Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hooola mis pequeñas y hermosas criaturas!

Les debo una enorme disculpa por no publicar antes, estaba (aun estoy) en finales de la U y pues, hay prioridades.

Mi más cálida Bienvenida a todos los nuevos lectores, adorados fantasmas y que se toman el tiempo de comentar. Los amo a todos! 

¡Nuevas noticias!

¿Se dieron cuenta? Empecé a publicar RTL Ovas, historias paralelas que no se ven aquí, pero sí se mencionan. Son drabbles, vayan a leer~

Con este capítulo tuve un pequeño bloqueo, es que... con este damos inicio a la "segunda parte" de la historia, por así decirlo.
Veremos más interacción entre los protagonistas, algunas cositas serán reveladas y habrán nuevos personajes, y retomaremos también a los que salieron haciendo un ´cameo´ cofpelirosaabordocof

Ah y aclarando de una vez por todas, esto será SasuNaru. 

Entre otras noticias, como no revisan mi Instagram  estoy preparando una nueva historia de Naruto, pero esta vez será NaruSasu
Les suena la idea de un Naruto romanticón y un Sasuke que se opone a todo lo riculamente cursi?

Publicaré todas las historias que tengo, en mi cuenta de Wattpad por si leen allá también. Eso incluye las que están en Fanfic.es.

Gracias por se pacientes. Ahora ¡a leer!

 

VI

 

Itachi se paseó por toda la oficina mientras esperaba a que su joven hermano regresara para informarle sobre la reunión que tendrían ese día con los inversionistas. Se detuvo frente al escritorio y tomó un pequeño marco de fotos que había sobre él; era lo único diferente que había en la oficina, que no estuviera relacionado con libros y papeles de la empresa, y no podía pertenecer a nadie más que a sus hijos. Los pequeños mellizos que habían llegado para poner de cabeza y mejorar el mundo de su gruñón hermano. Aunque, últimamente estaba más pensativo y serio que de costumbre. Llevaba así desde el día del cumpleaños de sus sobrinos y sólo podía retribuirlo a la llamada que recibió ese día, y de la que poco sabían, porque hasta ese momento, Sasuke se había negado a hablar sobre ello. Era seguro que estaba relacionado con la madre de sus hijos, por la reacción que tuvo en cuanto los tuvo cerca, pero nada más.

Le hubiera gustado poder ayudarlo, pero era simplemente imposible. Porque ya lo había intentado. Sin que Sasuke o el resto de su familia se enterara, él había estado buscando información sobre la madre de sus sobrinos, pero fue en vano. Para bien o para mal, ella no quería ser encontrada.

Tres toques a la puerta y luego esta, siendo abierta, le hizo poner su atención en la persona que entraba.

–Señor Itachi, hay una llamada para su hermano de parte de la clínica Senju –anunció la secretaria al encontrarse con él y no con el menor de los Uchiha.

–Yo la tomaré –se limitó a decir mientras se acercaba al teléfono.

–Línea dos –indicó la mujer antes de retirarse.

–Uchiha –dijo tras contestar.

Señor Uchiha, hablamos de la clínica Senju –habló la enfermera a través de la línea–. Como sabrá, las citas fueron canceladas por un cambio en la planta médica, pero ya estamos retomando el orden, así que queremos confirmar su asistencia a la cita con el nuevo doctor pediatra.

–Ah así, ya lo recuerdo –murmuró, fingiendo–. ¿Qué día será?

Si no tiene problema, será el día de mañana en horas de la tarde, como siempre.

–De acuerdo –aceptó sin pesarlo, sabía que su hermano no dudaría si se trataba de sus hijos.

Lo estaremos esperando –dijo la enfermera–. Ah, el doctor que los atenderá se llama Naruto Uzumaki. Hasta luego, señor Uchiha.

–Gracias, estaremos allí.

Itachi terminó la llamada justo en el momento en el que su hermano hacia acto de presencia en la oficina. Se veía serio mientras revisaba los documentos que llevaba en la mano.

–La reunión está por empezar –dijo Sasuke–. ¿Pasa algo? –preguntó tras notar como su hermano le miraba fijamente.

–Llamaron de la clínica, programaron la cita para mañana.

– ¿Qué cita?

–Pediatra –respondió con simpleza–. Mañana en la tarde.

–Ah. Le diré a Anko que deje mi agenda libre. ¿Vamos ya? Los Senju-Namikaze ya llegaron.

Itachi siguió a su hermano hasta la sala de juntas, donde ya se encontraban los dueños de las empresas con las que harían tratos, incluyendo a sus abogados. Podía decir que conocía a la mayoría de los que estaban presentes, exceptuando a dos de ellos.

– ¿Dónde está Gaara? –preguntó en voz baja a su hermano, al notar que el joven pelirrojo no se encontraba con ellos.

Sasuke pareció encogerse de hombros antes de dirigirse a los demás para saludar.

