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Tan distintas e iguales por Yaoi lovers

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Casi había puesto de cabeza el departamento intentando buscar la tarjeta que la escritora le había entregado, sabía que debía estar en algún lugar aunque no tuviera ni idea donde. Quizá hubiera sido mejor guardarla ya que no tenía intenciones de tirarla, pero eso le hubiera hecho sentir que tenía intenciones de contactarla y eso era lo más alejado de la realidad.


Al menos eso había creído en el momento que decidió dejarlo en cualquier lugar pues en ese mismo instante era la única opción que encontraba para su situación. Se sentía desesperada mientras seguía revolviendo entre sus cajones, empezando a perder la esperanza.


Sin embargo, una idea cruzó por su mente. Recordaba la ropa que utilizó el día en que salió con ella y si no estaba en ningún cajón o entre sus cosas existía una probabilidad de que el papel siguiera entre sus bolsillos.


Para su mala suerte ninguna de sus prendas tenía la tarjeta, incluso había volteado la ropa por completo pensando que pudo quedarse entre los pliegues o en cualquier otra parte que no fueran los bolsillos. Pero no, por más que intentara seguía sin aparecer. Es ahora cuando lamentaba no ser más organizada y dejar las cosas en el primer lugar que encontraba.


Terminó cansada de intentarlo y no conseguir resultados, era molesto que la única opción que había considerado y que parecía factible no pudiera completarse por algo tan simple como haber perdido ese ridículo trozo de papel al que no le dio importancia.


—¡Perfecto...! ¿Qué mierda se supone que haga? Estúpido papel, estúpida tipa, estúpida boda, estúpido trabajo ¡Estúpida vida de porquería! —no pudo evitar gritar por la frustración y junto con ello lanzó el cojín que descansaba en su regazo antes de dejarse caer sobre el sofá con un brazo y una pierna apoyados en el respaldo y los otros colgando sobre el mueble.


Le parecía increíble no tener ningún otro plan para resolver su situación, pero esa era la realidad. Ninguno de sus amigos era una buena opción o verían lo caótica que se había vuelto su vida luego de la preparatoria, su única amiga que conocía su situación saldría y ella no iba a arruinarle los planes; y simplemente no podía fallarle a su hermana, no luego de todos los problemas que siempre causa.


Seguía sobre el sofá sin saber que hacer, no encontraba respuestas a su alrededor y tampoco tenía a quien recurrir para que la ayudara. Comenzaba a desesperarse por aquello y lo único que pudo hacer fue girar haciendo que su rostro quedara sobre el reposabrazos. Fue entonces que apareció, justo ahí, en el espacio entre el asiento y donde descansaba su rostro que apareció ese trozo de papel que tanto lío había causado.


—¡La vida me odia! Esto es una porquería —tomó la tarjeta antes de levantarse rápidamente mientras la miraba—. Te odio, perra. Entérate —suspiró de manera profunda mientras con la mirada buscaba su teléfono para poder realizar la llamada.


No tardó en encontrarlo y apenas estuvo en sus manos marcó rápidamente el numero escrito. Ni siquiera había dudado un poco antes de hacerlo mientras miraba el nombre de la chica, estaba sumida en sus pensamientos hasta que el tono que indicaba que podía dejar un mensaje sonó.


Inmediatamente cortó la llamada antes de realizar una nueva, estaba desesperada y no podía creer que pese a que fue Verónica quien había insistido en que la contactara la llamada no fuera contestada. Una vez más el mismo mensaje, cortar la llamada y volver a empezar.


Era ya la quinta llamada que realizaba y seguía sin recibir respuesta, se había hartado y luego de tanto insistir su mente comenzó a cuestionarse si en verdad estaba dispuesta a llamar a la chica para pedirle permanecer en su casa el fin de semana. Se había vuelto loca, era la mayor estupidez que podía cometer y justo cuando estaba por cortar la llamada por fin recibió respuesta.


—¿Diga? —se notaba la sorpresa en su voz y la evidente duda de si había sido buena opción responder.


La voz de la mayor se negaba a salir, no esperaba que justo cuando había tomado su decisión definitiva la escritora respondiera. No podía hablar, había olvidado por completo el discurso que preparó mientras llamaba debido a la sorpresa y ni siquiera podía separar sus labios para emitir cualquier sonido.


—Imbécil —pudo escuchar del otro lado de la línea y supo de inmediato que si no hablaba perdería su única opción.


—¡Espera, no cuelgues! Soy yo... —y de nuevo el silencio, era la frase más estúpida que podía decir cuando nunca había hablado con ella por teléfono y sabía de sobra lo diferente que podía escucharse.


