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Reasons to love por ViBanaII

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Notas del capitulo:

Noviembre 28 de 2018

 

Debo decir, sin mentir, que este ha sido uno de los capítulos más largos de toda la historia...

Para los que me siguen en Instagram (Alex Dom by_aliv) dí algunos adelantos del capítulo. Si quieren seguir en contacto conmigo, sigamente y me hace conversa :) 

Nos leemos al final. Les conviene :D

Mientras tanto, a leer y disfrutar, que la vida es muy bella, y si se lee, más~~ 

XXIII

     La última semana antes de navidad fue un caos para la familia de Naruto, después de que el hombre saliera con su grandiosa idea para que todos celebraran aquella fecha especial. La casa de Tsunade y Jiraiya tenía más decoraciones navideñas de las que ambos pudieron recordar y ni hablar de las decenas de regalos que habían estado llegando a lo largo de los días para que fueran puestos bajo el gran árbol de navidad que habían adquirido para la ocasión. Incluso Ino se había tomado la molestia de comprar accesorios acordes a la época, que entregaría a todos en noche buena. Mientras los compraba, se imaginó a sus hermanos y los Uchiha llevando las diademas y corbatas, ¡incluso algunas tenían lucecitas! las carcajadas que soltó en ese momento habían atraído la atención de otros compradores, que la veían como si estuviera loca, pero no le importó. Disfrutaría tanto cuando los tuviera en frente, llevando aquellas cosas que estaba ansiando que los días pasaran más rápido. Sería una de las navidades más divertidas de su vida.

 

Aquel miércoles, también era uno de esos extraños días en los que Naruto descansaba y se daba el lujo de visitar a Sasuke y a sus hijos, y pasar tiempo juntos; sin embargo, ese día el pelinegro estaba trabajando, adelantando la revisión de unos documentos, antes de que finalizara la semana y se tomara un descanso de unos cuantos días para disfrutar las festividades con su familia. Por lo que, en ese momento, ambos se encontraban en la oficina, sentados en el cómodo mueble mientras Sasuke revisaba los informes y el rubio a su lado, se recostaba poco a poco, hasta terminar con su cabeza apoyada en su regazo. Ambos tranquilos, manteniendo un silencio que no era incomodo si no extraño, porque Naruto era de los que no se podía mantener en silencio, encontrando hasta el más mínimo tema por el cual iniciar una conversación. Así que a Sasuke le había parecido anormal el comportamiento de Naruto.

– ¿En qué piensas? –preguntó Sasuke sin dejar de revisar los documentos que tenía en sus manos.

–Solo estoy agotado –murmuró el rubio, arrastrando las palabras.

Aquella frase y el tono empleado, le alertaron de que algo más que un agotamiento, aquejaba a su precioso doctor. Naruto nunca estaba agotado, él siempre estaba sonriendo, desbordando energía y en contadas ocasiones, andaba de malas pulgas, pero ni así, dejaba de ser tan activo. Dejando los documentos de lado, Sasuke se fijó con más detenimiento en Naruto, notando ligeramente su pesada respiración, acompañada de un leve enrojecimiento en su rostro. Instantáneamente sus manos tocaron las mejillas, el cuello y la frente del rubio, sintiendo el calor que empezaba a desprender y que no había estado allí hacía media hora cuando había llegado, saludándole con besos en sus mejillas.

Ahora entendía el comportamiento de Naruto.

Dobe, tienes fiebre –dijo mientras le ayudaba a sentarse–. ¿Por qué no dijiste que te sentías mal? Vamos a casa.

–Nooo –se negó, alargando la palabra infantilmente–. Estoy bien, Sasuke. Termina tu trabajo.

Por supuesto. Como si Sasuke se pudiera concentrar en su trabajo después de saber que el tonto de su pareja estaba enfermo y aguantándose su dolencia solo para dejarle terminar. Primero era su familia, el trabajo podía esperar.

–Vamos Naruto, no te lo estoy preguntando –indicó el menor, tomando su mano, obligándole a que se pusiera de pie–. Buscaremos a los niños y luego iremos a casa.

– ¿Los niños? –preguntó, dándole una anhelante mirada de ojos vidriosos–. Sí, está bien. Quiero a Haru.

Sasuke nunca entendería la extraña necesidad de Naruto por mantener al pequeño Haruka envuelto en sus brazos cada vez que se enfermaba. Se lo había preguntado en algún momento y el rubio solo había respondido que el niño era su medicina; ni más, ni menos. Él no había insistido ni ahondado más en el tema o porqué esa respuesta, aunque intuyera que había algo más en ello.

Dejando a un lado sus divagues, Sasuke se acercó a su escritorio, recogió los documentos en los que estaba trabajando y los guardó en su bolso. Terminaría el trabajo en casa, luego de asegurarse de que Naruto estuviera cómodamente descansado en su cama. Por lo pronto, lo arrastraría hasta el piso de la guardería y buscarían a sus hijos para marcharse.

El regreso a casa fue tan silencioso que Sasuke en más de una ocasión se fijó en los asientos traseros para notar si alguno de los niños se había dormido; sin embargo, los tres estaban bien despiertos y mirando a través de las ventanas el paisaje, sin hacer el más mínimo ruido, ni siquiera peleaban. Sasuke lo atribuyó al hecho de que se habían percatado de que Naruto estaba enfermo y en ese momento yacía dormido en al asiento a su lado. Agradeció internamente que no le estuvieran dando problemas, porque tenía suficiente con lidiar con uno de ellos como para que lo hiciera con los cuatro al mismo tiempo.