– ¡Sasuke, hijo! Pero mira cómo estás, siempre con la misma cara de amargado –escuchó decir a Jiraiya antes de echarse a reír mientras su hermano fruncía el ceño, haciendo alarde de lo dicho por el anciano–. Itachi, es bueno verte a ti también.

–Señor Namikaze –dijo el mayor, estrechando su mano amigablemente–. Ha pasado un tiempo.

–Nada de señor Namikaze, hombre. Sólo Jiraiya –se quejó–. Ya conocen a mi esposa Tsunade, ¿no? –Los hermanos asintieron, estrechando también la mano de la mujer–. Y él es mi hijo, Minato, y su abogado, Nagato –presentó al rubio que estaba tras ellos y luego al pelirrojo a su lado.

–Papá ha hablado mucho de ustedes y tenía curiosidad por conocerlos –dijo Minato–. Es un placer.

–También es un gusto señor –dijo Sasuke luego de las presentaciones–. Estamos ansiosos por empezar a trabajar con ustedes.

–Oh, eso es bueno –afirmó el mayor–. Pero sólo llámenme Minato, por favor –pidió, sonriéndoles.

–Entonces, empecemos –dijo Itachi tomando asiento e invitando a los demás a sentarse también.

–Tsunade-san y Jiraiya-sensei nos han informado acerca de lo que tienen pensado para el nuevo proyecto una vez se firme la alianza –comentó Nagato.

–Oh no, chicos –negó Tsunade, alzando la voz–. Esperemos a que Temari y Gaara estén aquí. Tengo entendido que él es tu abogado –se dirigió a Sasuke.

–Así es –afirmó el menor de los Uchiha–. De hecho, ya debería estar aquí.

–No deben tardar –dijo Jiraiya–. Mientras tanto, ¿cómo están los pequeños, Sasuke? Aún no he tenido el privilegio de conocerlos.

– ¿Tienes dos hijos, estás casado siendo tan joven? –preguntó el rubio mayor, mirando con un toque de sorpresa al joven Uchiha.

–Son unas pequeñas cositas encantadoras –se adelantó a responder Tsunade, hablando con emoción–. Los he visto cuando van a la clínica.

–Sí, son mellizos y están bien –aseguró el menor–. Y no señor, no estoy casado. 

–Ah…

–Bien, deberíamos quedar algún día para conocerlos, de seguro no serán amargados como tú –se apresuró a decir Jiraiya, para evitar que la instantánea incomodidad por la respuesta de Sasuke, se prolongara.

Afortunadamente, la puerta de la sala se abrió dando paso a las dos personas que faltaban para iniciar con la reunión. Un pequeño alivio para algunos de los presentes.

–Lamentamos el retraso –se apresuró a decir Temari, mientras saludaba a todos en la sala. Primero a Sasuke y a Itachi, con un rápido apretón de manos, y luego a los demás, de una forma más cariñosa–. ¡Nagato! No sabía que vendrías –comentó al saludarlo.

–Soy el abogado de Minato –se limitó a decir, después, su mirada se posó en su hermano menor–. Gaara, es un gusto verte tras tanto tiempo.

Gaara, quien se había mantenido en silencio y al margen de todo el escándalo que estaba armando a su hermana, se acercó por fin para saludar.

–Sí, ha pasado un tiempo –murmuró, estrechando su mano–. Jiraiya-san, Tsunade-san – saludó también, en voz baja, limitándose a estrechar sus manos.

–Veo que ya se conocen. Debe ser gracias a Temari, lo cual es grandioso, ¿no? –Comentó Itachi con una agradable sonrisa en su rostro–. Gaara, ¿también conoces a Minato-san? –preguntó señalando al hombre, quien alternaba miradas entre él y el pelirrojo.

–Yo… sí, por supuesto –afirmó, acercándose al rubio que estaba al otro la de la mesa para estrechar su mano.

–Es bueno verte Gaara –dijo Minato. Una cálida sonrisa iluminaba su rostro, mientras se ponía de pie para saludarlo.

–Sí… también me alegro –respondió el menor.

–Bien, no perdamos más tiempo –escucharon decir a Sasuke.

–Siempre tan directo –comentó Jiraiya, echándose a reír. Un divertido pensamiento había pasado por su mente con respecto a Sasuke. Pero era mejor no decirlo en voz alta, porque seguramente el joven moreno se enojaría.

Así iniciaron esa larga tarde donde decidirían qué hacer y cómo llevar a cabo todo el proyecto, y un sinfín de cosas que simplemente no relataremos, porque sería muy largo y aburrido. Mejor, dejémoslo en que, las dos empresas aceptaron las propuestas y finalmente, firmaron la alianza. Ahora sólo era cuestión de tiempo para que todo iniciara tal cual lo acordado.

