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Reasons to love por ViBanaII

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Notas del capitulo:

¡¡Hola preciosas criaturitas!!

Cada vez que estro a esta web me quedo muy sorprendida y feliz, y todo es gracias a ustedes. Sus rws son el mejor pago que puedo obtener por lo que hago. De verdad, Gracias!

Hoy les traigo el cap 3 :D un poco del dulce desastre que es la vida de Sasuke como padre. También algo de Gaara y cómo no, de Naruto. ^^

Iré a responder sus rw mientras ustedes leen.

¡Disfruten!

III

 

 

Sasuke estaba a punto de levantar su puño y llevarlo a la cara de su hermano, a medida que lo escuchaba hablar. Sai había llegado a su casa esa tarde de fin de año, con una pequeña caja llena de manuales y revistas, que, según el mayor, contenían muchos consejos y datos curiosos, que lo ayudarían a mejorar sus habilidades para el cuidado de los bebés. Incluso había uno que tenía por nombre manual sobre bebés para tontos, y eso había sido suficiente.

Dios, lo iba a hacer. Lo golpearía y disfrutaría tanto con ello.

–Sai, te juro que si no te callas…

–Mamá dijo que ya es hora de que los lleves con un doctor y que si no quieres contratar a una niñera, deberías saber todo cuanto pudieras –interrumpió. Esta vez había dejado las bromas y sonaba más serio que de costumbre, llevándolo a pensar, que tal vez su hermano estaba cambiando–. Por eso te inscribimos en el curso para padres primerizos que dictan en la C.S, empieza en enero, así que mamá te ayudará por el momento. No tienes que preocuparte por nada, te enviaré toda la información por correo. ¡Nos vemos en la cena!

Y antes de que pudiera llevar a cabo su cometido, Sai ya había abandonado la sala donde estaban y dejado la casa. No, no había cambiado, pero que estúpido fue al considerar algo así. Nunca lo haría y lamentablemente, con la llegada de los bebés, todo sería peor.

La vibración de su teléfono en el bolcillo de su pantalón, interrumpió la posible golpiza mental a su hermano. Suspirando, respondió la llamada.

–Uchiha.

– ¿Sai sigue contigo? –preguntaron al otro lado de la línea.

–No –dijo enseguida–. ¿Pasa algo?

–No realmente, pero me siento en la responsabilidad de ayudarte, así que voy en camino. Llevaré algo de trabajo conmigo –dijo y colgó.

Sasuke frunció el ceño, mas enojado que antes. Él quería pasar el día en su casa, en compañía de sus hijos, sin nadie más que lo molestara. Era un deseo muy fácil de conceder, pero no, su familia no lo permitiría y ya empezaba a frustrarse. ¡Sólo quería paz y tranquilidad! Pero claro, con dos bebés a su cargo y su intensa familia, nada de eso sucedería. No ahora. No mañana. No nunca.

 

Gaara llegó una hora después, justo cuando uno de los pequeños empezaba a gimotear y removerse en su cama mientras él trataba de leer unos cuantos documentos en su portátil, adelantando algo de trabajo antes de que los pequeños finalmente se despertaran. Porque sí, aún seguían durmiendo con él a pesar de que ya tuvieran su propia habitación y una enorme cuna donde perfectamente cabían los dos. Se habían acostumbrado rápidamente a la comodidad de su gran cama y al calor que su propio cuerpo emanaba; no los podía juzgar, él empezaba a sentirse igual.

– ¿Por qué todos se empeñan en molestarme? Yo puedo hacerme cargo de ellos sin ustedes.

–Y nadie dice lo contrario –murmuró el peli rojo, mientras tomaba a Mizuki en sus brazos y comprobaba que estuviera bien–. Pero un poco de ayuda no te vendrá mal, no seas quisquilloso –dijo, saliendo de la habitación con la niña aun en sus brazos y Sasuke junto a Yusuke, tras él.

– ¿Es en serio?

