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Komorebi por hokagay

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Naruto se acerca rápidamente a Jiraiya, revisando por todos lados el cuerpo de su maestro para cerciorarse que no tenga más heridas de las ya visibles. Jiraiya le sonríe débilmente tratando de transmitir un poco de tranquilidad al rubio, quien se ha quedado inmóvil reprimiendo sus ganas de llorar, sus puños cerrados firmemente al costado de su cuerpo mientras observa directamente al piso blanco de la oficina de Tsunade

– ¿Quién te hizo esto, Ero-sennin? – Pregunta Naruto, sus dedos se deslizan por el vendaje en lo que alguna vez fue el brazo izquierdo de Jiraiya. La herida fue tratada por la Hokage y no hay riesgo de que se vaya a infectar

– Tranquilo, renacuajo – dice Jiraiya. Tsunade los observa en silencio, sabe que un brazo es un bajo precio a comparación de lo que pudo haber pasado si Jiraiya no se hubiera retirado de la batalla–

– ¡No puedo! – Exclama Naruto frotando su rostro en frustración – ¡Mírate! ¡Perdiste un jodido brazo, no me pidas que me calme!

– ¡Naruto! – Grita Jiraiya, de manera inmediata el rubio se calla y observa a su maestro. Jiraiya nunca alzaba su voz a nadie a menos que fuera algo muy serio – Quiero que escuches en silencio lo que tengo que decir antes de que me interrumpas, ¿sí?

Naruto asiente mientras Jiraiya suspira y toma asiento en una de las sillas acomodadas frente al escritorio de Tsunade indicándole a Naruto que haga lo mismo. Shizune entra con una pequeña bandeja con té recién hecho, dejándolo sobre la mesa para luego retirarse y cerrar la puerta dándoles más privacidad.

– Cuando yo era niño Sarutobi-sensei decidió enseñarme la técnica de invocación– dice Jiraiya, dándole una mirada mordaz a Tsunade cuando esta suelta un resoplido sarcástico. Sarutobi había decidido enseñarle aquella técnica debido a que era torpe y esto afectaba a sus dos compañeros – la practique muchas veces hasta que un día me vi envuelto en una nube de humo y llegue al monte myoboku. Había una profecía de que un chico llegaría al monte por su propia cuenta y Fukasaku-sama decidió entrenarme, así que iba en misiones con mi equipo y en mi tiempo libre entrenaba en el monte. Pasaron muchos años hasta que un día, de forma repentina fui llamado por el gran sapo sabio quien tenía una visión sobre mi destino, en donde yo viajaba por el mundo escribiendo libros y que entrenaría a un revolucionario que traería paz o un dolor y sufrimiento nunca antes conocido en nuestro mundo.

Jiraiya da un largo sorbo a su taza de té, la deja sobre la superficie del escritorio y sonríe a Tsunade, la mujer está más pálida que de costumbre y silenciosa como nunca

– Con eso emprendí mi viaje, durante el tiempo que estuve fuera y no encontré nada para mi novela ni a mi aprendiz. Cuando volví a Konoha entrene al Cuarto Hokage y por un momento creí que tal vez él sería aquel salvador que el sapo sabio había profetizado. La segunda gran guerra ninja inicio, Orochimaru, Tsunade y yo fuimos nombrados como los tres legendarios sannin al derrotar a Hanzō, la guerra acabo y cuando volvíamos a casa encontré en mi camino tres niños huérfanos a los cuales entrene hasta que fueran lo suficientemente fuertes para poder valerse por sí mismos; uno de ellos tenía el rinnengan, el dojutsu legendario que tuvo el sabio de los seis caminos. Ellos crecieron lo suficiente, les enseñe mis ideales y me marche, tenía que volver a Konoha y ayudar a que se pusiera de pie nuevamente. Los años pasaron y cuando volví a tener noticias de ellos era que estaban muertos, naturalmente me deprimí y seguí con mi búsqueda – Dice Jiraiya observando a Naruto quien ha permanecido en silencio –

– Aun no veo la conexión que hay entre tu destino y tu última misión – Dice Naruto–

– Nagato, quien fue mi aprendiz es el líder de Akatsuki. El dolor por la pérdida de Yahiko y la eterna herida sin cicatrizar que quedo en Amegakure después de la guerra le hizo olvidar todo lo que yo le enseñe, cree que el mundo debe conocer el dolor y la desesperación, quiere crear la paz a partir de eso.

– No puede – dice Naruto golpeando sus puños sobre el escritorio – No lo permitiré

Jiraiya observa a su discípulo directamente a los ojos, los orbes azules brillan con determinación desmedida y no puede evitar sonreír a pesar de que su cuerpo aun duele debido a su batalla

– Lo sé – responde Jiraiya – Es por eso que entrenaras en el monte myoboku y alcanzaras el nivel de un sabio, algo que ni siquiera yo en años he logrado perfeccionar

Naruto asiente un rápido movimiento de cabeza – Claro que sí, sabio pervertido

– Prepárate, dejaran la aldea mañana a primera hora. Aprovecha de compartir con el vago de tu novio porque no volverás en un largo tiempo – Dice Tsunade, sonriendo al ligero rubor en las mejillas de Naruto –

– ¡Abuela! – Reclama Naruto –

– ¿Novio? Jujuju– rie Jiraiya – Entonces por eso tuviste tanto interés cuando te explique cómo funcionaban las distintas dinámicas en el sexo    

– Los dos son terribles – Grita Naruto poniéndose de pie – Me voy ahora, nos vemos abuela, sabio pervertido

Cuando Naruto abandona la habitación, Tsunade busca en el último cajón de su escritorio y saca una botella de sake y dos pequeñas copas, sirviéndolas hasta el tope y tendiendo una hacia Jiraiya, quien luego de dar un sorbo y cerrar los ojos a la sensación del alcohol dejando un pequeño escozor en su garganta vuelve a hablar

– Realmente eres mala con las apuestas, Tsunade – murmura Jiraiya mirando los cupones de lotería sobre la mesa, de los cuales ninguno resulto ganador. 


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