Sin embargo, no todo fue felicidad en esa gran habitación, pues, aunque tratara de disimularlo, y de todos modos no se notara mucho, Gaara no había estado en sus plenas facultades durante el tiempo que duró la reunión. Él lo sabía, y su hermana también, porque fue la causante de que estuviera así; inclusive los otros lo notaron. Sí, antes de entrar a la sala de conferencias, habían tenido una breve discusión (siempre por el mismo tema), sólo que esta vez, había sido peor; llegando a desestabilizar emocionalmente a Gaara.

– ¿Gaara? –llamó Nagato, sobresaltándolo. La reunión ya había finalizado y ahora se encontraban charlando amenamente antes de despedirse, sin embargo, el joven pelirrojo  sólo parecía estar físicamente presente–. ¿Estás bien? Queremos saber si irás a cenar con nosotros.

– ¿Qué?

–Chico, vamos a cenar –dijo Jiraiya–. Sasuke no puede por los niños, pero Itachi ha aceptado, sólo faltas tú.

Gaara empezó a negar con su cabeza desde el instante en el que Jiraiya empezó a hablar. No quería ir, no se sentía lo suficientemente bien como para aguantar una cena con ellos.

–No… no puedo –finalmente pudo decir–. Lo siento.

–Bien, muchacho –asintió Jiraiya, palmeando tranquilamente su hombro–. Será en otra ocasión.

– ¿Qué dices? –Temari se acercó hasta el menor y luego miró a los demás, para regresar nuevamente la mirada a su hermano–. Él. Sí. Puede –puntualizó, interrumpiendo cualquier otra cosa que algún otro fuera a decir, pero sin evitar sonar cortante, incomodando rápidamente a todos en la estancia.

Gaara no la miraba, a nadie en realidad, pero ella sí y no tenía la paciencia como para aguantar un estúpido berrinche de su hermano menor, que ya estaba lo suficientemente grande como para comportarse así.

Sasuke e Itachi se miraron entre ellos, preguntándose silenciosamente sobre lo que sucedía entre los dos, sin llegar a una respuesta concreta. Tsunade y Nagato, se encontraban en silencio, apartados y expectantes; y Jiraiya se les había unido poco después, acercándose a su mujer. Por su parte, Minato se había acercado hasta el par de hermanos, interponiéndose entre los dos.

–Temari, por favor; él debe estar ocupado –dijo el rubio, dirigiéndose a la mujer, para luego mirar al más joven, sonriéndole–. Gaara tendrá otros compromisos que no puede cancelar, ¿no? No lo interrumpamos, ¿de acuerdo? –. Ambos hermanos se mantuvieron en silencio mientras él hablaba–. Ha sido un placer verte Gaara. A ti también Sasuke. Ahora, si me disculpan, debo hacer una llamada. Los esperaré en el auto.

–Voy contigo –se apresuró a decir Nagato, acercándose al mayor para marcharse con él.

–Ha sido bueno verlos, es una lástima que no vengas con nosotros, Gaara; tú también, Sasuke –dijo Tsunade, logrando que la tensa atmosfera empezara a disiparse–. Bien, vamos a cenar. Hasta pronto –se despidió del Uchiha menor y luego se acercó a Temari–. Ven Tema-chan, ven conmigo.

Temari inspiró profundamente y se dejó arrastrar a la salida por Tsunade, sin decir nada, ni siquiera para despedirse.

–Sasuke no olvides dejar un espacio libre en tu agenda para que pueda conocer a tus niños. Ah, y envía saludos a tus padres, ¿de acuerdo? Estaremos en contacto. Nos vemos.

Cuando el mayor se retiró, ambos hermanos se acercaron rápidamente a Gaara quien seguía en silencio. Para los dos era normal que su pelirrojo cuñado fuera una persona silenciosa y poco expresiva, pero dada la circunstancia en la que habían estado pocos minutos atrás, el que Gaara no hiciera ni un minino movimiento además del que se necesitaba para respirar, los estaba preocupando.

– ¿Gaara estás bien? –preguntó Itachi.

– ¿Qué diablos fue todo eso? –cuestionó Sasuke, sin pisca de delicadeza. Estaba preocupado, sólo un poco, pero no como para cambiar su manera de expresarse. Además, guardaba la leve esperanza de que, tratándolo como siempre, el chico pudiera sentirse mejor.

– ¿Gaara? –insistió el mayor.

–Lo siento chicos –dijo entre murmullos–. He tenido un mal día. Adiós.

Los hermanos Uchiha se miraron una vez más, luego de que Gaara se marchara; la incertidumbre y confusión marcando sus rostros.

– ¿Deberíamos decirle a Sai? –se preguntó Itachi, rompiendo el silencio.

–Haz lo que quieras, yo iré a buscar a los niños –respondió el menor, tomando sus cosas para retirarse–. Deberías marcharte ya, no hagas esperar a los nuevos socios.