Ya en casa y una vez metido en la cama, tras darle medicinas para el resfriado, Sasuke dejó que Naruto durmiera con los niños rodeándole, especialmente a Haruka, a quien tenía envuelto en uno de sus brazos; incluso había escuchado los suaves balbuceos del niño mientras arrullaba a su papá y le aseguraba que iba a estar bien. Sasuke sabía que tenía que aprovechar el momento y terminar el trabajo, pero viendo la escena y la calidez que emanaba, prefirió acercarse a la cama y acompañarlos. Rápidamente se vio envuelto entre pequeños brazos que le dieron la bienvenida, después sintió un beso siendo plantado en sus labios y supo que había tomado una buena decisión. Su familia lo necesitaba y él nunca se negaría a ellos. Después de todo, eran los más preciado en su vida.

 

 

*****

 

 

–¿Estás segura de que ésta es la casa?

El asombro podía notarse incluso en el tono de su voz y todo su cuerpo, a medida que avanzaban por el pequeño sendero marcado en el jardín que llevaba a la entrada enrejada. La enorme casa que se alzaba tras las rejas era simplemente magnifica; parecía haber sido construida en los últimos años; con grandes ventanales que iban del piso al techo y balcones en la segunda planta, incluso las grandes columnas y una de las paredes, estaban revestidas con piedras, dándole un aspecto rustico a lo moderno. Si uno se fijaba bien, se podía ver uno de los lados de la casa, y lo que parecía ser una terraza interna con un comedor para exteriores y hermosas flores plantadas aquí y allá.

–Es la dirección que me diste –aseguró su sobrina.

–No me imagino cómo será en el interior –murmuró Sasaki sin salir de su asombro–. Bien, a lo que vinimos.

– ¿Estás segura de esto? –cuestionó la joven.

–Creí que ya lo habíamos discutido y dejado claro, Sakura.

–Bien –resopló la peli rosa–, entonces hagámoslo.

Adelantándose unos cuantos pasos, Sasaki fue en busca del timbre, cuando se vieron sorprendidos con la llegada de alguien más.

–Buenas tardes –saludó la joven en cuanto estuvo lo suficientemente cerca–. ¿Puedo ayudarles en algo?

–Buenas tardes –correspondió el saludo la mayor–, queremos estar seguros de que ésta sea la residencia de la familia Senju Namikaze.

–Por supuesto –asintió la joven, brindándoles una amable sonrisa–. Soy Ino, un placer –se presentó­–. ¿Buscan a alguien en particular?

Los tres desconocidos se miraron por un breve momento, antes de que volvieran las miradas a Ino y la mayor de ellos asintiera.

–A toda su familia.

 

 

*****

 

 

Sasuke sonrió a sus pequeños cuando vieron con asombro los paquetes envueltos en papel regalo que les tendía para que los tomaran. Los primeros regalos de navidad. Mizuki rápidamente agarró el de su mano izquierda, agitándolo cerca de su oreja para en un inútil intento de escuchar cualquier sonido que proviniera de su interior y así adivinar lo que sería. Yusuke se quedó con el de la izquierda y a diferencia de su hermana, él fue más tranquilo al desgarrar el envoltorio y abrir la pequeña caja, para encontrarse con un delicado colgante y un bonito relicario unido a él. Pidiendo silenciosamente ayuda a su padre, Yusuke y Mizuki pudieron apreciar pequeñas fotografías donde aparecía una mujer sosteniendo en sus brazos a dos bebés y en la otra estaba la misma mujer con las manos sobre su abultado vientre.

– ¿Quién es? –preguntó el pelirrojo con curiosidad, trazando con su dedito la forma de la mujer.

Sasuke sintió un ligero nudo empezar a formarse en su garganta mientras sus hijos alternaban sus curiosas e inocentes miradas entre él y las fotografías.

–Ellas es mamá –murmuró señalando a la mujer–, ¿recuerdan que les hablé de ella? Estos de aquí son ustedes; y en esta, aún no habían nacido. Mamá los llevaba en su pancita –explicó lentamente las fotos y después esperó por la reacción de los pequeños.

–El rojo es bonito –señaló Mizuki un momento después–. Tiene el cabello de Yu; a mi me gusta.

–Mami es hermosa –murmuró Yusuke sin apartar la vista de la fotografía–. ¿Dónde está mami?

Ah, por supuesto. No esperaba otra cosa. Sabía que los niños reaccionarían bien al conocer a la mujer de la que tanto les había hablado, aunque no supiera exactamente nada de ella. Todo absolutamente bien hasta ese punto ¿no? Ahora, la parte difícil de la situación, ¿cómo iba a explicar que su madre lo más probable es que estuviera muerta? Sí, era complicado. Por favor, que alguien se apiadara de él.

Acomodando los pensamientos en su mente y tras una rápida pero profunda respiración, Sasuke dijo:

–Bueno… mamá no podrá estar con nosotros.

– ¿Se fue a pasear? –preguntó Mizuki con inocencia.

–Mmm, sí. Pero está muy lejos, tal vez esté paseando con los ángeles en este momento.

Ay, Dios. Que idiota.

– ¿Ella va a venir? –Le escuchó preguntar a Yusuke. Sasuke pudo notar que hijo seguía embelesado mirando la fotografía de aquella hermosa pelirroja que le había dado la vida–. Le quiero enseñar mis peluches de pececitos…

Sasuke se mordió el interior de su boca. Ellos solo eran unos bebés, ¿cómo iba a hacer eso? No quería romper sus ilusiones y que sus dulces corazones fueran lastimados, pero no podía prometer nada cuando no tenía ni la más mínima idea de lo que había pasado con la mujer.

–No lo sé, bebé –respondió con sinceridad–. Talvez algún día lo puedas hacer…

–Bueno –aceptó ligeramente desanimado, luego extendió el collar en su dirección–. ¿Es mío?