—¿Quién carajo se supone que eres? No tengo tiempo para estupideces...


—Soy Angélica... La chica de la libreta... A quien encuentras siempre en el parque... Con la malteada y el frappe en la terraza del café... —se sentía como idiota teniendo que decir eso, ni siquiera estaba segura de que pudiera recordar algo tan simple como eso, pero tampoco sabía de que otra manera hacer que supiera de quien se trataba.


—¿Cómo es que...? Olvídalo, el café ¿Qué quieres? No tengo tiempo para tonterías.


—¿Disculpa...? Fuiste tú quien insistió que te llamara, no quieras ahora... —sabía que eso arruinaría por completo el único plan que tenía armado y no debía seguir. Si quería conseguir algo debía ser más amable aunque no quisiera—. Sólo quiero hablar, después de ese día no volvimos a vernos y dijiste que sería así hasta que decidiera buscar la tarjeta y llamarte.


—¿Y? ¿Qué tiene de importante que decidieras llamarme?


—Bueno ¿No se supone que la que siempre está a la defensiva soy yo? Dijiste que te llamara cuando decidiera si iba a dejar que irrumpieras en mi vida o no, eso estoy haciendo —había alcanzado su límite y por más que intentaba mantener la calma no había funcionado.


—Te veo en veinte minutos en la banca de siempre. Cuelgo —y sin darle tiempo de responder cortó la llamada.


—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿En qué acabo de meterme...? Si mi hermana o Sandra se enteran van a matarme por estúpida... Asco de vida, en verdad —volvió a tirarse sobre el sofá mirando al techo, las cosas no saldrían bien y lo sabía.



__________________________________



 



—¡Ya te dije que sí! Lo estuve reflexionando, y de verdad necesito alguien que me de la razón o que al menos no me sermonee. Eso ofreciste, lo estoy aceptando.




—De acuerdo, de acuerdo. Sigue sin tener ningún sentido que hayas decidido esto, pero no tengo tiempo para descubrir tus razones así que eso da igual ¿Qué quieres? —miró la confusión de la más baja y no pudo evitar suspirar profundamente—. Si te decidiste luego de tanto tiempo debes querer algo a cambio. Dinero, bebida, pagar tus deudas, sólo pide lo que quieres.



—Espera, espera... ¿Crees que esto se trata de dinero? Eres... —torció los labios mientras jugaba con su lengua, estaba cometiendo error tras error y simplemente no podía evitar reaccionar así—. No es por dinero, no es eso lo que me interesa. Tengo un problema ¿Sí? Y necesito pasar el fin de semana fuera de casa... Pero no fue sólo por eso que acepté el trato extraño que propones.


—Claro... Si eso dices haré como que te creo ¿Entonces? ¿Quieres rentar una habitación en un hotel?


—Lo que quieres es escucharme, te estoy diciendo que tengo problemas así que es la oportunidad perfecta para que me escuches.


—¿Quieres quedarte en mi departamento? Te volviste loca, en ningún momento te ofrecí algo como eso.


—Sólo te estoy pidiendo quedarme a dormir dos días ¿No se supone que quieres saber de mí? Tenerme ese tiempo en tu casa es un gran avance, pero ¿Sabes qué? Fue una estupidez llamarte, eres una loca que no tiene idea de lo que quiere y yo una tonta por buscarte pese a eso —se levantó de la banca dispuesta a irse hasta sentir la mano de la menor deteniéndola—. Y suéltame antes de que arme un escándalo.


—¿Por qué siempre eres tan ruidosa? Ya sé que me volví loca por recurrir a ti, no necesito que me lo recuerdes —soltó su muñeca mientras peinaba su cabello—. No tengo espacio, ya lo viste. Si estás bien quedándote en el sofá y saliendo por comida cada que tengas hambre por mí está bien.


—Es prácticamente lo que hago en casa así que da igual —suspiró profundo mientras la miraba—. Te llamaré el día que necesite salir.


—Y ya te empiezas a poner mandona...


—No puedo salirme en el momento que tú lo decidas, te dije que tengo problemas...


—De acuerdo, de acuerdo... Pero entonces yo pondré las reglas luego de eso ¿Bien?


—No servirá de nada que me oponga ¿O sí? Después de todo tendré que hacer lo que tú digas —se cruzó de brazos mientras la miraba, ya estaba cansada de la situación y aun ni comenzaba.