Itachi lo siguió de cerca hasta la salida de la sala, luego tomaron caminos diferentes. Mientras Sasuke se dirigía a su oficina, él tomó el ascensor. Su gesto era ausente y pensativo. Había algo que rondaba su cabeza desde el momento en el que iniciaron con la reunión. Sí, estaba relacionado con Gaara y su extraño comportamiento, pero aun no podía descifrar muy bien qué era. Y no quería darle tantas vueltas a ello, pero le era inevitable; el chico hacía parte de su familia y lo que menos quería, era que estuviera sufriendo por algo, porque terminaría involucrando también a Sai. Su pequeño hermano, quien había terminado enamorado de un misterioso joven, del que poco sabían. 

Los Uchiha, sin excepción, sólo conocían a Temari y Kankuro y a sus hijos, por mera coincidencia; también sabían que su madre estaba muerta y nada más. Eso debía ser suficiente, pero no, no lo era. Gaara nunca hablaba de su familia, en ninguna circunstancia y no es que fuera algo raro, porque el chico era poco expresivo y muy reacio a hablar sobre él mismo. Y, teniendo en cuenta que siempre parecía discutir con Temari y hablar muy poco con Kankuro, llegaba a ser más que claro.

– ¡Itachi! –Gritó Temari al verlo llegar a la recepción del edificio–. Te estamos esperando, Uchiha, apresúrate.

Sin embargo, Itachi a veces pensaba que el joven pelirrojo ocultaba más de lo que podía siquiera imaginar. Pero sabía que no debía entrometerse en eso. Ni Sai lo hacía, por respeto y porque confiaba ciegamente en que, en algún momento, Gaara le diría todo lo que ocultaba. Esperaba que no pasara mucho y que no fuera nada realmente malo, puesto que su hermano podría salir herido, y él, no lo permitiría. Pero, al fin y al cabo eran sólo vagas suposiciones, porque, ¿qué cosa tan mala pudo haber hecho alguien como su querido cuñado? También podrían ser conflictos familiares que él no quería hacer públicos, lo que sería bastante comprensible. Sí, esperaba que fuera sólo eso.

 

* * * * * 

 

Naruto estaba ansioso, feliz y muy nervioso, todo gracias a su nuevo trabajo. Sí, finalmente y tras esperar un par de meses, su abuela lo había contratado como uno de los nuevos doctores de planta del área de pediatría, ¡lo que había estado anhelando! No podía ser más dichoso en ese momento. Ahora bien, rogaba porque no pasara nada extraordinario que pudiera arruinar su buen estado, y en cambio, lo recompensaran con algo extremadamente bueno y sorprendente, porque sería su primer día de trabajo.

Con los lluviosos días del otoño terminando y el frío invierno estando a la vuelta de la esquina, Naruto se abrigó lo mejor que pudo y salió de la nueva casa en la que ahora vivía junto a su familia. Había pensado en vivir solo, pero no quería dejar a su hermana y su padre, en esa gran y descomunal casa que su abuela había comprado para ellos. Así que prefería aguantar un poco más a su familia; además, tampoco es que tuviera un gran afán por marcharse. Vivía muy bien con ellos.

Subió a su nuevo auto, un exagerado regalo de su abuelo, y se encaminó a la clínica, llegando casi una hora después y aún, con tiempo de sobra. Le gustaba ser puntual la mayoría de las veces, generalmente lo era sólo con el trabajo. Bajó del vehículo e ingresó a la clínica, saludó a la enfermera que había en recepción y se encaminó a la oficina de su abuela. Aún había un pequeño asunto que él quería aclarar antes de que iniciara oficialmente con su trabajo.

Tres toques a la puerta y un grito como permiso, fueron su pase de entrada a la oficina de la mujer, quien, afortunadamente se encontraba sola.

–Oh, ¡Naruto! –Exclamó alegremente, poniéndose de pie para saludarlo con un abrazo–. ¿Cómo estás? Llegas temprano.

–Muy bien abuela, no te preocupes. Quería hablar de algo contigo, antes de iniciar las consultas –declaró luego de separarse de ella y tomar asiento.

– ¿Sobre qué, cariño?

–Me dijiste que habría una reunión para presentar al nuevo personal y sé que, aunque no llevemos el mismo apellido dirás que eres mi abuela, y… no me gustaría que lo hicieras.

–Ya veo a dónde quieres llegar –dijo, captando enseguida y asintiendo lentamente–. No quieres que piensen que estás aquí sólo porque eres mi nieto.

–En algún momento todos se enterarán, pero prefiero que, por ahora todos me reconozcan como un buen doctor y no como el nieto de la directora.

Tsunade sonrió cálidamente.

–Mi dulce niño, eres un buen doctor –le aseguró–. De acuerdo, no diremos que somos familia –aceptó finalmente–. ¿Algo más que quieras decirme?

–No, sólo era eso. Ahora me voy, quiero estar listo.

