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Tan distintas e iguales por Yaoi lovers

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Notas del capitulo:

Sí, ya sé que han pasado años(? desde la última actualización pero la escuela me está asfixiando, esto de la tesis no está padre, no dejen que los engañen(?.


Pero bueno, esta vez evadí todas mis responsabilidades(? para traer este capítulo, espero sea dd su agrado. 

Carolina ya había enviado sus observaciones y comenzó la revisión apenas las recibió, terminó sorprendentemente rápido y ahora tenía un poco de tiempo libre antes de continuar con el capítulo que había dejado a medias.


Era una sorpresa incluso para ella no haber perdido la motivación y poder continuar con su labor sin la necesidad de terminar una cajetilla de cigarros y un six-packde cervezas por cada párrafo en el texto. Había estado tan absorta en escribir que ni siquiera dedicó unos minutos de su tiempo a pensar en "su nueva musa" y el tiempo que había transcurrido desde su último encuentro en que aseguró dejarla tranquila si no la contactaba.


El siguiente capítulo estaba casi terminado y era momento de un descanso, saldría un rato del departamento para fumar y quizá comprar algo de beber antes de continuar. Después de todo, dejar los hábitos no es algo tan sencillo y probablemente sufriría de un bloqueo creativo si no hacía ninguna de sus actividades favoritas, aunque por el momento el sexo podía esperar.


Salió del departamento rumbo a la tienda de autoservicio y compró lo que necesitaba antes de volver. Llevaba varios días encerrada en casa así que prefirió despejarse un poco yendo hasta el parque para fumar antes de volver al trabajo. Fue hasta la banca que acostumbraba ocupar y, tras encender el cigarrillo y guardar la cajetilla y el encendedor, dio una larga calada dejando salir lentamente el humo por su nariz.


—¡Creí que me había librado de ti! Y ahora, además de tu horrible personalidad, tengo que soportar el humo de tu estúpido cigarro —una voz bastante familiar y que se notaba molesta llegó hasta ella antes de sentir una ligera corriente de aire sobre ella—. ¿Por qué no sólo te desapareces?


—Ni siquiera intento fastidiarte, sólo vine aquí a relajarme y de no ser porque llegaste a atacarme con eso ni siquiera sabría que estás aquí —no tenía caso discutir pero tampoco iba a dejar a la chica reclamar sin motivos—. Y ya deja de sacudir eso frente a mí, no tengo porque dejar de fumar sólo porque no te gusta el humo.


—Es precisamente por gente tan desagradable como tú que yo estoy así, si tan sólo dejaran de sentirse dueños del mundo y lanzar su humo por todos lados las cosas serían diferentes.


—¿Sabes qué? Esta vez quien se cansó fui yo ¿Qué te da el derecho a venir a juzgarme cuando no estoy haciendo nada para dañarte?


Se mantuvieron en silencio mirándose sólo de vez en cuando, no había una razón para seguir discutiendo o conversando y tampoco parecía correcto irse sin decir más. Angélica terminó por ceder y ocupar el espacio libre junto a la escritora con los brazos cruzados sobre su pecho, sus piernas cruzadas y sus mejillas infladas sin intenciones de mirar a su acompañante.


—De verdad creí que me había librado de ti, era feliz pensando que de verdad me dejarías tranquila ya que no te llamé —estiró sus extremidades antes de apoyar sus codos sobre sus rodillas sin cambiar su expresión—. ¿Por qué tenías que aparecer de pronto?


—¿Disculpa? Fuiste tú quien apareció de pronto, ni siquiera había pensado en ti todo este tiempo hasta que llegaste a interrumpirme —no estaba molesta, sólo quería dejarle claro que no era culpa suya su encuentro—. Fuiste tú quien llegó aquí y se acercó a hablarme sin que siquiera yo hubiera notado que estabas aquí.


—No vine aquí a pelear ¿Sabes? No esperaba encontrarte aquí, fue algo inesperado —volvió a estirar sus extremidades de manera exagerada suspirando de manera profunda—. Creí que habías muerto o algo así, tiene mucho tiempo que no te veo por aquí.


