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Komorebi por hokagay

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Era una situación bastante irónica que el autodenominado cobarde número uno tomara una decisión tan drástica como apartarse de su grupo y encargarse por sí mismo de un tipo medio loco e inmortal, pero ese mismo “cobarde” había sido capaz de realizar una compleja estrategia teniendo en mente hasta el mínimo detalle.

 Una vez Hidan estuvo atrapado por su jutsu de sombra, su destino quedo sellado. 

Lentamente Hidan movió sus pies que aún se mantenían conectados a la sombra de Shikamaru, su risa maniática hería los oídos del Nara quien hacia un gran esfuerzo por no dejar caer el atemorizado semblante que debía mantener para que su plan funcionara a la perfección. Regodeándose en su temporal triunfo el Akatsuki alzo su vara de metal, con la intención de perforar cualquier parte del pecho de Shikamaru y cuando esta poder dejarla caer, el joven Nara sonríe de medio lado, alzando su brazo derecho mientras cierra su puño y atrapando a Hidan en la cuerda de alambre con sellos explosivos estratégicamente posicionadas en aquel lugar.

Kage kui no jutsu, exitoso – dice Shikamaru mirando directamente a los ojos de Hidan, su mano aun en alto –

– ¡Desgraciado! – Grita Hidan intentando zafarse de las cuerdas, pero sus intentos son inútiles – ¡Me dejaste creer que no te quedaba chakra!

Shikamaru saca un Aikuchi[1] guardado en la bolsa trasera de su pantalón, desenvainándola y lanzándola a determinado punto, marcado con el símbolo del clan Nara, el piso comienza a romperse hasta quedar un gran agujero justo debajo de Hidan.

– ¿Qué significa esto? – Pregunta el Akatsuki en desesperación – ¿Cuándo has hecho esto?

– Preparé esta trampa con antelación– responde Shikamaru con el encendedor de Asuma en su mano, acariciando las iniciales grabadas en el metal – Cuando maldices a alguien, cavas dos tumbas. ¿Entiendes el significado de ese refrán?

– ¡Claro que no! – Grita Hidan –

– Es la ley de talión, a consecuencia de tus acciones recibirás exactamente el mismo trato que diste – dice Shikamaru, su pulgar remueve la tapa del zippo para luego jugar con la rueda – Tu maldijiste y mataste a mi maestro, no creas que te dejare correr libremente por ahí… este agujero será tu tumba

– No voy a morir – ríe Hidan – Aunque despedaces mi cuerpo y solo quede mi cabeza, ¡me arrastraré para salir y devoraré tu garganta!

Shikamaru mira de soslayo hacia la derecha, de donde un pequeño grupo de ciervos aparece hasta rodearlos

– Estos bosques son un lugar especial del país del fuego. Solo se le permite entrar aquí a mi familia. Nadie más viene por aquí – responde Shikamaru – Nuestra familia siempre te estará vigilando

Shikamaru inhala profundamente mientras cierra por unos cuantos segundos sus ojos, siente un pequeño peso sobre su hombre, casi como si la mano de Asuma estuviera ahí dándole valor y felicitándolo por haber logrado llegar tan lejos

– Oye… ¿por qué encendiste eso? – cuestiona Hidan, aun removiéndose entre las cuerdas en un inútil intento de escapar al notar la llama proveniente del encendedor 

– La voluntad de fuego…es la fuerte voluntad de proteger a nuestra aldea que he heredado de mi maestro – responde Shikamaru, lanzando con habilidad el encendedor que gira brevemente hasta tocar uno de los sellos explosivos alrededor de Hidan, causando una gran explosión.

Shikamaru contempla el fondo del agujero donde ahora se encuentra el despedazado cuerpo de Hidan entre las rocas

– ¡Jashin-sama te castigara por esto! – Grita la cabeza de lo que alguna vez fue conocido como Hidan – ¡una venganza aun mayor será traída por jashin!

– Eso no me asusta – Responde Shikamaru, el habitual gesto de aburrimiento ha regresado a su rostro mientras saca de su bolsa un kunai con una larga cuerda en la que vienen amarrada sellos explosivos – Creemos en cosas diferentes. Yo creo en la voluntad de fuego, pero tu dios es ese estúpido Jashin o como se llame. Ahora… yo te daré tu merecido

El pelinegro lanza el kunai a la pared del agujero frente a él, el sello se quema rápidamente creando una última explosión en la que Hidan queda sepultado, mientras maldice a Shikamaru.

Los ciervos que se habían escondido debido a la explosión rodean a Shikamaru mientras este se permite llorar una última vez la pérdida de su maestro.

Shikamaru camina perezosamente hasta la salida del bosque cuando se encuentra con los refuerzos, dos miembros del equipo siete y no necesita preguntar para saber que el tercer miembro de ese equipo también esta y más que seguro poniendo su vida en peligro.

– ¿Cómo están los demás? – Pregunta Shikamaru, ignorando completamente la pregunta de Sai respecto a si el solo había sido capaz de vencer un Akatsuki –

– Vinimos directamente aquí, así que… – Responde Sakura, dejando inconclusa su respuesta al no saber el estado de sus camaradas –

– Vámonos – exige Shikamaru, la necesidad de saber el estado de cierto rubio despistado y también mostrarle que cumplió su promesa – 

**

Cuando Shikamaru vio el estado en que se encontraba Naruto de inmediato quiso acercarse a él, pero un simple empujón de la pelirosa apartándolo para ser ella quien pudiera sanar a Naruto lo detuvo. Fue Yamato quien se acercó a Shikamaru para informarle el estado del rubio

– Yo no soy médico – dice Yamato – pero él no debe estar muy grave, yo le atribuyo su condición al agotamiento. Estuvo practicando durante horas sin descansar, Tsunade-sama le dio 24 horas para completar su nueva técnica y si no lo lograba enviaría a otro grupo como refuerzo. Logro dominarla solo con doce horas de práctica.

Shikamaru sonríe, es ese espíritu incansable de querer lograr sus objetivos una de las cualidades que más admira y adora de Naruto

– Durante el entrenamiento solo lograba usarla dos veces, y ahora fue capaz de usarla tres – responde Yamato, cruzado de brazos asintiendo en orgullo – El realmente estaba desesperado por venir a ayudarlos

– Estoy bien, Sakura-chan – dice Naruto poniéndose de pie, intentando sacarse de encima a la ninja médico que no deja de regañarlo. Tambaleándose un poco camina hasta llegar junto a Shikamaru a quien envuelve en un abrazo y susurra en su oído – Mi amuleto de buena suerte sirvió  

Shikamaru no puede dejar de sonreír y en un arrebato, sin pensar donde ni con quienes se encontraba besa a Naruto en los labios, logrando que las kunoichis griten pidiendo explicaciones y aplausos por parte de choji, quien siempre ha sabido cómo se siente su mejor amigo por el rubio.

– Después tendrás tiempo para ponerte romántico, Shikamaru – dice Kakashi burlándose de los jóvenes – ahora Naruto será llevado por Sai en unas de sus aves directamente al hospital, Sakura dice que hay algo grave en su brazo que ni ella sabe definir concretamente   

Shikamaru mira a Naruto preocupado mientras este le resta importancia mientras es literalmente arrastrado por Sai.

– Ahora...  –  dicen ambas Kunoichis cruzándose de brazos frente a él una vez Naruto ha desaparecido– Tienes muchas cosas que explicar, Shikamaru

El joven Nara suspira en resignación... las mujeres son tan problemáticas.



 


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