Naruto se puso de pie, abrazó nuevamente a su abuela y avanzó hasta la puerta para dejar la habitación. Sin embargo, la vacilante voz de Tsunade lo interrumpió.

– ¿Naruto? –se dio media vuelta y la miró, dejándole claro que estaba prestando atención. La rubia anciana pareció pensar lo que estaba a punto de decir–. Te irá bien –dijo al final, optando por no decirle nada de lo que realmente quería. Sintió que sería mejor omitir esa pequeña información.

–Gracias abuela –dijo, dedicándole su habitual sonrisa radiante–. Ten un buen día.

Tsunade asintió como despedida, luego soltó una profunda respiración cuando estuvo sola. Naruto había notado su vacilación y que no le había dicho lo que realmente pensó, pero no insistió. Le hubiera gustado decirle la verdad, pero temía su reacción.

Por su parte, Naruto anduvo por el hospital hasta el área de pediatría en completo silencio, saludando sólo cuando era necesario pero sin la energía que usualmente poseía. Se adentró a su nuevo consultorio y empezó a organizar todo lo que había llevado, incluso las cosas que la clínica le suministraba, sólo por mero impulso. Revisó todo una última vez y luego se sentó en la enorme y cómoda silla que tenía. Miró la hora en su teléfono celular, y decidió hacer una llamada al ver que aún tenía tiempo, al menos unos veinte minutos antes de que llegara su primer paciente.

El tono de llamada sonó cuatro veces antes de que contestaran.

¡Hermano! –saludó Ino alegremente–. ¿No deberías estar en el trabajo? ¿Por qué llamas?, ¿ha pasado algo?

No, no. Empiezo en unos minutos –dijo–. Y no, no ha pasado nada –aseguró–. Sólo me gustaría saber qué harás en la noche, quiero salir a cenar fuera.

Cierto, papá no estará en casa hasta el fin de semana –recordó la menor–. De acuerdo, pero antes, iremos de compras.

Naruto suspiró sintiéndose agotado de sólo pensar en ello.

Está bien, pero sin exagerar –pidió, cambiando su tono de voz por uno dramático. Ino se echó a reír al escucharlo–. Termino a las seis. ¿Vendrás a la clínica o quieres que te vaya a buscar?

Yo iré –dijo–. Quiero saludar a la abuela.

Bien, hasta pronto.

– ¡Suerte! –deseó antes de colgar.

Un par de minutos después, tocaron la puerta.

–Han llegado temprano –murmuró poniéndose de pie para abrir la puerta y dar la bienvenida a su primer paciente.

 

Cuando revisó la hora nuevamente, se dio cuenta de que pronto terminaría su turno y sería hora de salir; no obstante, aún faltaban dos pacientes, y no quería dejar el consultorio hasta que todos hubieran sido atendidos, además, revisando la lista de los pacientes que tenía para ese día, no pudo pasar desapercibido el apellido de los pequeños. No se marcharía de la clínica hasta no haberlos visto. Pero no sólo porque su ética laboral se lo impidiera, sino también, porque había adquirido cierto interés no sólo en el par de hermanos, sino en su padre. Desde que se había cruzado con él por accidente en el hotel y luego en el curso para padres primerizos, una insana curiosidad se había posado en su interior; quería saber más sobre el chico, su vida (al menos una parte de ella) y sus hijos, quienes no tenían ni una pizca de parecido a él. Aunque existía la probabilidad de que hubieran sido adoptados, lo cual era más creíble.

Los toques en la puerta detuvieron sus divagues. Poniéndose de pie, se acercó a la puerta y la abrió, encontrándose con su rubia y deslumbrante, hermana menor.

– ¡Ino! –exclamó rodeándola con sus brazos en un efusivo saludo. Incluso la levantó del piso, logrando que la chica se quejara–. ¿Por qué estás aquí?

– ¿Cómo que por qué? –inquirió, ingresando al consultorio. Era increíble que lo hubiera olvidado–. Quedamos en ir de compras y luego a cenar, ¿recuerdas?

– ¿Eh? ¡Ah, sí! –exclamó sonriendo culpablemente. Había estado tan pendiente y concentrado en sus pacientes que la reunión con su hermana había pasado a segundo plano hasta ser finalmente olvidada–. Aún estoy esperando.  

–Pero tu turno ya terminó –dijo sonando quejumbrosa–. No es tu culpa que ellos lleguen tarde.

–Lo sé, pero…

–Sí –suspiró dando un leve asentimiento–. Te conozco.

La puerta seguía abierta cuando fue tocada, dejando ver a quien lo hacía.

–Buenas tardes, lamento el retraso –se excusó rápidamente el moreno.

La sonrisa en Naruto se hizo más grande al notarlo. Poniéndose de pie, se acercó a ellos para recibirlos.

