su verdadera esencia. Sin embargo, nada tenía que ver con las extrañas preguntas de su tía, luego de que pasaran un buen rato poniéndose al día sobre sus vidas y ella le contara brevemente sobre su relación de hacía algunos años, con uno de los hombres más deseados de la alta sociedad en ese entonces, y en la actualidad.


En algún momento, luego de que rompieran vergonzosamente en un centro comercial frente a muchas personas, Sakura se preguntó cómo había terminado sintiéndose atraída por un tipo como Sasuke, cuando el hombre no era más que un desagradable bastardo que no se llevaba exactamente bien con el mundo, más de lo estrictamente necesario, y prefería la soledad y el trabajo en exceso, cuando las personas de su edad, normalmente se interesaban en pasarla bien la mayor parte del tiempo. También se preguntó qué había visto el hombre en ella para aceptarla y haber mantenido su relación por un año… lo que fuera, había sido bueno en su momento. Ahora solo era un recuerdo que se estaba volviendo lejano en su mente.


Su tía hizo un gesto con su mano y Sakura parpadeó repetidamente, volviendo su atención a ella, antes de que hablara.


–Sí, ¿cómo fue? –insistió, viéndose extrañamente interesada en saber específicamente sobre ello–. ¿Cómo se conocieron?


Sasuke pensó que solo se trataba de la curiosidad burbujeando en su tía, al saber que había estado con un hombre de esa categoría. Así que encogió de hombros y se acomodó mejor en la acolchada silla, antes de comenzar con su relato.


–Nos conocimos cuando estábamos en la universidad –dijo, frunciendo el ceño mientras recordaba–. En realidad, fue en una de las tantas fiestas a las que asistí de uno de mis compañeros en ese entonces, porque ambos estábamos en carreras distintas. Esa vez, Sasuke estaba sentado en el patio, alejado de todo el ruido cuando me acerqué a él… no recuerdo mucho de lo que hablamos esa noche, pero hubo un momento en el que se echó a reír… –La sonrisa en su rostro era de pura nostalgia ante aquel recuerdo de su primer encuentro con el Uchiha. Sakura tenía veinte años en ese momento, pero había caído enamorada por esa simple sonrisa que había movido todas las fibras de su cuerpo. Lastimosamente fue de la pocas que pudo obtener de aquel hombre en ese entonces–. Desde ese momento, nos encontramos frecuentemente, a veces por casualidad o porque ambos asistíamos a las mismas fiestas o reuniones. Por meses, fuimos conocidos que pasaban un buen rato juntos y al cabo de un año, éramos una pareja tomada del brazo, asistiendo a eventos que requirieran de nuestra presencia…


– ¿Él era un buen hombre? ¿te trataba bien? –intervino la mujer, cuando una nueva ola de recuerdos inundó su mente.


–Sasuke no era exactamente cariñoso ni demostraba su afecto en público. Creo que eso se me daba muy bien a mi –Sakura se echó a reír–. Cada vez que tenía la oportunidad, tomaba su mano, besaba su mejilla o simplemente le hacía saber lo importante que era para mí y cuanto lo quería. Y sabía que había sido suficiente cuando lo escuchaba resoplar y decir mi nombre con voz firme y sin gramo de humor –Una profunda exhalación escapó de sus labios mientras fijaba la mirada en el paisaje urbano que le brindaba la ventana frente a la que estaban sentadas–. A pesar de lo que muchos podían pensar de Sasuke y lo malhumorado que parecía, él realmente era un buen tipo que sabía qué hacer y cuáles eran sus prioridades. No estaba exactamente enamorado de mí, y ahora que lo pienso, yo tampoco lo estaba; sin embargo, llegué a ser un poco posesiva y celosa con él y creo que eso también nos distanció. Hasta que me encontré con él en un centro comercial luego de estuviera fuera del país… fue chocante y muy impresionante cuando me enteré de que era padre de la noche a la mañana de un par de bebés, cuando habíamos estado juntos y sabía muy en el fondo que Sasuke no era capaz de engañarme –una nueva sonrisa cargada de diversión llenó el rostro de Sakura–. ¡Uf! Recuerdo que me puse histérica y le reclamé, exigiéndole una explicación.