—Seguro te encantaría que eso hubiera ocurrido, pero no, sólo estuve ocupada trabajando.


—¿Trabajando? Seguro no hiciste más que fumar y beber durante todos estos días —soltó un largo bostezo antes de girar hacia la escritora para mirarla—. No entiendo como puedes estar tan tranquila si te la pasas de viciosa y vives sola.


—Bueno, te veo incluso más tranquila de lo que estoy y no es como si no tuvieras vicios ¿O debo recordarte que aceptaste ir a beber conmigo sin más? —su mirada era retadora mientras dejaba a un lado el cigarrillo antes de apagarlo.


—Son cosas distintas, ese día yo no estaba bien y sólo quería distraerme un poco. Era obvio que aceptaría beber con cualquiera que me invitara —volvió a estirarse mirando hacia el cielo dejando escapar un largo bostezo.


—Que lindo saber que con un poco de alcohol pueden convencerte para hacer cualquier cosa —sólo quería seguir molestándola, después de tantos días concentrada en el trabajo necesitaba salir un poco de su rutina.


—No soy el tipo de chica que buscas, por más alcohol que me ofrezcas y que llegue a aceptar nos vas a lograr meterme en tu cama, que quede claro —el comentario la tomó por sorpresa, pero no iba a dejar que la intimidara.


—¿Por qué querría hacer eso? No eres ni de lejos el tipo de chica que llevo a mi cama, sería una pérdida de tiempo invertir tanto tiempo y dinero en ti.


—Claro, claro ¿Y por qué insistes en seguir tras de mí? Estás perdiendo mucho tiempo —cruzó sus brazos sobre su pecho intentando desafiarla con su mirada—. ¿O es que sólo te gusta perder tiempo aun si no vas a obtener nada? ¿No se supone que tienes mucho trabajo?


—Lo tengo, pero mientras Carolina no me llamé ni diga que debo hacer no tiene caso avanzar. Además, no eres quien para decir en que puedo o no gastar mi tiempo.


—Presumes mucho de tu trabajo pero no te veo haciendo nada, y ahora sólo buscas pretextos para seguir aquí perdiendo en tiempo.


—¿Y tú no? ¿O es que de nuevo estás ebria y lo único que puedes hacer es venir a molestar?


—Ninguna de las dos, sólo estoy aburrida y no tengo ganas de trabajar. Prefiero seguir aquí discutiendo contigo, al menos es más divertido.


—¿Sigues con los pendientes de la boda y por eso prefieres no trabajar? —quería provocarla, necesitaba saber más de ella para mantenerse inspirada y seguir con el ritmo que llevaba o no terminaría a tiempo.


—Ni siquiera entiendo porque te conté eso, de verdad estaba demasiado ebria como para pensar claramente —un evidente bufido escapó de sus labios mientras apoyaba sus palmas sobre la banca meciendo lentamente sus pies.


—Fue tu decisión, ni siquiera insistí en que me contaras —su risa fue inevitable al ver su reacción tan infantil y más aún luego de lo mucho que la había provocado—. Hablando en serio ¿Si llevas tanto tiempo enamorada de esa chica? Quiero decir, entiendo que hay personas tan importantes para ti que por más años que pasen no van a dejar de significar mucho, pero no puedes permanecer tanto tiempo enamorada.


—Soy antisistema ¿Qué te puedo decir? Me gusta desafiar las leyes naturales —hizo un ademán intentando restarle importancia al asunto hasta notar la mirada incrédula de su acompañante—. Mira, entiendo que no lo creas pero así es. Los años siguen pasando y ella está cada vez más lejos de mí y más cerca de su futuro esposo, pero mis sentimientos siguen exactamente igual que cuando me enamoré de ella.


Dejó su mente volar por unos instantes, alejándose de todo e incluso ignorando a la escritora, quien seguía con su vista clavada sobre ella intentando descifrar lo que esa expresión tan extraña significaba. No la conocía lo suficiente para indagar en lo que estaba sintiendo o siquiera intentar encontrar una explicación a lo que ocurría, pero podía entender que algo no estaba bien.


