Mi sexto pecado fue confesar mis culpas.
—Kise... ¿Quién es la madre de Yuzuyu? —Sentí como la sangre abandonaba casi la totalidad de mi cuerpo para llegar a mis piernas, era lógico, en una situación en la que me veía tan amenazado y expuesto solo podía pensar en salir corriendo, huir del lugar. Esa era la pregunta que más temía algún día me hicieran. Y ahora estaba pasando, Yukio Kasamatsu el hombre del cual me enamore desde la preparatoria estaba aquí, frente a mí, preguntándome quien es la madre de mi hija, haciendo cuestionamientos innecesariamente inoportunos en este momento, preguntándome por primera vez lo que nadie me había preguntado.
Hasta este momento todos había creído que la madre de Yuzuyu era una fan o una prostituta, por lo que para nadie era relevante, el que había cometido el error había sido yo, para ellos yo erre al tener una relación sin protección y ahí estaban mis consecuencias, falacias todas.
— ¿Qué? —Me encontraba en estado de shoock, no le podía responder, no en este momento y no de esta manera, y aunque quisiera responderle, ni siquiera yo conocía las palabras que despejarían esas dudas. ¿Quién era la madre de Yuzuyu?, así que solté ese monosílabo, fue lo único que logró salir de mis cuerdas vocales, no solo ellas se sentían oprimidas y prisioneras de la tensión del momento. Todo mi ser lo estaba sintiendo.
—He dicho que quién es la madre de Yuzuyu, Kise. —Su mirada se tornó seria, su tono era frío. Desconocía qué hacer mucho menos qué decir. ¿Cómo responder a una pregunta que no tiene respuesta?
—No lo sé. —Lo dije, él único que tenía que perder algo aquí era yo, si Kasamatsu quería saber la verdad, pues bien.
~Kasamatsu~
— ¿Cómo que no lo sabes? —mi lengua y mi cerebro estaban trabajando de una manera coordinada. Era absurdo, este idiota me está diciendo que no sabe quién es la madre de su hija, entonces como esta tan seguro que es de él, si resulta ser que alguien lo embauco y ni siquiera era su responsabilidad… ¿Kise es capaz de algo así?
—Así, simplemente no lo sé, ni siquiera sé si algún día estaré dispuesto a saberlo. —Su tono se relajó muchísimo y su mirada no estaba expresando lo que verdaderamente sentía, creí que en el pasado ya había quedado claro que su faceta de actor no funciona conmigo.
—Explícate. —sentencie.
—Esto podría llevar más tiempo del que piensas, por favor, ya es tarde. —Se estaba excusando, era muy claro, solo lograba ponerme los nervios de punta y aumentar mi molestia. Por otra parte yo no debería estar tan insistente en un tema que no es de mi incumbencia, pero por ser él, no era tan sencillo pasarlo por alto. —Prometo contarte todo mañana, mi hija ya está dormida, —se lo pensó un poco, había más razones —y hay mucho que debo aclararme a mí mismo antes de poder hablar contigo. —Nunca creí que Kise fuese el que me calmara a mí, en nuestra relación siempre fue de otra manera, el impulsivo era él, ¿qué me estaba pasando? Definitivamente la paternidad lo cambio, claramente ahora era más maduro. —Yuzuyu va a clases de natación los lunes, miércoles y viernes. El miércoles no pudo ir y mañana recuperara esa clase que perdió, es de 10:00 a 13:00, te veo en el centro acuático de la ciudad, si no vas daré por hecho que el tema esta zanjado. — ¡No ir! Que va, estaría 9:30 en el centro acuático de ser necesario. —Ahora te pido que te retires por favor, será una noche larga y también un día complicado mañana.
No alegaría nada al respecto de que me estaba corriendo de su casa, pero sin duda en cuanto tuviese la oportunidad se lo recriminaría, a final de cuentas yo no tenía ningún derecho sobre él o sus decisiones, tenía que empezar a actuar de manera más consiente, estos sentimientos se me estaban apoderando de mí y me hacían actuar de una manera demasiado impulsiva, así no lograríamos llegar a ninguna conversación civilizada, y si él estaba dispuesto a compartir conmigo algo tan íntimo, no podía fallarle a esa confianza y amedrentar sus persona con sentimientos estúpidos y contradictorios.
—Está bien, te veo mañana. —No tenía más que decir en ese momento. Al parecer yo también tenía que arreglar muchas cosas conmigo mismo. —Con permiso. —Tome mis cosas y me dirigí a la puerta, cuando la perilla me permitió abrir, con Ryouta detrás de mí y yo a punto de salir, me detuve. —Lo estás haciendo bien.
Y sin más salí de la casa de los Kise.
La noche estaba fría y la luna brillaba en lo más alto del cielo iluminando mi caminar, el clima estaba de una manera ideal para calmar mis emociones, parece que fue ayer cuando éramos críos de preparatoria, con metas aun forjándose y futuros brillantes por delante. Con los sentimientos dándonos vuelta y las dudas atacando cada que tenían una mínima oportunidad.
Amor, a todos nos confundió o tomo por sorpresa, y lo más difícil de sobrellevar a mi parecer, nadie que no experimentara un amor no correspondido podía hablar sobre el tema, pues, ¿bajo qué experiencia iban a opinar? Era ilógico. Que sentimiento tan amargo y dulce al mismo tiempo, una combinación de la que no todos disfrutaban, pero a pesar del poco tiempo que se me permitió estar con él, lo pude entender. Ya no quería estar confundido, ya no quería que esos sentimientos siguieran reprimidos, amenazando con salir en el momento menos indicado. Deseaba que los motivos de la opresión en mi pecho fueran diferentes.
—Al parecer lo sigo sintiendo. —Sonreí derrotado a la luna de esa noche, al parecer había encontrado una respuesta después de cinco largos años.