Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

15/10/2016.

Ho, ho, holaaaa mis hermosas criaturas! Me extrañaron? :D

Dios, son las 00:37 en este momento, pero no me puedo acostar sin publicar este capítulo... Es que es uno de los capítulos que más me ha gustado!
Les confieso que tuve un bloqueo y había tomado la decisión de volver a escribirlo porque no estaba quedando como quería, pero...  finalmente decidí que no, se quedaría así, sobre todo porque hay una parte que me encantó y para serles sincera la terminé poco antes de entrar aquí a subir el capítulo. Fue como la inspiración de momento y dije, esta es! 

Para volver a aclarar: Mis amores, esta historia es SASUNARU... aunque a veces Naruto se las dé de muy muy, será uke aquí, siempre. :)

Y bien... hora de agradecimientos, dedicatorias y amor para el mundo! 

Dedicado a: Majo-chan! Preciosa, Bienvenida! No sé si esperaste mucho para este capítulo. Lo siento si fue así. Y... si tienes la inspiración, hazlo! Nunca es tarde y me encantaría estar ahí cuando eso suceda. :D
Cecy Cariño mío! La historia es tan encantadora como tú. Quiero soprenderte! 
Lizzi! Linda, tus palabras alegran mi corazón y me hacen querer golpearme, porque yo también soy lectora y sé de sobra, cuan desesperante es que te hagan esperar. Pero así son las cosas. 
 Iza-eroz... No recuerdo si ya he leído algun otro comentario tuyo. De todos modos, Bienvenida! Gracias. Y me disculpo por hacerte esperar tanto. 
DanTamMu13 Bendita tú! Gracias por considerarla tanto como para agregarla a tus favoritos. 
 Sukisasunaru50: Es que hacer que el teme se enoje y se ponga celoso, es lo mejor de esta vida.
Bichito lindo! (que me encanta decirte así) Chocalas! Deberíamos poner a Sakura más a menudo? 
Anie4 Ya respondí tu pregunta arriba :D Bienvendia y muchisimas gracias a ti también! :')

Me hacen llorar con tanto amor TwT

Vayan a disfrutar y sorprenderse....

VIII

 

 

– ¡Sorpresa!

El tic en sus cejas se hacía cada vez más intenso a medida que iba comprendiendo la situación en la que se encontraba. Sai estaba a su lado con su mano apoyada en su cintura impidiendo así que escapara; frente a ellos estaban los otros hermanos Uchiha, su propia familia y curiosa y extrañamente, también Nagato.

Sospechaba el por qué todos estaban reunidos en casa de su hermana y aun así, le pareció increíble que lo hubieran hecho, cuando todos sabían muy bien que él odiaba que celebraran su cumpleaños. Había sido así desde hacía casi diez años y simplemente no podía tolerarlo.

Inspiró profundamente para tratar de sopesar lo que estaba viviendo en ese instante y no lanzar una serie de improperios contra su pareja del que estaba seguro había sido el organizador de todo eso. Sin embargo, su gran retahíla de improperios mentales se vio interrumpida cuando tres pares de pequeños brazos rodearon sus piernas y más atrás, un par de chiquillos caminaba con más lentitud en su dirección.

Se trataba de sus sobrinos.

Se permitió entonces ponerse de rodillas para recibir los ansiosos abrazos de los niños.

– ¡Feliz cumpleaños, tío Gaara! –chillaron con emoción las dos niñas mayores, Miku y Kana, mientras Shikadai lo hacía a su manera; con sus cortos tres años no podía hacer mucho tampoco. Y ni qué decir de los pequeños hermanos Uchiha, Mizuki y Yusuke, sus sobrinos políticos quienes también habían ido a su encuentro y habían balbuceado, dejándose llevar por la emoción de los otros. Les dedicó una sonrisa, minúscula y apenas perceptible, a medida que besaba sus frentes, mejillas o cabezas, como gesto de agradecimiento.

Tras ponerse nuevamente en pie, fue abordado por los mayores con abrazos de felicitación, algunas burlas de parte de Sasuke, hasta finalmente quedar frente a Nagato.

–Feliz cumpleaños –dijo el mayor estirando su mano y una apenas perceptible sonrisa bailando en sus labios–. Aunque no te veas nada contento.

Gaara estiró la suya y la estrechó en un breve apretón. Agradeció mentalmente el que no hubiera hecho algo más… afectivo; lo conocía.

–Supongo que gracias –murmuró después–. Es extraño verte aquí.

En ese momento se encontraban en el gran patio de la casa y estaban apartados de los demás, ya que se habían dispersado luego de felicitarlo; algunos para buscar comida y bebidas, o simplemente para vigilar a los niños mientras hablaban entre sí. Se encontraban lo suficientemente lejos de todo el alboroto como para que alguien escuchara lo que estaban hablando.

–Fui obligado –reveló como si nada, sin importarle que eso pudiera sonar un poco grosero de su parte, sin embargo, sabía que Gaara no lo tomaría de esa forma–. Pero sólo estaré un rato, tengo que viajar fuera de la ciudad en un par de horas.

Gaara asintió y le miró con detenimiento y una chispa de incredulidad.

– ¿Fuiste obligado? –preguntó.

–Estaba con Temari cuando tu novio llamó y le pidió que se reunieran para planear una reunión sorpresa por tu cumpleaños –dijo con vacilación, como si estuviera midiendo sus palabras, escogiendo lo que iba a decir.

–Ese tonto.