–Sí, este es tuyo y el otro de tu hermana –explicó mientras los abrochaba alrededor de sus cuellos–. Este es un regalo que mamá dejó para ustedes. Ella quería que la recordaran y supieran que los ama mucho.

– ¿Cómo papi?

–Sí, preciosa. Tanto como yo los amo.

 

 

*****

 

– ¿Qué es eso?

– ¿Cómo que qué?  Pues es nuestro hijo.

Sai frunció el ceño sopesando las palabras, la imagen que se mostraba frente a él y cómo habían llegado a ese punto.

Estaba en casa esperando a que Gaara regresara de quién sabe dónde, para que pudieran arreglarse y luego encaminarse a casa de la familia de su pareja para celebrar navidad, pero el señor había tardado casi una hora y cuando por fin regresó, no estaba solo. Y ahora tenían un nuevo miembro en la familia.

– ¿Nuestro hijo? –insistió el pelinegro aun con rastros de incredulidad en su rostro, alternando su mirada entre Gaara y el pequeño cachorro que agitaba su cola y era sostenido en su dirección a la espera de que fuera aceptado.

–Lo adoptamos hace unos días –explicó Gaara–, tú y yo. Solo que fui a buscarlo hoy porque quería darte una sorpresa. Sé que te gustan los animales y yo era la razón por la que te contenías, pero… creo que es lindo y será como tener un bebé ¿no crees? Quería dártelo antes de irnos porque sé que, cuando estemos en casa de mis abuelos, los niños se volverán locos. Yo solo…  –Gaara se detuvo por unos cuantos segundos, frunciendo el ceño en gesto pensativo, luego esbozó una gran sonrisa y agregó–: Feliz navidad cariño.

Sai se llevó la mano derecha a la boca y se mordió el dorso para no gritar y asustarlos por su exagerada reacción, cuando lo quería era saltar por toda la sala, gritar y besar a su precioso pelirrojo por darle tal sorpresa. ¿Qué había hecho para merecerlo? Era irreal. Gaara siempre lograba sorprenderlo de alguna u otra forma, pese a los altibajos que pudieran tener y eso era lo mejor. Lo amaba.

–Bueno, esperaba otra reacción –resopló Gaara tras verle estático–. Creí que te gustaría…

– ¡Me encanta! –exclamó interrumpiéndole. Sai se acercó para arrebatarle el cachorro con cuidado y así poder brindarle mimos y caricias, antes de darle su atención a Gaara para plantarle un efusivo beso como muestra de agradecimiento–. Es el segundo mejor regalo que me has dado. Gracias mi vida.

– ¿El segundo? –inquirió confundido.

–Sí –asintió besuqueando sus mejillas con insistencia, provocando que un ligero sonrojo invadiera las mejillas de Gaara, arrancándole así una carcajada–. El primero fuiste tú.

– ¿Por qué me dices esas cosas? –chilló con una mezcla de vergüenza y felicidad–. Después me dejas sin palabras.

–Tú querías saber –explicó, encogiéndose de hombros–. Gaara, que estemos juntos, que pueda amarte y ser feliz a tu lado, es el mejor regalo que pude obtener de la vida.

La sonrisa en Gaara fue creciendo tanto, que sus ojos pasaron a ser brillantes rendijas que le devolvían la mirada con el mismo amor que él le demostrada.

–Te amo Sai –respondió, acariciando cariñosamente sus mejillas, acortando la distancia entre ellos–. Te amo como nunca amé a nadie. Te amaré incluso después de la muerte.

 

*****

 

– ¿Qué horas es?

Naruto resopló antes de responder:

–Poco más de las seis.

– ¿Puedes darte prisa? Quiero estar en casa antes de que lleguen los padres de Ryu.

–Estamos bien de tiempo, Haku –murmuró–. Ellos dijeron que llegarían para cenar.

– ¡Claro que no! –exclamó–. Tengo que arreglarme y estar presentable.

Naruto soltó una carcajada ante el evidente nerviosismo de su amigo.

–Hablas como si no los conocieras. No deberías estar asustado del viejo Bee, ¿qué puede hacer? ¿Obligarte a que rapees algo ridículo y cursi para Ryu? Tal vez su esposa sea un poco difícil –dijo con aire pensativo–. Izumi-san da miedo.

–No estás ayudando, Naruto –murmuró Haku entre dientes.

–Quizá su hermana te odie cuando se entere –siguió especulando–. Mei es un poco celosa.

–Joder Naruto ¡cállate! Me estás poniendo más nervioso –el rubio se echó a reír antes la explosión de su amigo. Era la primera vez que lo veía perder tanto la compostura–. ¿Crees que es gracioso?

–Lo siento, precioso. Estoy bromeando –se disculpó, manteniendo una sonrisa burlona en su rostro–. Todo va a salir bien, no te preocupes tanto.

– ¿No podías decir eso desde un principio?

–Por supuesto que… Ah ¿puedes contestar por mí? –Naruto rebuscó en su chaqueta el celular y se lo entregó a Haku quien respondió antes de que se cortara la llamada.

– ¿Hola?

–Pásame a Naruto.

Haku resopló tras descubrir quien llamaba.

–Sí, yo estoy muy bien Sasuke ¿y tú?

Naruto soltó una ligera carcajada.

–Ponlo en alta voz –agregó después. Haku bufó, pero hizo lo que le pidió y sostuvo el teléfono para que Naruto pudiera hablar y seguir manejando–. Hola cariño, ¿qué sucede?

Haku se burló de sus palabras y el tono que empleó al hablarle a Sasuke.

–Bastardo –le escuchó quejarse cuando pellizcó la piel de su costilla.

–Llegaremos antes de la cena –dijo Sasuke, ignorando lo que escuchaba–. Nos vemos en un rato. Adiós.