– ¡Sasuke, estaba esperándolos! Adelante, por favor –llamó alegremente–. Pero mira como están de grandes. ¡Hola Mizu-chan, Yu-chan! –dijo haciendo gestos graciosos a los pequeños, haciéndolos reír.

– ¿Pero, tú que haces aquí? –cuestionó el moreno tras recuperarse de la impresión de volverse a encontrar con aquel desquiciante doctor.

–Ah, dame un momento, por favor. ¿Ino, te molestaría esperar afuera? –pidió mirando a la rubia que aún seguía sentada en su silla.

Ino se puso de pie y avanzó hasta quedar junto a su hermano. Dio un rápido vistazo al hombre frente a ellos y luego sus ojos se posaron en los pequeños.

– ¡Son preciosos! –Exclamó. Se agachó hasta quedar a la altura del coche donde estaban los niños y jugueteó unos segundos con ellos. Desde esa perspectiva, pudo estudiar mejor al par de hermanos. Una de pelo rubio y el otro rojizo, ambos con ojos tan azules como los de sus hermano, que le hicieron evocar viejas memorias–. Me recuerdan a… –sacudió su cabeza, interrumpiéndose a sí misma–. Digo, nos vemos en un rato, iré a ver a la abuela. Adiós.

– ¿Estás bien? ¡Ino! –Pero ya se había marchado. Encogiéndose de hombros sin entender la repentina y extraña actitud de su hermana, Naruto se giró para encarar al aparentemente, molesto Sasuke–. Lo siento, era mi hermana –dijo–. Respondiendo a tu pregunta. Soy el nuevo pediatra de la clínica. Llamaron a todos los pacientes para que supieran el cambio con los doctores. ¿No lo hicieron?

Sasuke arrugó más su frente como gesto pensativo.

–Mi hermano, él atendió la llamada –comentó al recordarlo–. Creo que olvidó mencionar esa parte.

–Así parece –murmuró Naruto, divertido por las reacciones del joven–. Bien, ¿motivo de su visita? –cuestionó, adoptando una pose más profesional. Ambos ya se encontraban sentados frente al escritorio.

–Revisión de rutina –dijo con simpleza–. Hace poco cumplieron un año.

–Oh, ¡felicidades! –Respondió sonriéndole mientras empezaba a tomar nota–. Ya sabe el protocolo ¿no? Le haré preguntas y usted las responderá.

Naruto miró a Sasuke quien asintió sin emitir ningún sonido. Parecía más serio de lo que recordaba; sus ojos demostraban cansancio y la palidez de su piel no era normal. Puede que Naruto se hubiera convertido hace poco en un doctor pediatra, y siendo tan joven; pero antes había sido un médico general y velar por sus pacientes, era lo primero.

– ¿Vacunas?

–Todas al día.

– ¿Cuánto tiempo duermen durante la noche y durante las siestas? 

–En la noche alrededor de nueve horas y las siestas son de una o dos horas, más o menos –respondió con duda. Sasuke muy pocas veces revisaba el tiempo que sus hijos dormían.

–Un total de once horas, menos de lo que deberían –resumió el rubio–. ¿Alimentación?

–Leche y papillas. Cuando están con mi madre, comen frutas –respondió y luego agregó: –Generalmente Mizuki es la que come todo sin protestar, pero con Yusuke siempre tengo problemas.

–Es normal. Todos los bebés son diferentes –afirmó Naruto–. Lo extraño sería que no le dieran dolores de cabeza –comentó con diversión–. ¿Ya caminan por sí solos?

–Sí, lo hicieron casi al mismo tiempo, pero apenas dan unos cuantos pasos –dijo impaciente. Todo ese cuestionario lo había respondido a su anterior doctor, pero ahora, como habían cambiado al personal, tenía que responderlas nuevamente, y al tonto doctor que tenía al frente–. Todo estaba en el historial médico que tenía el doctor Hyuga.

–Lo sé, ya los revisé –asintió el rubio–. ¿Se han enfermado últimamente?

– ¿Entonces por qué me está haciendo todas esas estúpidas preguntas? –inquirió, ignorando la pregunta que le hizo.

Naruto dejó de escribir y se enderezó en su silla para mirar fijamente al padre de sus pacientes. Su rostro era serio, mientras que el de Sasuke demostraba claramente lo molesto que parecía estar.

–Señor Uchiha, si usted considera que las preguntas que le hago con respecto a sus hijos son estúpidas, sólo porque alguien más ya las hizo, ¿cuál sería la razón de estar aquí? Ha venido por una revisión de rutina, yo le estoy haciendo preguntas de rutina –explicó. Su voz era seria y paciente–. Y no sólo porque sea nuevo en esta clínica, sino porque es parte de mi trabajo conocer acerca de mis pacientes. Además, el doctor Hyuga no tomó nota de su alimentación, teniendo en cuenta que su última visita fue hace poco más de tres meses. También es necesario saber acerca de las horas que duermen de acuerdo a la edad que tienen –indicó.