–Se reunió con nosotros en la empresa de Jiraiya sensei porque estábamos tratando unos asuntos y tu hermana no podía salir en ese momento.

–Era de suponer –resopló, una sonrisa adornaba su rostro–. Cuando se le mete algo en la cabeza no se detiene hasta lograrlo.

Nagato lo miró fijamente y en silencio mientras el menor miraba a Sai  jugando con sus sobrinos. Quiso decir algo, en realidad mucho, pero se detuvo a sí mismo. No era correcto hacerlo, no cuando… lo veía bien. No tan bien como hubiera esperado realmente, pero era suficiente. En cambio, dijo:

–Me alegra verte así…

– ¿Qué? –Dijo mirándole de vuelta–. ¿Así cómo?

Nagato negó.

–Es tiempo de irme –dijo–.Te he traído algo, se lo he dado a Temari –comentó dándose media vuelta para ponerse en marcha–. Despídeme de todos. Hasta pronto Gaara.

No esperó a que Gaara dijera algo o se despidiera también, no lo creyó necesario. Se marchó dándole un último vistazo al chico, con una sonrisa plasmada en su rostro. Ya fuera de casa y en su auto, tomó su celular y marcó con rapidez a uno de sus contactos.

¡Nagato! –Dijeron al otro lado–. ¿Ya estás en camino? Saldremos en dos horas.

Sí, sólo… tenía que hacer algo antes. Llegaré directamente al aeropuerto –dijo.

De acuerdo hijo, nos vemos allá.

Terminó la llamada y echó un último vistazo, esta vez a la casa antes de arrancar y alejarse de ese lugar.

 

Unas cuantas horas después, cuando todos se fueron, incluido Sai, Gaara se había quedado por petición de su hermana porque ella era la que tenía en su poder, los regalos que todos habían traído. No obstante, Gaara no sentía ninguna emoción especial ni impaciencia por ver lo que le habían dado. Aunque, de hecho, una molesta curiosidad sí lo había embargado desde que había visto al abogado de la empresa donde trabajaba su hermana.

Temari le entregó primero los regalos de sus amigos, luego los de ella y los otros miembros de la familia. Gaara apenas los abrió y miró su contenido sin inmutarse; imaginaba cosas así.

–Hay más –dijo su hermana después de que hubiera visto todo lo que ella le había dado–. Enviaron esto –murmuró sin decirle quién lo había enviado; estaba segura de que él lo descubriría al ver su contenido.

Le entregó una caja, lo suficientemente grande como para guardar varias cosas y esperó a que la abriera. Lo primero que sacó fue un sobre, dentro, había un cupón de comida gratis por un mes en un restaurante que conocía lo bastante bien, y una carta. Soltó una carcajada al leerla, una mezcla de felicidad, tristeza y melancolía inundándolo. Sólo había una persona capaz de escribir algo como eso. Siguió revisando su contenido hasta dar con algo mullido envuelto en papel de regalo. Era una bufanda de color gris, con sus iniciales cosidas en una de sus puntas. Una pequeña nota de felicitación acompañándola, junto al nombre del remitente. Luego se encontró con una chaqueta de cuero y un juego de mesa tallado en madera, parecía más bien de decoración. Por último se topó con una pequeña caja de terciopelo que su hermana tendía frente a sus ojos.

–Lo entregaron después –dijo en voz baja, no queriendo que el momento de su hermano se arruinara cuando parecía más feliz y emocionado que al principio.

Gaara tomó la caja y la abrió. Dentro, había una cadena de plata que le recordó mucho a algo que tenía. Uno de sus objetos más preciados.

– ¿Y aun sigues dudándolo? Eres increíble –le escuchó decir a Temari segundos después–. Esta será la última vez que hablemos sobre este tema. Pero, lo prometiste Gaara, hace un año lo hiciste…

Temari se levantó del sofá en el que había estado sentada observándolo, para acercarse a él y besarlo en la sien y luego marcharse, dándole a entender que lo dejaría solo y también, que se podía ir. Gaara suspiró. Como siempre su hermana tenía razón. Pero no era capaz de hacer algo para remediarlo, aun no se sentía con el valor para afrontarlo.

Luego de recoger todo lo que le pertenecía y saliendo de la casa en silencio, Gaara tomó su auto y partió a su apartamento.

Faltaba poco, lo sentía, estaba seguro, pero todavía no era suficiente. 

 

* * * * *

 

La primavera estaba comenzando cuando Sasuke visitó de nuevo al pediatra junto con sus hijos, para su ya acostumbrada revisión de rutina. No había visto al rubio desde la pasada navidad, pero tenía la extraña corazonada de que hoy sería un día diferente, o que al menos, sería sorprendido con algo.

– ¿Qué es eso?

Sí, no se había equivocado. Luego de que revisara a los niños, y se pasara la mayor parte del tiempo molestándolo, Naruto había puesto una extraña expresión en su rostro y  después, había estirado un folleto en su dirección. Apenas fue capaz de leer cuando ya estaba negando con su cabeza.

No, el no asistiría a algo como eso.

–Vamos teme, será divertido –dijo el rubio agitando de lado a lado el folleto–. Como doctor, lo recomiendo muy a menudo; ahora la clínica lo ha implementado y empezaron hace un mes.

–No, Naruto.

– ¿Por qué no? ¡Te estoy diciendo que es bueno para la salud de los niños! –insistió–. ¡Tienes que ir, tienes que llevarlos!

Sasuke se levantó de la silla, arregló a los niños en el coche, guardó todos los papeles y juguetes, incluido el folleto y, dando una última mirada al doctor, negó.