—Ya lo entiendes, querida; bien hecho —tomó el rostro de la mayor presionando sus mejillas entre sus dedos pulgar e índice—. Te llamaré más tarde, hay un par de cosas que quiero dejar en claro antes de reunirnos —y sin esperar respuesta soltó su rostro comenzando a caminar hacia la salida del parque.


—¡Grandioso! ¿Por qué eres especialista en meterte en problemas...? Que porquería...


Presentía que las cosas no saldrían bien, pero la decisión estaba tomada y no podía retractarse a esas alturas; sólo le quedaba esperar, seguir el juego de la escritora hasta que se cansara e intentar volver a su vida normal como si nada hubiera pasado.



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—Sí, voy a pasar por ella cuando termine su clase y de ahí nos vamos juntas. Ya me dijo que podíamos quedarnos y ella no tiene problema... —sabía que esa conversación sería larga, pero no esperaba tantas preguntas—. Sí mamá, te llamaré cuando lleguemos allá y cuando vengamos de regreso...




Por fin pudo terminar la llamada y rápidamente se comunicó con su hermana para darle los detalles de lo que planeó para que ella pudiera salir sin problema y pedirle nuevamente que en cuanto llegara a su destino le avisara y también cuando estuviera por regresar.




Había tomado ya una pequeña maleta en la que guardó un poco de ropa y un par de cosas más antes de partir; no es que en verdad necesitara llevarlas a casa de la escritora, sólo que no tenía la certeza de que su madre no fuera a casa y si eso ocurría dejar todo eso en casa haría que descubriera su mentira.




Suspiró profundamente mientras tomaba su teléfono y buscaba el contacto de la chica, ya habían acordado lo que harían ese día -o más bien la más alta le informó lo que había planeado y tendría que obedecer- así que sólo era para que supiera que estaba lista.




Una vez se encontraron fueron hacia el bar que frecuentaba la mayor, era un lugar bastante común y que no llamaba la atención, sólo por eso había aceptado ir a ese lugar pese a que todas las decisiones serían tomadas por ella.




—No  porque quieres estar aquí tan temprano... Aunque es mejor ahora que no hay gente ¿Puedes creer que te miran como si fueras un extraterrestre si vienes por la noche solo?




—Bueno, si tienes la misma expresión que ahora entiendo porque te miran así —quería provocarla pues sabía que no estaba cómoda con la situación y quería conocer más sobre sus reacciones—. Además, si sólo vienes y te aislas en una esquina hasta ahogarte ¿Qué esperabas? Quienes están solos siempre buscan lo mismo. Y sí, te lo digo por experiencia —llamó a uno de los meseros para hacer su pedido antes de volver a clavar su mirada en su acompañante.



—Sólo vengo por un par de cócteles, en casa no tengo lo necesario para prepararlos y que flojera hacerlo... Aquí sólo tengo que pedirlo y llega a mí, y cambiar de vista me ayuda a despejarme. No me gusta la música que acostumbran poner y me deja sorda. Si lo piensas, sólo vengo a aturdirme un poco para luego volver a casa a sumirme en mi desgracia; me sirve y no lo hago diario, está todo en perfecto orden.


—Que aburrido ¿De verdad sólo eso haces? Ahora entiendo porque te miran como si fueras extraterrestre —agradeció cuando dejaron el pedido que hizo sobre la mesa antes de volver a mirar a la chica—. Es sólo cerveza así que no tienes de que preocuparte, no me interesa embriagarte porque pareces ser bastante molesta en ese estado, sólo quiero que dejes de ser una amargada y hables de ti.


—Sí, claro. Como digas —tomó una de las botellas que había dejado destapadas dando un largo sorbo—. No entiendo porque la compras enlatada, no puedes comparar el suave borde de una botella de vidrio con la orilla metálica de la lata.


—No vinimos a hablar de mí, quedamos que hablarías de tu problema así que hazlo.


—Qué directa... —volvió a beber antes de confrontar la incesante mirada de la chica—. Aunque definitivamente prefiero el tarro, y ver la manera en que se va llenando mientras se hace una perfecta capa de espuma... —pudo ver la expresión de insatisfacción en el rostro de la menor así que dio otro rápido sorbo antes de mirarla—. Necesito cubrir a mi hermana, ella siempre lo hace y esta vez necesitaba que lo hiciera yo.


—Espero que ella no esté metiéndose a casa de alguien menor también...


—Ella es diferente... Pero no importa, mi hermana no es tu asunto y ni siquiera pienses que dejaré que te involucres con ella.


—Nunca dije nada sobre eso... ¿Por qué no recurriste a ninguno de tus amigos? Se supone que por eso no me necesitabas —tomó la otra botella abierta para beber el contenido, no sabía que esperaba obtener con esa salida pero al menos le entretenía no tener que pensar en su escrito.