–Sabes a lo que me refiero –dijo–. Mira, sé que no nos quieres aquí, yo realmente no sé muy bien porqué estoy aquí; pero si de algo estoy seguro, Sasuke, es que hasta hace una semana, tu no tenías ni la menor idea de cómo cambiar un pañal, y apuesto a que la señora Uchiha ha estado viniendo todos los días mientras tu trabajas –finalizó señalando su computador ya olvidado sobre la mesa de centro.

–Pero no he salido de casa –murmuró frunciendo el ceño, repentinamente pensativo–. Tengo que regresar a la empresa.

–No lo necesitas por ahora –respondió Gaara–. He traído los contratos de los nuevos empleados, necesito que los firmes para entregarlos a recursos humanos y que ellos se encarguen del resto… ¿Qué estás pensando?

– ¿Tomará mucho tiempo acondicionar algún espacio de la empresa para que funcione como guardería? –preguntó el menor. Aunque realmente la pregunta no iba dirigida nadie en particular. Era más bien un pensamiento exteriorizado.

Gaara pareció momentáneamente sorprendido por sus palabras, luego una pequeña sonrisa cruzó su rostro.

– ¿No contratarás una niñera mientras estás en el trabajo? –preguntó con cautela.

–No –respondió en seguida y de manera cortante, claramente disgustado con la idea–. No quiero una extraña en mi casa.

– ¿Y tú ama de llaves?

–Kohana sólo me ayuda a mantener mi casa limpia, no está para hacer más.

Gaara estuvo en silencio por unos cuantos segundos, meditando rápidamente lo dicho por su amigo. Sasuke estaba hablando en serio.

–Algo se podrá hacer –dijo finalmente–. Entonces, ¿Sai ya te dijo? La idea fue de tu madre, estuvo ayer en casa.

Sasuke bufó al recordarlo.

–Oh sí, estoy realmente agradecido por todas las revistas. ¡Ah! Y el curso para padres, ¡eso ha sido lo mejor!

El sarcasmo y la molestia, eran tan evidentes que el pelirrojo no pudo evitar contener las burlas.

–Pero no tienes opción –comentó entre sus bajas carcajadas–. Tendrás una maravillosa vida de padre soltero, algo tienes que aprender.

–Cierra la boca –murmuró, conteniendo las ganas de arrojarle lo primero que tuviera cerca, por la pequeña razón que aún mantenía en brazos.

 

Sasuke quedó sólo en compañía de sus hijos para el atardecer, pues Gaara debía partir para reunirse con su familia esa noche. Así que ahora debía encargarse de que sus pequeños estuvieran limpios y presentables, para la cena de fin de año en casa de sus padres. Un tedioso pero inevitable dolor de cabeza al que ya empezaba a acostumbrarse.

 

* * * * *

 

El timbre sonó dos veces antes de que la puerta fuera abierta por su hermana; Gaara sonrió, una pequeña curva apenas perceptible en sus labios, antes de sentir sus piernas ser apresadas por unos pequeños brazos.

– ¡Tío Gaara! –Gritó la pequeña niña, emocionada.

–Hola princesa. ¿Cómo estás?, ¿dónde está tu hermano?

–Llegas tarde, Shika-chan ya se durmió –dijo mientras era cargada por el mayor–. Miku y yo estábamos jugando, ¿quieres jugar con nosotras?

–Jugaremos después de la cena, ¿de acuerdo? –. La niña asintió sin dejar de sonreír–. Bien, ve a jugar.

Gaara dejó a la pequeña en el piso y se dirigió a la sala donde se encontraba el resto de su familia.

–Gaara –saludó su hermano mayor–. Empezaba a cuestionar si vendrías o no, ¿está todo bien?

–Como siempre, Kankuro –asintió, tomando asiento junto él–. ¿Qué tal Shikamaru? –se dirigió a su cuñado.

–Ah, tomando un descanso, los niños a veces pueden ser una gran molestia –suspiró, acomodándose en el sofá.

–Hablando de niños, ¿cómo es eso de que el Uchiha tiene hijos? –Cuestionó su hermano–. ¿Se casó con la peli rosa de voz chillona que tenía como novia?