 

–Sigo sin entender cómo es que están juntos –comentó luego de que la llamada finalizara–.

–Sí… Bueno, yo también me hago esa pregunta.

– ¿En serio?

–Sí –asintió el rubio–. Verás, a pesar de ser tan sincero y decir y hacer las cosas sin rodeos, no le gusta expresar verbalmente sus sentimientos, y hay días en los que es insoportable y gruñe por todo. En ocasiones se pone tan difícil o celoso por los niños, que prefiero marcharme e ignorarlo hasta que se le haya pasado su mal humor y pueda mantener una conversación con él.

–Sigo sin entender…

–No es difícil –murmuró–. Puedes preguntarle a Sasuke sobre mí y él te dirá casi lo mismo que yo, quizá le agregue algo más, pero el punto no es enfocarnos en eso, sino saber lo que hay tras ello y hablarlo luego de que nos hayamos calmado. Quiero decir, sí, ambos tenemos personalidades y caracteres diferentes, pero es lo que nos gusta del otro, pese a que no lo digamos abiertamente. Además, él me conoce lo suficientemente bien para saber si algo me pasa o tengo algún problema, y trata de ayudarme…  Y no hay nada mejor que una desenfrenada noche de caliente sexo por reconciliación.

–Eres un cerdo –se quejó asqueado–, no quiero saber cómo solucionan sus discusiones.

–Como si no lo hicieras con Ryu –se carcajeó el rubio con fuerza–. Te la pasas discutiendo con el chico; con algo te tiene que contentar.

Haku se sonrojó.

–Cállate, Naruto –le exigió al instante, obteniendo una nueva carcajada de su amigo.

Finalmente, Naruto detuvo el vehículo cuando llegaron a la casa de su abuela y ambos bajaron, encaminándose a la entrada. Haku abrió la puerta cuando estuvieron frente a esta, y frunció el ceño al no percibir ningún sonido ni gritos de pequeños correteando de un lado al otro. Mirando a su amigo, éste se encogió de hombros tan confundido como él y se abrieron paso al interior, a la sala principal donde todos deberían estar reunidos.   

Naruto frunció el ceño cuando se detuvieron en la sala, preguntándose acerca de las extrañas expresiones en los rostros de sus hermanos, y porqué todo estaba tan silencioso cuando la navidad era una fiesta muy alegre, sobre todo cuando había niños presentes. Le dirigió una rápida mirada a Haku, pero seguía tan confundido como él estaba.

– ¿Sucede algo? –preguntó en voz alta cuando no obtuvo una rápida explicación.

Temari se levantó del sofá y se acercó a ellos.

–Ryu y su familia están en el patio, te están esperando –indicó la mayor, dirigiéndose primero a Haku, antes de mirar a su hermano, sin saber cómo abordar el tema.

–Me estás asustando, Tema –murmuró Naruto sintiendo como empezaba a agitarse–. ¿Le pasó algo a Haruka?

–No, no, tranquilo. Él está bien, está jugando con los niños –dijo–. Ino regresó hace poco y se encontró en la entrada con unas personas que quieren hablar con nosotros.

– ¿Quiénes? ¿dónde están?

–No lo sé –respondió en voz baja–, dijeron que hablarían cuando estuviéramos todos. Ahora están en la oficina con los abuelos y papá. Solo falta Gaara.

–Pero... ¿de qué quieren hablar? –insistió el rubio sin entender completamente–. ¿Es algo malo?

–Creemos que es sobre Karin –dijo Ino desde su posición junto a su tío–. La señora que viene acompañada de una pareja más joven, dijo que estaba aquí para cumplir con una última petición... Y esas personas no se me hacen familiares, así que no puede ser de nadie más que Karin.

– ¿Están seguros? Iré a hablar con ellos.

–Solo espera un poco ¿sí? –pidió Temari, deteniéndolo antes de que se encaminara a la oficina de sus abuelos–. Hasta que llegue Gaara –insistió.

La espera no fue tan extensa, porque minutos más tarde escucharon la puerta de entrada abrirse y varias voces saludando mientras se dirigían hacia donde ellos se encontraban reunidos. Lo primero con lo que Naruto se topó fue con dos pares de bracitos que rodearon sus piernas, saludándole efusivamente.

– ¡Hola niños! –exclamó el rubio, poniéndose a la altura de los pequeños para abrazarlos y besarlos como saludo–. Ya los extrañaba, ¿cómo están?

– ¡Bien! –exclamaron al unísono antes de soltarse y señalar a Sai y el bulto peludo que llevaba en sus manos.

–Un perrito de tío Sai –dijo Mizuki, brincando emocionada–, pero podemos jugar con él. Es bonito, quiero uno para mí.

–Oh, bueno... Eso lo decidirá papá –dijo Naruto mirando de reojo a Sasuke, notando la silenciosa negación–. Vayan a jugar con los otros niños, están en el jardín, pueden llevar al perrito. Poniéndose de pie, Naruto se acercó a Sasuke quien rápidamente rodeó su cintura con su brazo y besó su mejilla saludándole.

– ¿Está todo bien?

–Sí… eso creo, solo esperábamos a que llegaran.

–Nosotros llevaremos a los niños con los demás, ya regresamos.

Gaara no espero una aprobación cuando tomó las manos de los niños y los guio por uno de los pasillos de casa que daba a las oficinas de sus abuelos y a un pequeño jardín semiabierto que generalmente solo era usado para relajarse. Actualmente era el lugar donde los niños estaban reunidos jugando, lo cual era perfecto porque estaban seguros.

–Nunca había visto este lugar –murmuró Sai mientras avanzaban por el pasillo.