–No iremos a clases de estimulación y natación –sentenció con seguridad mientras se adelantaba para salir.

– ¡Nos vemos el sábado en la mañana Sasuke! –Dijo el rubio desde la puerta de su consultorio antes de que el Uchiha se fuera–. ¡Trae ropa cómoda y trajes de baño!

–Espero que disfrutes esperando. Adiós, doctor.

– ¡Hasta el sábado, Sasuke! –exclamó como despedida y una gran sonrisa estampada en su rostro.

Regresó a su consultorio y tomó asiento frente a su escritorio. Igual que la última vez, los pequeños Uchiha habían sido sus últimos pacientes, así que dentro de poco daría por terminada su jornada laboral hasta el día siguiente. Antes de marcharse, revisó el calendario y anotó un par de cosas con respecto al trabajo que tenía pendiente y luego, con una sonrisa que rayaba entre la malicia y la diversión, escribió los nombres de los Uchiha en su listado de asistentes. En tres días vería a Sasuke junto a sus pequeños en aquellas clases que él supervisaba. Estaba seguro…

 

Sasuke deseó golpearse con la pared que tenía justo a su lado. Había aceptado, increíblemente había aceptado asistir a esas clases. Pero todo había sido gracias a su madre, quien en una de sus  visitas en días anteriores, había encontrado aquel folleto con toda la información y le había insistido en que debía hacerlo por la salud de los niños. Así que, después de tanto insistir, había aceptado. Y allí se encontraba, siendo víctima de la silenciosa burla que el doctor le hacía a unos metros de donde él se encontraba mientras tomaba notas sobre quién sabe qué.

Fue uno de los primeros en llegar junto a sus hijos, así que había sido recibido por una pequeña cantidad de mujeres con miradas hambrientas que parecían a punto de querer atacar en cualquier momento, y una de las enfermeras que impartía las clases, quien estaba indicándole todo el proceso que seguirían de ahora en adelante. Se sintió aliviado al notar que no sería el único hombre en esa clase al ver llegar a más padres con sus hijos; ya era lo suficientemente vergonzoso estar en ese sitio, como para que tuviera que aguantar también a las ansiosas mujeres que habían notado su solitaria presencia.

–Señor Uchiha, para la clase de natación necesitará la ayuda de alguien más –dijo la enfermera de repente.

– ¿Qué quiere decir?

–Me refiero a que no será posible estar con los dos al mismo tiempo. ¿Nadie más ha venido con usted?

–No, soy solo yo –dijo.

La enfermera pareció meditar algo hasta dar con una posible solución; Sasuke sólo esperaba que no fuera nada que pudiera perjudicar su salud mental.

–Hablaré con el doctor Uzumaki y le comentaré su situación. Estoy segura de que podrá encontrar una solución que pueda servir.

La enfermera se alejó con rapidez sin darle oportunidad de refutar o siquiera negarse a recibir cualquier tipo de ayuda y menos si provenía de aquel tonto doctor que no hacía si no sacarlo de sus casillas y desesperarlo cada vez que se encontraban. Escuchó como la joven hablaba con el rubio y le decía su pequeño problema; también escuchó lo que el escandaloso comentaba, porque todo el mundo ahí presente se estaban enterando de lo que decía, y como le miraba; la sonrisa era cada vez más grande y brillante, mientras él, estaba pensando seriamente en dar media vuelta y regresar a su casa. Dios, no podía pasar tanta vergüenza… corrección, ¡claro que podía! Pues también estaba siendo el blanco de algunas mujeres que no se cortaban ni apenaban por como miraban y hablaban de él y lo guapo que era.

– ¡Señor Uchiha! –llamó la enfermera acercándose a él, con el rubio unos pasos más atrás–. El doctor Uzumaki ha dicho que una de las enfermeras puede ayudarlo –comentó–. Si no tiene algún inconveniente, buscaré a una de mis compañeras.

– ¡Sasuke! ¿Qué tal todo? –Exclamó el doctor al estar frente a ellos, no obstante, desvió su atención del chico, para fijarse en el par de bebés que se movían inquietamente dentro del coche en el que estaban sentados–.¡Oh! ¿¡Pero qué tenemos por aquí?! ¡Mizu-chan, Yu-chan!

Naruto se agachó hasta estar al nivel de los niños y acarició cariñosamente sus cabecitas, escuchando como lo saludaban con las nuevas palabras que habían aprendido.

– ¡Hola, hola, hola! –repitió Mizuki, agitando sus manitos.

Yusuke sólo río mientras movía su mano de un lado a otro.

–Hola preciosa, mira qué bonito peinado traes –comentó señalando las dos coletas que llevaba ese día–. Y tú también estás guapo, Yu-chan. ¡Hoy se van a divertir mucho!

–Doctor Uzumaki –llamó otra enfermera acercándose al rubio y sacándolo de la pequeña burbuja que había creado con los niños–. Ya están todos, vamos a empezar con las clases.

– ¿Eh? ¡Ah, sí, por supuesto! –dijo poniéndose de pie para encararlos–. Los niños que van directo a matronatación deben calentar antes. Cinco minutos de estiramientos con los padres –indicó tomando apuntes en la tabla de registro que llevaba–. Los demás, incluyendo a los nuevos, al área de actividades físicas para la clase de estimulación motriz. Guíen al señor Uchiha a los vestidores para que guarde sus pertenecías y pueda cambiarse junto a los niños.