– ¡No, ja, ja! Eso sería su muerte –negó, riendo–. Mmm. Los adoptó, pero es una larga historia.

– ¿Y qué tal lo lleva? Cada vez que lo recuerdo me dan ganas de reír. Sasuke y bebés no van en la misma oración –comentó Shikamaru, sonriendo–. A él ni siquiera le gustan los niños.  

–Supongo que es diferente ahora –dijo, encogiéndose de hombros–. Él va a estar bien, fui a verlo en la tarde y preguntó si se podría hacer una guardería en la empresa.

– ¿Realmente está pensando en eso? ¡Eso sí que no lo esperaba! Tendré que hacerle una visita.

– ¡La cena está servida! –anunció Temari, interrumpiendo su conversación y las posibles burlas en contra de su amigo.

La velada transcurrió como se hubiera esperado. Una agradable cena familiar, rememorando viejas y recientes historias, comentando acerca de su día a día y por supuesto, compartiendo la dura labor de ser padres y tíos, porque ninguno se salvaba de aquellos tres pequeños miembros que tenían más energía que todos los adultos juntos. Gaara se permitió relajarse y así jugar con sus dos sobrinas, hasta que el más pequeño de la casa decidió hacer acto de presencia, acaparando toda su atención y provocando que las otras dos formaran una rabieta, para conseguir a su tío favorito. Porque sí, a pesar de su aparente mal carácter y su cara de gruñón, Gaara era el favorito de todos ellos.

– Niños, es hora de ir a la cama –anunció Shikamaru, entrando a la sala donde se encontraban.

– ¿Gaara, puedes venir un momento?

Temari se acercó a ellos y esperó. Gaara se levantó de la silla donde había estado sentando por al menos media hora y siguió a su hermana hasta su estudio.

– ¿Sucede algo? –cuestionó tras cerrar la puerta y quedar frente a ella.

–Papá llamó en la tarde –dijo rápidamente, sintiéndose un poco nerviosa por la reacción que su hermano pudiera tener.

Gaara contuvo la respiración por unos segundos y luego habló, tratando de sonar tranquilo.

– ¿Está bien?

Ellos están bien –respondió, haciendo énfasis en la primera palabra–. Sólo quería saber cómo estábamos. Preguntó por ti.

–Temari, no empieces…

Gaara sabía que si la dejaba continuar, su pequeño cruce de palabras terminaría de forma desagradable y no quería eso. Temari frunció el ceño.

–No, Gaara, esta vez no –negó moviendo su cabeza, reforzando lo que decía–. Te fuiste hace seis años, cuando decidiste que allá no tendrías futuro y ellos lo aceptaron y te apoyaron, pero te olvidaste de todo lo que hicieron por ti. ¿En algún momento lo agradeciste? Sólo seguiste tu vida como si nada. ¿Fue justo?

–Eso no es cierto, Temari –murmuró, apretando fuertemente sus manos empuñadas y conteniendo la molestia y las punzadas de dolor que empezaba a sentir.

– ¿No lo es? ¡Ni siquiera lo llamas para saber cómo está! –exclamó alzando la voz, ya no podía evitar sentirse enojada con él–. Estás tan ocupado con tu trabajo y el estúpido Uchiha ese, que te olvidaste del resto de tu familia, y no lo voy a tolerar –dijo, su voz había empezado a sonar ahogada, mientras intentaba contener las lágrimas.

Temari sabía que estaba siendo dura, que quizás sus palabras no estaban siendo las adecuadas, pero cada vez que se veían en esa situación su hermano salía huyendo y ya no podía seguir dejándolo pasar.

–Gaara, puedo soportar que no hables con Kankuro o conmigo, o que ni siquiera te dé la gana de venir a casa, ¡pero ellos no lo merecen! ¡Ninguno!

– ¡Ese no es tu problema!

– ¡Pues empieza de una maldita vez a comportarte como deberías! ¡No eres un estúpido adolescente, Gaara! Ellos no te criaron para ser una arrogante egoísta. Mamá no estaría orgullosa –dijo y supo que eso había sido suficiente.