—De acuerdo, esto se está poniendo extraño —apoyó su codo en el respaldo de la banca mientras su mentón descansaba sobre su pulgar y sus dedos índice y medio se posicionaban sobre su mejilla—. ¿Por qué te torturas con eso? Tienes claro que no es para ti, y sigues insistiendo en algo que no va a pasar ¿Qué sentido tiene insistir?


—No eres quien para cuestionar mis decisiones, y si te conté esto es sólo porque estás preguntando. No necesito que tú ni nadie me digan lo que debo hacer ¿De acuerdo?


—No te estoy cuestionando ni diciéndote que hacer, al final de cuentas esto es sólo tu problema y como decidas afrontarlo es cosa tuya. Pero si no quieres que las personas a tu alrededor hagan eso que tanto te molesta no deberías contar tu historia así como así.


—De acuerdo, es error mío hablar de esto con alguien a quien apenas conozco ¡Ni siquiera sé tu nombre! Y te he contado cosas que no le cuento más que a mi círculo cercano —ahora que su ánimo había vuelto a la normalidad decidió continuar con los reclamos a la más alta, no iba a permitir que la viera tan vulnerable.


—¿Y tengo que recordarte quien sólo se aparece a reclamar? Además, tienes mi tarjeta con mis datos así que deberías saber mi nombre —cruzó sus piernas y brazos mientras la miraba de manera retadora, apenas podía creer que se repusiera tan pronto.


—¡Ni siquiera sé donde está esa porquería! Podré conservar muchas cosas que son casi basura, pero no es como si tuviera tiempo para perderlo con una tontería como esa.


—Entonces no tienes derecho a reclamar por no saber mi nombre —su tono de voz sonaba retador mientras estiraba su cuerpo lentamente como si quisiera retarla—. Estamos en la misma situación, tampoco sé tu nombre e incluso te dejé mi número.


—Esa fue tu elección, no puedes culparme por ello —de nuevo estaba a la defensiva así que clavó su mirada en la de la escritora mostrando más determinación de la que realmente tenía.


—También fue decisión tuya hablarme de tus problemas, pude preguntar las veces que quisiera y tu pudiste negarte a responder. Si no lo hiciste no es culpa mía —acortó la distancia entre ambas, quería provocarla y conocer más sobre sus límites y haría lo necesario para conseguirlo.


Las palabras se quedaron atoradas en su garganta, sus labios se torcieron en una mueca y no pudo evitar desviar su mirada mientras soltaba un bufido cansado y molesto, clara señal de lo frustrada que se sentía luego de lo ocurrido.


—Como sea... No es mi obligación leer tu estúpida tarjeta y no puedes culparme por ni siquiera presentarte.


—Tienes razón, pero eso no significa que deba decírtelo y menos aún después de ignorarlo.


—Que infantil... Si no quieres decirlo no lo hagas, tampoco estoy obligada a decirte el mío así que da igual —giró su rostro ignorando a su acompañante, si era lo que la chica quería seguiría ese juego.


—Me parece grandioso, entonces yo no sabré tu nombre hasta que decidas decirlo y tú no sabrás el mío hasta que encuentres la tarjeta —no estaba segura de que esa clase de trucos funcionaría con Angélica, pero jugaría su última carta—. Así serán las cosas de ahora en adelante entonces —y sin esperar que pudiera responder algo se levantó de la banca y comenzó a caminar hacia la salida del parque.


—Idiota... Como si me interesara encontrar esa cosa —suspiró de manera pesada mientras extendía su cuerpo sobre la banca evitando mirar el camino que seguía la chica—. Mejor para mí que no sepa más de mí ni yo de ella.


 



_________________________________________



 



Estaba de vuelta en casa, aún sin ánimos de continuar con el trabajo o si quiera responder a los miles de mensajes que había recibido desde que salió de casa. Su teléfono no paraba de parpadear y únicamente revisó la pantalla para confirmar que la mitad de llamadas era de su madre, otras tantas de Sandra y un par de su hermana.