Tomó nuevamente el bolígrafo y acomodó las hojas en las que escribía para seguir con lo que estaba haciendo antes de su pequeña confrontación. Sasuke, en cambio, estaba un tanto perplejo y asombrado por lo que había dicho el rubio; al parecer, no era tan idiota como pensó en un principio cuando lo conoció.

–Señor Uchiha, ¿alguno se ha enfermado últimamente? –preguntó, volviendo a su tono profesional, como si nada hubiera pasado hace unos segundos.

–Sí, Mizuki –habló finalmente–. A mediados de octubre, estuvo resfriada.

– ¿Y Yusuke?

–Él ha estado teniendo dificultades para dormir últimamente.

–De acuerdo, señor Uchiha, es hora de revisarlos. ¿Quién irá primero?

Sasuke se puso de pie para tomar a Yusuke y sentarlo en la camilla que indicaba Naruto, mientras él tomaba el estetoscopio y lo acomodaba en sus oídos antes de revisar al bebé. Sasuke se alejó lo suficiente para que Naruto hiciera su trabajo, pero sin dejar de prestar atención a él o a Mizuki, quien luego de protestar fue tomada en sus brazos. Ahora eran los dos pendientes de lo que hacía el rubio doctor con el pequeño Yu.

–Está reteniendo gases –informó Naruto presionando con sus dedos la barriga del niño–. Si se le dificulta, tiene que ayudarlo, haciendo masajes en su barriguita o estirando y encogiendo sus piernas lentamente. Si no, tendrá cólicos y será un calvario para usted. ¿No queremos que papá sufra, verdad Yu-chan? –preguntó al pequeño mientras hacía los masajes, enseñándole al Uchiha.

– ¿Cómo sabré si retiene gases?

–Toque su barriga, se dará cuenta que está inflamada y dura.

Yusuke le miraba alegremente, balbuceando algunas palabras como si le estuviera respondiendo. Naruto sonrió y siguió con su revisión luego de que el menor expulsara todos los gases.

–Tiene una leve infección de oído. Por lo demás, todo está bien –aseguró mientras escribía en el historial médico del pequeño–. Le recetaré un antibiótico. Las instrucciones estarán escritas en la receta –indicó–. Terminamos contigo, pequeño. Ahora irás con papá y Mizuki tomará tu lugar, ¿de acuerdo?

– ¿La infección es algo grave? –preguntó.

Naruto detectó la preocupación en su monótona voz. Una sonrisa surcó en sus labios.

–No es grave, pero sí molesta. Haga lo que le indica la receta y verá que en unos días estará mejor. En todo caso, le pediré que lo traiga en dos semanas para ver como evoluciona.

Sasuke asintió a medida que el rubio explicaba. Luego dejó a Mizuki en la camilla y tomó a Yusuke en sus brazos, besando un par de veces su cabecita.

– ¡Mizu-chan! ¿Me recuerdas, preciosa? Pero mira que lindas estás, ¿dejarás que te revise?

Sasuke se mantuvo en silencio mientras Naruto revisaba y hablaba con su hija, quien le respondía a su manera y con más confianza de la deseada; inclusive reían de vez en cuando, divertida por su interacción con él.

– ¡Papá! –exclamó la pequeña con gesto risueño, dejando momentáneamente paralizados a ambos hombres.

Mizuki no había llamado a Sasuke, ella había nombrado así al rubio.

–Oh, oh, creo que tendremos a un papá enojado por aquí –comentó Naruto echándose a reír.

– ¡No es gracioso! –Explotó el Uchiha–. No puede llamar papá a nadie más que no sea yo. Es sólo mía.

–Y muy celoso –confirmó tras calmarse–. Bien, Mizuki también retiene gases, ya sabe qué hacer. Por lo demás, está en perfectas condiciones. Serás una pequeña traviesa que causará estragos a su padre. Haz sido una buena chica, preciosa –felicitó el rubio, tomando la niña en sus brazos.

Mizuki llevó ambas manos al rostro del rubio y palmeó divertidamente sobre él.

–Así es, linda. Es hora de volver con papá, no vaya a ser que ahora le de algún ataque y yo sufra las consecuencias.

Sasuke bufó mientras escuchaba como se burlaba de él, pero no dijo nada. Su pequeña y adorada rubia lo había dejado en shock. No era posible que hubiera llamado al doctor de esa manera. Ese apelativo era única y exclusivamente para él.

Acomodó a los niños en el coche y tomó asiento en la silla disponible para él, a la espera de que el rubio le diera nuevas indicaciones.

–Hemos terminado con sus hijos, señor Uchiha –dijo regresando a su modo profesional–. Sin embargo, me gustaría hacerle unas cuantas preguntas con respecto a usted.

Sasuke frunció el ceño y esperó a que continuara.

– ¿Hace cuánto no va a ver a un médico?