Gaara la miró con los ojos más abiertos de lo normal, claramente afectado por sus palabras. No supo que decir para defenderse, ni cómo hacerlo, ni siquiera se había movido de su lugar; sólo se había quedado allí, dejando que todo el peso de las palabras dichas por su hermana, cayera sobre sus hombros.

Temari suspiró tratando de calmarse. Se acercó hasta quedar a sólo centímetros de su hermano menor y tomó sus manos, acariciándolas lentamente.

–Gaara, lo siento –dijo, pareciendo realmente culpable por sus palabras–. Es sólo que… cada vez que hablo con él y pregunta por ti, queriendo saber cómo estás y que estás haciendo, siento su tristeza. Él no te culpa por la decisión que tomaste, piensa que fueron ellos los que hicieron algo mal.

–Eso no es cierto –murmuró sorprendido–. Ellos no…

–Lo sé –asintió dándole una cálida y reconfortante sonrisa–. Eres mi hermano, Gaara, te conozco lo suficiente para saber que tú no esperabas que las cosas fueran así. Pero nunca hablas, y ese es el problema.

–Temari yo…

–No es conmigo con quien tienes que hablar y disculparte –interrumpió–. Si aún no estás preparado para verlo, al menos trata de llamarlo, ¿de acuerdo? Y no sólo a papá –Gaara asintió–. Mañana visitaré a mamá, ¿vendrás conmigo?

– ¿A mamá?

–A las dos –asintió, su expresión se tornó melancólica.

Ambos se miraron por un par de segundos, hasta que, finalmente el menor suspiró y miró en otra dirección, fijándose en los porta retratos que había colgados en la pared. Todos ellos de su familia. Su mirada se detuvo en uno en especial; contenía una vieja foto donde aparecían dos mujeres.

–Llevaré flores.

Y así dio fin a una pequeña pero sustanciosa confrontación que lo hizo ver cuán mal estaba actuando. Su hermana tenía razón, pero también estaba en lo cierto cuando dijo que aún no estaba listo; no cuando ni siquiera podía pensar en eso sin sentirse culpable. Primero tenía que afrontarlo él solo y perdonarse, para dar el siguiente paso. Sí, esa sería una muy buena y motivadora resolución para el nuevo año.

 

* * * * *

 

– ¿Mi bebé está bien, doctor?

Naruto le dedicó una enorme y brillante sonrisa, mientras asentía un par de veces luego de revisar a su pequeño paciente y que este regresara a los brazos de su madre.

–Sólo es una pequeña alergia, nada que un poco de tratamiento y cuidado no puedan solucionar –dijo, escribiendo en una hoja las medicinas e indicaciones–. Si sigue todo al pie de la letra, en tres días ya se sentirá mejor.

– ¿Sólo debo hacer lo que dice aquí?

–Así es –asintió sin dejar de sonreír y de vez en cuando, hacer muecas que divertían al pequeño en los brazos de la mujer–. Bien mamá, eso es todo.

–Gracias doctor. Hasta pronto –dijo la mujer, levantándose de la silla para salir del consultorio.

Naruto también se puso de pie y los acompañó hasta la puerta, agitando su mano como despedida mientras veía como la mujer y su hijo se marchaban.

– ¡Adiós Haru-chan! –Gritó antes de cerrar la puerta–. Bien, ese fue mi último paciente –murmuró y respiró profundamente, se sentía agotado–. Ahora, ¿qué falta por hacer? –se preguntó mientras se quitaba la bata médica, soltaba los botones de su blanca e impoluta camisa y doblaba las mangas hasta los hombros, para tomar nuevamente asiento frente a su escritorio y disponerse terminar el poco trabajo que le quedaba.

Revisó los exámenes de los pacientes que estaban a su cargo, actualizó sus historias médicas y documentó algunas cosas más que tal vez necesitara para el día siguiente, a pesar de que no fuera necesario. Pero él sólo quería algo que distrajera su mente y no le obligara a pensar en lo mismo de siempre.