Con un suspiro cansado fue hasta la cocina en busca de algo dulce que pudiera comer mientras conversaba, sabía de sobra que había muchos motivos para tantas llamadas y no quería pensar demasiado en eso.




Luego de tomar un paquete de galletas y un envase de leche con chocolate acomodó un cojín en el apoyabrazos del sofá, apoyando su costado sobre él mientras sus piernas se extendían en el resto del mueble. El paquete de galletas fue colocado sobre su muslo mientras el envase de leche descansaba sobre la mesa de centro; el teléfono había vuelto a su mano y, tras encontrar el contacto, realizó la llamada que resultaría menos agotadora.




—¿En qué estás pensando? Mamá y Sandra están vueltas locas porque no paran de llamarte y enviarte mensajes y no das señales de vida. Las dos llevan mucho tiempo llamándome y preguntando si pude contactarte —no estaba del todo molesta, pero era evidente el cansancio que tanta insistencia por parte de ambas mujeres le había causado—. Date prisa y hazles saber que no moriste, estoy a punto de ir a clase y después voy a ir a una conferencia, no tengo tiempo para hacer de niñera.



—Estás exagerando, y no es mi culpa que las dos sean tan intensas. Mamá seguro quiere saber porque no estaba en casa cuando vino a hacer la limpieza y Sandra no entiende porque no he terminado el trabajo... What the fuck? Me conocen, ya deberían estar acostumbradas a esto.


—No me importa, sólo habla con ellas y haz que se tranquilicen. Y no hagas tonterías, por favor. Seguro no has hecho más que estar tumbada en el sofá leyendo manga y fanfics mientras evades tus responsabilidades.


—No necesito que me regañes también, voy a llamarlas... ¿Eso era todo lo que querías?


—No —la chica suspiro, dudando antes de seguir hablando—. Este fin de semana no iré a casa, uno de mis escritores favoritos va a presentar su nuevo libro pero es en otra ciudad ¡No puedo perdérmela! Pero seguro mis papás no querrán que vaya porque iré por mi cuenta, sólo con algunos amigos y sin nadie que nos supervise...


—Y necesitas que alguien te cubra —soltó una pequeña risa sin poder creer lo que ocurría, siempre había sido su hermana quien cubría sus salidas y guardaba sus secretos y por primera vez sería al revés—. Sólo ve con cuidado y llámame cuando estés allá o si necesitas algo. Algo se me debe ocurrir para explicar que es muy necesario que estés conmigo y no estemos en casa. Le pediré a Sandra que me deje quedarme el fin de semana en su casa y asunto arreglado.


—Gracias, sabía que podía confiar en ti. Ahora me voy, te llamaré después.


—Sí, sí... Nos vemos.


Volvió a tumbarse en el sofá sin poder evitar reír, estaba sorprendida por la petición de su hermana y de alguna manera pensar en lo rápido que estaba madurando hacía que su ánimo decayera. Sabía las diferencias que existían entre ella y la menor y era consciente de que sus situaciones también eran distintas, pero simplemente no podía evitar sentirse mal pensando en la manera en que estaba llevando su vida.


Pasó unos minutos más pensando en ello antes de volver a su posición anterior para llamar por fin a su amiga, esperó sólo un par de timbrazos antes de que la molestia en la voz de la chica le confirmara que estaba en problemas.


—Sé que es estúpido y tienes toda la razón del mundo al reclamarme por no tener listas las viñetas, pero sabes como estoy y ya empecé con el sketch, es sólo que estuve hablando con Araceli y la fiesta de compromiso es a finales de este mes y aunque es algo muy sencillo necesitamos afinar detalles y no tengo aún el diseño de las invitaciones para la boda y se supone que debe entregarlas en la fiesta y...


—Tranquilízate un poco ¿De acuerdo? No te llamo por el trabajo, sabía que iba a ser difícil para ti con todo este asunto de la boda y... Todo lo que tienes encima. Esta vez no te llamo por eso, sólo quería saber que pasa contigo. Ni siquiera me llamaste para inventar excusas por no tener listas las viñetas, eso no es propio de ti —estaba preocupada por su amiga y no podía evitar ser un poco sobreprotectora ante la situación.