Sasuke observó en silencio la faceta de Naruto como doctor. En momentos como ese, se convertía en un hombre más serio, responsable y con cierto aire de superioridad debido a su trabajo; pero, a pesar de eso, el rubio no dejaba de sonreír ni infundir esa confianza y seguridad que casi siempre irradiaba, logrando una agradable atmosfera entre todos ellos, incluso, se percató de que, Naruto también parecía crear cierta adoración en muchas de las mujeres y enfermeras que asistían a ese curso. Sasuke admitió, con cierto recelo y a pesar de su poco conocimiento sobre él, que era de esperar algo así, teniendo en cuenta la mera presencia de aquel rubio doctor. Naruto era, para muchas… y muchos (había que dejarlo claro) el tipo ideal de hombre con el podrías tener una magnifica y arrebatada vida; él era lo que muchos querían, pero que pocos se daban el lujo de tener, porque… Sasuke no estaba seguro, pero el doctor no parecía ser de esos hombres que pasaban de una relación a otra. Sin embargo, se preguntó entonces, si el rubio tendría a alguien a su lado en ese momento.

– ¿Sasuke, te encuentras bien? –escuchó la voz de Naruto dirigirse a él. Sólo entonces se percató de que en aquella sala ya no había nadie más que ellos, incluso las enfermeras se habían marchado–. ¿Te sientes bien? –preguntó entonces, su voz tornándose preocupada mientras se acercaba para darle una rápida revisión.

–No, no pasa nada –se apresuró a decir.

–De acuerdo –contestó dudoso–. Vamos, te llevaré a los vestidores –dijo después–. Te ayudaré con los niños, ¿bien?

–Sí, sí –asintió siguiéndolo de cerca.

–Oye, ¿en serio estás bien?

–Sí dobe, estoy bien. Sólo… estaba pensando.

–Pues, eran pensamientos muy entretenidos porque estuviste ausente por unos buenos segundos –comentó con cierta gracia y picardía–. ¿En qué pensabas, eh? –cuestionó acercándose insinuantemente a él.

–No es de tu incumbencia –dijo girando un poco el rostro para que no viera el apenas perceptible sonrojo que había comenzado a cubrir sus mejillas.

Naruto soltó una carcajada decidiendo que era mejor dejarlo así, no quería que el joven gruñón se enojara y se desquitara con él.

–Bien, como digas –murmuró encogiéndose de hombros.

Tras cambiarse por algo más cómodo y ser ayudado por el doctor con los niños, Sasuke se dirigió con ellos a la sala donde se estaban llevando a cabo las dichosas actividades de estimulación motriz. En ese momento, pudo notar que había bastantes personas, tanto adultos como bebés de diferentes edades, todos divididos en secciones de acuerdo a la edad del niño, era obvio que no todos podrían realizar los mismos ejercicios. Siendo guiado por Naruto, llegaron a la zona donde se encontraban los bebés de doce meses en adelante, el lugar que les correspondía.

– ¡Llegan a tiempo! –Exclamó la enfermera a cargo, dándoles la bienvenida–. Empezaremos con los estiramientos –dijo–. Es muy importante que los niños aprendan de una manera divertida y segura lo bueno que es hacer ejercicio, y el mejor ejemplo lo obtienen al verlos a ustedes. Así que, como primera pauta, se acercarán a sus hijos y les dirán lo que haremos y que ellos deberán hacer lo mismo. Bien, adelante…

Sasuke se quedó de piedra al no saber exactamente como proceder. Vale, lo había entendido, hablarles, ajá; pero él no sabía cómo, ¿y luego qué? Dios, esa no era tarea para alguien como él.

–Oye, no te preocupes –dijo Naruto a su lado–. Yo te ayudo –. Tomó la manga de su chaqueta y lo obligó a arrodillarse frente a sus hijos que yacían sentados en el suelo–. Haz lo que dijo la enfermera, diles lo que harán –susurró–. Vamos teme…

–Está bien.

–Iré a ver cómo están los demás –escuchó decir al rubio–. Lo harás bien, Sasuke.

Luego de lo que parecieron varios segundos, Sasuke por fin se sintió lo suficientemente seguro como para encarar a ambos pequeños. Se acercó lo más que pudo y les habló empleando un bajo tono de voz, mientras hablaba y comentaba con palabras fáciles de comprender, lo que harían en ese momento. Los niños parecieron entender y aceptar lo que harían, así que, tras esa breve pausa, la enfermera por fin inició con los ejercicios. Primero fueron estiramientos, vergonzosos estiramientos que el Uchiha juró no volver a realizar; después fueron llevados a una pista donde había diferentes actividades de equilibrio y otras incluían obstáculos.

–Recuerden que sus hijos ya entienden lo que están diciendo, así que es muy importante que los animen y se den cuenta de que lo que hacen está bien.

– ¿Y si tienen miedo? –preguntó una de las madres, señalando a su bebé escondido entre sus piernas.

Sasuke agradeció mentalmente el que la mujer hubiera hecho esa pregunta porque Yusuke a comparación de su hermana, había estado pegado a sus piernas porque le asustaba todo lo que veía.

–Buena pregunta mamá –felicitó la enfermera–. ¿Recuerdan nuestra primera pauta? El dialogo y la confianza son muy importantes. Los niños deben saber que no les pasará nada malo porque ustedes estarán con ellos…

–Yo estaré con Mizuki –dijo Naruto tras regresar con ellos y fijarse en él y su hijo–. Lo estás haciendo bien.