–Estabas en todo tu derecho –agregó su tía, con una voz que dejaba ver lo sorprendida que estaba por la historia–. Era lo menos que te debía.


–Y él estuvo dispuesto a hacerlo, pero yo estaba lo suficientemente enfadada como para siquiera ver a través de eso. Cuando me di cuenta, él se había marchado con su familia, dejándome sin saber lo que había pasado realmente.


–¿Entonces qué sucedió? ¡ese infeliz te engañó! –exclamó con indignación.


–No exactamente –murmuró la joven–, pero parecía que todo el mundo tenía algo qué decir acerca de los nuevos miembros de la familia Uchiha. Las noticias volaban, la prensa especulaba y las viejas chismosas de la alta sociedad hablaron hasta que no supieron qué más decir. Después de un tiempo, la familia dijo que Sasuke los había adoptado. Yo lo supuse, pero no estuve segura, porque ellos podían parecerse más a su madre ¿no?


–¿Nunca hablaste con él después de eso?


–No –murmuró pensativa–. Aunque hubo un tiempo en el que volvimos a coincidir y él iba acompañado de otro hombre… recuerdo que en ese momento pensé que era el padre de los niños, porque se parecían mucho a él. Los ojos azules, y el cabello rubio… a veces, las   coincidencias no son solo eso –dijo en voz baja–. Aun así, ambos negaron ese hecho y fue la última vez que entablé una conversación con él.


–Entonces él no te engañó –asumió la mayor.


–Cierto.


–Pero tampoco te dijo que pensaba adoptar niños.


–También es correcto –asintió ligeramente con la cabeza–. Si bien hay más tras eso de lo que parece a simple vista, ya no es de mi incumbencia.


Sakura tomó la taza de té y bebió el último trago, antes de levantar la mano y pedir otra taza, mientras su tía pensaba en la historia. Parecía muy concentrada porque incluso su ceño se había arrugado.


–Este hombre… Sasuke Uchiha, ¿cómo dijiste que se llaman sus hijos?


–No lo dije, tampoco lo recuerdo –respondió–. Solo sé que uno de ellos es rubio y el otro pelirrojo; ambos con los ojos azules. ¿Por qué tanto interés en ellos, tía Sasaki? –cuestionó cuando el interés prevaleció en la mujer sentada frente a ella.


–Ah, Mizuki y Yusuke –murmuró Sasaki como su hubiera encontrado la respuesta a todo lo que estuviera pasando por su mente–. Sakura, dijiste que la última vez que hablaste con él, iba acompañado de alguien más y que este sujeto se parecía a los niños ¿no? –La peli rosa asintió dudosa, mirando a su tía sin entender exactamente a dónde quería llegar o porqué tanto empeño en saber sobre alguien con el que ya no estaba relacionado, mucho menos le hallaba lógica a interés de su tía por los hijos de Sasuke o aquel hombre que ni siquiera conocía–. ¿Recuerdas su nombre? ¿Puede ser posible que se llame Naruto? Naruto Uzumaki.


–No lo sé, tía –dijo Sakura–, y como te dije antes, eso no me incumbe. No veo por qué tanto interés en ellos, ni siquiera los conoces.


–No es… –la mujer suspiró pesadamente–. Sakura, necesito tu ayuda.


– ¿Para qué?


– ¿Recuerdas aquel hospital de los barrios bajos en el que solía ayudar? –Sasaki no esperó una confirmación de su sobrina, simplemente continuó exponiendo sus pensamientos–. Conocí a una mujer que estaba gestado mellizos. Pero también sufría una enfermedad terminal… Era una buena muchacha, con mucho por delante, pero tomó decisiones que la llevaron a vivir una vida llena de sufrimientos y desgracias; lo único bueno que ella tenía, era aquel par de bebés que lograban calentar su alma. Sin embargo, esa felicidad no duró mucho –un nudo se formó en su garganta, impidiéndole continuar cuando los recuerdos de aquel entonces y el dolor de Karin, vinieron a su mente–. Dejó a sus hijos en manos de un desconocido, esperando que tuvieran lo que ella no podía ofrecerles…


–Estás… estás insinuando que ellos…


–Así es. Todo coincide.