—Ya te imaginarás que no estoy de humor y que estoy más que bloqueada para hacer cualquier cosa, no tenía ganas de hacer nada así que dejé el teléfono en silencio y escondido en algún lugar del departamento para no pensar en ello... Y sí, estuve bebiendo un poco y cuando mamá vino me salí y saqué todo rastro de ello para no preocuparla. Lo de siempre.


—Está bien, no te escuchas ahogada en alcohol y asumo que estás en casa así que no me preocupo por eso. Sólo quería avisarte que voy a estar fuera el fin de semana, Sergio está libre y ya que por el momento el trabajo con la editorial está terminado decidí darme un tiempo para estar con él, después de todo casi es nuestro aniversario y saldremos esos días.


—Tienes razón, lo había olvidado —se alegraba por su amiga, pues sabía que ella y su pareja apenas tenían tiempo para estar juntos, aunque también le preocupaba no saber a quien recurrir para no estar en casa y ayudar a su hermana—. Disfruten el fin de semana; intentaré darme prisa con el sketchy las invitaciones, quizá cuando vuelvan haya terminado.


—Eso es algo que pagaría por ver —reír fue inevitable pues conocía demasiado bien a la chica como para creer que en sus condiciones sería capaz de hacer eso que decía—. Descansa, trabaja, ve a casa, pasa tiempo con tu hermana... ¡Lo que quieras! Te llamaré cuando vuelva ¿Sí?


—Claro, felicita a Sergio por mí —sonrió antes de terminar la llamada sin poder evitar suspirar—. Grandioso... No tengo idea de que inventar para justificar que no estemos y ahora tampoco tengo donde quedarme... Mierda.


Volvió a tumbarse en el sillón, necesitaba encontrar una excusa que justificara su ausencia y la de su hermana y un lugar para quedarse el fin de semana. No tenía dinero suficiente para rentar una habitación luego de lo mucho que había gastado en alcohol durante los días en que estuvo encerrada en casa, y mucho menos podía recurrir a alguno de sus otros amigos para seguir sumiéndose en sus inseguridades y frustraciones.


No sabía que hacer y necesitaba llamar pronto a su madre o seguro en cualquier momento anunciaría su llegada al departamento pues la ansiedad de no recibir respuesta de su parte ni la confirmación de su otra hija sobre el paradero de la mayor la haría viajar hasta ese lugar buscando respuestas.


—¡Oh mierda...! Eso no por favor, podemos quedarnos bajo un puente o incluso quedarnos con Ara y Héctor; pero por favor deja de pensar que buscarla es buena idea.


No entendía porqué, pero momentáneamente pasó por su mente buscar la tarjeta que tanto alboroto había causado y pedirle a la chica que la dejara quedarse un par de días. Ya había visitado la casa de la escritora y podía llegar de imprevisto sino fuera porque necesitaba llaves para ingresar al bloque en que residía.


Además, ni siquiera podía esperar que al llegar se encontrara con la chica o alguno de sus vecinos para así poder entrar; y aunque así fuera, ni siquiera sabía su nombre o tenía la certeza de que los otros inquilinos supieran quien era, así que era la peor decisión que podía tomar.


—Mierda, mierda, mierda y más mierda... —se levantó de un salto del sofá comenzando a buscar entre la pila de objetos que tenía sobre la mesa de centro y luego siguió con el librero, intentando encontrar ese papel del que no se deshizo pero tampoco sabía donde dejó—. Eres una estúpida, Angélica; si no fueras tan patética o cuando menos tuvieras más amigos no tendrías que pedirle nada a esa tipa...


Estaba molesta porque sus planes se habían arruinado, pero ya le había prometido a su hermana que la cubriría y no podía fallarle. No encontraba una mejor opción, así que antes de tomar cualquier decisión era necesario contactar a la chica para conocer su respuesta. Sólo esperaba no tener que arrepentirse después.

Notas finales:

Espero haya sido de su agrado... Y también no desaparecerme tanto tiempo. Y nada, esto fue todo por ahora. Nos seguimos leyendo.


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