– ¿Me estás animando? –inquirió enarcando una de sus cejas.

–Es mi trabajo apoyar a los padres mientras están aquí –asintió el rubio sonriéndole–. Anda, ve con él.

Sasuke apenas le hizo un gesto con su cabeza antes de que se fuera con su pequeña rubia. Se arrodilló frente a su asustado pelirrojo y le miró fijamente. El niño le devolvió la mirada, transmitiendo el miedo que sentía, y su pequeño labio sobresaliendo en un tierno puchero apuntaba a sus ganas de llorar.

–Papi –llamó el pequeño.

– ¿Por qué tienes tanto miedo? –Preguntó sentándose en el piso, arrastrando al pequeño hasta su regazo–. Eres un campeón, bebé, y podrás hacer todo lo que quieras…

–Papi –volvió a decir Yusuke provocándole un suspiro al mayor.

Era inútil, el niño no entendería todo lo que le hubiera dicho por más inteligente que pudiera ser, apenas tenía un año y medio.

–Esto es estúpido –resopló.

Yusuke le miró con curiosidad por unos segundos, antes de hablar:

¿Tupido? –murmuró, ganándose la asombrada mirada de su padre.

– ¡No! –dijo–. Eso no se dice, es una mala palabra. Yusuke, no la repitas.

Yusuke se echó a reír para luego bajar del regazo de Sasuke y correr directamente a donde estaba su hermana. Sasuke sintió que el pequeño haría todo lo contrario a lo que le había dicho. Y lo confirmó cuando lo escuchó gritar.

– ¡Zuki! –Exclamó llamando a su hermana–. ¡Tupido, tupido, tupido!

– ¡Yusuke, no! –dijo Sasuke acercándose a ellos.

– ¡Papi! –Gritó Mizuki al notar su presencia–. ¡Yu, tupido!

– ¿Qué pasa teme? –preguntó Naruto alternando la mirada entre los hermanos y el pelinegro–. ¡Lo hiciste bien, Yusuke ya quiere jugar!

–No, no, están repitiendo esa palabra –respondió–. Yusuke, te dije que no.

– ¿Cuál? ¿De qué hablas teme?

–Me escuchó decir estúpido y ahora la repite como loro –dijo en voz baja para que no la escucharan de nuevo.

– ¡Ah! Es que esta etapa es donde aprenden y repiten todo lo que ven o escuchan, Sasuke –dijo–. Si hacen algo que está mal, debes ser firme y hacerles entender que eso no pueden volverlo a hacer.

– ¡Ya lo hice y sólo se echó a reír! –Exclamó, la frustración fue evidente en su voz, provocando las carcajadas del doctor–. Y se la está enseñando a Mizuki –señaló–. No es gracioso, idiota.

–Ya, ya, no es para tanto –dijo para restarle importancia. Sasuke resopló en desacuerdo–. Bien, déjame intentarlo, ¿sí?

Naruto no esperó a que Sasuke aceptara, porque lo más probable es que se ganara otro resoplido como respuesta; así que se acercó al par de hermanos y se arrodilló hasta estar a su altura.

– ¿Yu-chan, qué estabas diciendo? –preguntó mirándolo y después a su hermana–. ¿Yu-chan?

– ¡Tupido! –gritó alegremente.

Naruto resistió las ganas de echarse a reír al escucharlo; el niño apenas si podía pronunciar la palabra correctamente. Sin embargo, debía terminar con el suplicio del hombre a sus espaldas, el cual, estaba seguro lo observaba con atención.

–No, Yu-chan –negó lentamente–. No puedes decir eso, es una mala palabra.

– ¿No? –Preguntó esta vez Mizuki–. ¿Malo?

–Así es Mizu-chan, es malo. No deben decir malas palabras, ¿de acuerdo?

– ¡Malo! –repitió la pequeña rubia.

Naruto asintió, entonces se volvió para mirar al otro niño.

– ¿Yusuke? –El pequeño arrugó el ceño, un gesto gracioso a ojos del doctor, y después hizo un puchero–. No puedes repetir esa palabra, está mal.

–Tupido… ¿malo?

–Así es –afirmó–. Papi se pondrá triste si sigues diciendo esa palabra. No vuelvas a decirla, ¿está bien?

– ¿Papi? –murmuró mirando tras el hombre a su padre cruzado de brazos, con su habitual ceño fruncido.

–No queremos a papi triste, ¿cierto? –El niño pareció entender sus palabras porque fue capaz de negar repetidas vez con su cabecita y luego dirigirse donde su padre para que lo tomara en sus brazos.

–Papi, no –escucharon decir al niño mientras se abrazaba con fuerza al cuello del pelinegro

Naruto también cargó a Mizuki, ambos observando la interacción de padre e hijo. Cuando Sasuke se fijó en ellos, el rubio había empezado a levantar su mano para enseñarle el pulgar en alto junto a una de sus brillantes sonrisas y Mizuki le acompañó haciendo el mismo gesto. Sorprendentemente, Sasuke se descubrió pensando en lo parecidos que eran, como si se trataran de un padre y su hija.

– ¡Atención! ¡Es hora de la clase de Matronatación! –Anunció la enfermera, regresándolos a la realidad–. Las personas que tomarán el siguiente curso deben dirigirse al área de piscinas. Gracias a todos por su participación el día de hoy…

Sasuke dejó de escuchar a la enfermera al darse cuenta que Naruto había empezado a avanzar, encaminándose a lo que él sospechaba era el área de piscinas. Inspiró profundamente poniéndose a la par del rubio, era obvio que la tortura aun no terminaba.