–Es porque da a las oficinas de mis abuelos y a un pequeño jardín que usan para relajarse –explicó el pelirrojo–. Es como un área privada y nadie viene mucho por aquí…

Gaara se detuvo cuando sintió un ligero tirón y se dio cuenta de que Yusuke se había detenido y tras él, Sai, que miraba tan confundido a su sobrino como él.

– ¿Qué pasa Yu-chan? –preguntó Sai cuando el menor señaló a la pared, la cual estaba decorada con fotografías familiares y de cada miembro en solitario. Algunas eran viejas, de cuando eran niños y vivían en Konoha; otras eran más recientes y en algunas de ellas aparecían los Uchiha y los amigos más cercanos. Era como una pequeña galería familiar, que Tsunade llenaba de recuerdos con cada año que pasaba.

Ambos adultos pensaron que el niño estaba señalando un retrato en el que ellos aparecían con Naruto y Gaara, pero cuando Yusuke habló, no fue exactamente lo que esperaban escuchar.

–Mami –señaló el pequeño con emoción–. Zuki, es mami.

– ¡Mami! –exclamó la niña cuando reconoció una de las fotografías.

– ¿De qué hablan Sai? –cuestionó Gaara sin comprender la emoción de los niños. Su pareja negó, sintiéndose tan confundido y sin la más mínima idea de lo que estaba pasando en ese momento–. Yusuke ¿de qué hablas?

Sin salir de su emoción, el pequeño sacó el delicado relicario oculto entre el cuello de su suéter en intentó abrirlo sin éxito, entonces Gaara se acercó y lo abrió por él.

Yusuke señaló la foto en su interior y luego el retrato más grande de la pared.

–Es mami –dijo–. Mi mami.

La respiración de Gaara se cortó por unos segundos, los suficientes para que se le pasara el aturdimiento y regresara sus pasos, con el pequeño aun de su mano, a quien casi arrastraba. Cuando estuvieron de vuelta en la sala, se plantó directamente frente a Sasuke, bajo las extrañadas miradas de sus hermanos.

– ¿Quién es la madre de tus hijos? –exigió saber sin detenerse a pensar o explicar el porqué de su reacción–. ¡Habla, Sasuke!

– ¿Qué diablos sucede contigo? –inquirió el moreno, confundido–. ¿A qué viene esa pregunta?

–Déjate de estupideces y responde.

–Gaara, calma –pidió Naruto, parándose a su lado–, ¿a qué se debe tu reacción?

– ¡Responde! –demandó levantando la voz, ignorando a los demás–. ¿Quién es? ¡Quién es!

–Cuida tu tono, Gaara –espetó Sasuke, tensándose–. No tienes ningún derecho a exigirme nada y mucho menos si está relacionado con la madre de mis hijos…

– ¡Por supuesto que sí! –le interrumpió sin importarle lo que dijera o los gritos que estaba dando–. ¿Por qué tus hijos tienen la foto de Karin y dicen que es su madre? ¿La conociste? ¿Sabías que estaba embarazada y lo ocultaste?

– ¿De quién?

Gaara resopló ante la incredulidad de Sasuke y luego exclamó:

– ¡La mujer que tus hijos llaman madre es Karin, mi hermana!

Naruto retrocedió un paso y trastabilló ligeramente, mirando a su pareja y luego a su hermano, incapaz de unir lo que Gaara gritaba. Su preciada hermana era un tema muy delicado para él y algo de lo que se debía hablar con tacto y sin agresividad. Que Gaara le estuviera gritando a Sasuke sobre su ella, era inaceptable.

– ¿De qué está hablando Gaara, Sasuke? –fue capaz de preguntar en cuanto halló su voz. La mirada en su rostro era una evidente y extraña mezcla entre la confusión, el dolor y la rabia por algo que hasta ese momento le era desconocido–. ¿Qué quiere decir?

–Es… yo no sabía… Naruto, yo no…

– ¡No mientas!

 

Sasaki dio un respingo antes de levantarse de la silla en la que había estado por la última media hora y siguió a Tsunade, Jiraiya y Minato de regreso a la sala, junto a Sakura y su pareja, cuando escucharon el alboroto provenir de ésta. Nunca esperó encontrarse una escena en la que tres hombres desconocidos eran separados por aquellas personas que había visto antes, y parecían estar discutiendo por algo que no lograba comprender, hasta la aguda voz de su sobrina le dio una idea de quienes podrían ser esas personas.

–Sasuke…

–Pero ¿qué diablos es todo este escándalo? –exclamó Tsunade, exigiendo inmediatamente una explicación para tal escena–. ¿Alguien va a explicar por qué estos tres estaban a punto de agarrarse a golpes?

Temari había abierto su boca para darle una rápida explicación, pero se vio interrumpida cuando Sasaki avanzó unos cuantos pasos y se acercó a los dos niños que se ocultaban tras Sai, asustados por lo que habían presenciado.

– ¿Ellos son Mizuki y Yusuke? –preguntó a nadie en particular mientras se arrodillaba con dificultad frente a los niños.

–Eh, sí –murmuró Tsunade un tanto contrariada por la actitud de la mujer–. Son hijos de Sasuke.

Una expresión de felicidad y tristeza mezcladas, surcó el arrugado rostro de Sasaki mientras contemplaba con sus ojos llenos de lágrimas, a los pequeños niños que había ayudado a traer al mundo. El cabello rojo de Yusuke, las expresiones en el rostro de Mizuki; a pesar de lo asustados que estaban en el momento, se veían sanos, libres de peligro, tal vez felices y justo en donde debían estar… Por esto había luchado Karin.

–Ella sabía lo que hacía –sollozó Sasaki, poniéndose de pie. Enjuagando las lágrimas de rus rostro, se volvió y miró a todos los presentes. Era momento de que revelara la razón por la que había llegado a esa casa.