– ¿Por qué?

–Aunque mi especialidad sea la pediatría, no puedo dejar pasar el estado de salud de las personas en general y más si se trata de los padres de mis pacientes. ¿Le importaría si lo examino? Será un chequeo rápido.

–Pero no estoy enfermo. Me siento perfectamente bien –aseguró el menor.

–Su cuerpo no dice lo mismo –negó–. ¿Le importaría? –Señaló la camilla mientras se ponía de pie–. ¿Cuál es tu edad?.

Esperó al menos un minuto a que Sasuke le siguiera y se subiera a la camilla. Un apenas perceptible sonrojo apareció en sus mejillas. Naruto no pudo evitar sonreír y pensar, que tal vez, era la primera vez del moreno siendo atendido por un doctor tan joven como él. Y apuesto, no había que negarlo.

–Veinticuatro –murmuró en voz baja. Un desconocido impulso, le incitó a formular la misma pregunta–. ¿Y tú?

–Veintiséis –respondió sonriendo.

Una sonrisa diferente, Sasuke se dio cuenta, porque la que ponía cuando estaba tratando a sus hijos era más alegre, en cambio, la que acababa de darle, era más galante… más coqueta.  No era tonto, él sabía diferenciar las sonrisas de los hombres, lo que le parecía increíble, era que estuviera coqueteando con él. Estuvo tentado a preguntarle y dejarlo en evidencia, pero se limitó a dejar que hiciera su trabajo. Naruto primero revisó los rítmicos latidos de su corazón, luego su respiración y así, hasta que pasó a sus sentidos.

–Tienes que dormir más, Sasuke –dijo el rubio mientras revisaba sus ojos y boca, acercándose más de lo que al moreno le hubiera gustado–. Tu garganta está enrojecida, puede ser que pesques un resfriado y no será nada agradable, menos con los niños.

–Me siento bien –interrumpió.

–Pues no lo estás, y como médico te recomiendo que descanses y te cuides. Reduce las horas de trabajo, duerme más y mejora tu alimentación. Apuesto a que no comes como es debido, ¿me equivoco? –Sasuke se mantuvo en silencio, dejando ver su clara respuesta–. ¿Lo ves? Sasuke, tu salud no es un juego y más si tienes a tu cargo dos niños que necesitan las veinticuatro horas de ti. 

– ¿Ahora me darás un sermón?

–Sólo trato de ayudar –murmuró. Finalmente se alejó regresando a su escritorio, para empezar a recoger y organizar todo lo que tenía ahí–. Deberías visitar más a menudo al médico. Así como haces con tus hijos –indicó mientras se quitaba la bata médica y la colgaba en un perchero que había junto al escritorio, dejando ver la casual vestimenta que llevaba, todo lo contrario al Uchiha, que vestía de traje, pero sin corbata. Posteriormente, Naruto revisó la hora en su teléfono; pronto serían las seis y media, había pasado media hora con ellos.

–Lo tendré en cuenta –dijo el menor, tomando las formulas médicas y el coche para salir del consultorio–. Gracias por esperar, tuve un inconveniente antes de venir –agregó una vez el rubio estuvo a su lado. Al parecer ambos se dirigían al mismo lugar.

–Oh, no te preocupes –negó, haciendo un aspaviento con la mano, restándole importancia–. Sabía que vendrías. Tienes cara de gruñón puntual.

Sasuke detuvo su andar y le miró fijamente.

– ¿Gruñón?

–Ah… sí, eso dije –afirmó con un deje de burla–. Lo dije la primera vez que nos conocimos. Malhumorado, gruñón e impaciente. ¡Ah! y celoso.

–Tú… eres un dobe –dijo retomando el paso–. Adiós.

– ¡Sasuke! –llamó el rubio unos pasos más atrás. Esa pequeña escena le recordó a la que vivieron unos meses atrás–. Sasuke, ésta ya no es una coincidencia.

Sasuke se detuvo y giró su rostro por sobre su hombro.

–No, es una tortura –y continuó sin esperar a que le respondiera. No obstante, el rubio volvió a hablar, gritando su último pensamiento, antes de perderlo de vista.

– ¡Sasuke, este es el destino!

Un destino que los quería juntar como fuera. Así tomara más tiempo del que quizá hubiera planeado.

Notas finales:

¿Por qué Gaara es tan importante y misterioso? O es sólo un misterio de mi parte, para hacerlo más interesante?

Por la relación que tiene con Sai, que es hermano de Sasuke, uno de los protagonistas que interactua con Naruto, el hijo de Minato, que conoce a Temari y tal vez haya una relación con el padre de los hermanos que no sabremos si no hasta que lleguemos a ese momento... Porque esto es tan sólo un divague que ha salido en este preciso momento... 

¡Ya no es coincidencia! 

¡Saquen sus propias conclusiones! 

Hasta pronto, mis amores.

xoxo Al~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).