Mi tercer pecado fue enamorarme.
-¿Entonces te casaste?
-No..., soy padre soltero.
Muy bien Kise, ahora si ya no hay marcha atrás, no sé de las verdaderas intenciones de Kasamatsu, tampoco era de mi conocimiento el porqué de su estadía en Japón, lo último que supe de él era qué se había ido del país por cuestiones académicas.
-Oh, ya veo. -Su simple respuesta me tomo por sorpresa, fue de manera seca, pero extrañamente también denotaba en sus palabras tristeza y ¿felicidad? Dos sentimientos unidos y separados a la vez por una fina y delgada línea, que complicado era tratar de entender a las personas.
Al igual que las palabras de Kasamatsu senpai, no podía definir en este momento lo que yo sentía. Es cierto que estuve enamorado de él durante la preparatoria y mentiría si digo que he dejado de lado esos sentimientos del pasado, aun siento como mi corazón late y se agita cada vez que él está cerca de mí. Pero por muy enamorado qué me encuentre de él, no estoy dispuesto a dejar que dañe qué mi hija. Prefiero mil veces ser el único dañado.
-Papi, ¿quién es ese señor? -llego Yuzuyu a sacarme de mi ensoñación, porque de no haber sido por ella no se de lo que hubiese sido capaz de maquilar mi mente. Las ganas de llorar y la picazón en mis ojos debido a las gotas que amenazaba con salir en forma de lágrimas ya se estaban haciendo presentes.
-Es un viejo amigo mi amor, no tienes de que preocuparte. -Me incline hasta la altura de mi hija bajo la atenta mirada de mi senpai de ojos azules. Sentía como me miraba y no sabía lo que debía sentir, su llegada me confundía mucho, estaba emocionado, triste incluso melancólico, enojado por la forma en la que vio a mi niña y supo que era mi hija. -Se llama Kasamatsu senpai. No, quiero decir Yukio Kasamatsu. -Lo presente formalmente con mi vida y sin rodeos, decidí ser fuerte por ella, luchar por ella y seguir adelante solo por ella y nadie más.
-Hola Yukio-oniisan. Mi nombre es Yuzuyu Kise, mucho gusto. -Mi pequeña niña estiró su manita para saludar a Kasamatsu y este en primera estancia no supo cómo reaccionar, era del conocimiento de todos que no era (ni es, ni será) para nada bueno con las mujeres e independientemente de la edad de Yuzuyu, no dejaba de ser una chica, por muy repetitivo que suene eso. Por favor solo tiene cuanto años. -¿Yukio-oniisan? -Al parecer Yuzuyu se comenzaba a cansar de esperar a que su saludo fuese correspondido, el senpai logro salir de su trance y estrecho su mano con la de Yuzuyu, se veía nervioso y eso me daba risa, me causaba mucha gracia que no pudiese ni si quiera estrechar su mano con la de una pequeña niña de apenas cuatro años de vida, la cual no tenía ni la más mínima idea de lo que era una pareja de enamorados. -Es un gusto Yukio-oniisan. -Volvió a repetir mi niña.
-E... El... El gus... Gusto... Es mi... Mío. -Eso ni yo lo entendí.
-Perdón oniisan pero no entendí lo que quisiste decirme.
-Yo tampoco lo entendí Yukiocchi~ -Le tenía que hacer burla de una o de otra manera a mi senpai.
-Que el... El gusto... Es mío. -Esta vez sí estaban más claras las cosas, más bien las palabras que Kasamatsu quería decir, gracias a mi pequeña azabache me pude vengar inconscientemente de Kasamatsu.
-Oh, qué bueno Yukio-oniisan, ¿quisieras acompañarnos hoy a cenar? Te invitamos a nuestra casa.
¿¡Que!? En qué momento lo invitamos, tú lo invitaste Yuzuyu y me llevas a mí entre las patas, pero no es tu culpa no sabes que hay entre nosotros dos, ay hija mía.
-Me encantaría pero no sé si tu papá este de acuerdo. -Claro habla dirigiéndose a mí para no tartamudear y ni mira a Yuzuyu porque si no se pondrá nervioso, buen juego Kasamatsu senpai, pero déjame decirte que yo también puedo jugar.
-Por mí no hay ningún inconveniente. -Al fin y al cabo no puedo negarle nada a mi pequeña.
-Que bien hoy cenaremos con Yukio-oniisan. -Celebró mi hija, aquí es donde me tocaba tirar mi ficha.
-Mi amor, voy a recoger mis cosas, quédate con tu oniisan y no te vayas a ir tómalo de la mano por favor no quiero que te pierdas...
-Pero papi no habías ido ya por tus cosas...
-Vamos nena, después te compraré un helado. -Le susurré. Ella asintió e hizo lo que le ordene. -Voy a buscar lo demás ahora vuelvo, -vi como Kasamatsu se puso más nervioso de lo normal cuando Yuzuyu le tomo la mano, vaya que este hombre se pone como gelatina cuando se trata de mujeres, decidí dejarlos solos, no creo que le haga algo a mi hija y como dije antes fui a buscar mis cosas.
~Mientras tanto con Kasamatsu~
-Este...po...podrías...soltar mi...mi ma...mano. -Me encontraba nervioso, nunca he sido bueno con las chicas y ese idiota de Kise me deja aquí solo con su hija, la niña es bastante linda a mi parecer pero aun así sigue siendo una chica y eso lo vuelve complicado.
-Yukio-oniisan, no tiene por qué estar nervioso, quiero ser su amiga. -La pequeña hija de Kise me mostró una sonrisa muy hermosa, sin darme cuenta esta niña ya había logrado calmar mis nervios y eso era bueno así que simplemente decidí relajarme y yo también tomar su pequeña mano.
-Te pareces mucho a tu padre, Yuzuyu ¿cierto? -La pequeña asintió y yo no pude evitar sonreír por su gesto, -¿Cuántos años tienes?
-Tengo estos años. -Me mostró su mano libre y levanto cuatro pequeños dedos. -Y tu Yukio-oniisan, ¿cuántos años tienes? -Su pregunta me desconcertó pero creo que no tenía nada de malo en decirle cuantos años tengo.
-Pues yo tengo veinticuatro años.
-Oh, oniisan es dos años más grande que papá.
-Si así es, no me digas oniisan. Me haces sentir aún más viejo.
-Oniisan no es viejo, está bien si te digo oniichan. -Pregunto la pequeña Yuzuyu aunque para mí era más una afirmación que una pregunta.
-Pues es mejor que Oniisan, así que está bien puedes decirme oniichan. -Le sonreí y me incline un poco para poder cargarla en mis brazos. Ya no nos quedaba más que estar juntos por ese momento, ambos estábamos esperando al mismo rubio de ojos coquetos.