– ¿Quién es? ¿De dónde conoce a mis hijos?

–Oh, señor Uchiha, en un momento responderé no solo a sus dudas, sino también a las de esta familia –dijo Sasaki antes de girarse en dirección a sus acompañantes–. Sakura, la caja.

– ¿Sakura? –inquirió el pelinegro centrando su atención en la peli rosa, quien le dedico una sonrisa– ¿Qué haces aquí?

– ¿La molestia rosa? Y embarazada –murmuró Sai.

Sakura giró lo ojos, pero ignoró el comentario del pelinegro.

– ¿Qué tal Sasuke? Ha pasado un tiempo –saludó con una sonrisa–. Él es mi esposo, Kaname. Estamos acompañado a mi tía –explicó brevemente–. No es necesario que los niños estén aquí, Sasuke. Deberías llevarlos con los demás.

–Oh, sí, ella tiene razón –agregó Tsunade–. Llévate a los niños con los otros para que podamos hablar con tranquilidad.

–Yo lo hago –habló Shikamaru, haciendo notar su silenciosa presencia antes de desaparecer con los niños y el cachorro de Sai.

–Todos deberíamos tomar asiento, esta será una larga conversación –sugirió Sasaki, obteniendo una rápida respuesta positiva ante ello–. ¿Será atrevido de mi parte si pregunto por qué estaban discutiendo?

–Es sobre la madre de los niños –señaló una de las rubias, la que los recibió cuando llegaron. Ino.

–Una mujer muy fuerte –admitió la anciana, acomodándose en su silla. Sería una larga y triste historia la que contaría–. La primera vez que la conocí se veía tan rebosante de vida, tan llena de alegría, a pesar de la tristeza que ocultaba… Llegó a mi consultorio queriendo saber cómo cuidarse en su estado. Era una madre primeriza asustada, pero estaba tan feliz.

«Sin embargo, durante los primeros meses me confesó que tenía cáncer y no seguía ningún tratamiento porque sabía que haría daño a los bebés… Karui lo desconocía, pero ella era tan consciente de lo que le pasaba, de lo que podía significar para su futuro y aun así no le importó. Ellos estaban felices.»

Sasaki hizo una pausa para estudiar las reacciones y expresiones en los oyentes. A todos los envolvía una capa de tristeza, pero la impotencia, la rabia y el dolor, también los acompañaban.

–Karin solo tenía cinco meses cuando se vio abandonada por su esposo, en un intento de mantenerla protegida y que no atentaran contra ella cuando se vio envuelto en problemas y deudas con gente poco confiable…

–Hace unos años, investigué a Karui y descubrí que se había metido con la mafia –agregó Naruto, su voz sonada extrañamente tranquila–. Cuando lo descubrí en esa fiesta, él parecía tan confundido ante mis reclamos.

–Sí… antes de marcharse, le pidió que regresara con su familia, porque sabía que podía estar segura –continuó Sasaki–. Él desconocía su muerte, hasta que uno de sus hermanos se lo dijo. Supongo que se trataba de usted –señaló al rubio–. Karui me visitó un mes después, buscando respuestas, pero Karin solo había dejado una carta para él… A pesar de lo que todos pudieran pensar, ellos se amaban y Karin tuvo sus razones para no marcharse y esperar a que él la buscara… Entonces, se dio cuenta de muchas cosas en ese tiempo: su embarazo doble solo había debilitado más su cuerpo, nunca podría volver a estar con el amor de su vida y lo peor de todo, es que no tendría la oportunidad de ser la madre que tanto soñó.

Mirando fijamente a Sasuke y luego a Naruto, Sasaki decidió no dar más vueltas a la historia y llegar a lo más importante–. Su parto se adelantó, cuando supimos que no podía continuar con su embarazo dado su delicado estado. Los mellizos nacieron en octubre, hace cuatro años…

–Mis hijos –escucharon el bajo murmullo de Sasuke.

–Karin solo gozó de ser madre por dos escasos meses, los cuales atesoró con su alma. Luego, tomó la dura decisión de dejarlos al cuidado de alguien más. Alguien que pudiera darles todo lo que ella no pudo. Una persona que pudiera brindarles una familia y hacerlos felices.

– ¡Ella simplemente debió venir con nosotros! ¡Éramos su familia! –exclamó Naruto.

–Hijo, por favor –pidió Minato, apretando sus manos, pidiéndole con ese gesto que se tranquilizara–. Deja que Sasaki-san termine de hablar.

–Pero papá…

–Entiendo perfectamente cómo te sientes –admitió su padre–. Y me duele tanto saber por todo lo que pasó tu hermana antes de que la encontraras. Sufro al saber que no confió en nosotros, que no acudió a mí, su padre, para que pudiera protegerla, no sólo a ella sino también a esas criaturas que esperaba… No pienses solo en tus sentimientos, Naruto. Todos estamos sufriendo.

–Tu padre tiene razón, Naruto –agregó Sasuke. Había sido el único de pie desde que empezaron con aquella revelación, creyendo que no tenía mucha relación con él, pero a medida que fue escuchando y reconociendo partes de la historia que estaban directamente ligadas con sus hijos, su atención fue totalmente centrada en la mujer.

Hasta que Naruto había decidido intervenir.

–No es tu puto problema.

–Naruto, compórtate –le amonestó Tsunade.