– ¡Mis hijos te escucharon a ti! –Dijo al darse cuenta, un poco tarde, de lo que había pasado–. ¡Siguen en mi contra! –se quejó.

– ¿De qué hablas, Sasuke? –Preguntó haciéndose el desentendido mientras jugueteaba con Mizuki–. No es para tanto.

– ¡Claro que sí! –Le contradijo con evidente irritación–. Primero la comida, ahora esto. No es posible… Son míos, no tuyos. Ellos me tienen que escuchar a mí, no a ti.

– ¿Celoso, papá? –Cuestionó Naruto; la burla era más que obvia en su voz y la sonrisa que le dedicaba en ese momento–. Ya estás en modo gruñón, Sasuke…–El pelinegro estuvo a punto de abrir la boca para darle una hermosa gama de insultos al doctor, pero entonces, este lo calló–. Ah, ah. Nada de malas palabras delante de los niños.

Y de nuevo se echó a reír, mientras Sasuke, él tuvo que morderse la lengua y tragarse todo lo que pensaba. Ya le llegaría su momento, estaba seguro.

– ¿Disculpe, señor Uchiha? –interrumpió una enfermera al acercarse a ellos–. ¡Doctor Uzumaki! –saludó, sonrojándose mientras se dirigía a él.

–Oh, ¡Akane! –Dijo el rubio con su habitual alegre expresión–. ¿Ayudarás al señor Uchiha con sus niños?

–Sí, doctor –respondió tímidamente, el sonrojo aún permanecía en su rostro.

Sasuke notó enseguida que aquella chica parecía tener un ridículo flechazo por el rubio; pero también notó, que Naruto apenas le prestaba la atención suficiente como para reconocer los sentimientos de la chica. El doctor era más bien torpe y despistado.

–Bien, mira, ella es Mizuki y él, Yusuke –presentó–. Te dejaré con el señor Uchiha y los niños para que puedan hablar. Explícale lo que haremos a continuación, estaré de vuelta en un momento.

–Sí, sí… doctor –asintió con nerviosismo.

El rubio le entregó a Mizuki y luego revolvió su cabello en un gesto amigable, logrando que la enfermera enrojeciera aún más y se quedara embobada, mirando en la dirección en la que se marchaba.

Sasuke se aclaró la garganta, claramente disgustado por el actuar de la mujer, sin embargo, desconocía el porqué de su propia reacción.

– ¡Ah! Eh… ¡Disculpe señor Uchiha! –exclamó al darse cuenta de lo que estaba haciendo–. Lo, lo que haremos será lo siguiente…

No obstante, la enfermera no pudo siquiera iniciar con su explicación porque Mizuki había empezado a removerse con impaciencia entre sus brazos. No la quería y lo estaba dejando bastante claro al patalear y gritar porque la dejara. Sasuke apenas pudo hacer algo con Yusuke en uno de sus brazos y Mizuki haciendo un escándalo dificultándole la tarea. Para ese momento, la atención de todos recaía en ellos cuatro, desesperándolo aún más. Dios, como deseaba que el día terminara para olvidar todo lo vivido. Fue entonces que Naruto regresó con ellos y tomó a Mizuki en sus brazos, empezando a calmar su llanto.

– ¿Qué sucede preciosa? –murmuró en rubio moviéndose de un lado a otro–. ¿Qué está mal, eh? No llores cariño, ya está, no pasa nada… eso, así es, no tienes que llorar.

–No, no sé qué hice –dijo la enfermera, mirando al Uchiha con temor–. Lo siento, no era mi intención.

–No le gustan los extraños –dijo Sasuke sin prestarle mayor atención, él sólo se fijaba en el doctor y su hija–. No es su culpa.

La enfermera apenas fue capaz de hacer una reverencia antes de marcharse y dejarlos solos. Un gran alivio, sumando el que ya no tenían toda la atención de los otros padres. Aunque eso no fue impedimento para que algunas personas comentaran con “aparente” discreción acerca de ellos.

Uzumaki-san se ve tan guapo consolando a esa niña. La trata como si fuera su hija –escuchó decir a una de las mujeres que estaban más cerca.

¿Y has visto al Uchiha? Ese hombre está de infarto… –dijo otra–. Y no tiene esposa.

¿Estará saliendo con el doctor? –preguntó la primera–. Sería una lástima, pero se ven tan bien juntos.

Y eso fue suficiente. Sasuke se marcharía.

–Naruto –llamó acercándose–. Entrégame a Mizuki, me iré en este instante.

– ¿Qué? Pero ¿qué pasa Sasuke? –preguntó confundido. Sasuke parecía más enojado que antes–. Si es por la niña, descuida, ya se calmó.

–No, nos iremos ahora –sentenció dejándole claro que no cambiaría su decisión.

–Está bien, déjame ayudarte entonces –aceptó.

Sasuke no pudo hacer nada para impedirlo, pues el doctor se había alejado repentinamente de su lado y se había acercado a una de las enfermeras que parecía estar a cargo. No supo qué le dijo, pero la chica se había limitado a asentir y tomar la tabla que el rubio había estado llevando consigo para tomar sus apuntes. Sasuke tuvo la leve sospecha de que Naruto dejaría sus obligaciones por ese día.

– ¿Vamos? –le había dicho antes de ponerse en marcha rumbo a los vestidores donde estaban sus pertenecías guardadas.

– ¿Qué se supone que estás haciendo? –le preguntó una vez estuvieron solos.