—He perdido contacto con la mayoría, y con quiénes sigo viéndome no pueden verme ahogando mis penas en comida y alcohol mientras el contenido homoerótico me hace compañía para evadir el trabajo y mis penas de amor.


—De acuerdo, de acuerdo —no pudo evitar reír al verla en ese estado, apenas había consumido la mitad de su bebida y ya se veía melancólica y empezaba a hablar de más. Sin embargo, una mueca de desagrado se mostró en el rostro contrario cuando la escuchó—. Ellos no tienen idea lo que es realmente tu vida y tienes que guardar las apariencias...


—No saben todo, sólo eso... Saben que bebo en las fiestas o cuando salgo con algún amigo, pero no tienen idea de que soy bisexual y mucho menos de mi problema con la boda.


—¿De quién es la boda? Ya me dijiste que es de quien llevas años enamorada pero no entiendo eso que tiene que ver con tus amigos, además de que sigues dentro y por eso no saben que el problema es la chica.


—Es mi mejor amiga de la preparatoria, y resulta que como todos somos amigos estamos invitados, con la pequeña diferencia de que ellos no se culpan por fingir que están felices y yo sí —volvió a beber un largo sorbo de su botella evadiendo la mirada de la escritora.


—Eso explica porque tienes tan mal carácter... Tu vida si está jodida —imitó la acción de la mayor sin saber que responder.


Sólo quería obtener información y algo de inspiración para el desarrollo de su personaje y lo que menos esperaba es terminar escuchando una historia de desamor por parte de la única chica que huye de ella y no tenía intenciones de involucrarse de ninguna manera.


Pasaron un par de horas bebiendo hasta que la más baja se cansó de estar ahí; seguía en sus cinco sentidos pero su ánimo había decaído notoriamente y apenas entraron al departamento de la escritora se dejó caer sobre el sofá tomando la maleta que llevó para sacar sus audífonos y subir el volumen de su dispositivo para aislarse del exterior.


Verónica la observaba desde su improvisado estudio reflexionando sobre lo que había hecho, se había adelantado demasiado para sacar conclusiones sobre su invitada y la había tomado como musa arrastrándola a seguir su juego con la esperanza de resolver su situación cuando estaban igual de estancadas.


Había encendido un cigarrillo y descansaba entre sus dedos sobre la pierna que tenía cruzada dejando que se consumiera mientras sus pensamientos vagaban sin rumbo fijo. Cada cierto tiempo sacudía el objeto sobre el cenicero y daba una calada intentando descifrar que haría ahora con la historia.


Su teléfono comenzó a sonar indicando la llamada de su editora, había olvidado que el día anterior envió su dirección y las modificaciones que había hecho al escrito para su revisión. Tomó la llamada sólo para terminar de agravar la situación pues la mujer se encontraba en la puerta del edificio esperando que la recibiera.


No podía negarse y ni siquiera intentó comunicarle lo que estaba ocurriendo antes de que estuviera dentro de su departamento mirando a la chica sobre el mueble sin intenciones de apartar su mirada del objeto que portaba entre sus manos.


—¿Quieres explicarme que significa esto? Ya sé que no vas a perder tus costumbres pero esto es el colmo ¿Cuántas veces más voy a encontrar a tus conquistas cuando venga por trabajo? —giró para enfrentarla mientras hacía presión sobre el puente de su nariz.


—Estás demente... Tiene demasiada ropa para ser mi conquista y no se acerca ni un poco a mi tipo ¿De cuántas te encargaste? ¿No fue suficiente para que supieras lo que busco?


—Tampoco eres beneficencia, ni tienes familia o amigos que te pidan cuidar a sus hijos ¿Qué hace ella aquí? —sus brazos se cruzaron sobre su pecho sin dejar de mirarla.


—Larga historia... No armes escándalo, no es lo que crees ni de lejos. Soy una niña inmadura ¿No? Estás aquí para hablar de negocios y eso haremos —tomó lo que la mayor llevaba en su mano mientras se dirigía al estudio, tenía mucho que explicar para buscar una solución al problema en el que se había metido, aún si ella misma le había asegurado no causar más conflictos.

Notas finales: Llevo tiempo desaparecida, lo sé... Pero las circustancias no estaban a mi favor y fue difícil escribir.
 
Pero estoy de vuelta y haré lo posible por no permanecer tanto tiempo sin traer un nuevo capítulo. Y nada, nos seguimos leyendo.

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