– ¿Crees que es fácil para mí? –cuestionó cuando escuchó al rubio resoplar–. Llevo buscando a la madre de mis hijos desde que ellos llegaron a mi vida, solo para descubrir que está muerta. ¡Ni siquiera sabía su nombre! Hablé solo una vez con ella, le ofrecí mi ayuda, quise darle todo para que no sufriera y pudiera vivir tranquilamente. Incluso te hablé de ella y de cómo los niños llegaron a mi vida. ¡Mis hijos! Y les he estado hablando de una mujer que los amaba y que en algún momento aparecería. Estuve haciéndoles promesas que nunca se van a cumplir ¿y te parece que no estoy sufriendo? No me vengas con tu actitud de mierda y tus palabras hirientes, Naruto. No lo merezco, nadie lo merece. Y sí, es mi puto problema. Lo fue desde el momento en el que tu hermana los dejó en mi puerta y me obligó a hacerme cargo de ellos. Y seguirá siendo mi gran y jodido problema, porque, si no lo recuerdas, ellos son mis hijos y ni tú ni nadie cambiarán ese hecho.

– ¡Ellos son mis sobrinos! –saltó Naruto, enfrentándose a él–. ¡Tú no tienes ningún derecho!

–Naruto, por favor –pidió Gaara, quien pese a estar tan alterado como el resto, se obligó a calmarse y tratar con su hermano.

–Oh, esto es malo… Así no esperaba que fueran las cosas; estoy segura de que Karin dejó a los niños con el señor Uchiha por una razón –interrumpió Sasaki ligeramente nerviosa por las reacciones de los hombres–. Ella siempre mencionaba a Naruto y a Gaara. Entonces, una tarde me reuní con Sakura y ella me habló de Sasuke y la época en la que fueron una pareja y de cómo terminaron cuando supo que él tenía hijos… dos niños de la noche a la mañana. Tuve curiosidad y ahondé más en ese tema. Hubo un momento en el que Gaara llegó a nuestra conversación, pero no estaba segura de sí se trataba del mismo hombre. Sin embargo, ¿no era mucha la coincidencia? En ese momento llegué a pensar que Karin realmente sabía con quién dejaba a sus hijos.

–Si fue así, entonces ¿por qué no dejarlos directamente con Gaara o alguno de nosotros? –cuestionó Nagato.

Sasaki palmeó la caja que había puesto en su regazo segundos antes.

–Supongo que la repuesta está aquí. Señor Namikaze, la última voluntad de Karin era que viniera a ustedes y les entregara esto, solo después de que Karui se enterara de su muerte y me buscara –les explicó–. No sé lo que contiene, porque su deseo era que yo solo fuera su mensajera.

Poniéndose de pie, Minato se acercó a la mujer y tomó la caja que ella le tendía. Sasaki también se levantó.

–Lamento las circunstancias que nos llevaron a conocernos de este modo, pero fue un placer ser parte de la vida de Karin y poder ayudarle cuando más lo necesitó, aun después de su muerte –habló nuevamente, dirigiéndose a todos en la estancia–. Estoy muy feliz de saber que sus hijos están en casa, con las personas que se supone debieron contar desde un principio. Finalmente he cumplido con mi deber y puedo sentirme tranquila. Ahora, es momento de que ustedes continúen este camino y descubran lo que aún desconocen. Quiero creer… –Sasaki suspiró. Una cálida sonrisa adornó sus labios poco después–. No. Estoy segura de que Karin sabía lo que hacía, tenía sus propias razones. No se trataba solo de sus hijos o lo que pudo suceder en el pasado. Este no fue simplemente un cambio en sus vidas. Sé que no soy quien para pedirles algo, pero me gustaría que no discutieran más entre ustedes por este tema que los incluye a todos. Esto no era lo que Karin hubiera deseado.

Sasaki se despidió y Minato esperó impacientemente a que su madre acompañara a los visitantes hasta la salida y estuviera de regreso, para abrir la caja y revisar ansiosa y nerviosamente su contenido.

Su respiración se cortó y las lágrimas no tardaron en invadir sus ojos y correr por sus mejillas, cuando lo primero que avistó en su interior fue una fotografía de su preciada hija, sosteniendo en cada brazo a un pequeño bebé. Los sollozos y la mala visibilidad causada por su llanto, fueron impedimento para que pudiera detallar aquel precioso retrato. Su pequeño botón de rosa, se veía tan hermosa y feliz mientras sostenía a sus bebés. ¡Cuánto dolor estaba sintiendo en ese momento! Minato había perdido tanto.

–Papá –le llamó Temari, abrazándole, consolándole–. Papá, tranquilízate. Está bien. Respira, todo está bien.

–Mi niña… –sollozó Minato.

Jiraiya, quien hasta ese momento se había mantenido al margen, sufriendo en su interior, se acercó a su hijo y tomó la caja de su regazo para revisar su contenido, en vista de la reacción que él había tenido. No es que fuera un insensible, pero sabía que su hijo y nietos, terminarían por quebrarse para cuando descubrieran todo lo que había en aquella caja que Karin había dejado para ellos.

–Es la misma foto que Yusuke tiene en el relicario que Karin dejó para él –mencionó Sasuke tras darle un vistazo a la foto–. El de Mizuki contiene una imagen donde ella todavía estaba embarazada.

En efecto, junto a los otros objetos, se encontraba la misma fotografía que Sasuke había descrito. Era como si Karin hubiese pensado en mantener una conexión entre sus hijos y ellos.

–Quiero que todos se calmen y escuchen lo que voy a leer –pidió Jiraiya cuando extrajo un par de hojas de un sobre–. Es una carta de Karin.

La estancia quedó rápidamente en silencio, con el eco de los niños jugando a la lejanía y entonces, la rasposa voz de Jiraiya, se alzó leyendo:

“Para mi querida y preciosa familia.

Nunca imaginé que pudiera encontrarme en esta situación, donde soy consciente de que ya no me queda nada más que ver pasar los días con mi mera existencia. Ya no tengo vida.