Naruto giró en la silla y se fijó en el gran calendario que había en la pared a su espalda. Ya se encontraba a finales de marzo y si recordaba bien, en los primero días de abril tenía programada la asistencia a una conferencia en Tokio sobre nuevas tecnologías aplicadas en el campo de la medicina. Observó durante un largo rato las fechas, tal vez podría quedarse un par de días más y hacer una pequeña visita a su abuela en la clínica; ver cómo era el ambiente en ese lugar y empezar a contemplar la posibilidad de conseguir un trabajo allá. Sí, sonaba bien.

 

Dejó el consultorio poco después de las ocho de la noche; su trabajo ya había terminado y no valía la pena seguir allí cuando no tenía más que hacer. Salió del hospital y caminó directamente a su auto. Condujo durante un buen tiempo, alejándose de su lugar de trabajo y también de su casa, dirigiéndose al único lugar capaz de mantenerlo en paz. La colina que estaba cerca al rio y en la cual podía tener una buena vista no sólo de la pequeña ciudad en la que vivía, sino también del cielo nocturno que tanto lo tranquilizaba.

Un silencioso suspiró escapó de sus labios mientras se recostaba sobre la fría hierba, contemplando las brillantes estrellas en el despejado y oscuro cielo.

– ¿Ella está bien? –preguntó de un momento a otro a la oscura nada, sabiendo de ante mano que no obtendría respuesta, pero haciéndolo de todos modos, como si fuera algo normal. Bueno, para él ya era así desde hacía un buen tiempo. Le hacía sentir bien–. Espero que sí. Papá ha dicho que pronto empezará con ese aburrido papeleo que realmente a mí no me interesa y después se ocupará de la mudanza; Ino está muy emocionada, se le nota mucho y me alegro por eso, hacía mucho no la veía emocionarse tanto por algo, supongo que estaba esperando que algo así pasara… –siguió murmurando–. Mamá, ¿esto es realmente lo correcto? Quiero decir, ¿ya es hora de olvidar todo y comenzar de nuevo? Yo… creo que sí, pero no estoy seguro.

Y justo en ese momento deseo que su madre estuviera allí, que se hubiera sentado a su lado y le hubiera dado uno de sus muy conocidos golpes cariñosos, para después abrazarle y responder a sus preguntas sin dudar, aunque fuera la cosa más disparatada que se le pudiera ocurrir.

La extrañaba. Oh, cuanto la extrañaba.

Se preguntó si ella estaría bien, feliz y libre dolor; si desde allá arriba velaba porque toda su familia estuviera bien. Se preguntó también, si ella ahora conocía el paradero de su hermana y la estaba cuidando. Esperaba que fuera así. Pensar de ese modo, le ayudaba a no preocuparse tanto por su loca y amada hermana de la que hacía mucho no sabía, y la cual esperaba, estuviera viviendo su maravillosa vida soñada.

Sus pensamientos regresaron a su futuro. ¿Cómo sería vivir y trabajar en una nueva ciudad? Nunca había estado fuera de su pequeño pueblo por mucho tiempo y pensar ahora en la idea de mudarse, le dejaba cierto sin sabor pero una gran curiosidad y altas expectativas en cuanto a lo que estaría por vivir.

Nuevo hogar, nuevo trabajo, nuevos pequeños a los que brindar sus cuidados y cariño, y tal vez, suerte en el amor. 

Notas finales:

A mi me encanta escribir sobre Sasuke y su rol de padre, sobre todo cuando su familia se entromete. xD
Mi personaje favorito de Naruto, es Gaara, y su papel en esta historia es algo importante, sólo hay que esperar.
Decidí que para la parte de Naruto, daría un salto en el tiempo y en el siguiente capitulo sabrán por qué. :D

Dudas, incognitas, sospechas, bolas de papel, amorsh y mucho más, puden dejarlo en sus comentarios ^^

¡Hasta pronto!

xoxo Ale~


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