–Bueno, adelanté mi salida. Iremos por ahí –respondió encogiendo los hombros.

Sasuke suspiró, sabía que tratar de conseguir que el rubio lo dejara sería un poco difícil, así que se dio por vencido antes de siquiera intentarlo. En silencio cambió a los niños, siendo ayudado por el rubio; luego se cambió y esperó a que el doctor hiciera lo mismo. Minutos después, ambos estaban saliendo de la clínica.

– ¡Bien! ¿Adónde iremos? –preguntó Naruto una vez estuvieron afuera.

Sasuke le miró con incredulidad antes de responder:

– ¿Disculpa? Yo tenía pensado regresar a mi casa.

–Ay, teme –resopló el rubio–. No seas aburrido… ¡Vayamos al acuario! –propuso de repente entusiasmado.

–No estoy de humor.

–Pues nunca pareces estarlo y aun así, terminas cediendo a mis propuestas –comentó sin ser realmente consciente de lo que decía–. Vamos, será divertido, ¿sí?

–Espera, ¿qué dijiste?

– ¿Que será divertido? –respondió con duda, sin saber exactamente a lo que se refería.

–No –negó–. Lo anterior a eso. ¿Que yo hago qué?

– ¡Ah! Eso… bueno, yo, yo… Pues, es la verdad –dijo por fin, siendo precavido–. Aceptaste venir al curso. Y esa vez que fuimos a cenar… ahora que lo recuerdo, tenías algo que decir respecto a ese día, Sasuke –el rubio dejó de hablar y pareció estar pensando sobre algo–. Oye, no estarás así por lo que dijeron esas mujeres, ¿verdad?

– ¿Qué?

La sorpresa fue evidente en su rostro y deseó internamente que no descubriera que eso era parte del porqué estaba tan irritado.

– ¿Estás molesto porque dijeron que trataba a Mizuki como si fuera mi hija? –preguntó con cierto temor. Sasuke se dio la libertad de relajarse, aunque sólo fue temporal–. O ¿te molestó que dijeran que parecíamos una pareja?

Fue oficial en ese momento. Ese era, sin duda, uno de los peores días de su vida. Primero los ejercicios, luego Yusuke y Mizuki repitiendo lo que él había dicho, pasando por la intervención del doctor ¡dos veces! hasta terminar con los comentarios de aquellas mujeres y los cuestionamientos del rubio… ¿Acaso no había más? Porque ya esperaba cualquier otra cosa.

–Hay un parque cerca –escuchó decir al doctor–. En lo que llegamos allí, tal vez se aclare tu mente y quieras hablar.

Sasuke no dijo nada en el tiempo que duró el recorrido, ni cuando llegaron al dichoso parque y dejaron que los niños jugaran. No fue sino hasta que Yusuke y Mizuki cayeron dormidos en sus brazos, que tomaron asiento en una de las bancas y se dio el valor de hacerlo.

–Nunca la conocí –dijo de repente, sorprendiendo al rubio con sus palabras, sin embargo, Naruto no habló, dejó que fuera sólo él, el que se expresara esta vez–. No supe cómo se llamaba o qué había pasado realmente en su vida para tomar la dura decisión de dejarlos; ahora no sé si seguirá viva o no, pero… supongo que eso ya no es importante –hizo una pausa y se encogió de hombros–. Ellos llegaron a mi vida en condiciones que prefiero no recordar. Ahora todo lo que importa es que son míos y nadie dirá lo contrario –siguió–. Tenías razón, yo antes era un bastardo.

–Pero lo sigues siendo teme –le escuchó murmurar. Eso le provocó una pequeña sonrisa pero no hizo nada por contradecirlo.

–A veces me pregunto por qué tomé esa decisión, pero ahora, reconozco que ya no podría imaginarme una vida sin ellos –admitió–. Y sí, odio la idea de que ellos puedan disfrutar y divertirse con alguien más que no sea yo… Son míos, no quiero que eso cambie nunca.

–Teme, pero eso cualquiera lo sabe –interrumpió de nuevo–. Eres celoso y es normal que sientas ese temor. Pero si de algo debes estar seguro, es que nada ni nadie te quitarán el derecho que tienes sobre ellos. Son tus hijos y no se dirá lo contrario.

–Sí, supongo que tienes razón –dijo y entonces se giró para mirarlo. Naruto tenía la mirada fija en el paisaje frente a ellos; su expresión delataba cierta calma y tranquilidad–. Respecto a lo otro… –retomó, mirando también al frente. Había llegado a un tema que no quería tocar, por la simple y sencilla razón de que no sabía muy bien qué decir al respecto. ¿Le había molestado lo que habían dicho aquellas mujeres? o ¿lo que realmente le molestaba era que no era cierto? Entonces, la pregunta de si el simpático doctor de ojos azules tenía alguien a su lado, volvió a rondar en su mente, carcomiendo su cerebro.

–Dilo –le escuchó de un momento a otro–. Lo que querías decir, dilo sin pensarlo.

Sasuke dejó escapar otra sonrisa al recordar que esas habían sido las mismas palabras que él le había dicho a Naruto en aquel restaurante meses atrás. Decidió tomar la palabra y hacer lo mismo que él había hecho: hablar sin pensar.

–No me molestó lo que ellas dijeron –dijo–. Sin embargo, no sé cómo sentirme al respecto. Los niños reaccionan demasiado bien a ti… –comentó dejando ver tintes temerosos en su voz, así que se aclaró la garganta y luego continuó–. Después pensé en que, quizás tuvieras a alguien a tu lado, entonces no estaría bien y no sé… No me hagas hablar de esto, por favor.