–Pero qué tiene que ver contigo, solo ayudaste a la mujer…


– ¿Conoces a alguien llamado Gaara?


Sakura frunció el ceño en reconocimiento.


–No sé si se trate de la misma persona, pero sí. Conozco a alguien llamado Gaara, es pareja de uno de los hermanos de Sasuke. ¿Qué tiene que ver él con lo que me estás diciendo? Sasaki-san me estás asustando.


–No es nada malo mi niña –se apresuró a decir, apaciguando la agitación en su sobrina–.  Es solo que todo está, de cierto modo, conectado. Karin dejó a sus hijos al cuidado de un desconocido. Si dices que el Uchiha adoptó a sus hijos de la noche a la mañana. No uno, sino dos; y uno de ellos es una niña rubia y el niño pelirrojo, ambos con ojos azules, no pueden ser otros más que Mizuki y Yusuke… –explicó rápidamente, haciendo gestos con sus manos, viéndose emocionada por lo que decía–. Poco antes de morir Karin me dejó una carta con su última voluntad. Debía esperar a que su esposo viniera a mí, porque sería el momento en el que podría llevar a cabo lo que pedía. ¡Le tomó casi tres años enterarse de la muerte de su esposa!


– ¿No estaba con ella cuando sucedió? –cuestionó viéndose totalmente confundida por lo que Sasaki le contaba. Parecía hablar de una cosa y de pronto se acordaba de algo más y lo metía en su explicación, volviéndose cada vez más y más enredado.


–El tonto se metió en negocios turbios –suspiró Sasaki, negando con su cabeza–. La dejó creyendo que hacía lo mejor. Él esperaba que ella regresara con su familia y viviera tranquilamente. Lastimosamente ninguno hizo lo correcto y terminaron en una situación peor.


–Aun no me has dicho qué tiene que ver Gaara en todo este asunto. Ni siquiera comprendo a donde quieres llegar con lo que me estás diciendo. Todo lo que dices es confuso.


–Karin siempre hablaba de sus hermanos, especialmente de un tal Gaara y Naruto, pero nunca dio apellidos, ¿cómo podía buscarlos entonces? Ellos tenían que saber lo que había hecho, cómo había vivido, incluso que tuvo hijos –Sasaki hizo una pausa, tratando de calmarse. Tras una profunda inhalación, continuó–. Si se trata del mismo Gaara, y aquel hombre que viste con el Uchiha, el rubio, es Naruto, entonces Karin sabía con quién dejaba a sus hijos, aunque nunca se hubieran visto en persona. Ella estaba al tanto de quien era realmente Sasuke.


–Bien, tienes un punto –fue capaz de decir, apenas saliendo de su estupor–. Eso aun no responde a mi pregunta.


–Karin, como ultimo favor, me pidió llegar a su familia y entregarles un paquete. No sé qué contiene y nunca he pensado en revisarlo, pero puedo apostar que está relacionado con el Uchiha y sus hijos. Sakura, me ayudarás a llegar a ellos.


– ¡¿Qué?! –exclamó en un agudo tono de voz, atrayendo la atención de algunas personas que también se encontraban en la cafetería, resguardándose del frío–. Estás loca, Sasaki-san. ¿Por qué haríamos algo así?


–Porque considero que ya es tiempo de que se sepa toda la verdad con respecto a Karin y sus hijos –explicó–. Llegué a considerar a Karin como una hija, la quise mucho y sufrí cuando vi su vida evaporarse… no pude hacer nada en ese entonces, Sakura. Quiero hacerlo ahora. Además, ¿no sería un buen regalo de navidad para esas personas saber lo que pasó con ella?

Notas finales:

Bien, eso fue todo por hoy!

¿Cuál fue su parte favorita? La mía, sin duda es la conversación entre Sakura y Sasaki-san. Deja saber un poco sobre su lado de la historia, cómo llegó a conocerlo y sobre todo, nos llevan un paso más cerca de revelar todo! 

Espero les haya gustado. Hasta pronto! 

xoxo Alex~


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