La razón por la que reciben este paquete en este instante, es porque ya no tengo que preocuparme por su seguridad, porque sé que en el momento en el que estén leyendo esta carta, habrán pasado muchas cosas. Quizá, hasta descubrieran mi más preciado secreto. No lo sé. Solo soy consciente de que, en algún momento, sus vidas se cruzarán y tomarán el camino correcto. Tengo fe y creo fielmente en que será así.

Hace muchos años, pese a que era consciente de que algunos podían odiarme o sentirse dolidos, quería saber cómo estaban. Qué había cambiado en sus vidas y si eran felices. Nunca imaginé que, además de mi partida y la muerte de mamá, ustedes se separarían ¡eran una familia muy unida a pesar de todo! ¿Cómo habían llegado a ese punto? ¿yo era una de las razones? No estaba segura. Sufría por ello. No obstante, seguí manteniendo mi distancia, y en algún momento, olvidé cuales habían sido mis razones para ello.

Entonces, siguieron pasando los años y me vi afrontando la dolorosa realidad de cargar con una enfermedad que no tenía cura para mí… o quizá sí. Pero ¿quién iba a pensar que estaba en embarazo? Vivía dividida entre la felicidad y el dolor de saber que no podría ser una constante en aquel futuro que les deparaba a mis hijos. Mis hermosos niños. Porque las opciones no había que plantearlas cuando la decisión ya estaba tomada. Ellos vivirían.

Anteriormente, en una de aquellas tantas conversaciones que mantuve con mi querido Karui, nos planteamos seriamente regresar a casa, cuando nos enteramos de que tendríamos hijos; aquel plan se convirtió en una posible realidad.

Sin embargo, días antes de su partida, Karui me imploró que regresara con ustedes, en lo que él se hacía cargo de asuntos que eran desconocidos para mí, porque quería que yo estuviera bien y mi salud no empeorara...

Simplemente no pude hacerlo.

Aun guardaba la esperanza de que Karui regresara o al menos me diera una señal de que estaba bien y volvería con nosotros en algún momento, pese a que él estaba convencido de que yo había regresado con ustedes como habíamos acordado.

Finalmente, ellos llegaron a mi casa; una humilde vivienda en un modesto barrio en el que Karui y yo vivíamos felices, hasta su partida. Ellos destruyeron todo a su paso, llevándose lo poco de valor que existía entre esas paredes; dejando daños, dolor y una amenaza para aquellos que no tenían culpa de lo que mi esposo había hecho. Se aseguraron de dejármelo bien claro, no solo a la esposa de Karui Yoshi, sino a mí, a Karin Uzumaki. Desde ese instante viví aterrada porque no podía ser posible que alguien me reconociera con ese apellido, cuando los últimos ocho años había pasado a ser prácticamente otra persona. Comprendí que sabían más de lo que deseaba y no solo serían mis hijos expuestos al peligro innecesario… ustedes también lo estaban.

No deseo entrar mucho en detalles de lo que fue mi vida o porque tomé tales decisiones, estoy segura de que Sasaki-san me ayudó con esa parte; de no ser así, ya no interesa.

Centrémonos en lo importante: Mizuki y Yusuke, y porqué en medio de mi desesperación por cuidar a los niños y a ustedes, mi decisión final fue llevarlos con el señor Uchiha. ¿Reconocen el apellido? Estoy segura de que lo asociarán con la pareja de Gaara, al menos espero que lo sigan siendo. La idea llegó súbitamente. Los niños estarían cerca de la familia, pero no lo suficiente como para que los reconocieran y les hicieran daño.

Investigué un poco sobre esa familia, estudié las posibilidades y me pregunté cual hijo de aquella familia sería más apto para hacerse cargo de los niños. En ese entonces había descartado a Sai Uchiha por su relación con Gaara, así que solo quedaba el hijo menor y el mayor, pero Itachi Uchiha tenía a su cargo una gran empresa y su pareja… ¿estarían si quiera de acuerdo con esa idea?

Finalmente quedaba sobre la mesa Sasuke Uchiha. ¿Por qué él y no sus hermanos cuando no se tenía tan buen concepto del menor de los Uchiha? Quizás fue el instinto, o mi esperanza de que él pudiera tomarlos como suyos y no terminaran en un orfanato, sufriendo más de lo necesario. Era simplemente inaceptable. El señor Uchiha no tenía mucho que perder a cambio de la felicidad que Mizuki y Yusuke le pudieran otorgar con sus presencias. Así que él fue mi elección. Solo deseo no haber cometido un nuevo error.

Papá… cuando los conozcas ¿me reconocerás en ellos?

No me odies por creer que, al ocultarlos de ti, de ustedes, todos estarían a salvo. Ellos eran lo más importante en mi vida y su seguridad estaba primero. Sin importar el momento en el que lleguen a ti, ámalos como si siempre hubieran estado allí, porque son una valiosa parte de mí que todos ustedes podrán disfrutar.

Es la última razón para amarme que les queda.

Con amor, Karin.”

Notas finales:

Por suerte para mí, tuve la grandiosa idea de dividirlo. ¿Por qué? Se andarán preguntando... Resulta que, este, hasta hace muy poco iba a ser el capítulo final. Yo estaba emocionada, por que ¡por fin! podía culminar este viejo proyecto que había decidido sacar de la carpeta de los olvidados.... El final me encantaba, terminaba todo dulce y bla, bla blá... pero tran tanto leer y releer, me di cuenta de que no me gustaba, así que empecé de nuevo (al menos la mitad) y finalmente decidí dividirlo.

No odien a Karin. c:

Si me dejan mucho amor y ánimo, les regalaré el final rápido :D

Naah, es broma. Ultimaré detalles y luego nos leemos. Hasta pronto~ 

 

xoxo Al ♥


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