 

Al escuchar lo último dicho por el Uchiha, Naruto se giró para encararlo. Sasuke también hizo lo mismo y pudo ver con claridad, el sonrojo que se pintaba en sus mejillas; también se fijó en sus brillantes ojos azules y como le demostraban una cierta cantidad de sentimientos y sensaciones, que el hombre parecía no poder controlar. Vio satisfacción, vergüenza, incertidumbre, miedo, algo de alegría y un ligero brote de felicidad peleando por prevalecer. Todo eso y no sabía cómo responder.

–Tú… ¿estás interesado en saberlo? –susurró con timidez.

Sasuke quiso que un hoyo se abriera y lo succionara por estar pasando tanta vergüenza al dejar sus pensamientos expuestos; no obstante, había llegado hasta allí… hundirse un poco más en la verdad, ya le daba igual.

–Dios, Naruto… –suspiró armándose de valor–. Quiero saber todo de ti. Sabes, me causas una insana curiosidad, pero me niego a siquiera tomarme la molestia de averiguarlo, porque probablemente quedaría como un ¿acosador? No sé ni cómo describirlo. Pero… a pesar de que me desesperas, eres escandaloso y generalmente terminamos discutiendo por estupideces, quiero, quiero… no sé ¿ves lo qué provocas? Mi vida es un caos desde que te conocí.

–Pero si casi no nos vemos teme –se atrevió a decir. Se sentía tímido y, de cierta forma, también acorralado por el pelinegro y el peso de todas sus palabras–. ¿Cómo podría gustarte? Ni siquiera sé si te gustan los hombres…

– ¡No me interesan si son hombres o mujeres! –Exclamó en voz baja–. ¡Y no he dicho que me gustas!

Ambos se mantuvieron en silencio durante un largo tiempo. Sus ojos ya no se conectaban porque el rubio había decidido cortar con ello y Sasuke lo agradeció. ¿Qué diablos estaba pasando por su cabeza? ¿Qué había sido toda esa palabrería dicha al doctor? ¿Gustarle Naruto? ¿Ese desesperante y escándalos ser que a veces le irritaba hasta el punto de querer patearlo? Estaba mal. Sasuke Uchiha estaba mal. Ser padre lo había ablandado; no había otra respuesta. Finalmente, tras un momento, la voz de Naruto se alzó diciendo:

–Sólo… ¿sólo es curiosidad?

–Creo que debemos marcharnos, se hace tarde y no quiero que los niños se resfríen –. Fue lo que dijo en vez de responder a su pregunta. Ambos sabían que la había evadido, pero ninguno hizo nada porque fuera de otro modo.

Naruto se puso de pie y lo siguió en silencio; meciendo a Yusuke entre sus brazos para que no se despertara. Llegaron primero al auto del Uchiha, acomodaron a los pequeños con delicadeza en sus asientos especiales, cuidando de que no se despertaran, porque, de cierta manera, ambos querían quedarse un momento a solas, no importaba si había una razón para ello o no.

Sasuke respiró profundamente sin saber cómo abordar nuevamente la situación que los había llevado hasta ese incomodo momento, y Naruto quiso golpearse mentalmente al verse tan indefenso frente al pelinegro, parecía el menor de los dos, ¡él! tan hiperactivo y arrebatador como era, ahora se sentía intimidado por un hombre. Pero había que dejar claro que no era un hombre cualquiera, no. Sasuke era…

–No me gustas, Naruto –dijo rompiendo con el silencio, provocando que sus palabras, hirieran de forma desconocida al doctor–. Me atraes de una manera que no logro comprender, y en este momento, haré una gran estupidez. Pero si de algo estoy seguro, es de no arrepentirme nunca de lo que hago.

Y sinceramente no esperó verse acorralado entre el auto y su dueño, y mucho menos que luego fuera besado con una extraña urgencia que apenas pudo corresponder en un principio. Naruto no era tan idiota como podían pensar los demás. Sabía lo que significaba, y quizás las consecuencias que traería en un futuro cercano; sin embargo, olvidó todo eso. Olvidó el que fuera el doctor de sus hijos y su política de sólo relacionarse estrictamente en el ámbito profesional con los familiares de sus pacientes. Olvidó todo lo que le atormentaba en ese momento y olvidó también, todo lo que sabía. Y se entregó. Se entregó a un beso inexperto entre desconocidos, se entregó a la cálida sensación de unas torpes caricias, se entregó a un extraño sentimiento que amenazaba con explotar y acabar con todo a su paso, solamente para luego mejorarlo. Se entregó a un curioso hombre que no parecía estar sólo atraído por él y lo que pudiera ocultar. Y se aferró al deseo de simplemente dejarse llevar… y disfrutar de lo que había encontrado. Porque Sasuke era eso. Eso que inconscientemente buscaba para su vida. Una maravillosa salida de emergencia a su oscuridad.

Notas finales:

Los mató el final, a que sí!?!? :D Jajajaja!

Yo tampoco me lo esperaba... Y ese no iba a ser realmente el final. Les gustó? Ahora me siento nerviosa por saber lo que estarán pensando... Ah sí, Gaara es y será siempre importante c:

Qué pasará en los siguientes capítulos? Hagan sus apuestas! 
1:08 am Y ya no escribo mucho porque lo hice al principio...

Hasta pronto! :D

xoxo Al~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).